Una de las mentiras más extendidas por la propaganda burguesa-revisionista es lo referente a la supuesta "no" preparación ante la guerra inminente de Stalin, del PCUS, de la URSS, y del conjunto de los pueblos soviético; tan es así que la argumentación esa se convirtió entonces -y sigue siéndolo- en un axioma tangencial a toda la historiografía burguesa y pequeñoburguesa pseudosocialista. Basta observar -por ejemplo- el tratamiento que da Mao al respecto para hacerse una idea de lo referido, cuya esencia es una reiteración de las "tesis" jruschovistas.
Sólo decir, que la URSS jamás hubiese vencido a la maquinaria bélica nazifascista -hasta ese momento victoriosa- sin una preparación adecuada ante la inminente guerra, que por otro lado no era más que la agudización de la lucha de clases a nivel internacional ya contemplada por las ciencias marxistas-leninistas.
El documento:
Según Jruschov, Iósif Stalin, como dirigente del PCUS y de la Unión Soviética, no tomó medidas suficientes en la preparación del país para la defensa. En su informe, escribe:
«A pesar de todas las serias indicaciones, las medidas tomadas no fueron suficientes para preparar bien al país en la defensa y para evitar la sorpresa de la invasión». «¿Se tenía el tiempo y la posibilidad para tal preparación? Sí, había tiempo y posibilidades». [53]
Es la mentira-calumnia Nº 4 en el informe Jruschov. Es una mentira que no sólo concierne a Stalin, sino también al PCUS, al gobierno soviético y al pueblo soviético.
Se plantean dos problemas en esta afirmación de Jruschov: uno, sobre la preparación del país para la defensa y, otro, sobre la posibilidad de pagar la sorpresa de la invasión alemana.
En lo que concierne a la primera afirmación, hay que decir lo siguiente: si se relee uno la historia de la URSS, se constata la gran actividad desarrollada durante varios años por el PCUS, el gobierno de la Unión Soviética y el pueblo soviético en la preparación del país para la defensa. Se trata no sólo de la preparación de las Fuerzas Armadas, de la industria militar y de la economía del país. Se trata también de la preparación militar, política y moral de todo el pueblo soviético, de los hombres, de las mujeres, de la juventud comunista y de los pioneros (organización de los más jóvenes - nota del traductor). Esta preparación de todo el pueblo era uno de los factores que, a lo largo de la guerra, actuó a favor del éxito.
A la luz de estos hechos, la calumnia de Jruschov parece una impostura. Hay que añadir, por otro lado, que el tiempo era muy limitado, a pesar del plazo de casi dos años obtenido por el pacto germano-soviético de no agresión, firmado entre Alemania y la Unión Soviética en agosto de 1939.
En las muy difíciles condiciones de construcción del socialismo en la URSS, lo que se promovió en la preparación del país para la defensa entraba en los límites de lo posible.
Para ser más convincente en su afirmación, Jruschov escribe en su informe:
«Recuerdo que en esos días (el principio de la guerra - nota del autor) llamé por teléfono desde Kiev a Malenkov y le dije: la gente ha llegado al ejército y piden armas. Envíennos armas. Y Malenkov me contestó: no podemos mandarles armas... Ármense ustedes solos. Así es como se planteaba la cuestión del armamento». [54]
En primer lugar, esta conversación parece improbable. ¡La guerra ya había empezado y, sólo entonces, Jruschov piensa en pedir armas a Moscú! ¡Como si todos los depósitos de armas de la movilización se encontrasen en Moscú, y después del inicio de la guerra había que enviarlas a Ucrania, a Kazajstán o a Extremo Oriente! Para toda persona un poco instruida está claro que el aprovisionamiento de armas de las unidades movilizadas se hace en sus propios depósitos, según los planes de movilización. Es imposible que en toda Ucrania no hubiese alguna reserva de armas destinada a las unidades movilizadas allí. Puede ser que se produjera una desorganización en la movilización de Kiev, pero la responsabilidad le incumbe al mismo Jruschov, y no a Stalin. Es una situación extraña: al principio de la guerra, Jruschov, que ostentaba entonces el cargo de primer secretario del Partido Comunista de Ucrania y era miembro del Consejo Militar de la región de Kiev, se indigna sobre lo que él mismo no debía haber dejado que ocurriera. Si hubiese llamado por teléfono a Stalin y no a Malenkov, la conversación no se habría desarrollado tan fácilmente en aquella situación.
Veamos algunos de los numerosos testimonios que dieron los más ilustres dirigentes del Ejército Soviético, quienes han asegurado la defensa del país, para demostrar el enorme trabajo que el Comité Central del PCUS, el gobierno soviético y Stalin personalmente habían llevado a cabo en la preparación del país para su defensa. Así, el Mariscal Zhúkov, que era el Jefe del Estado Mayor y primer sustituto de Iósif Stalin durante la Gran Guerra Patria, escribe:
«En términos generales, la enorme potencia económica creada durante dos quinquenios, y sobre todo en los tres últimos años antes de la guerra, creó los fundamentos de la defensa del país». [55]
«La tasa anual de producción aumentaba una media de un 13%, y la industria defensiva un 39%. Numerosas fábricas de construcción mecánica y de otras producciones de gran tamaño fueron reconvertidas para la producción de material de defensa. También fue acometida la construcción de potentes fábricas militares especializadas». [56]
«Debo decir que Stalin desarrollaba personalmente una gran actividad concerniente a las acciones militares, conocía decenas de directores de fábrica, de responsables de organización del Partido, de ingenieros jefes, se entrevistaba a menudo con ellos y vigilaba la ejecución de la planificación establecida». [57]
«Stalin consideraba la artillería como el más importante medio militar, e insistía en su perfeccionamiento. El Comisario del pueblo para el armamento era D. F. Ustinov; el de la industria de municiones antes y durante la guerra era B. L. Vannikov; los constructores de los sistemas de artillería eran los generales I. I. Ivanov y V. G. Grabin. Stalin conocía bien a toda esta gente, se entrevistaba a menudo con ellos y creía en su eficacia». [58]
«El Comité Central del Partido y Stalin dedicaron mucho tiempo y atención a los constructores de aviones. Se puede decir que a Stalin le atraía la aviación». [59]
Y el Jefe del Estado Mayor, el general S. M. Shchemenko escribió:
«¿Habíamos admitido la hipótesis de una agresión por parte de Alemania en 1941, habíamos hecho algo en la práctica para rechazarla? ¡Sí, la habíamos considerado! ¡Sí, nos preparábamos para ello! Poco antes de la guerra, empezamos a traer de forma secreta ejército suplementario hacia las zonas fronterizas. Se transfirieron cinco ejércitos desde el interior del país hacia el frente Oeste... Desde la región militar de Moscú salió hacia Vinitza el grupo operacional que se encargó de la dirección del frente Sur. El Comisariado del pueblo para la flota militar reforzó, por decreto, la información y la protección de la flota, transfirió las bases de una parte de las fuerzas de la flota báltica de Libava y de Tallin a lugares más seguros. Y, en vísperas de la guerra, las flotas del Báltico, del Norte y del Mar Negro fueron puestas en estado de alerta». [60]
Y además:
«¿Cómo podemos olvidar todo esto? ¿Cómo se puede negar el enorme trabajo que el Partido y el gobierno tuvieron, en vísperas de la guerra, en la preparación del país y del ejército para rechazar al enemigo? Que, por falta de tiempo, no hayamos podido resolver totalmente las tareas que nos incumbían, es otra cuestión». [61]
La segunda cuestión que plantea Jruschov es la posibilidad de anticiparse al ataque repentino de 1ª Alemania nazi. Para demostrar esta posibilidad, Jruschov puso como argumento el plan de acción propuesto por el general Kirponós. Jruschov escribe:
«Poco antes del ataque de los ejércitos hitlerianos, el general Kirponós, que era el comandante de la región militar especial de Kiev (más tarde cayó en el frente - nota del autor), escribió a Stalin que los ejércitos alemanes habían alcanzado el río Boug, que preparaban activamente la campaña y que muy pronto pasarían a la ofensiva. A la vista de esta situación, el general Kirponós proponía crear una defensa segura, enviar 300 000 personas a las regiones fronterizas y crear allí algunas zonas potentes y fortificadas: cavar zanjas anticarro, construir escondites para las armas, etc.».
«A estas propuestas, la contestación de Moscú fue que no había que realizar trabajos preparatorios en la Contera, que era una provocación, que no había que dar a los alemanes el pretexto para desencadenar acciones militares contra nosotros».
«Y nuestras fronteras no estaban verdaderamente preparadas para rechazar al enemigo». [62]
En primer lugar, no se puede considerar verdadera la afirmación de Jruschov de que el general Kirponós había, efectivamente, dirigido una carta de este tipo a Stalin. Jruschov no adjunta ninguna copia auténtica de la carta, pero la cita de memoria. No es probable que el General no estuviese puesto al día del plan del Estado Mayor para la defensa del país, y que propusiese el envío de 300 000 soldados para construir zonas fortificadas en la Contera en vísperas de la invasión alemana.
