Contra la oligarquía
y por el reparto de la tierra
entre los trabajadores rurales…
¿Quién lo planteó en términos
siquiera parecidos a estos?
¿Rosas?
¿Facundo?
¿El Chacho?
¿Felipe Varela?
¿José Hernández?
¿Quién?...
¡Sarmiento!
y por el reparto de la tierra
entre los trabajadores rurales…
¿Quién lo planteó en términos
siquiera parecidos a estos?
¿Rosas?
¿Facundo?
¿El Chacho?
¿Felipe Varela?
¿José Hernández?
¿Quién?...
¡Sarmiento!
Discurso en Chivilcoy
luego de ser electo Presidente de la Nación:
“En Chivilcoy al menos, hemos acomodado unos veinte mil inmigrantes y gauchos vagos antes…”
“No haya miedo de que de Chivilcoy salga ningún caudillo, y si la montonera queda ya borrada de las instituciones de Buenos Aires… tendrá que agradecérselo a estos centros de población rural, que le sirven de vanguardia y ponen con sus villas y cultivos, coto al libre vagar de los jinetes.”
“En toda la América del Sur, la tierra ha sido librada al favor, sin mesuras ni linderos, sin cercos, único símbolo y sello de la propiedad, Chivilcoy tuvo una ley especial que la distribuyó en proporciones y formas regulares… Y si los resultados benéficos de tal Ley han asegurado la felicidad de veinte mil seres humanos, en sólo diez años puede sacarse la cuenta de los millones de hombres que en igual tiempo serían propietarios, de vagos proletarios que son hoy, con sólo extender sus beneficios a todas las tierras públicas de que la nación puede disponer, legislando con previsión.”
“…La antigua práctica nuestra ha estado obrando su desquicio sobre toda la América del Sur tres siglos, y produciendo la barbarie de los campos y la guerra civil que empobrece y destruye a las ciudades….”
“¿Porqué no es Chivilcoy toda la pampa ya? Nos consolamos con pensar que todos los pueblos han principiado por ser pastores. Eso era cierto cuando las tribus humanas principiaron a salir de los bosques y dejaron de dormir sobre los árboles…. Pero ese período de la existencia de los pueblos acabó ahora cuatro mil años…”
En 1856, estando en debate en el parlamento provincial la Ley de Tierras,
desde “El Nacional” Sarmiento machaca con el tema:
“El Estado debe conservar la tierra pública para servir a las necesidades de todos. El peón necesita que haya tierra pública para hacer una casa y una heredad con sus ahorros futuros”.
En un mensaje a la Legislatura provincial del 20 de agosto de 1856,
no es menos categórico:
“ A la masa de nuestra juventud, no queda otra carrera que la de los empleos, o dependientes de comercio por precios ínfimos; y cuando vuelven los ojos a la tierra que los vio nacer, y debiera proporcionarles medios de trabajo, encuentra que sólo por leguas pueden obtenerla últimamente a condición de tener un capital ingente para poblarla de ganado, es decir que para enriquecerse es preciso ser primero rico.”
Desde “El Censor” contra el nefasto parasitismo de los terratenientes,
que ni siquiera eran capaces de desarrollar una industria frigorífica:
“No quieren saber nada de derechos, de impuestos a la hacienda… Nuestros hacendados no entienden jota del asunto, y prefieren hacerse un palacio en la Avenida Alvear que meterse en negocios que los llenarían de aflicciones. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Duggans, a los Cano y los Leloir y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas. En este estado está la cuestión, y como las cámaras (del Congreso) están también formadas por ganaderos, veremos mañana la canción de siempre, el payar de la guitarra a la sombra del ombú de la Pampa y a la puerta del rancho de paja” El Censor”; “Carnes frescas, Ganaderos calientes”
Denuncia la simbiosis del latifundio y la concentración capitalista
“Dícese que la herencia va dividiendo poco a poco la propiedad. Es verdad; pero el capital va acumulándola a gran prisa en grandes porciones. Estas dos leyes obran simultáneamente sobre todas las sociedades y donde la tierra no tiene ascensión de valor por el cultivo, la acumulación que el capital hace es más rápida que la división que hace la herencia.” Obras Completas (XXIII, 211 y 368)
El capital financiero inglés le presta (caro) al gobierno de Roca;
El gobierno de Roca presta (barato) ese mismo dinero
a familias "distinguidas" y militares
para la compra masiva y a precio vil de las tierras públicas.
