"La recepción de Engels en España"
texto de Pedro Ribas, de la Universidad Autónoma de Madrid, que se presentó en el encuentro internacional que la FIM - Fundación de Investigaciones Marxistas - dedico a la conmemoración del centenario de la muerte de Federico Engels.
publicado en junio de 2012 en Marx desde cero
Conmemoraciones como la que nos convoca aquí no tienen por qué ser meramente necrológicas, sino que sirven para ver la actualidad de la obra, del pensamiento del autor, en este caso Friedrich Engels. Me parece muy bien el título que los organizadores han puesto a estas jornadas, «Engels y el marxismo». Primero porque se une a su nombre el asunto que dio sentido a la vida de Engels, el marxismo, del que podemos decir que él es cofundador, aunque esto de las fundaciones tenga su parte de ambigüedad, ya que puede dar lugar a la errónea idea de un edificio terminado o de una doctrina dogmática. Por ello me parece oportuna, en segundo lugar, la expresión «Engels y el marxismo», porque deja abierto el horizonte o la perspectiva bajo los cuales se va a considerar a Engels. Por mi parte, diría que esta perspectiva tiene que ser la de analizar su obra y su influencia con el rigor y el sentido crítico con que él trabajaba. Se trata, pues, de una perspectiva de actualidad: Engels, maestro del comunismo, pero maestro con un magisterio que no está sólo en su obra como documento pasado, sino que está en su permanente curiosidad y trabajo de exploración de campos diversos del saber.
Mi contribución a estas jornadas va a consistir en un repaso de la influencia que Engels ha tenido en España, ciñéndome por el momento a la etapa cronológica anterior al franquismo. Para ello dividiré este repaso en dos apartados, el de las traducciones y el de la prensa obrera. Finalmente me referiré a un tema que no es propiamente la recepción de Engels en España, sino que sería más bien Engels y España o los escritos de Engels sobre España. Este último tema me parece indispensable tratarlo aquí desde el momento en que uno de los motivos que Santiago Castillo y yo teníamos inicialmente para intervenir en estas jornadas era la presentación de dos libros en los que hemos estado trabajando estos últimos años. Como no están editados todavía, no podemos presentarlos, pero sí podemos hablar de ellos, puesto que están ya entregados a la editorial para ser publicados. Y al decir esto aprovecho para dar las gracias ala FIM por haber apoyado nuestro proyecto. Este será, pues, el tercer punto.
TRADUCCIONES DE ENGELS AL CASTELLANO
Las traducciones hasta ahora encontradas de textos de Engels editados en el período indicado suman 209, cantidad en la que se incluyen textos que son de Marx y Engels, como el Manifiesto del Partido Comunista. Estas traducciones se refieren a libros, folletos y artículos de periódico y reflejan, naturalmente, un dato provisional, ya que, si bien se ha intentado recoger todos los datos posibles, es claro que no se ha hecho un análisis exhaustivo de toda la prensa obrera española, en la cual habrá sin duda obras y, sobre todo, artículos que están aún sin recoger. Los datos son especialmente incompletos cuando se refieren al ámbito latinoamericano, por lo que no voy a entrar en ese ámbito. Me limito a señalar que en algunos casos la difusión en España y Suramérica es claramente inseparable, como se ve en la traducción de El Capital por el argentino Justo o en la difusión de el Manifiesto que los argentinos envían a Madrid o que los españoles envían a Argentina.
Aun teniendo, pues, en cuenta la mencionada provisionalidad de los datos cuantitativos, creo que pueden extraerse algunas conclusiones sobre las traducciones.
Dejando ahora aparte el Manifiesto, que es sin lugar a dudas el texto más difundido de Marx y Engels en el período al que me refiero, el escrito de Engels que más éxito tuvo en España fue Socialismo utópico y socialismo científico, del que tengo anotadas veinte ediciones, sin contar algunos fragmentos aparecidos en la prensa. Esta difusión es muy importante en el marco de la propagación de las obras de Marx y Engels en España. Hay que recordar que en una escala de traducciones ordenada por el número de ediciones, Socialismo utópico y socialismo científico iría en tercer lugar, detrás del Manifiesto, con 48 ediciones, y de El Capital, con 23, incluyendo, naturalmente, las ediciones abreviadas, que son precisamente las que tuvieron más difusión. Por otro lado, la difusión de Socialismo utópico y socialismo científico, que, como se sabe, está formado por tres capítulos del Anti-Düring, constituye un ejemplo de regularidad a lo largo del período considerado. De manera que, desde la primera edición de 1886 hasta la última, de 1938, no hay apenas interrupciones en el goteo constante que marcan las sucesivas ediciones. El paréntesis que hay entre 1910 y 1924 es un hecho general en las traducciones de Marx y Engels al castellano (conviene notar que cuando el partido marxista tiene más presencia en la vida política española, gracias a la conjunción republicano-socialista, el marxismo sufre un notabilísimo bajón editorial). El segundo texto de Engels más difundido es El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado, con once ediciones, aunque algunas de ellas, realizadas en Argentina y México, debieron de tener muy poca o ninguna difusión en España. Seguirían después, en orden decreciente, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, con nueve ediciones, Carlos Marx, con siete, y Discurso sobre la tumba de Marx, co seis.
Esto puede darnos alguna pista sobre el tipo de marxismo que se difundió en España en el período indicado. Ante todo, hay que hablar de las ausencias. Textos filosóficos como La ideología alemana o La sagrada familia no fueron apenas conocidos. De La ideología alemana sabemos que permaneció inédito hasta que el Marx-Engels Archiv lo publicó parcialmente en 1926. De manera que su ausencia en España refleja un hecho europeo. Lo que no resulta tan explicable es que no se publicara en España hasta 1968. De La sagrada familia sí hubo al menos dos ediciones antes de 1939, la de 1932, dentro de una recopilación de textos que incluye sólo fragmentos, y la de Claridad, editorial de Buenos Aires, en 1938. Tampoco he hallado traducciones de La situación de la clase obrera en Inglaterra, salvo el prólogo reproducido por El Socialista en 1887. Es realmente sorprendente que una obra tan decisiva de Engels tuviera tan poca difusión. Como es también llamativo que La cuestión de la vivienda no se tradujera hasta 1938. Pero quizá no es más sorprendente que el desconocimiento de un escrito tan directamente ligado a nuestro país como Los bakunistas en acción, que no fue traducido hasta 1934. (1)
La ausencia de La ideología alemana y la presencia masiva de textos como Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana responden a un diseño que creo perfectamente coherente con las manifestaciones de lo que podemos llamar los esquemas teóricos manejados por el marxismo español.
