RealizaciónEl Comunismo Libertario se basa en organismos existentes ya, merced a los cuales se puede organizar la vida económica en la ciudad y en los pueblos teniendo en cuenta las necesidades peculiares de cada localidad. Son el Sindicato y el Municipio libre.
El Sindicato reúne a los individuos, asociándolos según la clase de trabajo o la diaria convivencia en el mismo. Se reúnen primero los obreros de una fábrica, taller o tajo, constituyendo la célula más pequeña, con autonomía en aquello que le es privativo. Estas células, reunidas con sus semejantes, forman la sección dentro del Sindicato de Ramo o de Industria. Hay un Sindicato de oficios varios para fundir a aquellos que por sí mismos no pueden constituirse numéricamente en Sindicato.
Los Sindicatos de la localidad están federados entre sí, constituyendo la Federación local, que existe por un Comité formado por delegación de los Sindicatos, por un Pleno, constituido por todos los Comités,
por la Asamblea general, que es la que en definitiva posee la máximan soberanía.
El Municipio libre es la Asamblea de los trabajadores de una localidad pequeña, pueblo o aldea con soberanía para entender en todos los asuntos de la localidad. Institución de antiguo abolengo, aunque mediatizada por las instituciones políticas, puede recuperar su antigua soberanía, encargándose de la organización de la vida local.
La economía nacional resulta del concierto entre las diversas localidades que la componen. Cuando aisladamente cada localidad tiene bien administrada y ordenada su economía, el conjunto ha de ser armónico y perfecto el acuerdo nacional. La perfección no se quiere imponer desde arriba, sino que se quiere ver florecer en la base, para que sea resultado espontáneo y no efecto forzado. Si el acuerdo entre los individuos se establece por la relación entre ellos, el acuerdo entre las localidades es efecto de la misma relación. De la circunstancial y periódica de los plenos y de los Congresos, y de la persistente y continuada establecida por las Federaciones de Industria que tienen este especial cometido. Son las
comunicaciones y los transportes, industrias que no pueden circunscribirse a un interés local, sino que es menester sujetar a un plan nacional.
Estudiaremos por separado la organización en la ciudad y la de la economía general.
En el campo
Es en el campo donde la realización del Comunismo Libertario reviste la mayor sencillez, pues se reduce a poner en vigor el Municipio libre.
El Municipio o Comuna libre es la reunión en Asamblea (Concejo) de todos los vecinos de un pueblo o aldea, con soberanía para administrar y ordenar todos los asuntos locales, pero en primer término la producción y la distribución.
Hoy, el Concejo está tutelado, por ser considerado como menor de edad, y sus acuerdos pueden ser revocados por Ayuntamiento, Diputación y Gobierno, tres instituciones parasitarias que viven a su costa.
En el Municipio libre, no sólo una parte del término municipal, como hoy ocurre, sino todo lo enclavado en su jurisdicción será de propiedad común.
Montes, árboles y pastos.
Tierras de labor.
Ganados de trabajo y de carne.
Edificios, las máquinas y los aperos de labranza.
Y los géneros y productos almacenados o acumulados en exceso por los vecinos.
No existirá, por lo tanto, la propiedad particular más que en usufructo de aquello que cada cual necesita, como la vivienda, los vestidos, los muebles, las herramientas de oficio, la parcela de huerta que se deje a cada vecino y el ganado menor o las aves de corral que quiera tener para su consumo y distracción.
Todo lo que exceda de las necesidades podrá ser recogido en cualquier tiempo por el Municipio, previo acuerdo en Asamblea, pues todo lo que acumulamos sin necesitarlo no nos pertenece, ya que lo sustraemos a los demás. La Naturaleza nos da un título de propiedad sobre lo que necesitamos, pero lo que excede a nuestra necesidad no podemos apropiárnoslo sin cometer un despojo, sin usurparlo a la propiedad colectiva.
Todos los vecinos serán iguales:
1º Para producir y cooperar al sostenimiento de la comuna, sin otras diferencias que las de su aptitud (edad, profesión, preparación, etc.).