No es probable que el General sobreestimase el papel de las zonas fortificadas admitiendo, como escribe Jruschov, que la guerra se decidiría en una zona fronteriza de cuatro metros de profundidad.
Es increíble que el general Kirponós no conociese la experiencia alemana en la línea Maginot, para contar con las zonas fortificadas.
Estas medidas, aunque hubiesen sido tomadas, no hubieran podido evitar el ataque sorpresa alemán. Sin embargo, su ejecución habría podido servir de pretexto político para justificar la agresión hitleriana. Incluso sin esta «provocación soviética», el embajador alemán en Moscú, Schulenburg, había declarado que «Alemania, sintiéndose amenazada por la concentración de ejércitos soviéticos en su Contera Este, había emprendido contra medidas». [63]
En lo que concierne a la sorpresa de la agresión, ésta se expresó por la ruptura inesperada del pacto de no agresión entre la URSS y Alemania, en el avance de los ejércitos alemanes por todo el frente, sin aviso, anunciando a la URSS que se encontraba en guerra.
Stalin había definido ante Georgi Dimitrov el carácter del desencadenamiento de la guerra, la mañana del 22 de junio de 1941 en el Kremlin: «Se nos ha atacado sin pedir negociaciones, socarronamente, como bandidos». [64]
Y el Mariscal Zhúkov escribe a este propósito:
«La sorpresa no consistía en el cruce súbito de la frontera, no era un ataque sorpresa ordinario. El gran peligro para nosotros era la sorpresa por la potencia de golpe del ejército alemán, la sorpresa para nosotros era su superioridad, entre 6 y 8 veces más importante en las principales direcciones, la sorpresa era en la escala de la concentración de sus ejércitos, la fuerza de su golpe. Es lo que definió nuestras pérdidas más grandes en un primer periodo de guerra. Y no el cruce repentino de la frontera». [65]
Y también:
«Es el carácter mismo del golpe lo que nos sorprendió, su magnitud, que no fue enteramente previsto por nosotros, es decir su escala, con todas las fuerzas presentes, desarrolladas con antelación en todas las direcciones estratégicas. Ni el Comisario del pueblo, ni yo mismo, ni mis predecesores Sháposhnikov, Meretskov, ni los jefes del Estado Mayor habíamos presupuesto que el ejército había concentrado una cantidad tal de regimientos motorizados y de carros blindados, lanzándolos al combate desde el primer día en agrupaciones compactas y potentes, en todas direcciones estratégicas, con el fin de asestar golpes devastadores». [66]
El concepto de ataque del Estado Mayor hitleriano, los principales golpes, los destinos, los medios empleados y los objetivos, se volvían claros después de los primeros días y de las primeras semanas de guerra.
Más tarde, el Mariscal Zhúkov escribe a este propósito:
«¿Era posible para la dirección del comisariado del pueblo para la defensa y para el servicio de información militar asociado, encontrar a tiempo el lugar exacto del cruce de la frontera de la URSS en la invasión del 22 de junio? En las condiciones de entonces, era extremadamente difícil. Por otro lado, como se ha descubierto en los documentos y mapas encontrados a los alemanes después de la guerra, la concentración de fuerzas en la frontera se hizo en el último momento, y los ejércitos de carros blindados que se encontraban lejos, fueron transferidos a esos lugares de la invasión en la noche del 22 de junio».
«Incluso con los datos recibidos, desgraciadamente no se llegaba siempre a las conclusiones correctas para orientar de manera segura al Mando Supremo». [67]
Es así como el Mariscal de la URSS, Zhúkov, trata el problema de la sorpresa en la invasión y la posibilidad de evitarla. Y Jruschov, que no tenía formación militar, ¿cómo habría evitado la sorpresa en la invasión? Esto nunca se ha conocido.
También hay que citar a Berezhkov, que se encontraba en el cuerpo diplomático de la URSS en Berlín, y que reconoce que ni el cuerpo diplomático en Alemania, ni él mismo, estaban seguros de la fecha, aunque desde el mes de abril, Moscú estuvo avisando de un eventual ataque enemigo. Pero ninguna de las fechas anticipadas se vio confirmada. [68]
El doctor en ciencias históricas, Gamakharia, escribe a este propósito:
«Era posible considerar la fecha del 22 de junio anticipada por Sorge como muy justa e indiscutible, dado que diferentes días fueron anticipados como fecha de la invasión: el 14 de mayo, después el 20 de mayo y, por último, entre el 15 de mayo y 15 de junio. Existían también datos de los servicios de información con un contenido muy distinto». [69]
Y Molotov cuenta en sus recuerdos:
«Más tarde, leí los datos del servicio de información. Y qué es lo que no se encontraba allí, cuántos plazos no habían sido planteados. Si nos hubiésemos puesto manos a la obra, la guerra habría empezado mucho antes». [70]
Y pese a la situación compleja y contradictoria, en el momento del avance de los ejércitos hitlerianos, el Mando Supremo tomó la decisión acertada: en la noche del 21 al 22 de junio de 1941, los ejércitos y la técnica militar fueron trasladados y puestos en estado de alerta, fuera de sus acuartelamientos permanentes.
La acusación de Jruschov, que el mando supremo de la URSS, y más particularmente Stalin, no dieron instrucciones a tiempo concernientes a la invasión, es falsa y tendenciosa. Se sabe que: «el general Tiulenov, el Presidente del Consejo municipal de Moscú, Pronin, y el secretario del comité regional del Partido de Stalingrado, Chuianov, dijeron que, justamente, Stalin dio instrucciones en el transcurso del día 21 de junio de prepararse para la invasión del país por Alemania». [71]
Y Milovan Dzhilas, que no se puede contar entre los admiradores de Stalin, dijo que «Jruschov le hizo saber que el 21 de junio Stalin le llamó a Kiev para avisarle de que los alemanes podrían comenzar la guerra contra la URSS el 22 de junio». [72]
Jruschov, 15 años después del comienzo de la guerra, en 1956, no había entendido la idea de Stalin de no cometer una provocación, a fin del poder designar a Hitler como agresor y a la URSS como víctima de la agresión, creando así las condiciones para la construcción de una coalición anti-hitleriana a nivel internacional. Esto, justamente, fue un gran triunfo histórico de la URSS. Permitid también ganar tiempo, a fin de transferir ejércitos soviéticos desde Extremo Oriente hacia el Oeste, tranquilizados por la información de Sorge en cuanto a la neutralidad de Japón.
En lo que concierne a la dirección por Stalin de la Guerra Patria, Jruschov escribe:
«Pero no se trata únicamente del momento del desencadenamiento de la guerra... después del inicio de la guerra, el nerviosismo y el comportamiento histérico de Stalin cuando se metía en operaciones militares, era para nuestro país un serio handicap. (Jruschov denomina «meterse en» a la intervención de Stalin, cuando era el Comandante Supremo - nota del autor). Stalin se metía directamente en la progresión de las operaciones. Hay que indicar que Stalin dirigía las operaciones a partir del globo terráqueo. Sí, camaradas, cogía el globo y mostraba ahí encima las líneas del frente». [73]
En nuestra enumeración de las mentiras de Jruschov, es la mentira-calumnia Nº 5 contra Iósif Stalin. No es sólo una mentira con odio, sino, sobre todo, de muy bajo nivel. Porque, la planificación de las operaciones militares, de lo cual se encargaba Stalin como Comandante Supremo de las fuerzas armadas de la Unión Soviética, es un proceso muy complejo que no puede ser abordado sobre un globo terráqueo, y no consiste en indicar las líneas del frente.
Las decenas de estimaciones de los más grandes dirigentes militares soviéticos, quienes habían trabajado día y noche con Stalin durante los años de la Guerra Patria, denuncian esta vil mentira. Vamos a citar algunas. El Mariscal Zhúkov:
«Debo decir que al nombrar a Stalin como presidente del Comité de Estado para la Defensa, como Comandante Supremo del Estado Mayor, como Comisario del pueblo para la defensa, la planificación nacional y la agricultura, se notó inmediatamente su maestría en la dirección». [74]
«El Comandante Supremo había instaurado una disciplina sin fisuras, según la cual el estado mayor le remitía informes sobre la situación en los frentes dos veces al día, con todos los cambios sucedidos en el intervalo de tiempo transcurrido. El informe incluía una nota explicativa del jefe del estado mayor». [75]
«Stalin exigía informes diarios de la situación en los frentes. Hacía falta estar bien preparado para ir a informar al Comandante Supremo. Presentarse con mapas que contenían manchas blancas, anunciar datos aproximados o exagerados, era inconcebible. No toleraba respuestas evasivas, exigía claridad y exhaustividad. Intuía los puntos débiles en los informes o los documentos, los encontraba inmediatamente y censuraba a los que traían una información poco precisa. Con su prodigiosa memoria, se acordaba de lo que se decía, y reprochaba severamente los olvidos. Es por eso que preparábamos los documentos de estado mayor con toda la precisión de la cual éramos capaces en estos años de guerra». [76]
«Su memoria innata, su experiencia en la dirección política, su intuición, sus amplios conocimientos, ayudaban a Stalin en la dirección de la lucha armada. Tenía el don de encontrar el eslabón principal en la situación estratégica para oponerse al enemigo. No hay ninguna duda, era un comandante valioso. La versión de que el Comandante Supremo estudiaba la situación y tomaba decisiones sobre el globo terráqueo, no corresponde a la verdad». [77]
«Reflexionando sobre el pasado, me permito decir que ninguna dirección político-militar, de no importa qué otro país, podría haber tenido tanta resistencia y aguante, no habría podido encontrar solución alguna a una situación tan extremadamente desfavorable». [78]
El Mariscal Kónev escribe:
«El Comandante Supremo dirigía la operación de Berlín con su perseverancia habitual, seguía atentamente su evolución y coordinaba personalmente las acciones del primer frente de Bielorrusia y del primer frente de Ucrania, aportando su indispensable ayuda.
