Sé que se exilió a EEUU y que nada mas morir su padre se cambió el apellido por el de su madre. También, creo que difamó a la URSS todo lo que pudo. ¿Alguien me aporta un poco de información al respecto?.
¿Que me podéis decir sobre la hija de Stalin?
PatriaAndaluza- Gran camarada
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¿Que me podéis decir sobre la hija de Stalin?
Platon- Miembro del Soviet
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Fue una señora que ganó mucho dinero en Occidente fomentando el odio hacia su padre y hacia la Unión Soviética en general. Su libro demuestra que fue una maestra de la difamación y la calumnia
PatriaAndaluza- Gran camarada
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¿Que razones tenia para hacer esto?, es decir, si sintiera lo mas mínimo por su padre, por mucho dinero nunca haría algo así.
pedrocasca- Colaborador estrella
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Archivo del diario El País - día 1 de junio del año 1985
Svetlana Stalin honra en la URSS la memoria de su padre - La hija del dictador vive en Tiflis, tras 17 años de exilio voluntario
La hija de Josif Stalin, Svetlana, que regresó el pasado otoño a la Unión Soviética, se ocupa activamente de honrar la memoria de su padre en el museo dedicado a homenajear la personalidad de éste en Gori (Georgia), la ciudad natal de Stalin.
Svetlana, que escribió duros ataques contra su padre durante los 17 años que pasó en Occidente, ha ayudado a ampliar el Museo de Gori con dos nuevas salas de fotografías pertenecientes al archivo del fotógrafo privado de Stalin, Vlasikov, según relató a un grupo de periodistas Nina Merikitze, guía del Museo de Gori.Svetlana, que vive en Tiflis en compañía de su hija Olga, se ha desplazado tres veces al Museo de Gori, y fue ella la que se puso personalmente en contacto con la viuda de Vlasikov para conseguir los nuevos materiales que han sustituido a una exposición sobre el desarrollo de la sociedad soviética.
Con ocasión del 40 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, la personalidad de Stalin ha cobrado nuevo lustre y ha sido ensalzada en la Unión Soviética incluso por el secretario general del Partido Comunista Soviético (PCUS), Mijail Gorbachov. Gori ha sido el centro de festejos dedicados a este aniversario en la República Soviética de Georgia.
Coincidiendo con el aniversario y con la instalación de Svetlana en Tiflis, se han colgado por primera vez en el Museo de Gori fotos de la misma Svetlana de niña, y de la madre de ésta, Nadejhda Aliluieva, que se suicidó en 1932. Con la ayuda de Svetlana puede contemplarse ahora a Nadejhda vestida con un ligero traje de verano y acompañada de su esposo, y también a la niña Svetlana tocada con un gorrito, acompañada de su padre, mientras descansaba en Sotchi (mar Negro).
A la colección de recuerdos se han incorporado asimismo varias cartas que Stalin mandara a Svetlana. En una de ellas, escrita en caligrafía comprensible para un niño, Stalin dice a su hija: "Seguramente has olvidado a papá, porque ya no le escribes".
Traslado de Moscú
Según Merikitze, Olga, la hija de Svetlana y de un arquitecto norteamericano, se encuentra "satisfecha" en Tiflis y ha estado ya dos veces en el museo de su abuelo. La niña, de 13 años, a la que reclama su padre desde Estados Unidos, asiste a una escuela de Tiflis donde se da especial atención a las clases de inglés aprende simultáneamente ruso y georgiano. Esta última lengua, señala Merikitze, se le da particularmente bien.Fuentes moscovitas habían asegurado con anterioridad que Olga se sentía infeliz a su llegada a la URSS, y que ése fue tino de los motivos del traslado de Svetlana y de su hija desde Moscú, donde vivieron a su llegada, a Tiflis. En medios georgianos se asegura que Eduardo Chevernatse, el primer secretario del PCUS en Georgia y miembro suplente del Politburó, pidió a la intelectualidad local -que tampoco se libró de la represión de Stalin- que ayudará a la hija de Stalin a adaptarse a la nueva patria.
Además de la extensión del muestrario dedicado a la vida familiar de Stalin, el Museo de Gori da hoy más profusión de detalles sobre el paradero yactividades de todos los familiares vivos del dirigente georgiano, omitiendo aquellos datos que -como por ejemplo el exilio de Svetlana o sus declaraciones en Occidente- no cuadran en la imagen idealizada que se pretende crear con plena cooperación oficial.
