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    ¿Que es el bolivarianismo?

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    ¿Que es el bolivarianismo? Empty ¿Que es el bolivarianismo?

    Mensaje por elcamaradasanchez Lun Sep 17, 2012 10:20 pm

    Pregunto esto porque me tiene confundido: Por una banda hay quien dice que Bolivar era conservador, pero la "revolución bolivariana" es marxista.

    Leí que, aunque el era conservador sus ideas se pueden reinterpretar hacia el socialismo.

    Yo no tengo ni idea de que se trata ni de cuales son sus bases ideologicas No No

    ¿De que se trata?
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    ¿Que es el bolivarianismo? Empty Re: ¿Que es el bolivarianismo?

    Mensaje por Ardaigh Lun Sep 17, 2012 10:31 pm

    elcamaradasanchez escribió:Pregunto esto porque me tiene confundido: Por una banda hay quien dice que Bolivar era conservador, pero la "revolución bolivariana" es marxista.

    Leí que, aunque el era conservador sus ideas se pueden reinterpretar hacia el socialismo.

    Yo no tengo ni idea de que se trata ni de cuales son sus bases ideologicas No No

    ¿De que se trata?

    Le redirijo al texto de Marx sobre Simón Bolívar. Revolución bolivariana es el nombre que usan aquellos que apoyan a Chávez para su movimiento antiyankee.

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    También al hilo sobre Simón Bolívar

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    Mensaje por Soldado Rojo Lun Sep 17, 2012 10:41 pm

    Bolívar era un latifundista que tenía incluso esclavos bajo sus órdenes pero se propuso lograr la liberación de América latina de los españoles y lo consiguió pero no fue ningún marxista, ni obrerista ni siquiera progresista, a él solamente le importaba la cuestión territorial, nada de la cuestión económica, política o social.
    La revolución bolivariana es una suerte de populismo con tintes socialistas que en mi opinión tiene como elemento más importante el antiimperialismo y la liberación del "patio trasero" tejiendo amistades con otros líderes "progresistas" por llamarlo de alguna manera como Cristina Fernández de Kishner en Argentina (populista de tipo peronista), Evo Morales en Bolivia (indigenista), Dilma Rusef en Brasil (socialdemócrata) o Raúl Castro en Cuba (comunista). Esta red une a los gobiernos de distintos países cada uno de una naturaleza propia pero que todo tienen en común el antiimperialismo.
    En Venezuela el PCV tiene que saber ganarse a las masas obreras que ahora lidera el PSUV.
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    Mensaje por Ardaigh Lun Sep 17, 2012 10:49 pm

    Soldado Rojo escribió:Bolívar era un latifundista que tenía incluso esclavos bajo sus órdenes pero se propuso lograr la liberación de América latina de los españoles y lo consiguió pero no fue ningún marxista, ni obrerista ni siquiera progresista, a él solamente le importaba la cuestión territorial, nada de la cuestión económica, política o social.
    La revolución bolivariana es una suerte de populismo con tintes socialistas que en mi opinión tiene como elemento más importante el antiimperialismo y la liberación del "patio trasero" tejiendo amistades con otros líderes "progresistas" por llamarlo de alguna manera como Cristina Fernández de Kishner en Argentina (populista de tipo peronista), Evo Morales en Bolivia (indigenista), Dilma Rusef en Brasil (socialdemócrata) o Raúl Castro en Cuba (comunista). Esta red une a los gobiernos de distintos países cada uno de una naturaleza propia pero que todo tienen en común el antiimperialismo.
    En Venezuela el PCV tiene que saber ganarse a las masas obreras que ahora lidera el PSUV.

    Cuba es antiimperialista. El resto de países citados son antiyankees, que no son lo mismo.
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    Mensaje por Soldado Rojo Lun Sep 17, 2012 11:07 pm

    Tienes razón, acepto el matiz.
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    Mensaje por Habeas_Corpus Mar Sep 18, 2012 12:19 am

    Simón Bolivar simplemente luchó por la libertad de la burguesía de las indias frente a la burguesía de la Metropoli, nada más.
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    Mensaje por Razion Mar Sep 18, 2012 12:47 am

    Habeas_Corpus escribió:Simón Bolivar simplemente luchó por la libertad de la burguesía de las indias frente a la burguesía de la Metropoli, nada más.

    No comparto.

    Las guerras de la independencia no se hacían contra la burguesía metropolitana, sino contra las trabas feudales y al desarrollo económico que el sistema colonial imponía (sin contar con la "cuestión de la Iglesia"). La incipiente burguesía criolla barrió a sangre y fuego con las mismas (retomando la herencia de las revoluciones liberales, y aprovechando una situación de particular debilidad en España), aunque luego la mayoría claudicaran ante el imperialismo, o se sucitaran nuevos gobiernos oligárquicos que no eliminaron remanentes del modo de producción feudal. No nos olvidemos que incluso en España se gestaba un movimiento fuerte con características revolucionarias burguesas (o liberales), algo que también influyó en sus colonias (gran parte de los revolucionarios se formaron en España).
    Algunos procesos dentro de Latinoamérica fueron más avanzados, o llegaron más lejos que otros, pero no se puede dejar de ver el carácter revolucionario burgués que predominaba en las direcciones de los mismos (en las leyes promulgadas, medidas económicas tomadas, y demás).
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    Mensaje por Habeas_Corpus Mar Sep 18, 2012 1:13 am

    Razion escribió:
    Habeas_Corpus escribió:Simón Bolivar simplemente luchó por la libertad de la burguesía de las indias frente a la burguesía de la Metropoli, nada más.

    No comparto.

    Las guerras de la independencia no se hacían contra la burguesía metropolitana, sino contra las trabas feudales y al desarrollo económico que el sistema colonial imponía (sin contar con la "cuestión de la Iglesia"). La incipiente burguesía criolla barrió a sangre y fuego con las mismas (retomando la herencia de las revoluciones liberales, y aprovechando una situación de particular debilidad en España), aunque luego la mayoría claudicaran ante el imperialismo, o se sucitaran nuevos gobiernos oligárquicos que no eliminaron remanentes del modo de producción feudal. No nos olvidemos que incluso en España se gestaba un movimiento fuerte con características revolucionarias burguesas (o liberales), algo que también influyó en sus colonias (gran parte de los revolucionarios se formaron en España).
    Algunos procesos dentro de Latinoamérica fueron más avanzados, o llegaron más lejos que otros, pero no se puede dejar de ver el carácter revolucionario burgués que predominaba en las direcciones de los mismos (en las leyes promulgadas, medidas económicas tomadas, y demás).

    Muy bien, y que es eso más que una lucha entre burguesías? Con carácter revolucionario, claro que si, es innegable, pero burgués como bien apuntas.
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    Mensaje por Razion Mar Sep 18, 2012 1:25 am

    Habeas_Corpus escribió:
    Razion escribió:
    Habeas_Corpus escribió:Simón Bolivar simplemente luchó por la libertad de la burguesía de las indias frente a la burguesía de la Metropoli, nada más.

    No comparto.

    Las guerras de la independencia no se hacían contra la burguesía metropolitana, sino contra las trabas feudales y al desarrollo económico que el sistema colonial imponía (sin contar con la "cuestión de la Iglesia"). La incipiente burguesía criolla barrió a sangre y fuego con las mismas (retomando la herencia de las revoluciones liberales, y aprovechando una situación de particular debilidad en España), aunque luego la mayoría claudicaran ante el imperialismo, o se sucitaran nuevos gobiernos oligárquicos que no eliminaron remanentes del modo de producción feudal. No nos olvidemos que incluso en España se gestaba un movimiento fuerte con características revolucionarias burguesas (o liberales), algo que también influyó en sus colonias (gran parte de los revolucionarios se formaron en España).
    Algunos procesos dentro de Latinoamérica fueron más avanzados, o llegaron más lejos que otros, pero no se puede dejar de ver el carácter revolucionario burgués que predominaba en las direcciones de los mismos (en las leyes promulgadas, medidas económicas tomadas, y demás).

    Muy bien, y que es eso más que una lucha entre burguesías? Con carácter revolucionario, claro que si, es innegable, pero burgués como bien apuntas.

    Es que en ese momento, la Corona, no representaba a la burguesía Española, sino a los sectores retrógrados que no permitían la superación del sistema feudal (por eso era necesaria una revolución burguesa también en España), claro que en estos sectores existirían comerciantes "aburguesados" y demás, pero no la "clase" propiamente dicha que se hubiera hecho con el poder.
    Indudablemente está el tema de la emancipación territorial, que no es menor, sobre todo para el establecimiento de Estados Nación Modernos, pero me parece más relevante la cuestión de la lucha de clases que representaba la independencia (y a la luz de los documentos de la época, no parece ser algo tan oculto, pero si muy tergiversado por los historiadores "oficiales" que no quieren demostrar el carácter revolucionario de la época, o solamente centrarse en la cuestión nacional).