Sus profundos conocimientos en el campo de la estrategia y de la historia le permitían analizar la situación política exterior, los planes de reagrupamiento del enemigo, la situación económica, las posibilidades de las técnicas y el armamento, el estado moral y político de los ejércitos. Un rasgo característico de Stalin era que tenía en cuenta, en cada situación, todas las particularidades que incidían en la planificación de las operaciones». [79]
El Mariscal de la URSS, Vasilevski, escribe:
«Puedo aportar muchos documentos que atestiguan el papel del Mando Supremo y de su Comandante en la dirección de los frentes, que demuestran que el Comandante Supremo estaba a la altura, como dirigente y organizador de las acciones de nuestros ejércitos». [80]
«Estoy perfectamente de acuerdo con Zhúkov concerniente al desgraciado asunto del globo terráqueo. El globo se encontraba en su habitación de descanso, donde casi nunca entraba nadie. Hacia siempre los mapas de trabajo necesarios de todos los escenarios de la guerra, preparados por el estado mayor». [81]
Y todavía más:
«Mis buenas relaciones con Jruschov continuaron durante los primeros años después de la guerra. Pero se deterioraron bruscamente debido a que no le apoyé en sus declaraciones de que Stalin no entendía las cuestiones estratégicas de las operaciones y que dirigía las acciones de los ejércitos con incompetencia». [82]
En una gran reunión en el Kremlin, después del XX Congreso del PCUS, Jruschov declaró: «Aquí está presente el jefe del estado mayor, Sokolovski. Él confirmará que Stalin no entendía las cuestiones militares. ¿Tengo razón?». «En absoluto, Nikita Serguéievich» -contestó el Mariscal Sokolovski [83] ante todo el auditorio.
Hay que subrayar que los Mariscales de la Unión Soviética escribieron estas líneas después de la muerte de Stalin y después del calumnioso informe de Jruschov al XX Congreso.
No está de más indicar también la estimación del enemigo, concerniente a la dirección por Stalin de la Gran Guerra Patria, y más particularmente, la dirección de la batalla de Moscú, que es poco relatada en la literatura soviética. En la etapa final de la operación alemana «Ciclón» para la toma de Moscú, desencadenada el 15 de noviembre de 1941, pasó lo siguiente: la toma de Moscú estaba prevista con dos ataques potentes desde el noroeste hacia Kalinin, y desde el suroeste hacia Tula. El Mando Supremo soviético desveló esta intención. Con el fin de frustrar la operación, preparó una defensa de Moscú ampliamente escalonada. Del 5 al 12 de noviembre fueron transferidos más de 1000 aviones desde otros frentes, y fueron realizados varios ataques aéreos sobre las tropas alemanas que preparaban la ofensiva sobre Moscú. Paralelamente, se preparaban las reservas estratégicas de la contraofensiva del Ejército soviético.
El científico alemán, Reinhardt, escribe a este propósito:
«En esta fase, el 13 de noviembre, Stalin ordenó al Mariscal Zhúkov asestar golpes con contraataques cortos, con el 16º y 49º ejércitos, así como con la 2ª división de caballería, contra los ejércitos alemanes listos para salir. El Mariscal Zhúkov, fundamentando el hecho de que sus ejércitos estaban listos para la defensa, y que la ofensiva alemana estaba próxima, vistas las pocas fuerzas de que disponían, se opuso a Stalin, quien le contestó que la decisión estaba ya tomaba y que había que ejecutarla». [84]
Y más adelante:
«A consecuencia de los contraataques acometidos por los rusos sobre el flanco derecho del 4º Ejército, el 17 de noviembre, Kluge decide pasar al ataque con el flanco izquierdo de su ejército únicamente, no empezando toda la operación el mismo día sino en dos días, el 18 y el 19 de noviembre. El comandante de la operación se opuso inmediatamente a estas ofensivas parciales, pero ya no pudo intervenir porque las órdenes ya estaban enviadas». [85]
En este texto, los golpes soviéticos son llamados, incorrectamente desde el punto de vista militar, «unos contraataques». Muy breves, y con objetivos limitados, en dos días -del 13 al 15 de noviembre- sorprendieron a los alemanes por lo repentino y por desarrollarse en las direcciones importantes. Provocaron el pánico en sus filas, vulnerando el sistema de dirección, y modificaron el plan de ofensiva simultánea del noroeste y del suroeste hacia Moscú, lo que tuvo un resultado muy negativo sobre la ofensiva general de los ejércitos alemanes.
Reinhardt escribe:
«Estos contraataques tuvieron sobre el ejército alemán, y sobre todo sobre su comandante Kluge y su estado mayor, una influencia psicológica tan grande que no se debe subestimar su papel». [86]
Constatamos aquí uno de los resultados del hecho de que Stalin se «metía en» las operaciones militares durante la Gran Guerra Patria. Se sabe que cuando la operación «Ciclón» fracasó, Hitler destituyó al comandante de la operación Von Bock, así como a otros oficiales superiores.
El Mariscal Zhúkov escribió:
«Cuando se me pregunta cuál es mi recuerdo más intenso de esta guerra, digo siempre: la batalla de Moscú». [87]
Y también, hablando de la batalla de Moscú y del papel conjunto del presidente del Comité de Estado para la defensa, Iósif Stalin, y de su equipo, el Mariscal Zhúkov subraya:
«Iósif V. Stalin estuvo todo el tiempo en Moscú, organizando las fuerzas y los medios para la derrota del enemigo. Hay que reconocerle que, dirigiendo el Comité de Estado para la Defensa y apoyándose sobre el equipo dirigente del Consejo de Ministros, hizo un trabajo inestimable de organización de las reservas estratégicas indispensables y de los medios técnicos materiales. Por su resuelta exigencia, se puede decir que llegaba al imposible». [88]
Sería interesante buscar la explicación de la exitosa dirección de las operaciones militares por Stalin.
Fuera de las cualidades personales de Iósif Stalin y de otros factores, jugó un papel preponderante la combinación del genio militar con el genio político. El bien conocido teórico militar alemán, Karl von Clausewitz*, escribe:
«Lo ideal, es reunir lo militar y lo político en una misma persona. El político militar, que obligatoriamente conoce la política internacional, debe estar al corriente de la situación de su país, Es indispensable que conozca también las posibilidades económicas, las condiciones políticas interiores del país y el estado de ánimo de su pueblo». [89]
[*Karl von Clausewitz -general, filósofo e historiador prusiano (1780-1831) descubre leyes y principios de la acción militar, aplicables a todas las formas de guerra que él compara a un modelo teórico de «guerra absoluta: todas las acciones aisladas deben concurrir hacia la misma meta y ser dirigidas por un mismo pensamiento. En los marxistas, Clausewitz tendrá los ecos más profundos. Marx y Engels admiran «el pragmatismo dinámico» de su pensamiento. Lenin lo estudia a partir de 1915 y profundiza la fórmula: «la política es la continuación de la guerra». Encarga Fruncé la elaboración de una doctrina militar soviética a partir de la teoría de Clausewitz. Stalin aplicará, durante la Guerra Patria, su principio: «una defensa activa en el punto culminante de la ofensiva, es la forma más fuerte del combate para alcanzar al asaltante». (Nota del traductor). Fuente: Enciclopedia Larousse.]
Stalin era el ejemplo mismo del acopio de todas estas cualidades. Durante la Gran Guerra Patria, reunía cinco puestos de muy gran responsabilidad, en los cuales cumplió con honor. La victoria misma de la Gran Guerra Patria lo demuestra. ¡Es un hecho histórico que nadie, con ningún informe, puede negar!