Estos esquemas se van construyendo en escritos como los de Mesa, Vera, Iglesias, Ormaechea, etc. Sus puntos básicos, en los que se define qué es el socialismo, son: la lucha de clases, entendida frecuentemente como un enfrentamiento entre dos bloques, la burguesía y el proletariado; el materialismo histórico entendido como explicación del devenir histórico en cuanto determinado por los aspectos económicos; fatalismo, entendido como próximo e inexorable derrumbe del capitalismo y consiguiente llegada necesaria del socialismo. Todos estos aspectos suelen ser englobados en lo que se llamó el socialismo científico.
Yo diría que en Mesa, en Vera, en Ormaechea, todos estos aspectos están más extraídos de Marx (de una lectura de El Capital) que de Engels. Pero la mención del «socialismo científico» me parece que conduce mucho más a Engels que a Marx. Me refiero al escrito de Engels Socialismo utópico y socialismo científico, cuya influencia en España es sin duda anterior a la traducción de 1886. En este folleto, que el propio Mesa califica de «introducción al socialismo científico» (2), los socialistas españoles pudieron consolidar un esquema que ya habían edificado sobre el desarrollo social partiendo del Manifiesto Comunista y de algunas nociones económicas contenidas en los documentos de la Internacional difundidos por la prensa del movimiento obrero. Hay que recordar que los españoles, al menos los dirigentes, leían el francés y utilizaban normalmente fuentes francesas para leer obras de Marx y Engels y, en general, para leer a autores marxistas europeos. De manera que es muy probable que la edición francesa Socialisme utopique y socialisme scientifique llegase a manos de los españoles desde su publicación, esto es, en 1880. Sea ello como fuere, conviene no olvidar que Socialismo utópico y socialismo científico no sólo es el texto de Engels más difundido en España, sino que algunas ediciones del mismo aparecieron en las colecciones más populares de principios del siglo XX, como Sempere, de Valencia, o Presa, de Barcelona, lo que contribuyó indudablemente a que la difusión fuese culturalmente importante, además de serlo políticamente. La amplitud de esta difusión obró todavía mayores proporciones si tenemos en cuenta que el folleto fue publicado también por editoriales próximas al anarquismo, como la Escuela Moderna, de Barcelona, en traducción de Anselmo Lorenzo. Recordemos que fue el propio Engels quien en el prólogo de la versión inglesa de Socialismo utópico y socialismo científico hablaba en 1892 del éxito alcanzado por ese escrito: «Es decir, que contando la actual edición inglesa, este folleto se halla difundido en diez lenguas. No sé de ninguna otra publicación socialista, incluyendo nuestro Manifiesto Comunista de 1848 y El Capital de Marx, que haya sido traducida tantas veces.» (3)
ENGELS VISTO POR LA PRENSA OBRERA ESPAÑOLA
Cronológicamente es Marx el autor primero traducido de los dos teóricos alemanes. En La emancipación, los escritos que podemos llamar teóricos son de Marx: fragmentos de El Capital, de Miseria de la filosofía, La guerra civil en Francia, mientras que de Engels aparecen saludos (al congreso de Zaragoza, por ejemplo), declaraciones del Consejo general, «La república en España» y el artículo «Los mandatos imperativos». Es decir, Marx aparece en La emancipación como el guía teórico, como el maestro del socialismo. Engels, en cambio, aparece como ligado a Marx, como el enlace conla Internacional y, por ello, como fiel guardador y defensor de lo que representala Internacional en su enfrentamiento con la Alianza.
Creo que el papel de Marx y Engels en el periódico La emancipación puede definirse muy bien como la afirmación de una posición teórica, la del Consejo general de Londres, orientado por Marx, y la depuración de elementos incompatibles con esa posición teórica. Los elementos incompatibles que circulaban en España y tenía gran predicamento eran Proudhon y, mucho más recientemente, Bakunin. Pues bien, en La emancipación se observa el ajuste de cuentas con estos autores. Es sin duda la primera vez que en un periódico español alguien rechaza a Proudhon como teórico socialista, usando para ello textos del propio Marx (de Miseria de la filosofía).
Pasando ahora a El Socialista, que es, desde 1886, el órgano en el que se expresa el partido marxista, podemos decir que aquí se da ya por supuesta la pertenencia a una orientación internacional que cada vez tiene más fuerza en Europa y que se define como socialismo o socialdemocracia, y tiene por maestros a Carlos Marx y Federico Engels. ¿Cuál es el papel que El Socialista atribuye a Engels? Podemos comprobarlo viendo no sólo lo que se publica de él, sino el sentido que tiene o que se atribuye a los textos publicados.
En los primeros números de este semanario (4) encontramos sendas biografías de Marx y Engels. Marx es presentado como «fundador de la Internacional» y se acentúa el carácter científico de su socialismo, a diferencia del socialismo de los utopistas. Pero lo que interesa subrayar ahora es que la obra de Marx y Engels va indisolublemente unida: [...] Sus escritos son la fuente donde los socialistas de ambos mundos beben sus ideas sobre la evolución económica de la sociedad capitalista y sobre el advenimiento necesario de la sociedad comunista» (5). Incluso en la forma de presentar la biografía de Engels se siguen las mismas características formales que tiene la de Marx: fotografía en el centro, texto ocupando la página entera del periódico, etc. Es de destacar que se citan más escritos de Engels que de Marx, dato que revela el papel que en esos momentos, tras la muerte de Marx, desempeña Engels como mentor del socialismo europeo y mundial. En realidad Engels no es presentado como simple amigo de Marx, sino que se resalta su amplia cultura, que queda demostrada en el Anti-Düring: «Marx, juez competente en la materia, consideraba a Engels como a uno de los hombres más instruidos de Europa.» (6) Pero sobre todo conviene destacar que Socialismo utópico y socialismo científico es considerado como «lo que podríamos llamar una introducción al socialismo científico».(7) Ya habíamos dicho que este es el escrito más difundido de Engels y aquí Mesa ( resalta su papel de introducción al socialismo.
