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    (PCE M-L) La unidad necesita de objetivos

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    Mensaje por AlbaniaSocialista Miér Ago 22, 2012 5:59 pm

    Hasta ahora, un sector del PCE y de IU, coincidía con nosotros (cierto es que más en el terreno teórico que en el compromiso práctico) en la necesidad de romper con el régimen monárquico y trabajar abiertamente por la República como paso necesario para desarrollar cualquier programa de progreso. Julio Anguita era uno de los defensores más firmes de esta corriente. Por eso sorprende que en su intervención-propuesta de Sabadell diera un viraje tan drástico sobre sus posiciones, para pasar a engrosar las filas de quienes se empeñan en que la izquierda siga sosteniendo el régimen continuista.

    Hay quien dice que estamos ante una segunda transición. No es cierto, pero sí existen dos similitudes: hoy, como a la muerte de Franco, el régimen ha entrado en una crisis que abre la posibilidad de empujar el movimiento popular hacia la ruptura democrática; y para lograrla va a ser determinante, como lo fue entonces, que la izquierda sea capaz de trabajar unida por ese objetivo.

    Entonces el PCE renunció a la ruptura. Los próximos meses van a ser trascendentales para ver si la izquierda es capaz de avanzar ahora en una articulación real y efectiva de su unidad con el objetivo que apuntamos; porque si no es así, con una derecha envalentonada y protegida por un entramado institucional hecho a su medida, las consecuencias previsibles son muy preocupantes.

    Esta es la razón que nos lleva a preguntarnos qué es lo que pasa entre los dirigentes de la izquierda institucional (realmente cabría decir del PCE, pues la mayoría de los jefes de fila de IU militan en él) para que se empeñen en mantener su compromiso con el régimen, aunque ello les cueste defender un marco político cada vez más debilitado y desprestigiado ante las masas.

    El problema viene de lejos: tras la aceptación de las tesis revisionistas ejemplificada en la declaración del CC del PCE conocida como pacto de reconciliación nacional, el histórico Partido Comunista abandonó la senda de la revolución aceptando un consenso con los elementos de la derecha franquista que comenzaban a mostrar un cierto malestar con el régimen, a cambio de la renuncia a la ruptura efectiva con él. Esta decisión se plasmó años después en la Constitución monárquica de 1.978, cuyas serias limitaciones democráticas están aflorando conforme la crisis avanza y la oligarquía necesita (y puede) aplicar su política sin compromisos ni caretas.

    Aquella renuncia ha determinado que aunque ocasionalmente la dirección del PCE radicalice formalmente su postura, finalmente siempre termine empantanada en la defensa de un régimen que ayudó a alumbrar y con el que se siente comprometida.

    Particularmente desde que se consolidó el régimen monárquico, han sido numerosas las escisiones: unas por la derecha, que han terminado en la “casa común” del social liberalismo; y otras por la izquierda, que han alumbrado por lo general grupos ultra sectarios e izquierdistas. Pero estas corrientes han coincidido en un mismo punto: consideran que la destrucción del régimen monárquico como paso necesario para avanzar en el desarrollo de una nueva fase cualitativamente superior de la lucha popular, es algo superfluo e innecesario: bien (los reformistas) porque con la estructura política actual es posible avanzar hacia tareas más elevadas, bien (los radical oportunistas) porque consideran esta lucha como una renuncia al verdadero objetivo del socialismo.

    El caso es que en las circunstancias actuales la aceleración y radicalización del clima político están llevando a todas las familias surgidas del revisionismo moderno a una actividad sin orientación ni cabeza: unos porque siguen creyendo posible contra toda evidencia que la oligarquía recupere su disposición al pacto y la concertación social*(1); otros, porque acostumbrados a utilizar el análisis dialéctico de una forma errónea terminan sacando conclusiones alocadas que les llevan a reforzar las tendencias más dispersas, izquierdistas y anarquizantes, lo que hace un flaco favor al movimiento.

    El caso es que buscan a la desesperada una salida que les permita definir un espacio político propio, sin colocarse al margen del régimen, lo que hace que, mientras sus representantes institucionales tienden al compromiso con el sistema, sus diversas familias, corrientes y capillas apadrinen una alternativa tras otra que pretende ser la clave de bóveda que les permita superar el marasmo, la desidia política y la inoperancia institucional.

