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    Mensaje por pedrocasca Vie Ene 04, 2013 10:53 pm

    LAS CONCEPCIONES ANTIMARXISTAS DE LOS REVISIONISTAS SOVIÉTICOS SOBRE EL PROBLEMA DE LAS CONTRADICCIONES EN EL SOCIALISMO

    texto de Vasillaq Kureta (docente en el Instituto de Estudios Marxista-Leninista)

    publicado en Revista “Albania Hoy” - Tirana, Albania, año 1989

    por cortesía de tovarich Dzerjinskii

    publicado en el Foro en dos mensajes

    ---mensaje nº 1---

    Un nuevo desarrollo cobraron los puntos de vista de los revisionistas soviéticos a partir de los años 80 y hasta el presente. Esto está relacionado en primer lugar con el hecho de que el capitalismo en la Unión Soviética atravesaba momentos de profunda crisis en todos los aspectos, un período de fracasos en todos los campos, de propagación de lacras sociales tales como el paro, el alcoholismo, la criminalidad, el burocratismo, la exacerbación de las contradicciones antagónicas extendida a todos los campos de la vida. En tales circunstancias, las clases dominantes en el Poder buscaron en el frente filosófico un inmejorable apoyo «teórico» a la aplicación de la política revisionista. De modo particular se hicieron tentativas para pasar de las teorías abstractas de las contradicciones a su análisis concreto, con el fin de servir mejor a la política de clase de la burguesía soviética. Se ha confirmado lo que decía el camarada Enver Hoxha que la realidad capitalista de la Unión Soviética desgastará y arrancará la máscara de la teoría del socialismo desarrollado de los revisionistas soviéticos. Los dirigentes revisionistas en la Unión Soviética exigieron insistentemente una adaptación de la teoría de las contradicciones a los procesos y fenómenos de la sociedad soviética. El XXVII Congreso del PC revisionista soviético, criticando el frente filosófico y el de las ciencias sociales en su conjunto, por su atraso en el conocimiento de los problemas de la vida, planteó la tarea y dio la orientación de «resolver los problemas de las contradicciones en las condiciones del socialismo». Esta era una directa exigencia a la filosofía revisionista soviética para contribuir a la aplicación de la política revisionista, y actualmente a la llamada «reestructuración» de la sociedad soviética.

    1. SOBRE EL LUGAR Y EL PAPEL DE LAS CONTRADICCIONES EN EL SOCIALISMO

    Marx y Engels han argumentado científicamente que el origen del movimiento de la materia y de los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad son las contradicciones que se hallan en su seno. Los filósofos revisionistas se oponen, por sus fines políticos y de clase, a esta concepción fundamental de la dialéctica marxista. En la literatura revisionista hallamos puntos de vista de los más dispares que niegan este papel y esta función de las contradicciones de la sociedad socialista. Así, a partir de los últimos años de la década de los 50, se propugno la idea de que las contradicciones no corresponden a la esencia de la sociedad socialista, a su base y su sistema estatal, que las contradicciones están relacionadas únicamente con el pasado histórico, con las condiciones exteriores o con deficiencias en determinados eslabones del sistema de relaciones dé producción y en el aparato del Estado.

    Los filósofos revisionistas soviéticos afirman que en la sociedad socia lista «el principio rector absoluto no es la lucha de los contrarios, sino su unidad»(2). Esto se debe, según ellos, a que «en el socialismo la dialéctica de las contradicciones ha cedido el lugar a la dialéctica de la armonía», que excluye las contradicciones sociales»(3). Del mismo modo, afirman que «...a diferencia del capitalismo donde la unidad es relativa y el antagonismo absoluto, en el socialismo la unidad adquiere un carácter absoluto»(4). Algunos autores revisionistas se atienen al punto de vista de que la ley de la unidad y de la lucha de los contrarios pierde en el socialismo «los contrarios y la lucha» y del mismo modo que el imperialismo está privado de unidad, por oposición en el socialismo se excluye la lucha de los contrarios»(5).

    Otros afirman que la tesis leninista sobre el carácter relativo de la unidad y el carácter absoluto de la lucha de los contrarios, no es aplicable en el socialismo, que «esta sólo tiene relación con determinada sociedad de clases, donde las contradicciones antagónicas asumen el carácter de los contrarios sociales los cuales se excluyen mutuamente»(6). En la literatura soviética se ha propagado ampliamente al punto de vista según el cual, la fuerza motriz de desarrollo de la sociedad no son las contradicciones, sino «sólo la unidad y la colaboración».
    El socialismo es inseparable de sus contradicciones. Negar las contradicciones en el socialismo significa frenar el proceso histórico. Al contrario, las contradicciones en el socialismo tienen carácter objetivo, emanan de la propia dialéctica de su desarrollo. Un factor que frena el proceso de desarrollo histórico no son las contradicciones en sí, sino las diversas dificultades que surgen a lo largo de la lucha por resolver dichas contradicciones, bajo la acción de los factores objetivos y subjetivos.

