Hoy diríamos que Andrés Nin era un tránsfuga, uno de esos políticos burgueses vacilantes y sinuosos, siempre en busca de su propio acomodo intelectual, siempre con un pie en el estribo. El BOC de Maurín le acusó de ser un político voluble (1) y García Oliver dice de él que no fue un tránsfuga sino un fugitivo (2) porque, en una carrera breve pero trepidante, había recorrido casi todas las organizaciones políticas de izquierda existentes en Catalunya en el primer tercio del siglo XX.
Empezó en el nacionalismo burgués, luego se pasó al PSOE, luego a la CNT anarquista, luego al PCE stalinista, luego creó la OCE trotskista, luego tampoco estuvo a gusto a las órdenes de Trotski, las desobedeció y su minúscula organización se fusionó con el BOC para crear el POUM.
No hubo más recorrido porque había agotado todas las posibilidades del espectro político catalán. Posiblemente, como buen individualista, Nin sólo se encontraba a gusto consigo mismo, pero viajando de posada en posada, haciendo entrismo en todas y cada una de las habitaciones de aquel hotel de la política.
Su travestismo no fue sólo ideológico sino un estilo de hacer política. Por eso, aunque disimulen, en voz baja Nin no gusta a nadie. Los burgueses utilizan su memoria para combatir al comunismo, que es lo que les interesa, y nada más. Lo único que les une a todos ellos es esa lucha común y ante los comunistas aparecen como si formaran un frente. Por eso vemos a los anarquistas publicar libros trotskistas, tan alejados de sus postulados. Ni unos ni otros tienen principios; no se guían por ese tipo de cosas tan dogmáticas.
Los anarquistas no soportan a Nin porque éste llevó a la CNT a la Internacional Sindical Roja, según ellos violando los acuerdos confederales. Pero a Nin ni siquiera le soportan los propios trotskistas; los del BOC con los que se fusionó siempre desconfiaron de él y cuando Maurín fue detenido no le dieron el cargo de secretario general del POUM: cambiaron el cargo de nombre.
Sus colegas siempre dijeron que Nin había aceptado entrar de consejero en el gobierno de la Generalitat sin consultarles antes, es decir, que hizo con ellos lo mismo que antes había hecho con los anarquistas, es decir, que también entonces actuaba por su cuenta, sin contar más que consigo mismo.
Pocos días después de que el POUM firmara el pacto del Frente Popular, Trotski difundió un comunicado titulado "La traición del Partido Obrero de Unificación Marxista". Los historiadores de pacotilla deberán tener en cuenta, por tanto, que nosotros los comunistas no somos los únicos que acusamos a Nin de traición; es más, lo que preguntamos es qué organización no le acusó en algún momento de traición. Nosotros seguimos diciendo bien alto lo que todos gritaron siempre: traición y Nin significan lo mismo.
Lo que sucede es que de traición sólo pueden hablar quienes tienen principios, no los pragmáticos, ni los tránsfugas, ni los entristas. Es lógico que se enfaden cuando se les llama traidores porque para ellos la traición es lo normal, la práctica habitual, la esencia misma de su forma de entender la lucha política. Su microclima son las facciones, tendencias, corrientes, escisiones, subdivisiones y demás métodos de pesca submarina. Nin firmó (dos veces) el pacto del Frente Popular y se levantó contra el Frente Popular; Nin fue consejero del gobierno de la República y se levantó contra la República. Los acuerdos y los juramentos están para incumplirlos: así actúan los que carecen de principios.
Nin se levantó contra la República porque ésta era burguesa y reaccionaria, pero unas semanas antes, cuando era consejero de la Generalitat, no debía ser tan burguesa ni tan reaccionaria. ¿Había dejado de ser lo que era? Nin y los suyos, como buenos camaleones, jugaban a todas las barajas.
Que nadie busque aquí ni una pizca de eso que algunos valoran tanto en la lucha política y que se llama coherencia.
Nin en el PSOE
Nin es un caso único en la historia: en 1913 ingresó en el PSOE pero no por ello abandonó las filas del nacionalismo burgués: siguió en su cargo de redactor de "El Poble Català". Con la mano derecha escribía en ese periódico para la burguesía y con la izquierda escribía para los obreros en "La Justicia Social". Lo suyo era eso, escribir, no importa qué ni para quién. Por la mañana era autonomista e incluso federalista; por la tarde era el clásico jacobino centralista del PSOE.