Concerniente a la anulación del Pleno del Comité Central del PCUS del mes de octubre de 1941, con motivo de la grave situación en las puertas de Moscú, Jruschov escribe:
«Este hecho (la anulación del Pleno - nota del autor) muestra hasta qué punto estaba desmoralizado Stalin en los primeros meses de la guerra». [90]
Y aún más:
«Yo no sería exacto si no digo que después de las primeras derrotas importantes, Stalin creía que el fin había llegado. En una conversación en esos días, dijo: Se ha perdido irremediablemente lo que Lenin creó. Después de esto, ya no dirigía prácticamente las operaciones militares, y no volvió a emprender el trabajo». [91]
Es la mentira-calumnia Nº 6 de Jruschov contra Stalin. Jruschov no indica cuándo y ante quién Stalin dijo esto. Sin embargo, existen hechos y documentos que confirman lo contrario.
Ante todo, hay que subrayar que en el momento de la invasión hitleriana, Jruschov se encontraba en Kiev y no podía conocer el comportamiento de Stalin.
Después, hay que subrayar un hecho conocido desde hace poco, anunciado por el profesor Prokovsky: «el 22 de junio de 1991, Molotov se dirigió a los pueblos de la URSS por radio, porque Stalin estaba enfermo, con 40º de fiebre».
Pese a todo, estaba en su puesto en el Kremlin en el momento de la invasión hitleriana.
El comportamiento de Stalin en las primeras horas y en los primeros días de la guerra se puede conocer por otros testimonios.
Georgi Dimitrov escribe en su periódico, el 22 de junio de 1941:
«En el encuentro en el gabinete de Stalin se hallaban: Molotov, Voroshílov, Kaganóvich y Malenkov. Stalin y todos los presentes expresaban una calma, una determinación, una confianza extraordinarias». [92]
Le preguntaron al célebre escritor ruso Iván Stadniuk lo siguiente:
«Usted es el único escritor por ahora que ha estudiado los archivos personales de Stalin y los partes del servicio de información militar. Cuéntenos la verdad sobre la forma en que trabajaba Stalin en los primeros días de la guerra».
Y él contestó:
«Se creó un grupo de dieciocho eruditos historiadores militares, en el cual yo estaba incluido, para hacer el seguimiento del trabajo de Stalin en los primeros días de la guerra. El grupo estudiaba este periodo, hora a hora y minuto a minuto. Ha sido demostrado por documentos y por los testimonios de centenares de personas que rodeaban a Stalin en ese momento, que el Comandante Supremo no mostraba pánico, y que no se encerró en su dacha de Kountzevo». [93]
He aquí una lista parcial de la actividad de Stalin en los primeros diez días de guerra:
«-el 22 de junio de 1941, Buró Político: Stalin prepara el llamamiento al pueblo, leído por Molotov; es adoptado el decreto de movilización, son nombrados los comandantes de los frentes, etc.;
-el 23 de junio de 1941 fue creada la dirección del mando supremo;
-el 24 de junio de 1941 en el gabinete de Stalin se mantuvo una reunión con los responsables de la industria;
-el 25 de junio de 1941 se formó un grupo de ejércitos de reserva, con Budionni a la cabeza;
-el 27 de junio de 1941 se tomó la decisión del Comité Central del Partido Bolchevique para la movilización de los comunistas y de la juventud comunista;
-el 29 de junio de 1941 se adoptó la directriz del gobierno y del Comité Central, anunciada el 3 de julio de 1941 en el histórico discurso de Stalin, y después, visita de los miembros del Buró Político al Comisariado Nacional para la Defensa;
-el 30 de junio de 1941 se creó el Comité de Estado para la Defensa con Iósif Stalin a la cabeza». [94]
Cuando en octubre y en noviembre de 1941 la situación se vuelve extremadamente difícil y peligrosa, Stalin no deja su puesto en Moscú, negándose a ser evacuado: «¡Me quedo en Moscú!» -dijo. Esto dice mucho, no de desmoralización, pero sí de confianza, sangre fría y un sentido muy elevado de sus responsabilidades. Uno se puede imaginar lo que hubiera ocurrido si Stalin hubiese dejado Moscú en estos difíciles días.
Uno de los defensores de Stalingrado, con 76 años, escribió a este respecto:
«Debe quedar claro que si en octubre de 1941 Stalin hubiese dejado Moscú para ir a Kouibichev, la guerra se hubiera acabado una semana más tarde con la victoria de Hitler (...), que sólo gracias a la negativa de Stalin a dejar Moscú, estábamos a salvo de la derrota». [95]
En vez de dejar Moscú, Stalin organizó y realizó el desfile histórico del Ejército Soviético en la Plaza Roja, el 7 de noviembre de 1941, que jugó un papel muy importante a nivel militar y, sobre todo, a nivel político y moral. Referente al desfile del Ejército Soviético en la Plaza Roja, el Teniente General Teleguin, quien fue en la época miembro del Consejo militar ante el Ministerio de Defensa y miembro de la zona de defensa de Moscú, escribe esto:
«Un gran peligro acechaba Moscú: el enorme ejército enemigo, que había transformado en ruinas las capitales de varios países de Europa, llamaba a sus puertas. Y en un momento tan crucial, celebrar una reunión solemne y un desfile militar con ocasión del 24 aniversario del Gran Octubre, fue un acto de valor y de confianza en nuestra victoria final». [96]
Habíamos denunciado más arriba la mentira-calumnia No 6 de Jruschov. Quedan todavía varias mentiras más, calumniando a Stalin, en el informe Jruschov, leído en la «sesión secreta» del XX Congreso del PCUS. Para no aburrir al público no mencionaremos las otras mentiras-calumnias.
El lector se preguntará porqué las mentiras de Jruschov han sido llamadas mentiras-calumnias. Vamos a contestar de la manera siguiente: hay diferentes clases de mentiras. Hay mentiras infantiles que dan color a los juegos de los niños. Nos hacen sonreír o reír. Y hay otras mentiras utilizadas para esconder hechos o negar actos con el propósito de evitar su responsabilidad y su castigo. Estas mentiras provocan la negación y su condena.
Pero las mentiras de Jruschov no son simples inventos. No son sólo falsas afirmaciones. Tienen un cometido determinado: calumniar y ennegrecer la personalidad y la obra de Stalin, como dirigente del Partido Bolchevique y de la Unión Soviética. Pronunciadas ante un gran foro como el Congreso del Partido, por el Secretario General del PCUS, sin dejar expresar otra postura sobre la cuestión, estas mentiras-calumnias se vuelven un fenómeno social peligroso y nocivo. Estas mentiras provocan no sólo la negación, sino también repugnancia.
Notas:
53. «Informe Jruschov», pág.40.
54. Ídem, pág.41.
55. G.K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.202.
56. Ídem, pág.200.
57. Ídem, pág.200.
58. Ídem, pág.208
59. Ídem, pág.211.
60. S. M. Shchemenko, «El estado mayor durante la guerra», Tomo 1, pág.26.
61. Ídem, pág.27.
62. «Informe Jruschov», págs.41-42.
63. Periódico «Edinstvo», nº 16, 1992.
64. Ídem.
65. Periódico «Narodna Armia», del 27 de noviembre de 1987.
66. G. K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.265.
67. Ídem, pág.240.
68. Periódico «Komounistichesko Delo», nº 15, 1995.
69. A. M. Samsonov, «Saber y acordarse», Ediciones de literatura política, pág.110. Moscú, 1989.
70. V. M. Molotov, «Memorias» en periódico «Tribouna», nº 21, 1994.
71. Revista «Sovetskiy Patriota», nº 1, 1990, pág.32.
72. Revista «Smena», nº 1, 1990, pág.147.
73. «Informe Jruschov», págs.44-45.
74. G. K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.295.
75. Ídem, págs.308-309.
76. Ídem, págs.320-321.
77. Ídem, pág.323.
78. Ídem, pág.299.
79. I. S. Kónev, «Notas del comandante del frente», pág.454.
80. A. M. Vasilevski: «Obra para toda una vida», pág.456.
81. Ídem, pág.521
82. Ídem, pág.251
83. V.D. Sokolovski, periódico “Tribuna”, nº 25, 1994.
84. Klaus Reinhardt, «La inversión en Moscú», Ediciones militares, pág.176. Moscú, 1980.
85. Ídem, págs.183-184.
86. Ídem, pág.177
87. G. K. Zhúkov, Revista “Sovetsoe voennoe obozrenie”, nº 11, pág.14, 1981.
88. G. K. Zhúkov, Revista «Recopilación militar e histórica», nº 6, pág.13, 1981.
89. C. Clausewitz, Periódico «Ejército Búlgaro», 4 de enero de 1995.
90. «Informe Jruschov», pág.21.
91. Ídem, págs.43-44.
91: V. M. Joukhrai, «Stalin, verdad y mentira». Ediciones «Svarog», 1996, pág.8.