Un aspecto que diferencia a Marx y Engels en el tratamiento que reciben de la prensa obrera es la conmemoración de su muerte. El Socialista publica durante muchos años, en torno al 20 de marzo, un artículo conmemorativo de la muerte de Marx, un artículo que, por cierto, resulta bastante rutinario por repetir, año tras año, los mismos conceptos cuando no las mismas palabras. Estas conmemoraciones no se producen en el caso de Engels, lo que indica una prioridad dada a Marx en este sentido. El detalle no es importante para definir la recepción de Engels, pero sí lo considero indicativo de lo que podemos llamar el rango concedido a los dos maestros del socialismo.
En la prensa socialista los nombres de Marx y Engels suelen ir unidos, pero cuando se trata de conmemorar su figura (la fecha de su muerte, por ejemplo) observarnos una gran diferencia. La muerte de Engels tiene, naturalmente, un tratamiento destacado. El Socialista del 9 de agosto de 1895 anuncia a sus lectores que ha recibido de Londres un telegrama en el que se comunica la muerte de Engels, acontecimiento al que dedicará próximamente «el recuerdo que su memoria merece». Efectivamente, el 30 de agosto El Socialista, da cuenta de una velada, organizada por la Agrupación Socialista de Madrid, en la que intervienen Morato, Justo (el socialista argentino que se hallaba de paso en Madrid) y, finalmente, Iglesias. Los tres glosaron la figura de Engels y, según dice el periódico, «aunque la noche estaba desapacible, el salón de sesiones del Centro Obrero veíase lleno de trabajadores». (10)
El periódico socialista de Bilbao, La Lucha de Clases recuerda también la muerte de Engels en agosto de 1895.(11) El artículo conmemorativo comienza dando la noticia de la muerte de Engels, tras lo cual reproduce literalmente, sin indicarlo, parte de la biografía aparecida en El Socialista nueve años antes. (12)
Podermos afirmar, sin embargo, que durante la época de la Primera y Segunda Internacional los nombres de Marx y Engels van indisolublemente unidos y se da por supuesto que su pensamiento y su aportación al socialismo son complementarios: Marx es el gran teórico de la economía, pero Engels es quien más insiste en esa teoría de Marx, quien más lleva o guía hacia la defensa, comprensión y difusión de la obra de Marx.
Hasta la llegada de la Tercera Internacionalno he podido encontrar ningún documento en el que se discuta o se ponga en duda esta unidad y complementariedad de pensamiento de Marx y Engels. Hay que esperar hasta los años veinte para observar, no una discusión al respecto, sino alusiones a una momentánea obnubilación del viejo Engels, que, seducido por los resultados electorales, habría olvidado el sentido revolucionario del socialismo. Así, por ejemplo, en la «Introducción» que figura en el libro Carlos Marx y la Internacional, de 1923, César R. González realiza una crítica que, más que una acusación a Engels, constituye una revisión de la política seguida por la socialdemocracia europea, a la vista de lo ocurrido enla Primera Guerra Mundial. El autor de esta introducción contrapone la política reformista de la socialdemocracia a la línea revolucionaria propugnada por Rosa Luxemburgo. En este contexto afirma que «las líneas tácticas expuestas por Engels en 1895 guiaron a los socialdemócratas en todo lo que han hecho y en cuanto dejaron de hacer, obteniendo por ello su merecido fin el 4 de agosto de 1914. Conviene notar, en descargo de la conciencia del Maestro [Engels], que él murió el mismo año en que proclamaba como única acción eficaz la parlamentaria. No ha podido, pues, comprobar los catastróficos resultados de su concepción». Es la primera vez que he observado un atisbo de contraposición Marx-Engels en el marxismo español. En esta introducción se inaugura la polémica, que, al aparecer este libro, en 1923, apenas va a tener trascendencia, debido al período de dictadura que comenzará en 1924, pero que cobrará especial vigor en los años treinta, durante la segunda república. Esta polémica es, en definitiva, la discusión sobre temas como dictadura del proletariado, democracia, revolución, parlamentarismo. Es, ni más ni menos, el enfrentamiento del socialismo reformista dela Segunda Internacional con el comunismo de cuño leninista, el de la Tercera Internacional.
¿Puede observarse, a raíz de este enfrentamiento (marxismo de la Segunda Internacional-marxismo de la Tercera Internacional), alguna diferencia perceptible en la difusión de las obras de Engels? Yo diría que no, que las diferencias a este respecto vienen del acento puesto en la correcta interpretación, en la correcta lectura, no tanto de que se escojan unas obras en vez de otras, ya que, al menos en el caso español, las obras de Engels que se traducen en las editoriales y en la prensa comunista y en la socialista son aproximadamente las mismas. Lo que se resalta en el enfrentamiento es que el marxismo es sinónimo de revolución (Araquistain en la revista Leviatán, Juventudes Socialistas en sus publicaciones) o que es sinónimo de democracia y de implantación gradual de las medidas conducentes a la justicia y la igualdad (Besteiro en Democracia). Naturalmente, en este enfrentamiento lo que más se percibe es la diferencia de maestros con los que se quiere apoyar la lectura correcta de Marx y Engels: para los primeros, los maestros son ahora Rosa Luxemburgo, Lenin y, en general, el marxismo ruso; para los segundos siguen siendo los Kautsky, Labriola, Vandervelde.
