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    "V. I. Lenin: Acerca de la utilización de los especialistas burgueses como una forma de la lucha de clases" - extracto del capítulo II del libro de S. Fediukin: "La Gran Revolución de Octubre y Los Intelectuales" - tomado de leninists.biz

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    Mensaje por pedrocasca Miér Mar 21, 2012 8:57 pm

    La Gran Revolución de Octubre y Los Intelectuales - Páginas de la historia de la incorporación de los intelectuales de la época zarista a la construcción del socialismo - libro de S. Fediukin

    tomado de la antigua web leninists.biz - Se publica en dos mensajes en el Foro

    Capítulo II LA POLÍTICA DEL PARTIDO COMUNISTA CON LOS INTELECTUALES DE LA RUSIA ZARISTA

    ---mensaje nº 1---

    V. I. LENIN ACERCA DE LA UTILIZACIÓN DE LOS ESPECIALISTAS BURGUESES COMO UNA FORMA DE LA LUCHA DE CLASES

    La clase obrera de Rusia empezó a construir el socialismo en una situación extraordinariamente complicada y difícil. La guerra mundial había dejado extenuada la ya de por sí débil economía del país. La industria sufría una aguda insuficiencia de mano de obra, materias primas y equipo. Las fuerzas productivas de la agricultura también habían sido quebrantadas. La población del inmenso país pasaba hambre. El poder de los obreros y campesinos debía hacer frente a la encarnizada resistencia de la contrarrevolución interior, apoyada por los imperialistas extranjeros.

    La falta casi absoluta de personal cualificado para dirigir el Estado, la economía y el ejército planteaba arduas tareas a la clase obrera y al Gobierno revolucionario. Es natural, pues, que en el período inicial de la existencia del Estado soviético fuera importantísimo incorporar a los intelectuales de la Rusia zarista a la construcción del socialismo, a la defensa del país y a la preparación de nuevos especialistas entre los obreros y campesinos. "La cuestión de los especialistas burgueses está planteada en el ejército, en la industria, en las cooperativas, en todas partes. Es una cuestión muy importante en el período de transición del capitalismo al comunismo" [42•1 , dijo V. I. Lenin en el VIII Congreso del partido.

    La historia de la lucha revolucionaria no conocía la experiencia de utilización a gran escala por los obreros y los campesinos, de especialistas ajenos a su causa y, en muchos casos, hostiles a ella. Esta cuestión tampoco había sido elaborada teóricamente. Lenin señaló: "Cuando incluimos en el programa revolucionario de nuestro partido el problema de los especialistas, resumíamos la experiencia práctica de nuestro partido sobre uno de los problemas más importantes. No recuerdo que los precedentes maestros del socialismo, que previeron mucho de la futura revolución socialista y señalaron muchos de sus rasgos, no recuerdo, digo, que se manifestaran sobre este problema" [43•2 .

    En la solución del problema de la incorporación de los intelectuales que la vieja sociedad había dejado al Estado proletario, el Partido Comunista se rigió por los planteamientos básicos formulados por V. I. Lenin y por sus indicaciones prácticas.

    En muchas de sus obras que tratan del período prerrevolucionario, Lenin puso al descubierto la naturaleza de clase de los intelectuales como capa social intermedia que vacila entre las clases fundamentales de la sociedad y trazó las vías y formas de utilización de los especialistas burgueses. En su obra ¿Se mantendrán los bolcheviques en el podef. (septiembre de 1917), escribió que el proletariado, después de tomar el poder, pone a su servicio a los economistas, ingenieros, agrónomos y otros especialistas, pero implanta obligatoriamente sobre ellos el control de las organizaciones obreras.

    Lenin dispensó especial importancia a este problema después de la conquista del poder político por el proletariado, cuando la naciente República Soviética perseguía el objetivo de aprovechar para la transformación socialista de Rusia todas las realizaciones de la ciencia, la técnica y la cultura del capitalismo. Lenin consideraba que el socialismo hay que empezar a construirlo sobre la base tecnoeconómica que ha quedado de la vieja sociedad, utilizando por todos los medios a la intelectualidad burguesa, en cuyos conocimientos, habilidad y experiencia está personificado el aspecto “espiritual” de la producción capitalista. "... Del capitalismo aplastado no se puede vivir —señalaba—. Hay que tomar toda la cultura que dejó el capitalismo y construir el socialismo a base de ella. Hay que tomar toda la ciencia, la técnica, todos los conocimientos, el arte. Sin eso no podemos edificar la vida de la sociedad comunista. Y esa ciencia, esa técnica y ese arte los poseen los especialistas, están en sus cabezas" [43•3 .

