El Capitalismo Chino resucita a Marx
Pekín inaugura el museo más grande del mundo dedicado íntegramente al pensamiento del autor de 'El capital'
China necesita una buena dosis de marxismo. Así lo cree su Gobierno, que en el último año ha emprendido una campaña para difundir una idea: el futuro de la segunda economía mundial pasa por abrazar la "verdad irrefutable" (presidente chino dixit) de la doctrina de Karl Marx. Y para que todo el mundo pueda empaparse de espíritu socialista, nada mejor que inaugurar un museo, el más grande del mundo sobre la causa, en el centro de Pekín.
El lugar elegido para establecer el templo marxista es la Oficina de Traducción y Compilación Central de China (CCTB, siglas en inglés), una rama del Comité Central del Partido Comunista que emplea la mejor parte de sus 300 empleados en la traducción de los clásicos marxistas y en la investigación de la historia del socialismo mundial. Sus sótanos guardan celosamente decenas de miles de documentos relacionados con esta doctrina. Originales, primeras ediciones, cartas de Marx y su esposa, correspondencia entre intelectuales... Pero ninguna de estas joyas está expuesta en el museo. "Debemos mantenerlas a 20 grados para su conservación", se excusa uno de los empleados.
Se recurre al marxismo y al confucianismo para justificar el mercado
El museo, dividido en ocho secciones, ofrece manuscritos de intelectuales chinos, periódicos centenarios, valiosas ediciones de El capital y otras obras cumbre de la disciplina. Y, cómo no, una amplia hagiografía de Mao y la Nueva China surgida tras la revolución de 1949.
La vía oriental
En un mundo cada vez más ajeno a las ideologías, Pekín trata de recuperar los valores del pasado (marxismo y confucianismo principalmente) para convencer a los suyos de que el "marxismo con características chinas" es la clave del milagro económico y que, en consecuencia, nadie como el PC para asegurar el progreso económico y la armonía social de la patria. Gracias a esta particular mezcla de socialismo, confucianismo y economía de mercado, el régimen consigue explicar de un plumazo cómo puede un país comunista albergar uno de los capitalismos más salvajes del mundo y por qué es necesario coartar ciertas libertades democráticas en favor del bien común. En resumen, se trata de readaptar los fundamentos del régimen al nuevo siglo.
"No debemos cometer los errores de la URSS", dice el gestor del centro
"Nuestro objetivo es formar en los valores marxistas. Especialmente a los jóvenes", explica el secretario general del CCTB, Yang Jinhai. Cuesta imaginar a hordas de veinteañeros pekineses abalanzándose a las puertas de este museo, como sí hacen en las tiendas de Apple, pero Yang tiene fe. "A muchos jóvenes les gusta investigar las ideas de la China moderna y tienen gran interés en el mundo espiritual".
El museo ensalza las figuras que introdujeron el marxismo en la época imperial y los que lucharon por propagarlo en el siglo XX. Hoy nadie da la vida por propagarlo, pero sí ingentes horas de trabajo. "China lidera las investigaciones marxistas", desvela Yang antes de puntualizar: "Nuestro marxismo no es como el de la URSS. No debemos cometer sus errores".
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Pekín inaugura el museo más grande del mundo dedicado íntegramente al pensamiento del autor de 'El capital'
China necesita una buena dosis de marxismo. Así lo cree su Gobierno, que en el último año ha emprendido una campaña para difundir una idea: el futuro de la segunda economía mundial pasa por abrazar la "verdad irrefutable" (presidente chino dixit) de la doctrina de Karl Marx. Y para que todo el mundo pueda empaparse de espíritu socialista, nada mejor que inaugurar un museo, el más grande del mundo sobre la causa, en el centro de Pekín.
El lugar elegido para establecer el templo marxista es la Oficina de Traducción y Compilación Central de China (CCTB, siglas en inglés), una rama del Comité Central del Partido Comunista que emplea la mejor parte de sus 300 empleados en la traducción de los clásicos marxistas y en la investigación de la historia del socialismo mundial. Sus sótanos guardan celosamente decenas de miles de documentos relacionados con esta doctrina. Originales, primeras ediciones, cartas de Marx y su esposa, correspondencia entre intelectuales... Pero ninguna de estas joyas está expuesta en el museo. "Debemos mantenerlas a 20 grados para su conservación", se excusa uno de los empleados.
Se recurre al marxismo y al confucianismo para justificar el mercado
El museo, dividido en ocho secciones, ofrece manuscritos de intelectuales chinos, periódicos centenarios, valiosas ediciones de El capital y otras obras cumbre de la disciplina. Y, cómo no, una amplia hagiografía de Mao y la Nueva China surgida tras la revolución de 1949.
La vía oriental
En un mundo cada vez más ajeno a las ideologías, Pekín trata de recuperar los valores del pasado (marxismo y confucianismo principalmente) para convencer a los suyos de que el "marxismo con características chinas" es la clave del milagro económico y que, en consecuencia, nadie como el PC para asegurar el progreso económico y la armonía social de la patria. Gracias a esta particular mezcla de socialismo, confucianismo y economía de mercado, el régimen consigue explicar de un plumazo cómo puede un país comunista albergar uno de los capitalismos más salvajes del mundo y por qué es necesario coartar ciertas libertades democráticas en favor del bien común. En resumen, se trata de readaptar los fundamentos del régimen al nuevo siglo.
"No debemos cometer los errores de la URSS", dice el gestor del centro
"Nuestro objetivo es formar en los valores marxistas. Especialmente a los jóvenes", explica el secretario general del CCTB, Yang Jinhai. Cuesta imaginar a hordas de veinteañeros pekineses abalanzándose a las puertas de este museo, como sí hacen en las tiendas de Apple, pero Yang tiene fe. "A muchos jóvenes les gusta investigar las ideas de la China moderna y tienen gran interés en el mundo espiritual".
El museo ensalza las figuras que introdujeron el marxismo en la época imperial y los que lucharon por propagarlo en el siglo XX. Hoy nadie da la vida por propagarlo, pero sí ingentes horas de trabajo. "China lidera las investigaciones marxistas", desvela Yang antes de puntualizar: "Nuestro marxismo no es como el de la URSS. No debemos cometer sus errores".
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