En torno a la praxis: Marx y las Tesis sobre Feuerbach
Carlos F. Lincopi Bruch - septiembre de 2020
tomado de Marx desde cero
—3 mensajes—
Apuntes preliminares
Leer, releer y repasar la Tesis sobre Feuerbach es cada vez más importante. En este breve documento de Karl Marx se encuentra el germen que permite la reconstrucción y renovación del marxismo en miras al siglo XXI. Lo curioso es que la renovación teórica del marxismo surja del propio Marx, en realidad, no es tan extraño si consideramos que el marxismo del siglo XX fue, en esencia, un marxismo con ausencia de Marx o, en el mejor de los casos, un marxismo con un Marx cercenado y leído fragmentariamente. Lo hemos dicho en otros documentos, junto con la construcción de un “marxismo” vulgar, dogmático, sin Marx, en el corazón de la Segunda Internacional y, luego con la Tercera Internacional en el puño de la Unión Soviética, subterráneamente se irá desarrollando otro marxismo posible, un marxismo entendido como filosofía de la praxis. La distancia es enorme e inclusive antagónica, para el materialismo vulgar –de tipo soviético– la revolución se encuentra determinada por las fatales “leyes de la historia”, para la filosofía de la praxis, la revolución es fundamentalmente el resultado de la actividad revolucionaria del ser humano y, en realidad, siguiendo a Walter Benjamin, lo que hace la praxis es destruir esas fatales leyes de la historia, esa tormenta que arrastra al ángel hacia ese futuro vacío que llamamos “progreso”.
Al momento de escribir las Tesis sobre Feuerbach, Marx se encontraba en Bruselas, había migrado con su compañera Jenny von Westphalen desde París, no sin problemas. La policía belga temía que Marx publicara documentos revolucionarios, la policía prusiana ejercía presión para su extradición, tenía problemas económicos, en fin, elementos que si bien dificultaron su llegada, no impidieron que Marx pudiera establecerse finalmente en Bélgica1 y escribir sus Tesis en la primavera de 1845. Sin embargo, ¿cuándo vieron luz estas tesis?, recién en 1891 y como apéndice a una obra de Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. La publicación es, por tanto, tardía en relación al desarrollo del movimiento obrero europeo y los primeros partidos “socialdemócratas”, se desarrolla cuando ya existe una visión economicista y evolucionista del marxismo, fuertemente influenciado por obras de Friedrich Engels (el verdadero padre de la socialdemocracia europea), como el Anti-Dühring (1878) o Del socialismo utópico al socialismo científico (1880). Existe ya, en ese momento, una versión más o menos oficial de lo que se entendía por marxismo del cual se alimentarán Karl Kautsky y Georg Plejanov, inspiradores intelectuales de la futura generación que liderará la revolución bolchevique. Es por esta razón, que hacia finales del siglo XIX el concepto praxis no figurará extensivamente en las discusiones marxianas (menos aún, alienación, enajenación, cosificación, humanismo, entre otros términos).
Lo que sí sabemos, es que estas tesis influenciaron a toda una generación de marxistas, entre ellos a Antonio Labriola que, en su Discorrendo di socialismo e di filosofia decía a Sorel: “la evolución histórica del hombre, se encuentra en el proceso de la praxis, y al decir praxis, desde este punto de vista de la totalidad, se pretende eliminar la oposición vulgar entre práctica y teoría”.2 En otra de las cartas a Sorel, se inscribiría en la historia del marxismo crítico dándole un nombre a nuestra concepción de mundo: “…con esto volvemos a la filosofía de la praxis que es la médula del materialismo histórico…”.3 El marxismo comenzaba lenta y subterráneamente a ser entendido como filosofía de la praxis.
Más adelante, György Lukács comenzaba su ensayo titulado ¿Qué es el marxismo ortodoxo? con la célebre tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos se han limitado a interpretar variamente el mundo; pero lo que importa es transformarlo.” En los años 30’, en Italia, Antonio Gramsci se referirá al marxismo como filosofía de la praxis. En los años 60’ una nueva serie de publicaciones tendrán como fuente inspiradora las Tesis sobre Feuerbach, es así que obras como Dialéctica de lo concreto de Karel Kosík o Filosofía de la praxis de Adolfo Sánchez Vázquez, entre otras que, forman parte de esta historia del marxismo a contrapelo, como filosofía de la praxis. En el presente documento realizaremos una interpretación posible de las Tesis sobre Feuerbach.
