Editorial del boletín feminista nº 1: “Construyendo el feminismo de clase”
Presentamos el primer número de “El boletín Feminista”, boletín que
pretende ser un espacio para el análisis de la situación de la mujer
trabajadora en los diferentes ámbitos de explotación y dominación y
aspira a ser herramienta propia en la construcción del feminismo de
clase que nos coloque a las mujeres trabajadoras en las mejores
condiciones de lucha.
La doble explotación (capitalista y patriarcal) que soporta la mujer
trabajadora se evidencia al tratar de su inserción en el mercado
laboral. Las trabajadoras se incorporan a dicho mercado en una
situación de partida desigual con los trabajadores produciendo lo que
denominamos la doble jornada de la mujer trabajadora.
Existe un trabajo socialmente necesario fuera de las relaciones
asalariadas que es realizado mayoritariamente por las mujeres.
De esta doble explotación son consecuencia las condiciones
habituales de los empleos femeninos: la desigualdad salarial, la
contratación a tiempo parcial, las mayores tasas de paro, casi el
doble, y de precariedad y el mayor riesgo de perder el puesto de
trabajo. La exclusión laboral es una realidad al igual que la
incorporación mayoritaria de las mujeres al ámbito de la llamada
“economía sumergida” y las consecuentes dificultades para tener o
acumular cotizaciones suficientes – como en el caso de las mujeres
campesinas, por ejemplo – la situación de las mujeres se vuelve
dramática al recibir pensiones asistenciales que las colocan por debajo
del umbral de la pobreza. La feminización de la pobreza se traduce en
que aproximadamente el 80 por ciento de personas pobres del planeta son
mujeres.
La Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción
Voluntaria del Embarazo ha sido aprobada, y se cierne un nuevo
retroceso de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en
esta ocasión de manos de la socialdemocracia, porque mantiene el aborto
en el código penal y el control legal de nuestro cuerpo, nuestras
decisiones y nuestra vida. La salud sexual de las mujeres sigue estando
al margen de la sanidad pública.
La violencia patriarcal logra aumentar el número de mujeres
asesinadas cada año. Las agresiones y el acoso sexual están tan
extendidos y naturalizados que son difícilmente cuantificables. En toda
sociedad basada en la explotación de unos seres humanos por otros, la
dominación, la negación, la invisibilización, la imposición o la
agresión física son formas de expresión de las relaciones de poder. La
violencia se vuelve en ellas estructural y sistémica y éste marco nos
ayuda a analizar y comprender que hay violencia allá donde hay y se
alimentan relaciones desiguales.
La Iglesia Católica, la ultraderecha política y sus medios de
comunicación a la vez que promueven campañas antiabortistas muy
agresivas pretendiendo imponer a toda la sociedad su modelo de familia
patriarcal y sus valores morales, realiza con toda la impunidad
apología de la violencia machista basándola en los mismos principios
que utiliza el patriarcado en todos los ámbitos “la inferioridad
natural de la mujer”.
La historiografía patriarcal se ocupa de excluir sistemáticamente a
las mujeres de su lugar en la historia, las aparta del espacio público
y oculta su actividad en las luchas y su intervención en la sociedad.
Sólo caben las que cumplieron el papel que la mujer debe tener en el
patriarcado. La educación pública en las escuelas desarrolla esta
labor, la participación de las mujeres en la historia está borrada en
los libros de texto. Lo que no se nombra no existe. En este sentido el
sexismo lingüístico juega un papel fundamental de la ideología
patriarcal que perpetúa la situación de subordinación e
invisibilización del género femenino.
Las leyes promulgadas por la socialdemocracia lejos de atacar las
causas que generan la desigualdad entre hombres y mujeres y todas sus
consecuencias, constituyen operaciones de marketing social que dejan
intactas aquellas estructuras económicas y sociales de las que se
derivan: el capitalismo y el patriarcado.