    También en el socialismo, como recalca el camarada Enver, el desarrollo es «un proceso relativamente prolongado, que se efectúa a través de la lucha de los contrarios», el desarrollo de la sociedad socialista se efectúa por el «surgimiento y la solución de las diversas contradicciones (…) También en el socialismo, a pesar de haber sido eliminada la propiedad privada y desarrollarse la sociedad de manera consciente, como consecuencia de que los hombres viven y actúan en condiciones y circunstancias distintas motivadas por la existencia de diferencias esenciales entre las clases amigas, entre la ciudad y el campo, entre el trabajo manual y el intelectual, etc., nos enfrentamos a intereses, aspiraciones y pensamientos diferentes, a una serie de contradicciones»(7).

    La sociedad socialista es el organismo vivo que está en continuo movimiento y desarrollo. Rasgo distintivo de éste es su perfeccionamiento y evolución interrumpidos y en constante ascenso. A lo largo de todo el proceso histórico de nacimiento y desarrollo de la sociedad socialista, como lo demuestra también la experiencia histórica, existen contradicciones que surgen y se resuelven continuamente. Estas contradicciones, que tienen un carácter antagónico y no antagónico, las encontramos en todas las esferas de la vida económica, política e ideológica.

    En la sociedad socialista, en la que las relaciones socialistas de producción, por su propia esencia, están liberadas de la opresión y la explotación, son características las contradicciones no antagónicas. Pero por diversas razones y motivos en la sociedad socialista, incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, existen asimismo contradicciones de carácter antagónico. También en el socialismo las contradicciones constituyen siempre una relación de contrarios, de unidad y lucha de los contrarios.

    La dialéctica marxista ha argumentado que la unidad y lucha de los contrarios están en relación dialéctica, rigurosamente definida. Sin esta relación no puede concebirse su existencia. Por eso, minimizar el terreno de la lucha de los contrarios y tanto más negarlo significa negar la propia contradicción.

    Es conocida la tesis de la filosofía marxista-leninista de que la lucha de los contrarios y solamente ella es el origen del propio movimiento y desarrollo. Pero con justa razón surge la pregunta: ¿acaso no viene fortaleciéndose la unidad del pueblo en la sociedad socialista? Esto no puede negarse en absoluto. Esta unidad es una realidad viva en nuestra sociedad socialista. Pero esto es otra cosa. Esta unidad es resultado y consecuencia de la solución de las contradicciones por medio de la lucha de los contrarios, a través de la lucha de clases.

    Esta lucha de los contrarios, esta lucha consecuente de clases fortalece la cohesión, la unión, la unidad, porque excluye los fenómenos que se oponen a la unidad, amplía el marco de los intereses comunes entre las personas en la sociedad socialista. No puede lograrse la unidad, conservarla y tanto menos desarrollarla apartándola de la lucha de los contrarios, de la lucha de clases.

    El objetivo antimarxista de los revisionistas soviéticos de deformar la filosofía marxista-leninista los ha llevado a transformar el contenido de la ley de la unidad y la lucha de los contrarios en el socialismo.

    Pretenden que esta ley fundamental de la dialéctica sea formulada como «ley de la unidad y de los aspectos y tendencias contradictorias»(8.). Para ellos la ley de la unidad y la lucha de los contrarios en el socialismo y el comunismo no actúa. Esto, según ellos, ocurre porque en la actualidad se está pasando de la prehistoria de la humanidad a su verdadera historia. Por consiguiente, arguyen, se está operando asimismo el paso de la unidad y la lucha de los contrarios a la ley de la unidad de los aspectos contradictorios, sin lucha de los contrarios. La ley de la unidad y la lucha de los contrarios, según ellos, es «un caso particular, no evolucionado de la ley de la contradicción».

    Según los filósofos revisionistas soviéticos las leyes de la dialéctica, y por lo tanto también esta ley, fueron formuladas por Marx y Engels, «utilizando el material de la historia de las formaciones antagónicas», es decir cuando la sociedad socialista no existía. De este modo, según se expresan, las leyes de la dialéctica reflejaron el nivel de las relaciones sociales concretas y el nivel del conocimiento humano de ese momento.

    De hecho, no es en absoluto verdad que lo descubierto por Marx y Engels tenga valor sólo para las formaciones antagónicas. Descubrieron el carácter general de esta ley fundamental de la dialéctica. La ley de la unidad y la lucha de los contrarios obra en la naturaleza, en la sociedad y en las ideas, actúa en todas las formaciones económico-sociales. El carácter específico de su acción en el socialismo no niega de ningún modo su carácter universal.

    Por otro lado, ¿por qué se niega la contribución aportada por Lenin y Stalin en la elaboración de su contenido en las condiciones de la sociedad socialista? La deformación de la historia y las sofisticaciones les hacen falta a estos seudo filósofos para sus concepciones revisionistas.

