Angola: Nuevo aliado "estratégico", una petrodictadura violadora de DDHH
• Angola, nuestro aliado estratégico
por Flavio Luis Buccino
La Argentina ha puesto sus ojos en África. El país elegido: Angola.
A simple vista, parece un escenario ideal para hacer negocios porque se trata de economías complementarias.
Hoy la primera necesidad de la Argentina pasa por el combustible ante la posible crisis energética y Angola necesita de alimentos.
Angola importa casi todos sus alimentos. Incluso un producto básico tan importante como la leche es importado, un negocio de Nestlé con nuestra conocida marca Nido.
Europeos, chinos, americanos, brasileños, rusos, indios y libaneses se apretujan en los puertos repletos de Luanda(además su capital) y Lobito con el fin de acercar sus mercaderías.
Los argentinos ya tenemos desde hace unos 10 años nuestra propia avanzada: por las calles de las ciudades más importantes se puede ver la publicidad de nuestra cerveza Quilmes, una de las más vendidas.
Por lo tanto y hasta allí todo parece normal.
No queda muy claro que sea un buen destino para llevar adelante acciones de “integración política”, tal como plantea nuestro canciller.
En esta línea el miércoles 16 de mayo la Presidente viaja a Luanda para cerrar una serie de acuerdos con la administración angoleña. Casualmente (¿?) ese mismo día parte la selección argentina de basquetbol con la idea de realizar una gira en la que jugará dos partidos (viernes 18 y sábado 19) organizados por la Confederación Argentina de Básquetbol junto a la Secretaría de Deporte de la Nación con sus similares del país africano. Todo un gesto de buena voluntad…
Pero ¿Qué país es Angola?
Angola es un país del África Austral con una extensión de 1.246.700 Km2, donde un 60% del territorio está cubierto por selva, un clima tropical benigno en las zonas bajas, aunque frío en las montañas. Consta de una extensión marítima de 1.600 Km a lo largo del Océano Atlántico lo que sitúa al país en una excelente situación de cara a la comunicación con el exterior.
Con unos casi 19 millones de habitantes, donde el 60% se concentra en las zonas urbanas, la ex colonia portuguesa y tras una guerra civil de 27 años finalizada en el 2002, hoy compite en África con Nigeria por el primer lugar entre los exportadores de crudo.
Los yacimientos de petróleo de Angola son en alta mar (off-shore). No sufren de las acciones de sabotaje de los rebeldes, como es el caso con Nigeria, y por eso las compañías petroleras internacionales han mostrando mucho más interés los últimos años. La producción petrolera ha crecido a un ritmo del 35% en los últimos 10 años y se acerca ya a los 2 millones de barriles diarios.
Angola es desde el 2007 el duodécimo país perteneciente a la OPEP. Multinacionales del petróleo como ExxonMobil, Chevron, Total y BP tienen la mayor participación del segmento y son las que más crudo extraen en suelo angoleño. La ex hispano-argentina Repsol-YPF (hoy sólo YPF) tiene una discreta presencia en este boom, con una participación del 25% en un consorcio de exploración en la provincia de Cabinda, con Devon Energy como socio líder.
Por ahora, no ha perforado pozo alguno. Los dos principales compradores, EE UU y China, se reparten a partes iguales el 80% del crudo angoleño. Es el segundo proveedor de China, país con el que tiene un fuerte intercambio: es común ver a cientos de obreros chinos construyendo caminos, ferrocarriles y estadios de fútbol en todo el país…
El PBI creció un 4% en 2011, lo que equivale a unos US$ 99.000 millones. El aporte de los petrodólares no es menor. La producción de crudo y las actividades derivadas de esa industria contribuyen al 85% de su producto bruto. Un 5% adicional lo aporta la producción de diamantes.
