Metodología en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
texto de Florencio Posadas Segura
publicado en el blog Marx desde cero en diciembre de 2012
Os proponemos leer la obra de Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte -os la podéis descargar desde el Foro-. Si no sabéis muy bien de que va os explicamos:
en este libro Marx procede a la comparación de dos Bonaparte (Napoleón el Grande con el sobrino al que sus críticos llamaron Napoleón el Pequeño). El primero, Napoleón, aprovechando que el Directorio se venía abajo entre el desorden financiero, la debilidad de su ejecutivo y la corrupción de sus miembros (¿os suena de algo?) se hará con el poder. Todas las facciones (jacobinos, moderados, realistas…) ven el momento propicio para alzarse con el poder en el cambio de régimen que se avecina. En estas circunstancias, Napoleón -recién venido de Egipto- y aconsejador por Talleyrand, Fouché y Sieyès, disuelve el Directorio con el apoyo del ejército y de su hermano Lucien, presidente del Consejo de los Quinientos. Era el 18 de Brumario (9 de Noviembre).
Años más tarde, otro Bonaparte, Luis Napoleón, da un golpe de estado el 2 de diciembre de 1851. Las fechas no coinciden, pero por lo demás las circunstancias son parecidas. Basándose en estas similitudes Carlos Marx escribió entre 1851 y 1852 El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.
De esta comparación entre los dos Bonaparte y de las dos jornadas del 18 de brumario, Marx extrajo uno de sus textos más famosos. Al comenzar El 18 de brumario de Luis Bonaparte, en efecto, escribió lo siguiente: “Hegel dice que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera vez como tragedia y la segunda vez como farsa. Luis Bonaparte fue, así, la caricatura de su tío.”
La segunda propuesta, utilizando como pretexto esta obra de Marx, consiste en adentrarnos en el concepto marxista del análisis de coyuntura o de situaciones. Para este segundo propósito nos vamos a apoyar en el trabajo de Florencio Posadas Segura titulado:
Metodología en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Introducción
En el presente ensayo, no se pretende realizar un estudio exhaustivo sobre la metodología de Marx en El Dieciocho Brumario, se toma como pretexto esta obra para intentar un acercamiento no a la metodología, sino a algunos aspectos de la misma ahí presentes.
En el punto uno, se pretende proporcionar una especie de marco teórico-metodológico que está presente en la obra de Marx. En el segundo, se aborda brevemente la reflexión metodológica de Marx y Engels en relación al 18 Brumario. En el tercero, se sitúa la obra citada en el contexto del pensamiento gramsciano sobre el análisis de situaciones. En el cuarto, se discuten tres acepciones sobre el concepto de coyuntura derivados de la interpretación de los clásicos de la teoría socialista. En el quinto, se examina con cierto detalle tres aspectos de la metodología, que hacen a la teoría de las clases, la psicología del individuo y la problemática del tiempo, presentes en algunos escritores contemporáneos.
Finalmente, se establecen breves conclusiones.
1. Principios metodológicos o vectores en la obra de Marx
Un buen ejemplo de los problemas actuales de las ciencias sociales son los que atañen al marxismo. Tras el nombre de marxismo se presentan posiciones teórico-metodológicas diferentes.
Por una parte, se revela una teorización de la historia en su conjunto, autodefinida como científica, cuyas tesis centrales son las siguientes: 1) el motor y la clave del funcionamiento, así como de la transformación de las sociedades, es el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, en donde existe una fuerza productiva en última instancia determinante: los medios de trabajo o instrumentos de producción; 2) las fuerzas productivas de la vida material son definidas, por una parte, como poseedoras de la virtud intrínseca de tenderse a desarrollar continuamente, progresivamente y, por el otro, como entes que no tienen determinación social, esto es, que son susceptibles de ser caracterizadas como tales fuerzas productivas, con independencia de las relaciones sociales; entre fuerzas productivas y relaciones de producción que conforman la estructura económica de una sociedad, sólo existen relaciones de correspondencia o de antagonismo, en donde destaca el carácter primordial de las primeras; sobre la base de la estructura económica de la sociedad, se levanta el edificio jurídico y político al cual corresponden formas determinadas de la conciencia social.
Una concepción de la sociedad, como la anteriormente expuesta, habría de hipotecar el futuro teórico-metodológico del marxismo, tendiendo a situarlo dentro de un enfoque rígido y dogmatizado de la estructura “invariable” de las sociedades humanas y en una concepción evolucionista seudocientífica de su dinámica histórica, supuestamente regida por leyes naturales que se cumplirían necesariamente.
Por otra parte, se despliega un elemento que despunta en la obra juvenil de Marx y reaparece constantemente en su obra madura. Se trata de aquella dimensión del pensamiento marxiano que se manifiesta ante todo como voluntad de acabar con la filosofía especulativa, proclamando que no se trata de interpretar al mundo sino de transformarlo y que es preciso superar la filosofía realizándola. Ese sesgo de la reflexión de Marx es el que se niega otorgarse de antemano la solución al problema global de la historia que hace a su sentido y se opone a proveerse de una “dialéctica” acabada e infalible, afirmando en cambio que el comunismo no es un estado ideal hacia el cual se encaminaría fatalmente la sociedad, sino el movimiento real que suprime el estado de cosas existentes.
Este ingrediente se manifiesta cuando Marx insiste sobre el hecho de que son los hombres quienes hacen su propia historia, sobre la base de condiciones dadas y declara, por tanto, que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
Estas otras posiciones y planteamientos de Marx no se resuelven en meras especulaciones. Por el contrario, pueden servir deguía teórico-metodológica para abordar el aspecto más importante en la obra de Marx, a saber, su análisis descriptivo y explicativo de la sociedad capitalista, tal como se expone en sus trabajos más acabados como El capital y el 18 Brumario de Luis Bonaparte.
En la llamada acumulación originaria y a todo lo largo del 18 Brumario, por ejemplo, Marx describe un complejo proceso económico, social, político, jurídico e ideológico, donde la imaginación, los deseos, los objetivos y, por tanto, la práctica de los sujetos sociales desempeñan un papel creador decisivo tanto para la emergencia y consolidación del capitalismo, en el largo plazo, como para la creación de la forma bonapartista de Estado, en el corto plazo.
2. La reflexión metodológica de Marx en el 18 Brumario
En rigor, elanálisis sobre su propia metodología utilizada en el 18 Brumario, es casi inexistente y contradictoria. Quizás, es el único lugar de la obra en donde Marx expone su concepción metodológica, estaría dado por el siguiente pasaje: “Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los plasma derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes”, concepción posteriormente canonizada por el ya célebre fragmento del Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política: “El resultado general al que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social” (2).
La metáfora del edificio, la base y la superestructura integrado por los niveles económico, jurídico-político e ideológico, donde la superestructura se da como una derivación de la base y las propias clases sociales están determinadas por la estructura económica, parecería no corresponder con la realidad examinada y descrita, pues a despecho del propio autor, como diría Althusser, “la determinación económica en última instancia, nunca aparece”.
Lo escasamente descrito por Marx en relación a su mitología, ciertamente se revela contradictorio con todo lo que hace en el conjunto de El Dieciocho Brumario, Federico Engels, tomó al pie de la letra lo escrito por Marx y le dio un sentido aún más economicista y evolucionista, seudocientífico, cuando en el prólogo a la tercera edición, sentencia: “Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas ya se desarrollan en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta”. (3)
Por lo demás, Engels se refiere a un aspecto importante de la reflexión metodológica de Marx en el 18 Brumario y que tiene que ver con su capacidad para comprender “la historia viva del momento” y su penetración profunda “en los acontecimientos al mismo tiempo que se producen”. La problemática del tiempo momentáneo dará lugar a lo que posteriormente será llamado análisis de coyuntura. Sin embargo, la problemática del tiempo breve en Marx, estaba estrechamente vinculada a la cuestión del tiempo permanente, como el propio Engels pone de manifiesto: “He aquí por qué Marx no solo estudiaba von especial predilección la historia pasada de Francia sino qua seguía también en todos sus detalles la historia contemporánea, reuniendo los materiales para emplearlos ulteriormente, razón por la cual nunca le sorprendían los acontecimientos”.
3. El análisis de situaciones en Gramsci
Lenin definiría la coyuntura como “análisis concreto de la situación concreta” y en términos de la relación estructura-coyuntura. En cambio, para Gramsci es el problema de las relaciones entre estructura y superestructura al que es necesario plantear y resolver con precisión para llegar a un análisis justo de las fuerzas que actúan en la historia de un periodo determinado.
Como el propio Marx, Gramsci toma como punto de partida dos principios metodológicos postulados por el primero en el ya mencionado Prólogo: 1) ninguna sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias o suficientes o no estén al menos, en vías de aparición y de desarrollo: 2) ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolla todas las formas de vida que están implícitas en sus relaciones.
Para Antonio Gramsci, a partir de la reflexión sobre esos dos cánones metodológicos se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de metodología histórica. Sin embargo, señala en sus Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno, “en el estudio de una estructura es necesario distinguir los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se pueden llamar de coyuntura (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales). Los fenómenos de coyuntura dependen también de movimientos orgánicos, pero su significado no es de gran importancia histórica; dan lugar a una crítica política mezquina, cotidiana, que se dirige alos pequeños grupos dirigentes y a las personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder. Los fenómenos orgánicos dan lugar a la crítica histórica-social que se dirige a los grandes agrupamientos, más allá de las personas inmediatamente responsables y del personal dirigente”(5)
Las notas anteriores, son reveladoras de algo que habrá que tomar muy en cuenta. Desde la perspectiva gramsciana, en el estudio de la estructura claramente identificada con la economía, existen dos tipos de fenómenos o movimientos: orgánicos y coyunturales; los primeros identificados con la cuestión del tiempo permanente, los segundos con el problema del tiempo ocasional; los segundos dependen de los primeros y no son de gran importancia histórica, siempre en relación con los primeros. En tanto que se hace referencia al movimiento orgánico y coyuntural de la estructura, debe quedar claramente establecido que en este nivel del análisis se habla de organicidad y coyuntura económica respectivamente.