    Absolutizar la unidad de los contrarios, apartarla de la lucha de los contrarios, negar los contrarios y la lucha de los mismos en la sociedad socialista, como hacen los revisionistas soviéticos, tienen como fuente sus objetivos de dar un contenido filosófico al oportunismo político e ideológico, a la negación de la lucha de clases y de la revolución.

    2. SOBRE EL CARACTER DE LAS CONTRADICCIONES EN LA SOCIEDAD SOCIALISTA

    La cuestión del carácter de las contradicciones en la sociedad socialista es un problema bastante delicado para los revisionistas soviéticos. La realidad socio-económica de la Unión Soviética está colmada de profundas contradicciones de carácter antagónico. El proceso de aburguesamiento de la sociedad soviética en todos sus poros se realizó plenamente. Actualmente se desarrollan fenómenos y profundos males típicos de la sociedad capitalista como las crisis, el paro y la exacerbación de las contradicciones sociales. La Unión Soviética es una verdadera cárcel de pueblos y naciones. La polarización de clases se desarrolla ininterrumpidamente, la corrupción de la burocracia estatal y del partido, de la propia clase burguesa dominante está ampliando continuamente sus dimensiones. La revuelta de las masas oprimidas se extiende y aumenta continuamente. Desde este punto de vista las teorizaciones de los revisionistas soviéticos sobre las contradicciones en el socialismo tienen una base que no es en ningún modo socialista. Esto constituye una contradicción real que facilita el desenmascaramiento de estas teorizaciones que tratan de encubrir esta realidad capitalista, de justificar la política revisionista. A pesar de estar aderezadas con frases marxistas y con referencias a Marx y Lenin, sus teorizaciones están en plena oposición con la teoría marxista-leninista y con la práctica revolucionaria.

    Las deformaciones y las teorizaciones de los revisionistas modernos sobre el carácter de las contradicciones en la sociedad socialista se apoyan en sus tesis de que supuestamente el período de transición concluye con la construcción de la base económica del socialismo. Esta tesis la confirmó también el XXVII Congreso y el programa aprobado por éste. Los clásicos del marxismo-leninismo han explicado científicamente los límites históricos de la extensión del período de transición y su contenido. Apoyándose en este significado y en la experiencia histórica la dirección del PTA acentúa que «el período de transición se inicia con el derrocamiento del Estado burgués, la instauración del Estado de dictadura del proletariado y concluye con la supresión de las clases, la extinción del Estado, el establecimiento del principio «a cada cual según sus necesidades»(9). El desarrollo de la sociedad socialista es un proceso que se realiza por etapas. En este proceso histórico de desarrollo, como han previsto los clásicos y tal como confirmó nuestra experiencia, existe una etapa histórica, tras la cual se liquidan la propiedad privada y las clases explotadoras y se construye la base económica del socialismo.

    Además, la sociedad socialista se construye en las condiciones de la existencia de clases amigas. A pesar de que su existencia constituye la característica fundamental de la sociedad socialista, ésta no se ha transformado aún en sociedad comunista. Por tanto, siguen habiendo remanentes de las clases derrocadas que actúan, existen remanentes de las ideologías extrañas en la conciencia del individuo, sigue ejerciéndose poderosamente la presión ideológica burgués-revisionista sobre las personas y no ha desaparecido la posibilidad de que surjan elementos y grupos hostiles, que, como demuestra la experiencia histórica, no es algo abstracto sino un posibilidad real.
    En esta etapa hay también contradicciones concretas que la caracterizan. Aquí se plantea el siguiente problema teórico: ¿qué carácter tienen las contradicciones que residen en la base del desarrollo histórico de la sociedad socialista tras la conclusión de la etapa de la construcción de la base económica? ¿Qué tipo de contradicciones caracterizan a la sociedad socialista en la etapa de la completa construcción de la sociedad socialista?
    Según los revisionistas soviéticos, tras la construcción de la base económica del socialismo, se realiza la construcción completa y definitiva de la sociedad socialista. En estas circunstancias no puede hablarse de contradicciones antagónicas. «La experiencia de la Unión Soviética, — escribe el revisionista Butenko, — demuestra que con el nuevo éxito cualitativo en el desarrollo de la sociedad socialista, puede distinguirse un período histórico en el que el socialismo realiza la victoria completa y definitiva, cuando se logra la unidad social y política de la sociedad. Precisamente a esta nueva situación cualitativa está ligada la transformación del Estado de dictadura del proletariado en Estado de todo el pueblo. En esta etapa en el interior de la sociedad no hay ni puede haber contradicciones sociales de carácter antagónico»(10). La negación de las contradicciones antagónicas, haciendo pasar por «socialista» la actual realidad capitalista en la Unión Soviética, se hace con la intención de desviar la atención de las profundas contradicciones antagónicas que corroen la actual sociedad soviética, para justificar la negación de la lucha de clases.

