Los resultados globales de las elecciones autonómicas en Asturias y en Andalucía materializan el malestar popular con las políticas reaccionarias de los partidos que a día hoy detentan el “poder”, tanto en las dos regiones como en el Estado (FAC, PP Y PSOE), los cuales han recibido un severo castigo con pérdidas de importantes cantidades de votos y con la abstención, sin duda activa, mientras IU rentabiliza el enfado de un sector reformista votante del PSOE.
Los medios de comunicación de diferentes signos especulan tendenciosamente sobre las posibles combinaciones de las alianzas que serían de su gusto para formar los gobiernos, más complicado en Asturias a la espera del recuento de los votos de los emigrantes, y con menos inconvenientes en Andalucía por la claridad de los resultados.
Las consignas “cambio” y “preservación del Estado del bienestar” han presidido las dos campañas, orquestadas con la proyección de infundir ánimos en el pueblo, persuadiéndole de la obligatoriedad de acudir a las urnas por el bien de la democracia. Un pueblo que se encuentra secuestrado por la propensión inducida a votar lo menos malo. Pero cada vez son más quienes adquieren consciencia de lo que no quieren, aunque aún no saben lo que desean o es bueno para ellos, viéndose abocados a elegir a los menos dañino, o a abstenerse y de este modo patentizar su rechazo a todos.
Sin embargo, los partidos ensimismados en sus objetivos particulares interpretan interesadamente unos resultados que en modo alguno se pueden catalogar como la adhesión de los votantes a determinadas políticas, porque desconocen los programas y además es público y notorio que las clases populares están hartas de promesas incumplidas, de políticos corruptos y de que unos y otros después de acceder al “gobierno” apliquen medidas contra ellas. Lo que ha prevalecido no es más que el miedo al “contrario” en vez de la ilusión por la propuesta de su elegido; también el despecho al engaño de uno y otro, en vez del reconocimiento a la conducta ejemplar del que va a votar.
El pueblo lleva razón: los partidos “triunfadores” en estas elecciones están ofreciendo en la actualidad suficientes muestras de su adscripción al sistema por encima de todo. Lo que se ha debatido en las dos campañas no era el cambio, no era la preservación del Estado del bienestar, pues lo último no existe y lo primero no se puede lograr con sus programas electorales. Lo que se ha discutido es ni más ni menos cómo gestionar y salvar un capitalismo del todo enfermo, corrupto, maloliente y agonizante.
Las diferencias entre los partidos no son esenciales sino de matices; obsérvese dónde gobiernan en la actualidad PSOE, PP, FAC e IU, y léanse sus propuestas electorales ofertadas a asturianos y andaluces. Todos sin excepción, y por tanto incluido IU (que utiliza al inefable Sánchez Gordillo, para atraer el voto de los “revolucionarios” mientras su programa camina por derroteros absolutamente reformistas, es decir, procapitalistas pacte con el PSOE o el PP) pretenden saldar positivamente la crisis dentro del capitalismo, soslayando que es el capitalismo la causa y el sostén de la crisis.
Pretender salir de la grave crisis que adolece el capitalismo desde dentro es una emboscada para atrapar al pueblo por parte de la derecha y una traición con engaño desde la supuesta izquierda. Que es lo mismo un partido que otro nos lo confirma el PP extremeño al sugerir a sus correligionarios andaluces que busquen la alianza con IU, pues “ambos persiguen el cambio”. Igualmente, nos lo proporciona el PP andaluz cuando invita al PSOE a compartir gobierno.
Las elecciones, pues, han puesto de manifiesto una vez más un pueblo asqueado por la política y a la vez desnortado, situado a merced de los políticos depredadores sobornados por la burguesía para mantener incólumes las estructuras económicas, donde ella asienta su verdadero poder económico y político. Y todo ello debido a la ausencia de un Partido revolucionario, firme en los principios, fuerte en militancia y con gran influencia entre los trabajadores, capaz de neutralizar las patrañas de la derecha, de descubrir la socarronería de la falsa izquierda y de conducir a las clases populares hacia la transformación social, única vía que posibilita la superación de la crisis a favor de los trabajadores.
Por tales razones, estas elecciones nos suministran datos que confirman nuestra posición circunstancial ante ellas. El PCOE ha repetido en abundantes ocasiones que en modo alguno está en contra de la participación de los comunistas en unos elecciones al parlamento burgués y lo hará cuando considere que está en condiciones de llevar a cabo lo que Lenin propugnaba, utilizarlas junto con el parlamento como tribuna del pueblo. Sin embargo, observamos sobre la base de los argumentos que proporcionan los resultados obtenidos por fuerzas comunistas extraparlamentarias, que se exagera y vulgariza el sentido leninista de la utilización de las instituciones burguesas.
Dudamos mucho que las enseñanzas de Lenin sean absolutas y se interprete que los comunistas hayan de presentarse a las elecciones bajo cualquier condición. Los hay que así lo entienden y realizan juegos malabares. Comicios tras comicios, concurren presentando candidaturas incluso donde no tienen suficiente militancia, trasvasando militantes de una lugar a otro, presentando a familias enteras donde no han desarrollado ni desarrollan ningún trabajo entre las masas. Creemos que el objetivo que pretenden cubrir es el de espejar una imagen cibernética falsa que puede embaucar a ajenos pero no a los trabajadores de nuestro país, pues los resultados obtenidos suelen ser lamentables para esas candidaturas: ni el pueblo recibe sus consignas, ni el pueblo los conocen, ni pueden sacar nada provechoso. Alcanzar 70 votos en Sevilla capital o 167 votos en Asturias año tras año lo dice todo.
El PCOE ratifica su opinión de que en estos momentos nuestras fuerzas, aún pequeñas, deben centrar su atención en consolidar nuestra política de masas, en desarrollarnos numéricamente y extendernos por más lugares. Luego estaremos en mejores condiciones de presentarnos allá donde tengamos militancia y un trabajo realizado para hacer de las elecciones el fruto del trabajo realizado cotidianamente, y no lo contrario, cuestión que se va cumpliendo ya.
¡ ANTE LA CONSTITUCION DE GOBIERNOS DE DERECHAS Y REFORMISTAS, ORGANIZACIÓN Y LUCHA !
¡ POR EL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO !
PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)
FEDERACIÓN DE JÓVENES COMUNISTAS DE ESPAÑA (FJCE)