    Lenin advertía que la tarea de atraer a los especialistas de la vieja sociedad a la construcción del socialismo, con abstracción 44 de sus ideas políticas, es compleja y difícil, pero, a la vez, no hay más remedio que cumplirla, porque tiene inmenso alcance para el proletariado. No es casual, pues, que V. I. Lenin caracterizase la utilización de los intelectuales burgueses como una forma de la lucha de clases. [44•4 Ahora bien, es una forma especial de la lucha de clases, que se distingue sustancialmente de formas como el aplastamiento de la resistencia de las clases explotadoras, la guerra civil y otras.

    No era una forma de lucha de clase contra la intelectualidad como tal, sino una lucha por ella.

    En tanto que respecto a las antiguas clases explotadoras el proletariado seguía la política de aplastamiento de su resistencia, en orden a la intelectualidad de la época zarista el Partido Comunista se orientaba a ejercer una "sistemát(ica) influencia rectora (también = lucha, pero de género especial, superación, verdad es, de cierta resistencia, pero completamente distinta...)" [44•5 . AI mismo tiempo, esta forma de la lucha de clases presuponía que el sujeto paciente de la influencia no era sólo la intelectualidad. El Partido Comunista debería llevar a cabo una tesonera y sistemática labor a fin de hacer cambiar la actitud de la clase obrera y todas las masas trabajadoras hacia los intelectuales. Es más, se necesitaba lograr la unidad de criterio y de acción en el propio seno del partido, venciendo los estados de ánimo sectarios de izquierda y nihilistas entre una parte de los comunistas. Por lo tanto, esta forma de la lucha de clases era multifacética y complicada, no estando exenta de contradicciones dialécticas.

    A juicio de V. I. Lenin, una condición imprescindible de la incorporación de los intelectuales de la Rusia zarista a la construcción del socialismo era la implantación del control sobre su actividad por parte de la clase obrera y de su partido. El Partido Comunista y la clase obrera invitaban a los intelectuales a colaborar activamente. Para asumir la dirección política de la sociedad, la clase obrera había sido preparada por toda la experiencia anterior de la lucha de clases y no estaba dispuesta a ceder a nadie su "mando supremo”. Mas en lo que se refería al ejercicio práctico de su dictadura, a la "técnica de la gobernación”, a la aptitud, apoyada en fundamentos científicos, para organizar la vida económica y cultural del país, la experiencia del proletariado victorioso era escasa y debería adquirirla. Por ello, V. I. Lenin consideraba necesario que los obreros y campesinos aprendieran de modo sistemático y perseverante las enseñanzas de estos intelectuales, de los especialistas en el ámbito de la ciencia, la técnica, la cultura y el arte militar. Podríamos aducir numerosos ejemplos demostrativos de cómo Lenin criticaba acerbamente la presunción burocrática y la propia idea de que la clase obrera no tenía que aprender nada de la burguesía vencida. "Nuestra tarea —dijo— es atraer, a modo de ensayo, gran cantidad de especialistas, remplazados luego mediante el adiestramiento de nuevo personal de mando, de un nuevo conjunto de especialistas que habrán de aprender el dificilísimo, nuevo y comlejo oficio de administrar" [45•6 .

    Para Lenin, el problema de la participación de los especialistas del viejo régimen en la construcción soviética estaba ligado indisolublemente con la cuestión general de la actitud hacia la herencia cultural del pasado. Señaló una y otra vez que eran los trabajadores, con todo derecho, los herederos de la "suma de conocimientos humanos" y que sin llegar a poseer esta herencia, sin conocer todas las realizaciones de la cultura universal no podrían poner manos a la construcción de la cultura del futuro, la cultura socialista, y, por consiguiente, serían incapaces de edificar el socialismo. Lenin entendía que el conocimiento y la transformación con sentido creador de la cultura creada a lo largo del desarrollo de la sociedad humana constituían una condición obligatoria e indispensable.

    Definir claramente la posición del Partido Comunista en orden a la herencia cultural del pasado era importante también para atraerse moralmente a las fuerzas culturales de la nación, pues los intelectuales burgueses cambiarían su actitud hacia el proletariado, serían vencidos moralmente y empezarían a ponerse de su parte nada más que cuando viesen en la realidad que las capas avanzadas de la clase obrera no sólo tenían en alta estima la cultura, sino que ayudaban a llevarla a las masas.