Para Gramsci, es en el estudio de un periodo histórico donde se aprecia la gran importancia de esta distinción entre fenómeno orgánico y coyuntural y en el cual se presentan crisis orgánicas estructurales que a veces se prolongan por decenas de años. Esta larga duración significará que en la estructura económica se han revelado contradicciones incurables que las fuerzas políticas que operan positivamente en la conservación y defensa de la estructura, se esfuerzan por sanearla y por superarla. Esos esfuerzos generan el fenómeno coyuntural que a diferencia de la crisis orgánica casi permanente, forman el tempo de lo casi accidental, lo ocasional, lo inmediato. Sobre él se organizan las fuerzas antagónicas que tienden a demostrar que existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que determinadas tareas puedan y deban ser resueltas históricamente.
Esos criterios metodológicos pueden adquirir todo su significado si se aplican al análisis de los hechos históricos concretos, Gramsci lo hace en el caso de los acontecimientos de Francia en el periodo histórico de 1789 a 1870, en donde puede advertirse de inmediato que Gramsci analiza los acontecimientos de 1848 examinados por Marx en El Dieciocho Brumario, pero sólo como un episodio más situado en el contexto de un período histórico largo: “En efecto, sólo en 1870-71 con la tentativa de la comuna se agotan históricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, lo cual significa que la nueva clase que lucha por el poder no sólo derrota a los representantes de la vieja sociedad que se niegan a considerarla perdida, sino también a los grupos más nuevos que consideran como superada también a la nueva estructura surgida de los cambios promovidos en 1789. Dicha clase demuestra así su vitalidad frente a lo viejo y frente a lo más nuevo. Además, en 1870-71 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y de táctica política nacidos prácticamente en 1789 y desarrollados en forma ideológica alrededor de 1848 y que se resumen en la fórmula de “revolución permanente” (6).
Para el examen de ese largo periodo histórico francés, Gramsci no se limita al estudio de la estructura económica de la sociedad, sino que analiza también las contradicciones internas de la estructura social a partir de 1789, que sólo encuentran un equilibrio relativo a partir de 1871 con la tercera república: equilibrio político que se prolonga por sesenta años después de ochenta de conmociones políticas producidas en oleadas cada vez más espaciadas y en donde la problemática del tiempo permanente y ocasional se vincula en un mismo periodo histórico que tiene como crestas de la oleada: 1789, 1794, 1804, 1815, 1830, 1848 y 1870 y en el cual se privilegia no sólo el estudio de la estructura, sino también el de su relación con la superestructura: “El estudio de estas ‘oleadas’ de amplitudes diferentes es precisamente lo que permite reconstruir las relaciones entre estructura y superestructura por un lado, y por el otro, entre el desarrollo del movimiento orgánico y del movimiento coyuntural de la estructura” (7).
Es decir, que en los principios metodológicos que sirven a Gramsci como punto de partida “ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida”…”ninguna sociedad se propone tareas…para ser” pasa por la mediación dialéctica de la fórmula política-histórica de la revolución permanente”, lo que significa resolver adecuadamente el problema de la relación estructura-superestructura, para un análisis justo de las fuerzas que actúan en un período histórico determinado.
En ese sentido, cabe decir que para Gramsci lo verdaderamente relevante desde el punto de vista mitológico es el análisis de las situaciones o de fuerzas sociales, políticas y militares. El análisis de la correlación de fuerzas supone el problema relaciona estructura-superestructura y por tanto la relación entre los fenómenos económicos, jurídicos, políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos.
En el análisis de situación o relación de fuerzas gramsciano es necesario distinguir diversos momentos o grados que en lo fundamental son los siguientes:
I. Relación de fuerzas sociales ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas e físicas.
II. Un momento sucesivo es la relación de las fuerzas políticas caracterizado por cierto grado de homogeneidad, autoconciencia y organización de los grupos sociales. Se distinguen, a su vez, por los diferentes momentos de la conciencia política colectiva: a) el momento económico-corporativo; b) momento de la conciencia de solidaridad de intereses entre todos los miembros de un grupo social en el campo económico; c) el momento de la conciencia de intereses extracorporativos o fase política. En este momento se opera el pasaje de la conciencia sobre la estructura a la conciencia de la superestructura. Se generan las ideologías y surgen los partidos políticos. Se forma la unidad de fines económicos y políticos e intelectuales y morales. Se produce la hegemonía política y cultural. Surge el Estado.
III. Relación de fuerzas militares inmediatamente decisivo según las circunstancias. Se distinguen a su vez dos momentos: a) técnico-militar y b) político-militar.
No obstante, el análisis concreto de las relaciones de fuerza, no constituye un fin en sí mismo; “ellos muestran cuales son los puntos de menos resistencia donde la fuerza de voluntad puede ser aplicada de manera más fructífera, sugieren las operaciones tácticas inmediatas, indican cómo se puede lanzar mejor una campaña de agitación política, qué lenguaje será el mejor comprendido por las multitudes, etc. El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanente organizada desde largo tiempo, que puede hacer avanzar cuando se juzga que una situación es favorable… Los grandes Estados han llegado a serlo precisamente porque en todos los momentos estaban preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas internacionales favorables y estas eran tales porque ofrecían la posibilidad concreta de insertarse con eficacia en ellas” [8].
En Gramsci, finalmente se da una revaloración de la coyuntura, de su importancia. Análisis situacional, análisis integrado de fuerzas sociales, políticas y militares a todos los niveles estructural y superestructural, para insertarse eficazmente en las coyunturas económicas favorables originadas por la crisis orgánica de la economía. Para Gramsci, el análisis de coyuntura lo es de la economía y el de situaciones integra los diversos niveles de análisis de la totalidad social. Son cosas diferentes, pero relacionadas. Para poder incidir eficazmente en la primera se requiere de la segunda, de una situación favorable.
4. Diversas nociones sobre la coyuntura
En virtud de que hablar de la coyuntura se ha convertido en un lugar común, bien vale la pena hacer las aclaraciones que vienen al caso. Para unos, análisis de coyuntura, es el nivel de la economía; para otros, es coyuntura política; para otros más, significa analizar la totalidad social. Pareciera que el único criterio común entre los teóricos de la coyuntura es su referencia al tiempo breve, pero ni siquiera eso es cierto. Los hay quienes hablan de “coyunturas largas”.
Para ilustrar la noción de coyuntura en el sentido que le otorga Gramsci, pero que se queda en él sin vincularlo al análisis de situaciones, se hará referencia al ejemplo de Vilar.
Pierre Vilar en su noción de Coyuntura, asume una definición amplia del concepto de coyuntura: “En el sentido más general, la ‘coyuntura’ es el conjunto de las condiciones articuladas entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia histórica. En este sentido, se trata de todas las condiciones, tanto de las psicológicas, políticas y sociales como de las económicas o meteorológicas” (9)
Sin embargo, Vilar le otorga a su noción de coyuntura un sentido más particular, En rigor se refiere a la coyuntura económica como parte de la ciencia económica. En ese sentido, que es el original tanto en Marx como en Gramsci, a la estructura de una sociedad, que Vilar identifica claramente con los modos de producción, cuyas relaciones fundamentales y principios de funcionamiento serían relativamente estables, se dan en contrapartida movimientos incesantes, coyunturales, que son el resultado de este mismo funcionamiento y que modifican en todo momento el carácter de estas relaciones, la intensidad de los conflictos, las relaciones de fuerza. “Así, a condición de pensarlo dentro de un tipo de estructura (modo de producción feudal, capitalista, de transición, etcétera), el movimiento coyuntural forma parte de los análisis de historiador“, (10)
En Vilar, solo hay una referencia formal a la articulación de todas las condiciones, y a la modificación de las relaciones de fuerza. En realidad se queda en la coyuntura económica y podría pecar de reduccionismo económico. Los movimientos contemporáneos de la coyuntura económica son los indicadores económicos, sobre todo los movimientos de los precios de las mercancías: ‘”Digamos que hay mas ‘probabilidades’ de que estalle un motín en tiempo de hambre que en un año de buena cosecha“. Esto no significa, sin embargo, que el motín vaya estallar necesariamente, y menos aún que vaya a transformarse en revolución. Pero si hay confluencia (coyuntural) entre agudizaciones máximas de las contradicciones sociales a niveles diversos, se refinen las condiciones revolucionarias. Tal es el sentido del análisis coyuntural”. (11)
Desde su oficio de historiador, sugiere ideas novedosas para el corte geográfico o amplitud de las coyunturas: “zonas coyunturales” más que “coyunturas mundiales”; “coyuntura mediterránea” más que “coyuntura moderna” y “coyuntura antigua”; “emparentamiento de coyunturas mundiales de fenómenos geofísicos”. Sin embargo al referirse a la duración de los periodos, Vilar se permite hablar de movimiento largo y movimiento corto de los indicadores de la coyuntura y por tanto de “coyuntura larga” y “coyuntura corta”, eliminando la diferencia entre el movimiento orgánico y el movimiento coyuntural, la problemática del tiempo largo y el tiempo corto, por más que el propia Vilar se imagine “las fases largas” de la coyuntura como otros tantos “signos de modificación de las estructuras” (…) pues “coyunturas y estructuras no son dos nociones extrañas entre sí; son dos aspectos de fenómenos comunes” (12).