    Saludos
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    Mensaje por elcamaradasanchez Mar Sep 18, 2012 3:33 pm

    Al margen de toda esta información (relevante pero no la que yo buscaba abriendo este tema)
    ¿Que es el bolivarianismo?¿Porque el nombre "revolución bolivariana"?¿Porque Chavez se declara bolivarianista?
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    Mensaje por EZLN Miér Sep 19, 2012 2:05 am

    Creo que se debe mas a una cuestión de carácter de identificación nacional, de orgullo histórico, el hecho de rescatar a figuras como bolivar o josé martí, implica primero, fomentar el conocimiento por la historia de el pais y por sus revolucionarios (aunque fuese otro tipo de revoluciones). Latinoamerica tiene esa tendencia, al menos en México se recata mucho la imagen de el Cura Miguel Hidalgo, pero se ignora por la mayoria de la población, que a diferencia de lo que se ha contado, no se trataba de un independentista. Era un sacerdote que queria el retorno de fernando VI al trono y se oponía a la corona de aquel entonces, de tal suerte que generó un movimiento social que fue utilizado por la casta politica de méxico (de origen español) para buscar la independencia de la corona española en uno de sus momentos de mayor debilidad.

    Perdon por desviarme, el asunto es que no creo que tenga connotaciones ideológicas reales la constante reivindicación de la figura de bolivar en venezuela por el presidente Hugo Chavez, aunque claro está, me puedo equivocar.
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    Mensaje por Roby Vie Sep 21, 2012 3:05 am

    Bolivar fue un latifundista, un tipo de mucho poder. Intento llevar a cabo "algo" desde su estracto social. Pero se dio cuenta que no podia llegar a nada desde esa postura. Asi que busco otros medios, y asi llego a los campesinos y a los desposeidos. Lucho junto a ellos por la liberacion de varios tarritorios dependientes (Gran Colombia, Peru, Bolivia).
    Bueno.. Mas alla de eso hay un escrito de Marx sobre Bolivar en el cual se la pudre muy feo, pero no quiere decir que fue un forro ni nada de eso.


    Con respecto a tu pregunta. En mi opinion, cuando se habla de Bolivarianismo hablamos del proyecto bolivariano de unir America, crendo los Estados Unidos de America del Sur. Bueno ese era el proyecto bolivariano.
    Chavez se declara de esa tendencia justamente por eso, ademas porque representa una figura muy admirable en su pais, como lo es San Martin aca en Argentina. Espero haberte ayudado compa.

    Saludos revolucionarios desde Argentina.

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    Mensaje por elcamaradasanchez Vie Sep 21, 2012 4:15 pm

    Doy gracias a los camaradas EZLN y Che por respinderme en que consiste el bolivarianismo (que se reduce a la unión sudamericana por lo que leí) y porque Chavez se considera bolivarianista, siendo el socialista y Bolivar conservador (supongo que la izquierda que se proclama bolivariana lo hace por la reinterpretación de estas ideas de unión sudamericana).

    Tambien doy gracias a los camaradas Ardaigh, Soldado Rojo, Habeas Corpus y Razion; por toda la información proporcionada sobre Bolivar.

    Supongo y espero que a partir de este momento (en el que ya ha quedado más o menos claro lo que es el bolivarianismo) este tema sirva para la aportación de nuevas informaciones e incluso debates.

    Saludos revolucionarios!! :hoz:
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    ¿Que es el bolivarianismo? Empty Marx sobre Bolivar

    Mensaje por Echospace Vie Sep 21, 2012 4:52 pm

    Aquí tenéis un artículo de Marx sobre Simón Bolivar.

    C. Marx

    BOLÍVAR Y PONTE

    (1858)


    BOLÍVAR Y PONTE, Simón, el "Libertador" de Colombia, nació el 24 de julio de 1783 en Caracas y murió en San Pedro, cerca de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Descendía de una de las familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se le envió Europa a la temprana edad de 14 años. De España pasó Francia y residió por espacio de algunos años en París. En 1802 se casó en Madrid y regresó a Venezuela, donde su esposa falleció repentinamente de fiebre amarilla. Luego de este suceso se trasladó por segunda vez a Europa y asistió en 1804 a la coronación de Napoleón como empe rador, hallándose presente, asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía. En 1809 volvió a su patria y, pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810. Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londres para comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico. El marqués de Wellesley, a la sazón ministro de relaciones exteriores, en apariencia le dio buena acogida. pero Bolívar no obtuvo más que la autorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertes derechos. A su regreso de Londres se retiró a la vida privada, nuevarnente, hasta que en setiembre de 1811 el general Miranda, por entonces comandante en jefe de las fuerzas rectas de mar y tierra, lo persuadió de que aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y el mando de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.

    Cuando los prisioneros de guerra españoles, que Miranda enviaba regularmente a Puerto Cabello para mantenerlos encerrados en la ciudadela, lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a Guaira y se retiró a su hacienda de San Mateo. Cuando la guarnición se enteró de la huida de su comandante, abandonó en buen orden la plaza, a la que ocupade inmediato los españoles al mando de Monteverde. Este acontecimiento inclinó la balanza a favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio español. El 30 de julio llegó Miranda a La Guaira, con la intención embarcarse en una nave inglesa. Mientras visitaba al coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos úna noche, en la residencia de Casas. A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios años de cautiverio. Ese acto, para cuya justificación se recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su país la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor de Monteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefe español declaró: "Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con laentrega de Miranda".

    Se autorizó así a Bolívar a que se embarcara con destino a Curazao, donde permaneció seis semanas. En cornpañía de su primo Ribas se trasladó luego a la pequeña república de Cartagena. Ya antes de su arribo habían huido a Cartagena gran cantidad de soldados, ex combatientes a las órdenes del general Miranda. Ribas les propuso emprender una expedición contra los españoles en Venezuela y reconocer a Bolívar como comandante en jefe. La primera propuesta recibió una acogida entusiasta; la segunda fue resistida, aunque finalmente accedieron, a condición de que Ribas fuera el lugarteniente de Bolívar. Manuel Rodríguez Torices, el presidente de la república de Cartagena, agregó a los 300 soldados así reclutados para Bolívar otros 500 hombres al mando de su primo Manuel Castillo. La expedición partió a comienzos de enero de 1813. Habiéndose producido rozamientos entre Bolívar y Castillo respecto a quién tenía el mando supremo, el segundo se retiró súbitamente con sus granaderos. Bolívar, por su parte, propuso seguir el ejemplo de Castillo y regresar a Cartagena, pero al final Ribas pudo persuadirlo de que al menos prosiguiera en su ruta hasta Bogotá, en donde a la sazón tenía su sede el Congreso de Nueva Granada. Fueron allí muy bien acogidos, se les apoyó de mil maneras y el congreso los ascendió al rango de generales. Luego de dividir su pequeño ejército en dos columnas, marcharon por distintos caminos hacia Caracas. Cuanto más avanzaban, tanto más refuerzos recibían; los crueles excesos de los españoles hacían las veces, en todas partes, de reclutadores para el ejército independentista. La capacidad de resistencia de los españoles estaba quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partes de su ejército se componían de nativos, que en cada encuentro se pasaban al enemigo; del otro debido a la cobardía de generales tales como Tízcar, Cajigal y Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a sus propias tropas. De tal suerte ocurrió que Santiago Mariño, un joven sin formación, logró expulsar de las provincias de Cumaná y Barcelona a los españoles, al mismo tiempo que Bolívar ganaba terreno en las provincias occidentales. La única sistencia seria la opusieron los españoles a la columna de Ribas, quien no obstante derrotó al general Monteverde en Los Taguanes y lo obligó a encerrarse en Puerto Cabello el resto de sus tropas.