El momento interpretativo de la realidad o concepto de lo real
En nuestra lectura de las Tesis sobre Feuerbach existe un momento propiamente interpretativo de la realidad, un concepto de lo real. Marx plantea en la tesis I que “…la falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) reside en que solo capta la cosa (Gegenstand), la realidad, lo sensible, bajo la forma del objeto (Objekt) o de la contemplación (Anschauung), no como actividad humana sensorial, como práctica; no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, en cuento tal…”4
¿Qué es auténticamente lo real? Para cierta forma de conciencia, que Hegel llama certeza sensible lo único verdadero es lo que se capta a través de los sentidos, es la realidad simple como objeto, aparentemente sin mediaciones, es el objeto ahí en el mundo, es una forma de conciencia desarrollada en el ámbito de lo singular o de la singularidad, en contraposición a la totalidad (como el proceso todo de las mediaciones). La realidad entendida de esa forma, desde el punto de vista del viejo materialismo o del materialismo vulgar, escinde el objeto de conocimiento – lo real – con respecto al sujeto que conoce. Para otros, la realidad auténtica se encuentra velada por el mundo de la apariencia sensible y lo real será la idea, la realidad en sí, aprehendida como concepto. Es decir, lo real para el sujeto. En algunos casos es inaccesible, para el sujeto que conoce, algo así como un concepto de lo real. Para Marx, no es posible partiendo de la unilateralidad que tiene el materialismo contemplativo aprehender un concepto de lo real, precisamente porque la realidad histórica, en su dimensión objetual, tiene un contenido propiamente subjetivo. Lo real es porque hay desenvolvimiento del sujeto en el mundo, a través de su actividad. Por esto, el idealismo ha llegado más lejos en la comprensión de lo real o, al menos, ha considerado el aspecto propiamente subjetivo como un aspecto importante de lo real.
En la Fenomenología del espíritu, Hegel señalaba: “La razón es la certeza de la conciencia de ser toda realidad; de este modo expresa el idealismo el concepto de la razón.”5 Mientras que en el prólogo al mismo texto sostenía que: “…solo lo espiritual es lo real…”6 Por otra parte, en su Enzyclopäediae der philosophischen Wissenschaften im Grundrisse, o también conocida en su nombre en español como Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Hegel planteaba que: “…La verdad que está siendo en y para sí, verdad que es la razón, es la simple identidad de la subjetividad del concepto y de su objetividad…” 7 Para el idealismo alemán, o en particular, para Hegel, el materialismo contemplativo es el estadio más primitivo de la conciencia, es el primer estadio de la conciencia, es la pura certeza sensible. La contemplación sensible, en este sentido, en el proyecto hegeliano es comprendida plenamente, como un mero momento, de la Fenomenología del espíritu. La autoconciencia, la conciencia de sí en el mundo y no la pura conciencia de lo otro –el mundo – es un concepto del idealismo alemán y como tal, será aprehendida por Marx, en el sentido de que el mundo también ha sido objetivación de la actividad humana, lo objetivo, encierra en sí, un contenido subjetivo. En vez de autoconciencia, Marx dirá el hombre8 y lo real como la unidad entre el hombre y su actividad en el mundo, éste último, como resultado de la actividad humana aprehendida históricamente. El materialismo contemplativo es la mera conciencia-de-lo otro (el mundo objetual), el idealismo alemán ha comprendido este elemento y lo ha superado (conciencia del mundo objetual y conciencia de sí en el mundo objetual) aprehendiendo al sujeto – la autoconciencia – como una entidad constitutiva de lo real, Marx, simplemente, ha humanizado el idealismo alemán y en lugar de la autoconciencia ha puesto al hombre como entidad constitutiva de la unidad entre el pensamiento y el ser, unidad que se desarrolla en el mundo a través de su propia actividad.