Otra definición de coyuntura, como coyuntura política, que quiere distinguirse de la noción de coyuntura económica, sería la de Roger Bartra, en Breve diccionario de sociología marxista, cuando escribe: “Se denomina coyuntura política el eslabonamiento que se produce en un momento dado de las fuerzas políticas que luchan por controlar el poder socioeconómico. La coyuntura política es, por decirlo de otra forma, el reflejo en la superestructura política del nivel, carácter y agudeza de las contradicciones y lucha de clases” (13).
Evidentemente, la teoría del reflejo no resuelve adecuadamente el problema de la relación entre estructura y superestructura, al menos en el sentido gramsciano, pues omite la mediación dialéctica entre ambas.
Es pertinente anotar que Juan Carlos Portantiero ha llamado a Gramsci el principal “teórico de la coyuntura”. En Portantiero hay una decida revalorización de Gramsci en el pensamiento socialista clásico, porque su reflexión lleva al intento de colocar las bases para el estudio y la resolución de las coyunturas a través del diseño de un “canon metodológico” que permite relacionar las estructuras con la actualidad, pues, “El análisis de una coyuntura no es otra cosa, -en Gramsci-, que el examen de un haz de relaciones contradictorias (relaciones de fuerza), en cuya combinación particular un nivel de ellas –las económicas”- opera como límite de variación, o sea, permite controlar el grado de realismo y de posibilidades de realización de las diversas ideologías que nacieron (…) en el terreno de las contradicciones que generó durante su desarrollo” (14).
En Gramsci, el movimiento orgánico estructural se pone de manifiesto en forma de crisis que pueden perdurar muchos años y que forman el espacio de los fenómenos coyunturales. En un sentido amplio, las crisis de las estructuras, fundamentalmente la crisis política, da lugar al concepto de hegemonía, crisis de hegemonía, crisis orgánica, que para Alessandro Pizzorno constituiría el elemento más interesante de la teoría política de Gramsci. Pero, contrariamente a quienes piensan que toda crisis orgánica, crisis de representación, abre el espacio para una coyuntura revolucionaria, “una ruptura revolucionaria”. Pizzorno sostendrá justamente, en Sobre el método de Gramsci que: “La crisis orgánica puede conducir a la revolución, pero también puede abrir el camino a la reacción: o simplemente resolverse dejando el poder en manos de quienes ya lo detentaban“. (15)
5. La lectura metodológica contemporánea del 18 Brumario
Un texto como El Dieciocho Brumario puede ser visto sólo como el análisis de una coyuntura de casi cuatro años en la historia de Francia (1848-1851). Puede ser leído también como un aporte a la teoría marxista de la lucha de clases en proceso de elaboración.
Sin embargo, si la coyuntura se vincula al análisis de situaciones en el sentido gramsciano, entonces, el examen de esa coyuntura realizada por el propio Marx, revela la utilidad de una mitología y de una teoría: atrapa y descubre un fenómeno casi accidental que luego será un concepto político y dará lugar a la caracterización de una forma de Estado; el bonapartismo. Como acertadamente apunta Francisco Delich, en Para el análisis de los fenómenos sociopolíticos coyunturales: “Metodológicamente, el hilo conductor del razonamiento es el comportamiento de las clases, pero y sobre todo el de las fracciones de clases, que a veces se definen por atributos propiamente socioeconómicos (burguesía financiera), otros políticos (burguesía republicana) y que se enfrentan política y militar o socialmente según los avatares de una coyuntura excepcional. Finalmente, Bonaparte asciende al poder en hombros campesinos, lo que sugiere a Marx un triunfo del campo sobre la ciudad, posible por el bajo grado de conciencia de aquellos; sin embargo, Marx se cuida bien de distinguir el enfrentamiento a nivel del Estado, de los conflictos de la sociedad civil, aunque los reúne y combina reiteradamente, pero claramente distinguibles” (16). Marx, al referirse a su propia obra desvela el hilo conductor: “…demuestra cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe”. (17)
Por lo que se refiere a las clases, y, sobre todo a las fracciones de clase analizadas por Marx, su utilidad se revela al examinar las fracciones de clase dominantes, en su relación con una forma particular del Estado. Las fracciones de clase aparecen formando bloques históricos de clase en el poder o alternativo al poder, en el sentido gramsciano del término, aunque en Marx no sea utilizado explícitamente el término.
Cuando Marx nos habla del “dominio exclusivo” o del “monopolio en el poder” de dos fracciones de la burguesía, la industrial y la financiera, su unidad política estaba dada por la monarquía constitucional como forma de Estado. En cambio, la fracción de los grandes terratenientes, de la burguesía financiera y de la burguesía industrial, encuentran su unidad política en la república parlamentaria como forma de Estado; “habían encontrado en la república burguesa la forma de Estado en que podían reinar en común” dirá Marx. Pero la unidad política de las fracciones de clase dominantes, no significa para Marx, reparto igual del poder. Es aquí donde la idea de hegemonía también está presente en Marx, para indicar que una clase o fracción de clase en el poder, constituye el elemento dominante o hegemónico, en el caso de la República, la fracción de la burguesía financiera. En ese sentido, las conclusiones a las que arriba Nicos Poulantzas, en Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, son adecuadas: “…el bloque en el poder constituye una unidad contradictoria de clases y fracciones políticamente dominantes bajo la égida de la fracción hegemónica” (18).
En el propio Poulantzas, tenemos un buen ejemplo de interpretación lúcida del análisis de las clases o fracciones de clase en El Dieciocho Brumario. Desde esta perspectiva no sólo existe una diferencia sustancial entre la unidad política de las clases dominantes que llegan a conformar un bloque en el poder y la idea de elemento dominante o hegemonía, ejercida por una sola fracción; sino que también está presente la idea de alianza entre el bloque de poder y clases o fracciones de clase fuera del bloque, así como la idea de clases o fracciones de clase-apoyo, que sirven de sustento al bloque en el poder: “Los conceptos de bloque en el poder y de alianzas son completados en Marx, en lo que concierne, siempre a las variaciones en los límites de una forma de Estado o de un bloque en el poder, de un estadio determinado, por otro concepto, que comprende una categoría particular de relaciones entre las clases del bloque en el poder y otras clases: se trata de las clases sobre las cuales se ‘apoya’ una forma del Estado capitalista. Casos típicos de esas clases-apoyos: los campesinos parcelarios en el marco del bonapartismo; la pequeña burguesía a fines del primer periodo de la república parlamentaria; el lumpenproletariado del bonapartismo” (19).
Por otra parte, y siempre siguiendo y tratando de interpretar la metodología utilizada por Marx en El 18 Brumario, los protagonistas principales, la acción de ciertos individuos, juegan un papel decisivo en la coyuntura o las coyunturas que culminan con el golpe de estado de Bonaparte. La acción individual tiene sentido en función de las clases y fracciones de clase que representan o dicen representar, pero también son importantes las consideraciones psicológicas que a propósito de ellos Marx desarrolla. Por ejemplo, sobre el actor principal: “Parecía como si sus apetitos usurpadores sólo se exteriorizasen para que no se acallasen las risas malignas de sus adversarios. Se comportaba como un genio ignorado, considerado por el mundo entero como un bobo” (20). “Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos del Estado y gobierno como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y las frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable” (21). “Como fatalista que es, abriga la convicción de que hay ciertos poderes superiores, a los que el hombre y sobre todo el soldado no se puede resistir. Entre estos poderes incluye en primer término, los cigarros y el champagne, las aves frías y el salchichón adobado con ajo” (22). “Una larga y aventurera vida de vagabundo le había dotado de los tentáculos más perfectos para tantear los momentos de debilidad en que podía sacar dinero a sus burgueses” (23). “En las orgías que Bonaparte celebraba todas las noches con la swell mob de ambos sexos, en cuanto se acercaba la medianoche y las abundantes libaciones desataban las lenguas y calentaban la fantasía, se acordaba el golpe de Estado para la mañana siguiente” (24).
Hay un personaje, el protagonista principal de la mascarada, “grotesco y mediocre” en los calificativos de Marx, que difícilmente puede ser vinculado a clase social alguna, no obstante apoyarse, identificarse o representar al lumpenproletariado o al campesino conservador: “Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpenproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, deshecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase” (25). Y también “Bonaparte representa a una clase, que es además, la clase más numerosa de la sociedad francesa: Los campesinos parcelarios” (26). Pero, en rigor Marx describe a Luis Bonaparte como un personaje agobiado por las deudas y sus acreedores, obsesivamente guiado por una sola idea fija y mezquina: asaltar el fisco y expoliar a toda la nación francesa. A pesar de todo tiene éxito. En opinión de Sinesio López, en El análisis de coyuntura en el pensamiento socialista clásico, Marx explica este éxito, porque Bonaparte “explota” las contradicciones de clase, porque se ubica en los núcleos principales de las correlaciones de fuerzas, se deja arrastrar por ellas, dentro de una coyuntura cuya forma de movimiento es definida por Marx como línea descendente de la revolución, hasta desembocar en el poder” (27).
En relación con el papel que desempeñan los individuos, los protagonistas principales de El 18 Brumario y la introspección psicológica que Marx hace de ellos, Delich, considera que: “Leídas como historia de largo plazo se trata sólo de anécdotas personales; en aquel presente fueron probablemente muy relevantes, del mismo modo que el largo plazo sólo considera las clases como homogéneas en detrimento de las fracciones” (28).
Una cuestión más, de orden metodológico, que está presente en El 18 Brumario, es el problema del tiempo. En la lucha de clase o fracciones de clase, que se enfrentan estableciendo diversas combinaciones en el poder o fuera de él, sólo el tiempo otorga unidad al conjunto de acontecimientos. Para Marx existe una especie de tiempo permanente y ocasional. El segundo depende del primero. Cuando Marx recorta el tiempo entre febrero de 1848 y diciembre de 1851, en primer lugar, habría que señalar que no lo desvincula de un periodo histórico más amplio que Marx viene estudiando desde 1789 y que habrá de concluir ochenta años más tarde, en 1871.
