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Desde Red Roja no queremos comenzar esta declaración sin primeramente saludar las victorias políticas que suponen para la izquierda abertzale la legalización de Sortu y la exculpación de los promotores de D3M y Askatasuna. Y ello, en la medida en que estas expresan que la izquierda abertzale sigue recuperando la iniciativa política en su histórico y zigzagueante enfrentamiento con el Estado español. Está claro que el gobierno central no impone la “agenda política” en Hego Euskal Herria como quisiera, lo que le supone un factor añadido de desazón en medio de la particularmente profunda crisis socio-económica que vivimos en nuestro marco estatal. No en vano, Hego Euskal Herria es el único rincón del Estado en que el régimen de Madrid enfrenta un movimiento político donde la conjugación de la lucha por el derecho de autodeterminación y las aspiraciones socialistas tiene un carácter de masas, factor este que es el verdaderamente decisivo en las transformaciones históricas.
Sólo desde la admiración y el respeto por el ejemplo de lucha del pueblo vasco, pero también conscientes de que el actual “proceso político” se da en medio de un sano debate en el seno del mismo abertzalismo; sólo desde el reconocimiento de los propios límites que tenemos las restantes fuerzas con vocación revolucionaria en el Estado español, y la modestia añadida a que ello nos obliga, expresamos también -junto a la celebración por los últimos acontecimientos judiciales- nuestra preocupación frente a todo tipo de ilusionismo y reformismo que puedan alentar las decisiones del régimen. Y, en definitiva, cómo pudieran afectar a la necesaria y urgente tarea de acumular fuerzas con proyección revolucionaria en el conjunto del Estado español.
La legalización de Sortu y la exculpación de los promotores de D3M y Askatasuna es una prueba más de que la represión desatada contra la izquierda abertzale fue una decisión extra-judicial tomada y a la vez ejecutada por el Estado español, antidemocrático y heredero de la dictadura franquista.
Es evidente que ya que la negación y la eliminación directa de la izquierda patriota vasca no dio los resultados esperados, el Estado apuesta -con una legalización de Sortu llena de múltiples condiciones y amenazas, y algunas concesiones a los presos- por un cierre del conflicto que pase por una asimilación de la izquierda abertzale, despojándola de su intensidad combativa. Ciertamente esta apuesta está llena de riesgos para el propio gobierno, pues, al fin y al cabo, esa asimilación política no depende en primera instancia del poder: tratándose del pueblo vasco y del ejemplo que ha dado en las últimas décadas, es lógico que el gobierno no se fíe de las decisiones que se ve obligado a tomar y las ejecute de forma tan timorata y contradictoria
En cualquier caso, la implicación protagónica del pueblo trabajador vasco y de sus organizaciones más clarividentes será fundamental para que esas amenazas no se materialicen. Como escribió Rosa Luxemburg en una cita rescatada ahora por un editorial de Boltxe, “los amantes del ‘realismo’, que subrayan los ‘positivos éxitos’ de la actividad parlamentaria de la socialdemocracia para utilizarlos como argumentos contra la necesidad y la utilidad de la violencia en la lucha obrera, no notan que esos éxitos, por más ínfimos que sean, sólo pueden ser considerados como los productos del efecto invisible y latente de la violencia”.
Aun conscientes de que la utilización de los medios más institucionales de lucha no es equiparable en Hego Euskal Herria y en el resto del Estado español, pues no responden a un mismo grado de lucha extrainstitucional de masas, estamos convencidos de que esta sigue siendo la clave de cualquier estrategia política popular también allí. Y que también allí sobran los motivos para la lucha en la calle y en los puestos de trabajo. A pesar de la legalización de Sortu, el Estado español sigue aplicando de manera sistemática la violencia en las calles de las ciudades y los pueblos vascos, persistiendo la tortura, la presencia de la guardia civil o la represión contra la simple solidaridad con los presos.
Otegi, Díez Usabiaga y otras muchas compañeras y compañeros siguen en prisión en condición de rehenes políticos. Además, la Ley de Partidos continúa vigente. Y estamos obligados a precisar que ésta no sólo afecta a la izquierda abertzale, sino igualmente a movimientos de resistencia comunista como el PCE(r), cuyo secretario general, por ejemplo, lleva más de una década encerrado en las mazmorras de un Estado que no duda en utilizar figuras forzadas de acusación que niegan hasta su propia legislación burguesa. En este sentido, Red Roja no descansará hasta ver derogada la Ley de Partidos y ver liberados todos los presos políticos comunistas, anarquistas, sindicalistas e independentistas que sufren la represión contrarrevolucionaria del Estado español.
Red Roja celebra, pues, toda concesión arrancada al Estado, como en este caso la legalización de Sortu y la exculpación de D3M y Askatasuna, pero está con aquellos y aquellas dentro de la izquierda abertzale que sostienen que la orientación que siga el MLNV dependerá de la implicación y la energía histórica de la clase trabajadora, que encauce el proceso hacia la independencia y el socialismo esquivando todos los espejismos.
26 de junio de 2012