Pero, al enfocarse en el petróleo, el país fue perdiendo casilleros en otros sectores. Hoy importa el 89% de los artículos de primera necesidad porque no desarrolló su producción alimenticia, ni el ámbito rural (un problema extra son los inmensas extensiones de campos minados producto de la guerra civil), a la vez que descuidó la oferta energética.
Las bendiciones que la economía de Angola recibe por el petróleo contrastan con el escaso bienestar social para su población. Un país que en los últimos años ha tenido cifras macroeconómicas deslumbrantes y que pese a ello la población sigue sumida en la pobreza. Mientras la economía ha crecido a un promedio anual del 7% en los últimos 10 años, el 38% de los angoleños siguen siendo pobres y la esperanza de vida, depende de quien la mida, se ubica entre los 45 y 50 años. Solo un 40% de la población tiene acceso directo a agua potable. Sólo 2 de cada 10 angoleños tienen acceso a electricidad. El país figura en el puesto 148 de 187 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, detrás de Bangla Desh y Timor Oriental.
Angola es un país de extremos. Dos tercios de los angoleños viven con menos que 2 dólares por día y más de la mitad tiene que sobrevivir con 1,25 dólares o menos por día. Angola saca muy malas notas en cuanto a la igualdad. Angola tiene por ejemplo un coeficiente de Gini de 58,6 (0 es la igualdad perfecta y 100 la desigualdad absoluta). En el año 2001 era de 51.
La mortalidad infantil (menores de 5 años) es escalofriante y está entre las más altas del mundo: 176 por cada mil nacimientos. También lo es la tasa de natalidad, de 6 niños por mujer. El crecimiento sin bienestar también es responsable de que el 45% de los niños tengan desnutrición crónica, según datos de Unicef. El 8,6% de la población está infectada por VIH/SIDA. La violencia doméstica es un grave problema social.
La violencia y la discriminación contra las mujeres y los niños es común y el tráfico de personas, niños incluidos, es un problema muy grave. Los informes mencionan casos de mujeres y niños que son llevados a Europa y Sudáfrica con fines de explotación laboral o sexual.
Como ocurre en el resto de África, la corrupción sigue siendo el gran obstáculo del desarrollo. Todos los años, Angola aparece en los primeros puestos de la lista que elabora Transparency Internationalsobre la corrupción en el mundo. El organismo califica a los países del 0 al 10. Cuanto mayor es el puntaje, menor es la percepción de corrupción. La nota de Angola es un 2.
Según el Barómetro de la Internacional de la Educación sobre los Derechos Humanos y Sindicales en la Educación, un organismo que representa a organizaciones de docentes y trabajadoras de la educación de todo el planeta (entre las que se encuentra CTERA), “el poder judicial es independiente según la ley, pero los informes indican que está sujeto a la influencia del ejecutivo.
Las fuerzas de seguridad son acusadas de cometer abusos contra los derechos humanos con total impunidad. Se viola el derecho a la intimidad. La libertad de expresión y de prensa está restringida, y hay informes sobre el acoso y la intimidación que sufren los periodistas. La mayoría de los medios de comunicación son del estado y critican muy poco al gobierno”.
El país es gobernado desde hace 36 años por José Eduardo Dos Santos, considerado por algunos como el último “petrodictador”. Es presidente y jefe del partido gobernante, el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de orientación marxista en sus comienzos.
La guerra civil (1975-2002) nunca causó mucho daño en Luanda, lo que hizo que un número más que importante de angoleños se refugiaran en la capital porque era un bastión del partido de gobierno y por ende mejor defendido contra los rebeldes de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angolanita (UNITA).
Después de la muerte de Jonas Savimbi, líder de UNITA y conseguida la paz, muchos angoleños nunca retornaron a las provincias del interior por falta de vivienda, empleo y servicios.
¿Y la educación?
Antes de avanzar en este campo hay que hacer una salvedad: las últimas estadísticas confiables, pero igualmente incompletas, datan del año 2007. La enseñanza primaria gratuita y universal forma parte de las políticas del gobierno de Angola, pero no significa que todas las niñas y niños reciban educación.