En segundo lugar, al diseccionar el tiempo y la geografía, Marx se propone examinar un fenómeno coyuntural extraordinario, pero sobre todo analizar las fuerzas sociales, políticas y militares capaces de incidir eficazmente en el movimiento coyuntural, poniendo en juego un complejísimo análisis de la estructura social.
El problema se ha planteado en referencia exclusiva al tiempo ocasional ligado a la coyuntura, en virtud de que Marx establece diferentes periodizaciones sin mayores explicaciones del porqué lo hace.
Si nos atenemos a la periodización establecida por Marx al principio del texto, tenemos que en las fases recorridas por la revolución francesa desde el 24 de febrero de 1848 hasta el mes de diciembre de 1851: “Hay tres periodos capitales que son inconfundibles: el periodo de febrero; del 4 de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, periodo de constitución de la república o de la Asamblea Nacional Constituyente; del 28 de mayo de 1849 al 2 de diciembre de 1851, periodo de la república constitucional o de la Asamblea Nacional Legislativa” (29).
Sin embargo, esta misma periodización es modificada al final del texto: He aquí en breves rasgos, el esquema de su historia:
I. Primer periodo. Del 24 de febrero al 4 de mayo de 1848. Periodo de febrero. Prólogo. Espejismo de confraternización general.
II. Segundo periodo. Periodo de constitución de la república y de la Asamblea Nacional Constituyente.
1. Del 4 de mayo al 25 de junio de 1848. Luchas de todas las clases contra el proletariado. Derrota del proletariado en las jornadas de junio.
2. Del 25 de junio al 10 de diciembre de 1848. Dictadura de los republicanos burgueses puros. Se redacta el proyecto de Constitución. Declaración del estado de sitio en París. El 10 de diciembre se elimina la dictadura burguesa con la elección de Bonaparte para presidente.
3. Del 20 de diciembre de 1848 al 28 de mayo de 1849.
Lucha de la Constituyente contra Bonaparte y el partido del orden coligado con él. Caída de la Constituyente. Derrota de la burguesía republicana.
III. Tercer periodo. Periodo de la república constitucional y de la Asamblea Nacional Legislativa.
1. Del 28 de mayo al 13 de junio de 1849. Lucha de los pequeños burgueses contra la burguesía y contra Bonaparte. Derrota de la democracia pequeño burguesa.
2. Del 13 de junio de 1849 al 31 de mayo de 1850. Dictadura parlamentaria del partido del orden. Corona su dominación con la abolición del sufragio universal, pero pierde el ministerio parlamentario.
3. Del 31 de mayo de 1850 al 2 de diciembre de 1851. Lucha entre la burguesía parlamentaria y Bonaparte.
a) Del 31 de mayo de 1850 al 12 de enero de 1851. El parlamento pierde el alto mando sobre el ejército.
b) Del 12 de enero al 11 de abril de 1851. Sucumbe en sus tentativas por volver a adueñarse del poder administrativo. El partido del orden pierde su mayoría parlamentaria propia. Coalición del partido del orden con los republicanos y la montaña.
c) Del 11 de abril al 9 de octubre de 1851. Intentos de revisión, de fusión, de prórroga de poderes. El partido del orden se descompone en los elementos que lo integran. Definitiva ruptura del parlamento burgués y de la prensa burguesa con la masa de la burguesía.
d) Del 9 de octubre al 2 de diciembre de 1851. Ruptura franca entre el parlamento y el poder ejecutivo. El parlamento consuma su defunción y sucumbe, abandonado por su propia clase, por el ejército y por las demás clases. Ocaso del régimen parlamentario y de la dominación burguesa. Triunfo de Bonaparte. “Parodia de restauración imperial” (30).
Se pueden apreciar tres cortes sucesivos realizados por Marx. En primer lugar un corte del periodo histórico recorrido por la revolución francesa, que va del 24 de febrero de 1848 al 2 de diciembre de 1851; 2) la fase anterior, es subdivida en tres periodos capitales e inconfundibles; 3) los periodos precedentes son descompuestos a su vez en diez subperiodos.
Establecer un corte entre el tiempo largo y el tiempo corto tiene un alto grado de dificultad. Marx lo hace. Su tiempo largo arranca de 1779, su tiempo corto va de 1848 a 1851. Pero la dificultad es mayor si se efectúan censuras al interior del tiempo breve como Marx también lo hace. De hecho cada uno de los diez subperiodos podría dar lugar al estudio de diez coyunturas distintas.
Una primera explicación del problema planteado, estaría dada por el hecho de que los fenómenos coyunturales vinculados al corto plazo depende de los fenómenos orgánicos relacionados con el largo plazo. Son la forma en que se manifiesta por medio de crisis el movimiento de la estructura de la sociedad. La problemática del tiempo inmediato está ligada a la cuestión del tiempo mediato; pero por otra parte está vinculada, en Marx, a su hilo metodológico, la teoría de la lucha de clases que es la que le permite hacer cuantos cortes considera necesarios. En donde aparentemente hay arbitrariedad, existen criterios teóricos que organizan la periodización asumida por Marx. Dicho con palabras de Delich: “La particularidad del ascenso de Luis Bonaparte al poder es generalizable, a partir de la detección de los componentes básicos de la coyuntura, leídos a partir de una teoría de las clases no formulada explícitamente. Esto implica que la coyuntura se desintegra como tal para que emerjan los elementos directrices, las constantes históricas disimuladas por la especificidad” (31).
El propio Delich, sugiere una serie de premisas para el estudio actual de la coyuntura tal y como él la entiende. La premisa básica sería que no existe diferencia entre los elementos que se reúnen en un análisis de largo plazo de aquellos que se integran para un estudio de corto plazo. Una segunda premisa es que el nivel de análisis no puede ser otro que el de las formaciones históricas. Una tercera premisa, consiste en que la coyuntura es siempre un modo particular de articulación. Una cuarta premisa radica en un análisis coyuntural es sólo posible si el énfasis se desplaza de las causas a las condiciones, aunque obviamente no se pueda prescindir de aquellas.
La propuesta de Delich, no deja de ser sugerente sobre todo por integrar en una sola visión elementos teóricos sin los cuales el concepto mismo de coyuntura se presta a confusión o es interpretado en forma reduccionista, pues como resume: “Las cuatro premisas anotadas no son desde luego exhaustivas, pero, y a pesar de se generalidad, permiten al menos mostrar la posibilidad de encontrar un nivel de análisis con cierto grado de autonomía, despejando las confusiones más frecuentes por una parte y, por otra, apartándola del pragmatismo usual” (32).
CONCLUSIONES
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, se inscribe dentro de la mejor tradición del marxismo de Marx, en donde este último describe una combinatoria económica, política, jurídica, social e ideológica y en donde la última instancia económica nunca aparece, y en cambio los deseos, los objetivos y la praxis de los individuos desempeñan un papel determinante.
La reflexión metodológica que el propio Marx realiza sobre su obra, resulta ser completamente insuficiente, casi inexistente y contradictoria. Engels toma al pie de la letra el reduccionismo economicista de Marx, como elemento clave para analizar la historia del momento.
Gramsci sitúa los acontecimientos de 1848-1851 descritos y analizados por Marx en el contexto de un periodo histórico más amplio que corresponde al ciclo de la revolución francesa. Desde su perspectiva, cobra especial relieve el análisis de situaciones o correlación de fuerzas sociales, políticas y militares que presupone relacionar estructura y superestructura y por ende fenómenos económicos, jurídicos, políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos. Gramsci revalora la importancia del análisis de coyuntura pero vinculado al análisis de fuerzas. Análisis de situaciones para insertarse eficazmente en las coyunturas favorables.
Es necesario distinguir las diversas nociones de coyuntura vinculadas con el análisis de lo económico, lo político y la totalidad social, en ese sentido, destaca la revalorización del pensamiento gramsciano por parte de Portantiero y Pizzorno.
En la lectura metodológica más reciente de 18 Brumario y en la revalorización del concepto de coyuntura destaca la problemática vinculada con la teoría de las clases sociales y las fracciones de clase; la biografía individual de los protagonistas del cambio social y sus vínculos con la sociedad; la periodización histórica a corto y largo plazo .
Las sugerencias de Delich, que hacen a la revalorización del concepto de su coyuntura, parecen perfectamente pertinentes. Sus premisas retoman lo mejor de la tradición teórica marxista y además tienen la virtud de tomar elementos y conceptos que provienen de diversas teorías no marxistas. En ese sentido y contrariamente a lo que pudiera pensarse, las perspectivas de nuevos programas de investigación sobre coyuntura, son aún más promisorias.
NOTAStexto de Florencio Posadas Segura
publicado en el blog Marx desde cero en diciembre de 2012
Os proponemos leer la obra de Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte -os la podéis descargar desde el Foro-. Si no sabéis muy bien de que va os explicamos:
en este libro Marx procede a la comparación de dos Bonaparte (Napoleón el Grande con el sobrino al que sus críticos llamaron Napoleón el Pequeño). El primero, Napoleón, aprovechando que el Directorio se venía abajo entre el desorden financiero, la debilidad de su ejecutivo y la corrupción de sus miembros (¿os suena de algo?) se hará con el poder. Todas las facciones (jacobinos, moderados, realistas…) ven el momento propicio para alzarse con el poder en el cambio de régimen que se avecina. En estas circunstancias, Napoleón -recién venido de Egipto- y aconsejador por Talleyrand, Fouché y Sieyès, disuelve el Directorio con el apoyo del ejército y de su hermano Lucien, presidente del Consejo de los Quinientos. Era el 18 de Brumario (9 de Noviembre).