    Cuando el gobernador de Caracas, general Fierro, tuvo noticias de que se acercaba Bolívar, le envió parlamentarios para ofrecerle una capitulación, la que se firmó en La Victoria. Pero Fierro, invadido por un pánico repentino y sin aguardar el regreso de sus propios emisarios, huyó secretamente por la noche y dejó a más de 1.500 españoles librados a la merced del enemigo. A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteótica. De pie, en un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la man, fue llevado en una media hora desde la entrada la ciudad hasta su residencia. Se proclamó "Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela" --Mariño había adoptado el título de "Dictador de las Provincias Orientales"--, creó la "Orden del Libertador", formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte. Pero, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. De este modo el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y las dispersas fuerzas del enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse. Mientras que a comienzos de agosto de 1813 Monteverde estaba encerrado en la fortalede Puerto Cabello y al ejército español sólo le quedaba una angosta faja de tierra en el noroeste de Venezuela, apenas tres meses después el Libertador había perdido su prestigio y Caracas se hallaba amenazada por la súbita aparición en sus cercanías de los españoles victoriosos, al mando de Boves. Para fortalecer su poder tambaleante Bolívar reunió, el 1de enero de 1814, una junta constituida por los vecinos caraqueños más influyentes y les manifestó que no deseaba soportar más tiempo el fardo de la dictadura. Hurtado de Mendoza, por su parte, fundamentó en un prolongado discurso "la necesidad de que el poder supremo se mantuviese en las manos del general Bolívar hasta que el Congreso de Nueva Granada pudiera reunirse y Venezuela unificarse bajo un solo gobierno". Se aprobó esta propuesta y, de tal modo, la dictadura recibió una sanción legal.

    Durante algún tiempo se prosiguió la guerra contra los españoles, bajo la forma de escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajas decisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó de Calabozo hasta La Puerta, donde los dos dictadores, Bolívar y Mariño, habían combinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades que las atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia, Bolívar huyó a Caracas, mientras que Mariño se escabullía hacia Cumaná. Puerto Cabello y Valencia cayeron en las manos de Boves, que destacó dos columnas (una de ellas al mando del coronel González) rumbo a Caracas, por distintas rutas. Ribas intentó en vano contener el avance de González. Luego de la rendición de Caracas a este jefe, Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puerto que zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia Barcelona. Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8 de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el "Bianchi", junto con Mariño y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados como desertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi, quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano, donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, se hicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida, publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.

    Habiéndose sumado Bolívar a una conspiración para derrocar al gobierno de Cartagena, tuvo que abandonar esa pequeña república y seguir viaje hacia Tunja, donde etaba reunido el Congreso de la República Federal de Nueva Granada. La provincia de Cundinamarca, en ese entonces, estaba a la cabeza de las provincias independientes que se negaban a suscribir el acuerdo federal neogranadino, mientras que Quito, Pasto, Santa Marta y otras provincias todavía se hallaban en manos de los españoles. Bolívar, que llegó el 22 de noviembre de 1814 a Tunja, designado por el congreso comandante en jefe de las fuerzas armadas federales y recibió la doble misión de obligar al presidente de la provincia de Cundinamarca a reconociera la autoridad del congreso y de marchar luego sobre Santa Marta, el único puerto de mar fortificado granadino aún en manos de los españoles. No presentó dificultades el cumplimiento del primer cometido, puesto que Bogotá, la capital de la provincia desafecta, carecía de fortificaciones. Aunque la ciudad había capitulado, Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan. En Santa Marta el general español Montalvo, disponía tan sólo de una débil guarnición de 200 hombres y de una plaza fuerte en pésimas condiciones defensivas, tenía apalabrado ya un barco francés para asegurar su propia huida; los vecinos, por su parte, enviaron un mensaje a Bolívar participándole que, no bien apareciera, abrirían las puertas de la ciudad y expulsarían a la guarnición. Pero en vez de marchar contra los españoles de Santa Marta, tal como se lo había ordenado el congreso, Bolívar se dejó arrastrar por su encono contra Castillo, el comandante de Cartagena, y actuando por su propia cuenta condujo sus tropas contra esta última ciudad, parte integral de la República Federal. Rechazado, acampó en Popa, un cerro situado aproximadamente a tiro de cañon de Cartagena. Por toda batería emplazó un pequeño cañón, contra una fortaleza artillada con unas 80 piezas. Pasó luego del asedio al bloqueo, que duró hasta comienzos de mayo, sin más resultado que la disminución de sus efectivos, por deserción o enfermedad, de 2.400 a 700 hombres. En el ínterin una gran expedición española comandada por el general Morillo y procedente de Cádiz había arribado a la isla Margarita, el 25 de marzo de 1815. Morillo destacó de inmediato poderosos refuerzos a Santa Marta y poco después sus fuerzas se adueñaron de Cartagena. Previamente, empero, el 10 de mayo 1815, Bolívar se había embarcado con una docena de oficiales en un bergantín artillado, de bandera británica, rumbo a Jamaica. Una vez llegado a este punto de refugio publicó una nueva proclama, en la que se presentaba como la víctima de alguna facción o enemigo secreto y defendía su fuga ante los españoles como si se tratara una renuncia al mando, efectuada en aras de la paz pública.

    Durante su estada de ocho meses en Kingston, los genrales que había dejado en Venezuela y el general Arismendi en la isla Margarita presentaron una tenaz resistencia las armas españolas. Pero después que Ribas, a quién Bolívar debía su renombre, cayera fusilado por los españoles tras la toma de Maturín, ocupó su lugar un hombre de condiciones militares aun más relevantes. No pudiendo desempeñar, por su calidad de extranjero, un papel autónomo en la revolución sudamericana, este hombre decidió entrar al servicio de Bolívar. Se trataba de Luis Brion. Para prestar auxilios a los revolucionarios se había hecho a la mar en Londres, rumbo a Cartagena, con una corbeta de 24 cañones, equipada en gran parte a sus propias expensas y cargada con 14.000 fusiles y una gran cantidad de otros pertrechos. Habiendo llegado demasiado tarde y no pudiendo ser útil a los rebeldes, puso proa hacia Cayos, en Haití, adonde muchos emigrados patriotas habían huido tras la capitulación de Cartagena. Entretanto Bolívar se había trasladado también a Puerto Príncipe donde, a cambio de su promesa de liberar a los esclavos, el presidente haitiano Pétion le ofreció un cuantioso apoyo material para una nueva expedición contra los españoles de Venezuela. En Los Cayos se encontró con Brion y los otros emigrados y en una junta general se propuso a sí mismo como jefe de la nueva expedición, bajo la condición de que, hasta la convocatoria de un cóngreso general, él reuniría en sus manos los poderes civil y militar. Habiendo aceptado la mayoría esa condición, los expedicionarios se hicieron a la mar el 16 de abril de 1816 con Bolívar como comandante y Brion en calidad de almirante. En Margarita, Bolívar logró ganar para su causa a Arismendi, el comandante de la isla, quien había rechazado a los españoles a tal punto que a éstos sólo les restaba un único punto de apoyo, Pampatar. Con la formal promesa de Bolívar de convocar un congreso nacional en Venezuela no bien se hubiera hecho dueño del país, Arismendi hizo reunir una junta en la catedral de Villa del Norte y proclamó públicamente a Bolívar jefe supremo de las repúblicas de Venezuela y Nueva Granada. El 31 de mayo de 1816 desembarcó Bolívar en Carúpano, pero no se atrevió a impedir que Mariño y Piar se apartaran de él y efectuaran, por su propia cuenta, una campaña contra Cumaná. Debilitado por esta separación y siguiendo los consejos de Brion se hizo a la vela rumbo a Ocumare [de la Costa], adonde arribó el 3 de julio de 1816 con 13 barcos, de los cuales sólo 7 estaban artillados. Su ejército se componía tan sólo de 650 hombres, que aumentaron a 800 por el reclutamiento de negros, cuya liberación había proclamado. En Ocumare difundió un nuevo manifiesto, en el que prometía "exterminar a los tiranos" y "convocar al pueblo para que designe sus diputados al congreso. Al avanzar en dirección a Valencia, se topó, no lejos de Ocumare, con el general español Morales, a la cabeza de unos 200 soldados y 100 milicianos. Cuando los cazadores de Morales dispersaron la vanguardia de Bolívar, éste, según un testigo ocular, perdió "toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote y subió a bordo del « Diana», dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio". Los reproches y exhortaciones de Brion lo indujeron a reunirse a los demás jefes en la costa de Cumaná; no obstante, como lo recibieron inamistosamente y Piar lo amenazó con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía, sin tardanza volvió a partir rumbo a Los Cayos. Tras meses y meses de esfuerzos, Brion logró finalmente persuadir a la mayoría de los jefes militares venezolanos -que sentían la necesidad de que hubiera un centro, aunque simplemente fuese nominal- de que llamaran una vez más a Bolívar como comandante en jefe, bajo la condición expresa de que convocaría al congreso y no se inmiscuiría en la administración civil. El 31 de diciembre de 1816 Bolívar arribó a Barcelona con las armas, municiones y pertrechos proporcionados por Pétion. El 2 de enero de 1817 se le sumó Arismendi, y el día 4 Bolívar proclamó la ley marcial y anunció que todos los poderes estaban en sus manos. Pero 5 días después Arismendi sufrió un descalabro en una emboscada que le tendieran los españoles, y el dictador huyó a Barcelona. Las tropas se concentraron nuevamente en esa localidad, adonde Brion le envió tanto armas como nuevos refuerzos, de tal suerte que pronto Bolívar dispuso de una nueva fuerza de 1.100 hombres. El 5 de abril los españoles tomaron la ciudad de Barcelona, y las tropas de los patriotas se replegaron hacia la Casa de la Misericordia, un edificio sito en las afueras. Por orden de Bolívar se cavaron algunas trincheras, pero de manera inapropiada para defender contra un ataque serio una guarnición de 1.000 hombres. Bolívar abandonó la posición en la noche del 5 de abril, tras comunicar al coronel Freites, en quien delegó el mando, que buscaría tropas de refresco y volvería a la brevedad. Freites rechazó un ofrecimiento de capitulación, confiado en la promesa, y después del asalto fue degollado por los españoles, al igual que toda la guarnición.