ENGELS Y ESPAÑA
Basándome en los escritos que van a ser publicados dentro de poco, lo primero que diría es que Engels, a diferencia de Marx, no hizo un estudio a fondo de la historia española. Marx sí realizó tal estudio con bastante intensidad en 1854, con ocasión de la revolución de 1854. Sin embargo, Engels, como hombre de gran cultura, conocía Europa entera y era un consumado políglota. Entre las lenguas que conocía estaba el español. No sabemos si se debía tal conocimiento a una afición literaria o a una necesidad profesional. Elke Baumgart, en su excelente trabajo sobre Marx y la literatura española, (14) firma que el estudio del español se debió probablemente a razones profesionales, a la preparación para el comercio al que su familia quería conducirle en exclusividad. El caso es que en 1840, a sus diecinueve años, tradujo al poeta Quintana, una traducción que constituye, por cierto, el primer trabajo que Engels firma con su nombre. Sabemos además que era un buen conocedor y admirador de la literatura española. El detalle de regalar a Marx el Quijote en el año 1871 es una de estas muestras de su conocimiento y aprecio de Cervantes y, sobre todo, una prueba de que el Quijote podía ser un libro con el que dar una alegría a Marx. Este Quijote, que hoy se halla expuesto en la Casa-Marx, de Trier, es probablemente el mismo que usó Jenny, la hija de Marx, y del que hizo leer unos párrafos en voz alta a Anselmo Lorenzo cuando éste se hallaba en Londres, en la casa de Marx, con ocasión de la conferencia de Londres de 1871. Lo cierto es que Engels escribió bastantes artículos sobre España. Los pertenecientes a fechas anteriores a 1871 son de carácter militar:«Armada», «Ayacucho», «Albuera», «Badajoz», «Bidasoa», La guerra mora», «Zaragoza-París», «El ejército español» son artículos exclusivamente militares y que demuestran el inmenso conocimiento que Engels poseía de la guerra, de la estrategia militar. Nada tiene de extraño que sus artículos fueran a veces tornados por escritos de un general prusiano. Concretamente los escritos militares que acabo de mencionar son artículos en los que no se hace referencia a luchas sociales, a consideraciones de orden político y menos de orden moral. La guerra es considerada exclusivamente desde el punto de vista de la estrategia y Engels se limita a considerar los errores y los aciertos que justifican la derrota o la victoria en la batalla. Impresiona, desde luego, la precisión con que describe no sólo el número de soldados que forman los ejércitos o el tipo de armas que usan, sino la situación exacta de las fuerzas: forma del terreno, con detalles precisos de colinas, distancias, etc. Teniendo en cuenta que Engels no estuvo en España, es claro que tuvo que contar con fuentes muy especializadas para poder ofrecer tal cantidad de detalles. Pero Engels no se limita a describir, sino que enjuicia la estrategia empleada en el planteamiento de las batallas. En los tres artículos que escribe sobre la guerra de África («TheM oorish War») critica sin contemplaciones al general O’Donnell por emplear artillería pesada, dificultando así la rapidez de movimientos de la expedición, por avanzar tan lentamente (¡treinta días para recorrer las veintiún millas que separan Ceuta de Tetuán!, exclama Engels), por no combinar correctamente la acción de las fuerzas navales con el avance de las tropas por tierra, etc.
¿Cuál es la visión que Engels tiene de España? En realidad no nos ha dejado ningún trabajo en el que considere por extenso la situación española. Marx sí que escribió por extenso sobre España en sus artículos sobre la revolución de 1854, que he traducido de nuevo en el libro del que estoy hablando, pero en el caso de Engels hay que entresacar tales consideraciones de distintos lugares: por ejemplo, el artículo «La República en España» o la serie de artículos Los bakuninistas en acción. En ambos casos se trata de escritos publicados en la prensa alemana y pensados para los alemanes, no redactados para los españoles, y digo esto porque Engels escribe sus artículos de prensa con una finalidad determinada, finalidad que depende del público al que se dirija. Si Engels hubiese escrito estos artículos para la piensa española, seguro que su contenido y sus acentos hubiesen sido distintos, aunque su espíritu de combate y su optimismo acerca de la victoria del socialismo hubiesen sido los mismos.
¿Cómo considera él la situación de España? Tanto en «La república en España», que es un artículo de marzo de 1873, como en Los bakuninistas en acción, que es una serie de artículos del mismo año, deja traslucir claramente que opera con un esquema de desarrollo según el cual el proletariado surge conforme se extiende la industria. El proletariado, como fuerza revolucionaria, va, pues, ligado al capitalismo y a la burguesía. Más capitalismo, más industria, significan más proletariado; más proletariado quiere decir más potencial revolucionario, más proximidad del socialismo. Sobre esta base descansaba su confianza en la llegada de la futura sociedad socialista.
Engels pensaba que España, en 1873, era un país atrasado. En el artículo «La república en España», tras hacer un análisis de la república corno forma de gobierno, concluye que su importancia reside en «no ser más que el limpio escenario del grande y último combate de la historia mundial. Ahora bien, para que este combate entre burguesía y proletariado llegue a una decisión tienen que hallarse también suficientemente desarrolladas ambas clases en sus respectivos países, al menos en las grandes ciudades. En España sólo ocurre esto en algunas zonas del país» (15). En Los bakuninistas en acción afirma aproximadamente lo mismo: «España es un país tan atrasado desde el punto de vista industrial, que todavía no puede hablarse allí en absoluto de una inmediata emancipación plena de la clase obrera. Antes de llegar a ella, España tiene que recorrer diversos escalones previos de desarrollo y quitar de en medio toda una serie de obstáculos» (Los bakuninistas en acción, ibídem).
Engels pone de manifiesto en estos artículos su incurable optimismo, que le hizo confiar, ininterrumpidamente desde los años cuarenta, en la caída inevitable del capitalismo y en la victoria del socialismo.