La conmemoración del 40 aniversario de la victoria sobre el nazismo ha "enriquecido" ciertamente el Museo de Stalin. Desde Moscú ha llegado a Gori el gabinete de trabajo que Stalin tenía durante los años 30 en el Kremlin, un abrigo de pieles siberiano e incluso el vagón que utilizara en sus desplazamientos.
El vagón, de color verde, con cortinas blancas, ha sido instalado a la entrada del museo, en el jardín, y constituye ahora la principal atracción del lugar. Entre quienes colaboran con el Museo de Gori enviando regalos desde Moscú, se encuentran el Museo de la Revolución y el Museo de las Fuerzas Armadas.
Svetlana Stalin honra en la URSS la memoria de su padre - La hija del dictador vive en Tiflis, tras 17 años de exilio voluntario
La hija de Josif Stalin, Svetlana, que regresó el pasado otoño a la Unión Soviética, se ocupa activamente de honrar la memoria de su padre en el museo dedicado a homenajear la personalidad de éste en Gori (Georgia), la ciudad natal de Stalin.
Svetlana, que escribió duros ataques contra su padre durante los 17 años que pasó en Occidente, ha ayudado a ampliar el Museo de Gori con dos nuevas salas de fotografías pertenecientes al archivo del fotógrafo privado de Stalin, Vlasikov, según relató a un grupo de periodistas Nina Merikitze, guía del Museo de Gori.Svetlana, que vive en Tiflis en compañía de su hija Olga, se ha desplazado tres veces al Museo de Gori, y fue ella la que se puso personalmente en contacto con la viuda de Vlasikov para conseguir los nuevos materiales que han sustituido a una exposición sobre el desarrollo de la sociedad soviética.
Con ocasión del 40 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, la personalidad de Stalin ha cobrado nuevo lustre y ha sido ensalzada en la Unión Soviética incluso por el secretario general del Partido Comunista Soviético (PCUS), Mijail Gorbachov. Gori ha sido el centro de festejos dedicados a este aniversario en la República Soviética de Georgia.
Coincidiendo con el aniversario y con la instalación de Svetlana en Tiflis, se han colgado por primera vez en el Museo de Gori fotos de la misma Svetlana de niña, y de la madre de ésta, Nadejhda Aliluieva, que se suicidó en 1932. Con la ayuda de Svetlana puede contemplarse ahora a Nadejhda vestida con un ligero traje de verano y acompañada de su esposo, y también a la niña Svetlana tocada con un gorrito, acompañada de su padre, mientras descansaba en Sotchi (mar Negro).
A la colección de recuerdos se han incorporado asimismo varias cartas que Stalin mandara a Svetlana. En una de ellas, escrita en caligrafía comprensible para un niño, Stalin dice a su hija: "Seguramente has olvidado a papá, porque ya no le escribes".
Traslado de Moscú
Según Merikitze, Olga, la hija de Svetlana y de un arquitecto norteamericano, se encuentra "satisfecha" en Tiflis y ha estado ya dos veces en el museo de su abuelo. La niña, de 13 años, a la que reclama su padre desde Estados Unidos, asiste a una escuela de Tiflis donde se da especial atención a las clases de inglés aprende simultáneamente ruso y georgiano. Esta última lengua, señala Merikitze, se le da particularmente bien.Fuentes moscovitas habían asegurado con anterioridad que Olga se sentía infeliz a su llegada a la URSS, y que ése fue tino de los motivos del traslado de Svetlana y de su hija desde Moscú, donde vivieron a su llegada, a Tiflis. En medios georgianos se asegura que Eduardo Chevernatse, el primer secretario del PCUS en Georgia y miembro suplente del Politburó, pidió a la intelectualidad local -que tampoco se libró de la represión de Stalin- que ayudará a la hija de Stalin a adaptarse a la nueva patria.
Además de la extensión del muestrario dedicado a la vida familiar de Stalin, el Museo de Gori da hoy más profusión de detalles sobre el paradero yactividades de todos los familiares vivos del dirigente georgiano, omitiendo aquellos datos que -como por ejemplo el exilio de Svetlana o sus declaraciones en Occidente- no cuadran en la imagen idealizada que se pretende crear con plena cooperación oficial.
La conmemoración del 40 aniversario de la victoria sobre el nazismo ha "enriquecido" ciertamente el Museo de Stalin. Desde Moscú ha llegado a Gori el gabinete de trabajo que Stalin tenía durante los años 30 en el Kremlin, un abrigo de pieles siberiano e incluso el vagón que utilizara en sus desplazamientos.
