LENIN Y EL LENINISMO
texto escrito por: José Sotomayor Pérez
tomado de la web del PCP reconstituido
El 21 de enero de 1924, después de una larga enfermedad, dejó de existir Vladimir Ylich Lenin, suceso doloroso que produjo consternación profunda en la clase obrera y las masas trabajadoras de todo el mundo. En sus funerales, JV Stalin pronunció su célebre “Juramento”, discurso de adiós al genio de la revolución, al jefe de la Revolución de Octubre, al gran pensador revolucionario que desarrolló el marxismo en tal grado y tal altura que hoy en día la doctrina científica de la clase obrera se denomina con justa razón marxismo - leninismo.
I
Los aportes de Lenin al marxismo constituyen el leninismo, doctrina que ha sido definida por JV Stalin como el marxismo de la época del imperialismo y la revolución proletaria. La doctrina de Lenin, como continuación de la doctrina de Marx y Engels, es también la doctrina de las grandes batallas de las masas trabajadoras y de los pueblos oprimidos por el imperialismo, por liberarse de su opresión. Lenin consagró su vida a la causa de la revolución proletaria, la construcción de la sociedad socialista, la organización del proletariado mundial preparándolo para el triunfo de la revolución socialista mundial. Es considerado, por eso, como el gran estratega y jefe, que abrió una nueva época en la historia de la humanidad, con el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Infatigable revolucionario y gran pensador, fustigó implacablemente a todos los enemigos de clase en donde se encontraran, dentro o fuera del partido, en el interior o exterior de su país. Lenin, firme y genial revolucionario de principios, internacionalista consecuente queda como el más grande tribuno de la libertad e independencia de los pueblos. Su doctrina ha resistido a todas las pruebas del tiempo. Los cambios y transformaciones que se han producido en el mundo después de su muerte confirman el carácter científico de su doctrina. El mismo derrumbe del campo socialista, es una confirmación del leninismo que, desde el principio, combatió la traición de la social democracia, denunció la bancarrota de la II Internacional y advirtió a los comunistas de todo el mundo que es imposible derrotar a la burguesía y al imperialismo sin derrotar previamente al revisionismo, porque sin teoría revolucionaria no puede haber un movimiento revolucionario. El revisionismo jruchovista, de inspiración trotskista, después de usurpar el poder del partido y del Estado en la Unión Soviética, restauró el capitalismo y liquidó el Poder Soviético.
II
Lenin desarrolló el marxismo en sus tres fuentes y tres partes integrantes: la economía política, el socialismo científico y la filosofía. Por eso, las ideas y tesis de Lenin constituyen un tesoro de enorme valor para las luchas de la clase obrera y sus partidos revolucionarios en todo el mundo. Sin embargo, en su obra teórica, tiene especial importancia su doctrina sobre el imperialismo, sobre la hegemonía del proletariado en el proceso revolucionario, sobre el Estado y la dictadura del proletariado. En los momentos actuales ante la debacle de los viejos partidos revisionistas, cobra extraordinaria importancia la doctrina de Lenin sobre el Partido de la clase obrera.
Todo este conjunto armónico de teorías, constituyen el leninismo, que algunos renegados pretenden cuestionar con el argumento infantil de que fue Stalin quien inventó el leninismo.
En la actualidad, desde la caída del muro de Berlín y la desaparición del campo socialista, los reaccionarios y sus aliados, han desatado una batalla furiosa contra el leninismo. Pero el desarrollo de las contradicciones del sistema capitalista y la globalización imperialista, confirman rotundamente la verdad científica de todos los aportes de Lenin al marxismo.
Particular importancia, en estos momentos, cobran dos teorías leninistas:
a) La hegemonía del proletariado en el movimiento revolucionario.
b) El Partido proletario de nuevo tipo.
La teoría de la hegemonía del proletariado fue creada por Lenin en lucha abierta contra todas las corrientes reformistas y revisionistas. De acuerdo a esta teoría, en la época del imperialismo, el proletariado debe tener la dirección en todo movimiento auténticamente popular y revolucionario y no marchar de comparsa de la burguesía, como estila el revisionismo. Esa hegemonía debe ser ganada en la práctica poniéndose a la cabeza de las reinvindicaciones de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, forjando una gran alianza de la clase obrera con el campesinado y todas las capas no proletarias.