    Los revisionistas soviéticos pretenden presentar la negación de la contradicción antagónica en la sociedad socialista tras la construcción de la base económica del socialismo como un punto de vista de los clásicos del marxismo-leninismo. «Acerca de la cuestión de si en las condiciones donde se ha construido el socialismo pueden existir contradicciones — escriben J. Granin y M. M. Sapunov, — que en esencia son antagónicas, los clásicos del marxismo-leninismo, como se sabe, han respondido negativamente»(11). Para argumentar este punto de vista traen a colación una afirmación de Marx que dice que «...las relaciones burguesas de producción constituyen la última forma del proceso social de la producción»(12). No puede negarse el hecho de que las relaciones de producción no están liberadas de toda forma de opresión y explotación del hombre por el hombre. Están por encima de la propiedad socialista y por esta razón el rasgo característico de estas relaciones de producción es la contradicción antagónica. Esto dice también Marx en la mencionada afirmación, haciendo una diferencia entre todas las anteriores formas de las relaciones de producción apoyadas en la propiedad privada, Marx jamás ha afirmado que la sociedad socialista se libera de toda suerte de antagonismos. Ha afirmado asimismo la idea de que la sociedad socialista «apenas surge de la sociedad capitalista conserva aún, desde todo punto de vista económico, moral y intelectual, vestigios de la vieja sociedad, de cuyo seno ha surgido»(13).

    La práctica demuestra que estos vestigios se conservan durante un largo tiempo incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, porque a lo largo del período de transición hasta llegar al comunismo existe la posibilidad del surgimiento de nuevos elementos burgueses y de la restauración del capitalismo. La lucha por evitarlos tiene carácter antagónico.

    Siguiendo el camino capitalista, la sociedad soviética se gangrena cada vez más y las plagas del capitalismo y las contradicciones que la corroen toman un carácter cada vez más agudo. Esto obligó a la dirección soviética empezando por los años 80 a hablar cada vez más frecuentemente de «fenómenos negativos» y de «plagas sociales». Sobre esta base, recurriendo a la demagogia para encubrir la realidad capitalista, salieron con la teoría de Gorbachov de la «reestructuración de la sociedad soviética» y apelan a su cuerpo de filósofos para que justifiquen teóricamente la política revisionista.

    ---fin del mensaje nº 1---


    Última edición por pedrocasca el Vie Jun 07, 2013 12:23 pm, editado 2 veces
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    Mensaje por pedrocasca Vie Ene 04, 2013 10:59 pm

    LAS CONCEPCIONES ANTIMARXISTAS DE LOS REVISIONISTAS SOVIÉTICOS SOBRE EL PROBLEMA DE LAS CONTRADICCIONES EN EL SOCIALISMO

    texto de Vasillaq Kureta (docente en el Instituto de Estudios Marxista-Leninista)

    publicado en Revista “Albania Hoy” - Tirana, Albania, año 1989

    por cortesía de tovarich Dzerjinskii

    publicado en el Foro en dos mensajes

    ---mensaje nº 2 y último---

    Nuestro Partido y el camarada Enver Hoxha, apoyados en los principios fundamentales del socialismo científico y en el análisis dialéctico de los fenómenos de nuestra revolución socialista, elaboraron una idea, enteramente opuesta a la de los revisionistas soviéticos, según la cual incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, por un período relativamente largo hasta la transición al comunismo, existen contradicciones sociales no sólo de carácter no antagónico, sino también antagónico. Pese a la liquidación de la propiedad privada y de las clases existentes, existen y actúan importantes factores y diversas causas, internas y externas, que condicionan la existencia de los dos tipos de contradicciones, no antagónicas y antagónicas. La existencia de contradicciones de carácter antagónico después de la construcción de la base económica del socialismo está condicionada por la existencia de remanentes de las clases derrocadas que aspiran y luchan por reconquistar el Poder. En la realización de estos objetivos cuentan con la activa ayuda de la burguesía internacional y de la reacción.

    Además, a causa de la acción de muchos factores objetivos y subjetivos, en la conciencia de nuestras gentes existen remanentes de diversas ideologías del pasado: feudales, religiosas, patriarcales, pequeño burguesas, así como la influencia de nuevas formas de la ideología y la concepción burguesa del mundo. Por su esencia, sus variadas formas y su carácter hostil, diametralmente opuestas e irreconciliables con la ideología de nuestro régimen socialista, representan una ideología que está en antagonismo con nuestra ideología y por lo tanto constituyen un gran peligro de degeneración. A lo largo de todo el período de la construcción del socialismo, como demuestra la experiencia histórica, existe la posibilidad del surgimiento de elementos, grupos enemigos, y, si no se lucha consecuentemente, también de una nueva clase burguesa; existe la posibilidad de restauración del capitalismo.