En las filas del PSOE Nin vivió dos acontecimientos históricos de aquel siglo. El primero fue la I Guerra Mundial que, sin género de dudas, puso a prueba el carácter internacionalista del movimiento obrero. Como es bien sabido, la posición de la dirección del PSOE entonces se mostró partidaria del imperialismo aliado anglo-francés y Nin (lo mismo que Maurín) expresamente estuvo de acuerdo con el alineamiento oficial de su Partido. Ambos eran patrioteros; nada que ver con Lenin y los bolcheviques, ni con los internacionalistas.
Nin también vivió en el PSOE la Revolución socialista de 1917. Como también es bien sabido, a causa de ello las Juventudes Socialistas, a las que Nin pertenecía, se separaron para formar el Partido Comunista e incluso había una fuerte corriente tercerista dentro del propio PSOE. No fue ese el camino de Nin, que se pasó entonces... a la CNT.
Por tanto, a pesar de todo lo que digan sus secuaces, Nin era totalmente ajeno al bolchevismo y al internacionalismo. Luego, desde la CNT, Nin tuvo una segunda oportunidad de demostrar su oposición a la Revolución de Octubre cuando en 1919 la CNT se planteó el ingreso en la III Internacional. Nin asistió en Madrid al Congreso de la CNT del Teatro de la Comedia donde, al contrario que la mayoría anarquista, que mostró sus simpatías por la revolución bolchevique, él no sólo no la defendió sino que expresó su acuerdo con Quintanilla, que es quien más se había opuesto a ella.
Con un poco de retraso
Nin llegó tarde a todas las citas, cuando sobre el mantel no había más que desperdicios. Al llegar a Moscú a finales de 1921 tenía el carnet de la CNT en el bolsillo; lo tiró a la papelera; se hizo stalinista, y decimos stalinista porque al poco de llegar él, en 1923, comienzan las intrigas de Trotski, pero Nin tampoco se presentó a tiempo a esa cita. Durante toda la batalla contra los trotskistas, Nin es stalinista. Por tanto:
- miente Bullejos en sus desmemorias cuando dice: Desde los comienzos de la crisis interior del Partido soviético sus simpatías [las de Nin] estaban al lado de Trotski (3).
- miente el historiador Joan Estruch cuando asegura que al ser designado Bullejos como Secretario General del PCE en 1925, Nin (mucho más capacitado que Bullejos) fue excluido del cargo a causa de sus relaciones con la Oposición trotskista (4).
- miente la historiadora Anabel Bonsón Aventín cuando nos asegura que desde 1921 (¡nada más llegar a Moscú!), antes de aprender a hablar el ruso, Nin ya estaba próximo a Trotski (¿eran vecinos?) y, por tanto, ya estaba perseguido por Stalin (le persiguió por Moscú pero no le encontró hasta varios años más tarde).
- miente también Victor Serge en sus desmemorias...
La respuesta es bien simple y lo reconoció con claridad el propio Nin en abril de 1925: estaba contra Trotski (5).
La batalla contra el trotskismo acabó en noviembre de 1927. Cuando la oposición trotskista ya había sido depurada de sus cargos, cuando Trotski ya estaba desterrado en Alma Ata, Nin seguía en la dirección de la Internacional Sindical Roja, participó en su IV Congreso (marzo de 1928) y luego en el VI Congreso de la Internacional Comunista (julio-septiembre de 1928).
Su nueva vuelta de tuerca, como todas las demás, tardó algunos años. Nin se convirtió al trotskismo cuando el trotskismo ya había sido derrotado. En 1930 ya le vemos en los flamantes tinglados internacionales de su jefe Trotski que en España utilizaban las siglas OCE, es decir, Oposición Comunista de España. ¿Por cuánto tiempo? No mucho. Hacia 1932 Nin ya estaba en contra del entrismo en el PCE que preconizaba Trotski. Pero tampoco está con Maurín y su BOC recién formado. Mejor dicho, está y no está; está pero rompe. Está en tierra de nadie o está consigo mismo.
Crea un tinglado llamado Izquierda Comunista para deshacerlo y volver en 1935 al punto de partida: ICE de Nin más BOC de Maurín igual a POUM.
Por eso hay que preguntar: ¿qué era Nin?, también hay que preguntar: ¿quién era Nin?, y también: ¿por qué interesa tanto Nin?, y finalmente ¿a quién le interesa tanto Nin?
Notas:
(1) La Batalla, 17 de setiembre de 1931.
(2) El eco de los pasos, Ruedo Ibérico, Barcelona, 1978, pg.432.
(3) La Comintern en España. Recuerdos de mi vida, México, 1972, pg.60.
(4) Historia del PCE. 1920-1939, El Viejo Topo, Barcelona, 1978, tomo I, pg.50.