La cuestión de la hegemonía del proletariado es un problema fundamental del movimiento revolucionario en general y por eso en la actualidad tiene especial importancia. Lenin enseñó que la hegemonía del proletariado, en todo proceso revolucionario, es la piedra de toque para todo partido que represente los intereses de la clase obrera. “Renunciar a la idea de la hegemonía –dice Lenin- es la forma más burda de reformismo”. No es casual que las diversas corrientes revisionistas actuales tengan como denominador común la negación de la misión histórica universal del proletariado y su papel dirigente en la lucha por el socialismo. El revisionismo moderno, desde los tiempos del renegado Jruschov, afirma que la tesis leninista de la hegemonía del proletariado ha envejecido y que la lucha contra el imperialismo y la burguesía internacional puede ser dirigida e impulsada por una diversidad de clases y capas sociales, por todo un conjunto de fuerzas políticas. Estos serían los “nuevos sujetos y actores sociales” capaces de conquistar un “mundo diferente”.
No es difícil descubrir la esencia capituladora y traidora de estas teorías revisionistas, cuyo objetivo es sabotear las luchas de la clase obrera y negar su rol dirigente en el actual movimiento democrático-popular y revolucionario. La teoría de la hegemonía del proletariado y su misión histórico-universal no es un invento, sino una ley objetiva que nace de las mismas condiciones de vida de la clase obrera y de sus intereses fundamentales; nace del hecho objetivo de que es portadora de una nueva y avanzada formación económico-social: la sociedad comunista.
III
El otro problema en torno al cual se libra hoy en día una aguda lucha ideológica, entre marxistas - leninistas y revisionistas contemporáneos, es el que concierne al partido del proletariado, su ideología y organización. Lenin completó en forma armónica su teoría de la hegemonía del proletariado con su doctrina sobre el Partido proletario de nuevo tipo. Con el burdo pretexto de modernizar los partidos comunistas, los renegados los han convertido en partidos burgueses. Esto es lo que ocurrió con todos los partidos que se plegaron incondicionalmente a la línea general del XX Congreso del PCUS, degenerando hasta convertirse en partidos reformistas burgueses, culpables de la quiebra del movimiento comunista internacional y la desaparición del campo socialista.
La cuestión principal que caracteriza al Partido proletario de nuevo tipo es su ideología revolucionaria: el marxismo- leninismo. Esta arma poderosa, le otorga una fuerza revolucionaria incompatible con las clases explotadoras y opresoras de la sociedad, dirigiendo a la clase obrera y a las grandes masas populares a la conquista del Poder.
Los adversarios del marxismo – leninismo, incluidos los revisionistas, no se limitan a negar en una u otra forma el rol de la clase obrera en el proceso revolucionario sino que también pretenden impedir que se organice en un partido que le permita cumplir su misión histórica. Infiltran a sus agentes con la finalidad de socavar la unidad ideológica y orgánica del partido, manteniéndolo en constantes luchas intestinas, con cuyo fin violan groseramente el centralismo democrático y la democracia interna del partido; son contrarios a la disciplina interna y acostumbran ejercer presiones movilizando matones para imponerse en las conferencias y congresos partidarios.
Una de las corrientes más perniciosas es la que se propone diluir a los partidos comunistas en un gran frente, alianza, bloque o coalición en la cual desaparecería el partido del proletariado. El argumento que se utiliza para sustentar este liquidacionismo desvergonzado es que supuestamente la forma y contenido de los partidos comunistas han envejecido. Dicen sus defensores que “las viejas posiciones petrificadas” deberían sustituirse con “nuevas uniones”, en las cuales los comunistas no tendrían su formación orgánica propia.
No es difícil advertir que tales “nuevas uniones”, sin estructura definida, abigarrada, en la que confluirían marxistas y no marxistas, católicos y protestantes, comunistas y no comunistas, no podrían cumplir jamás un papel revolucionario. Por eso la burguesía estimula la formación de estas “uniones”, en sustitución de los partidos comunistas organizados de acuerdo con la doctrina de Lenin sobre el partido proletario. Un ejemplo típico de abandono y negación del leninismo en el problema de la edificación del partido proletario es el Partido Italiano denominado “Partido de la Refundación Comunista”, un verdadero mazacote, sin pies ni cabeza, sin ideología, confluencia abigarrada de lo que denominan “nuevos sujetos sociales”. Este es el tipo de Partido comunista que quiere y necesita la burguesía. Un partido totalmente abierto, legal y debidamente registrado con el fin de controlar toda su actividad y, llegado el momento destruirlo totalmente. Este tipo de partido de la clase obrera es radicalmente opuesto al Partido organizado de acuerdo a la doctrina de Lenin: el Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera, y como instrumento de la dictadura del proletariado y unidad de voluntad incompatible con la existencia de fracciones.
