Cuando en un post anterior, hice mención de Engels en su crítica a Duhring quise, además de invitar al estudio del la exposición popular de Engels sobre la aparición de las clases y la explotación del hombre por el hombre, resaltar el carácter de la crítica a Duhring. RDC parece no haberse dado cuenta, de otra forma no insistiría en el tipo de análisis que realiza.
El inicio de su crítica a la posición de Stalin y del Partido del Trabajo de Albania no corresponde a la concepción materialista de la historia.
No empezó su crítica explicándonos cómo y por qué las clases explotadoras y la explotación del hombre por el hombre seguían existiendo en la fase del desarrollo socialista que estamos discutiendo aquí.
No inició su crítica explicando su posición con un análisis histórico, económico y social.
No nos explicó cómo la base económica del socialismo permitía e integraba en su sistema la persistente explotación del hombre por el hombre;
no nos explicó el carácter sistemático de esa explotación y la ubicación de la clase explotadora.
No nos explicó cómo es posible que la burguesía pueda explotar a la clase dominante (la clase obrera) en la sociedad socialista. No nos explicó, por lo menos, esas cosas.
Lo delata su propia crítica: en su primer mensaje (nº 22), RDC no dice que la “tesis de la supresión de la clases explotadoras…” es contraria a la teoría marxista de las clases y la lucha de clases, como debería plantearse el problema, desde el punto de vista marxista; lo que RDC dice es que “es contraria a la tesis marxista del Estado”. Su análisis tiene un punto de partida equivocado:
parte de lo político y se explica desde lo político. Por eso en el mensaje nº 22, la fundamentación de la posición de RDC tiene más de lógica aristotélica que de análisis marxista de las clases en el socialismo:
1) “el Estado es un órgano de represión de una clase social sobre otra u otras”;
2) “para que el Estado exista debe haber alguna clase social a la que reprimir”;
3) bajo la dictadura del proletariado, esa clase a reprimir sólo puede ser una clase explotadora.
Es decir, RDC asume una posición
por deducción, por “lógica”, por descarte, y cree que es suficiente ese juego de palabras para sustentar su crítica. Pero, no, no es suficiente y mucho menos es el método marxista de hacerlo. La definición y el análisis de clase social
no parte de lo político sino de lo económico. Y la apropiación del producto (en consecuencia, “la explotación de los obreros” del que nos habla RDC) no se explica por el robo o la violencia En esto radica el error del análisis y la posición de RDC en este tema. Engels había advertido contra esto en su crítica a Duhring (que era muy dado explicar fenómenos económicos como la propiedad privada, la apropiación del producto excedente, el sometimiento del hombre por el hombre… atribuyéndolos a causas políticas, al poder, al robo, a la violencia…):
“La idea de que lo decisivo en la historia son las acciones políticas del poder y del Estado es tan vieja como la historiografía misma, y es también la causa principal de que se haya conservado tan poco acerca del desarrollo de los pueblos, el movimiento silencioso y realmente impulsor que procede como trasfondo de esas sonoras escenas. Esta idea ha dominado toda la historiografía del pasado…”.
(Engels, Anti-Duhring)
En contradicción con lo dicho por Engels, Zhang Chunqiao (después de abordar de manera acertada ciertos aspectos) pretende
también explicar la presencia de capitalismo en el sistema socialista confundiendo totalmente los términos y adoptando una posición idealista. Para evitar abordar el tema desde el punto de vista económico, como corresponde, se escuda en la frase de Lenin (“la política es la expresión concentrada de la economía”) –que supuestamente lo exonera de explicar el fenómeno económico– y enuncia axiomas sin base en la realidad:
La política es la expresión concentrada de la economía. El que sea correcta o no la línea ideológica y política y en manos de qué clase esté la dirección decide qué clase posee de hecho esas fábricas.
Nuestros camaradas podrán recordar cómo se convirtió en socialista una empresa del capital burocrático o del capital nacional. ¿Acaso no fue con nuestro envío de un representante encargado del control militar o un representante del sector estatal allí a transformarla de acuerdo con la línea y la política del Partido?