Se trata de un inmenso territorio.
Sarmiento denuncia:
“Para obtener un empréstito se ha necesitado cargar a nuestros hijos 15 millones de comisión y usura, no recibiendo sino el resto de los pretendidos 42 millones, pero reales, para pagarlos por su valor nominal a los acreedores, y a más de las usuras de 15 millones tenemos que mantener un ejército de 10000 hombres y una marina formidable, y a los que lo contrajeron, y en menos de un año la Patria, agradecida a sus guardianes armados, ha desbaratado 100 millones de valores en tierras públicas adjudicadas al precio de 400 nacionales cuando valen 10000 fuertes en unas regiones y hasta 3000 en las menos favorecidas”
“¿En virtud de que ley el general Roca, clandestinamente, sigue enajenando la tierra pública a razón de 400 nacionales la legua que vale 3000? El Presidente Roca, haciendo caso omiso de la ley, cada tantos días remite por camadas a las oficinas del Crédito Público, órdenes directas, sin expedientes ni tramitaciones inútiles, para que suscriba a los agraciados, que son siempre los mismos, centenares de leguas. Allí están los libros del Crédito Público que cantan y en alta voz para todo el que quiera hacer la denuncia al fiscal. Al paso que vamos, dentro de poco no nos quedará un palmo de tierra en condiciones de dar al inmigrante”
DFS, El Censor, 21 de enero de 1886.
Es la coronación del latifundio, luego de la conquista del desierto.
Acompañando el pacto de sangre oligárquico-imperialista, aparece el Ejército Nacional como supresor estable de la democracia real.
Sarmiento denuncia:
“Raro destino el de las …instituciones humanas. Puede el lector imaginar las ilusiones que se haría el creador de las escuelas militar y naval. Llamada la República Argentina a ser por su colocación geográfica la segunda edición de los Estados Unidos, esperaba reducir el ejército a las estrictas necesidades de la frontera”…
“Pero, nosotros, los americanos del sur, hemos descubierto un modo de dar empleo a los ejércitos sin guerra, porque no hay enemigos, y es gobernar con ejércitos creándolos superiores a nuestros medios y sin proporción con la población”… “El ejército no ha servido durante la administración de Roca sino para avasallar las libertades públicas. Desde el primer año del gobierno del general Roca se hizo manifiesto el propósito de formar un ejército formidable, doblando su efectivo, precisamente cuando desaparecía por completo toda amenaza de conflicto exterior, cuando las fronteras no exigían sino fuerzas muy limitadas, y cuando la paz interna misma no podía ser perturbada. El ejército argentino tiene otra misión que la de avasallar las libertades públicas, pero sólo sirve para asegurar el gobierno de la familia de los Roca y pasarla a la de Juárez. Entro Roca al gobierno y entregó la policía de Buenos Aires a su primo, quien pidió en el acto un aumento de 700 plazas.
De civil que era y lo es en todo país civilizado, la policía de Buenos Aires se ha hecho militar y ha sido dotada de armas de guerra”
DFS, El Censor, 25 de febrero de 1886.
Sarmiento y las dos Historias Oficiales
(liberal y nacionalista)
(liberal y nacionalista)
Sarmiento es conocido universalmente por su lucha a favor de la educación popular.
En nuestro país, durante muchos años, el énfasis de la historia oficial limitó a esto su recordación. Luego fue ganando espacio un revisionismo histórico que instituyó en amplios sectores de la sociedad la imagen de un Sarmiento antipopular y antinacional, represor de lo autóctono.
Pero en los dos relatos, el liberal y el nacionalista, se omite lo que fue su preocupación fundamental: la propiedad de la tierra, su reparto “en proporciones labrables”, esto es, a la medida de una fuerza de trabajo propietaria.