    En aquellos tiempos estaban extendidas entre círculos bastante amplios de la intelectualidad de la Rusia zarista las tendenciosas ideas de que la revolución provoca el derrumbamiento general de la cultura y la muerte de la civilización. Los intelectuales burgueses, perplejos, desesperados, gemebundos, repitiendo los viejos prejuicios, intimidados y asustándose a sí mismos, lloraban la cultura “pereciente”. Atribuían a todos los trabajadores el anarquismo de las capas pequeñoburguesas, que les atemorizaba y repelía. El académico S. Oldenburg, refiriéndose a sus inquietudes en aquellos complicados días, las describía con estas palabras: "Sobre todo era grande el peligro para la cultura, cuyas profundas raíces arrancaban de la vieja vida anterior y, por eso, parecía a menudo completamente inaceptable o poco adecuada para el nuevo régimen. De ahí que fuera excepcionalmente difícil encontrar en este aspecto el verdadero camino. Hubo momentos en que parecía llegar el fin de la cultura, y de la ciencia, ligada a ella, en que parecía que nadie las necesitaba en aquella gran revolución realizada con tanta rapidez".

    Los literatos mencheviques y eseristas instigaban los juicios pesimistas sobre los procesos históricos y espirituales suscitados por la Revolución de Octubre. Y debe decirse que muchos intelectuales de la época zarista picaron en el anzuelo de las falaces afirmaciones que culpaban a los bolcheviques de la destrucción de la civilización, no vieron más que el derrumbamiento de lo viejo y declararon abiertamente que no trabajarían bajo la dirección del Poder soviético.

    Complicó la situación el que V. I. Lenin y el Partido Comunista hubieron de luchar contra la actitud nihilista mantenida por Proletkult. Aprovechándose del inmenso afán de conocimientos y de cultura que mostraba el pueblo, Proletkult extendió por todo el país una red de clubes obreros, círculos literarios, estudios de artes plásticas y grupos teatrales. Todo esto era muy necesario y útil. Sin embargo, los dirigentes de Proletkult divergían radicalmente en sus planteamientos de la política del Partido Comunista. Declaraban que la tarea primordial de la clase obrera consistía en crear una "cultura proletaria específica”, que repudiara por entero la herencia de las generaciones anteriores. Los dirigentes de Proletkult rechazaban las mejores obras del genio humano fundándose en que habían sido creadas en las condiciones de la sociedad explotadora. Estos “revolucionarios” incitaban a destruir los museos, a "quemar a Rafael”, a "pisotear las flores del arte”. Proponían suprimir en las escuelas la enseñanza de la historia y de la literatura clásica, reducir los cursos de ciencias naturales, etcétera.

    Los ideólogos de Proletkult menospreciaban a la intelectualidad artística de la época zarista, pues consideraban que la tarea de la construcción de la cultura proletaria sólo podía ser cumplida por las fuerzas del propio proletariado, esto es, por los científicos, pintores, artistas, ingenieros, etcétera, salidos de su seno. Incluso la idea misma del carácter del arte proletario se reducía en ellos a negar el contenido ideofigurativo del arte y su significación estética.

    Lenin fustigó despiadadamente a los ideólogos de Proletkult, tildándoles de fantaseadores aislados de la vida, que podían inferir considerable daño al Estado y al pueblo. En su discurso en el III Congreso del Komsomol, celebrado en octubre de 1920, dijo: "La cultura proletaria no surge de fuente desconocida, no es una invención de los que se llaman especialistas en cultura proletaria. Eso es pura necedad. La cultura proletaria tiene que ser el desarrollo lógico del acervo de conocimientos conquistados por la humanidad bajo el yugo de la sociedad capitalista, de la sociedad terrateniente, de la sociedad burocrática" [47•7 .

    A la vez, V. I. Lenin y el Partido Comunista subrayaban que heredar la cultura del pasado y penetrarse de ella no significaba ser poco escrupulosos en la selección del acervo cultural. Combatieron porfiadamente los intentos de enfocar con criterio simplista y global la herencia cultural y se opusieron a quienes afirmaban que era posible aprovechar incondicionalmente y sin crítica alguna todos los elementos de la vieja cultura. Heredar la cultura de la sociedad precedente significaba que se debía separar de ella todo lo rutinario, reaccionario y antipopular y poner al servicio de la nueva sociedad todos los elementos valiosos, saludables y democráticos contenidos en ella.

    Como ya se ha dicho, parte considerable de la intelectualidad burguesa reaccionó hostilmente ante la Revolución de Octubre o se declaró neutral respecto al poder proletario. ¿Cuál fue la actitud del Poder soviético hacia los diferentes grupos de la intelectualidad?

    En cuanto a los intelectuales que se habían alistado en el campo de la contrarrevolución y los intervencionistas, contra ellos se sostuvo una lucha sin cuartel, que llegaba hasta el terror. Pero en cuanto estos intelectuales empezaron a vacilar y desde las posiciones enemigas fueron pasando a las de neutralidad y de colaboración con el Poder soviético, con ellos se establecieron relaciones de entendimiento y de buena vecindad.