    Algunas han hecho mucho ruido: en los últimos dos años, la Asamblea para la Refundación de IU (2.010); y las Mesas de Convergencia (2.011), por ejemplo, levantaron algunas expectativas; pero aunque afirmaban buscar la unidad de la izquierda, todas sin excepción han fallado porque no se planteaban realmente renunciar a la práctica institucional e institucionalizada de la coalición; todas asumían la renuncia a una política independiente del régimen.

    Sobre la unidad de la izquierda.- Anguita en su propuesta afirma con toda la razón: “…No hay fuerza política alguna que en solitario…sea capaz de asumir la tarea de poner fin a esta situación”. Tampoco el PCE e IU que, como reconoce el autor: “en virtud de un proceso histórico que comenzó en la Transición, están ante una tarea que les desborda”

    Pero, que Anguita acierte al exponer que la izquierda es débil, no significa que entienda la razón de esa debilidad, porque para él, la fuerza que encabece el proceso de unidad debe hacerlo con: “…una propuesta formal alternativa en el marco del derecho y la Constitución”. ¿Por qué ese empecinamiento en no salirse del marco político actual?: porque, según el ex Coordinador General de IU, “El inicio de un programa debe insertarse en la legalidad vigente; el futuro irá produciendo sus contradicciones”.

    Es cierto que, máxime en la coyuntura actual, ninguna fuerza política puede (ni debe) encarar en solitario la solución a los profundos problemas que aquejan a la mayoría social. Pero lo que parece una tarea digna de Prometeo, es que intente hacerlo con sujeción al derecho y a la Constitución de un régimen construido precisamente para que todo permaneciera atado y bien atado a la muerte del asesino Franco (esto es algo que el propio Anguita reconoció, siendo Secretario General del PCE, en su mitin de la Fiesta del año 96 y que ahora olvida).

    El movimiento 15m puso en evidencia que el malestar de la ciudadanía está a flor de piel y basta una chispa para que se extienda rápidamente en movilizaciones masivas; pero también dejó clara la ausencia de alternativas políticas, la separación cada vez mayor entre las masas y una izquierda anquilosada incapaz de ver más allá de lo inmediato en unos tiempos en los que las certezas cambian rápidamente y se necesitan mayor profundidad en los análisis

    Claro que la izquierda necesita unidad, pero no sirve una unidad que no tenga por objetivo precisamente romper con el régimen que ejemplifica su rendición ante la derecha neofranquista y su renuncia a trabajar por objetivos independientes.

    La desidia se ha institucionalizado en la izquierda; sus aparatos políticos controlados por una minoría comprometida con el consenso, han terminado por secuestrar todo atisbo de vida democrática real en las organizaciones y el desengaño se ha apoderado del movimiento popular. Durante más de treinta años, se ha hurtado a las masas y particularmente a la juventud, la educación política, se han ignorado principios elementales de la izquierda y se ha limitado el concepto de militancia hasta prácticamente anularla. Y el movimiento popular sufre las consecuencias de ello.

    Es ahora cuando la cruda realidad está llevando la conciencia política a nuevos sectores populares, que se incorporan a la lucha y empiezan a intuir que para lograr sus metas el movimiento social necesita objetivos que superen la división que las diferentes realidades concretas crean y que es utilizada por el poder para enfrentar a unos sectores con otros. Es precisamente ahora cuando se necesita más que nunca unificar los esfuerzos de todos en un sentido político general y común.

    Dice Anguita en su escrito que “la velocidad de un convoy es la de su último elemento” (dicho de otra forma: la escasa formación política de las masas hace necesario que la unidad se mueva dentro de los cada vez más estrechos limites del derecho constitucional monárquico). Pero esa es una apreciación errónea y peligrosa. La velocidad de un convoy es la misma en todos sus elementos, pero la marca el primero, el que tira del resto (a condición, claro, de que esté unido al segundo y este al siguiente, hasta llegar al último). Por eso mismo, si quien tiene que dirigir (estimular) al movimiento, dotarle de objetivos y establecer sus prioridades, renuncia a hacerlo y se coloca a la cola de furgón, la conclusión será inevitable: el convoy se parará o no tendrá claro su destino.