El vagón, de color verde, con cortinas blancas, ha sido instalado a la entrada del museo, en el jardín, y constituye ahora la principal atracción del lugar. Entre quienes colaboran con el Museo de Gori enviando regalos desde Moscú, se encuentran el Museo de la Revolución y el Museo de las Fuerzas Armadas.
pedrocasca- Colaborador estrella
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Archivo del diario El País - día 28 de noviembre del año 2011
La única hija de Stalin muere a los 85 años en el anonimato y la pobreza
Tras la muerte de su padre, en 1953, los nuevos líderes del Kremlin la despojaron de sus privilegios
El presidente Johnson le concedió asilo político en EE UU en los años 60
La princesa del Kremlin traicionó la memoria de su padre. Huyó a India, a Inglaterra, a Francia. Abrazó los valores capitalistas. Se refugió en el gran desierto del oeste americano. Volvió a la URSS y, de nuevo, a Norteamérica. Si su vida hubiera sido una novela rusa se habría llamado La Huida. Y es cierto: tan compleja y prolija como una obra rusa fue la existencia de Svetlana Stalina, hija de Josif Stalin. Murió el martes pasado a los 85 años como Lana Peters, en la pobreza y el anonimato del condado de Richland, en medio del vacío de las explanadas rurales de Wisconsin. Había perdido su fortuna. Había renegado de sus raíces. Se había alejado de su familia. Y murió lejos de las cámaras que la siguieron desde que naciera en Moscú en 1926.
Fue la única hija de Stalin. Tuvo tres hermanos varones. Para los resortes de la propaganda estalinista fue la forma de humanizar al dictador. Aparecía en fiestas y recepciones. Su padre la colmaba de atenciones. Le regalaba hasta películas americanas. La apodaban El pequeño gorrión. Entre los cojines del Kremlin, ignoraba los efectos terroríficos de la represión de su padre. Las circunstancias de su propia vida le eran también ajenas. Cuando tenía seis años, su madre, Nadezhda Alliluyeva, se suicidó. Durante un tiempo, la pequeña creyó que había muerto de una apendicitis.
Aunque renegaría más tarde de su padre, en realidad nunca le abandonó, a pesar de que durante la larga guerra con Alemania, entre 1941 y 1945, Stalin cambió. A su hijo Yakov lo dejó morir a manos de los nazis, negándose a intercambiarlo por un general alemán capturado. Al novio de Svetlana —judío— lo mandó a Siberia. Se casó con otro hombre en 1945, con quien tuvo un hijo. Se divorció dos años después. Se volvió a casar con el hijo de un colaborador de Stalin. Tuvo otra hija. Y se divorció de nuevo.
Fue tras la muerte de su padre, en 1953, cuando los nuevos líderes del Kremlin, incluido el primer secretario Nikita Kruschev, la despojarían de sus privilegios. Antes que convertirse en una más, prefirió huir. Escapó a India en 1967. Allí pidió asilo político en la Embajada de Estados Unidos. El presidente Lyndon B. Johnson se lo concedió. Según escribió en 1992 The Washington Times, el KGB trató entonces asesinarla, un plan que no se completó. Finalmente Svetlana llegó a Nueva York en abril de 1967. Publicó dos autobiografías en las que renegaba de su padre, de la URSS y del comunismo.
Tras quemar en público su pasaporte soviético, se asentó en Nueva Jersey. Tres años después conoció a William Wesley Peters, discípulo de Frank Lloyd Wright, y se casó con él. Ambos se mudaron a un complejo diseñado por el famoso arquitecto en Scottsdale, en el desierto de Arizona. Pero como parece que era norma común en sus casamientos, tuvo una hija y, en dos años, se divorció. Se nacionalizó norteamericana en 1978, y cambió su nombre por el de Lana Peters.
Entonces, hace ya 33 años, comenzó la decadencia de su vida. Se marchó a Inglaterra. Justo cuando la historiografía de la URSS rescataba la memoria de Stalin, ella comenzó a hablar mejor de su padre. Dijo que había sido un juguete de la CIA. Regresó a la URSS. Recuperó su pasaporte. Pero no encontró el reconocimiento que esperaba, y se mudó a Georgia para, en 1986, volver de nuevo a Estados Unidos.