Me parece oportuno subrayar que Engels hace uso n0 sólo de la documentación de la prensa internacional para hablar sobre España, especialmente de la prensa inglesa, sino de los informes que le enviaban los españoles. Por ejemplo, en Los bakuninistas en acción usa profusamente el documento que le había adjuntado Mesa en carta del 27 de agosto de 1873 y que lleva por título «La Nueva Federación Madrileña a los delegados al sesto [sic] Congreso general». Esta es una ventaja de la que disfrutaba Engels respecto de Marx al escribir sobre España. Marx no tuvo ningún interlocutor privilegiado para escribir sus artículos acerca de la revolución de 1854, mientras que Engels poseía a un interlocutor de excepción, que era esta figura tan destacada en los orígenes del marxismo español, el infatigable José Mesa.
texto de Pedro Ribas, de la Universidad Autónoma de Madrid, que se presentó en el encuentro internacional que la FIM - Fundación de Investigaciones Marxistas - dedico a la conmemoración del centenario de la muerte de Federico Engels.
publicado en junio de 2012 en Marx desde cero
Conmemoraciones como la que nos convoca aquí no tienen por qué ser meramente necrológicas, sino que sirven para ver la actualidad de la obra, del pensamiento del autor, en este caso Friedrich Engels. Me parece muy bien el título que los organizadores han puesto a estas jornadas, «Engels y el marxismo». Primero porque se une a su nombre el asunto que dio sentido a la vida de Engels, el marxismo, del que podemos decir que él es cofundador, aunque esto de las fundaciones tenga su parte de ambigüedad, ya que puede dar lugar a la errónea idea de un edificio terminado o de una doctrina dogmática. Por ello me parece oportuna, en segundo lugar, la expresión «Engels y el marxismo», porque deja abierto el horizonte o la perspectiva bajo los cuales se va a considerar a Engels. Por mi parte, diría que esta perspectiva tiene que ser la de analizar su obra y su influencia con el rigor y el sentido crítico con que él trabajaba. Se trata, pues, de una perspectiva de actualidad: Engels, maestro del comunismo, pero maestro con un magisterio que no está sólo en su obra como documento pasado, sino que está en su permanente curiosidad y trabajo de exploración de campos diversos del saber.
Mi contribución a estas jornadas va a consistir en un repaso de la influencia que Engels ha tenido en España, ciñéndome por el momento a la etapa cronológica anterior al franquismo. Para ello dividiré este repaso en dos apartados, el de las traducciones y el de la prensa obrera. Finalmente me referiré a un tema que no es propiamente la recepción de Engels en España, sino que sería más bien Engels y España o los escritos de Engels sobre España. Este último tema me parece indispensable tratarlo aquí desde el momento en que uno de los motivos que Santiago Castillo y yo teníamos inicialmente para intervenir en estas jornadas era la presentación de dos libros en los que hemos estado trabajando estos últimos años. Como no están editados todavía, no podemos presentarlos, pero sí podemos hablar de ellos, puesto que están ya entregados a la editorial para ser publicados. Y al decir esto aprovecho para dar las gracias ala FIM por haber apoyado nuestro proyecto. Este será, pues, el tercer punto.
TRADUCCIONES DE ENGELS AL CASTELLANO
Las traducciones hasta ahora encontradas de textos de Engels editados en el período indicado suman 209, cantidad en la que se incluyen textos que son de Marx y Engels, como el Manifiesto del Partido Comunista. Estas traducciones se refieren a libros, folletos y artículos de periódico y reflejan, naturalmente, un dato provisional, ya que, si bien se ha intentado recoger todos los datos posibles, es claro que no se ha hecho un análisis exhaustivo de toda la prensa obrera española, en la cual habrá sin duda obras y, sobre todo, artículos que están aún sin recoger. Los datos son especialmente incompletos cuando se refieren al ámbito latinoamericano, por lo que no voy a entrar en ese ámbito. Me limito a señalar que en algunos casos la difusión en España y Suramérica es claramente inseparable, como se ve en la traducción de El Capital por el argentino Justo o en la difusión de el Manifiesto que los argentinos envían a Madrid o que los españoles envían a Argentina.
Aun teniendo, pues, en cuenta la mencionada provisionalidad de los datos cuantitativos, creo que pueden extraerse algunas conclusiones sobre las traducciones.
Dejando ahora aparte el Manifiesto, que es sin lugar a dudas el texto más difundido de Marx y Engels en el período al que me refiero, el escrito de Engels que más éxito tuvo en España fue Socialismo utópico y socialismo científico, del que tengo anotadas veinte ediciones, sin contar algunos fragmentos aparecidos en la prensa. Esta difusión es muy importante en el marco de la propagación de las obras de Marx y Engels en España. Hay que recordar que en una escala de traducciones ordenada por el número de ediciones, Socialismo utópico y socialismo científico iría en tercer lugar, detrás del Manifiesto, con 48 ediciones, y de El Capital, con 23, incluyendo, naturalmente, las ediciones abreviadas, que son precisamente las que tuvieron más difusión. Por otro lado, la difusión de Socialismo utópico y socialismo científico, que, como se sabe, está formado por tres capítulos del Anti-Düring, constituye un ejemplo de regularidad a lo largo del período considerado. De manera que, desde la primera edición de 1886 hasta la última, de 1938, no hay apenas interrupciones en el goteo constante que marcan las sucesivas ediciones. El paréntesis que hay entre 1910 y 1924 es un hecho general en las traducciones de Marx y Engels al castellano (conviene notar que cuando el partido marxista tiene más presencia en la vida política española, gracias a la conjunción republicano-socialista, el marxismo sufre un notabilísimo bajón editorial). El segundo texto de Engels más difundido es El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado, con once ediciones, aunque algunas de ellas, realizadas en Argentina y México, debieron de tener muy poca o ninguna difusión en España. Seguirían después, en orden decreciente, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, con nueve ediciones, Carlos Marx, con siete, y Discurso sobre la tumba de Marx, co seis.
Esto puede darnos alguna pista sobre el tipo de marxismo que se difundió en España en el período indicado. Ante todo, hay que hablar de las ausencias. Textos filosóficos como La ideología alemana o La sagrada familia no fueron apenas conocidos. De La ideología alemana sabemos que permaneció inédito hasta que el Marx-Engels Archiv lo publicó parcialmente en 1926. De manera que su ausencia en España refleja un hecho europeo. Lo que no resulta tan explicable es que no se publicara en España hasta 1968. De La sagrada familia sí hubo al menos dos ediciones antes de 1939, la de 1932, dentro de una recopilación de textos que incluye sólo fragmentos, y la de Claridad, editorial de Buenos Aires, en 1938. Tampoco he hallado traducciones de La situación de la clase obrera en Inglaterra, salvo el prólogo reproducido por El Socialista en 1887. Es realmente sorprendente que una obra tan decisiva de Engels tuviera tan poca difusión. Como es también llamativo que La cuestión de la vivienda no se tradujera hasta 1938. Pero quizá no es más sorprendente que el desconocimiento de un escrito tan directamente ligado a nuestro país como Los bakunistas en acción, que no fue traducido hasta 1934. (1)
La ausencia de La ideología alemana y la presencia masiva de textos como Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana responden a un diseño que creo perfectamente coherente con las manifestaciones de lo que podemos llamar los esquemas teóricos manejados por el marxismo español.