92. Georgi Dimitrov, extractos de su periódico: en el periódico «Edinstvo», nº 16, 1992
93. I. Stadniuk, revista «Patriote», nº 12, 1982.
94. Periódico «Komounistichesko Delo», nº 1,1995.
95. Periódico «Krasnaya zvezda», 11 de agosto de 1990.
96. K. F. Teleguin, periódico «Literatounaya gazeta», 4 de noviembre de 1981.
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Sólo decir, que la URSS jamás hubiese vencido a la maquinaria bélica nazifascista -hasta ese momento victoriosa- sin una preparación adecuada ante la inminente guerra, que por otro lado no era más que la agudización de la lucha de clases a nivel internacional ya contemplada por las ciencias marxistas-leninistas.
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Por Mijaíl Kilev
Según Jruschov, Iósif Stalin, como dirigente del PCUS y de la Unión Soviética, no tomó medidas suficientes en la preparación del país para la defensa. En su informe, escribe:
«A pesar de todas las serias indicaciones, las medidas tomadas no fueron suficientes para preparar bien al país en la defensa y para evitar la sorpresa de la invasión». «¿Se tenía el tiempo y la posibilidad para tal preparación? Sí, había tiempo y posibilidades». [53]
Es la mentira-calumnia Nº 4 en el informe Jruschov. Es una mentira que no sólo concierne a Stalin, sino también al PCUS, al gobierno soviético y al pueblo soviético.
Se plantean dos problemas en esta afirmación de Jruschov: uno, sobre la preparación del país para la defensa y, otro, sobre la posibilidad de pagar la sorpresa de la invasión alemana.
En lo que concierne a la primera afirmación, hay que decir lo siguiente: si se relee uno la historia de la URSS, se constata la gran actividad desarrollada durante varios años por el PCUS, el gobierno de la Unión Soviética y el pueblo soviético en la preparación del país para la defensa. Se trata no sólo de la preparación de las Fuerzas Armadas, de la industria militar y de la economía del país. Se trata también de la preparación militar, política y moral de todo el pueblo soviético, de los hombres, de las mujeres, de la juventud comunista y de los pioneros (organización de los más jóvenes - nota del traductor). Esta preparación de todo el pueblo era uno de los factores que, a lo largo de la guerra, actuó a favor del éxito.
A la luz de estos hechos, la calumnia de Jruschov parece una impostura. Hay que añadir, por otro lado, que el tiempo era muy limitado, a pesar del plazo de casi dos años obtenido por el pacto germano-soviético de no agresión, firmado entre Alemania y la Unión Soviética en agosto de 1939.
En las muy difíciles condiciones de construcción del socialismo en la URSS, lo que se promovió en la preparación del país para la defensa entraba en los límites de lo posible.
Para ser más convincente en su afirmación, Jruschov escribe en su informe:
«Recuerdo que en esos días (el principio de la guerra - nota del autor) llamé por teléfono desde Kiev a Malenkov y le dije: la gente ha llegado al ejército y piden armas. Envíennos armas. Y Malenkov me contestó: no podemos mandarles armas... Ármense ustedes solos. Así es como se planteaba la cuestión del armamento». [54]
En primer lugar, esta conversación parece improbable. ¡La guerra ya había empezado y, sólo entonces, Jruschov piensa en pedir armas a Moscú! ¡Como si todos los depósitos de armas de la movilización se encontrasen en Moscú, y después del inicio de la guerra había que enviarlas a Ucrania, a Kazajstán o a Extremo Oriente! Para toda persona un poco instruida está claro que el aprovisionamiento de armas de las unidades movilizadas se hace en sus propios depósitos, según los planes de movilización. Es imposible que en toda Ucrania no hubiese alguna reserva de armas destinada a las unidades movilizadas allí. Puede ser que se produjera una desorganización en la movilización de Kiev, pero la responsabilidad le incumbe al mismo Jruschov, y no a Stalin. Es una situación extraña: al principio de la guerra, Jruschov, que ostentaba entonces el cargo de primer secretario del Partido Comunista de Ucrania y era miembro del Consejo Militar de la región de Kiev, se indigna sobre lo que él mismo no debía haber dejado que ocurriera. Si hubiese llamado por teléfono a Stalin y no a Malenkov, la conversación no se habría desarrollado tan fácilmente en aquella situación.
Veamos algunos de los numerosos testimonios que dieron los más ilustres dirigentes del Ejército Soviético, quienes han asegurado la defensa del país, para demostrar el enorme trabajo que el Comité Central del PCUS, el gobierno soviético y Stalin personalmente habían llevado a cabo en la preparación del país para su defensa. Así, el Mariscal Zhúkov, que era el Jefe del Estado Mayor y primer sustituto de Iósif Stalin durante la Gran Guerra Patria, escribe:
«En términos generales, la enorme potencia económica creada durante dos quinquenios, y sobre todo en los tres últimos años antes de la guerra, creó los fundamentos de la defensa del país». [55]
«La tasa anual de producción aumentaba una media de un 13%, y la industria defensiva un 39%. Numerosas fábricas de construcción mecánica y de otras producciones de gran tamaño fueron reconvertidas para la producción de material de defensa. También fue acometida la construcción de potentes fábricas militares especializadas». [56]
«Debo decir que Stalin desarrollaba personalmente una gran actividad concerniente a las acciones militares, conocía decenas de directores de fábrica, de responsables de organización del Partido, de ingenieros jefes, se entrevistaba a menudo con ellos y vigilaba la ejecución de la planificación establecida». [57]
«Stalin consideraba la artillería como el más importante medio militar, e insistía en su perfeccionamiento. El Comisario del pueblo para el armamento era D. F. Ustinov; el de la industria de municiones antes y durante la guerra era B. L. Vannikov; los constructores de los sistemas de artillería eran los generales I. I. Ivanov y V. G. Grabin. Stalin conocía bien a toda esta gente, se entrevistaba a menudo con ellos y creía en su eficacia». [58]
«El Comité Central del Partido y Stalin dedicaron mucho tiempo y atención a los constructores de aviones. Se puede decir que a Stalin le atraía la aviación». [59]
Y el Jefe del Estado Mayor, el general S. M. Shchemenko escribió:
«¿Habíamos admitido la hipótesis de una agresión por parte de Alemania en 1941, habíamos hecho algo en la práctica para rechazarla? ¡Sí, la habíamos considerado! ¡Sí, nos preparábamos para ello! Poco antes de la guerra, empezamos a traer de forma secreta ejército suplementario hacia las zonas fronterizas. Se transfirieron cinco ejércitos desde el interior del país hacia el frente Oeste... Desde la región militar de Moscú salió hacia Vinitza el grupo operacional que se encargó de la dirección del frente Sur. El Comisariado del pueblo para la flota militar reforzó, por decreto, la información y la protección de la flota, transfirió las bases de una parte de las fuerzas de la flota báltica de Libava y de Tallin a lugares más seguros. Y, en vísperas de la guerra, las flotas del Báltico, del Norte y del Mar Negro fueron puestas en estado de alerta». [60]
Y además:
«¿Cómo podemos olvidar todo esto? ¿Cómo se puede negar el enorme trabajo que el Partido y el gobierno tuvieron, en vísperas de la guerra, en la preparación del país y del ejército para rechazar al enemigo? Que, por falta de tiempo, no hayamos podido resolver totalmente las tareas que nos incumbían, es otra cuestión». [61]
La segunda cuestión que plantea Jruschov es la posibilidad de anticiparse al ataque repentino de 1ª Alemania nazi. Para demostrar esta posibilidad, Jruschov puso como argumento el plan de acción propuesto por el general Kirponós. Jruschov escribe:
«Poco antes del ataque de los ejércitos hitlerianos, el general Kirponós, que era el comandante de la región militar especial de Kiev (más tarde cayó en el frente - nota del autor), escribió a Stalin que los ejércitos alemanes habían alcanzado el río Boug, que preparaban activamente la campaña y que muy pronto pasarían a la ofensiva. A la vista de esta situación, el general Kirponós proponía crear una defensa segura, enviar 300 000 personas a las regiones fronterizas y crear allí algunas zonas potentes y fortificadas: cavar zanjas anticarro, construir escondites para las armas, etc.».
«A estas propuestas, la contestación de Moscú fue que no había que realizar trabajos preparatorios en la Contera, que era una provocación, que no había que dar a los alemanes el pretexto para desencadenar acciones militares contra nosotros».
«Y nuestras fronteras no estaban verdaderamente preparadas para rechazar al enemigo». [62]
En primer lugar, no se puede considerar verdadera la afirmación de Jruschov de que el general Kirponós había, efectivamente, dirigido una carta de este tipo a Stalin. Jruschov no adjunta ninguna copia auténtica de la carta, pero la cita de memoria. No es probable que el General no estuviese puesto al día del plan del Estado Mayor para la defensa del país, y que propusiese el envío de 300 000 soldados para construir zonas fortificadas en la Contera en vísperas de la invasión alemana.
No es probable que el General sobreestimase el papel de las zonas fortificadas admitiendo, como escribe Jruschov, que la guerra se decidiría en una zona fronteriza de cuatro metros de profundidad.