    Piar, un hombre de color, originario de Curazao, concibió y puso en práctica la conquista de la Guayana, a cuyo efecto el almirante Brion lo apoyó con sus cañoneras. El 20 de julio, ya liberado de los españoles todo el territorio, Piar, Brion, Zea, Mariño, Arismendi y otros convocaron en Angostura un congreso de las provincias y pusieron al frente del Ejecutivo un triunvirato; Brion, que detestaba a Piar y se interesaba profundamente por Bolívar, ya que en el éxito del mismo había puesto en juego su gran fortuna personal, logró que se designase al último como miembro del triunvirato, pese a que no se hallaba presente. Al enterarse de ello Bolívar, abandonó su refugio y se presentó en Angostura, donde, alentado por Brion, disolvió el congreso y el triunvirato y los remplazó por un "Consejo Supremo de la Nación", del que se nombró jefe, mientras que Brion y Francisco Antonio Zea quedaron al frente, el primero de la sección militar y el segundo de la sección política. Sin embargo Piar, el conquistador de Guayana, que otrora había amenazado con someter a Bolívar ante un consejo de guerra por deserción, no escatimaba sarcasmos contra el "Napoleón de las retiradas", y Bolívar aprobó por ello un plan para eliminarlo. Bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, Piar fue llevado ante un consejo de guerra presidido por Brion y, condenado a muerte, se le fusiló el 16 de octubre de 1817. Su muerte llenó a Mariño de pavor. Plenamente consciente de su propia insignificancia al hallarse privado del concurso de Piar, Mariño, en una carta abyectísima, calumnió públicamente a su amigo victimado, se dolió de su propia rivalidad con el Libertador y apeló a la inagotable magnanimidad de Bolívar.

    La conquista de la Guayana por Piar había dado un vuelco total a la situación, en favor de los patriotas, pues esta provincia sola les proporcionaba más recursos que las otras siete provincias venezolanas juntas. De ahí que todo el mundo confiara en que la nueva campaña anunciada por Bolívar en una flamante proclama conduciría a la expulsión définitiva de los españoles. Ese primer boletín, según el cual unas pequeñas partidas españolas que forrajeaban al retirarse de Calabozo eran "ejércitos que huían ante núestras tropas victoriosas", no tenía por objetivo disipar tales esperanzas. Para hacer frente a 4.000 españoles, que Morillo aún no había podido concentrar, disponía Bolívar de más de 9.000 hombres, bien armados y equipados, abundantemente provistos con todo lo necesario para la guerra. No obstante, a fines de mayo de 1818 Bolívar había perdido unas doce batallas y todas las provincias situadas al norte del Orinoco. Como dispersaba sus fuerzas, numéricamente superiores, éstas siempre eran batidas por separado. Bolívar dejó la dirección de la guerra en manos de Páez y sus demás subordinados y se retiró a Angostura. A una defección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total. En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados modificó nuevamente el curso de las cosas. En Angostura Bolívar encontró a Santander, natural de Nueva Granada, quien le solicitó elementos para una invasión a ese territorio, ya que la población local estaba pronta para alzarse en masa contra los españoles. Bolívar satisfizo hasta cierto punto esa petición. En el ínterin, llegó de Inglaterra una fuerte ayuda bajo la forma de hombres, buques y municiones, y oficiales ingleses, franceses, alemanes y polacos afluyeron de todas partes a Angostura. Finalmente, el doctor [Juan] Germán Roscio, consternado por la estrella declinante de la revolución sudamericana, hizo su entrada en escena, logró el valimiento de Bolívar y lo indujo a convocar, para el 15 de febrero de 1819, un congreso nacional, cuya sola mención demostró ser suficientemente poderosa para poner en pie un nuevo ejército de aproxi madamente 14.000 hombres, con lo cual Bolívar pudo pasar nuevamente a la ofensiva.

    Los oficiales extranjeros le aconsejaron diera a entender que proyectaba un ataque contra Caracas para liberar a Venezuela del yugo español, induciendo así a Morillo a retirar sus fuerzas de Nueva Granada y concentrarlas para la defensa de aquel país, tras lo cual Bolívar debía volverse súbitamente hacia el oeste, unirse a las guerrillas de Santander y marchar sobre Bogotá. Para ejecutar ese plan, Bolívar salió el 24 de febrero de 1819 de Angostura, después de designar a Zea presidente del congreso y vicepresidente de la república durante su ausencia. Gracias a las maniobras de Páez, los revolucionarios batieron a Morillo y La Torre en Achaguas, y los habrían aniquilado completamente si Bolívar hubiese sumado sus tropas a las de Páez y Mariño. De todos modos, las victorias de Páez dieron por resultado la ocupación de la provincia de Barinas, quedando expedita así la ruta hacia Nueva Granada. Como aquí todo estaba preparado por Santander, las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destino de Nueva Granada merced a las victorias sucesivas alcanzadas el 1 y 23 de julio y el 7 de agosto en la provincia de Tunja. El 12 de agosto Bolívar entró triunfalmente a Bogotá, mientras que los españoles, contra los cuales se habían sublevado todas las provincias de Nueva Granada, se atrincheraban en la ciudad fortificada de Mompós.

    Luego de dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe Bolívar marchó hacia Pamplona, donde paso mas de dos meses en festejos y saraos. El 3 de noviembre llego a Mantecal, Venezuela, punto que había fijado a los jefes patriotas para que se le reunieran con sus tropas Con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados, Bolívar debía hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos, cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes de los cuales, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a los españoles. Habiéndose retirado Morillo de San Fernando de Apure en dirección a San Carlos, Bolívar lo persiguió hasta Calabozo, de modo que ambos estados mayores, enemigos se encontraban apenas a dos días de marcha el uno del otro. Si Bolívar hubiese avanzado con resolución, sus solas tropas europeas habrían bastado para aniquilar a los españoles. Pero prefirió prolongar la guerra cinco años más.

    En octubre de 1819 el congreso de Angostura había forzado a renunciar a Zea, designado por Bolívar, y elegido en su lugar a Arismendi. No bien recibió esta noticia, Bolívar marchó con su legión extranjera sobre Angostura, tomó desprevenido a Arismendi, cuya fuerza se reducia a 600 nativos, lo deportó a la isla Margarita e invistió nuevamente a Zea en su cargo y dignidades. El doctor Roscio, que había fascinado a Bolívar con las perspectivas de un poder central, lo persuadió de que proclamara a Nueva Granada y Venezuela como "República de Colombia", promulgase una constitución para el nuevo estado --redactada por Roscio-- y permitiera la instalación de un congreso común para ambos países. El 20 de enero de 1820 Bolívar se encontraba de regreso en San Fernando de Apure. El súbito retiro de su legión extranjera, más temida por los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, brindó a Morillo una nueva oportunidad de concentrar refuerzos. Por otra parte, la noticia de que una poderosa expedición a las órdenes de O'Donnell estaba a punto de partir de la Península, levantó los decaídos ánimos del partido español. A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívar se las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820. Entretanto llegó de Europa la noticia de que la revolución en la isla de León había puesto violento fin a la programada expedición de O'Donnell. En Nueva Granada, 15 de las 22 provincias se habían adherido al gobierno de Colombia, y a los españoles sólo les restaban la fortaleza de Cartagena y el istmo de Panamá. En Venezuela, 6 de las 8 provincias se sometieron a las leyes colombianas. Tal era el estado de cosas cuando Bolívar se dejó seducir por Morillo y entró con él en tratativas que tuvieron por resultado, el 25 de noviembre de 1820, la concertación del convenio de Trujillo, por el que se establecía una tregua de seis meses. En el acuerdo de armisticio no figuraba una sola mención siquiera a la Republica de Colombia, pese a que el congreso había prohibido, a texto expreso, la conclusión de ningún acuerdo con el jefe español si éste no reconocía previamente la independencia de la república.