El Partido de nuevo tipo, organizado de acuerdo a la doctrina de Lenin, tomó el poder del estado, derrotó la intervención armada imperialista, construyó el socialismo, derrotó la agresión nazifascista y creó un gigantesco campo socialista. El revisionismo destruyó esta obra grandiosa después de usurpar el poder del estado y del partido en la que fue la gloriosa Unión Soviética.
Es importante anotar que los partidos comunistas no pueden convertirse automáticamente en vanguardia de la clase obrera, si no están armados con la teoría científica del marxismo leninismo.
IV
A la muerte de Lenin todas sus teorías sobre la revolución proletaria, la edificación del socialismo y la organización del Partido de la clase obrera fueron firmes y resueltamente defendidas por J.V. Stalin, en lucha frontal contra todos los enemigos del leninismo. En una situación interna y exterior sumamente complicada, el pueblo soviético, bajo la sabia y firme dirección de Stalin, con gran esfuerzo y sacrificio construyó el socialismo, convirtiendo a la vieja y atrasada Rusia monárquica en una gran potencia socialista. Esta gesta culminó transformando el socialismo, de una teoría científica en una realidad viva por primera vez en la historia. Esta es la razón por la cual la burguesía, los reaccionarios, y los revisionistas de todo el mundo odian y maldicen a Stalin.
Fácil es comprender que los ataques a Stalin son ataques a Lenin y que negar a Stalin es negar a Lenin. Una verdad evidente, que pertenece a la historia es que el socialismo en la Unión Soviética se edificó después de derrotar política e ideológicamente a todos los enemigos del leninismo: trotskistas, bujarinistas y nacionalistas burgueses.
Stalin defendió y desarrollo el leninismo y no puede ser contrapuesto a Lenin, como es costumbre y práctica de los revisionistas de todo pelaje igual que los trotskistas. No hay que olvidar que el mes de junio de 1957, la Dirección del Comité Central del PCUS expulsó a Jruschov después de acusarlo de ser un infiltrado trotskista, como lo prueba su tristemente célebre “Discurso Secreto”.
texto escrito por: José Sotomayor Pérez
tomado de la web del PCP reconstituido
El 21 de enero de 1924, después de una larga enfermedad, dejó de existir Vladimir Ylich Lenin, suceso doloroso que produjo consternación profunda en la clase obrera y las masas trabajadoras de todo el mundo. En sus funerales, JV Stalin pronunció su célebre “Juramento”, discurso de adiós al genio de la revolución, al jefe de la Revolución de Octubre, al gran pensador revolucionario que desarrolló el marxismo en tal grado y tal altura que hoy en día la doctrina científica de la clase obrera se denomina con justa razón marxismo - leninismo.
I
Los aportes de Lenin al marxismo constituyen el leninismo, doctrina que ha sido definida por JV Stalin como el marxismo de la época del imperialismo y la revolución proletaria. La doctrina de Lenin, como continuación de la doctrina de Marx y Engels, es también la doctrina de las grandes batallas de las masas trabajadoras y de los pueblos oprimidos por el imperialismo, por liberarse de su opresión. Lenin consagró su vida a la causa de la revolución proletaria, la construcción de la sociedad socialista, la organización del proletariado mundial preparándolo para el triunfo de la revolución socialista mundial. Es considerado, por eso, como el gran estratega y jefe, que abrió una nueva época en la historia de la humanidad, con el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Infatigable revolucionario y gran pensador, fustigó implacablemente a todos los enemigos de clase en donde se encontraran, dentro o fuera del partido, en el interior o exterior de su país. Lenin, firme y genial revolucionario de principios, internacionalista consecuente queda como el más grande tribuno de la libertad e independencia de los pueblos. Su doctrina ha resistido a todas las pruebas del tiempo. Los cambios y transformaciones que se han producido en el mundo después de su muerte confirman el carácter científico de su doctrina. El mismo derrumbe del campo socialista, es una confirmación del leninismo que, desde el principio, combatió la traición de la social democracia, denunció la bancarrota de la II Internacional y advirtió a los comunistas de todo el mundo que es imposible derrotar a la burguesía y al imperialismo sin derrotar previamente al revisionismo, porque sin teoría revolucionaria no puede haber un movimiento revolucionario. El revisionismo jruchovista, de inspiración trotskista, después de usurpar el poder del partido y del Estado en la Unión Soviética, restauró el capitalismo y liquidó el Poder Soviético.