…
…En la actualidad, todavía existen muchas aldeas fortificadas de la burguesía. Cuando una sea destruida, surgirá otra. Incluso cuando no quede más que una después de eliminadas todas las demás en el futuro, no desaparecerá sola si no llega la escoba de hierro de la dictadura del proletariado, Lenin dijo con toda razón: "Por todos estos motivos, la dictadura del proletariado es necesaria".
(Zhang Chunqiao, Acerca de la dictadura omnímoda sobre la burguesía)
De acuerdo a este desaguisado, las fábricas en el socialismo
pueden cambiar de color según la línea política del director de turno, sin importar la realidad económica de la unidad fabril, sin considerar su ubicación en el conjunto del sistema socialista. Si es un revisionista el que dirige la fábrica, ésta se hace automáticamente capitalista; por el contrario, si es un representante enviado que actúa de acuerdo con la línea marxista, la fábrica recupera su naturaleza socialista. Esta historia se puede repetir una y otra vez, con la fábrica cambiando de color
intermitentemente (¿?), de acuerdo a la línea política del director. No es difícil pensar, de acuerdo a esta tesis peregrina, que una fábrica puede ser capitalista por una semana y tal vez por un día o dos, dependiendo de la rapidez de la respuesta de la dictadura del proletariado para echar a los elementos burgueses. De esta forma,
la cambiante “base económica” es
explicada en última instancia por fenómenos de naturaleza política.
Según esta tesis estas fábricas bajo dirección revisionista se constituyen en “aldeas fortificadas de la burguesía” (¿o quizás en “zonas liberadas capitalistas” en el seno de la sociedad socialista?). De este modo en el sistema socialista encontramos empresas capitalistas que
aparecen y desaparecen, según la línea política de sus directivos: lo que suceda en el plano económico es secundario.
Engels atacó este tipo de razonamiento:
“Todo trabajador socialista, independientemente de su nacionalidad, sabe muy bien que el poder se limita a proteger la explotación, pero no la crea; que el fundamento de su explotación es la relación entre el capital y el trabajo asalariado”.
(Engels, Anti-Duhring)
Es precisamente esa relación capital-trabajo bajo el socialismo la que se escamotea, la que no se explica y, mucho menos, se demuestra. Y es que para el análisis idealista no es necesario explicar el fundamento económico de “la explotación de los obreros” bajo el socialismo, porque se asume erróneamente en este caso que la línea política “lo decide todo”.
Por otra parte, se pretende pasar a esos elementos capitalistas individuales, aislados y dispersos, como la clase explotadora en el socialismo, olvidando el carácter social del capital y del capitalismo:
“Ser capitalista significa ocupar no sólo una posición puramente personal en la producción, sino también una posición social. El capital es un producto colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad y, en última instancia, sólo por la actividad conjunta de todos los miembros de la sociedad. El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social”.
(Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista)
RDC
no explica cómo ese capitalismo (que nos describe) en la sociedad socialista avanzada es un
producto colectivo, puesto en movimiento por la
actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad. No nos describe la existencia de esa burguesía capitalista
explotadora, bajo el socialismo, como
fuerza social.
Lo único que nos presenta como fundamental en su posición es la presencia de “directores, técnicos y cuadros corruptos” que
roban, se quedan con parte del producto del trabajo de los trabajadores, y
se constituyen de esta forma en capitalistas bajo el socialismo. Pero para ser capitalistas hay que disponer de propiedad privada (no importan los títulos de propiedad en este caso), hay que disponer de los medios de producción para someter a la clase obrera al trabajo asalariado y los medios de apropiación del valor creado por la clase obrera, y la clase obrera tiene que verse obligada a vender su fuerza de trabajo.
Explicar un régimen de propiedad y apropiación como resultado del robo y la violencia es equivocado. Según el marxismo el robo y la violencia pueden influir en quien posee la propiedad pero no crean la propiedad privada capitalista.