El concepto de lo real para Marx, no será la repetición del viejo materialismo o del viejo idealismo. Marx, al menos, pretende una superación de ambas posiciones. Marx reprocha a Feuerbach el comprender la práctica solo en su “sucia forma judaica”, pero no como actividad revolucionaria, como actividad crítico-práctica9, esto es, el desenvolvimiento negativo del sujeto en el mundo. En la tesis III sobre Feuerbach, por su parte, Marx sostiene que las circunstancias, es decir, lo real es creado y modificado por la actividad revolucionaria del ser humano.10
Para Adolfo Sánchez Vázquez, el núcleo medular de la crítica de Marx a Feuerbach reside en que: “…Feuerbach…ve en lo real, en el objeto, el “otro” del sujeto, algo opuesto a él, en vez de considerarlo subjetivamente, como el producto de su actividad humana.”11 En este sentido, Feuerbach entiende el objeto en su dimensión puramente negativa en relación al sujeto, a diferencia del idealismo alemán que considera la razón como conciencia de ser toda realidad (en este sentido, mucho más avanzado que Feuerbach), lo que no había logrado determinar el idealismo es el motivo por el cual la razón, efectivamente, pueda ser conciencia de toda realidad. Para Marx, la posibilidad de aprehender la unidad del concepto y objeto reside en el hecho de que el objeto es una determinación de la actividad práctica del hombre/mujer, la razón, desde un punto de vista marxista, es la conciencia de que el hombre/mujer desarrolla las determinaciones de lo real por medio de su actividad en el mundo, de una parte piensa su actividad, de otra, la objetiva, creando objetos en el mundo. Ahora bien, esa es la determinación de Marx, desde el punto de vista de la conciencia común, no-crítica, su existencia sigue desarrollándose en el ámbito de la certeza sensible, no aprehende el concepto de lo real, como actividad humana. Por esta razón, Marx hablará en otros escritos del “fetichismo” de la mercancía, de la cosificación o del trabajo enajenado, como un estadio en el cual la conciencia se desarrolla en un ámbito puramente contemplativo, en el cual, el objeto creado a partir del trabajo, se le presenta al sujeto como un producto extraño, ajeno. La reconciliación de los productos del trabajo humano con sus creadores, los trabajadores, en el ámbito de su conciencia, es el advenimiento de la razón, cuya objetivación en el mundo no es otra cosa que la revolución. La razón, en la época de la modernidad capitalista, se encuentra en el pensamiento crítico-revolucionario y en la actividad revolucionaria.
Finalmente, tenemos que el concepto de lo real, para Marx, solo puede ser comprendido desde el punto de vista de la indisociable unidad entre el sujeto y el objeto, cuya mediación se desarrolla a través de la praxis que permite la concreción del movimiento de lo real. La realidad histórica, en su determinación última, es movimiento que concrece a través de la actividad humana en el mundo.
Carlos F. Lincopi Bruch - septiembre de 2020
tomado de Marx desde cero
—3 mensajes—
Apuntes preliminares
Leer, releer y repasar la Tesis sobre Feuerbach es cada vez más importante. En este breve documento de Karl Marx se encuentra el germen que permite la reconstrucción y renovación del marxismo en miras al siglo XXI. Lo curioso es que la renovación teórica del marxismo surja del propio Marx, en realidad, no es tan extraño si consideramos que el marxismo del siglo XX fue, en esencia, un marxismo con ausencia de Marx o, en el mejor de los casos, un marxismo con un Marx cercenado y leído fragmentariamente. Lo hemos dicho en otros documentos, junto con la construcción de un “marxismo” vulgar, dogmático, sin Marx, en el corazón de la Segunda Internacional y, luego con la Tercera Internacional en el puño de la Unión Soviética, subterráneamente se irá desarrollando otro marxismo posible, un marxismo entendido como filosofía de la praxis. La distancia es enorme e inclusive antagónica, para el materialismo vulgar –de tipo soviético– la revolución se encuentra determinada por las fatales “leyes de la historia”, para la filosofía de la praxis, la revolución es fundamentalmente el resultado de la actividad revolucionaria del ser humano y, en realidad, siguiendo a Walter Benjamin, lo que hace la praxis es destruir esas fatales leyes de la historia, esa tormenta que arrastra al ángel hacia ese futuro vacío que llamamos “progreso”.
Al momento de escribir las Tesis sobre Feuerbach, Marx se encontraba en Bruselas, había migrado con su compañera Jenny von Westphalen desde París, no sin problemas. La policía belga temía que Marx publicara documentos revolucionarios, la policía prusiana ejercía presión para su extradición, tenía problemas económicos, en fin, elementos que si bien dificultaron su llegada, no impidieron que Marx pudiera establecerse finalmente en Bélgica1 y escribir sus Tesis en la primavera de 1845. Sin embargo, ¿cuándo vieron luz estas tesis?, recién en 1891 y como apéndice a una obra de Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. La publicación es, por tanto, tardía en relación al desarrollo del movimiento obrero europeo y los primeros partidos “socialdemócratas”, se desarrolla cuando ya existe una visión economicista y evolucionista del marxismo, fuertemente influenciado por obras de Friedrich Engels (el verdadero padre de la socialdemocracia europea), como el Anti-Dühring (1878) o Del socialismo utópico al socialismo científico (1880). Existe ya, en ese momento, una versión más o menos oficial de lo que se entendía por marxismo del cual se alimentarán Karl Kautsky y Georg Plejanov, inspiradores intelectuales de la futura generación que liderará la revolución bolchevique. Es por esta razón, que hacia finales del siglo XIX el concepto praxis no figurará extensivamente en las discusiones marxianas (menos aún, alienación, enajenación, cosificación, humanismo, entre otros términos).