II
Lenin desarrolló el marxismo en sus tres fuentes y tres partes integrantes: la economía política, el socialismo científico y la filosofía. Por eso, las ideas y tesis de Lenin constituyen un tesoro de enorme valor para las luchas de la clase obrera y sus partidos revolucionarios en todo el mundo. Sin embargo, en su obra teórica, tiene especial importancia su doctrina sobre el imperialismo, sobre la hegemonía del proletariado en el proceso revolucionario, sobre el Estado y la dictadura del proletariado. En los momentos actuales ante la debacle de los viejos partidos revisionistas, cobra extraordinaria importancia la doctrina de Lenin sobre el Partido de la clase obrera.
Todo este conjunto armónico de teorías, constituyen el leninismo, que algunos renegados pretenden cuestionar con el argumento infantil de que fue Stalin quien inventó el leninismo.
En la actualidad, desde la caída del muro de Berlín y la desaparición del campo socialista, los reaccionarios y sus aliados, han desatado una batalla furiosa contra el leninismo. Pero el desarrollo de las contradicciones del sistema capitalista y la globalización imperialista, confirman rotundamente la verdad científica de todos los aportes de Lenin al marxismo.
Particular importancia, en estos momentos, cobran dos teorías leninistas:
a) La hegemonía del proletariado en el movimiento revolucionario.
b) El Partido proletario de nuevo tipo.
La teoría de la hegemonía del proletariado fue creada por Lenin en lucha abierta contra todas las corrientes reformistas y revisionistas. De acuerdo a esta teoría, en la época del imperialismo, el proletariado debe tener la dirección en todo movimiento auténticamente popular y revolucionario y no marchar de comparsa de la burguesía, como estila el revisionismo. Esa hegemonía debe ser ganada en la práctica poniéndose a la cabeza de las reinvindicaciones de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, forjando una gran alianza de la clase obrera con el campesinado y todas las capas no proletarias.
La cuestión de la hegemonía del proletariado es un problema fundamental del movimiento revolucionario en general y por eso en la actualidad tiene especial importancia. Lenin enseñó que la hegemonía del proletariado, en todo proceso revolucionario, es la piedra de toque para todo partido que represente los intereses de la clase obrera. “Renunciar a la idea de la hegemonía –dice Lenin- es la forma más burda de reformismo”. No es casual que las diversas corrientes revisionistas actuales tengan como denominador común la negación de la misión histórica universal del proletariado y su papel dirigente en la lucha por el socialismo. El revisionismo moderno, desde los tiempos del renegado Jruschov, afirma que la tesis leninista de la hegemonía del proletariado ha envejecido y que la lucha contra el imperialismo y la burguesía internacional puede ser dirigida e impulsada por una diversidad de clases y capas sociales, por todo un conjunto de fuerzas políticas. Estos serían los “nuevos sujetos y actores sociales” capaces de conquistar un “mundo diferente”.
No es difícil descubrir la esencia capituladora y traidora de estas teorías revisionistas, cuyo objetivo es sabotear las luchas de la clase obrera y negar su rol dirigente en el actual movimiento democrático-popular y revolucionario. La teoría de la hegemonía del proletariado y su misión histórico-universal no es un invento, sino una ley objetiva que nace de las mismas condiciones de vida de la clase obrera y de sus intereses fundamentales; nace del hecho objetivo de que es portadora de una nueva y avanzada formación económico-social: la sociedad comunista.
III
El otro problema en torno al cual se libra hoy en día una aguda lucha ideológica, entre marxistas - leninistas y revisionistas contemporáneos, es el que concierne al partido del proletariado, su ideología y organización. Lenin completó en forma armónica su teoría de la hegemonía del proletariado con su doctrina sobre el Partido proletario de nuevo tipo. Con el burdo pretexto de modernizar los partidos comunistas, los renegados los han convertido en partidos burgueses. Esto es lo que ocurrió con todos los partidos que se plegaron incondicionalmente a la línea general del XX Congreso del PCUS, degenerando hasta convertirse en partidos reformistas burgueses, culpables de la quiebra del movimiento comunista internacional y la desaparición del campo socialista.
La cuestión principal que caracteriza al Partido proletario de nuevo tipo es su ideología revolucionaria: el marxismo- leninismo. Esta arma poderosa, le otorga una fuerza revolucionaria incompatible con las clases explotadoras y opresoras de la sociedad, dirigiendo a la clase obrera y a las grandes masas populares a la conquista del Poder.
