Un poco de historia
Las naciones nacieron en los comienzos de la era capitalista en el siglo XVI. En este estadio de evolución son colocadas bajo la égida de las principales monarquías de Europa (Inglaterra, Francia, España). La acción principal de estas últimas será construir Estados suficientemente centralizados como para meter en cintura a las diversas feudalidades locales. Cuando, a partir del siglo XVIII, las burguesías se adueñen del poder, proseguirán con la obra centralizadora emprendida por las monarquías, al tiempo que pretendían hacer de las naciones las emanaciones directas de los "pueblos", con la idea de república y de democracia. Se tendrá entonces la constitución de los Estados-nación que caracterizan plenamente la era burguesa capitalista.
Para el modo de producción capitalista, la nación constituye el marco adecuado a su desarrollo: un mercado suficientemente amplio, liberado de las últimas trabas feudales, control de sus fronteras y del tráfico de mercancías y el control sobre la moneda (de acuñación propia, de cada Estado-nación). Todo esto es lo que permitía controlar los intercambios y el comercio (algo imprescindible para transformar la plusvalía arrancada al proletario en dinero). Además, permite a los capitalismos nacionales protegerse, si hace falta, gracias a sus barreras aduaneras, de las naciones competidoras. Esto es válido especialmente para las naciones capitalistas emergentes. Insuficientemente competitivas, un libre-cambismo en todas direcciones correría el riesgo de abortar sus economías todavía poco desarrolladas.
En el siglo XIX, en el plano político, algunas burguesías debieron llevar duras luchas para imponer el hecho nacional en sus países respectivos. Así, en América del Norte, hubo la guerra civil que enfrentó a los Estados del Norte con los del Sur secesionistas. En Europa, la guerra por la unidad italiana contra el imperio de Austria y la guerra por la unidad alemana contra Francia en 1870 permitieron cimientar la idea nacional en estos países.
En el plano cultural, las burguesías debieron combatir los particularismos regionales que subsitían y que constituían otros tantos frenos a la idea de nación. Fue la lucha, entablada con más o menos vigor según los países, contra las hablas y dialectos regionales a fin de imponer la lengua nacional. Así en Francia, donde esto se hizo arrancando la escuela a los curas, haciéndose ésta "laica y republicana" a finales del siglo XIX.
Finalmente, en el plano ideológico las burguesías hicieron de la nación una idea casi intrascendental: colocada por encima de las clases, con ella no existía más que una sola comunidad de ciudadanos capaz de "vivir juntos" en una nación "una e indivisible". Es esta ideología, extremadamente poderosa, la que en 1914 sirvió de palanca para arrojar a los pueblos los unos contra los otros, convirtiéndose entonces el "morir por la patria en el destino más bello"...
Tal fue, en resumen, la marcha histórica de las naciones burguesas. Marcha irresistible frente a la cual todas las fuerzas que se le oponían, fuesen reaccionarias (clericales) o revolucionarias (las fuerzas socialistas que se presentaban como internacionalistas), apenas pudieron resistir.
Hoy en día podemos constatar que esta marcha ha terminado y que a partir de ahora va hacia atrás, es decir, la ideología nacionalista está en evidente declive. Las clases vuelven a tomar el papel dirigente como las protagonistas de la historia y sus antagonismos (irreconciliables) y la lucha de los explotadores contra los explotados y de estos contra los explotadores (la lucha de clases) se continuará desarrollando teniendo en cuenta que nunca como hoy en día había tenido tremenda posibilidad por inclinar la balanza a favor del proletariado y de las clases populares. Podemos afirmar esto no porque seamos unos adivinos o estemos iluminados sino porque el Capitalismo no está en crisis sino que está en su final de ciclo. El Imperialismo (que es la fase del capitalismo en su fase monopolista) ha tocado el techo y está tratando de aterrizar. Esto no significa que se vaya a estrellar abruptamente sino que el mundo tal y cómo lo conocemos toca a su fin. Por este motivo la oportunidad es irremplazable, es decir, todo un sistema de relación social llega a su final de ciclo, a su progresiva degradación una vez y el resultado de la lucha de los explotados y oprimidos de la tierra por librarse de las garras del Imperialismo son cada vez más evidentes y constantes.
Es un tema largo y además estamos comenzando a estudiarlo en nuestra organización, no como en una secta (que ya nos han dicho que somos una secta porque nos hemos marcado como tarea que hasta las personas que tienen la primera oportunidad de conocernos puedan aportar sus críticas a nuestro pensamiento, ideas, trabajo político... a cualquier actividad que llevemos adelante). Nosotros trabajamos por objetivos, somos profesionales. No somos "buen rollistas" o "asamblearistas patológicos" tenemos tareas prácticas y tareas intelectuales todos (sin excepción) los que estamos organizados en OPR.
Hay dos críticas en todo este hilo que hemos trabajado para proponeros su discusión:
CRITICA 1: "Que los nacionalistas dejen de decir que trabajan para el proletariado o que son su vanguardía, es mentira, son agentes del Imperialismo, son agentes de la Burguesía o son agentes de los Caciques locales más o menos poderosos."
CRITICA 2: "Las críticas se hacen con fundamento, con trabajo y con rigurosidad. Estamos discutiendo en un Foro que se denomina Comunista, eso significa que decir lo primero que se nos pasa por la cabeza o decirlo sólo para sabotear a quién está hablando es una práctica ajena a los Comunistas con la que no estamos de acuerdo y de la que no pensamos participar"
PS 1: Toda la parte del texto que está subrayado pertenece al libro "INVESTIGACIÓN SOBRE EL CAPITALISMO LLAMADO TRIUNFANTE" de Claude Bitot, Ed. Espartaco Internacional. Hemos comenzado con su estudio para poder sacar nuestras propias conclusiones de este autor que no sabemos si es conocido por alguién más. En todo caso tenemos por costumbre leer con atención y no precipitarnos aunque este fragmento nos parece luminoso y esclarecedor de la verdad, nos falta comprobar rigurosamente su veracidad pero ya partiamos de este pensamiento, es decir, ya formaba parte de nuestra línea ideológica y política. El nacionalismo no es ni bueno ni malo, es burgués.