    No tuvo nada de extraño ni fue inesperado que cierta parte de los intelectuales burgueses se proclamara neutral ante el poder de los obreros y campesinos y declarase que se mantenía "al margen de la política”, pues no hay revoluciones que puedan triunfar y convencer de pronto, logrando que al momento se ponga la fe en ellas. Hubiera sido ingenuo esperar que inmediatamente después de la toma del poder por el proletariado todas las clases y capas de la sociedad harían suya la ideología socialista. La tarea no estribaba en que al día siguiente 48 de la revolución se hicieran partidarios de ella los que sustentaban otras ideas. El objetivo del partido consistía en atraer a la obra del robustecimiento de la nueva sociedad y conquistar moralmente a los intelectuales que se decían neutrales. Más aún, V. I. Lenin consideraba la neutralidad como un peldaño en la vía de la intelectualidad hacia el reconocimiento de las ideas socialistas: "... de la hostilidad al bolchevismo pasar a la neutralidad, y luego a apoyarlo..." [48•8 .

    Huelga decir que en una situación de encarnizada lucha de clases la neutralidad de la pequeña burguesía y de los intelectuales no es más que una ficción, un prejuicio político. El intelectual que se definiese como neutral entraría a servir a los enemigos del Poder soviético apenas la contrarrevolución alcanzara cualquier éxito, por pequeño que fuera. Así y todo, esta neutralidad inconsistente, vacilante e indefinida fue reconocida y ayudó al robustecimiento del Poder soviético. Si el Partido Comunista hubiese visto en la neutralidad de los intelectuales un mal absoluto y hubiera conducido la lucha contra él partiendo de que el neutral es un enemigo, en realidad o en potencia, entonces, como dijera Lenin, nos habríamos desbaratado a sí mismos. Desarrollando esta idea, Lenin añadió: "Y cuando dicen que quieren ser neutrales y vivir en términos de buena vecindad con nosotros, respondemos: eso es, precisamente, lo que deseamos" [48•9 .

    Además, los comunistas razonaban como hombres prácticos: en unas condiciones de agudísima falta de especialistas cualificados, era necesario utilizar a la intelectualidad neutral, apolítica, y sacar de esa actitud suya el mayor provecho posible. Había que llegar a un acuerdo con ella, establecer un compromiso. Es más, habría sido un error temer el espíritu reaccionario de tales o cuales elementos, inevitable en el primer período de la existencia del Poder soviético. Por el contrario, era preciso atraerlos ampliamente a la obra de la construcción y de la defensa del Estado socialista.

    La neutralidad de los intelectuales fue, hasta cierto momento, ventajosa para el Poder soviético. Por sus concepciones ideológicas, la intelectualidad, sobre todo sus altas esferas, estaba más cerca de la burguesía que de la clase obrera, y si, esgrimiendo un “apoliticismo” y una “neutralidad” espectrales no se había decidido a levantar la espada por la contrarrevolución, sino que tomó el camino de la colaboración con el Poder soviético, esto debía ser apreciado como un fenómeno positivo. De otro modo, habrían ganado los enemigos de la revolución y el Poder soviético se hubiera visto privado de un número considerable de especialistas altamente cualificados. En aquel tiempo para el Estado soviético fue preferible que cierta parte de los intelectuales se mantuviera ajena a los partidos, apolítica y neutral a que tomara parte en la lucha activa contra la dictadura del proletariado.

    A la par que veía en la neutralidad de los intelectuales un fenómeno objetivamente útil para el Poder soviético, el Partido Comunista les explicaba que debían abandonar su neutralismo y que no era posible que viviesen en la sociedad soviética y permanecieran extraños a sus intereses y aspiraciones.

    La política leninista de incorporación de los intelectuales burgueses a la dirección de la economía y del ejército y al desarrollo de la cultura fue objeto de virulentos ataques de los grupos oportunistas, sobre todo el de los "comunistas de izquierda" [49•10 . Por ejemplo, a comienzos de 1918, en sus Tesis sobre el momento actual, los “izquierdistas”, en vez de analizar sensatamente la situación y tomar en consideración el estado real de las fuerzas, levantaron un alboroto demagógico, acusando a V. I. Lenin de que aplicaba una política de "restablecimiento de la dirección de los capitalistas”, de "centralización burocrática de la República Soviética y trapichees de gabinete con negociantes burgueses y pequeñoburgueses”. En los momentos en que la clase obrera estaba dedicada a cumplir complejas tareas de organización, los “izquierdistas” seguían enseñando los dientes a las medidas prácticas del partido para organizar la economía, sobre todo en lo que se refería a la utilización de los especialistas burgueses. La opinión de los "comunistas de izquierda" de que los especialistas burgueses eran un elemento puramente parasitario, del que, en realidad, se podía prescindir en la producción, sólo hacía el juego a los enemigos del Poder soviético.