“La propiedad privada no aparece en absoluto en la historia como resultado exclusivo del robo y de la violencia… Siempre que se desarrolla la propiedad privada, ello ocurre a consecuencia de un cambio en la situación y las relaciones de producción e intercambio, en interés del aumento de la producción y de la promoción del tráfico, es decir, por causas económicas. La violencia no desempeña en ello ningún papel. Pues es claro que tiene que existir previamente la institución de la propiedad privada para que el bandido pueda apropiarse bien ajeno, y que, por tanto, la violencia puede sin duda alterar la situación patrimonial, pero no puede crear la propiedad privada como tal.”
(Engels, Anti-Duhring)
Es cierto que el robo y la violencia han jugado un papel importante en la historia, particularmente en el desarrollo del capitalismo. En
El capital, Marx explica ese papel en el proceso de la llamada acumulación originaria. Y en ese sentido, sí tiene algo de parecido el robo, la apropiación de parte del plusvalor producido por la clase obrera en el socialismo, por “directores, técnicos y cuadros corruptos”. Es decir, una especie de acumulación originaria para la restauración del capitalismo. Porque la restauración del capitalismo no es igual a una camarilla revisionista que toma el poder y cambia el “color” del Estado y de la economía de manera instantánea (como podríamos colegir de la cita anterior de Zhang Chunqiao). No, la restauración capitalista es un proceso (no muy largo, en mi opinión, pero sí complejo), un proceso de desmantelamiento de la base económica del socialismo y su sustitución progresiva por un régimen capitalista, conducido por una camarilla revisionista. En la URSS, por ejemplo, una de las más importantes medidas de Jruschov en el poder no fue aumentar los sueldos a los funcionarios del Estado, las empresas y el Partido ni ampliar la estructura y escala salarial, ni aumentar la autonomía de los directores de empresas, una de sus más importantes medidas fue atentar directamente contra la propiedad socialista de los medios de producción, vendiendo a los koljoses los medios de producción agrícolas fundamentales, vendiendo las estaciones de maquinarias y equipos que el Estado puso a disposición del sistema cooperativista en el campo, incorporándolas al circuito mercantil, ampliando el mercado. Una medida de reversión, que iba en sentido contrario de la rueda de la historia y que Stalin había criticado y rechazado como se puede ver en su “Carta a los camaradas A.V. Sánina y V.G. Vénzher”.
Pero volvamos a Engels que enseñando a Duhring –que veía las cosas al revés–, decía sobre las precondiciones de la propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre:
“El sometimiento del hombre a servidumbre, en cualquiera de sus formas, presupone en el que lo somete la disposición sobre los medios de trabajo sin los cuales no podría utilizar al sometido... En todos los casos se presupone, pues, una riqueza que rebasa el término medio. ¿Cómo se ha originado esa riqueza? Es claro que puede ser robada, es decir, basarse en la violencia, pero también está claro que ello no es en absoluto necesario. Esa riqueza superior al término medio puede haber sido conseguida con el trabajo, con el robo, con el comercio, hasta con la ficción y la estafa. Es más: tiene incluso necesariamente que haber sido conseguida por el trabajo, antes de poder ser robada en algún sentido”.