Es increíble que el general Kirponós no conociese la experiencia alemana en la línea Maginot, para contar con las zonas fortificadas.
Estas medidas, aunque hubiesen sido tomadas, no hubieran podido evitar el ataque sorpresa alemán. Sin embargo, su ejecución habría podido servir de pretexto político para justificar la agresión hitleriana. Incluso sin esta «provocación soviética», el embajador alemán en Moscú, Schulenburg, había declarado que «Alemania, sintiéndose amenazada por la concentración de ejércitos soviéticos en su Contera Este, había emprendido contra medidas». [63]
En lo que concierne a la sorpresa de la agresión, ésta se expresó por la ruptura inesperada del pacto de no agresión entre la URSS y Alemania, en el avance de los ejércitos alemanes por todo el frente, sin aviso, anunciando a la URSS que se encontraba en guerra.
Stalin había definido ante Georgi Dimitrov el carácter del desencadenamiento de la guerra, la mañana del 22 de junio de 1941 en el Kremlin: «Se nos ha atacado sin pedir negociaciones, socarronamente, como bandidos». [64]
Y el Mariscal Zhúkov escribe a este propósito:
«La sorpresa no consistía en el cruce súbito de la frontera, no era un ataque sorpresa ordinario. El gran peligro para nosotros era la sorpresa por la potencia de golpe del ejército alemán, la sorpresa para nosotros era su superioridad, entre 6 y 8 veces más importante en las principales direcciones, la sorpresa era en la escala de la concentración de sus ejércitos, la fuerza de su golpe. Es lo que definió nuestras pérdidas más grandes en un primer periodo de guerra. Y no el cruce repentino de la frontera». [65]
Y también:
«Es el carácter mismo del golpe lo que nos sorprendió, su magnitud, que no fue enteramente previsto por nosotros, es decir su escala, con todas las fuerzas presentes, desarrolladas con antelación en todas las direcciones estratégicas. Ni el Comisario del pueblo, ni yo mismo, ni mis predecesores Sháposhnikov, Meretskov, ni los jefes del Estado Mayor habíamos presupuesto que el ejército había concentrado una cantidad tal de regimientos motorizados y de carros blindados, lanzándolos al combate desde el primer día en agrupaciones compactas y potentes, en todas direcciones estratégicas, con el fin de asestar golpes devastadores». [66]
El concepto de ataque del Estado Mayor hitleriano, los principales golpes, los destinos, los medios empleados y los objetivos, se volvían claros después de los primeros días y de las primeras semanas de guerra.
Más tarde, el Mariscal Zhúkov escribe a este propósito:
«¿Era posible para la dirección del comisariado del pueblo para la defensa y para el servicio de información militar asociado, encontrar a tiempo el lugar exacto del cruce de la frontera de la URSS en la invasión del 22 de junio? En las condiciones de entonces, era extremadamente difícil. Por otro lado, como se ha descubierto en los documentos y mapas encontrados a los alemanes después de la guerra, la concentración de fuerzas en la frontera se hizo en el último momento, y los ejércitos de carros blindados que se encontraban lejos, fueron transferidos a esos lugares de la invasión en la noche del 22 de junio».
«Incluso con los datos recibidos, desgraciadamente no se llegaba siempre a las conclusiones correctas para orientar de manera segura al Mando Supremo». [67]
Es así como el Mariscal de la URSS, Zhúkov, trata el problema de la sorpresa en la invasión y la posibilidad de evitarla. Y Jruschov, que no tenía formación militar, ¿cómo habría evitado la sorpresa en la invasión? Esto nunca se ha conocido.
También hay que citar a Berezhkov, que se encontraba en el cuerpo diplomático de la URSS en Berlín, y que reconoce que ni el cuerpo diplomático en Alemania, ni él mismo, estaban seguros de la fecha, aunque desde el mes de abril, Moscú estuvo avisando de un eventual ataque enemigo. Pero ninguna de las fechas anticipadas se vio confirmada. [68]
El doctor en ciencias históricas, Gamakharia, escribe a este propósito:
«Era posible considerar la fecha del 22 de junio anticipada por Sorge como muy justa e indiscutible, dado que diferentes días fueron anticipados como fecha de la invasión: el 14 de mayo, después el 20 de mayo y, por último, entre el 15 de mayo y 15 de junio. Existían también datos de los servicios de información con un contenido muy distinto». [69]
Y Molotov cuenta en sus recuerdos:
«Más tarde, leí los datos del servicio de información. Y qué es lo que no se encontraba allí, cuántos plazos no habían sido planteados. Si nos hubiésemos puesto manos a la obra, la guerra habría empezado mucho antes». [70]
Y pese a la situación compleja y contradictoria, en el momento del avance de los ejércitos hitlerianos, el Mando Supremo tomó la decisión acertada: en la noche del 21 al 22 de junio de 1941, los ejércitos y la técnica militar fueron trasladados y puestos en estado de alerta, fuera de sus acuartelamientos permanentes.
La acusación de Jruschov, que el mando supremo de la URSS, y más particularmente Stalin, no dieron instrucciones a tiempo concernientes a la invasión, es falsa y tendenciosa. Se sabe que: «el general Tiulenov, el Presidente del Consejo municipal de Moscú, Pronin, y el secretario del comité regional del Partido de Stalingrado, Chuianov, dijeron que, justamente, Stalin dio instrucciones en el transcurso del día 21 de junio de prepararse para la invasión del país por Alemania». [71]
Y Milovan Dzhilas, que no se puede contar entre los admiradores de Stalin, dijo que «Jruschov le hizo saber que el 21 de junio Stalin le llamó a Kiev para avisarle de que los alemanes podrían comenzar la guerra contra la URSS el 22 de junio». [72]
Jruschov, 15 años después del comienzo de la guerra, en 1956, no había entendido la idea de Stalin de no cometer una provocación, a fin del poder designar a Hitler como agresor y a la URSS como víctima de la agresión, creando así las condiciones para la construcción de una coalición anti-hitleriana a nivel internacional. Esto, justamente, fue un gran triunfo histórico de la URSS. Permitid también ganar tiempo, a fin de transferir ejércitos soviéticos desde Extremo Oriente hacia el Oeste, tranquilizados por la información de Sorge en cuanto a la neutralidad de Japón.
En lo que concierne a la dirección por Stalin de la Guerra Patria, Jruschov escribe:
«Pero no se trata únicamente del momento del desencadenamiento de la guerra... después del inicio de la guerra, el nerviosismo y el comportamiento histérico de Stalin cuando se metía en operaciones militares, era para nuestro país un serio handicap. (Jruschov denomina «meterse en» a la intervención de Stalin, cuando era el Comandante Supremo - nota del autor). Stalin se metía directamente en la progresión de las operaciones. Hay que indicar que Stalin dirigía las operaciones a partir del globo terráqueo. Sí, camaradas, cogía el globo y mostraba ahí encima las líneas del frente». [73]
En nuestra enumeración de las mentiras de Jruschov, es la mentira-calumnia Nº 5 contra Iósif Stalin. No es sólo una mentira con odio, sino, sobre todo, de muy bajo nivel. Porque, la planificación de las operaciones militares, de lo cual se encargaba Stalin como Comandante Supremo de las fuerzas armadas de la Unión Soviética, es un proceso muy complejo que no puede ser abordado sobre un globo terráqueo, y no consiste en indicar las líneas del frente.
Las decenas de estimaciones de los más grandes dirigentes militares soviéticos, quienes habían trabajado día y noche con Stalin durante los años de la Guerra Patria, denuncian esta vil mentira. Vamos a citar algunas. El Mariscal Zhúkov:
«Debo decir que al nombrar a Stalin como presidente del Comité de Estado para la Defensa, como Comandante Supremo del Estado Mayor, como Comisario del pueblo para la defensa, la planificación nacional y la agricultura, se notó inmediatamente su maestría en la dirección». [74]
«El Comandante Supremo había instaurado una disciplina sin fisuras, según la cual el estado mayor le remitía informes sobre la situación en los frentes dos veces al día, con todos los cambios sucedidos en el intervalo de tiempo transcurrido. El informe incluía una nota explicativa del jefe del estado mayor». [75]
«Stalin exigía informes diarios de la situación en los frentes. Hacía falta estar bien preparado para ir a informar al Comandante Supremo. Presentarse con mapas que contenían manchas blancas, anunciar datos aproximados o exagerados, era inconcebible. No toleraba respuestas evasivas, exigía claridad y exhaustividad. Intuía los puntos débiles en los informes o los documentos, los encontraba inmediatamente y censuraba a los que traían una información poco precisa. Con su prodigiosa memoria, se acordaba de lo que se decía, y reprochaba severamente los olvidos. Es por eso que preparábamos los documentos de estado mayor con toda la precisión de la cual éramos capaces en estos años de guerra». [76]
«Su memoria innata, su experiencia en la dirección política, su intuición, sus amplios conocimientos, ayudaban a Stalin en la dirección de la lucha armada. Tenía el don de encontrar el eslabón principal en la situación estratégica para oponerse al enemigo. No hay ninguna duda, era un comandante valioso. La versión de que el Comandante Supremo estudiaba la situación y tomaba decisiones sobre el globo terráqueo, no corresponde a la verdad». [77]
«Reflexionando sobre el pasado, me permito decir que ninguna dirección político-militar, de no importa qué otro país, podría haber tenido tanta resistencia y aguante, no habría podido encontrar solución alguna a una situación tan extremadamente desfavorable». [78]
El Mariscal Kónev escribe:
«El Comandante Supremo dirigía la operación de Berlín con su perseverancia habitual, seguía atentamente su evolución y coordinaba personalmente las acciones del primer frente de Bielorrusia y del primer frente de Ucrania, aportando su indispensable ayuda.