K. Marx
En el contexto de la economía natural que fundamentaba el país, un inmenso desierto donde el medio de producción por excelencia era la propia tierra (todavía a ocuparse y por lo tanto a repartirse), aquella pretensión sarmientina, continuadora del legado de Mayo, era la posición más igualitaria que pudiera entonces concebirse. ¿Por qué se olvidó con tanto empeño? ¿Por qué liberales y nacionalistas no pueden confrontarse con el Sarmiento real y prefieren distorsionarlo?
Lo avanzado de esta reivindicación agraria, central en el pensamiento de Sarmiento, se ratifica, sin más, con este mensaje que, por los mismos años, la Asociación Internacional de los Trabajadores, con la firma de Carlos Marx entre muchos dirigentes obreros, dirigía a Abraham Lincoln, a quien llamaba “el sincero hijo de la clase obrera”:
“Desde la iniciación de la titánica lucha estadounidense, los trabajadores de Europa percibieron instintivamente que el pabellón estrellado entrañaba el destino de su clase. La lucha de los territorios que iniciaron la horrenda epopeya, ¿no iba a decidir si el suelo virgen de inmensas comarcas debía estar empeñado para el trabajo del inmigrante, o ser prostituido por la pisada del capataz esclavista?”
A. Lincoln
Sarmiento no era socialista, pero admirador del arrollador progreso del Estados Unidos de los farmers, que soñaba trasladar a nuestro país, convergía en los hechos con esta línea del clasismo obrero más avanzado, que defendía los intereses de los trabajadores del mundo. ¿Cómo se explica esto? ¿Fue allí Sarmiento un accidental compañero de ruta de Marx?
No. La postura de Sarmiento frente al problema de la tierra es una brújula que nos orienta respecto a su posición frente al conjunto de la vida social.
Quien como él planteó, en aquel tiempo y lugar, la masiva distribución de la tierra y la educación, no pudo ser otra cosa que un representante consecuente de los sectores populares, no alguien “que tuvo cosas buenas y malas” y menos, por cierto, “un enemigo del pueblo, del gaucho o de lo nacional”.
La coherencia interna que transmite su escritura, en que artista y filósofo nunca se sueltan la mano, nos llevó a inferir que no acertaba por azar con los nudos gordianos que frenaban entonces el progreso de la sociedad.
Por ello, nos esforzamos en apreciar su pensamiento integralmente, con el examen del conjunto de sus escritos y procurando la aprehensión de su lógica interna.
Y encontramos que quienes perciben un individuo contradictorio, efectivamente proyectan sobre Sarmiento las contradicciones en que incurre el vicio del modernismo en la interpretación histórica, que pasa por encima de las circunstancias y el pensamiento específicos de cada época.
Pero los tiempos de Sarmiento tienen esenciales vasos comunicantes con nuestros tiempos; y ése es el motivo por el cual, alrededor de su figura, se agitan las pasiones más encontradas y la razón de que, por el contenido revolucionario de su pensamiento y acción, el sentido de su vida haya sido desfigurado hasta lo irreconocible. Su exilio espiritual, lo es en una sociedad cuya memoria es administrada por la hegemonía reaccionaria de clases dominantes históricamente incapaces de superar resabios feudales, que permanecen en la cultura social y política, así como en la propiedad de la tierra. Se trata, en Latinoamérica, de elementos inseparables de la dependencia y el atraso, que dan sustancia a la frustración nacional y de los cuales Sarmiento fue su histórico denunciante.
El Sarmiento real, educador de la sociedad sí, pero el de la tierra para el que la trabaja también, es el vivo ejemplo que refuta la idea de que la civilización es pensada por un cerebro social formado en las clases dominantes y orientado por su ideología. Se trata de que esta milenaria justificación de la explotación del hombre por el hombre constituye, modernamente, un anacronismo que debe ocultarse. Por eso es que ese Sarmiento real debe permanecer desconocido.
Fuente; Progresismo y Reacción