Ya en Wisconsin, dijo que nunca había renegado de EE UU, que todo había sido una mala traducción de sus palabras. Trataba de huir de los medios. Algunos escribieron que subsistía en la pobreza, que había enloquecido. Dio, finalmente, una entrevista al diario Wisconsin State Journal, el año pasado. De su padre, tuvo algo que decir, una frase lapidaria: “Me rompió la vida”.
La única hija de Stalin muere a los 85 años en el anonimato y la pobreza
Tras la muerte de su padre, en 1953, los nuevos líderes del Kremlin la despojaron de sus privilegios
El presidente Johnson le concedió asilo político en EE UU en los años 60
La princesa del Kremlin traicionó la memoria de su padre. Huyó a India, a Inglaterra, a Francia. Abrazó los valores capitalistas. Se refugió en el gran desierto del oeste americano. Volvió a la URSS y, de nuevo, a Norteamérica. Si su vida hubiera sido una novela rusa se habría llamado La Huida. Y es cierto: tan compleja y prolija como una obra rusa fue la existencia de Svetlana Stalina, hija de Josif Stalin. Murió el martes pasado a los 85 años como Lana Peters, en la pobreza y el anonimato del condado de Richland, en medio del vacío de las explanadas rurales de Wisconsin. Había perdido su fortuna. Había renegado de sus raíces. Se había alejado de su familia. Y murió lejos de las cámaras que la siguieron desde que naciera en Moscú en 1926.
Fue la única hija de Stalin. Tuvo tres hermanos varones. Para los resortes de la propaganda estalinista fue la forma de humanizar al dictador. Aparecía en fiestas y recepciones. Su padre la colmaba de atenciones. Le regalaba hasta películas americanas. La apodaban El pequeño gorrión. Entre los cojines del Kremlin, ignoraba los efectos terroríficos de la represión de su padre. Las circunstancias de su propia vida le eran también ajenas. Cuando tenía seis años, su madre, Nadezhda Alliluyeva, se suicidó. Durante un tiempo, la pequeña creyó que había muerto de una apendicitis.
Aunque renegaría más tarde de su padre, en realidad nunca le abandonó, a pesar de que durante la larga guerra con Alemania, entre 1941 y 1945, Stalin cambió. A su hijo Yakov lo dejó morir a manos de los nazis, negándose a intercambiarlo por un general alemán capturado. Al novio de Svetlana —judío— lo mandó a Siberia. Se casó con otro hombre en 1945, con quien tuvo un hijo. Se divorció dos años después. Se volvió a casar con el hijo de un colaborador de Stalin. Tuvo otra hija. Y se divorció de nuevo.
Fue tras la muerte de su padre, en 1953, cuando los nuevos líderes del Kremlin, incluido el primer secretario Nikita Kruschev, la despojarían de sus privilegios. Antes que convertirse en una más, prefirió huir. Escapó a India en 1967. Allí pidió asilo político en la Embajada de Estados Unidos. El presidente Lyndon B. Johnson se lo concedió. Según escribió en 1992 The Washington Times, el KGB trató entonces asesinarla, un plan que no se completó. Finalmente Svetlana llegó a Nueva York en abril de 1967. Publicó dos autobiografías en las que renegaba de su padre, de la URSS y del comunismo.
Tras quemar en público su pasaporte soviético, se asentó en Nueva Jersey. Tres años después conoció a William Wesley Peters, discípulo de Frank Lloyd Wright, y se casó con él. Ambos se mudaron a un complejo diseñado por el famoso arquitecto en Scottsdale, en el desierto de Arizona. Pero como parece que era norma común en sus casamientos, tuvo una hija y, en dos años, se divorció. Se nacionalizó norteamericana en 1978, y cambió su nombre por el de Lana Peters.
Entonces, hace ya 33 años, comenzó la decadencia de su vida. Se marchó a Inglaterra. Justo cuando la historiografía de la URSS rescataba la memoria de Stalin, ella comenzó a hablar mejor de su padre. Dijo que había sido un juguete de la CIA. Regresó a la URSS. Recuperó su pasaporte. Pero no encontró el reconocimiento que esperaba, y se mudó a Georgia para, en 1986, volver de nuevo a Estados Unidos.
Ya en Wisconsin, dijo que nunca había renegado de EE UU, que todo había sido una mala traducción de sus palabras. Trataba de huir de los medios. Algunos escribieron que subsistía en la pobreza, que había enloquecido. Dio, finalmente, una entrevista al diario Wisconsin State Journal, el año pasado. De su padre, tuvo algo que decir, una frase lapidaria: “Me rompió la vida”.
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