    El 17 de diciembre, Morillo, ansioso de desempeñar un papel en España, se embarcó en Puerto Cabello y delegó el mando supremo en Miguel de Latorre; el 10 de marzo de 1821 Bolívar escribió a Latorre participándole que las hostilidades se reiniciarían al término de un plazo de 30 días. Los españoles ocupaban una sólida posición en Carabobo, una aldea situada aproximadamente a mitad de camino entre San Carlos y Valencia; pero en vez de reunir allí todas sus fuerzas, Latorre sólo había concentrado su primera división, 2.500 infantes y unos 1.500 jinetes, mientras que Bolívar disponía aproximadamente de 6.000 infantes, entre ellos la legión británica, integrada por 1.100 hombres, y 3.000 llaneros a caballo bajo el mando de Páez. La posición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos. A la cabeza de una columna constituida fundamentalmente por la legión británica, Páez, siguiendo un atajo, envolvió el ala derecha del enemigo; ante la airosa ejecución de esa maniobra, Latorre fúe el primero de los españoles en huir a rienda suelta, no deteniéndose hasta llegar a Puerto Cabello, donde se encerró con el resto de sus tropas. Un rápido avance del ejército victorioso hubiera producido, inevitablemente, la rendición de Puerto Cabello, pero Bolívar perdió su tiempo haciéndose homenajear en Valencia y Caracas. El 21 de setiembre de 1821 la gran fortaleza de Cartagena capituló ante Santander. Los últimos hechos de armas en Venezuela --el combate naval de Maracaibo en agosto de 1823 y la forzada rendición de Puerto Cabello en julio de 1824-- fueron ambos la obra de Padilla. La revolución en la isla de León, que volvió imposible la partida de la expediúión de O'Donnell, y el concurso de la legión británica, habían volcado, evidentemente, la situación a favor de los colombianos.

    El Congreso de Colombia inauguró sus sesiones en enero de 1821 en Cúcuta; el 30 de agosto promulgó la nueva constitución y, habiendo amenazado Bolívar una vez mas con renunciar, prorrogó los plenos poderes del Libertador. Una vez que éste hubo firmado la nueva carta constitucional, el congreso lo autorizó a emprender la campaña de Quito (1822), adonde se habían retirado los españoles tras ser desalojados del istmo de Panamá por un levantamiento general de la población. Esta campaña, que finalizó con la incorporación de Quito, Pasto y Guayaquil a Colombia, se efectuó bajo la dirección nominal de Bolívar y el general Sucre, pero los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo de ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos, y en particular al coronel Sands. Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Peru --1823-1824-- Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringio sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria. Pero en Colombia había surgido un serio antagonismo entre los centralistas, o bolivistas, y los federalistas, denominación esta última bajo la cual los enemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales militares de Bolívar. Cuando el Congreso dé Colombia, a instancias de Bolívar, formuló una acusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último respondió con una revuelta abierta, la que contaba secretamente con el apoyo y aliento del propio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso del Perú, Bolívar trajo además de su guardia de corps 1.800 soldados peruanos, presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarse con Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad en Venezuela, no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomó partido abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; el decreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concedió poderes dictatoriales.

    En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logro reunir un congreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, La Plata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo a su nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Las tropas colombiams destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativos que efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron una violenta insurrección. Los pruanos eligieron al general Lamar presidente de su república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropas colombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia, finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos, estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno y otro. La Convención de Ocaña, convocada por Bolívar para reformar la constitución de modo que su poder no encontrara trabas, se inauguró el 2 de marzo de 1828 con la lectura de un mensaje cuidadosamente redactado, en el que se realzaba la necesidad de otorgar nuevos poderes al ejecutivo. Habiéndose evidenciado, sin embargo, que el proyecto de reforma constitucional diferiría esencialmente del previsto en un principio, los amigos de Bolívar abandonaron la convención dejándola sin quórum, con lo cual las actividades de la asamblea tocaron a su fin. Bolívar, desde una casa de campo situada a algunas millas de Ocaña, publicó un nuevo manifiesto en el que pretendía estar irritado con los pasos dados por sus partidarios, pero al mismo tiempo atacaba al congreso, exhortaba a las provincias a que adoptaran medidas extraordinarias y se declaraba dispuesto a tomar sobre sí la carga del poder si ésta recaía en sus hombros. Bajo la presión de sus bayonetas, cabildos abiertos reunidos en Caracas, Cartagena y Bogotá, adonde se había trasladado Bolívar, lo invisteron nuevamente con los poderes dictatoriales. Una intentona de asesinarlo en su propio dormitorio en Bogotá, de la cual se salvó sólo porque saltó de un balcón en plena noche y permaneció agazapado bajo un puente, le permitió ejercer durante algún tiempo una especie de terror militar. Bolívar, sin embargo, se guardó de poner la mano sobre Santander, pese a que éste había participado en la conjura, mientras que hizo matar al general Padilla, cuya culpabilidad no había sido demostrada en absoluto, pero que por ser hombre de color no podía ofrecer resu tencia alguna.

    En 1829, la encarnizada lucha de las facciones desgarra ba a la república y Bolívar, en un nuevo llamado a la ciudadanía, la exhortó a expresar sin cortapisas sus deseos en lo tocante a posibles modificaciones de la constitución. Como respuesta a ese manifiesto, una asamblea de notables reunida en Caracas le reprochó públicamente su ambiciones, puso al descubierto las deficiencias de gobierno, proclamó la separación de Venezuela con respecto a Colombia y colocó al frente de la primera al general Páez. El Senado de Colombia respaldó a Bolivar, pero nuevas insurrecciones estallaron en diversos lugares. Tra haber dimitido por quinta vez, en enero de 1830 Bolívar aceptó de nuevo la presidencia y abandonó a Bogotá para guerrear contra Páez en nombre del congreso colombiano. A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000 hombres, tomó Caracuta, que se había sublevado, y se dirigió hacia la provincia de Maracaibo, donde Páez lo esperaba con 12.000 hombres en una fuerte posición. No bien Bolívar se enteró de que Páez proyectaba combatir seriamente, flaqueó su valor. Por un instante, incluso, pensó someterse a Páez y pronunciarse contra el congreso. Pero decreció el ascendiente de sus partidarios en ese cuerpo y Bolívar se vio obligado a presentar su dimision ya que se le dio a entender que esta vez tendría que atenerse a su palabra y que, a condición de que se retirara al extranjero, se le concedería una pensión anual. El 27 de abril de 1830, por consiguiente, presentó su renuncia ante el congreso. Con la esperanza, sin embargo, de recuperar el poder gracias a la influencia de sus adeptos, y debido a que se había iniciado un movimiento de reacción contra Joaquín. Mosquera, el nuevo presidente de Colombia, Bolívar fue postergando su partida de Bogotá y se las ingenió para prolongar su estada en San Pedro hasta fines de 1830, momento en que falleció repentinamente.

    Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: "Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjunto, de mejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasioness y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiatico para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas."

    Por un decreto del Congreso de Nueva Granada los restos mortales de Bolívar fueron trasladados en 1842 a Caracas, donde se erigió un monumento a su memoria.

    Véase: Histoire de Bolivar par Gén. Ducoudray-Holstein, continuée jusqu'á sa mort par Alphonse Viollet (Paris, 1831); Memoirs of Gen. John Miller (in the service of the Republic of Peru; Col. Hippisley's Account of his Journey to the Orinoco (London, 1819).

    Artículo publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia. Escrito en enero de 1858. Apareció en la edición alemana de MEW, t. XIV, pp. 217-231. Digitalizado para MIA-Sección en Español por Juan R. Fajardo, y transcrito a HTML por Juan R. Fajardo, febrero de 1999.
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    ¿Que es el bolivarianismo? Empty Re: ¿Que es el bolivarianismo?

    Mensaje por Razion Vie Sep 21, 2012 4:59 pm

    Buscando la frase en que el Che se refería a Marx y su interpretación de Bolivar, encontré un texto interesante (que no leí aclaro), por ahí les sirva.

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    Introducción:

    "A Marx, como pensador - decía Ernesto Che Guevara -, como investigador de las
    doctrinas sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir, pueden, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el
    análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos, dando por sentadas incluso
    ciertas teorías de las razas o las nacionalidades inadmisibles hoy"
    .
    Lo que ya destacaba el Che Guevara en 1960, se ha presentado en nuestros días en forma crítica
    entre varios marxistas latinoamericanos al recordarse, por un lado, el bicentenario
    del nacimiento de Simón Bolívar y, por el otro, el centenario de la muerte de
    Marx. Un problema que parece de lealtades. Lealtad como latinoamericano a la
    obra y trascendencia de Bolívar y, como marxista a la doctrina revolucionaria de
    éste. Lo cierto es que, cada uno en su campo, en el de la acción libertadora, y en el
    de la doctrina que ofrece instrumentos para ampliar esas acciones, siguen vigentes. Una vigencia que no debe ser vista como contradictoria. El Che Guevara lejos
    de hacerse problema del desencuentro planteado dice: "Pero los grandes hombres
    descubridores de verdades luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, y estas sirven solamente para demostrarnos que son humanos, es decir, seres que
    pueden incurrir en errores, aun con la clara conciencia de la altura alcanzada por
    estos gigantes del pensamiento".