    El camarada Enver Hoxha, generalizando la experiencia histórica de la construcción del socialismo en nuestro país, recalca: «En la sociedad socialista existe el peligro de la degeneración de determinadas personas, del surgimiento de nuevos elementes burgueses, de su transformación en contrarrevolucionarios. El marxismo-leninismo nos enseña que esto se debe, no sólo a que en la nueva sociedad socialista se conservan aún tradiciones, costumbres, comportamientos y concepciones del modo de vida de la sociedad burguesa de la cual ha surgido, sino también a ciertas condiciones económicas y sociales, que en la fase transitoria existen en esta sociedad. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la forma de distribución que se basa en ellas, están aún muy lejos de ser enteramente comunistas. En este sentido influyen asimismo las diferencias que existen en diversos terrenos, como entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual y el intelectual, entre el trabajo cualificado y el no cualificado, etc., que no pueden desaparecer de golpe. A todo esto se le debe sumar la fuerte y múltiple presión que el mundo capitalista y revisionista ejerce desde el exterior. El socialismo puede limitar en gran medida el surgimiento de los fenómenos negativos, que no son inherentes a su naturaleza, pero no está en condiciones de evitarlos enteramente»(14). Las contradicciones antagónicas no surgen de la esencia de las relaciones socialistas de producción, no saturan todos los poros de la sociedad socialista como ocurre en la sociedad capitalista. Son enteramente ajenos a la naturaleza del socialismo. Estas contradicciones se resuelven en el marco del régimen existente, desarrollando consecuentemente la lucha de clases, fortaleciendo continuamente la dictadura del proletariado que reprime sin piedad a todos los enemigos que atentan contra la revolución y el socialismo.

    A lo largo de todo el período de la construcción del socialismo existirán contradicciones de clase y solo en el comunismo desaparecerán completamente. Durante el período de transición surgen y se resuelven una serie de contradicciones. Característica de la sociedad socialista, para todo el período de transición del capitalismo al comunismo, como han afirmado los clásicos del marxismo-leninismo y como ha confirmado también la experiencia histórica, son las contradicciones no antagónicas. Esto se explica con el hecho fundamental de que la propiedad social agrupa a las personas y las clases, amplía la esfera de sus intereses comunes y el propio desarrollo del socialismo reduce cada vez más la esfera de los intereses opuestos. Este es un proceso objetivo y al mismo tiempo complejo. Por otro lado, la existencia de la contradicción antagónica a la par de la no antagónica, a lo largo de todo el período de transición del capitalismo al comunismo, plantea la necesidad de determinar el lugar, la extensión y el papel de estos dos tipos de contradicciones.

    La contradicción antagónica ocupa espacio y lugar también en la etapa de la completa construcción de la sociedad socialista. Según el lugar que ocupa depende también el papel que juega en la sociedad socialista. Puesto que las contradicciones antagónicas, desde el punto de su extensión, son más limitadas que las contradicciones no antagónicas, éstas no dejan de tener menor importancia por el papel que tienen y la esfera en que actúan. Se las encuentra en el terreno económico, político e ideológico. El problema es que no se confunda la variedad de formas de expresión de estos dos tipos de contradicciones en las direcciones y terrenos donde se manifiestan objetivamente.

    En el análisis de estas contradicciones se exige conocer no sólo su aspecto cuantitativo, sino también cualitativo. La realidad histórica y concreta, la experiencia histórica demuestra que «(...)el enemigo desarrolla su lucha en todos los sentidos. Nos combate en lo ideológico, lo económico y lo político»(15).

    3. LA CONTRADICCION FUNDAMENTAL DEL PERIODO DE TRANSICION DEL CAPITALISMO AL COMUNISMO

    Cuando se plantea la cuestión de la contradicción fundamental de la sociedad socialista no puede dejar de tenerse en consideración el lugar que ocupa el socialismo en la formación económico-social del comunismo. Es conocido el hecho de que inmediatamente de después de instaurada la dictadura del proletariado se inicia una dura lucha entre el socialismo que nace y se desarrolla y el capitalismo que se viene suprimiendo. Esta lucha que se desarrolla plantea el problema de su límite histórico final. Precisamente con esta cuestión especulan grandemente los filósofos revisionistas soviéticos. Los clásicos del marxismo-leninismo han expresado también claramente y la experiencia histórica de nuestro país, como la de los países donde se restauró el capitalismo, ha demostrado que esta lucha prosigue también en el socialismo y concluye sólo cuando se pasa definitivamente a la sociedad sin clases y sin Estado, la sociedad comunista. Sólo sobre esta base teórica y práctica puede resolverse correctamente la cuestión de cuál es la contradicción fundamental de la sociedad socialista, por qué rasgos se caracteriza y cuándo se resuelve.