    ---fin del mensaje nº 1---



    Última edición por pedrocasca el Miér Mar 21, 2012 9:00 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por pedrocasca Miér Mar 21, 2012 8:59 pm

    La Gran Revolución de Octubre y Los Intelectuales - Páginas de la historia de la incorporación de los intelectuales de la época zarista a la construcción del socialismo - libro de S. Fediukin

    tomado de la antigua web leninists.biz - Se publica en dos mensajes en el Foro

    Capítulo II LA POLÍTICA DEL PARTIDO COMUNISTA CON LOS INTELECTUALES DE LA RUSIA ZARISTA

    ---mensaje nº 2 y último---

    V. I. LENIN ACERCA DE LA UTILIZACIÓN DE LOS ESPECIALISTAS BURGUESES COMO UNA FORMA DE LA LUCHA DE CLASES (continuación)

    Añádase a esto que las consignas demagógicas de los "comunistas de izquierda" encontraban eco entre cierta parte de los obreros. Los “izquierdistas” se aprovecharon hábilmente de la desconfianza de las masas obreras a los especialistas, como 50 auxiliares de la burguesía —desconfianza natural en aquella situación—, para oponerse a la política leninista de máxima utilización de los especialistas de la vieja sociedad para construir el socialismo.

    Lenin criticó duramente a los "comunistas de izquierda”, diciendo que su actitud no podía ser más vergonzosa y significaba la completa abjuración del marxismo. Señaló que los “izquierdistas” no habían comprendido toda la complejidad y las peculiaridades de las formas de la lucha de clase que el proletariado debería sostener después de la conquista del poder. No tenían en cuenta que no todas las contradicciones formadas en el capitalismo a lo largo de un proceso histórico se solucionan por el simple hecho de la conquista del poder y de la expropiación de la burguesía por el proletariado y que la clase obrera sólo puede resolverlas a través de una larga y porfiada lucha de clases.

    Nada, en verdad, distinguía de los "comunistas de izquierda" a los anarquistas en la cuestión de la intelectualidad de la Rusia zarista. Acusando calumniosamente a Lenin de "complicidad con la burguesía”, los anarquistas exigían la represión masiva de la intelectualidad como principal método de influencia del Poder del Estado sobre ella. El anarquista A. Gue, en una sesión del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia [50•11 , declaró que a los “especialistas” sólo se les podía obligar a trabajar bajo amenaza de fusilamiento.

    La cuestión sobre la incorporación de oficiales y generales del antiguo ejército a la defensa del país provocó discusiones verdaderemante tempestuosas. Esta cuestión era tan delicada y compleja, y su justa solución tenía tanta importancia para fijar la política general del partido con relación a los intelectuales y para la defensa de la República de los Soviets, que hubo de ser sometida al examen del VIII Congreso del partido.

    La mayoría de los delegados al congreso apoyaron a V. I. Lenin y reprobaron la opinión de los "comunistas de izquierda" y de otros que se oponían a la incorporación de la intelectualidad de la vieja sociedad a la construcción del Estado soviético. Además de aprobar la línea leninista, el congreso incluyó un apartado en el nuevo Programa del partido, que decía: "... La tarea de desarrollar las fuerzas productivas exige la utilización inmediata, amplia y múltiple de los especialistas de 51 la ciencia y de la técnica que nos ha dejado el capitalismo, a pesar de que en la mayoría de los casos están penetrados inevitablemente de la ideología y de las costumbres burguesas... El partido debe, en estrecha unión con los sindicatos, seguir su línea anterior: de un lado, no hacer la menor concesión política a esta capa social burguesa y reprimir sin piedad todo conato contrarrevolucionario de ella; de otro lado, combatir con igual inclemencia la presunción falsamente radical, y de hecho ignara, según la cual los trabajadores están en condiciones de superar el capitalismo y el régimen burgués sin necesidad de aprender de los especialistas burgueses, sin utilizarlos, sin seguir una larga escuela de trabajo junto con ellos" [51•12 .

    Sin embargo, aún después de que la política de incorporación de los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo había sido formulada como tesis programática del partido, no cesó la acción de algunos comunistas sectarios contra la línea leninista. Poco después del VIII Congreso del partido, A. Shliápnikov, que dirigía a la sazón el Buró Central de los Sindicatos, publicó en Pravda el artículo Acerca de los especialistas, en el que acusaba a la dirección del partido de "connivencia con los especialistas" y atribuía al partido la consigna "Todo, a los especialistas”. Shliápnikov motejó al CC del partido de haberse apartado de la clase obrera y de ser complaciente con los intelectuales burgueses y exigía del partido que rechazara el servicio de los especialistas.