    Otro artículo interesante de Nestor Kohan (no incluyo las referencias, que las pueden encontrar en el enlace, y lo miré más que leerlo).
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    Del Bolívar de Karl Marx al marxismo bolivariano del siglo XXI

    Néstor Kohan
    Rebelión


    ¿Adónde irá Bolívar? ¡Al brazo de los hombres

    para que defiendan de la nueva codicia,

    y del terco espíritu viejo, la tierra

    donde será más dichosa y bella la humanidad!

    (José Martí Discurso del 28 de octubre de 1893)


    Les repitió por milésima vez la conduerma de que el golpe mortal

    contra la integración fue invitar a los Estados Unidos

    al Congreso de Panamá, como Santander lo hizo por su cuenta y riesgo,

    cuando se trataba de nada menos que de proclamar la unidad de la América.

    (Gabriel García Márquez "El general en su laberinto")


    Un bicentenario para repensar sin miedo
    Cuando en 1989 se cumplió el bicentenario de la Revolución francesa la cultura política europea rememoró antiguos debates postergados. Las urgencias políticas del momento no dejaron margen a la serenidad. ¡Había que liquidar con premura y caiga quien caiga toda huella de pensamiento crítico! La bochornosa caída del muro de Berlín prometía arrasar con cualquier proyecto de emancipación radical que pretendiera ir más allá del límite histórico alcanzado por la Revolución francesa de1789 (revolución que, dicho sea de paso, no era concebida de manera integral como habían sugerido las investigaciones de Albert Soboul y otros clásicos de la historiografía marxista sino que incluso era reducida a la caricatura del denominado “ terror jacobino” 1 ).

    Dos décadas después de aquella celebración europea que pretendía enterrar definitivamente a Karl Marx bajo el polvo y los escombros de esa pared caída en Berlín, las piruetas del calendario remiten ahora a otra fecha histórica, centrada en esta oportunidad en América Latina. En este nuevo bicentenario del año 2010 nos encontramos cara a cara con el inicio en 1810 de la independencia continental frente al colonialismo europeo 2 . Nuevamente afloran numerosos debates políticos e interrogantes teóricos postergados donde la discusión sobre el pasado nos sugiere repensar el horizonte presente y futuro.

    Pero nuestro tiempo es notablemente distinto al clima asfixiante de 1989... Dos décadas después de la caída del muro de Berlín, el sistema capitalista atraviesa una nueva crisis aguda, sólo comparable con la de 1929. Nos encontramos bien lejos de la euforia etílica que emborrachó la futurología neoliberal de Francis Fukuyama así como también de la orgía triunfalista de Bush padre y su cómplice germano Helmut Kohl. En todo el orbe crecen hoy las resistencias y la indisciplina, se generalizan las tensiones sociales y las contradicciones antagónicas del capital emergen exacerbadas a flor de piel.

    En ese nuevo marco mundial Estados Unidos (y su sistema vigilante de policía mundial disfrazado de “multiculturalismo”) se enfrenta a nuevos disidentes radicales. Retorna a escena la prédica antiimperialista, el viejo sueño de hermandad latinoamericana, los ideales libertarios y proyectos emancipadores todavía incumplidos de Simón Bolívar, José Carlos Mariátegui y Ernesto Che Guevara. Una tradición de pensamiento crítico que este nuevo bicentenario nos invita a repensar, recuperar y actualizar.



    Bolívar y el problema (inconcluso) de la nación latinoamericana

    Durante los últimos años desde los centros académicos que marcan y condicionan la agenda del debate teórico se decretó el fallecimiento repentino y se labró el acta de defunción “definitiva” del estado-nación. Con la emergencia de la globalización, se nos dijo, dejó de tener sentido la lucha por la liberación nacional en los países dependientes, periféricos, coloniales o semicoloniales ya que supuestamente habría desaparecido el imperialismo y ningún estado-nación ocuparía ese rol tan característico de la dominación del capital que marcó a fuego todo el siglo XX 3 .

    Dejando a un lado la refutación de ese lugar común tan difundido por los monopolios de (in)comunicación, de endeble fundamentación teórica, débil sostenimiento empírico y sospechosa posición política 4 , creemos que hoy se torna necesario e imperioso abordar y retomar esta problemática desde un ángulo bien distinto.

    A diferencia de la tradicional “cuestión nacional” tal como fue abordada por los clásicos del marxismo europeo —naciones oprimidas y aisladas que luchaban por romper esa dominación y desplegar su soberanía al interior de su propio estado nación—, la cuestión nacional latinoamericana poseía y posee otra dimensión, riqueza, extensión y complejidad. En el caso europeo, muchas veces las naciones ya estaban constituidas desde inicios de la modernidad y lo que quedaba aún pendiente era sacarse de encima la indignante bota imperial de las naciones opresoras. Polonia fue, quizás, uno de los casos emblemáticos junto con Irlanda en el siglo XIX. La misma Irlanda y fundamentalmente Euskal Herria (el país vasco) constituyen todavía en la actualidad un fenómeno análogo de opresión nacional.

    Sin embargo, cuando abordamos esta misma discusión en América Latina el problema se condensa y se complejiza todavía más. Porque en nuestro continente, la pugna por constituir una gran nación integradora frente a la dominación (externa e interna) estuvo presente de manera inacabada e inconclusa desde sus mismos inicios.

    Ya en 1810, y desde entonces en adelante, el proyecto político independentista aspiraba en sus promotores más radicales constituir una gran nación latinoamericana (sus clases dominantes y las elites locales, débiles, mezquinas y miopes socias menores de la dominación externa, fueron también responsables del fracaso de ese ambicioso proyecto de soberanía integral). En este sentido la nación no estaba en Nuestra América constituida esperando a que se la libere. Había que constituirla al mismo tiempo que emanciparla.

    La nación latinoamericana, « un solo país, la Patria Grande », como la denominaba el libertador Simón Bolívar [1783-1830], es todavía hoy, dos siglos después, un proyecto inconcluso, pendiente y a futuro.

    Retomar ese proyecto nos permitiría descentrar los falsos dilemas que dicotomizan el debate con los falsos términos de globalización desterritorializada versus nacionalismo estrecho y provinciano. Cosmopolitismo falsamente universal (que en realidad generaliza como “universal” valores y culturas típicas y exclusivas del american way of life ) versus fundamentalismos parroquiales (cuanto más débiles, más intolerantes).

    El proyecto político que impulsó Simón Bolívar en las luchas de independencia era mucho más complejo, rico y radical que esa idea fofa, amorfa, vagamente humanitarista y absolutamente genérica, muy a gusto del pensamiento “políticamente correcto” de nuestros días, al estilo de las ONGs europeas o norteamericanas o incluso de la UNESCO. Bolívar pensaba sus proyectos incluyendo como eje la educación popular (qué él resumía como “ Moral y luces ” siguiendo a su maestro Simón Rodríguez [1769-1853]) pero siempre a partir de la confrontación. La única libertad auténtica se conquista luchando. La batalla de las ideas sola y aislada es buena, pero sin confrontación jamás podrá vencer. La hegemonía constituye la combinación de la persuasión del consenso pero al mismo tiempo de la confrontación a través del ejercicio de la fuerza material. La zorra y el león.

    El libertador había proyectado e imaginado su utopía radical de «Patria Grande» del siguiente modo: “ Es una idea prodigiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y unza religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse [...]” 5 . En el mismo sentido sostenía: “ Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo , menos por su extensión y riquezas que por su libertad y su gloria ” 6 .

    Aunque se negaba a construir castillos utópicos en el aire debido a las guerras de liberación (que desarrollaba junto con José de San Martín [1778-1850] en el sur y otros revolucionarios continentales que compartieron y pelearon por ese mismo proyecto durante aquella época) y a las disputas internas que desangraban el continente, Bolívar aspiraba a un sistema republicano —el más avanzado en aquel entonces— para esa Patria Grande. Educado por el maestro Simón Rodríguez, ponía a la igualdad en lo más alto de su pensamiento: “ He conservado intacta la ley de las leyes —la igualdad— sin ella perecen todas las garantías, todos los derechos. A ella debemos hacer los sacrificios. A sus pies he puesto, cubierta de humillación, a la infame esclavitud ” 7

    De allí que afirme: “ Por estas razones pienso que los americanos, ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos , y me parece que esos deseos se conformarán con las miras de Europa ” 8 .