Estos esquemas se van construyendo en escritos como los de Mesa, Vera, Iglesias, Ormaechea, etc. Sus puntos básicos, en los que se define qué es el socialismo, son: la lucha de clases, entendida frecuentemente como un enfrentamiento entre dos bloques, la burguesía y el proletariado; el materialismo histórico entendido como explicación del devenir histórico en cuanto determinado por los aspectos económicos; fatalismo, entendido como próximo e inexorable derrumbe del capitalismo y consiguiente llegada necesaria del socialismo. Todos estos aspectos suelen ser englobados en lo que se llamó el socialismo científico.
Yo diría que en Mesa, en Vera, en Ormaechea, todos estos aspectos están más extraídos de Marx (de una lectura de El Capital) que de Engels. Pero la mención del «socialismo científico» me parece que conduce mucho más a Engels que a Marx. Me refiero al escrito de Engels Socialismo utópico y socialismo científico, cuya influencia en España es sin duda anterior a la traducción de 1886. En este folleto, que el propio Mesa califica de «introducción al socialismo científico» (2), los socialistas españoles pudieron consolidar un esquema que ya habían edificado sobre el desarrollo social partiendo del Manifiesto Comunista y de algunas nociones económicas contenidas en los documentos de la Internacional difundidos por la prensa del movimiento obrero. Hay que recordar que los españoles, al menos los dirigentes, leían el francés y utilizaban normalmente fuentes francesas para leer obras de Marx y Engels y, en general, para leer a autores marxistas europeos. De manera que es muy probable que la edición francesa Socialisme utopique y socialisme scientifique llegase a manos de los españoles desde su publicación, esto es, en 1880. Sea ello como fuere, conviene no olvidar que Socialismo utópico y socialismo científico no sólo es el texto de Engels más difundido en España, sino que algunas ediciones del mismo aparecieron en las colecciones más populares de principios del siglo XX, como Sempere, de Valencia, o Presa, de Barcelona, lo que contribuyó indudablemente a que la difusión fuese culturalmente importante, además de serlo políticamente. La amplitud de esta difusión obró todavía mayores proporciones si tenemos en cuenta que el folleto fue publicado también por editoriales próximas al anarquismo, como la Escuela Moderna, de Barcelona, en traducción de Anselmo Lorenzo. Recordemos que fue el propio Engels quien en el prólogo de la versión inglesa de Socialismo utópico y socialismo científico hablaba en 1892 del éxito alcanzado por ese escrito: «Es decir, que contando la actual edición inglesa, este folleto se halla difundido en diez lenguas. No sé de ninguna otra publicación socialista, incluyendo nuestro Manifiesto Comunista de 1848 y El Capital de Marx, que haya sido traducida tantas veces.» (3)
ENGELS VISTO POR LA PRENSA OBRERA ESPAÑOLA
Cronológicamente es Marx el autor primero traducido de los dos teóricos alemanes. En La emancipación, los escritos que podemos llamar teóricos son de Marx: fragmentos de El Capital, de Miseria de la filosofía, La guerra civil en Francia, mientras que de Engels aparecen saludos (al congreso de Zaragoza, por ejemplo), declaraciones del Consejo general, «La república en España» y el artículo «Los mandatos imperativos». Es decir, Marx aparece en La emancipación como el guía teórico, como el maestro del socialismo. Engels, en cambio, aparece como ligado a Marx, como el enlace conla Internacional y, por ello, como fiel guardador y defensor de lo que representala Internacional en su enfrentamiento con la Alianza.
Creo que el papel de Marx y Engels en el periódico La emancipación puede definirse muy bien como la afirmación de una posición teórica, la del Consejo general de Londres, orientado por Marx, y la depuración de elementos incompatibles con esa posición teórica. Los elementos incompatibles que circulaban en España y tenía gran predicamento eran Proudhon y, mucho más recientemente, Bakunin. Pues bien, en La emancipación se observa el ajuste de cuentas con estos autores. Es sin duda la primera vez que en un periódico español alguien rechaza a Proudhon como teórico socialista, usando para ello textos del propio Marx (de Miseria de la filosofía).
Pasando ahora a El Socialista, que es, desde 1886, el órgano en el que se expresa el partido marxista, podemos decir que aquí se da ya por supuesta la pertenencia a una orientación internacional que cada vez tiene más fuerza en Europa y que se define como socialismo o socialdemocracia, y tiene por maestros a Carlos Marx y Federico Engels. ¿Cuál es el papel que El Socialista atribuye a Engels? Podemos comprobarlo viendo no sólo lo que se publica de él, sino el sentido que tiene o que se atribuye a los textos publicados.
En los primeros números de este semanario (4) encontramos sendas biografías de Marx y Engels. Marx es presentado como «fundador de la Internacional» y se acentúa el carácter científico de su socialismo, a diferencia del socialismo de los utopistas. Pero lo que interesa subrayar ahora es que la obra de Marx y Engels va indisolublemente unida: [...] Sus escritos son la fuente donde los socialistas de ambos mundos beben sus ideas sobre la evolución económica de la sociedad capitalista y sobre el advenimiento necesario de la sociedad comunista» (5). Incluso en la forma de presentar la biografía de Engels se siguen las mismas características formales que tiene la de Marx: fotografía en el centro, texto ocupando la página entera del periódico, etc. Es de destacar que se citan más escritos de Engels que de Marx, dato que revela el papel que en esos momentos, tras la muerte de Marx, desempeña Engels como mentor del socialismo europeo y mundial. En realidad Engels no es presentado como simple amigo de Marx, sino que se resalta su amplia cultura, que queda demostrada en el Anti-Düring: «Marx, juez competente en la materia, consideraba a Engels como a uno de los hombres más instruidos de Europa.» (6) Pero sobre todo conviene destacar que Socialismo utópico y socialismo científico es considerado como «lo que podríamos llamar una introducción al socialismo científico».(7) Ya habíamos dicho que este es el escrito más difundido de Engels y aquí Mesa ( resalta su papel de introducción al socialismo.