    La situación urge a la izquierda a mover ficha y asistimos a una profusión de iniciativas, surgidas del entorno de IU (que, por razones evidentes debe ser una fuerza determinante en la unidad) que hasta ahora no aportan nada original, ni nuevo. Todas recurren a los mismos tópicos y eufemismos; todas se mueven en el terreno del pragmatismo más ramplón: Inés Sabanes, por ejemplo, a principios del 2011 en una entrevista publicada por el diario “Público”, proponía su solución a la encrucijada de la izquierda: «se trata de construir “redes” alrededor de distintas causas que no exijan un compromiso con una cosmovisión cerrada y global [...] Hoy tejer es más importante que los grandes discursos». Jaime Pastor, dirigente de la izquierda reformista de corte trostkista indicaba en la misma entrevista: «Tejer espacios de encuentro mestizo de todas las resistencias al neoliberalismo»; y añadía, por si había dudas: “No hablo de fusiones, sino de alianzas de geometría variable y muy horizontales que, empezando por lo local, vayan buscando propuestas comunes”.

    En su nueva propuesta, Anguita, insiste en idénticos errores: “…solo un Frente Cívico, una mayoría ciudadana organizada en torno a soluciones concretas es capaz de crear una fuerza necesaria para colocarla en la balanza de poder en contraposición a otros poderes económicos y sociales” ¿Cómo debe ser el programa de ese Frente Cívico?: 1) concreto; 2)aplicable,3)perfectamente factible y legal por inspirarse en el texto constitucional vigente.

    En el mismo sentido, el manifiesto de “Construyendo la Izquierda” (hasta el momento la última iniciativa surgida del entrono de IU), arremete, con toda la razón, contra el papel jugado por la dirección del PSOE, al que significativamente culpa de la “ruptura incluso de los grandes consensos políticos de la Transición” (es decir, los autores de la propuesta siguen considerando aceptable implícitamente el consenso con la derecha que está tras el pacto constitucional). Pero ignora olímpicamente el no menos negativo papel de Izquierda Unida como cobertura de izquierda de las instituciones del régimen monárquico.

    Todo, para finalmente llamar a la convergencia de los diversos “movimientos”: “ecologistas, feministas, pacifistas, sindicalistas, altermundistas…que así, por separado como los enumeran los autores del manifiesto, no son sino la expresión y consecuencia del abandono de (la renuncia a) una idea central, unitaria, transformadora y por ello mismo, de ruptura con el orden establecido y republicana. *(2)

    Es decir, según el criterio de unos y de otros, deberíamos abandonar los objetivos generales por los que debe luchar la izquierda si quiere recuperar la iniciativa y limitarnos a converger los diversos movimientos y a proponer programas concretos, legales (sic) y compatibles con un texto constitucional que viene a ser la ley de leyes de un régimen empeñado precisamente en liquidar a marchas forzadas las conquistas sociales de las clases trabajadoras.

    A la vista de semejante conclusión, cabe afirmar que incluso los dirigentes del PCE más comprometidos con el cambio, han terminado por no entender nada de la situación que se vive. No comprenden simplemente que la estructura que la oligarquía pactó con la dirección revisionista (que entonces sí dominaba el movimiento popular) para mantener el control del Estado a cambio de algunos formalismos democráticos que se han ido liquidando o limitando paulatinamente, y las cesiones que en su día hizo para evitar que la lucha popular sobrepasara los cauces de una transición controlada y rompiera definitivamente con el franquismo, hoy no le son necesarias.

    O, dicho de otra forma: dentro de los cauces cada vez más estrechos del régimen vigente, no existe alternativa, porque la pelea se da entre dos bloques bien definidos: la oligarquía con sus aliados por un lado y la mayoría social por otro. Y el marco constitucional monárquico, la legislación vigente, (puede utilizarse el eufemismo que se quiera), es el cimiento político del primer bloque.