    Esa república era concebida por Bolívar como una instancia intermedia de equilibrio entre “la libertad indefinida, ilimitada y la democracia absoluta” —para él el ideal, pero que no concibe como posible pues sería necesario contar con “ángeles, no hombres”— y el despotismo tiránico. Resumiendo ese sentido republicano, donde no se cansa de elogiar las elecciones periódicas (para que el pueblo no se acostumbre a obedecer y el gobierno no se acostumbre sólo a mandar, según sus propias palabras), Bolívar resume su proyecto afirmando que no combate “ por el poder, ni por la fortuna, ni aun por la gloria, sino tan solo por la libertad ” 9 .

    La salida estratégica era, a contramano de tanto “nacionalismo” estrecho, provinciano y parroquial, la unidad continental contra la dominación: “ Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración [...] lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unión , ciertamente, mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino de efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos ” 10 . Idea que reafirma una y otra vez sosteniendo: “ Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa ” 11 .


    Clase y nación

    En nuestra América, liberarnos entonces de la dominación colonial, neocolonial e imperialista presupone al mismo tiempo construir la Patria Grande. No habrá liberación nacional sin emancipación social y jamás lograremos reorganizar la nueva sociedad sobre bases no capitalistas ni mercantiles si al mismo tiempo no logramos constituir ese proyecto inacabado de Patria Grande, rompiendo con toda sumisión y dependencia. No hay ni puede haber dos “etapas” separadas (como le gustaba repetir al señor Stalin) ni dos revoluciones diferentes: el proceso de la revolución latinoamericana es y deberá ser al mismo tiempo socialista de liberación nacional, es decir, de liberación continental. La dominación de clase y la cuestión nacional no conforman procesos escindidos en tiempo y espacio sino hilos de un mismo tejido social que se conformó de esa forma —subordinada al sistema capitalista mundial a través de sus socios locales, las burguesías lúmpenes y dependientes— desde nuestros inicios históricos.

    Por eso Mariátegui —el primer marxista de Nuestra América— pudo escribir un siglo después de Bolívar que “La misma palabra Revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: «antiimperialista», «agrarista», «nacionalista-revolucionaria». El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos”12.

    Ese es precisamente el programa bolivariano y mariateguista que retoma y actualiza Ernesto Che Guevara en el último de sus mensajes al mundo, oportunidad en la que partiendo de su experiencia concreta al frente de la Revolución cubana sintetiza su interpretación sociológica e historiográfica de la historia de Nuestra América, de donde deduce un proyecto estratégico y político a futuro: “Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo —si alguna vez la tuvieron— y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución.”13.

    Hoy, en el siglo XXI, ya está completamente fuera de discusión que ese proyecto mariateguiano y guevarista de revolución socialista continental o, en otras palabras, ese proyecto de Patria Grande antiimperialista y socialista al mismo tiempo, está inspirado directamente en el ideario independentista bolivariano.


    El «Bolívar» de Marx
    Sin embargo no podemos ni debemos desconocer las agudas tensiones que marcaron la relación entre el universo cultural inspirado en los sueños libertarios de Simón Bolívar y la lectura política que se deriva de la concepción materialista de la historia y la filosofía de la praxis cuyo padre fundador ha sido Karl Marx.

    Varios problemas pasaron a la herencia del movimiento revolucionario latinoamericano y mundial debidos al tan poco feliz artículo escrito por Marx a fines de 1857 y comienzos de 1858, mientras redactaba la primera versión de El Capital, hoy conocida como los Grundrisse (cuya redacción sólo interrumpe momentáneamente por necesidades económicas). En aquel trabajo periodístico-biográfico Marx se esfuerza por denostar a Bolívar hasta el límite que le permite su prosa, envolviéndolo en una suerte de bonapartismo reaccionario14.

    En la gestación del artículo incidieron diversas variables. Para sobrevivir exiliado en Londres, Marx comienza a trabajar como periodista, colaborando a la distancia en el New York Daily Tribune —por entonces uno de los periódicos más leídos de EEUU— por invitación de Charles Anderson Dana [1819-1897]. En su correspondencia Marx reconoce que ese trabajo es realizado por necesidad: “El continuo estercolero periodístico me aburre. Me ocupa mucho tiempo, dispersa mis esfuerzos y, en último análisis, no es nada [...] Las obras puramente científicas son algo completamente diferente”. No obstante, esos artículos le permiten ampliar la mirada y desprenderse de muchos tics eurocéntricos que habían teñido su prosa en años anteriores15. Algunos escritos y artículos del período los incorpora, incluso, a El Capital. Engels lo ayuda (redactando textos que Marx firma para cobrarlos). En total, el Tribune publica 487 artículos de Marx: 350 escritos por él, 125 por Engels y 12 en colaboración. Marx mantiene ese vínculo periodístico desde 1851 hasta 1862.

    En abril de 1857 Charles Dana invita a Marx a colaborar también sobre temas militares en la Nueva Enciclopedia Americana (comprende 16 volúmenes y más de 300 colaboradores). En total, la Enciclopedia publica 67 artículos de Marx y Engels, 51 de ellos escritos por Engels (con investigación de Marx en el Museo Británico). La colaboración de ambos no pasa de la letra “C”. Entre otros, Marx escribe el capítulo “Bolivar y Ponte” sobre el libertador americano (aproximadamente entre septiembre de 1857 y enero de 185816).

    Como ya señalamos, Marx realiza una evaluación sumamente negativa de Bolívar. No comprende su papel de primer orden en la emancipación continental del colonialismo español ni su proyecto de construir una gran nación latinoamericana («la Patria Grande» en el lenguaje de Bolívar).

    Resulta más que probable que las fuentes historiográficas —férreamente opositoras al líder independentista— que Marx encuentra en el Museo Británico y en consecuencia utiliza tiñan su sesgado análisis. Para investigar, Marx recurría siempre a las bibliotecas públicas y en ellas sólo encontró esa bibliografía disponible.

    Su pequeño ensayo biográfico se basa principalmente en los trabajos del general francés H.L.V. Ducoudray Holstein (que llevan por título Memorias de Simón Bolívar, presidente Libertador de la República de Colombia, y de sus principales generales; historia secreta de la revolución y de los hechos que la precedieron, de 1807 al tiempo presente. Boston, 1829); en las Memorias del general Miller al servicio de la República del Perú de los hermanos británicos William y John Miller (Londres, 1828 y 1829, dos volúmenes) y en los trabajos del coronel británico Gustavo Hippisley (tituladas Una narración de la expedición a las riberas del Orinoco y e Apure, en Suramérica; la cual salió en Inglaterra en noviembre de 1817, y se integró a las fuerzas patrióticas en Venezuela y Caracas. Londres, 1829). Todos ellos son soldados europeos que, por diversos motivos, mantuvieron conflictos personales con Bolívar17.

    Analizando críticamente esas mismas fuentes pertenecientes a “tres autores conocidos y considerados como los mayores desertores de la Legión Británica” y tratando además de sistematizar ese injustificado ataque de Marx en toda la línea, Vicente Pérez Silva enumera las acusaciones contra el libertador que bosqueja la pluma de Marx: a) oportunismo, b) cobardía, c) traición, d) realismo, e) fanfarronería, f) deserción, g) imprevisión, h) irresponsabilidad, i), venganza, j) tendencia o gusto por la dictadura, k) incapacidad, l) indolencia y finalmente m) ambición18. De todas ellas no se deriva sino una opinión prejuiciosa, que realmente asombra pues ese estilo de escritura y de investigación se encuentra ausente en el 99% de la obra de Marx, paradigma universal si los hay de lo que debe ser un investigador científico y crítico.

    Para justificar la superficialidad o lo erróneo de esos juicios históricos de Marx se ha subrayado que su autor escribió esas líneas sobre Bolívar con extrema rapidez y únicamente con el fin de ganarse el pan, robándole tiempo a lo que más le interesaba en ese momento que era comenzar a redactar nada menos que El Capital, lo cual no deja de ser cierto. Sin embargo, el objetivo alimenticio-salarial no resulta suficiente para legitimar esa incomprensión prejuiciosa pues el mismo Marx le confiesa a Engels que el editor Dana le ha reprochado el “estilo partisano” empleado en el mencionado artículo19. Es decir que Marx no escribe así respondiendo a una demanda de su empleador —como suele suceder en el periodismo comercial— sino por decisión propia, incluso contrariando la opinión de su editor, quien se queja y le reprocha dicho ataque20.