(5) «Chacun a sa place!», en La Correspondence International, núm. 48, 6 de mayo de 1925; la carta está traducida en Francesc Bonamusa: El Bloc Obrer i Camperol, Curial, Barcelona, 1974, pgs.353-354.
Empezó en el nacionalismo burgués, luego se pasó al PSOE, luego a la CNT anarquista, luego al PCE stalinista, luego creó la OCE trotskista, luego tampoco estuvo a gusto a las órdenes de Trotski, las desobedeció y su minúscula organización se fusionó con el BOC para crear el POUM.
No hubo más recorrido porque había agotado todas las posibilidades del espectro político catalán. Posiblemente, como buen individualista, Nin sólo se encontraba a gusto consigo mismo, pero viajando de posada en posada, haciendo entrismo en todas y cada una de las habitaciones de aquel hotel de la política.
Su travestismo no fue sólo ideológico sino un estilo de hacer política. Por eso, aunque disimulen, en voz baja Nin no gusta a nadie. Los burgueses utilizan su memoria para combatir al comunismo, que es lo que les interesa, y nada más. Lo único que les une a todos ellos es esa lucha común y ante los comunistas aparecen como si formaran un frente. Por eso vemos a los anarquistas publicar libros trotskistas, tan alejados de sus postulados. Ni unos ni otros tienen principios; no se guían por ese tipo de cosas tan dogmáticas.
Los anarquistas no soportan a Nin porque éste llevó a la CNT a la Internacional Sindical Roja, según ellos violando los acuerdos confederales. Pero a Nin ni siquiera le soportan los propios trotskistas; los del BOC con los que se fusionó siempre desconfiaron de él y cuando Maurín fue detenido no le dieron el cargo de secretario general del POUM: cambiaron el cargo de nombre.
Sus colegas siempre dijeron que Nin había aceptado entrar de consejero en el gobierno de la Generalitat sin consultarles antes, es decir, que hizo con ellos lo mismo que antes había hecho con los anarquistas, es decir, que también entonces actuaba por su cuenta, sin contar más que consigo mismo.
Pocos días después de que el POUM firmara el pacto del Frente Popular, Trotski difundió un comunicado titulado "La traición del Partido Obrero de Unificación Marxista". Los historiadores de pacotilla deberán tener en cuenta, por tanto, que nosotros los comunistas no somos los únicos que acusamos a Nin de traición; es más, lo que preguntamos es qué organización no le acusó en algún momento de traición. Nosotros seguimos diciendo bien alto lo que todos gritaron siempre: traición y Nin significan lo mismo.
Lo que sucede es que de traición sólo pueden hablar quienes tienen principios, no los pragmáticos, ni los tránsfugas, ni los entristas. Es lógico que se enfaden cuando se les llama traidores porque para ellos la traición es lo normal, la práctica habitual, la esencia misma de su forma de entender la lucha política. Su microclima son las facciones, tendencias, corrientes, escisiones, subdivisiones y demás métodos de pesca submarina. Nin firmó (dos veces) el pacto del Frente Popular y se levantó contra el Frente Popular; Nin fue consejero del gobierno de la República y se levantó contra la República. Los acuerdos y los juramentos están para incumplirlos: así actúan los que carecen de principios.
Nin se levantó contra la República porque ésta era burguesa y reaccionaria, pero unas semanas antes, cuando era consejero de la Generalitat, no debía ser tan burguesa ni tan reaccionaria. ¿Había dejado de ser lo que era? Nin y los suyos, como buenos camaleones, jugaban a todas las barajas.
Que nadie busque aquí ni una pizca de eso que algunos valoran tanto en la lucha política y que se llama coherencia.
Nin en el PSOE
Nin es un caso único en la historia: en 1913 ingresó en el PSOE pero no por ello abandonó las filas del nacionalismo burgués: siguió en su cargo de redactor de "El Poble Català". Con la mano derecha escribía en ese periódico para la burguesía y con la izquierda escribía para los obreros en "La Justicia Social". Lo suyo era eso, escribir, no importa qué ni para quién. Por la mañana era autonomista e incluso federalista; por la tarde era el clásico jacobino centralista del PSOE.
En las filas del PSOE Nin vivió dos acontecimientos históricos de aquel siglo. El primero fue la I Guerra Mundial que, sin género de dudas, puso a prueba el carácter internacionalista del movimiento obrero. Como es bien sabido, la posición de la dirección del PSOE entonces se mostró partidaria del imperialismo aliado anglo-francés y Nin (lo mismo que Maurín) expresamente estuvo de acuerdo con el alineamiento oficial de su Partido. Ambos eran patrioteros; nada que ver con Lenin y los bolcheviques, ni con los internacionalistas.