Una tercera parte de los niños y las niñas de este país no asisten a clase, según la organización no gubernamental internacional Save the Children. En la misma línea, Unicef señala en su informe del año 2009 que más del 56% de los niños entre 6 y 9 años van a la escuela, pero sólo el 6% de los niños entre 10 y 11 años lo hacen. Se calcula que esa tercera parte representa más de 1 millón y medio de chicos no escolarizados.
La guerra destruyó muchas de las escuelas angoleñas y se interrumpieron las inversiones para formar personal docente. Tras el fin de la guerra, en 2002, la situación comenzó a cambiar lentamente, junto con el auge económico. Sin embargo, los cuantiosos recursos obtenidos por el petróleo no han sido destinados en el nivel necesario para revertir en un menor tiempo la situación.
Y aunque se ha incrementado la inversión en educación la demanda no se ve satisfecha y maestros poco calificados terminan haciéndose cargo de clases de hasta 60 alumnos.
Por otra parte existen constancias de la corrupción en el sector de la educación. Aunque la educación es universal y gratuita, los docentes en ocasiones no cobran o cobran menos de lo debido y se han comprobado muchas veces maestros que exigen o aceptan pagos no oficiales en dinero u obsequios para inscribir y mantener a los niños en sus escuelas.
Ya que la familia angoleña promedio tiene 5 o más hijos, pocas pueden darse el lujo de que todos estudien. Las niñas parecen ser las mayores víctimas de esta situación.
La escuela es más inalcanzable para ellas, quedándose en el hogar para encargarse de las tareas domésticas y cuidar a sus hermanos. Según cifras de 2007 de Unicef apenas el 63% de las niñas saben leer y escribir en este país. Además, la alta proporción de embarazos adolescentes perpetúa el problema, atrapando a muchas jóvenes en una vida de pobreza. Más de la mitad de las adolescentes angoleñas de entre 15 y 19 años tienen por lo menos un hijo, señaló durante el 2010 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Hay 2 millones de personas analfabetas. El 74% son mujeres.
Según un documento del Ministerio de Educación se viene desarrollando desde el 2002, con finalización en el 2012, una reforma integral al sistema educativo con 4 objetivos prioritarios:
La expansión de la red escolar con universalización del preescolar y pasaje de 4 a 6 años de escolaridad primaria obligatoria, el cambio curricular para educación primaria y secundaria, la expansión y modernización de la educación Técnico –Profesional, la integración de niños con necesidades especiales y la construcción y reparación de escuelas
La mejora de la calidad de la Educación con la mejora de la formación inicial de los profesores, la modernización de la inspección escolar, la mejora de la cantidad y calidad de los manuales escolares, la mayor participación de la comunidad, la reducción del analfabetismo y la expansión de programas contra el fracaso escolar
El refuerzo de la eficacia del sistema con la construcción de un sistema de monitoreo y evaluación de los procesos y resultados de la enseñanza-aprendizaje, mejora en sistemas de información, la formación en gestión educativa, entre otras
El logro de la equidad con la garantía de igualdad de oportunidades con una enseñanza primaria de calidad atendiendo particularmente a sectores más desfavorecidos y reducción de las disparidades de género las asimetrías regionales en el acceso a la educación.
Sin embargo, organizaciones como Save the Children que realizan misiones de monitoreo de la situación de la niñez y colaboran con diversos programas de apoyo en materia educativa se muestran cautas frente a los datos que aporta el gobierno, el cumplimiento de los objetivos propuestos y las fases de implementación de estos cambios. “Los indicadores de eficacia son incosistentes. No se han cumplido suficientemente bien las etapas y aunque hubo una sensible mejora en la inversión, el problema es que la calidad de la educación todavía es mala, fundamentalmente por la pésima formación de los maestros”. Así el perfil de Angola…
* Esta nota fue publicada en Blog de Flavio Luis Buccino