Años más tarde, otro Bonaparte, Luis Napoleón, da un golpe de estado el 2 de diciembre de 1851. Las fechas no coinciden, pero por lo demás las circunstancias son parecidas. Basándose en estas similitudes Carlos Marx escribió entre 1851 y 1852 El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.
De esta comparación entre los dos Bonaparte y de las dos jornadas del 18 de brumario, Marx extrajo uno de sus textos más famosos. Al comenzar El 18 de brumario de Luis Bonaparte, en efecto, escribió lo siguiente: “Hegel dice que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera vez como tragedia y la segunda vez como farsa. Luis Bonaparte fue, así, la caricatura de su tío.”
La segunda propuesta, utilizando como pretexto esta obra de Marx, consiste en adentrarnos en el concepto marxista del análisis de coyuntura o de situaciones. Para este segundo propósito nos vamos a apoyar en el trabajo de Florencio Posadas Segura titulado:
Metodología en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Introducción
En el presente ensayo, no se pretende realizar un estudio exhaustivo sobre la metodología de Marx en El Dieciocho Brumario, se toma como pretexto esta obra para intentar un acercamiento no a la metodología, sino a algunos aspectos de la misma ahí presentes.
En el punto uno, se pretende proporcionar una especie de marco teórico-metodológico que está presente en la obra de Marx. En el segundo, se aborda brevemente la reflexión metodológica de Marx y Engels en relación al 18 Brumario. En el tercero, se sitúa la obra citada en el contexto del pensamiento gramsciano sobre el análisis de situaciones. En el cuarto, se discuten tres acepciones sobre el concepto de coyuntura derivados de la interpretación de los clásicos de la teoría socialista. En el quinto, se examina con cierto detalle tres aspectos de la metodología, que hacen a la teoría de las clases, la psicología del individuo y la problemática del tiempo, presentes en algunos escritores contemporáneos.
Finalmente, se establecen breves conclusiones.
1. Principios metodológicos o vectores en la obra de Marx
Un buen ejemplo de los problemas actuales de las ciencias sociales son los que atañen al marxismo. Tras el nombre de marxismo se presentan posiciones teórico-metodológicas diferentes.
Por una parte, se revela una teorización de la historia en su conjunto, autodefinida como científica, cuyas tesis centrales son las siguientes: 1) el motor y la clave del funcionamiento, así como de la transformación de las sociedades, es el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, en donde existe una fuerza productiva en última instancia determinante: los medios de trabajo o instrumentos de producción; 2) las fuerzas productivas de la vida material son definidas, por una parte, como poseedoras de la virtud intrínseca de tenderse a desarrollar continuamente, progresivamente y, por el otro, como entes que no tienen determinación social, esto es, que son susceptibles de ser caracterizadas como tales fuerzas productivas, con independencia de las relaciones sociales; entre fuerzas productivas y relaciones de producción que conforman la estructura económica de una sociedad, sólo existen relaciones de correspondencia o de antagonismo, en donde destaca el carácter primordial de las primeras; sobre la base de la estructura económica de la sociedad, se levanta el edificio jurídico y político al cual corresponden formas determinadas de la conciencia social.
Una concepción de la sociedad, como la anteriormente expuesta, habría de hipotecar el futuro teórico-metodológico del marxismo, tendiendo a situarlo dentro de un enfoque rígido y dogmatizado de la estructura “invariable” de las sociedades humanas y en una concepción evolucionista seudocientífica de su dinámica histórica, supuestamente regida por leyes naturales que se cumplirían necesariamente.
Por otra parte, se despliega un elemento que despunta en la obra juvenil de Marx y reaparece constantemente en su obra madura. Se trata de aquella dimensión del pensamiento marxiano que se manifiesta ante todo como voluntad de acabar con la filosofía especulativa, proclamando que no se trata de interpretar al mundo sino de transformarlo y que es preciso superar la filosofía realizándola. Ese sesgo de la reflexión de Marx es el que se niega otorgarse de antemano la solución al problema global de la historia que hace a su sentido y se opone a proveerse de una “dialéctica” acabada e infalible, afirmando en cambio que el comunismo no es un estado ideal hacia el cual se encaminaría fatalmente la sociedad, sino el movimiento real que suprime el estado de cosas existentes.
Este ingrediente se manifiesta cuando Marx insiste sobre el hecho de que son los hombres quienes hacen su propia historia, sobre la base de condiciones dadas y declara, por tanto, que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
Estas otras posiciones y planteamientos de Marx no se resuelven en meras especulaciones. Por el contrario, pueden servir deguía teórico-metodológica para abordar el aspecto más importante en la obra de Marx, a saber, su análisis descriptivo y explicativo de la sociedad capitalista, tal como se expone en sus trabajos más acabados como El capital y el 18 Brumario de Luis Bonaparte.
En la llamada acumulación originaria y a todo lo largo del 18 Brumario, por ejemplo, Marx describe un complejo proceso económico, social, político, jurídico e ideológico, donde la imaginación, los deseos, los objetivos y, por tanto, la práctica de los sujetos sociales desempeñan un papel creador decisivo tanto para la emergencia y consolidación del capitalismo, en el largo plazo, como para la creación de la forma bonapartista de Estado, en el corto plazo.
2. La reflexión metodológica de Marx en el 18 Brumario
En rigor, elanálisis sobre su propia metodología utilizada en el 18 Brumario, es casi inexistente y contradictoria. Quizás, es el único lugar de la obra en donde Marx expone su concepción metodológica, estaría dado por el siguiente pasaje: “Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los plasma derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes”, concepción posteriormente canonizada por el ya célebre fragmento del Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política: “El resultado general al que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social” (2).
La metáfora del edificio, la base y la superestructura integrado por los niveles económico, jurídico-político e ideológico, donde la superestructura se da como una derivación de la base y las propias clases sociales están determinadas por la estructura económica, parecería no corresponder con la realidad examinada y descrita, pues a despecho del propio autor, como diría Althusser, “la determinación económica en última instancia, nunca aparece”.
Lo escasamente descrito por Marx en relación a su mitología, ciertamente se revela contradictorio con todo lo que hace en el conjunto de El Dieciocho Brumario, Federico Engels, tomó al pie de la letra lo escrito por Marx y le dio un sentido aún más economicista y evolucionista, seudocientífico, cuando en el prólogo a la tercera edición, sentencia: “Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas ya se desarrollan en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta”. (3)
Por lo demás, Engels se refiere a un aspecto importante de la reflexión metodológica de Marx en el 18 Brumario y que tiene que ver con su capacidad para comprender “la historia viva del momento” y su penetración profunda “en los acontecimientos al mismo tiempo que se producen”. La problemática del tiempo momentáneo dará lugar a lo que posteriormente será llamado análisis de coyuntura. Sin embargo, la problemática del tiempo breve en Marx, estaba estrechamente vinculada a la cuestión del tiempo permanente, como el propio Engels pone de manifiesto: “He aquí por qué Marx no solo estudiaba von especial predilección la historia pasada de Francia sino qua seguía también en todos sus detalles la historia contemporánea, reuniendo los materiales para emplearlos ulteriormente, razón por la cual nunca le sorprendían los acontecimientos”.
3. El análisis de situaciones en Gramsci
Lenin definiría la coyuntura como “análisis concreto de la situación concreta” y en términos de la relación estructura-coyuntura. En cambio, para Gramsci es el problema de las relaciones entre estructura y superestructura al que es necesario plantear y resolver con precisión para llegar a un análisis justo de las fuerzas que actúan en la historia de un periodo determinado.
Como el propio Marx, Gramsci toma como punto de partida dos principios metodológicos postulados por el primero en el ya mencionado Prólogo: 1) ninguna sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias o suficientes o no estén al menos, en vías de aparición y de desarrollo: 2) ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolla todas las formas de vida que están implícitas en sus relaciones.
Para Antonio Gramsci, a partir de la reflexión sobre esos dos cánones metodológicos se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de metodología histórica. Sin embargo, señala en sus Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno, “en el estudio de una estructura es necesario distinguir los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se pueden llamar de coyuntura (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales). Los fenómenos de coyuntura dependen también de movimientos orgánicos, pero su significado no es de gran importancia histórica; dan lugar a una crítica política mezquina, cotidiana, que se dirige alos pequeños grupos dirigentes y a las personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder. Los fenómenos orgánicos dan lugar a la crítica histórica-social que se dirige a los grandes agrupamientos, más allá de las personas inmediatamente responsables y del personal dirigente”(5)
Las notas anteriores, son reveladoras de algo que habrá que tomar muy en cuenta. Desde la perspectiva gramsciana, en el estudio de la estructura claramente identificada con la economía, existen dos tipos de fenómenos o movimientos: orgánicos y coyunturales; los primeros identificados con la cuestión del tiempo permanente, los segundos con el problema del tiempo ocasional; los segundos dependen de los primeros y no son de gran importancia histórica, siempre en relación con los primeros. En tanto que se hace referencia al movimiento orgánico y coyuntural de la estructura, debe quedar claramente establecido que en este nivel del análisis se habla de organicidad y coyuntura económica respectivamente.
Para Gramsci, es en el estudio de un periodo histórico donde se aprecia la gran importancia de esta distinción entre fenómeno orgánico y coyuntural y en el cual se presentan crisis orgánicas estructurales que a veces se prolongan por decenas de años. Esta larga duración significará que en la estructura económica se han revelado contradicciones incurables que las fuerzas políticas que operan positivamente en la conservación y defensa de la estructura, se esfuerzan por sanearla y por superarla. Esos esfuerzos generan el fenómeno coyuntural que a diferencia de la crisis orgánica casi permanente, forman el tempo de lo casi accidental, lo ocasional, lo inmediato. Sobre él se organizan las fuerzas antagónicas que tienden a demostrar que existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que determinadas tareas puedan y deban ser resueltas históricamente.