Nin también vivió en el PSOE la Revolución socialista de 1917. Como también es bien sabido, a causa de ello las Juventudes Socialistas, a las que Nin pertenecía, se separaron para formar el Partido Comunista e incluso había una fuerte corriente tercerista dentro del propio PSOE. No fue ese el camino de Nin, que se pasó entonces... a la CNT.
Por tanto, a pesar de todo lo que digan sus secuaces, Nin era totalmente ajeno al bolchevismo y al internacionalismo. Luego, desde la CNT, Nin tuvo una segunda oportunidad de demostrar su oposición a la Revolución de Octubre cuando en 1919 la CNT se planteó el ingreso en la III Internacional. Nin asistió en Madrid al Congreso de la CNT del Teatro de la Comedia donde, al contrario que la mayoría anarquista, que mostró sus simpatías por la revolución bolchevique, él no sólo no la defendió sino que expresó su acuerdo con Quintanilla, que es quien más se había opuesto a ella.
Con un poco de retraso
Nin llegó tarde a todas las citas, cuando sobre el mantel no había más que desperdicios. Al llegar a Moscú a finales de 1921 tenía el carnet de la CNT en el bolsillo; lo tiró a la papelera; se hizo stalinista, y decimos stalinista porque al poco de llegar él, en 1923, comienzan las intrigas de Trotski, pero Nin tampoco se presentó a tiempo a esa cita. Durante toda la batalla contra los trotskistas, Nin es stalinista. Por tanto:
- miente Bullejos en sus desmemorias cuando dice: Desde los comienzos de la crisis interior del Partido soviético sus simpatías [las de Nin] estaban al lado de Trotski (3).
- miente el historiador Joan Estruch cuando asegura que al ser designado Bullejos como Secretario General del PCE en 1925, Nin (mucho más capacitado que Bullejos) fue excluido del cargo a causa de sus relaciones con la Oposición trotskista (4).
- miente la historiadora Anabel Bonsón Aventín cuando nos asegura que desde 1921 (¡nada más llegar a Moscú!), antes de aprender a hablar el ruso, Nin ya estaba próximo a Trotski (¿eran vecinos?) y, por tanto, ya estaba perseguido por Stalin (le persiguió por Moscú pero no le encontró hasta varios años más tarde).
- miente también Victor Serge en sus desmemorias...
La respuesta es bien simple y lo reconoció con claridad el propio Nin en abril de 1925: estaba contra Trotski (5).
La batalla contra el trotskismo acabó en noviembre de 1927. Cuando la oposición trotskista ya había sido depurada de sus cargos, cuando Trotski ya estaba desterrado en Alma Ata, Nin seguía en la dirección de la Internacional Sindical Roja, participó en su IV Congreso (marzo de 1928) y luego en el VI Congreso de la Internacional Comunista (julio-septiembre de 1928).
Su nueva vuelta de tuerca, como todas las demás, tardó algunos años. Nin se convirtió al trotskismo cuando el trotskismo ya había sido derrotado. En 1930 ya le vemos en los flamantes tinglados internacionales de su jefe Trotski que en España utilizaban las siglas OCE, es decir, Oposición Comunista de España. ¿Por cuánto tiempo? No mucho. Hacia 1932 Nin ya estaba en contra del entrismo en el PCE que preconizaba Trotski. Pero tampoco está con Maurín y su BOC recién formado. Mejor dicho, está y no está; está pero rompe. Está en tierra de nadie o está consigo mismo.
Crea un tinglado llamado Izquierda Comunista para deshacerlo y volver en 1935 al punto de partida: ICE de Nin más BOC de Maurín igual a POUM.
Por eso hay que preguntar: ¿qué era Nin?, también hay que preguntar: ¿quién era Nin?, y también: ¿por qué interesa tanto Nin?, y finalmente ¿a quién le interesa tanto Nin?
Notas:
(1) La Batalla, 17 de setiembre de 1931.
(2) El eco de los pasos, Ruedo Ibérico, Barcelona, 1978, pg.432.
(3) La Comintern en España. Recuerdos de mi vida, México, 1972, pg.60.
(4) Historia del PCE. 1920-1939, El Viejo Topo, Barcelona, 1978, tomo I, pg.50.
(5) «Chacun a sa place!», en La Correspondence International, núm. 48, 6 de mayo de 1925; la carta está traducida en Francesc Bonamusa: El Bloc Obrer i Camperol, Curial, Barcelona, 1974, pgs.353-354.