Una historia interesante que quiero compartir con vosotros.
El hecho de que fuera negro no debería ser resaltado -desde mi punto de vista-, no le veo la menor importancia al origen de nadie mientras sea consecuente con las ideas marxistas.
Salud.
El hecho de que fuera negro no debería ser resaltado -desde mi punto de vista-, no le veo la menor importancia al origen de nadie mientras sea consecuente con las ideas marxistas.
Salud.
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OSVALDAO, EL COMANDANTE NEGRO DE ARAGUAIA
A mediados de los años de 1960 los primeros militantes del PCdoB — Partido Comunista del Brasil — comenzaron a ser desplazados para la región sur del Pará, conocida popularmente como "Pico do Papagaio". Decenas de militantes revolucionarios oriundos de diversas regiones del país combatieron en las selvas del sur del Pará, se unieron a los campesinos y a la población de la región y dieron inicio a la lucha armada revolucionaria haciendo retumbar en todo el país y en el exterior la deflagración de la lucha armada en 11 de abril de 1972.
"Durante más de dos años se trabó una lucha reñida. El ejército realizó tres grandes y aparatosas campañas, en conjunto con la Aeronáutica, la Marina y la Policía Militar, contando con armamentos modernos y vastos recursos materiales. En la primera — en abril/junio de 1972 — puso en acción 5 mil hombres; en la segunda — en septiembre/noviembre de 1972 — empleó 15 mil hombres; en la tercera, de octubre de 1973 a mayo de 1974, movilizó de 5 a 6 mil soldados" [del documento Gloriosa jornada de lucha, 1976].
Casi todos los guerrilleros del Araguaia cayeron en combate. Entre ellos, se elevaba, no solamente por sus casi dos metros de altura, pero por sus calidades de combatiente, su firmeza de comunista y su indestructible vínculo con las masas campesinas y ribereñas, el comandante del destacamento B, Osvaldo Orlando da Costa, ‘Osvaldão’.
Osvaldo Orlando da Costa, hijo de José Orlando da Costa y Rita Orlando dos Santos, nació en 27 de abril de 1938, en Passa Quatro, Minas Gerais.
Entre 1952 y 1954 vivió en São Paulo, donde hizo el Curso Industrial Básico de Cerámica, lo que le confirió la condición de artífice en cerámica. Se mudó para Río de Janeiro, donde se diplomó en técnico de construcción de máquinas y motores por la Escuela Técnica Federal en el año de 1958. En ese periodo, participó activamente de las luchas estudiantiles.
Osvaldo Orlando, de lo alto de sus 1,98 metros de altura, pesando cien kilos y con sus zapatos número 48 formaba parte del equipo de boxeo del club Botafogo, y fue campeón compitiendo por el equipo.
También se hizo oficial de la reserva del ejército brasileño, después de servir en el CPOR/RJ.
Ingresó en el Partido Comunista del Brasil — PCdoB.
En Praga, Checoslovaquia, se formó en ingeniería de minas.
Osvaldão fue uno de los primeros militantes del PCdoB a llegar a la región del Araguaia, alrededor de los años de 1966-67 y tenía la tarea de crear condiciones para la llegada de nuevos militantes y mapear el área. Penetró en las florestas y recorrió los ríos presentándose cómo minero en busca de oro y mariscador. Se hizo rápidamente conocido y amigo de los campesinos, participó de cazadas y pesquerías, trabajó en plantaciones, se hizo gran conocedor de las matas. En 1969, pasó a vivir en la margen del río Gameleira.
Fue comandante del destacamento B y dirigió varios combates. Fue, al lado de Dina (Dinalva Conceição Oliveira), el más conocido y respetado guerrillero entre la población del Araguaia. Él formaba parte del contingente guerrillero que rompió exitosamente el cerco militar cuando atacado por un gran número de tropas del ejército en 25 de diciembre de 1973.
Según testimonios de habitantes de la región, él fue muerto en abril de 1974, cerca de la localidad de São Domingos, próximo a la Semana Santa. Fue herido con un tiro de carabina calibre 22 en la barriga disparado por Piauí, un alcahuete que hizo esto por dinero. Enseguida fue fusilado por los militares. Su cuerpo fue colgado por cuerdas en un helicóptero que lo llevó de Saranzal, local donde fue muerto, hasta el campamento militar de Bacaba y de allá para Xambioá. Cuando su cuerpo fue izado por el helicóptero, cayó y quebró el pie izquierdo. Posteriormente su cabeza fue decepada y expuesta en público. En la base militar de Xambioá, su cadáver fue mutilado a patadas, pedradas y paladas dadas por los militares y, finalmente, quemado y tirado en un hoyo, también llamado de "Vietnam" — fosa situada al final de la pista de aterrizaje de la Base Militar de Xambioá donde eran tirados los muertos y los moribundos. Con el término de las operaciones militares en esta área, fue hecho un gran terraplenado, que descaracterizó el local.
Los testimonios recogidos por los familiares en las diversas veces que estuvieron en la región y las informaciones de periódicos son coincidentes y se complementan.
El Informe del Ministerio del Ejército dice que "fue muerto en 7/feb./74". [Dossier de los muertos y desaparecidos políticos a partir de 1964, Compañía Editora de Pernambuco, 1995]
En su artículo El pugilista vermelho, Rui Moura narra dos de las historias que inmortalizaron el guerrillero Osvaldão en la memoria de la población del Araguaia:
"Un tipo fue amenazar a Osvaldão porque quería adueñarse de sus tierras. Entonces Osvaldão fue hasta la casa de este hombre y lo despertó, con el caño de un revolver 38 en el rostro y la orden, dada por ‘un negro de casi dos metros de altura y con dos brazos que parecían piernas’, según descripción de los que lo conocieron:
— En vez de usted quedarse con mi tierra, usted da la suya a una familia muy necesitada. La familia ya está aquí, esperando. Voy a llevarlo hasta la terminal y usted no aparece más aquí, sino muere. Y si le parece mal muere ahora que me queda más fácil...
El delincuente salió con la sorpresa de encontrar los nuevos propietarios y más de 30 personas de los alrededores que aplaudían la actitud de su Osvaldão, hombre justo."
Y otra:
"Estando de pasada en casa de una familia campesina, encontró la mujer desesperada porque no tenía dinero para comprar comida para sus hijos. Era una casa pobre. No tenían nada. Osvaldo le preguntó si quería vender el perro. La mujer, sin otra alternativa, dijo que sí. Tanto ella como Osvaldo sabían lo que significaba la pérdida del perro: más hambre, pues en la región, sin perro y arma es difícil conseguir caza. Osvaldão le pagó el precio del perro y, a continuación, le dijo: guárdelo para mí que yo no podré llevarlo para casa ahora."
Artículo publicado en “A Nova Democracia”, nº 76, abril 2011. Traducción Enrique Chiappa.