LA CRISIS POLÍTICA, PARTE ORGÁNICA DEL SISTEMA CAPITALISTA
Articulo del periódico «ZËRI I POPULLIT»
Órgano de difusión adjunto al CC del PTA,
Extraído de la revista “Albania hoy” Numero 1 de 1989
Página 57 y siguientes
Articulo del periódico «ZËRI I POPULLIT»
Órgano de difusión adjunto al CC del PTA,
Extraído de la revista “Albania hoy” Numero 1 de 1989
Página 57 y siguientes
El régimen capitalista como sistema económico-social vive la época de crisis general. El proceso de degradación de este régimen contiene aspectos económicos y políticos, ideológicos y militares. En determinados momentos ha prevalecido este o aquel aspecto de la crisis, pero nunca han estado separados, sino en relación recíproca.
En la vida política y social del mundo capitalista y revisionista se observa una mayor tirantez en los últimos años. El camarada Ramiz Alia, al analizar este fenómeno, ha acentuado: “El modo de producción capitalista de producción y distribución, la sed de máximas ganancias y la ideología de la explotación hasta la medula del hombre trabajador, han llevado a la degeneración ulterior de la sociedad burguesa y sus instituciones políticas y sociales, a una mayor degradación de las relaciones humanas… El bandidísimo de tipo mafioso ha penetrado profundamente en el aparato estatal y financiero, en los partidos políticos y todas las instancias que tienen en sus manos los destinos de los países” La intensidad de la crisis política y las diferentes formas de su aparición varían de un país a otro. Esta crisis no se debe identificar únicamente con las crisis gubernamentales como frecuentemente suele simplificarla la propaganda de la burguesía. En su esencia son crisis de toda la superestructura y reflejo de la crisis de la base económica que le sirve de soporte. Es asimismo expresión de la incapacidad de la burguesía y de sus instituciones políticas para dar salida a los problemas, de la imposibilidad de gobernar valiéndose de los métodos tradicionales del parlamentarismo burgués. El cambio de gabinetes gubernamentales mediante dimisiones prematuras es una forma ya conocida de la crisis política. Hay países que después de la Segunda Guerra Mundial han tenido más gobiernos que años han transcurrido.
La rivalidad de grupos y partidos burgueses han roto las reglas tradicionales de la democracia burguesa en el juego político por el poder. Ahora más que nunca se utilizan métodos mafiosos que van desde las falsificaciones y el espionaje electrónico hasta los asesinatos de adversarios políticos para apoderarse de los gobiernos. En muchos países existe una vida política subterránea que controla al aparato estatal legal, las instituciones políticas y económicas por medio de sus resortes invisibles. La mafia política, producto típico de este sistema en decadencia, como una telaraña poderosa ha demostrado estar en condiciones de implantar y derribar gobiernos, de llevar a la cima de la pirámide del poder al político vinculado a ella, y desafiar a cualquiera que no sea de su agrado.
Las elecciones parlamentarias o presidenciales frecuentemente se convierten en arena de disputas y de las más banales ofensas a los rivales, se hurga en los archivos y se inventan historias a veces fantásticas con el fin de desacreditar al adversario. La última campaña presidencial en los EE.UU. enriqueció el fondo de maquinaciones y de trucos electorales de la burguesía norteamericana. Bush, Dukakis y sus mandos electorales llegaron incluso a acusarse mutualmente de incapacidad mental.
Los golpes de estado son una forma extrema de la manifestación de la crisis política. Se trata de un fenómeno ordinario particularmente en los países de Asia, África y América Latina. En los países capitalistas el ejército se concibe al margen de la política, se considera como imparcial en la rivalidad de los partidos burgueses por el poder. Ahora bien, jamás este concepto ha sido un hecho real. Menos ahora cuando el ejército burgués y revisionista interviene activamente en la vida política del país hasta tramar golpes de estado, supuestamente para establecer el orden y reanimar las instituciones políticas, «malogradas por la incapacidad de los políticos profesionales».
El sistema político burgués estremecido ha perdido su capacidad de maniobra, la flexibilidad necesaria para adaptarse a las circunstancias. Está perdiendo la credibilidad de aquellos círculos dominantes y capas de la población que lo han visto como un instrumento intangible, dado una vez por todas para gobernar en las formas tradicionales burguesas. En estas circunstancias se hace sentir la necesidad de reformar el sistema político en los países burgueses y revisionistas, a fin de que sirva mejor a las clases dominantes en la consecución de los fines de su política interior y exterior. No es casual que en numerosos países occidentales y orientales se observen fenómenos comunes tales como la promulgación de nuevas constituciones, la aplicación de nuevas reformas en el sistema electoral y la creación de nuevas estructuras políticas. La revisión del sistema electoral burgués se aprecia como una necesidad indispensable para que las instituciones políticas se adecuen mejor a las condiciones actuales y limiten aún más lo que suele denominarse democracia y parlamentarismo burgueses.
Cualquier cambio en el sistema político, para que obtenga el estatuto legal, debe reflejarse en la Constitución. En los últimos tiempos se han producido amplios debates en algunos países revisionistas acerca de las modificaciones y mejoras a las que se debe someter la superestructura política al objeto de desbrozar el camino a las reformas económicas de tipo capitalista que se profundizan en estos países. La «perestroika» y la «glasnost» en la Unión Soviética son intentos de reformar el sistema soviético de dirección para, bajo la etiqueta de democracia, abrir completamente el camino al liberalismo burgués en economía y reestructurar las instituciones políticas a Lavar del nuevo grupo ele la dirección soviética en el poder.
La crisis política es parte orgánica del sistema capitalista. Las reformas parciales y sucesivas tienden a hacer al aparato burgués más manejable a la hora de afrontar las situaciones y mitigar los estallidos. La crisis política en un mundo gobernado por una minoría tiene sus propios ciclos y leyes de desarrollo, que actúan en el marco general de la crisis total de la sociedad capitalista. Es posible suavizarlos y soslayarlos temporalmente pero jamás podrán Ser eliminados sin antes cambiar la base económica que los alimenta.