Un aspecto que diferencia a Marx y Engels en el tratamiento que reciben de la prensa obrera es la conmemoración de su muerte. El Socialista publica durante muchos años, en torno al 20 de marzo, un artículo conmemorativo de la muerte de Marx, un artículo que, por cierto, resulta bastante rutinario por repetir, año tras año, los mismos conceptos cuando no las mismas palabras. Estas conmemoraciones no se producen en el caso de Engels, lo que indica una prioridad dada a Marx en este sentido. El detalle no es importante para definir la recepción de Engels, pero sí lo considero indicativo de lo que podemos llamar el rango concedido a los dos maestros del socialismo.
En la prensa socialista los nombres de Marx y Engels suelen ir unidos, pero cuando se trata de conmemorar su figura (la fecha de su muerte, por ejemplo) observarnos una gran diferencia. La muerte de Engels tiene, naturalmente, un tratamiento destacado. El Socialista del 9 de agosto de 1895 anuncia a sus lectores que ha recibido de Londres un telegrama en el que se comunica la muerte de Engels, acontecimiento al que dedicará próximamente «el recuerdo que su memoria merece». Efectivamente, el 30 de agosto El Socialista, da cuenta de una velada, organizada por la Agrupación Socialista de Madrid, en la que intervienen Morato, Justo (el socialista argentino que se hallaba de paso en Madrid) y, finalmente, Iglesias. Los tres glosaron la figura de Engels y, según dice el periódico, «aunque la noche estaba desapacible, el salón de sesiones del Centro Obrero veíase lleno de trabajadores». (10)
El periódico socialista de Bilbao, La Lucha de Clases recuerda también la muerte de Engels en agosto de 1895.(11) El artículo conmemorativo comienza dando la noticia de la muerte de Engels, tras lo cual reproduce literalmente, sin indicarlo, parte de la biografía aparecida en El Socialista nueve años antes. (12)
Podermos afirmar, sin embargo, que durante la época de la Primera y Segunda Internacional los nombres de Marx y Engels van indisolublemente unidos y se da por supuesto que su pensamiento y su aportación al socialismo son complementarios: Marx es el gran teórico de la economía, pero Engels es quien más insiste en esa teoría de Marx, quien más lleva o guía hacia la defensa, comprensión y difusión de la obra de Marx.
Hasta la llegada de la Tercera Internacionalno he podido encontrar ningún documento en el que se discuta o se ponga en duda esta unidad y complementariedad de pensamiento de Marx y Engels. Hay que esperar hasta los años veinte para observar, no una discusión al respecto, sino alusiones a una momentánea obnubilación del viejo Engels, que, seducido por los resultados electorales, habría olvidado el sentido revolucionario del socialismo. Así, por ejemplo, en la «Introducción» que figura en el libro Carlos Marx y la Internacional, de 1923, César R. González realiza una crítica que, más que una acusación a Engels, constituye una revisión de la política seguida por la socialdemocracia europea, a la vista de lo ocurrido enla Primera Guerra Mundial. El autor de esta introducción contrapone la política reformista de la socialdemocracia a la línea revolucionaria propugnada por Rosa Luxemburgo. En este contexto afirma que «las líneas tácticas expuestas por Engels en 1895 guiaron a los socialdemócratas en todo lo que han hecho y en cuanto dejaron de hacer, obteniendo por ello su merecido fin el 4 de agosto de 1914. Conviene notar, en descargo de la conciencia del Maestro [Engels], que él murió el mismo año en que proclamaba como única acción eficaz la parlamentaria. No ha podido, pues, comprobar los catastróficos resultados de su concepción». Es la primera vez que he observado un atisbo de contraposición Marx-Engels en el marxismo español. En esta introducción se inaugura la polémica, que, al aparecer este libro, en 1923, apenas va a tener trascendencia, debido al período de dictadura que comenzará en 1924, pero que cobrará especial vigor en los años treinta, durante la segunda república. Esta polémica es, en definitiva, la discusión sobre temas como dictadura del proletariado, democracia, revolución, parlamentarismo. Es, ni más ni menos, el enfrentamiento del socialismo reformista dela Segunda Internacional con el comunismo de cuño leninista, el de la Tercera Internacional.
¿Puede observarse, a raíz de este enfrentamiento (marxismo de la Segunda Internacional-marxismo de la Tercera Internacional), alguna diferencia perceptible en la difusión de las obras de Engels? Yo diría que no, que las diferencias a este respecto vienen del acento puesto en la correcta interpretación, en la correcta lectura, no tanto de que se escojan unas obras en vez de otras, ya que, al menos en el caso español, las obras de Engels que se traducen en las editoriales y en la prensa comunista y en la socialista son aproximadamente las mismas. Lo que se resalta en el enfrentamiento es que el marxismo es sinónimo de revolución (Araquistain en la revista Leviatán, Juventudes Socialistas en sus publicaciones) o que es sinónimo de democracia y de implantación gradual de las medidas conducentes a la justicia y la igualdad (Besteiro en Democracia). Naturalmente, en este enfrentamiento lo que más se percibe es la diferencia de maestros con los que se quiere apoyar la lectura correcta de Marx y Engels: para los primeros, los maestros son ahora Rosa Luxemburgo, Lenin y, en general, el marxismo ruso; para los segundos siguen siendo los Kautsky, Labriola, Vandervelde.