    En la literatura revisionista soviética se han expresado opiniones disipares sobre el problema de la contradicción fundamental en la sociedad socialista. Entre ellas está la opinión de que «la formación económica-social del comunismo no tiene contradicción fundamental y por ello se distingue de todas las demás formaciones sociales»(16). Los adeptos de estos puntos de vista a fin de definir la contradicción fundamental se basan en el conflicto y la revolución como el principal y único rasgo para definir la contradicción fundamental. Puesto que la transición del socialismo al comunismo no se efectúa con conflicto y revolución, entonces, según ellos, el socialismo no tiene una única contradicción fundamental. El conflicto y la revolución constituyen en realidad rasgos de la contradicción fundamental de la sociedad capitalista, que han definido claramente Marx y Engels, explicando asimismo la base de este conflicto. Pero esto no significa que el nuevo régimen económico-social que se establece tras la revolución socialista no tenga su propia contradicción fundamental.

    La contradicción fundamental es la que determina la fisonomía de la sociedad, todo el período de transición del capitalismo al comunismo. La contradicción fundamental está presente en todas las etapas del surgimiento y desarrollo de la formación económico-social del comunismo, determinando la dirección fundamental del desarrollo. Esta determina la existencia de todas las demás contradicciones, las caracteriza e influye activamente sobre ellas.

    Lenin ha aceptado teóricamente que todo el período de transición del capitalismo al comunismo es la lucha «entre el capitalismo que agoniza y el comunismo que nace»(17). La experiencia histórica de la construcción del socialismo en nuestro país demuestra más y mejor que la contradicción fundamental a lo largo del período de transición es la que existe entre el socialismo y el capitalismo, es decir, entre el socialismo que crece, se desarrolla y madura continuamente para llegar al comunismo y el capitalismo que ha sido vencido, pero que debe ser liquidado en todos los terrenos de la vida impidiéndole toda posibilidad de restauración.

    El camarada Enver Hoxha, sintetizando nuestra experiencia de la construcción del socialismo y la mundial recalca: «Debemos tener siempre presente que nos encontramos en el período de transición del capitalismo al comunismo. Esto significa que durante este período el capitalismo y el socialismo están en lucha intransigente. Esta lucha continúa a lo largo de todo el período de transición que no se sabe por cuánto durará, pero sí, que proseguirá aún durante largo tiempo»(18)

    Pero con la construcción de la base económica del socialismo, es decir, con la liquidación de las relaciones capitalistas de producción y la instauración de las relaciones socialistas, ¿puede acaso decirse que se ha resuelto la contradicción fundamental? ¿Coincide la construcción de la base económica del socialismo con la solución en conjunto de la contradicción entre el socialismo y el capitalismo? Llama la atención el hecho que en la literatura de los revisionistas soviéticos, sobre todo la de finales de los años 50 y posterior se ha dejado caer la opinión de que esta contradicción se resuelve completa y definitivamente con la construcción de la base económica del socialismo.

    Refiriéndose a esta experiencia negativa, el camarada Enver Hoxha puntualiza: «En la Unión Soviética, en Yugoslavia y en otros países revisionistas, el capitalismo arrebató nuevamente el Poder al socialismo. ¿Por qué? Porque se extinguió la lucha de clases y en su lugar se estableció la paz entre el socialismo y el capitalismo»(19).

    El desarrollo y la profundización interrumpidos de nuestra revolución socialista por nuevos caminos, planteó una serie de problemas que estaban directamente relacionados con la suerte de la contradicción entre el socialismo y el comunismo. ¿Por qué camino debía desarrollarse nuestra revolución socialista para que no tuviera retroceso? ¿En qué medida se resuelve la contradicción entre el socialismo y el capitalismo y la cuestión de quién vencerá con la construcción de la base económica del socialismo? La primera conclusión que parte del análisis de estos problemas y de la práctica histórica, apoyándose siempre en el pensamiento teórico del Partido y del camarada Enver Hoxha, es que la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo tiene su propia historia, sus fases por las cuales pasa. La construcción de la base económica del socialismo es sólo una fase, pero no es la última de su solución. Nuestra práctica de la construcción del socialismo prueba muy bien que la construcción de la base económica del socialismo coincide con la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo, que tras esta victoria existe la posibilidad de que el capitalismo sea restaurado.

    A lo largo de la completa construcción de la sociedad socialista deben resolverse una serie de problemas que están relacionados con el triunfo de la revolución socialista en el terreno de la ideología. Su solución es bastante compleja y re quiere largo tiempo. La lucha de clases que se desarrolla en esta etapa en el frente ideológico es parte constitutiva de la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo. Esta lucha de clases en el frente ideológico es inseparable de la lucha de clases en el frente económico y político. Nuestra experiencia histórica de la construcción del socialismo ha demostrado, como ha señalado el camarada Enver, «(...)mientras no esté garantizada la victoria total de la revolución socialista en el terreno de la ideología y de la cultura, tampoco pueden estar aseguradas y garantizadas las victorias de la revolución socialista en los terrenos político y económico. Por eso, la lucha en el frente ideológico por la total derrota de la ideología burguesa y revisionista, está relacionada en resumidas cuentas, con la cuestión de si se construirá el socialismo y el comunismo y se evitará la restauración del capitalismo»(20).