Solamente desde las posiciones del feminismo de clase enfrentaremos
las consecuencias de la crisis capitalista en alianza con el
patriarcado, que sufren las mujeres trabajadoras, jóvenes e inmigrantes
Descárgate el boletín completo
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Presentamos el primer número de “El boletín Feminista”, boletín que
pretende ser un espacio para el análisis de la situación de la mujer
trabajadora en los diferentes ámbitos de explotación y dominación y
aspira a ser herramienta propia en la construcción del feminismo de
clase que nos coloque a las mujeres trabajadoras en las mejores
condiciones de lucha.
La doble explotación (capitalista y patriarcal) que soporta la mujer
trabajadora se evidencia al tratar de su inserción en el mercado
laboral. Las trabajadoras se incorporan a dicho mercado en una
situación de partida desigual con los trabajadores produciendo lo que
denominamos la doble jornada de la mujer trabajadora.
Existe un trabajo socialmente necesario fuera de las relaciones
asalariadas que es realizado mayoritariamente por las mujeres.
De esta doble explotación son consecuencia las condiciones
habituales de los empleos femeninos: la desigualdad salarial, la
contratación a tiempo parcial, las mayores tasas de paro, casi el
doble, y de precariedad y el mayor riesgo de perder el puesto de
trabajo. La exclusión laboral es una realidad al igual que la
incorporación mayoritaria de las mujeres al ámbito de la llamada
“economía sumergida” y las consecuentes dificultades para tener o
acumular cotizaciones suficientes – como en el caso de las mujeres
campesinas, por ejemplo – la situación de las mujeres se vuelve
dramática al recibir pensiones asistenciales que las colocan por debajo
del umbral de la pobreza. La feminización de la pobreza se traduce en
que aproximadamente el 80 por ciento de personas pobres del planeta son
mujeres.
La Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción
Voluntaria del Embarazo ha sido aprobada, y se cierne un nuevo
retroceso de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en
esta ocasión de manos de la socialdemocracia, porque mantiene el aborto
en el código penal y el control legal de nuestro cuerpo, nuestras
decisiones y nuestra vida. La salud sexual de las mujeres sigue estando
al margen de la sanidad pública.
La violencia patriarcal logra aumentar el número de mujeres
asesinadas cada año. Las agresiones y el acoso sexual están tan
extendidos y naturalizados que son difícilmente cuantificables. En toda
sociedad basada en la explotación de unos seres humanos por otros, la
dominación, la negación, la invisibilización, la imposición o la
agresión física son formas de expresión de las relaciones de poder. La
violencia se vuelve en ellas estructural y sistémica y éste marco nos
ayuda a analizar y comprender que hay violencia allá donde hay y se
alimentan relaciones desiguales.
La Iglesia Católica, la ultraderecha política y sus medios de
comunicación a la vez que promueven campañas antiabortistas muy
agresivas pretendiendo imponer a toda la sociedad su modelo de familia
patriarcal y sus valores morales, realiza con toda la impunidad
apología de la violencia machista basándola en los mismos principios
que utiliza el patriarcado en todos los ámbitos “la inferioridad
natural de la mujer”.
La historiografía patriarcal se ocupa de excluir sistemáticamente a
las mujeres de su lugar en la historia, las aparta del espacio público
y oculta su actividad en las luchas y su intervención en la sociedad.
Sólo caben las que cumplieron el papel que la mujer debe tener en el
patriarcado. La educación pública en las escuelas desarrolla esta
labor, la participación de las mujeres en la historia está borrada en
los libros de texto. Lo que no se nombra no existe. En este sentido el
sexismo lingüístico juega un papel fundamental de la ideología
patriarcal que perpetúa la situación de subordinación e
invisibilización del género femenino.
Las leyes promulgadas por la socialdemocracia lejos de atacar las
causas que generan la desigualdad entre hombres y mujeres y todas sus
consecuencias, constituyen operaciones de marketing social que dejan
intactas aquellas estructuras económicas y sociales de las que se
derivan: el capitalismo y el patriarcado.
Solamente desde las posiciones del feminismo de clase enfrentaremos
las consecuencias de la crisis capitalista en alianza con el
patriarcado, que sufren las mujeres trabajadoras, jóvenes e inmigrantes
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