Sus profundos conocimientos en el campo de la estrategia y de la historia le permitían analizar la situación política exterior, los planes de reagrupamiento del enemigo, la situación económica, las posibilidades de las técnicas y el armamento, el estado moral y político de los ejércitos. Un rasgo característico de Stalin era que tenía en cuenta, en cada situación, todas las particularidades que incidían en la planificación de las operaciones». [79]
El Mariscal de la URSS, Vasilevski, escribe:
«Puedo aportar muchos documentos que atestiguan el papel del Mando Supremo y de su Comandante en la dirección de los frentes, que demuestran que el Comandante Supremo estaba a la altura, como dirigente y organizador de las acciones de nuestros ejércitos». [80]
«Estoy perfectamente de acuerdo con Zhúkov concerniente al desgraciado asunto del globo terráqueo. El globo se encontraba en su habitación de descanso, donde casi nunca entraba nadie. Hacia siempre los mapas de trabajo necesarios de todos los escenarios de la guerra, preparados por el estado mayor». [81]
Y todavía más:
«Mis buenas relaciones con Jruschov continuaron durante los primeros años después de la guerra. Pero se deterioraron bruscamente debido a que no le apoyé en sus declaraciones de que Stalin no entendía las cuestiones estratégicas de las operaciones y que dirigía las acciones de los ejércitos con incompetencia». [82]
En una gran reunión en el Kremlin, después del XX Congreso del PCUS, Jruschov declaró: «Aquí está presente el jefe del estado mayor, Sokolovski. Él confirmará que Stalin no entendía las cuestiones militares. ¿Tengo razón?». «En absoluto, Nikita Serguéievich» -contestó el Mariscal Sokolovski [83] ante todo el auditorio.
Hay que subrayar que los Mariscales de la Unión Soviética escribieron estas líneas después de la muerte de Stalin y después del calumnioso informe de Jruschov al XX Congreso.
No está de más indicar también la estimación del enemigo, concerniente a la dirección por Stalin de la Gran Guerra Patria, y más particularmente, la dirección de la batalla de Moscú, que es poco relatada en la literatura soviética. En la etapa final de la operación alemana «Ciclón» para la toma de Moscú, desencadenada el 15 de noviembre de 1941, pasó lo siguiente: la toma de Moscú estaba prevista con dos ataques potentes desde el noroeste hacia Kalinin, y desde el suroeste hacia Tula. El Mando Supremo soviético desveló esta intención. Con el fin de frustrar la operación, preparó una defensa de Moscú ampliamente escalonada. Del 5 al 12 de noviembre fueron transferidos más de 1000 aviones desde otros frentes, y fueron realizados varios ataques aéreos sobre las tropas alemanas que preparaban la ofensiva sobre Moscú. Paralelamente, se preparaban las reservas estratégicas de la contraofensiva del Ejército soviético.
El científico alemán, Reinhardt, escribe a este propósito:
«En esta fase, el 13 de noviembre, Stalin ordenó al Mariscal Zhúkov asestar golpes con contraataques cortos, con el 16º y 49º ejércitos, así como con la 2ª división de caballería, contra los ejércitos alemanes listos para salir. El Mariscal Zhúkov, fundamentando el hecho de que sus ejércitos estaban listos para la defensa, y que la ofensiva alemana estaba próxima, vistas las pocas fuerzas de que disponían, se opuso a Stalin, quien le contestó que la decisión estaba ya tomaba y que había que ejecutarla». [84]
Y más adelante:
«A consecuencia de los contraataques acometidos por los rusos sobre el flanco derecho del 4º Ejército, el 17 de noviembre, Kluge decide pasar al ataque con el flanco izquierdo de su ejército únicamente, no empezando toda la operación el mismo día sino en dos días, el 18 y el 19 de noviembre. El comandante de la operación se opuso inmediatamente a estas ofensivas parciales, pero ya no pudo intervenir porque las órdenes ya estaban enviadas». [85]
En este texto, los golpes soviéticos son llamados, incorrectamente desde el punto de vista militar, «unos contraataques». Muy breves, y con objetivos limitados, en dos días -del 13 al 15 de noviembre- sorprendieron a los alemanes por lo repentino y por desarrollarse en las direcciones importantes. Provocaron el pánico en sus filas, vulnerando el sistema de dirección, y modificaron el plan de ofensiva simultánea del noroeste y del suroeste hacia Moscú, lo que tuvo un resultado muy negativo sobre la ofensiva general de los ejércitos alemanes.
Reinhardt escribe:
«Estos contraataques tuvieron sobre el ejército alemán, y sobre todo sobre su comandante Kluge y su estado mayor, una influencia psicológica tan grande que no se debe subestimar su papel». [86]
Constatamos aquí uno de los resultados del hecho de que Stalin se «metía en» las operaciones militares durante la Gran Guerra Patria. Se sabe que cuando la operación «Ciclón» fracasó, Hitler destituyó al comandante de la operación Von Bock, así como a otros oficiales superiores.
El Mariscal Zhúkov escribió:
«Cuando se me pregunta cuál es mi recuerdo más intenso de esta guerra, digo siempre: la batalla de Moscú». [87]
Y también, hablando de la batalla de Moscú y del papel conjunto del presidente del Comité de Estado para la defensa, Iósif Stalin, y de su equipo, el Mariscal Zhúkov subraya:
«Iósif V. Stalin estuvo todo el tiempo en Moscú, organizando las fuerzas y los medios para la derrota del enemigo. Hay que reconocerle que, dirigiendo el Comité de Estado para la Defensa y apoyándose sobre el equipo dirigente del Consejo de Ministros, hizo un trabajo inestimable de organización de las reservas estratégicas indispensables y de los medios técnicos materiales. Por su resuelta exigencia, se puede decir que llegaba al imposible». [88]
Sería interesante buscar la explicación de la exitosa dirección de las operaciones militares por Stalin.
Fuera de las cualidades personales de Iósif Stalin y de otros factores, jugó un papel preponderante la combinación del genio militar con el genio político. El bien conocido teórico militar alemán, Karl von Clausewitz*, escribe:
«Lo ideal, es reunir lo militar y lo político en una misma persona. El político militar, que obligatoriamente conoce la política internacional, debe estar al corriente de la situación de su país, Es indispensable que conozca también las posibilidades económicas, las condiciones políticas interiores del país y el estado de ánimo de su pueblo». [89]
[*Karl von Clausewitz -general, filósofo e historiador prusiano (1780-1831) descubre leyes y principios de la acción militar, aplicables a todas las formas de guerra que él compara a un modelo teórico de «guerra absoluta: todas las acciones aisladas deben concurrir hacia la misma meta y ser dirigidas por un mismo pensamiento. En los marxistas, Clausewitz tendrá los ecos más profundos. Marx y Engels admiran «el pragmatismo dinámico» de su pensamiento. Lenin lo estudia a partir de 1915 y profundiza la fórmula: «la política es la continuación de la guerra». Encarga Fruncé la elaboración de una doctrina militar soviética a partir de la teoría de Clausewitz. Stalin aplicará, durante la Guerra Patria, su principio: «una defensa activa en el punto culminante de la ofensiva, es la forma más fuerte del combate para alcanzar al asaltante». (Nota del traductor). Fuente: Enciclopedia Larousse.]
Stalin era el ejemplo mismo del acopio de todas estas cualidades. Durante la Gran Guerra Patria, reunía cinco puestos de muy gran responsabilidad, en los cuales cumplió con honor. La victoria misma de la Gran Guerra Patria lo demuestra. ¡Es un hecho histórico que nadie, con ningún informe, puede negar!
Concerniente a la anulación del Pleno del Comité Central del PCUS del mes de octubre de 1941, con motivo de la grave situación en las puertas de Moscú, Jruschov escribe:
«Este hecho (la anulación del Pleno - nota del autor) muestra hasta qué punto estaba desmoralizado Stalin en los primeros meses de la guerra». [90]
Y aún más:
«Yo no sería exacto si no digo que después de las primeras derrotas importantes, Stalin creía que el fin había llegado. En una conversación en esos días, dijo: Se ha perdido irremediablemente lo que Lenin creó. Después de esto, ya no dirigía prácticamente las operaciones militares, y no volvió a emprender el trabajo». [91]
Es la mentira-calumnia Nº 6 de Jruschov contra Stalin. Jruschov no indica cuándo y ante quién Stalin dijo esto. Sin embargo, existen hechos y documentos que confirman lo contrario.