Esos criterios metodológicos pueden adquirir todo su significado si se aplican al análisis de los hechos históricos concretos, Gramsci lo hace en el caso de los acontecimientos de Francia en el periodo histórico de 1789 a 1870, en donde puede advertirse de inmediato que Gramsci analiza los acontecimientos de 1848 examinados por Marx en El Dieciocho Brumario, pero sólo como un episodio más situado en el contexto de un período histórico largo: “En efecto, sólo en 1870-71 con la tentativa de la comuna se agotan históricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, lo cual significa que la nueva clase que lucha por el poder no sólo derrota a los representantes de la vieja sociedad que se niegan a considerarla perdida, sino también a los grupos más nuevos que consideran como superada también a la nueva estructura surgida de los cambios promovidos en 1789. Dicha clase demuestra así su vitalidad frente a lo viejo y frente a lo más nuevo. Además, en 1870-71 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y de táctica política nacidos prácticamente en 1789 y desarrollados en forma ideológica alrededor de 1848 y que se resumen en la fórmula de “revolución permanente” (6).
Para el examen de ese largo periodo histórico francés, Gramsci no se limita al estudio de la estructura económica de la sociedad, sino que analiza también las contradicciones internas de la estructura social a partir de 1789, que sólo encuentran un equilibrio relativo a partir de 1871 con la tercera república: equilibrio político que se prolonga por sesenta años después de ochenta de conmociones políticas producidas en oleadas cada vez más espaciadas y en donde la problemática del tiempo permanente y ocasional se vincula en un mismo periodo histórico que tiene como crestas de la oleada: 1789, 1794, 1804, 1815, 1830, 1848 y 1870 y en el cual se privilegia no sólo el estudio de la estructura, sino también el de su relación con la superestructura: “El estudio de estas ‘oleadas’ de amplitudes diferentes es precisamente lo que permite reconstruir las relaciones entre estructura y superestructura por un lado, y por el otro, entre el desarrollo del movimiento orgánico y del movimiento coyuntural de la estructura” (7).
Es decir, que en los principios metodológicos que sirven a Gramsci como punto de partida “ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida”…”ninguna sociedad se propone tareas…para ser” pasa por la mediación dialéctica de la fórmula política-histórica de la revolución permanente”, lo que significa resolver adecuadamente el problema de la relación estructura-superestructura, para un análisis justo de las fuerzas que actúan en un período histórico determinado.
En ese sentido, cabe decir que para Gramsci lo verdaderamente relevante desde el punto de vista mitológico es el análisis de las situaciones o de fuerzas sociales, políticas y militares. El análisis de la correlación de fuerzas supone el problema relaciona estructura-superestructura y por tanto la relación entre los fenómenos económicos, jurídicos, políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos.
En el análisis de situación o relación de fuerzas gramsciano es necesario distinguir diversos momentos o grados que en lo fundamental son los siguientes:
I. Relación de fuerzas sociales ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas e físicas.
II. Un momento sucesivo es la relación de las fuerzas políticas caracterizado por cierto grado de homogeneidad, autoconciencia y organización de los grupos sociales. Se distinguen, a su vez, por los diferentes momentos de la conciencia política colectiva: a) el momento económico-corporativo; b) momento de la conciencia de solidaridad de intereses entre todos los miembros de un grupo social en el campo económico; c) el momento de la conciencia de intereses extracorporativos o fase política. En este momento se opera el pasaje de la conciencia sobre la estructura a la conciencia de la superestructura. Se generan las ideologías y surgen los partidos políticos. Se forma la unidad de fines económicos y políticos e intelectuales y morales. Se produce la hegemonía política y cultural. Surge el Estado.
III. Relación de fuerzas militares inmediatamente decisivo según las circunstancias. Se distinguen a su vez dos momentos: a) técnico-militar y b) político-militar.
No obstante, el análisis concreto de las relaciones de fuerza, no constituye un fin en sí mismo; “ellos muestran cuales son los puntos de menos resistencia donde la fuerza de voluntad puede ser aplicada de manera más fructífera, sugieren las operaciones tácticas inmediatas, indican cómo se puede lanzar mejor una campaña de agitación política, qué lenguaje será el mejor comprendido por las multitudes, etc. El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanente organizada desde largo tiempo, que puede hacer avanzar cuando se juzga que una situación es favorable… Los grandes Estados han llegado a serlo precisamente porque en todos los momentos estaban preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas internacionales favorables y estas eran tales porque ofrecían la posibilidad concreta de insertarse con eficacia en ellas” [8].
En Gramsci, finalmente se da una revaloración de la coyuntura, de su importancia. Análisis situacional, análisis integrado de fuerzas sociales, políticas y militares a todos los niveles estructural y superestructural, para insertarse eficazmente en las coyunturas económicas favorables originadas por la crisis orgánica de la economía. Para Gramsci, el análisis de coyuntura lo es de la economía y el de situaciones integra los diversos niveles de análisis de la totalidad social. Son cosas diferentes, pero relacionadas. Para poder incidir eficazmente en la primera se requiere de la segunda, de una situación favorable.
4. Diversas nociones sobre la coyuntura
En virtud de que hablar de la coyuntura se ha convertido en un lugar común, bien vale la pena hacer las aclaraciones que vienen al caso. Para unos, análisis de coyuntura, es el nivel de la economía; para otros, es coyuntura política; para otros más, significa analizar la totalidad social. Pareciera que el único criterio común entre los teóricos de la coyuntura es su referencia al tiempo breve, pero ni siquiera eso es cierto. Los hay quienes hablan de “coyunturas largas”.
Para ilustrar la noción de coyuntura en el sentido que le otorga Gramsci, pero que se queda en él sin vincularlo al análisis de situaciones, se hará referencia al ejemplo de Vilar.
Pierre Vilar en su noción de Coyuntura, asume una definición amplia del concepto de coyuntura: “En el sentido más general, la ‘coyuntura’ es el conjunto de las condiciones articuladas entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia histórica. En este sentido, se trata de todas las condiciones, tanto de las psicológicas, políticas y sociales como de las económicas o meteorológicas” (9)
Sin embargo, Vilar le otorga a su noción de coyuntura un sentido más particular, En rigor se refiere a la coyuntura económica como parte de la ciencia económica. En ese sentido, que es el original tanto en Marx como en Gramsci, a la estructura de una sociedad, que Vilar identifica claramente con los modos de producción, cuyas relaciones fundamentales y principios de funcionamiento serían relativamente estables, se dan en contrapartida movimientos incesantes, coyunturales, que son el resultado de este mismo funcionamiento y que modifican en todo momento el carácter de estas relaciones, la intensidad de los conflictos, las relaciones de fuerza. “Así, a condición de pensarlo dentro de un tipo de estructura (modo de producción feudal, capitalista, de transición, etcétera), el movimiento coyuntural forma parte de los análisis de historiador“, (10)
En Vilar, solo hay una referencia formal a la articulación de todas las condiciones, y a la modificación de las relaciones de fuerza. En realidad se queda en la coyuntura económica y podría pecar de reduccionismo económico. Los movimientos contemporáneos de la coyuntura económica son los indicadores económicos, sobre todo los movimientos de los precios de las mercancías: ‘”Digamos que hay mas ‘probabilidades’ de que estalle un motín en tiempo de hambre que en un año de buena cosecha“. Esto no significa, sin embargo, que el motín vaya estallar necesariamente, y menos aún que vaya a transformarse en revolución. Pero si hay confluencia (coyuntural) entre agudizaciones máximas de las contradicciones sociales a niveles diversos, se refinen las condiciones revolucionarias. Tal es el sentido del análisis coyuntural”. (11)
Desde su oficio de historiador, sugiere ideas novedosas para el corte geográfico o amplitud de las coyunturas: “zonas coyunturales” más que “coyunturas mundiales”; “coyuntura mediterránea” más que “coyuntura moderna” y “coyuntura antigua”; “emparentamiento de coyunturas mundiales de fenómenos geofísicos”. Sin embargo al referirse a la duración de los periodos, Vilar se permite hablar de movimiento largo y movimiento corto de los indicadores de la coyuntura y por tanto de “coyuntura larga” y “coyuntura corta”, eliminando la diferencia entre el movimiento orgánico y el movimiento coyuntural, la problemática del tiempo largo y el tiempo corto, por más que el propia Vilar se imagine “las fases largas” de la coyuntura como otros tantos “signos de modificación de las estructuras” (…) pues “coyunturas y estructuras no son dos nociones extrañas entre sí; son dos aspectos de fenómenos comunes” (12).
Otra definición de coyuntura, como coyuntura política, que quiere distinguirse de la noción de coyuntura económica, sería la de Roger Bartra, en Breve diccionario de sociología marxista, cuando escribe: “Se denomina coyuntura política el eslabonamiento que se produce en un momento dado de las fuerzas políticas que luchan por controlar el poder socioeconómico. La coyuntura política es, por decirlo de otra forma, el reflejo en la superestructura política del nivel, carácter y agudeza de las contradicciones y lucha de clases” (13).
Evidentemente, la teoría del reflejo no resuelve adecuadamente el problema de la relación entre estructura y superestructura, al menos en el sentido gramsciano, pues omite la mediación dialéctica entre ambas.
