Vox escribió:
Aunque tienes razón, también habría que analizar el hecho de que muchos grandes revolucionarios vienen de la burguesía, o cuanto menos, con bastante poder adquisitivo. Como bien dices, es difícil convencerlos, pero a veces surgen casos que dan hasta la vida por ello.
Por otro lado, y que sirva de modesta opinión, no hace falta ser tan soberbios en casos como éste. Lo único que se consigue es espantar a gente que se acerca al marxismo. Hay muchas formas de recomendar lecturas y formación, seamos un poco más hábiles en el trato.
Un saludo.
Yo creo que este curioso hecho se basa en la cultura cristiana. Ya que, según la lógica de la lucha de clases, por la cual cada uno pulsa por sus intereses de una manera u otra, contra una clase u otra dependiendo de su posición respecto a la estructura económica, es ilógico que un hijo de gran burgués como Engels adopte la postura favorable a su clase contraria, el proletariado.
La paradoja se resuelve aquí tomando en cuenta la cultura cristiana en general y su moral en particular, que nos afecta a todos seamos ateos o creyentes. El proletariado sería para nuestra cultura la clase a apoyar por aspectos morales que se plasman en ideas (metáforas) como "bienaventurados los pobres" o los relatos de la vida de Cristo en los que éste se pone del lado de los más desfavorecidos (la cura del leproso o del ciego, por ejemplo) y contra los poderosos (como la discusión con los fariseos en el templo), que invariablemente cometen abusos hacia aquéllos.
Otro ejemplo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres... pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18, 19)
Todas estas ideas están plasmadas en nuestra moral en forma de compasión hacia los más desfavorecidos. Por ejemplo, Engels se indigna cuando indaga y profundiza con mucho acierto en La situación de la clase obrera en Inglaterra cuando en principio había sido mandado por su padre (el gran industrial) a hacer una investigación para sus fines lucrativos.
De la misma manera, el socialismo utópico bebe de la moral cristiana al formular sus ideas basándose en los "sentimientos" o en el "pensamiento" como decía el compañero más atrás. La moral, como principio ideal, no puede ser la base para la construcción de una estructura materialmente perfecta que termine con las contradicciones de clase, precisamente porque no hace ese análisis material. En ese punto, como todos sabemos, se equivocan los fascistas (los fascistas que saben lo que es el fascismo), los socialistas utópicos y demás morralla idealista; porque la moral, pese a ser un sistema de ideas que procura un comportamiento ecoonómico sostenible, no es asumido como tal por la mayoría de las personas, que piensan que las ideas morales tienen valor absoluto cuando en realidad su valor está precisamente en la base material que las sustenta y que perfectamente definieron y siguen definiendo los clásicos marxistas. Primero las circunstancias objetivas, y de ellas la moral (es el ser social el que determina la conciencia, no la conciencia la que determina el ser social). Los socialistas utópicos tienen muy en cuenta la moral cristiana pero no lo que le sirve de apoyo: la lucha de clases, las contradicciones entre las clases. Sin tener en cuenta la lucha de clases no es posible ningún análisis correcto de los hechos sociales y esa es la gran falla de los utópicos.