    A comienzos de 1920, la lucha en torno a la incorporación de la intelectualidad se recrudeció con motivo de la postura del llamado grupo del "centralismo democrático" [51•13 , que, al tiempo de defender la "infinita colegiabilidad" en la dirección de la economía nacional, condenaba la dirección unipersonal y la centralización de la administración del Estado. Los miembros de este grupo no se oponían abiertamente a la utilización de los especialistas burgueses, pero, al igual que los "comunistas de izquierda”, intentaron aprovecharse para sus fines de la desconfianza a los especialistas por parte de los obreros.

    El grupo del "centralismo democrático" fue derrotado en el IX Congreso del partido, que se reunió en la primavera de 1920. En el informe al congreso, V. I. Lenin mostró la total inconsistencia de los argumentos de este grupo. Defendió firmemente las tesis programáticas sobre la incorporación de los especialistas burgueses a la dirección de la economía bajo el control y la dirección del partido y del Estado. Apoyando la línea leninista, el congreso, en la senda resolución "Los especialistas en la industria" volvió a poner de relieve el gran significado de la cuestión de los especialistas para el restablecimiento y el desarrollo de las fuerzas productivas del país, reiteró las exigencias programáticas respecto a los especialistas burgueses y señaló en la forma más categórica que todos los comunistas no olvidaran la tarea de incorporar ampliamente a los especialistas de la vieja sociedad a la vida productiva en las empresas.

    La línea del partido en la cuestión de la intelectualidad fue combatida igualmente por la llamada "oposición obrera" [52•14 . En sus demagógicos ataques al CC del PC(b) de Rusia los oposicionistas denunciaban que se habían cometido graves errores en la utilización de los intelectuales burgueses, que fueron atraídos a colaborar no especialistas de la ciencia y de la técnica, sino antiguos organizadores de la economía capitalista, en quienes se había depositado injustificadamente una gran confianza. En el folleto La "oposición obrera”, que apareció en 1921, Alexandra Kollontái [52•15 , refiriéndose a la grave situación material de la clase obrera y a los casos de actitud incorrecta de algunos especialistas hacia los obreros, decía: "...El obrero siente, ve y palpa a cada paso que los especialistas... sacan a empellones a los obreros corrientes... Y el partido, en vez de bajar los humos a este elemento extraño a la clase obrera y al comunismo, es complaciente con él".

    Los oportunistas plantearon esta cuestión en el X Congreso del partido y presentaron un proyecto de resolución en el que se proponía señalar que la política del CC del PC(b) de Rusia había pecado de incredulidad en Jas fuerzas creadoras de la clase obrera y de concesiones a la pequeña burguesía y a las castas burocráticas burguesas. En el discurso pronunciado en el congreso, V. I. Lenin calificó de pura demagogia las declaraciones de que los especialistas humillaban a los obreros, de que el CC no confiaba en la clase obrera e impedía el acceso de los obreros a los organismos directivos. "Nos agobia la falta de hombres —dijo Lenin— y estamos dispuestos a tomar con ambas manos cualquier ayuda de un hombre más o menos eficiente, y con mucha más razón si es un obrero" [53•16 .

    El congreso descargó un golpe demoledor sobre ¡a ponencia de la "oposición obrera”. Por la resolución del CC votaron 514 delegados, y por la que presentó la "oposición obrera”, sólo 45. Así pues, a la par con otros planteamientos antipartido de la "oposición obrera”, fue rechazada su exigencia de expresar un voto de desconfianza a la política del CC del partido respecto a los intelectuales.

    A finales de 1922, la cuestión de qué actitud observar frente a la cultura burguesa y a la intelectualidad de la época zarista volvieron a agitarla en la prensa central los enemigos de la línea leninista. El 27 de septiembre de 1922 apareció en Pravda un artículo titulado En el frente ideológico, de V. Pletnev, en el que éste propagaba concepciones nihilistas hacia los intelectuales y la ciencia. Esgrimiendo la tesis de que la nueva cultura únicamente podría ser construida con ayuda de los intelectuales proletarios, V. Pletnev escribía: "Y sólo entonces, cuando el proletariado tenga sus científicos en todas las esferas del saber y sus artistas en todas las manifestaciones del arte, únicamente entonces será cumplida la tarea que tenemos planteada".

