Este artículo lo he colgado muchas veces, pero dado el tema del hilo creo que puede aportar algo.
¿SABÍAS QUE la URSS ofreció ayuda militar a Polonia antes de la invasión nazi? (La absurda historia de los pactos Ribbentrop-Molotov)
(Un artículo del blog Antimperialista) Se trata de un hecho reconocido hasta por Henry A Kissinger, "el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo" (según le definió en su día el escritor norteamericano Gore Vidal). En su libro “Diplomacia”, concretamente en el capítulo 13, Kissinger dice que Polonia no quiso aceptar la ayuda militar que la URSS le ofrecía, antes de que se produjera la invasión nazi, por miedo a que se inmiscuyera en su política interior (Kissinger, pag. 361).
Pero a pesar de que fuera Polonia quien rechazara la ayuda soviética y de que la URSS hubiera firmado multitud de pactos públicos (éstos sí, perfectamente documentados) con Francia, Gran Bretaña y Polonia, de ayuda mutua en caso de una invasión extranjera, para Kissinger, al igual que para tantos otros historiadores capitalistas antisoviéticos, la “pasividad” rusa ante la invasión nazi de Polonia es una prueba “irrefutable” de un supuesto pacto secreto nazi-soviético (del que no existen pruebas documentales), para repartirse Polonia. No se considera del mismo modo la pasividad de Gran Bretaña o Francia, ante este mismo hecho o ante la posterior invasión de Bélgica, por no hablar de la pasividad mostrada por los Estados Unidos ante éstos y muchos otros hechos más (invasión de Francia y de la URSS por los nazis).
Lo que Kissinger no menciona (y probablemente omita de forma intencionada) a la hora de lanzar sus acusaciones contra la URSS, es que si no hubiera sido por el combustible que la Standard Oil de Rockefeller le proporcionó a los nazis, o la tecnología aportada por Henry Ford a su maquinaria bélica, la invasión de Polonia no hubiera sido posible. Unos acuerdos comerciales nada secretos, llevados a cabo con el conocimiento y el consentimiento del gobierno estadounidense, y que por otra parte resultaban más útiles para los propósitos nazis que la mencionada pasividad soviética, una pasividad que, como ya he dicho antes, también mostraron Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos, que ni siquiera llegaron a ofrecer a Polonia, la ayuda militar que le ofreció la URSS.
Por otro lado, en aquel momento, no sólo Stalin, sino el mundo entero sabía que el objetivo último de Alemania era la conquista de la URSS, por lo que resulta poco creíble que el Secretario General del PCUS permitiera a Hitler, a través de un pacto (Ribbentrop-Molotov), hacerse con un territorio clave, como Polonia, desde el que se pudiese desarrollar un posterior plan bélico en su contra.
Resulta paradójico también que los historiadores oficiales de las sociedades capitalistas consideren como pasividad la actitud soviética, ante la invasión nazi de Polonia, pero no duden en calificar de invasión soviética, la entrada del Ejército Rojo en Finlandia, previamente pactada con el gobierno finlandés, quien escarmentado por lo que le acababa de ocurrir a Polonia no dudó en aceptar la ayuda de Stalin, quien, con esta maniobra, pretendía bloquear la entrada de los nazis a Rusia, por el país escandinavo. Del mismo modo, es decir, como una invasión, consideran estos cínicos historiadores la intervención del Ejército Rojo en Polonia, cuando ésta ya había sido invadida por los nazis, y cuyo objetivo era detener el avance nazi. Quizás lo que les hubiera gustado a esta canalla intelectual, es que la URSS hubiera estado esperando a los nazis cruzada de brazos y con ramos de olivo extendidos en el suelo, en sus fronteras.
El objetivo de toda esta absurda historia de los pactos secretos nazi-soviéticos (que ha tenido en el genocida Kissinger a uno de sus mayores difusores) es, nuevamente, desprestigiar a la Unión Soviética, acusándola de haber vulnerado la soberanía de los pueblos, del mismo modo que lo hicieron (y lo siguen haciendo) las potencias imperialistas, para oscurecer de esta forma su colosal lucha antifascista de liberación, que durante muchos años ha sido y sigue siendo un ejemplo para los pueblos del mundo. Por otro lado, al acusar falsamente a la URSS de colaboracionismo con los nazis, se pretende ocultar a los verdaderos impulsores del monstruo nazi, es decir, el gran capital estadounidense (Rockefeller, Ford, Harriman, etc...)
La manipulación capitalista no conoce límites y ya va siendo hora de romper nuestros prejuicios y comenzar a desenredar toda la que se ha tejido entorno a la historia de la URSS. Será entonces cuando descubriremos que muchas de nuestras ideas preestablecidas sobre la República Socialista Soviética se apoyaban en falsos mitos construidos por personajes tan siniestros como Henry Kissinger
Bibliografía: “Diplomacia”, Henry A Kissinger, Ediciones B, Barcelona 1996.