2º Para intervenir en las decisiones administrativas en las Asambleas, y,
3º Para consumir con arreglo a sus necesidades o según racionamiento inesperado.
Quien se niegue a trabajar para la comunidad (excepto los niños, los enfermos y los ancianos) será privado de los demás derechos: a deliberar y a consumir.
El Municipio libre estará federado con los de otras localidades y con las Federaciones de Industria nacionales. Cada localidad ofrecerá al intercambio sus productos sobrantes para pedir a cambio los que necesite. Contribuirá con prestación personal a las obras de interés general, como ferrocarriles, carreteras, pantanos, saltos de agua, repoblación forestal, etc.
A cambio de esta cooperación al interés regional o nacional los vecinos del Municipio libre podrán beneficiarse de los servicios públicos, como:
Correos, telégrafos, teléfonos, ferrocarriles y transportes.
Luz y energía eléctrica, con sus derivaciones progresivas.
Asilos, hospitales, sanatorios y balnearios.
Enseñanza superior y universitaria.
Artículos y géneros no fabricados en la localidad.
El exceso de brazos será compensado con trabajos y producciones nuevas, a las que se preste la localidad, y distribuyendo la jornada entre todos, reduciendo las horas de trabajo, la duración de la jornada diaria para cada obrero.
Al aldeano no le debe asustar este Municipio libre que de modo muy semejante vivieron sus ascendientes. En todos los pueblos existe trabajo en común, propiedad comunal más o menos extensa, aprovechamientos comunes (leñas o pastos). En las costumbres rurales hay además expedientes y procedimientos para solucionar todas las dificultades que pudieran presentarse y en los que no debe nunca decidir la voluntad de un individuo, aunque sea elegido para ello por los demás, sino el acuerdo de todos.
En la ciudad
En la ciudad, el Municipio libre está representado por la Federación Local, pudiendo existir en las poblaciones grandes organizaciones parecidas de barriada. La Federación Local de Sindicatos de Industria tiene su soberanía máxima en la asamblea general de todos los productores de la localidad.
Su misión es ordenar la vida económica de la localidad, pero especialmente la producción y distribución, en vista de las necesidades de la localidad y en vista también de las demandas de otras localidades.
En el momento de la revolución, los Sindicatos toman posesión colectiva de las fábricas, talleres y obradores; de las viviendas, edificaciones y tierras; de los servicios públicos y de los géneros y primeras materias almacenadas.
La distribución la organizan los sindicatos productores, valiéndose de Cooperativas o de los locales de tiendas y mercados.
Para disfrutar de todos los derechos es menester el carnet de productor, expedido por el Sindicato respectivo, en el que consten, además de los datos precisos para el consumo, como por ejemplo, número de familiares, los días y jornadas que trabaja. Solamente se eximen de este requisito los niños, los ancianos y los enfermos.
El carnet de productor confiere todos los derechos:
1º A consumir con arreglo a racionamiento o a su necesidad, todos los productos distribuidos en la localidad.
2º A poseer en usufructo casa decorosa, muebles indispensables, aves de corral en el extrarradio, o parcela de huerta o jardín si la colectividad así lo acuerda.
3º A usar de los servicios públicos.
4º A tomar parte en las decisiones plebiscitarias de la fábrica o taller o tajo, de la Sección, del Sindicato y de la Federación local.
La Federación local atenderá a bastarse para las necesidades de la localidad y a desarrollar su industria específica, aquella para la que mejor disposición tenga o aquella que más se precise en las necesidades nacionales.
En Asamblea general se distribuirán los brazos entre los diversos Sindicatos y éstos los distribuirán entre sus secciones, así como éstas en las entidades de trabajo, mirando siempre a evitar la desocupación y a aumentar la jornada de producción diaria por el turno de obreros en una industria, o a disminuir en la debida proporción el número de
horas de la jornada por trabajador.
Todas las iniciativas que no sean puramente económicas deben quedar a merced de la iniciativa particular de individuos o grupos.
Cada Sindicato debe tratar de llevar a cabo las iniciativas que redunden en beneficio de todos, especialmente las que van dirigidas a la defensa de la salud del productor y a hacer agradable el trabajo.