Es pertinente anotar que Juan Carlos Portantiero ha llamado a Gramsci el principal “teórico de la coyuntura”. En Portantiero hay una decida revalorización de Gramsci en el pensamiento socialista clásico, porque su reflexión lleva al intento de colocar las bases para el estudio y la resolución de las coyunturas a través del diseño de un “canon metodológico” que permite relacionar las estructuras con la actualidad, pues, “El análisis de una coyuntura no es otra cosa, -en Gramsci-, que el examen de un haz de relaciones contradictorias (relaciones de fuerza), en cuya combinación particular un nivel de ellas –las económicas”- opera como límite de variación, o sea, permite controlar el grado de realismo y de posibilidades de realización de las diversas ideologías que nacieron (…) en el terreno de las contradicciones que generó durante su desarrollo” (14).
En Gramsci, el movimiento orgánico estructural se pone de manifiesto en forma de crisis que pueden perdurar muchos años y que forman el espacio de los fenómenos coyunturales. En un sentido amplio, las crisis de las estructuras, fundamentalmente la crisis política, da lugar al concepto de hegemonía, crisis de hegemonía, crisis orgánica, que para Alessandro Pizzorno constituiría el elemento más interesante de la teoría política de Gramsci. Pero, contrariamente a quienes piensan que toda crisis orgánica, crisis de representación, abre el espacio para una coyuntura revolucionaria, “una ruptura revolucionaria”. Pizzorno sostendrá justamente, en Sobre el método de Gramsci que: “La crisis orgánica puede conducir a la revolución, pero también puede abrir el camino a la reacción: o simplemente resolverse dejando el poder en manos de quienes ya lo detentaban“. (15)
5. La lectura metodológica contemporánea del 18 Brumario
Un texto como El Dieciocho Brumario puede ser visto sólo como el análisis de una coyuntura de casi cuatro años en la historia de Francia (1848-1851). Puede ser leído también como un aporte a la teoría marxista de la lucha de clases en proceso de elaboración.
Sin embargo, si la coyuntura se vincula al análisis de situaciones en el sentido gramsciano, entonces, el examen de esa coyuntura realizada por el propio Marx, revela la utilidad de una mitología y de una teoría: atrapa y descubre un fenómeno casi accidental que luego será un concepto político y dará lugar a la caracterización de una forma de Estado; el bonapartismo. Como acertadamente apunta Francisco Delich, en Para el análisis de los fenómenos sociopolíticos coyunturales: “Metodológicamente, el hilo conductor del razonamiento es el comportamiento de las clases, pero y sobre todo el de las fracciones de clases, que a veces se definen por atributos propiamente socioeconómicos (burguesía financiera), otros políticos (burguesía republicana) y que se enfrentan política y militar o socialmente según los avatares de una coyuntura excepcional. Finalmente, Bonaparte asciende al poder en hombros campesinos, lo que sugiere a Marx un triunfo del campo sobre la ciudad, posible por el bajo grado de conciencia de aquellos; sin embargo, Marx se cuida bien de distinguir el enfrentamiento a nivel del Estado, de los conflictos de la sociedad civil, aunque los reúne y combina reiteradamente, pero claramente distinguibles” (16). Marx, al referirse a su propia obra desvela el hilo conductor: “…demuestra cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe”. (17)
Por lo que se refiere a las clases, y, sobre todo a las fracciones de clase analizadas por Marx, su utilidad se revela al examinar las fracciones de clase dominantes, en su relación con una forma particular del Estado. Las fracciones de clase aparecen formando bloques históricos de clase en el poder o alternativo al poder, en el sentido gramsciano del término, aunque en Marx no sea utilizado explícitamente el término.
Cuando Marx nos habla del “dominio exclusivo” o del “monopolio en el poder” de dos fracciones de la burguesía, la industrial y la financiera, su unidad política estaba dada por la monarquía constitucional como forma de Estado. En cambio, la fracción de los grandes terratenientes, de la burguesía financiera y de la burguesía industrial, encuentran su unidad política en la república parlamentaria como forma de Estado; “habían encontrado en la república burguesa la forma de Estado en que podían reinar en común” dirá Marx. Pero la unidad política de las fracciones de clase dominantes, no significa para Marx, reparto igual del poder. Es aquí donde la idea de hegemonía también está presente en Marx, para indicar que una clase o fracción de clase en el poder, constituye el elemento dominante o hegemónico, en el caso de la República, la fracción de la burguesía financiera. En ese sentido, las conclusiones a las que arriba Nicos Poulantzas, en Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, son adecuadas: “…el bloque en el poder constituye una unidad contradictoria de clases y fracciones políticamente dominantes bajo la égida de la fracción hegemónica” (18).
En el propio Poulantzas, tenemos un buen ejemplo de interpretación lúcida del análisis de las clases o fracciones de clase en El Dieciocho Brumario. Desde esta perspectiva no sólo existe una diferencia sustancial entre la unidad política de las clases dominantes que llegan a conformar un bloque en el poder y la idea de elemento dominante o hegemonía, ejercida por una sola fracción; sino que también está presente la idea de alianza entre el bloque de poder y clases o fracciones de clase fuera del bloque, así como la idea de clases o fracciones de clase-apoyo, que sirven de sustento al bloque en el poder: “Los conceptos de bloque en el poder y de alianzas son completados en Marx, en lo que concierne, siempre a las variaciones en los límites de una forma de Estado o de un bloque en el poder, de un estadio determinado, por otro concepto, que comprende una categoría particular de relaciones entre las clases del bloque en el poder y otras clases: se trata de las clases sobre las cuales se ‘apoya’ una forma del Estado capitalista. Casos típicos de esas clases-apoyos: los campesinos parcelarios en el marco del bonapartismo; la pequeña burguesía a fines del primer periodo de la república parlamentaria; el lumpenproletariado del bonapartismo” (19).
Por otra parte, y siempre siguiendo y tratando de interpretar la metodología utilizada por Marx en El 18 Brumario, los protagonistas principales, la acción de ciertos individuos, juegan un papel decisivo en la coyuntura o las coyunturas que culminan con el golpe de estado de Bonaparte. La acción individual tiene sentido en función de las clases y fracciones de clase que representan o dicen representar, pero también son importantes las consideraciones psicológicas que a propósito de ellos Marx desarrolla. Por ejemplo, sobre el actor principal: “Parecía como si sus apetitos usurpadores sólo se exteriorizasen para que no se acallasen las risas malignas de sus adversarios. Se comportaba como un genio ignorado, considerado por el mundo entero como un bobo” (20). “Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos del Estado y gobierno como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y las frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable” (21). “Como fatalista que es, abriga la convicción de que hay ciertos poderes superiores, a los que el hombre y sobre todo el soldado no se puede resistir. Entre estos poderes incluye en primer término, los cigarros y el champagne, las aves frías y el salchichón adobado con ajo” (22). “Una larga y aventurera vida de vagabundo le había dotado de los tentáculos más perfectos para tantear los momentos de debilidad en que podía sacar dinero a sus burgueses” (23). “En las orgías que Bonaparte celebraba todas las noches con la swell mob de ambos sexos, en cuanto se acercaba la medianoche y las abundantes libaciones desataban las lenguas y calentaban la fantasía, se acordaba el golpe de Estado para la mañana siguiente” (24).
Hay un personaje, el protagonista principal de la mascarada, “grotesco y mediocre” en los calificativos de Marx, que difícilmente puede ser vinculado a clase social alguna, no obstante apoyarse, identificarse o representar al lumpenproletariado o al campesino conservador: “Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpenproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, deshecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase” (25). Y también “Bonaparte representa a una clase, que es además, la clase más numerosa de la sociedad francesa: Los campesinos parcelarios” (26). Pero, en rigor Marx describe a Luis Bonaparte como un personaje agobiado por las deudas y sus acreedores, obsesivamente guiado por una sola idea fija y mezquina: asaltar el fisco y expoliar a toda la nación francesa. A pesar de todo tiene éxito. En opinión de Sinesio López, en El análisis de coyuntura en el pensamiento socialista clásico, Marx explica este éxito, porque Bonaparte “explota” las contradicciones de clase, porque se ubica en los núcleos principales de las correlaciones de fuerzas, se deja arrastrar por ellas, dentro de una coyuntura cuya forma de movimiento es definida por Marx como línea descendente de la revolución, hasta desembocar en el poder” (27).
En relación con el papel que desempeñan los individuos, los protagonistas principales de El 18 Brumario y la introspección psicológica que Marx hace de ellos, Delich, considera que: “Leídas como historia de largo plazo se trata sólo de anécdotas personales; en aquel presente fueron probablemente muy relevantes, del mismo modo que el largo plazo sólo considera las clases como homogéneas en detrimento de las fracciones” (28).
Una cuestión más, de orden metodológico, que está presente en El 18 Brumario, es el problema del tiempo. En la lucha de clase o fracciones de clase, que se enfrentan estableciendo diversas combinaciones en el poder o fuera de él, sólo el tiempo otorga unidad al conjunto de acontecimientos. Para Marx existe una especie de tiempo permanente y ocasional. El segundo depende del primero. Cuando Marx recorta el tiempo entre febrero de 1848 y diciembre de 1851, en primer lugar, habría que señalar que no lo desvincula de un periodo histórico más amplio que Marx viene estudiando desde 1789 y que habrá de concluir ochenta años más tarde, en 1871.
En segundo lugar, al diseccionar el tiempo y la geografía, Marx se propone examinar un fenómeno coyuntural extraordinario, pero sobre todo analizar las fuerzas sociales, políticas y militares capaces de incidir eficazmente en el movimiento coyuntural, poniendo en juego un complejísimo análisis de la estructura social.
El problema se ha planteado en referencia exclusiva al tiempo ocasional ligado a la coyuntura, en virtud de que Marx establece diferentes periodizaciones sin mayores explicaciones del porqué lo hace.
