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Con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora los Colectivos de Jóvenes Comunistas lanzamos el tercer número del Boletín Feminista.
ESTE 8 DE MARZO TIENE QUE SER DISTINTO
Cada 8 de marzo suelen evaluarse desde el feminismo institucional los avances y/o retrocesos respecto a los derechos de la mujer, cada 8 de marzo suele olvidarse que sus orígenes están ligados al socialismo y a los partidos comunistas y, cada 8 de marzo solemos intentar desbordar al feminismo burgués con el feminismo de clase.
Este 8 de marzo tiene que ser distinto, no será suficiente con acudir a las manifestaciones y actos que desde el reformismo social, político y sindical se realicen para repartir nuestro folleto y exhibir nuestras pancartas. Tendremos que ser mucho más incisivas y empezar a confrontar directa y abiertamente, a la ofensiva, con ese feminismo, denunciándoles en su discurso engañoso sobre la equidad de género y en sus opciones falsamente liberadoras.
No encontraremos ninguna solución a nuestra condición de oprimidas si no empujamos en la necesaria abolición del capitalismo y en la derrota del patriarcado y, ahí, deberemos desenmascarar otros discursos y situar claramente la lucha por el socialismo como único camino posible para nosotras trabajadoras.
Hoy es un poco más fácil, el capitalismo en descomposición deja un balance para las trabajadoras desolador, y sólo la articulación de una respuesta contundente, junto con el resto de nuestra clase, pero introduciendo elementos de la lucha contra la doble opresión que sufrimos, podremos ir enfrentando las consecuencias de la crisis sistémica y dando respuestas en clave de situar en el horizonte la necesaria construcción de la sociedad nueva.
Desde el inicio de la actual crisis capitalista, con ajustes presupuestarios, con la congelación de la ley de dependencia, la retirada de la ayuda a la natalidad, reducción de los salarios en la función pública y en algunos sectores, privatizaciones de servicios públicos, desmantelamiento de guarderías, comedores, residencias de mayores y todo un etcétera, medidas que nos afectan de manera especial y que junto con las reformas del mercado laboral, en el que estamos en una situación de interinidad, con jornadas parciales, con peores salarios, con una tasa de actividad femenina muy por debajo de la masculina, con crecientes tasas de paro y con la pactada modificación al sistema de pensiones que acaba de reducir la pensión de jubilación en una media de un 20% (cuando ya partíamos de pensiones más bajas por las altas tasas de precariedad) y que al alargar la vida laboral y el periodo de cotización nos obliga a permanecer en el mercado laboral más tiempo, conciliando la vida laboral y familiar en equilibrios imposibles, estamos siendo golpeadas directamente.
En el capitalismo senil de nuestro siglo, el trabajo asalariado que realizamos es cada vez más un trabajo mal remunerado, en condiciones de explotación, y esa discriminación que sufrimos como asalariadas está también vinculada a nuestra función como trabajadoras no asalariadas en el hogar, haciendo un trabajo gratuito, depreciado e invisibilizado en beneficio de la sociedad patriarcal. La santa alianza entre capitalismo y patriarcado expresa este ataque drástico contra las trabajadoras en palabras del jefe misógino del Vaticano al decir “en estos momentos de crisis las mujeres deben cuidar del hogar”. Si hablamos del binomio mujer y joven tendremos que afirmar que acaban de ser robadas de su derecho a una jubilación digna, en las actuales sociedades capitalistas nunca podrán obtener una pensión pública.
Consecuentemente este 8 de marzo tendremos que empezar a incorporar a la mayoría de trabajadoras y ganarlas para la lucha contra toda explotación, empezando a situarles que la única salida es el socialismo.
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ESTE 8 DE MARZO TIENE QUE SER DISTINTO
Cada 8 de marzo suelen evaluarse desde el feminismo institucional los avances y/o retrocesos respecto a los derechos de la mujer, cada 8 de marzo suele olvidarse que sus orígenes están ligados al socialismo y a los partidos comunistas y, cada 8 de marzo solemos intentar desbordar al feminismo burgués con el feminismo de clase.
Este 8 de marzo tiene que ser distinto, no será suficiente con acudir a las manifestaciones y actos que desde el reformismo social, político y sindical se realicen para repartir nuestro folleto y exhibir nuestras pancartas. Tendremos que ser mucho más incisivas y empezar a confrontar directa y abiertamente, a la ofensiva, con ese feminismo, denunciándoles en su discurso engañoso sobre la equidad de género y en sus opciones falsamente liberadoras.
No encontraremos ninguna solución a nuestra condición de oprimidas si no empujamos en la necesaria abolición del capitalismo y en la derrota del patriarcado y, ahí, deberemos desenmascarar otros discursos y situar claramente la lucha por el socialismo como único camino posible para nosotras trabajadoras.
Hoy es un poco más fácil, el capitalismo en descomposición deja un balance para las trabajadoras desolador, y sólo la articulación de una respuesta contundente, junto con el resto de nuestra clase, pero introduciendo elementos de la lucha contra la doble opresión que sufrimos, podremos ir enfrentando las consecuencias de la crisis sistémica y dando respuestas en clave de situar en el horizonte la necesaria construcción de la sociedad nueva.
Desde el inicio de la actual crisis capitalista, con ajustes presupuestarios, con la congelación de la ley de dependencia, la retirada de la ayuda a la natalidad, reducción de los salarios en la función pública y en algunos sectores, privatizaciones de servicios públicos, desmantelamiento de guarderías, comedores, residencias de mayores y todo un etcétera, medidas que nos afectan de manera especial y que junto con las reformas del mercado laboral, en el que estamos en una situación de interinidad, con jornadas parciales, con peores salarios, con una tasa de actividad femenina muy por debajo de la masculina, con crecientes tasas de paro y con la pactada modificación al sistema de pensiones que acaba de reducir la pensión de jubilación en una media de un 20% (cuando ya partíamos de pensiones más bajas por las altas tasas de precariedad) y que al alargar la vida laboral y el periodo de cotización nos obliga a permanecer en el mercado laboral más tiempo, conciliando la vida laboral y familiar en equilibrios imposibles, estamos siendo golpeadas directamente.
En el capitalismo senil de nuestro siglo, el trabajo asalariado que realizamos es cada vez más un trabajo mal remunerado, en condiciones de explotación, y esa discriminación que sufrimos como asalariadas está también vinculada a nuestra función como trabajadoras no asalariadas en el hogar, haciendo un trabajo gratuito, depreciado e invisibilizado en beneficio de la sociedad patriarcal. La santa alianza entre capitalismo y patriarcado expresa este ataque drástico contra las trabajadoras en palabras del jefe misógino del Vaticano al decir “en estos momentos de crisis las mujeres deben cuidar del hogar”. Si hablamos del binomio mujer y joven tendremos que afirmar que acaban de ser robadas de su derecho a una jubilación digna, en las actuales sociedades capitalistas nunca podrán obtener una pensión pública.
Consecuentemente este 8 de marzo tendremos que empezar a incorporar a la mayoría de trabajadoras y ganarlas para la lucha contra toda explotación, empezando a situarles que la única salida es el socialismo.
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