Los adversarios del marxismo – leninismo, incluidos los revisionistas, no se limitan a negar en una u otra forma el rol de la clase obrera en el proceso revolucionario sino que también pretenden impedir que se organice en un partido que le permita cumplir su misión histórica. Infiltran a sus agentes con la finalidad de socavar la unidad ideológica y orgánica del partido, manteniéndolo en constantes luchas intestinas, con cuyo fin violan groseramente el centralismo democrático y la democracia interna del partido; son contrarios a la disciplina interna y acostumbran ejercer presiones movilizando matones para imponerse en las conferencias y congresos partidarios.
Una de las corrientes más perniciosas es la que se propone diluir a los partidos comunistas en un gran frente, alianza, bloque o coalición en la cual desaparecería el partido del proletariado. El argumento que se utiliza para sustentar este liquidacionismo desvergonzado es que supuestamente la forma y contenido de los partidos comunistas han envejecido. Dicen sus defensores que “las viejas posiciones petrificadas” deberían sustituirse con “nuevas uniones”, en las cuales los comunistas no tendrían su formación orgánica propia.
No es difícil advertir que tales “nuevas uniones”, sin estructura definida, abigarrada, en la que confluirían marxistas y no marxistas, católicos y protestantes, comunistas y no comunistas, no podrían cumplir jamás un papel revolucionario. Por eso la burguesía estimula la formación de estas “uniones”, en sustitución de los partidos comunistas organizados de acuerdo con la doctrina de Lenin sobre el partido proletario. Un ejemplo típico de abandono y negación del leninismo en el problema de la edificación del partido proletario es el Partido Italiano denominado “Partido de la Refundación Comunista”, un verdadero mazacote, sin pies ni cabeza, sin ideología, confluencia abigarrada de lo que denominan “nuevos sujetos sociales”. Este es el tipo de Partido comunista que quiere y necesita la burguesía. Un partido totalmente abierto, legal y debidamente registrado con el fin de controlar toda su actividad y, llegado el momento destruirlo totalmente. Este tipo de partido de la clase obrera es radicalmente opuesto al Partido organizado de acuerdo a la doctrina de Lenin: el Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera, y como instrumento de la dictadura del proletariado y unidad de voluntad incompatible con la existencia de fracciones.
El Partido de nuevo tipo, organizado de acuerdo a la doctrina de Lenin, tomó el poder del estado, derrotó la intervención armada imperialista, construyó el socialismo, derrotó la agresión nazifascista y creó un gigantesco campo socialista. El revisionismo destruyó esta obra grandiosa después de usurpar el poder del estado y del partido en la que fue la gloriosa Unión Soviética.
Es importante anotar que los partidos comunistas no pueden convertirse automáticamente en vanguardia de la clase obrera, si no están armados con la teoría científica del marxismo leninismo.
IV
A la muerte de Lenin todas sus teorías sobre la revolución proletaria, la edificación del socialismo y la organización del Partido de la clase obrera fueron firmes y resueltamente defendidas por J.V. Stalin, en lucha frontal contra todos los enemigos del leninismo. En una situación interna y exterior sumamente complicada, el pueblo soviético, bajo la sabia y firme dirección de Stalin, con gran esfuerzo y sacrificio construyó el socialismo, convirtiendo a la vieja y atrasada Rusia monárquica en una gran potencia socialista. Esta gesta culminó transformando el socialismo, de una teoría científica en una realidad viva por primera vez en la historia. Esta es la razón por la cual la burguesía, los reaccionarios, y los revisionistas de todo el mundo odian y maldicen a Stalin.
Fácil es comprender que los ataques a Stalin son ataques a Lenin y que negar a Stalin es negar a Lenin. Una verdad evidente, que pertenece a la historia es que el socialismo en la Unión Soviética se edificó después de derrotar política e ideológicamente a todos los enemigos del leninismo: trotskistas, bujarinistas y nacionalistas burgueses.
Stalin defendió y desarrollo el leninismo y no puede ser contrapuesto a Lenin, como es costumbre y práctica de los revisionistas de todo pelaje igual que los trotskistas. No hay que olvidar que el mes de junio de 1957, la Dirección del Comité Central del PCUS expulsó a Jruschov después de acusarlo de ser un infiltrado trotskista, como lo prueba su tristemente célebre “Discurso Secreto”.