Si nos atenemos a la periodización establecida por Marx al principio del texto, tenemos que en las fases recorridas por la revolución francesa desde el 24 de febrero de 1848 hasta el mes de diciembre de 1851: “Hay tres periodos capitales que son inconfundibles: el periodo de febrero; del 4 de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, periodo de constitución de la república o de la Asamblea Nacional Constituyente; del 28 de mayo de 1849 al 2 de diciembre de 1851, periodo de la república constitucional o de la Asamblea Nacional Legislativa” (29).
Sin embargo, esta misma periodización es modificada al final del texto: He aquí en breves rasgos, el esquema de su historia:
I. Primer periodo. Del 24 de febrero al 4 de mayo de 1848. Periodo de febrero. Prólogo. Espejismo de confraternización general.
II. Segundo periodo. Periodo de constitución de la república y de la Asamblea Nacional Constituyente.
1. Del 4 de mayo al 25 de junio de 1848. Luchas de todas las clases contra el proletariado. Derrota del proletariado en las jornadas de junio.
2. Del 25 de junio al 10 de diciembre de 1848. Dictadura de los republicanos burgueses puros. Se redacta el proyecto de Constitución. Declaración del estado de sitio en París. El 10 de diciembre se elimina la dictadura burguesa con la elección de Bonaparte para presidente.
3. Del 20 de diciembre de 1848 al 28 de mayo de 1849.
Lucha de la Constituyente contra Bonaparte y el partido del orden coligado con él. Caída de la Constituyente. Derrota de la burguesía republicana.
III. Tercer periodo. Periodo de la república constitucional y de la Asamblea Nacional Legislativa.
1. Del 28 de mayo al 13 de junio de 1849. Lucha de los pequeños burgueses contra la burguesía y contra Bonaparte. Derrota de la democracia pequeño burguesa.
2. Del 13 de junio de 1849 al 31 de mayo de 1850. Dictadura parlamentaria del partido del orden. Corona su dominación con la abolición del sufragio universal, pero pierde el ministerio parlamentario.
3. Del 31 de mayo de 1850 al 2 de diciembre de 1851. Lucha entre la burguesía parlamentaria y Bonaparte.
a) Del 31 de mayo de 1850 al 12 de enero de 1851. El parlamento pierde el alto mando sobre el ejército.
b) Del 12 de enero al 11 de abril de 1851. Sucumbe en sus tentativas por volver a adueñarse del poder administrativo. El partido del orden pierde su mayoría parlamentaria propia. Coalición del partido del orden con los republicanos y la montaña.
c) Del 11 de abril al 9 de octubre de 1851. Intentos de revisión, de fusión, de prórroga de poderes. El partido del orden se descompone en los elementos que lo integran. Definitiva ruptura del parlamento burgués y de la prensa burguesa con la masa de la burguesía.
d) Del 9 de octubre al 2 de diciembre de 1851. Ruptura franca entre el parlamento y el poder ejecutivo. El parlamento consuma su defunción y sucumbe, abandonado por su propia clase, por el ejército y por las demás clases. Ocaso del régimen parlamentario y de la dominación burguesa. Triunfo de Bonaparte. “Parodia de restauración imperial” (30).
Se pueden apreciar tres cortes sucesivos realizados por Marx. En primer lugar un corte del periodo histórico recorrido por la revolución francesa, que va del 24 de febrero de 1848 al 2 de diciembre de 1851; 2) la fase anterior, es subdivida en tres periodos capitales e inconfundibles; 3) los periodos precedentes son descompuestos a su vez en diez subperiodos.
Establecer un corte entre el tiempo largo y el tiempo corto tiene un alto grado de dificultad. Marx lo hace. Su tiempo largo arranca de 1779, su tiempo corto va de 1848 a 1851. Pero la dificultad es mayor si se efectúan censuras al interior del tiempo breve como Marx también lo hace. De hecho cada uno de los diez subperiodos podría dar lugar al estudio de diez coyunturas distintas.
Una primera explicación del problema planteado, estaría dada por el hecho de que los fenómenos coyunturales vinculados al corto plazo depende de los fenómenos orgánicos relacionados con el largo plazo. Son la forma en que se manifiesta por medio de crisis el movimiento de la estructura de la sociedad. La problemática del tiempo inmediato está ligada a la cuestión del tiempo mediato; pero por otra parte está vinculada, en Marx, a su hilo metodológico, la teoría de la lucha de clases que es la que le permite hacer cuantos cortes considera necesarios. En donde aparentemente hay arbitrariedad, existen criterios teóricos que organizan la periodización asumida por Marx. Dicho con palabras de Delich: “La particularidad del ascenso de Luis Bonaparte al poder es generalizable, a partir de la detección de los componentes básicos de la coyuntura, leídos a partir de una teoría de las clases no formulada explícitamente. Esto implica que la coyuntura se desintegra como tal para que emerjan los elementos directrices, las constantes históricas disimuladas por la especificidad” (31).
El propio Delich, sugiere una serie de premisas para el estudio actual de la coyuntura tal y como él la entiende. La premisa básica sería que no existe diferencia entre los elementos que se reúnen en un análisis de largo plazo de aquellos que se integran para un estudio de corto plazo. Una segunda premisa es que el nivel de análisis no puede ser otro que el de las formaciones históricas. Una tercera premisa, consiste en que la coyuntura es siempre un modo particular de articulación. Una cuarta premisa radica en un análisis coyuntural es sólo posible si el énfasis se desplaza de las causas a las condiciones, aunque obviamente no se pueda prescindir de aquellas.
La propuesta de Delich, no deja de ser sugerente sobre todo por integrar en una sola visión elementos teóricos sin los cuales el concepto mismo de coyuntura se presta a confusión o es interpretado en forma reduccionista, pues como resume: “Las cuatro premisas anotadas no son desde luego exhaustivas, pero, y a pesar de se generalidad, permiten al menos mostrar la posibilidad de encontrar un nivel de análisis con cierto grado de autonomía, despejando las confusiones más frecuentes por una parte y, por otra, apartándola del pragmatismo usual” (32).
CONCLUSIONES
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, se inscribe dentro de la mejor tradición del marxismo de Marx, en donde este último describe una combinatoria económica, política, jurídica, social e ideológica y en donde la última instancia económica nunca aparece, y en cambio los deseos, los objetivos y la praxis de los individuos desempeñan un papel determinante.
La reflexión metodológica que el propio Marx realiza sobre su obra, resulta ser completamente insuficiente, casi inexistente y contradictoria. Engels toma al pie de la letra el reduccionismo economicista de Marx, como elemento clave para analizar la historia del momento.
Gramsci sitúa los acontecimientos de 1848-1851 descritos y analizados por Marx en el contexto de un periodo histórico más amplio que corresponde al ciclo de la revolución francesa. Desde su perspectiva, cobra especial relieve el análisis de situaciones o correlación de fuerzas sociales, políticas y militares que presupone relacionar estructura y superestructura y por ende fenómenos económicos, jurídicos, políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos. Gramsci revalora la importancia del análisis de coyuntura pero vinculado al análisis de fuerzas. Análisis de situaciones para insertarse eficazmente en las coyunturas favorables.
Es necesario distinguir las diversas nociones de coyuntura vinculadas con el análisis de lo económico, lo político y la totalidad social, en ese sentido, destaca la revalorización del pensamiento gramsciano por parte de Portantiero y Pizzorno.
En la lectura metodológica más reciente de 18 Brumario y en la revalorización del concepto de coyuntura destaca la problemática vinculada con la teoría de las clases sociales y las fracciones de clase; la biografía individual de los protagonistas del cambio social y sus vínculos con la sociedad; la periodización histórica a corto y largo plazo .
Las sugerencias de Delich, que hacen a la revalorización del concepto de su coyuntura, parecen perfectamente pertinentes. Sus premisas retoman lo mejor de la tradición teórica marxista y además tienen la virtud de tomar elementos y conceptos que provienen de diversas teorías no marxistas. En ese sentido y contrariamente a lo que pudiera pensarse, las perspectivas de nuevos programas de investigación sobre coyuntura, son aún más promisorias.
1. Marx, Carlos.: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 258
2. Marx, Carlos.: Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política, p. 348
3. Engels, Federico.: Prólogo de la tercera edición alemana de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 232
4. Ibid. pp. 231-233
5. Gramsci, Antonio.: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno, p. 67
6. Ibid. p. 69
7. Ibid. p. 70
8. Ibid. p. 76
9. Vilar, Pierre.: La noción de coyuntura, p. 81
10. Ibid. p. 105
11. Ibid. p. 84
12. Ibid. p. 95
13. Bartra, Roger.: Breve diccionario de sociología marxista, p. 56
14. Portantiero, Juan Carlos.: Gramsci y el análisis de coyuntura, p. 177
15. Pizzorno, Alessandro.: Sobre el método de Gramsci, p. 54
16. Delich, Francisco.: Para el análisis de los fenómenos sociopolíticos coyunturales, p. 14
17. Marx, Carlos.: Prólogo a la segunda edición de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 230
18. Poulantzas, Nicos.: Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, p. 308
19. Ibid. p. 315
20. Marx, Carlos.: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 271
21. Ibid. p. 280
22. Ibid. pp. 281-282
23. Ibid. p. 278
24. Ibid. p. 308
25. Ibid. p. 280
26. Ibid. p. 317
27. López, Silesio.: El análisis de coyuntura en el pensamiento socialista clásico, p. 34
28. Delich, Francisco, op. cit., p. 15
29. Marx, Carlos.: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 238
30. Ibid. pp. 312-313
31. Delich, Francisco, op. cit., p. 15
32. Ibid. p. 19
Última edición por pedrocasca el Lun Dic 31, 2012 7:05 pm, editado 1 vez