Lo que sí sabemos, es que estas tesis influenciaron a toda una generación de marxistas, entre ellos a Antonio Labriola que, en su Discorrendo di socialismo e di filosofia decía a Sorel: “la evolución histórica del hombre, se encuentra en el proceso de la praxis, y al decir praxis, desde este punto de vista de la totalidad, se pretende eliminar la oposición vulgar entre práctica y teoría”.2 En otra de las cartas a Sorel, se inscribiría en la historia del marxismo crítico dándole un nombre a nuestra concepción de mundo: “…con esto volvemos a la filosofía de la praxis que es la médula del materialismo histórico…”.3 El marxismo comenzaba lenta y subterráneamente a ser entendido como filosofía de la praxis.
Más adelante, György Lukács comenzaba su ensayo titulado ¿Qué es el marxismo ortodoxo? con la célebre tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos se han limitado a interpretar variamente el mundo; pero lo que importa es transformarlo.” En los años 30’, en Italia, Antonio Gramsci se referirá al marxismo como filosofía de la praxis. En los años 60’ una nueva serie de publicaciones tendrán como fuente inspiradora las Tesis sobre Feuerbach, es así que obras como Dialéctica de lo concreto de Karel Kosík o Filosofía de la praxis de Adolfo Sánchez Vázquez, entre otras que, forman parte de esta historia del marxismo a contrapelo, como filosofía de la praxis. En el presente documento realizaremos una interpretación posible de las Tesis sobre Feuerbach.
El momento interpretativo de la realidad o concepto de lo real
En nuestra lectura de las Tesis sobre Feuerbach existe un momento propiamente interpretativo de la realidad, un concepto de lo real. Marx plantea en la tesis I que “…la falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) reside en que solo capta la cosa (Gegenstand), la realidad, lo sensible, bajo la forma del objeto (Objekt) o de la contemplación (Anschauung), no como actividad humana sensorial, como práctica; no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, en cuento tal…”4
¿Qué es auténticamente lo real? Para cierta forma de conciencia, que Hegel llama certeza sensible lo único verdadero es lo que se capta a través de los sentidos, es la realidad simple como objeto, aparentemente sin mediaciones, es el objeto ahí en el mundo, es una forma de conciencia desarrollada en el ámbito de lo singular o de la singularidad, en contraposición a la totalidad (como el proceso todo de las mediaciones). La realidad entendida de esa forma, desde el punto de vista del viejo materialismo o del materialismo vulgar, escinde el objeto de conocimiento – lo real – con respecto al sujeto que conoce. Para otros, la realidad auténtica se encuentra velada por el mundo de la apariencia sensible y lo real será la idea, la realidad en sí, aprehendida como concepto. Es decir, lo real para el sujeto. En algunos casos es inaccesible, para el sujeto que conoce, algo así como un concepto de lo real. Para Marx, no es posible partiendo de la unilateralidad que tiene el materialismo contemplativo aprehender un concepto de lo real, precisamente porque la realidad histórica, en su dimensión objetual, tiene un contenido propiamente subjetivo. Lo real es porque hay desenvolvimiento del sujeto en el mundo, a través de su actividad. Por esto, el idealismo ha llegado más lejos en la comprensión de lo real o, al menos, ha considerado el aspecto propiamente subjetivo como un aspecto importante de lo real.