    La experiencia de la revolución y de la construcción del socialismo demuestra que la lucha de clases que se desarrolla en todos los frentes está relacionada directamente con la cuestión de si proseguirá la construcción del socialismo o degenerará o será derrocado. Demuestra que la lucha entre el socialismo y el capitalismo se desarrolla duramente e, independientemente del terreno en que se desarrolla, político o económico, ideológico, cultural o militar, a fin de cuentas es «una lucha por determinar si se mantendrá y consolidará la dictadura del proletariado o si degenerará y será derrocada; Como ha ocurrido en la Unión Soviética y en otros países. Nuestro Partido siempre ha tenido presente esta vital enseñanza del marxismo-leninismo, plenamente confirmada por la experiencia práctica».(21)

    La lucha entre el capitalismo y el socialismo se desarrolla tanto en el frente interno como en el externo. En el frente interno esta lucha se inicia con el derrocamiento y la liquidación de las clases explotadoras, con la propiedad socialista sobre los medios de producción en la ciudad y el campo, con la supresión de la explotación del hombre por el hombre y continúa contra todos los rematantes de las clases explotadas, contra todos las lacras y residuos heredados del viejo régimen en todos los terrenos de la vida, contra los nuevos enemigos que degeneran y surgen en la sociedad socialista, para llevar siempre adelante la revolución socialista.

    De este modo, en la medida que se resuelve la contradicción fundamental, se lleva a cabo también el interrumpido desarrollo social socialista, avanza el proceso de transición a la sociedad comunista. Esto significa que la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo se soluciona gradualmente, por partes, hasta que, en el proceso de desarrollo de la sociedad socialista, se vaya a su solución completa y definitiva. Esta solución completa y definitiva coincide con el paso de la sociedad socialista a la comunista.

    Notas:

    (2) J. Harrin. La dialéctica social marxista, 1985, pág. 271.
    (3) Ibídem.
    (4) J. V. Dudinski. La colaboración socialista, las tendencias fundamentales de desarrollo, 1976, pág. 140.
    (5) P. Rachkov. El socialismo como forma de la dialéctica social, 1985, pág 171.
    (6) V. S. Sutiagin, A. S. Sutiagin. Particularidades de las contradicciones en la sociedad socialista y las vías para superarlas, Moscú, 1972, pág. 33.
    (7) Enver Hoxha. Informes y discursos 1970-1971, ed. en alb., pág. 105.
    (8.) S. A. Stepanjan. La dialéctica del actual desarrollo social, 1966, pág. 39.
    (9) Discursos y conversaciones 1986, ed. en alb., pág. 98.
    (10) Voprosi fillosofii, Nr. 2, 1984, pág. 133
    (11) J. Granin, M. Sapunov. Antagonismos y contradicciones de la actual evolución social, 1986, pág. 34.
    (12) C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas, t. II, pág. 14, 2da ed. en albanés.
    (13) Ibídem.
    (14) Enver Hoxha. Informe ante el VII Congreso del PTA, ed. alb., págs. 129-130.
    (15) Idem. pág. 136.
    (16) V.S. Sutiagin, A. S. Sutiagin. Obra citada, pág. 51.
    (17) V. I. Lenin. Obras Escogidas, t. II, 1ra ed. en albanés. pág. 563.
    (18) Enver Hoxha. Informes y discursos 1974-1975, ed. en alb. págs. 201-202.
    (19) Ídem. pág. 202.
    (20) Enver Hoxha. Informe ante el V Congreso del PTA, ed. en alb., pág. 128.
    (21) Enver Hoxha. Informe ante el VI Congreso del PTA, ed. alb., pág. 103.

    ---fin del mensaje nº 2 y último---FINAL---



    Última edición por pedrocasca el Sáb Ene 05, 2013 10:12 pm, editado 3 veces
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    Mensaje por Dzerjinskii Sáb Ene 05, 2013 9:22 pm

    je je vamos a tener que organizarnos camarada, hoy que tenía tiempo entre al foro a postear este texto, seguro nos retan por postear dos veces...
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Ene 05, 2013 10:03 pm

    Dzerjinskii escribió:je je vamos a tener que organizarnos camarada, hoy que tenía tiempo entre al foro a postear este texto, seguro nos retan por postear dos veces...

