¿Qué significa ser comunista?
Vicente Roig
publicado en 2017 por el blog Universidad Obrera
Ser comunista es luchar para transformarlo todo.
La revolución socialista no es una utopía, no es un entretenimiento para sobrellevar tu juventud ni una ilusión pasajera con la edad, no es tampoco el fetiche folclórico de los abuelos del PCPE o PCE, ni mucho menos es una hipótesis teórica de ratas de biblioteca y académicos con la vida resuelta. La toma del poder y la construcción de un mundo nuevo es una necesidad histórica de la clase obrera y la juventud revolucionaria, resultado de la propia putrefacción del capitalismo, nacida de lo real, lo material y no de la voluntad o lo ideal.
Ser comunista es a día de hoy, la responsabilidad sobre tus hombros y el de tus camaradas desde cada táctica y estrategia trazada por tu partido que fracasa o no avanza a los objetivos, cada formación colectiva o estudio individual de la teoría marxista-leninista hasta cada reunión en tu barrio, tu centro de trabajo o de estudio, cada concentración, reparto de alimentos o lo más ínfimo que nos pueda parecer, el peso de la impotencia de todo un pueblo. El que sufre la explotación del hombre por el hombre, los asesinados, desplazados y víctimas de las guerras imperialistas por intereses económicos, los parados forzosos, los hambrientos, los miserables, todos aquellos que no tienen nada que perder y que ni siquiera son conscientes de ello.
Representa un sacrificio individual y colectivo diario de ante ponerte a las adversidades, de controlar tus propios impulsos, no desinhibirse de las frustraciones y obstáculos que nacen de tu misma condición de clase. No arremeter contra tus iguales sino contra los verdaderos culpables, la lucha de clase es contundente, no da lugar a atajos ni salidas individuales eternas, no desaparece por muy bien que te vayan los estudios, el salario que recibas en tu trabajo, lo mucho que quieras a tu pareja y los niños que quieras tener, el coche o la casa que te puedas comprar. Los comunistas tenemos que fortalecernos ante los golpes del enemigo de clase, los calabozos, los interrogatorios, la cárcel o la propia muerte son impotentes para detener el avance de la humanidad. Su represión, el fascismo y el imperialismo son los últimos coletazos de un orden que, aunque se adapte, saque pecho y día a día parece más fuerte se descompone a nivel histórico por su propia naturaleza, porque no puede existir capitalismo sin pobreza y clase obrera pero sí, al contrario.
Ser comunista no es un sacrificio mecánico como el que se levanta todas las mañanas a correr por muy abnegado que sea, sino que lleva emparejado a su trabajo y esfuerzo una conciencia de tus actos y lo que dices defender. No te lleva a La Sexta Noche ni a calentar un sillón o llenar tu cuenta corriente. Comunista no se es parasitando el estado que dices destruir. Ni esperando al mesías o el hombre nuevo, nuestros líderes Marx, Lenin, Stalin fueron tan hijos de su tiempo y no de una divinidad superior tanto como lo eres tú.
Hemos entregado nuestra vida a lo único por lo que merece luchar, la causa más justa de la humanidad y no nos detendremos hasta sus últimas consecuencias. No cabe la vacilación ni la inseguridad.
Siempre fuertes.
Siempre comunistas.
Vicente Roig
publicado en 2017 por el blog Universidad Obrera
Ser comunista es luchar para transformarlo todo.
La revolución socialista no es una utopía, no es un entretenimiento para sobrellevar tu juventud ni una ilusión pasajera con la edad, no es tampoco el fetiche folclórico de los abuelos del PCPE o PCE, ni mucho menos es una hipótesis teórica de ratas de biblioteca y académicos con la vida resuelta. La toma del poder y la construcción de un mundo nuevo es una necesidad histórica de la clase obrera y la juventud revolucionaria, resultado de la propia putrefacción del capitalismo, nacida de lo real, lo material y no de la voluntad o lo ideal.
Ser comunista es a día de hoy, la responsabilidad sobre tus hombros y el de tus camaradas desde cada táctica y estrategia trazada por tu partido que fracasa o no avanza a los objetivos, cada formación colectiva o estudio individual de la teoría marxista-leninista hasta cada reunión en tu barrio, tu centro de trabajo o de estudio, cada concentración, reparto de alimentos o lo más ínfimo que nos pueda parecer, el peso de la impotencia de todo un pueblo. El que sufre la explotación del hombre por el hombre, los asesinados, desplazados y víctimas de las guerras imperialistas por intereses económicos, los parados forzosos, los hambrientos, los miserables, todos aquellos que no tienen nada que perder y que ni siquiera son conscientes de ello.
Representa un sacrificio individual y colectivo diario de ante ponerte a las adversidades, de controlar tus propios impulsos, no desinhibirse de las frustraciones y obstáculos que nacen de tu misma condición de clase. No arremeter contra tus iguales sino contra los verdaderos culpables, la lucha de clase es contundente, no da lugar a atajos ni salidas individuales eternas, no desaparece por muy bien que te vayan los estudios, el salario que recibas en tu trabajo, lo mucho que quieras a tu pareja y los niños que quieras tener, el coche o la casa que te puedas comprar. Los comunistas tenemos que fortalecernos ante los golpes del enemigo de clase, los calabozos, los interrogatorios, la cárcel o la propia muerte son impotentes para detener el avance de la humanidad. Su represión, el fascismo y el imperialismo son los últimos coletazos de un orden que, aunque se adapte, saque pecho y día a día parece más fuerte se descompone a nivel histórico por su propia naturaleza, porque no puede existir capitalismo sin pobreza y clase obrera pero sí, al contrario.
Ser comunista no es un sacrificio mecánico como el que se levanta todas las mañanas a correr por muy abnegado que sea, sino que lleva emparejado a su trabajo y esfuerzo una conciencia de tus actos y lo que dices defender. No te lleva a La Sexta Noche ni a calentar un sillón o llenar tu cuenta corriente. Comunista no se es parasitando el estado que dices destruir. Ni esperando al mesías o el hombre nuevo, nuestros líderes Marx, Lenin, Stalin fueron tan hijos de su tiempo y no de una divinidad superior tanto como lo eres tú.
Hemos entregado nuestra vida a lo único por lo que merece luchar, la causa más justa de la humanidad y no nos detendremos hasta sus últimas consecuencias. No cabe la vacilación ni la inseguridad.
Siempre fuertes.
Siempre comunistas.