En la Fenomenología del espíritu, Hegel señalaba: “La razón es la certeza de la conciencia de ser toda realidad; de este modo expresa el idealismo el concepto de la razón.”5 Mientras que en el prólogo al mismo texto sostenía que: “…solo lo espiritual es lo real…”6 Por otra parte, en su Enzyclopäediae der philosophischen Wissenschaften im Grundrisse, o también conocida en su nombre en español como Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Hegel planteaba que: “…La verdad que está siendo en y para sí, verdad que es la razón, es la simple identidad de la subjetividad del concepto y de su objetividad…” 7 Para el idealismo alemán, o en particular, para Hegel, el materialismo contemplativo es el estadio más primitivo de la conciencia, es el primer estadio de la conciencia, es la pura certeza sensible. La contemplación sensible, en este sentido, en el proyecto hegeliano es comprendida plenamente, como un mero momento, de la Fenomenología del espíritu. La autoconciencia, la conciencia de sí en el mundo y no la pura conciencia de lo otro –el mundo – es un concepto del idealismo alemán y como tal, será aprehendida por Marx, en el sentido de que el mundo también ha sido objetivación de la actividad humana, lo objetivo, encierra en sí, un contenido subjetivo. En vez de autoconciencia, Marx dirá el hombre8 y lo real como la unidad entre el hombre y su actividad en el mundo, éste último, como resultado de la actividad humana aprehendida históricamente. El materialismo contemplativo es la mera conciencia-de-lo otro (el mundo objetual), el idealismo alemán ha comprendido este elemento y lo ha superado (conciencia del mundo objetual y conciencia de sí en el mundo objetual) aprehendiendo al sujeto – la autoconciencia – como una entidad constitutiva de lo real, Marx, simplemente, ha humanizado el idealismo alemán y en lugar de la autoconciencia ha puesto al hombre como entidad constitutiva de la unidad entre el pensamiento y el ser, unidad que se desarrolla en el mundo a través de su propia actividad.
El concepto de lo real para Marx, no será la repetición del viejo materialismo o del viejo idealismo. Marx, al menos, pretende una superación de ambas posiciones. Marx reprocha a Feuerbach el comprender la práctica solo en su “sucia forma judaica”, pero no como actividad revolucionaria, como actividad crítico-práctica9, esto es, el desenvolvimiento negativo del sujeto en el mundo. En la tesis III sobre Feuerbach, por su parte, Marx sostiene que las circunstancias, es decir, lo real es creado y modificado por la actividad revolucionaria del ser humano.10
Para Adolfo Sánchez Vázquez, el núcleo medular de la crítica de Marx a Feuerbach reside en que: “…Feuerbach…ve en lo real, en el objeto, el “otro” del sujeto, algo opuesto a él, en vez de considerarlo subjetivamente, como el producto de su actividad humana.”11 En este sentido, Feuerbach entiende el objeto en su dimensión puramente negativa en relación al sujeto, a diferencia del idealismo alemán que considera la razón como conciencia de ser toda realidad (en este sentido, mucho más avanzado que Feuerbach), lo que no había logrado determinar el idealismo es el motivo por el cual la razón, efectivamente, pueda ser conciencia de toda realidad. Para Marx, la posibilidad de aprehender la unidad del concepto y objeto reside en el hecho de que el objeto es una determinación de la actividad práctica del hombre/mujer, la razón, desde un punto de vista marxista, es la conciencia de que el hombre/mujer desarrolla las determinaciones de lo real por medio de su actividad en el mundo, de una parte piensa su actividad, de otra, la objetiva, creando objetos en el mundo. Ahora bien, esa es la determinación de Marx, desde el punto de vista de la conciencia común, no-crítica, su existencia sigue desarrollándose en el ámbito de la certeza sensible, no aprehende el concepto de lo real, como actividad humana. Por esta razón, Marx hablará en otros escritos del “fetichismo” de la mercancía, de la cosificación o del trabajo enajenado, como un estadio en el cual la conciencia se desarrolla en un ámbito puramente contemplativo, en el cual, el objeto creado a partir del trabajo, se le presenta al sujeto como un producto extraño, ajeno. La reconciliación de los productos del trabajo humano con sus creadores, los trabajadores, en el ámbito de su conciencia, es el advenimiento de la razón, cuya objetivación en el mundo no es otra cosa que la revolución. La razón, en la época de la modernidad capitalista, se encuentra en el pensamiento crítico-revolucionario y en la actividad revolucionaria.
Finalmente, tenemos que el concepto de lo real, para Marx, solo puede ser comprendido desde el punto de vista de la indisociable unidad entre el sujeto y el objeto, cuya mediación se desarrolla a través de la praxis que permite la concreción del movimiento de lo real. La realidad histórica, en su determinación última, es movimiento que concrece a través de la actividad humana en el mundo.
Última edición por lolagallego el Miér Dic 16, 2020 9:52 pm, editado 1 vez