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La campaña de demonización contra Siria (que ni comienza ni termina con Siria) responde al interés múltiple que tienen los imperialistas occidentales por desestabilizar la situación internacional abocándola a un belicismo sin fin. A la clásica “salida de guerra” que nos conduce el capitalismo internacional ante la gravísima crisis que corroe su propio centro, se le suma actualmente la desestabilización permanente (al precio que sea) en que las potencias occidentales, principalmente EEUU, vienen sumiendo todo Oriente Medio a fin de contrarrestar su pérdida de hegemonía ante la erupción de potencias emergentes que no siguen los dictados otanistas: todo un verdadero plan B “en negativo” ante el fracaso de los planes sionistas-yanquis de “reordenación democrática” de los 90 para la región.
En el caso concreto de Siria, el empantanamiento del imperialismo en otros países, así como precisamente el papel de las nuevas potencias emergentes y sus aliados comerciales, ciertamente dificultan una intervención directa y abierta. Tanto Siria como Irán son líneas rojas para estas potencias emergentes, Siria para Rusia (que, dicho sea de paso, abastece de gas y petróleo a Europa) e Irán para China. Sirva como ejemplo que Siria le proporciona a Rusia su única base naval en el extranjero (la de Tartus) y una salida al Mediterráneo que necesita para garantizar sus intereses comerciales.
Pero más allá de consideraciones geoestratégicas, Red Roja -como organización antiimperialista, y tal como hicimos en el caso de Libia- reitera su convicción de que la agresión occidental en Siria también hay que enmarcarla en la pretensión de recuperar el terreno perdido en la confrontación con el Movimiento Anticolonial desarrollado en el siglo XX e impulsado por la existencia de un campo socialista fuerte. En este sentido, destacamos que Siria supone un obstáculo para los imperialismos europeo y estadounidense en la región por su apoyo a la resistencia libanesa y palestina y por su alianza con Irán, además de por su rechazo al Estado colonialista de Israel y a la guerra de Iraq, o por su histórica alianza con Rusia.
La burguesía de aquí, de la metrópoli del imperio, es consciente de que esta convicción subyace en buena parte de la izquierda. De ahí, que para evitar el surgimiento de un potente movimiento antiimperialista como el generado por otras agresiones bélicas, y aplicando el mismo esquema que en Libia, se haya inventado una “revolución siria”. Lo grave es que haya gente que, reclamándose de izquierdas, alimenten la ceremonia de la confusión. Como expresábamos en nuestra declaración “Desinoculándonos la parálisis antiimperialista” (http://www.redroja.net/index.php/comunicados/758-desinoculandonos-la-paralisis-antiimperialista), para parir este invento los imperialistas no han tenido que inventarse todo en la realidad, ni todas las problemáticas político-sociales sirias, ni todas las organizaciones de oposición. Tan “sólo” han tenido que intervenir para forzar artificialmente escenarios de enfrentamiento que den la impresión de “guerra civil” a fin de que la dinámica de las problemáticas del país salgan de su natural resolución en clave interna y los acontecimientos y su (no) resolución sigan la mencionada agenda de desestabilización imperialista. Esta perversidad criminal imperialista ha sido denunciada por fuerzas sirias que han venido incluso manteniendo posiciones críticas con la conducción de la política económico-social, como es el Partido Comunista de Siria. A dicha denuncia sumamos modestamente la nuestra, en línea con lo expresado por Cuba, Venezuela y otros procesos bolivarianos y en línea también con la actuación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que ha movilizado a miles de guerrilleros para enfrentar una posible invasión del gobierno lacayo turco.
Efectivamente, como ya decíamos en la declaración mencionada, “no podemos pasar por alto que, sobre determinadas problemáticas socio-políticas (…), los imperialistas vienen encumbrando direcciones políticas y fortaleciendo movimientos con muchos puntos comunes con la “contra” criminal antisandinista nicaragüense” Un repaso a los protagonistas de la “revolución siria” ayudará a orientar sobre Siria a los revolucionarios. En todo momento, este repaso ha de hacerse teniendo en cuenta que esa apuesta imperialista por la desestabilización en Siria, por definición, no podrá sino granjearle fuertes contradicciones futuras con grupos a los que ahora se apoya; tal como sucedió en Afganistán en los años 80 del siglo pasado y ya comienza a comprobarse en la actual Libia.