    V. Pletnev sostenía que en la nueva sociedad no había sitio para los intelectuales educados antes de la revolución en un ambiente no proletario. Este criterio le llevaba a negar la función de toda la intelectualidad, en general, y a ser incrédulo en sus fuerzas. No comprendía que el socialismo posee un inmenso poder de atracción y que la mejor parte de la intelectualidad llegaría a identificarse con la teoría más avanzada de su época e incluso a aceptar cualquier sacrificio en aras de los grandes ideales. Era este poder de atracción del socialismo lo que precisamente tenía en cuenta V. I. Lenin cuando ya en abril de 1919, en el folleto Éxitos y dificultades del Poder soviético, se mofó de quienes soñaban construir el socialismo con hombres químicamente puros, cultivados en invernaderos, y dijo que el comunismo podía atraer a la esfera de su influencia a las capas más diferentes de la población.

    En el período de la Nep, Lenin señaló como una tarea primordial la utilización de los intelectuales de la época zarista procedentes de medios no proletarios. Recomendó cuidar como de las niñas de los ojos a cada especialista que trabajase honradamente y con conocimiento de su profesión.

    En el menosprecio de los conocimientos y de la experiencia de la intelectualidad, en los intentos de oponer a la clase obrera a los intelectuales y en la presunción comunista Lenin vio uno de los peores y más peligrosos males, contra el que se debía luchar con tanta energía como contra el soborno. Para V. I. Lenin, la presunción comunista era especialmente nociva cuando trascendía a las relaciones con los intelectuales. En este aspecto, advertía, es necesario mostrar el mayor tacto, saber tratar de modo especial al intelectual, tomar en consideración en cada caso concreto el interés del intelectual en el trabajo, cuidarse de que cada especialista se sienta satisfecho de su labor y cobre conciencia de su utilidad social.

    El artículo: En el frente ideológico, de V. Pletnev, provocó una discusión en la que participaron N. Krúpskaya, I. Skvortsov-Stepánov e Y. Yákovlev, entre otros. Lenin siguió atentamente el giro de la discusión. En el artículo ¿Qué es un especialista y cómo se le hace?, publicado el 28 de octubre en Pravda, I. Skvortsov-Stepánov afirmaba que "la dictadura del proletariado se vendrá abajo... si estos especialistas no son nuestros especialistas, que ven su tarea en robustecer y desarrollar la dictadura de la clase obrera”. En una carta al autor del artículo, V. I. Lenin le decía sin rodeos que su opinión era equivocada. "Tales especialistas no los tendremos durante mucho tiempo, hasta que desaparezcan los especialistas burgueses y los especialistas pequeñoburgueses, hasta que todos los especialistas sean comunistas" [54•17 . Lenin escribió que, como tardaríamos aún en tener especialistas propios, la utilización de los especialistas de la época zarista y su educación y reducación constituían una obra de mucho tiempo, que se alargaría "hasta el fin de la dictadura" [54•18 del proletariado.

    Los días 24 y 25 de octubre de 1922 apareció en Pravda el artículo Acerca de la "cultura proletaria" y de la “Proletkult”, de Y. Yákovlev, subjefe de la sección de agitación y propaganda del CC del PC(b) de Rusia.

    Apoyándose en los planteamientos de Lenin, Y. Yákovlev criticó las tesis erróneas de V. Pletnev sobre la interpretación de la cultura en general y sobre la necesidad de “socialistizar” la ciencia y el arte, es decir, de destrozar y rehacer por la violencia, en un dos por tres, la vieja cultura. Oponiéndose a 55 Pletnev, Yákovlev decía que su menosprecio hacia quienes procedían de capas sociales no proletarias sólo podía conducir a enemistar a los intelectuales con el Poder soviético. "En un país donde la población campesina constituye la inmensa mayoría —escribía—, el problema de la propia existencia del Poder soviético es el de aprender, por medio del catedrático, del ingeniero y del maestro que nos ha dejado el capitalismo, a luchar contra el atraso y la ignorancia y a elevar la cultura de las masas trabajadoras. Hay que aprender esto a toda costa y orientar el trabajo cultural del maestro, del profesor de enseñanza media y del catedrático por el cause que determinan los intereses del proletariado".

    En el curso de esta discusión quedaron definitivamente demolidas las teorías vulgarizadoras de la Proletkult, triunfaron la interpretación leninista de la cultura y la actitud leninista hacia los intelectuales.

    Desde el momento de la Revolución de Octubre hasta los tiempos en que la intelectualidad burguesa aceptó plenamente el socialismo y se convirtió en intelectualidad soviética, no sólo de nombre, sino también por íntima convicción, la política del Partido Comunista respecto a los intelectuales de la época zarista no experimentó ningún cambio fundamental. El partido aplicó, da manera firme y consecuente, la línea de amplia incroporación de los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo y a la defensa del país, estimulando a quienes ayudaban honradamente al Poder soviético, reducando en el espíritu de la ideología socialista a los vacilantes e indecisos y atajando con energía toda tentativa contrarrevolucionaria de los intelectuales reaccionarios.