Ante todo, hay que subrayar que en el momento de la invasión hitleriana, Jruschov se encontraba en Kiev y no podía conocer el comportamiento de Stalin.
Después, hay que subrayar un hecho conocido desde hace poco, anunciado por el profesor Prokovsky: «el 22 de junio de 1991, Molotov se dirigió a los pueblos de la URSS por radio, porque Stalin estaba enfermo, con 40º de fiebre».
Pese a todo, estaba en su puesto en el Kremlin en el momento de la invasión hitleriana.
El comportamiento de Stalin en las primeras horas y en los primeros días de la guerra se puede conocer por otros testimonios.
Georgi Dimitrov escribe en su periódico, el 22 de junio de 1941:
«En el encuentro en el gabinete de Stalin se hallaban: Molotov, Voroshílov, Kaganóvich y Malenkov. Stalin y todos los presentes expresaban una calma, una determinación, una confianza extraordinarias». [92]
Le preguntaron al célebre escritor ruso Iván Stadniuk lo siguiente:
«Usted es el único escritor por ahora que ha estudiado los archivos personales de Stalin y los partes del servicio de información militar. Cuéntenos la verdad sobre la forma en que trabajaba Stalin en los primeros días de la guerra».
Y él contestó:
«Se creó un grupo de dieciocho eruditos historiadores militares, en el cual yo estaba incluido, para hacer el seguimiento del trabajo de Stalin en los primeros días de la guerra. El grupo estudiaba este periodo, hora a hora y minuto a minuto. Ha sido demostrado por documentos y por los testimonios de centenares de personas que rodeaban a Stalin en ese momento, que el Comandante Supremo no mostraba pánico, y que no se encerró en su dacha de Kountzevo». [93]
He aquí una lista parcial de la actividad de Stalin en los primeros diez días de guerra:
«-el 22 de junio de 1941, Buró Político: Stalin prepara el llamamiento al pueblo, leído por Molotov; es adoptado el decreto de movilización, son nombrados los comandantes de los frentes, etc.;
-el 23 de junio de 1941 fue creada la dirección del mando supremo;
-el 24 de junio de 1941 en el gabinete de Stalin se mantuvo una reunión con los responsables de la industria;
-el 25 de junio de 1941 se formó un grupo de ejércitos de reserva, con Budionni a la cabeza;
-el 27 de junio de 1941 se tomó la decisión del Comité Central del Partido Bolchevique para la movilización de los comunistas y de la juventud comunista;
-el 29 de junio de 1941 se adoptó la directriz del gobierno y del Comité Central, anunciada el 3 de julio de 1941 en el histórico discurso de Stalin, y después, visita de los miembros del Buró Político al Comisariado Nacional para la Defensa;
-el 30 de junio de 1941 se creó el Comité de Estado para la Defensa con Iósif Stalin a la cabeza». [94]
Cuando en octubre y en noviembre de 1941 la situación se vuelve extremadamente difícil y peligrosa, Stalin no deja su puesto en Moscú, negándose a ser evacuado: «¡Me quedo en Moscú!» -dijo. Esto dice mucho, no de desmoralización, pero sí de confianza, sangre fría y un sentido muy elevado de sus responsabilidades. Uno se puede imaginar lo que hubiera ocurrido si Stalin hubiese dejado Moscú en estos difíciles días.
Uno de los defensores de Stalingrado, con 76 años, escribió a este respecto:
«Debe quedar claro que si en octubre de 1941 Stalin hubiese dejado Moscú para ir a Kouibichev, la guerra se hubiera acabado una semana más tarde con la victoria de Hitler (...), que sólo gracias a la negativa de Stalin a dejar Moscú, estábamos a salvo de la derrota». [95]
En vez de dejar Moscú, Stalin organizó y realizó el desfile histórico del Ejército Soviético en la Plaza Roja, el 7 de noviembre de 1941, que jugó un papel muy importante a nivel militar y, sobre todo, a nivel político y moral. Referente al desfile del Ejército Soviético en la Plaza Roja, el Teniente General Teleguin, quien fue en la época miembro del Consejo militar ante el Ministerio de Defensa y miembro de la zona de defensa de Moscú, escribe esto:
«Un gran peligro acechaba Moscú: el enorme ejército enemigo, que había transformado en ruinas las capitales de varios países de Europa, llamaba a sus puertas. Y en un momento tan crucial, celebrar una reunión solemne y un desfile militar con ocasión del 24 aniversario del Gran Octubre, fue un acto de valor y de confianza en nuestra victoria final». [96]
Habíamos denunciado más arriba la mentira-calumnia No 6 de Jruschov. Quedan todavía varias mentiras más, calumniando a Stalin, en el informe Jruschov, leído en la «sesión secreta» del XX Congreso del PCUS. Para no aburrir al público no mencionaremos las otras mentiras-calumnias.
El lector se preguntará porqué las mentiras de Jruschov han sido llamadas mentiras-calumnias. Vamos a contestar de la manera siguiente: hay diferentes clases de mentiras. Hay mentiras infantiles que dan color a los juegos de los niños. Nos hacen sonreír o reír. Y hay otras mentiras utilizadas para esconder hechos o negar actos con el propósito de evitar su responsabilidad y su castigo. Estas mentiras provocan la negación y su condena.
Pero las mentiras de Jruschov no son simples inventos. No son sólo falsas afirmaciones. Tienen un cometido determinado: calumniar y ennegrecer la personalidad y la obra de Stalin, como dirigente del Partido Bolchevique y de la Unión Soviética. Pronunciadas ante un gran foro como el Congreso del Partido, por el Secretario General del PCUS, sin dejar expresar otra postura sobre la cuestión, estas mentiras-calumnias se vuelven un fenómeno social peligroso y nocivo. Estas mentiras provocan no sólo la negación, sino también repugnancia.
Notas:
53. «Informe Jruschov», pág.40.
54. Ídem, pág.41.
55. G.K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.202.
56. Ídem, pág.200.
57. Ídem, pág.200.
58. Ídem, pág.208
59. Ídem, pág.211.
60. S. M. Shchemenko, «El estado mayor durante la guerra», Tomo 1, pág.26.
61. Ídem, pág.27.
62. «Informe Jruschov», págs.41-42.
63. Periódico «Edinstvo», nº 16, 1992.
64. Ídem.
65. Periódico «Narodna Armia», del 27 de noviembre de 1987.
66. G. K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.265.
67. Ídem, pág.240.
68. Periódico «Komounistichesko Delo», nº 15, 1995.
69. A. M. Samsonov, «Saber y acordarse», Ediciones de literatura política, pág.110. Moscú, 1989.
70. V. M. Molotov, «Memorias» en periódico «Tribouna», nº 21, 1994.
71. Revista «Sovetskiy Patriota», nº 1, 1990, pág.32.
72. Revista «Smena», nº 1, 1990, pág.147.
73. «Informe Jruschov», págs.44-45.
74. G. K. Zhúkov, «Memorias y reflexiones», pág.295.
75. Ídem, págs.308-309.
76. Ídem, págs.320-321.
77. Ídem, pág.323.
78. Ídem, pág.299.
79. I. S. Kónev, «Notas del comandante del frente», pág.454.
80. A. M. Vasilevski: «Obra para toda una vida», pág.456.
81. Ídem, pág.521
82. Ídem, pág.251
83. V.D. Sokolovski, periódico “Tribuna”, nº 25, 1994.
84. Klaus Reinhardt, «La inversión en Moscú», Ediciones militares, pág.176. Moscú, 1980.
85. Ídem, págs.183-184.
86. Ídem, pág.177
87. G. K. Zhúkov, Revista “Sovetsoe voennoe obozrenie”, nº 11, pág.14, 1981.
88. G. K. Zhúkov, Revista «Recopilación militar e histórica», nº 6, pág.13, 1981.
89. C. Clausewitz, Periódico «Ejército Búlgaro», 4 de enero de 1995.
90. «Informe Jruschov», pág.21.
91. Ídem, págs.43-44.
91: V. M. Joukhrai, «Stalin, verdad y mentira». Ediciones «Svarog», 1996, pág.8.
92. Georgi Dimitrov, extractos de su periódico: en el periódico «Edinstvo», nº 16, 1992
93. I. Stadniuk, revista «Patriote», nº 12, 1982.
94. Periódico «Komounistichesko Delo», nº 1,1995.
95. Periódico «Krasnaya zvezda», 11 de agosto de 1990.
96. K. F. Teleguin, periódico «Literatounaya gazeta», 4 de noviembre de 1981.
Jruschov y la Disgregación de la URSS
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