por Echospace Vie Ene 27, 2012 11:17 pm
Kruschev no fue más que una rata revisionista que traicionó los principios más básicos de la revolución, y por lo tanto al valeroso pueblo soviético.
Decir que ésta rata fue un marxista-leninista de pura cepa es un error de análisis tan grave que merece la pena que el hombre revise sus libros de historia. Basta con echar una ojeada al infame discurso secreto del XX congreso de PCUS para darse cuenta de la traición que se estaba mascando. Además de mentir sobre la gestión del glorioso camarada Stalin, mancilló el buen nombre de la URSS dentro del campo marxista-leninista internacional, una buena prueba de ello fue la implementación de la maldita burocracia Kurschevista, una nueva clase social "por encima" del proletariado. Kruschev es sinónimo de traidor para cualquier marxista-leninista que tenga unos conocimientos mínimos sobre la historia política de la URSS. Cabe mencionar el sinfín de artículos escritos por camaradas de partidos comunistas de todo el mundo a colación de la cuestión de Stalin.
Se me ponen los pelos de punta cada vez que leo el nombre de esa rata traidora.
Fue una lástima que camaradas como Molotov fueran apartados por el aparato revisionista del infame Kruschev, ya que con gente como ellos, la URSS, madre del socialismo internacional, no se hubiera convertido en esa ratonera revisionista.
Su política de marcha atrás y de paralización de la revolución fue el mayor palo que se llevaron los que confiaban en una patria ejemplo, en un modelo a seguir. Evidentemente, algunos marxistas-leninistas agacharon la cabeza ante tal traición, tal es el caso de Fidel, ya que la economía cubana dependía en gran medida de la colaboración soviética. Pero dicho esto, ¿Qué haríamos nosotros en lugar del camarada cubano?
Despreciable fue el ataque de los revisionistas a la gran Albania del enorme Enver Hoxha, justo tras la muerte de Stalin, las ratas salieron de la madriguera parasitando a los buenos camaradas albaneses. ¡Qué valiente Enver hoxha! ¡Ese brazo no se torció nuca jamás! Suerte que el glorioso camarada Mao Zedong estaba presto para ayudar a la gloriosa patria albanesa, en pro de un marxismo-leninismo como el mundo jamás ha visto.
Kruschev y su maldita coexistencia pacífica, claro. A mi modo de ver las cosas, esto no fue más que un chantaje a los ciudadanos del mundo. Una exigencia para abrigarse bajo el nuevo capitalismo revisionista y callar la boca. Los imperialistas de Kruschev y los yankis cuidaban sus vecinos, coaccionando con sus armas atómicas, no fuera a ser que alguien escapara de sus redes. Por supuesto que hubo héroes, hubo Hoxhas y hubo Maos, pero con el fin de Stalin llegó el ciclo final del socialismo soviético, llegó la traición.
Nikita Kruschev, serás recordado en la infamia por siempre.
¡Traidor!