ENGELS Y ESPAÑA
Basándome en los escritos que van a ser publicados dentro de poco, lo primero que diría es que Engels, a diferencia de Marx, no hizo un estudio a fondo de la historia española. Marx sí realizó tal estudio con bastante intensidad en 1854, con ocasión de la revolución de 1854. Sin embargo, Engels, como hombre de gran cultura, conocía Europa entera y era un consumado políglota. Entre las lenguas que conocía estaba el español. No sabemos si se debía tal conocimiento a una afición literaria o a una necesidad profesional. Elke Baumgart, en su excelente trabajo sobre Marx y la literatura española, (14) firma que el estudio del español se debió probablemente a razones profesionales, a la preparación para el comercio al que su familia quería conducirle en exclusividad. El caso es que en 1840, a sus diecinueve años, tradujo al poeta Quintana, una traducción que constituye, por cierto, el primer trabajo que Engels firma con su nombre. Sabemos además que era un buen conocedor y admirador de la literatura española. El detalle de regalar a Marx el Quijote en el año 1871 es una de estas muestras de su conocimiento y aprecio de Cervantes y, sobre todo, una prueba de que el Quijote podía ser un libro con el que dar una alegría a Marx. Este Quijote, que hoy se halla expuesto en la Casa-Marx, de Trier, es probablemente el mismo que usó Jenny, la hija de Marx, y del que hizo leer unos párrafos en voz alta a Anselmo Lorenzo cuando éste se hallaba en Londres, en la casa de Marx, con ocasión de la conferencia de Londres de 1871. Lo cierto es que Engels escribió bastantes artículos sobre España. Los pertenecientes a fechas anteriores a 1871 son de carácter militar:«Armada», «Ayacucho», «Albuera», «Badajoz», «Bidasoa», La guerra mora», «Zaragoza-París», «El ejército español» son artículos exclusivamente militares y que demuestran el inmenso conocimiento que Engels poseía de la guerra, de la estrategia militar. Nada tiene de extraño que sus artículos fueran a veces tornados por escritos de un general prusiano. Concretamente los escritos militares que acabo de mencionar son artículos en los que no se hace referencia a luchas sociales, a consideraciones de orden político y menos de orden moral. La guerra es considerada exclusivamente desde el punto de vista de la estrategia y Engels se limita a considerar los errores y los aciertos que justifican la derrota o la victoria en la batalla. Impresiona, desde luego, la precisión con que describe no sólo el número de soldados que forman los ejércitos o el tipo de armas que usan, sino la situación exacta de las fuerzas: forma del terreno, con detalles precisos de colinas, distancias, etc. Teniendo en cuenta que Engels no estuvo en España, es claro que tuvo que contar con fuentes muy especializadas para poder ofrecer tal cantidad de detalles. Pero Engels no se limita a describir, sino que enjuicia la estrategia empleada en el planteamiento de las batallas. En los tres artículos que escribe sobre la guerra de África («TheM oorish War») critica sin contemplaciones al general O’Donnell por emplear artillería pesada, dificultando así la rapidez de movimientos de la expedición, por avanzar tan lentamente (¡treinta días para recorrer las veintiún millas que separan Ceuta de Tetuán!, exclama Engels), por no combinar correctamente la acción de las fuerzas navales con el avance de las tropas por tierra, etc.
¿Cuál es la visión que Engels tiene de España? En realidad no nos ha dejado ningún trabajo en el que considere por extenso la situación española. Marx sí que escribió por extenso sobre España en sus artículos sobre la revolución de 1854, que he traducido de nuevo en el libro del que estoy hablando, pero en el caso de Engels hay que entresacar tales consideraciones de distintos lugares: por ejemplo, el artículo «La República en España» o la serie de artículos Los bakuninistas en acción. En ambos casos se trata de escritos publicados en la prensa alemana y pensados para los alemanes, no redactados para los españoles, y digo esto porque Engels escribe sus artículos de prensa con una finalidad determinada, finalidad que depende del público al que se dirija. Si Engels hubiese escrito estos artículos para la piensa española, seguro que su contenido y sus acentos hubiesen sido distintos, aunque su espíritu de combate y su optimismo acerca de la victoria del socialismo hubiesen sido los mismos.
¿Cómo considera él la situación de España? Tanto en «La república en España», que es un artículo de marzo de 1873, como en Los bakuninistas en acción, que es una serie de artículos del mismo año, deja traslucir claramente que opera con un esquema de desarrollo según el cual el proletariado surge conforme se extiende la industria. El proletariado, como fuerza revolucionaria, va, pues, ligado al capitalismo y a la burguesía. Más capitalismo, más industria, significan más proletariado; más proletariado quiere decir más potencial revolucionario, más proximidad del socialismo. Sobre esta base descansaba su confianza en la llegada de la futura sociedad socialista.
Engels pensaba que España, en 1873, era un país atrasado. En el artículo «La república en España», tras hacer un análisis de la república corno forma de gobierno, concluye que su importancia reside en «no ser más que el limpio escenario del grande y último combate de la historia mundial. Ahora bien, para que este combate entre burguesía y proletariado llegue a una decisión tienen que hallarse también suficientemente desarrolladas ambas clases en sus respectivos países, al menos en las grandes ciudades. En España sólo ocurre esto en algunas zonas del país» (15). En Los bakuninistas en acción afirma aproximadamente lo mismo: «España es un país tan atrasado desde el punto de vista industrial, que todavía no puede hablarse allí en absoluto de una inmediata emancipación plena de la clase obrera. Antes de llegar a ella, España tiene que recorrer diversos escalones previos de desarrollo y quitar de en medio toda una serie de obstáculos» (Los bakuninistas en acción, ibídem).
Engels pone de manifiesto en estos artículos su incurable optimismo, que le hizo confiar, ininterrumpidamente desde los años cuarenta, en la caída inevitable del capitalismo y en la victoria del socialismo.
Me parece oportuno subrayar que Engels hace uso n0 sólo de la documentación de la prensa internacional para hablar sobre España, especialmente de la prensa inglesa, sino de los informes que le enviaban los españoles. Por ejemplo, en Los bakuninistas en acción usa profusamente el documento que le había adjuntado Mesa en carta del 27 de agosto de 1873 y que lleva por título «La Nueva Federación Madrileña a los delegados al sesto [sic] Congreso general». Esta es una ventaja de la que disfrutaba Engels respecto de Marx al escribir sobre España. Marx no tuvo ningún interlocutor privilegiado para escribir sus artículos acerca de la revolución de 1854, mientras que Engels poseía a un interlocutor de excepción, que era esta figura tan destacada en los orígenes del marxismo español, el infatigable José Mesa.