    El Partido Comunista mostró extraordinario tacto político, gran entereza y flexibilidad y sabia tolerancia para resolver el problema de la intelectualidad burguesa. En las resoluciones de sus congresos y conferencias y de los Plenos del Comité Central señaló reiteradamente que la ideología burguesa de la intelectualidad de la Rusia zarista debería ser superada mediante la cotidiana labor educativa de los comunistas y de la clase obrera. Sin embargo, el propio hecho de la existencia de supervivencias de esa ideología no podía ser óbice para rechazar terminantemente la colaboración con los portadores de ellas.

    A la vez conviene hacer constar que el partido, paralelamente a su múltiple labor encaminada a hacer comprender a los intelectuales de la época zarista cuál era su puesto en la construcción de la nueva sociedad y a crearles las condiciones necesarias para un trabajo fructífero, montaba la guardia permanente de los intereses de clase del proletariado y no hacía 56 a los intelectuales la menor concesión en la esfera de la ideología.

    Esta era la política general del Partido Comunista para con la intelectualidad de la época zarista. Ahora bien, no bastaba con trazar una política correcta: se requería también elaborar los métodos para llevarla a la práctica, señalar el camino de la incorporación de los intelectuales burgueses al campo del socialismo y hacer gigantescos esfuerzos para cumplir realmente las exigencias concretas del programa del partido.

    Notas:

    [42•1] V. I. Lenin. Informe sobre el programa del partido, pronunciado el 19 de marzo. (VIII Congreso del PC (h) de Rusia.) O. C., t. 38. pág. 165.

    [43•2] V. I. Lenin. Informe del Comité Central. O. C., t. 38. pág. 139.

    [43•3] V. 1. Lenin. Exitos y dificultades del Poder soviético. O. C.. t. 38. pág. 55.

    [44•4] Véase V. I. Lenin. La dictadura del proletariado. O. C.. t. 39, pág. 264.

    [44•5] Recopilación leninista. Moscú-Leningrado, III, pág. 494.

    [45•6] V. I. Lenin. El VII Congreso de los Soviets de tuda Rusia. .O.C., t. 39, pág. 431.

    [47•7] V. I. Lenin. Tareas de las juventudes comunistas. O. C.. t. 41. pág. 304.

    [48•8] V. I. Lenin. Las preciosas confesiones de Pitirim Sorokin. O. O, t. 37, pág. 193.

    [48•9] V. I. Lenin. Reunión de activistas del partido de Moscú. O. C., t. 37. pág. 220.

    [49•10] Los "comunistas de izquierda" constituían un grupo fraccionalista en el Partido Comunista, organizado en diciembre de 1917. durante el período de las negociaciones sobre la paz de Brest con Alemania. La lucha del partido contra los "comunistas de izquierda" giró en torno a diversos problemas cardinales del marxismo-leninismo en la nueva situación histórica.

    [50•11] El Comité Ejecutivo Central (CEO de toda Rusia fue hasta 1937 el órgano legislativo, ejecutivo y de control superior de la RSFSR. Era elegido por el Congreso de los Soviets de toda Rusia. Funcionó hasta el momento de ser elegido el Soviet Supremo de la RSFSR.

    [51•12] El PCUS en las resoluciones v acuerdos de los Congresos \ Conferencias \ de los Plenos del CC. t. 1. Moscú. 1970. pág. 52.

    [51•13] El grupo del "centralismo democrático" era un grupo antipartido, que se oponía a la dirección centralizada del Estado, a la dirección unipersonal y a la participación de los especialistas de la Rusia zarista en la producción. En el fondo, este grupo rechazaba la disciplina de partido y para con el Estado y la función rectora del partido en los Soviets y en los sindicatos.

    [52•14] La “oposición obrera” era un grupo antipartido que impugnaba la función rectora del partido y de la dictadura del proletariado, considerando que los sindicatos constituían la forma superior de organización de la clase obrera.

    [52•15] A. Kollontái (1872–1952). revolucionaria profesional. Participó activamente en la insurrección armada de Octubre. Figuró en el grupo de los "comunistas de izuquierda" y luego en el de la "oposición obrera”. Desde 1923 brilló como personalidad social, estatal y política de la Rusia Soviética. Fue la primera mujer que desempeñó cargos diplomáticos.

    [53•16] V. I. Lenin. X Congreso del PC(b)R. O. C., t. 43. pág. 48.

    [54•17] V. I. Lenin. Nota a los miembos del Buró olítico del CC del PC(b)R y provecto de carta a Hoover. O. C., I. 54. pág. 310.

    [54•18] Ibídem. pág. 311

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    Mensaje por ajuan Vie Feb 07, 2014 10:05 pm

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