Los “rebeldes” sirios están liderados por las fuerzas pro-OTAN del Consejo Nacional Sirio, que, en su declaración fundacional, se autodefine como “dirección principal de la revolución”, insistiendo en que “las organizaciones internacionales deben cumplir con su responsabilidad para proteger al pueblo sirio por todos los medios legítimos”. Su secretario general, Samir Al-Nasher, declaró abiertamente que “la ONU debe determinar cuáles son esos medios, financieros o militares”, para derrocar a Bashar Al-Asad, preguntándose: “¿qué habría pasado en Bengasi si no hubiese actuado la OTAN?”.
La principal fuerza del CNS son los Hermanos Musulmanes. Su principal dirigente, Ahmad Al-Riyadh Shaqfa, es un firme partidario de una zona de exclusión aérea “similar a lo que la OTAN hizo en Libia”. El régimen golpista libio establecido por la OTAN y encabezado por el Consejo Nacional de Transición ha sido el primero en reconocer de forma oficial al CNS como “representante legítimo” del pueblo sirio, al tiempo que ha cerrado la embajada siria en Trípoli.
También se mira en el espejo de Libia el Ejército Libre Sirio, creado en Turquía, país miembro de la OTAN y que recibe su apoyo logístico. Apuesta igualmente por la intervención extranjera y la zona de exclusión aérea al tiempo que reclama “armar al movimiento de protesta, como se hizo en Libia”. Como reconoce la propia prensa occidental, el ELS recibe ayuda, armas e integrantes, no sólo de los servicios secretos occidentales, sino también del nuevo régimen libio. Sin el menor tapujo, las Fuerzas Especiales Británicas explican en su página web que entrenan a los “rebeldes” sirios en zonas de Turquía, así como en Libia y el norte de Líbano.
Los informes sobre la asistencia militar libia son incontestables. Incluso la cadena Al-Jazeera, que jugó un papel clave en la campaña de demonización contra Gadafi y sus supuestos crímenes de guerra (al tiempo que ocultaba la represión en Bahrein por parte de Arabia Saudí), se hizo eco de una reunión entre el CNT libio y el CNS el 17 de octubre de 2011, reunión en la que se acordó “toda clase de asistencia, incluyendo la militar” entre ambas organizaciones.
La otra gran facción de los “rebeldes” está constituida por los fundamentalistas y salafistas libios que, con su metodología de acciones indiscriminadas contra sectores de la población civil que consideran enemigos, les vienen al dedillo actualmente a las potencias occidentales en su estrategia de forzar enfrentamientos civiles a fin de que al propio gobierno sirio se le vaya de las manos el control de la situación.
Con todo, la realidad Siria no se corresponde con la que sugieren los medios de comunicación de la burguesía: silencian que cada semana se producen multitudinarias movilizaciones a favor del presidente Bashar Al-Assad, quien ha sido legitimado por una amplia coalición politico-social para liderar la resistencia a la intervención imperialista y ante el destrozo en curso del país. Esa misma coalición, es la que estuvo detrás del nuevo proyecto de Constitución aprobado en referéndum.
Sin embargo, el imperialismo francés ya ha declarado, al igual que EE UU, su apoyo a los “rebeldes” sirios, además de solicitar la “zona de exclusión aérea” (táctica que, como demuestra la experiencia libia, sólo puede desembocar en una invasión de la OTAN) y de anunciar que apoyará materialmente a estos supuestos “rebeldes”. Debe destacarse que Hollande se ha declarado firme partidario de la intervención militar en Siria, en perfecta coherencia con el apoyo al imperialismo propio de la socialdemocracia a lo largo de toda su historia, pero en oposición a la ingenua esperanza que una cierta izquierda depositó en él tras su victoria electoral.
EE UU, Francia, Israel, las fuerzas iraquíes proamericanas, Jordania, Turquía, los salafistas libios, las fuerzas especiales de la OTAN… Estos son los que dan fuerza a la “revolución siria” y no, como dicen algunos para justificarse, los que intervienen para desviar una revolución siria ya existente de antemano.
En consecuencia, Red Roja se situará en frente de cualquier fuerza política que, llamándose de izquierdas, declare su apoyo político a los colaboracionistas del imperialismo en territorio sirio. Es hora de no repetir los errores de Libia y de trabajar en la generación de un movimiento de rechazo contra toda eventual guerra imperialista, para presionar al gobierno español tratando de dificultar su participación en cualquier posible intervención criminal, además de denunciar toda intervención indirecta o de baja intensidad que, al estilo de la “contra” nicaragüense (y ésta ya se está produciendo), o a través de Turquía, trate de desestabilizar la región al servicio del imperio.
¡Por la independencia de Siria, no a la intervención imperialista!
¡No a la guerra imperialista! ¡No a la desestabilización! ¡No al Consejo Nacional Sirio! ¡No a la OTAN!