(Engels, Anti-Duhring)
Para que la posición del “director, técnico cuadro corrupto” tenga un carácter capitalista, ya no debe explicarse mediante el robo, aunque éste se repita muchas veces, sino
mediante un régimen de apropiación sistemático, permanente, ubicado en el proceso productivo, que involucre a una serie de personas, ubicadas en distintos puestos, áreas y actividades, para ejercer la actividad económica de la que se va a beneficiar mediante el ejercicio de su función o puesto (Es decir,
el capital como fuerza social, como decían Marx y Engels). El robo y la corrupción de por sí no implican una actividad económica productiva, aunque lleguen a cumplir una función económica. En la URSS de Stalin hubo casos de robos, corrupción, asociación ilícita, etc., pero no tuvieron
el carácter que RDC augura como inevitables en el socialismo. Sin embargo, esto
sí se dio bajo Jruschov-Brezhnev y demás; y supera en exceso lo que la descripción de RDC nos permite imaginar. Por ejemplo:
Konstantin Simis era un abogado defensor soviético que tuvo muchos clientes involucrados en la economía subterránea. Él considera al soborno y la corrupción fundamentales de la naturaleza del régimen soviético –"la característica más importante de jerarquía... no limitado por la ley ni por la opinión pública" (Simis 1977). Las personas involucradas en la corrupción eran "secretarios y jefes de departamentos de los comités distritales del Partido Comunista, funcionarios de la KGB y comandantes de la milicia a nivel de distrito, presidentes de los consejos ejecutivos distritales, sus adjuntos y jefes de departamentos, así como los jefes de inspectoría de distrito (bomberos, salud pública, sanidad y servicios veterinarios), y, en los distritos que no formaban parte de una gran ciudad o ciudad, los fiscales de distrito". En general, "todo el personal superior de un distrito –desde el secretario del partido hasta el fiscal y el jefe de la milicia– brindaban protección a los directores de las granjas estatales y las tiendas y a los presidentes de las granjas colectivas que se dedicaban a actividades delictivas (malversación de fondos, engaño a los clientes y acaparamiento de productos)... Cualquier intento de luchar contra esta delincuencia organizada estaba condenado al fracaso. Aunque estas actividades criminales de la mafia local se informaba a las autoridades superiores, la norma era no hacer ningún intento de acabar con ellas; de esa forma, la mafia tenía la oportunidad de saldar cuentas con los que trataban de exponer sus delitos".
…
La descripción de Simis de cómo funcionaban las empresas clandestinas ante la ausencia de contratos legalmente exigibles se asemeja a la ley mercantil establecida privadamente en la Europa de la Edad Media, donde una comunidad de comerciantes condenaba al ostracismo a quienes tenían reputación de poco fiables (Milgrom, North y Weingast, 1990). Las disputas en la economía sumergida soviética eran resueltas por árbitros que tenían una reputación de equidad e imparcialidad. Las partes en disputa acordaban aceptar las decisiones, que por lo general eran acatadas. La trampa y el engaño eran enfrentados con el ostracismo de una comunidad que tenía cierta solidaridad. Las comunidades regionales que operaban subterráneamente eran relativamente pequeñas, y las regiones estaban relacionadas unas con otras; un caso de defraudación de la confianza se difundía rápidamente. En Georgia y Azerbaizhan hubo personas asesinadas, según Simis, por "incumplimiento de obligaciones comerciales", pero no conoció ningún caso de este tipo en las repúblicas bálticas, Ucrania, o Rusia central (1982).
Simis (1982) también informa que, desde la década de los 50 del siglo pasado, la empresa privada [es decir, la asociación de personas individuales con fines de lucro, aunque no constituidas legalmente –Thiago] participaba a menudo en la compra de negocios ya existentes que operaban dentro de una empresa de propiedad estatal. El comprador adquiría el derecho a utilizar los equipos y la mano de obra que el “dueño” anterior había operado de forma "extra contable", adquiría también las conexiones que el “dueño” anterior tenía dentro de la empresa de propiedad estatal y las de afuera. A veces, incluso, se utilizaba un acuerdo privado de prenda. Simis describe un negocio que según él era típico, a uno de cuyos directores, defendió. Tres hermanos, los dueños del negocio que producía productos de cuero, tomaban decisiones en forma conjunta o por mayoría de votos. Los administradores de las operaciones diarias eran empleados de la empresa estatal de Moscú dentro de la cual operaba el negocio. Los directores de la empresa de propiedad de Estado eran pagados por los hermanos por el uso que hacían de sus conexiones; estos directores no tenían control sobre las actividades de la empresa privada. Los veintiocho acusados comprendidos en el caso, incluso aquellos que habían admitido su culpabilidad, dieron poca información sobre el principal acusado o la participación de otros – porque los tres hermanos se comprometieron a continuar con el pago de sus salarios extra contables y a costear los gastos legales siempre que no traicionen a los demás o sean "demasiado sinceros" con las autoridades. El código aquí era similar a la de una familia de la mafia.