    Esforzándose por indagar una razón más profunda de este desencuentro de Marx con Bolívar, Ana María Rivadeo sostiene: “La historia de América Latina se caracteriza, en efecto, en ese momento, por la ausencia de una voluntad nacional y popular de las elites criollas que habían encabezado la independencia. Esta debilidad de las elites, aunada a la ausencia de masas populares con un proyecto autónomo, configuran una situación histórica que no favorece la apertura, en el pensamiento de Marx, de un horizonte de búsqueda teórica análogo al que ya había considerado para otros procesos, o a los que consideraría en el futuro— Irlanda, Rusia”21.

    De todos modos, justo es subrayar y destacar que en su discutible escrito sobre Simón Bolívar, aun lleno de dudosas e ilegítimas impugnaciones contra el libertador americano, Karl Marx no deja de reconocer que “La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal”22.


    ¿Polemizar con el populismo abandonando a Bolívar?

    Lo paradójico del asunto reside en que no sólo Marx —por las limitaciones señaladas— equivocó el camino cuando debía encontrarse con Bolívar. Varias décadas después uno de los principales fundadores del marxismo latinoamericano, Aníbal Norberto Ponce, vuelve a incurrir en idéntico error.

    Erudito, original y creador —él fue probablemente la principal fuente en la que incursionó el Che Guevara a la hora de reflexionar y escribir sobre “el hombre nuevo” como núcleo del socialismo y la sociedad del futuro—, Ponce apela al discutible artículo de Marx para polemizar con el populismo latinoamericano. Con ese objetivo publica en el primer número de su revista Dialéctica aquel trabajo sobre Simón Bolívar23, reproducido con la intención de contrarrestar los artículos “Por la emancipación de América latina” del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre y “Bolivarismo y Monroísmo” del mexicano José Vasconcelos. Ponce no sólo lo publica sino que además lo celebra, al describirlo “tan jugoso a pesar de su aspecto seco y áspero”. En lugar de disputarle al populismo fundado por el APRA de Haya de la Torre la tradición antiimperialista —como hicieron Mariátegui en Perú y también Mella, primero en Cuba y luego en México—, Ponce cree convertirse en un auténtico “marxista” despojándose de toda ligazón con la herencia bolivariana. Notable error que si en tiempos de Marx era, después de todo, comprensible por la falta de información y el carácter sesgado de la escasa bibliografía accesible en el Museo Británico sumada a las otras circunstancias mencionadas en las que escribió su ensayo, en Ponce no deja de constituir un tropezón teórico que nada le debe ni le aporta al pensamiento socialista, comunista y revolucionario de Nuestra América24. Sobre ese tipo de errores se apoyarán diversos adversarios y polemistas del marxismo, provenientes tanto de la Academia oficial como del nacionalismo burgués25.

    Aun siendo un discípulo directo del libro Humanismo burgués y humanismo proletario de Aníbal Ponce —de quien adopta su reiterada insistencia en el humanismo marxista y en la construcción del “hombre nuevo”—, Ernesto Che Guevara marca distancia en torno a la crítica injusta de Marx hacia Bolívar que había celebrado su maestro argentino. Por eso, al intentar reflexionar sobre la ideología que inspiró a la Revolución Cubana el Che escribe: “A Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas teorías de las razas o las nacionalidades inadmisibles hoy. Pero los grandes hombres descubridores de verdades luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, y estas sirven solamente para demostrarnos que son humanos, es decir, seres que pueden incurrir en errores, aún con la clara conciencia de la altura alcanzada por estos gigantes de pensamiento. Es por ello que reconocemos las verdades esenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y científico de los pueblos y los tomamos con la naturalidad que nos da algo que ya no necesita discusión”26.

    Guevara rescataba entonces la necesidad de crear al “hombre nuevo” que había enseñado Ponce, pero como pensaba que era más necesario y vigente que nunca el proyecto de crear la Patria Grande latinoamericana, no celebraba ni compartía el artículo de Marx sobre Bolívar que aquel había publicado para discutir con el populismo.

    Quizás por mantener este punto de vista, al final de su vida, en las selvas de Bolivia, el Che llevaba en su mochila guerrillera —junto con su cuaderno de notas militares (ya publicado en 1967 como Diario de Bolivia , hoy famoso) y su cuaderno de notas y extractos filosóficos (todavía inédito en el año 2010)— un cuaderno de poesías. En ese cuaderno verde, donde Guevara reproducía las poesías que más amaba y que tanto lo habían marcado en su experiencia vital, elaborando algo así como su antología personal, encontramos escrita de su puño y letra... “Un canto para Bolívar” de Pablo Neruda 27 . Si en los campamentos guerrilleros de Bolivia les daba para leer y estudiar a sus combatientes las historias de la guerra de liberación de José de San Martín, Juana Azurduy y otros revolucionarios de 1810 28 , también llevaba en su mochila el recuerdo incandescente de Simón Bolívar. Guevara además de sanmartiniano y martiano, no cabe duda, era un bolivariano convencido. Sabía bien que en Nuestra América la mejor manera de ser un marxista revolucionario consecuente, incluso a pesar de la apreciación errónea del maestro Marx, es ser bolivariano.


    El marxismo bolivariano del siglo XXI
    Varias décadas después del asesinato del Che Guevara a manos de la CIA y el ejército boliviano (porque el Che, conviene recordarlo frente a tanto hipócrita que hoy lo homenajea como si fuera Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta, no se murió en su cama de muerte natural ni de un resfrío...) el mensaje insumiso retorna.

    El posmodernismo ya tuvo sus dos minutos de fama y sus treinta segundos de gloria. Que en paz descanse, rodeado de tumbas académicas, becas millonarias y las pompas fúnebres de grandes monopolios de (in)comunicación. Sus ventrílocuos locales continúan moviendo las manos y la boca, siguen buscando oídos jóvenes para inculcar resignación y “realismo”, pero ahora casi nadie los escucha.

    En Nuestra América vuelven a sonar los tambores de la rebelión. Cada vez se escuchan más cerca. Día a día son menos los que creen que el futuro está debajo de la bandera prepotente de los Estados Unidos de Norteamérica.

    Bolívar vuelve a inspirar nuevas rebeldías, las antiguas y otras nuevas que resignifican sus antiguas proclamas de liberación continental incorporando nuevas demandas, derechos y exigencias populares.

    Su inspiración contemporánea, a la altura del siglo XXI, asume las formas más variadas y los estilos más diversos, atravesando desde los movimientos sociales hasta los sacerdotes tercermundistas, desde los gobiernos bolivarianos hasta la lucha insurgente y guerrillera, desde el presidente Hugo Chávez 29 hasta el Movimiento Continental Bolivariano (MCB) 30 y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) 31 . No es casual. Todos se inspiran en Simón Bolívar...

    ¿Este resurgir de la prédica bolivariana constituye una expresión de “folclore latino” y una exótica cortina de humo tropical o expresa la crisis profunda de una manera posmoderna de entender la historia donde únicamente se destacaban las discontinuidades, los cortes absolutos y “el caprichoso, contingente y aleatorio suceder de capas geológicas” (como le gustaba decir a Michel Foucault)? ¿El hecho político y teórico de nuevas luchas sociales actuales que marcan una continuidad explícita y directa con las luchas históricas del pasado no merecería una reflexión de largo aliento y una nuevo programa de investigación dejando atrás los equívocos posestructuralistas de los años ’80 y ‘90?

    En el horizonte del siglo XXI vuelve a aparecer el antiguo pero nuevo proyecto integrador de todas las formas de lucha convergiendo en el sueño rebelde de la Patria Grande, una sola gran nación latinoamericana, una revolución socialista a escala continental y mundial. Un proyecto radical cuya nueva racionalidad histórica aspira a sembrar la diversidad multicolor de voces, luchas y rebeldías dentro de un suelo común de hegemonía socialista, antiimperialista y anticapitalista. No es cierto que “desapareció el sujeto”. ¡No! El sujeto vuelve y retorna multiplicado con mucha más fuerza (y menos ingenuidad) que antes.

    Dejando atrás el cinismo del doble discurso, el macartismo, la razón de Estado, la demonización y el delgado límite de las protestas “permitidas” (siempre restringidas a tímidas reformas de guetto, fagocitables dentro de las instituciones del sistema); el ejemplo insumiso de Bolívar nos invita a recuperar la vocación de poder —trágicamente «olvidada» o denostada por los nuevos reformismos—, la ética inflexible y la rebeldía indomesticable de los viejos comuneros, los bolcheviques, los combatientes libertarios y comunistas, los partisanos, los maquis, los guerrilleros insurgentes y todos los luchadores y luchadoras del tercer mundo.

    Si en este bicentenario Karl Marx anduviera por nuestros barrios, ¿no caminaría al lado nuestro repitiendo con José Martí “Patria es humanidad” y llevando en el hombro, también él, su bandera de Bolívar?

    Saludos compañeros

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