    La tarea de la izquierda es comenzar a construir los cimientos de otro bloque alternativo, transformador, democrático y popular que, inevitablemente será republicano, porque se hará rompiendo con el marco actual o no será posible. Y cuanto antes lo entendamos todos, tanto más fácil será el camino.

    Por nuestra parte no queda sino apuntar lo que señalábamos en nuestra valoración de la Asamblea por la Refundación de IU de 2.010: “Seguiremos trabajando por esa unidad, … esperamos que los sectores de verdad interesados en avanzar juntos, que son muchos en Izquierda Unida, no lo dudamos, den el paso de colocar en el eje de la unidad los principios que pueden dar fundamento real a lo nuevo que debe nacer, si no queremos arriesgarnos a una grave derrota del campo popular. Pero lo primero es delimitar el campo, determinar quienes y en qué condiciones pueden (podemos) aportar a esta tarea. En definitiva, el principal obstáculo para su refundación está dentro de IU. Fuera queda todo un trabajo que hacer, que estamos dispuestos a encarar sin demora, pero eso sí, con la claridad y la firmeza que las circunstancias requieren.

    Notas:

    *(1).- En unas declaraciones efectuadas en Canarias en plena campaña electoral, Cayo Lara afirmaba que se puede llegar al socialismo desarrollando la Constitución monárquica de 1.978 (ver art en Octubre)

    *(2).- Los autores del manifiesto, con ese gusto insano por el circunloquio y el eufemismo propio de quienes no quieren llegar al centro de los problemas (y de las soluciones) reivindican: la construcción de una identidad republicana compartida en todo el Estado para abordar la cuestión nacional¿?”
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    (PCE M-L) La unidad necesita de objetivos Empty Re: (PCE M-L) La unidad necesita de objetivos

    Mensaje por Andres17 Dom Ago 26, 2012 5:00 pm

    AlbaniaSocialista escribió:En el mismo sentido, el manifiesto de “Construyendo la Izquierda” (hasta el momento la última iniciativa surgida del entrono de IU), arremete, con toda la razón, contra el papel jugado por la dirección del PSOE, al que significativamente culpa de la “ruptura incluso de los grandes consensos políticos de la Transición” (es decir, los autores de la propuesta siguen considerando aceptable implícitamente el consenso con la derecha que está tras el pacto constitucional). Pero ignora olímpicamente el no menos negativo papel de Izquierda Unida como cobertura de izquierda de las instituciones del régimen monárquico.

    Todo, para finalmente llamar a la convergencia de los diversos “movimientos”: “ecologistas, feministas, pacifistas, sindicalistas, altermundistas…que así, por separado como los enumeran los autores del manifiesto, no son sino la expresión y consecuencia del abandono de (la renuncia a) una idea central, unitaria, transformadora y por ello mismo, de ruptura con el orden establecido y republicana. *(2)

    *(2).- Los autores del manifiesto, con ese gusto insano por el circunloquio y el eufemismo propio de quienes no quieren llegar al centro de los problemas (y de las soluciones) reivindican: la construcción de una identidad republicana compartida en todo el Estado para abordar la cuestión nacional¿?”
    A raíz de enterarme que la plataforma "Construyendo la Izquierda (CLI)" había asistido al último congreso de "Vía Democrática" de Marruecos. me interesé en averiguar qué era esa plataforma. Entré en su web y...

    No parece que CLI haya surgido del entorno de IU. Más bien, parece que sus máximos impulsores sean personas que vengan del campo "socialista" (PSOE, PASOC,...), de su ala izquierda, como puede ser Iniciativa Socialista de Izquierda (ISI). Organización esta última que se presentó en coalición con Republicanos a las elecciones autonómicas de Andalucía. Por cierto, parece que Republicanos forma parte de CLI, o al menos hay personas de ese partido en esta plataforma.

    Por el conjunto de artículos que se exponen en su web, parece que CLI se plantea impulsar en España un Frente de Izquierda similar al que existe en Francia o al que existe en Grecia (Syriza). Parece que, en estos momentos, es la iniciativa más avanzada o consolidada hacia la unidad política de la izquierda. Habrá que ver lo que da de sí.

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