Estos tres hermanos mantenían buenos contactos con funcionarios del ministerio y sobornaban a "la gente de los laboratorios o institutos de investigación" para inflar los pedidos de materias primas y otros y los niveles de residuos permitidos para la producción estatal. De este modo, quedaba más para la producción no registrada en los libros contables. Las relaciones con otras fábricas productoras de insumos relacionados eran buenas (Simis 1982). Con el tiempo, la producción de este negocio de propiedad privada se hizo lo suficientemente grande como para establecer una fuerza de vendedores viajeros que cubrió sesenta y cuatro regiones y ciudades. (Los hermanos alteraron o falsificaron los conocimientos de embarque que se requerían para el transporte de las mercancías.)
….
Un ensayo de Peter Boettke y Gary M. Anderson (1992) proporciona una visión general de la actividad económica privada legal e ilegal en la Unión Soviética y relata una serie de ejemplos de aceptación de sobornos y la venta de cargos importantes, concluyendo que "no eran casos aislados sino endémicos del sistema soviético. Por otra parte, las posiciones de autoridad o influencia política permitían a los titulares de esos puestos obtener rentas de individuos en toda la economía... La protección de la sanción legal y la regulación era una lucrativa fuente de ingresos para los funcionarios ubicados estratégicamente”.
Boettke y Gary Anderson (1992) interpretan el sistema económico soviético como una forma de mercantilismo – "una economía donde el gobierno central vende puestos estratégicos en la economía, puestos generadores de rentas con el fin de aumentar ingresos". La función del plan central era, sostienen, "proteger el valor de los derechos de monopolio del mercantilismo", y era por consiguiente un importante instrumento para el seguimiento de la competencia al interior de los cárteles y entre los cárteles. La organización de control era el Partido Comunista, que decidía los nombramientos importantes y supervisaba a las empresas. La lealtad era recompensada, pero las recompensas –en especial los beneficios no monetarios que daban acceso a una mejor vivienda, atención médica, alimentación, recreación, y así sucesivamente–, podían quitarse si un individuo caía en desgracia en el partido.
Fuente: Anderson, Annelise, The Red Mafia: A Legacy of Communism.
Esto no se dio ni por asomo en la URSS de Stalin. Lo descrito arriba
sí es capitalismo disfrazado de socialismo,
un sistema de explotación de la clase obrera con cobertura “socialista” y una economía con dolencias propias del capitalismo. Recordemos que la economía soviética tuvo un punto de inflexión en los 1960 y un periodo de caída en los 1970, los “años dorados” del “socialismo” en la URSS, que siguió hasta la evidente debacle de mediados de los 80 y su posterior desintegración.
Uno de los economistas rusos más conocidos, que participó en la dirección económica soviética desde las reformas de Brezhnev-Kosygin, dice entre muchas cosas, lo siguiente, en relación a
la condición de los obreros (la otra cara la moneda del capitalismo,
sin los cuales no se puede explicar ningún capitalismo, sea viejo o nuevo):
“…la situación de los productores directos [obreros] empleados por tales empresas [estatales] es ambigua. Como ciudadanos del Estado y miembros de la sociedad, son legalmente copropietarios de los medios de producción estatal. Además, en virtud de su trabajo directo en una rama de producción, son –de acuerdo con los principios del socialismo– copropietarios parciales de la producción y los beneficios. Pero hasta ahora esos principios fundamentales no se han realizado en términos concretos.
El factor dominante aquí es el empleo del obrero por la empresa, no su condición legal de copropietario. Por supuesto, el obrero obtiene bonos y beneficios sociales del presupuesto del Estado, pero hasta hace poco no tenía participación en la distribución de las ganancias de la empresa, o en el control sobre la administración, o en el control sobre la toma de decisiones económicas y financieras del Estado y sus órganos.
Esto también hace al obrero muy dependiente del Estado como empleador…”.
(Stanislav Menshikov, “Catastrophe or Catharsis. The Soviet Economy Today”, 1991 [Escrito poco antes de la desintegración de la URSS].
El análisis de RDC no habla casi nada sobre el otro polo de la relación trabajo-capital en
la explotación capitalista del obrero bajo el socialismo.