    Además, cuando lo copié, tuve un problema con la conexión y el navegador se cerró, se volvió a abrir y lo hizo en una página distinta a la que estaba en el otro Foro, por lo que estuve a punto de adjudicarle la publicación del texto a un tal felipeatuesta, creo, que no se yo si será o no pro-albanés, pero no me lo parece. Menos mal que la experiencia es un grado y no me cuadraba el asunto. Salud tovarich.
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    Mensaje por Dzerjinskii Miér Ene 09, 2013 1:15 am

    pedrocasca escribió:
    Dzerjinskii escribió:je je vamos a tener que organizarnos camarada, hoy que tenía tiempo entre al foro a postear este texto, seguro nos retan por postear dos veces...

    Además, cuando lo copié, tuve un problema con la conexión y el navegador se cerró, se volvió a abrir y lo hizo en una página distinta a la que estaba en el otro Foro, por lo que estuve a punto de adjudicarle la publicación del texto a un tal felipeatuesta, creo, que no se yo si será o no pro-albanés, pero no me lo parece. Menos mal que la experiencia es un grado y no me cuadraba el asunto. Salud tovarich.

    ja ja imagínate si se lo adjudicabas a "sorge"!!!!!
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    Mensaje por NG Lun Mar 25, 2013 1:31 am

    Os recomiendo con vehemencia otro texto del mismo autor: Vasillaq Kureta, en este caso el albanés analiza las taras filosóficas de Mao Zedong y su imposible conexión con el materialismo-dialéctico:

    Las falsificaciones maoístas en el ámbito del conocimiento

    La teoría del conocimiento es otro dominio de la filosofía que a propósito Mao Zedong y los actuales revisionistas chinos han especulado intentando falsificar la filosofía marxista-leninista.

    Según los revisionistas chinos, Mao Zedong, como en otras cuestiones, habría aportado su «importante contribución» a la cuestión de la teoría del conocimiento, y habría permitido un «profundo desarrollo» de ésta. Sus teorías y sus tesis serían «desarrolladas» en obras como: «Sobre la práctica» de 1937, y «¿De dónde provienen las ideas correctas»? de 1963.

    El análisis de las concepciones teóricas maoístas sobre el problema de la teoría del conocimiento y, sobre todo, la nociva acción de su puesta en práctica, muestra claramente que estos conceptos están al servicio de los intereses de clase de la pequeña burguesía y de la burguesía china. Sirvieron pues, a los objetivos pragmáticos del grupo dominante en el poder.

    Los conceptos maoístas de la teoría del conocimiento están alejados de la teoría materialista-dialéctica del conocimiento. Existe un contraste radical de principio entre ellas. Mao Zedong trató la teoría del conocimiento a partir de posiciones subjetivistas, metafísicas y mecanicistas, eclécticas y pragmáticas.

    a) Mao Zedong falsificó la noción marxista-leninista de proceso del conocimiento

    En las obras: «Sobre la práctica» de 1937, y «¿De dónde provienen las ideas correctas»? de 1963. Mao Zedong se detiene sobre los problemas del proceso del conocimiento, pero los trata a partir de posiciones metafísicas.

    Como fenómeno social, el conocimiento es un proceso complejo que comprende numerosos eslabones y grados, y se desarrolla constantemente haciéndose más profundo. El conocimiento se granjea a través de las relaciones orgánicas establecidas entre sus elementos sensibles y racionales. Así, los sentidos y la razón trabajan juntos en el curso de este proceso exprimiendo mucho más la diferencia entre las sensaciones y las percepciones humanas y las animales. Cuando el hombre recibe estímulos por la percepción, su razón no pasa inactiva en el proceso. Por otra parte, cuando razona, el hombre piensa a partir de los datos abastecidos por sus órganos sensitivos. Sobre esta base y gracias a la práctica, el conocimiento se profundiza gradualmente, y del conocimiento empírico viene el conocimiento teórico, enriqueciendo las teorías existentes y creando las nuevas teorías.

    Dividir el único proceso del conocimiento en empirismo y racionalismo, es decir en el hecho de considerar unilateralmente como absolutos los datos de los sentidos o los del pensamiento abstraído en el curso de este proceso, constituye una característica clásica de la filosofía premarxista. Los fundadores de la filosofía marxista-leninista trataron de manera materialista-dialéctica el proceso único del conocimiento, criticando los conceptos idealistas y metafísicos. Lenin caracterizó así este progreso dialéctico:

    «De la intuición viva al pensamiento abstracto, y de éste a la práctica: tal es el camino dialéctico del conocimiento de la verdad, del conocimiento de la realidad objetiva». (1) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    En oposición total con la dialéctica marxista, Mao Zedong escinde de manera metafísica el proceso dialéctico del conocimiento en dos etapas a las cuales atribuye una existencia independiente, en sí. Esta división es de hecho una vuelta al diseño filosófico premarxista, aunque los revisionistas chinos hubieran proclamado que se trataba de un «descubrimiento» de Mao Zedong.

    Según éste, el primer grado del conocimiento es el de la «percepción sensible», «sensaciones y representaciones». Según Mao Zedong, la sensación, la percepción existen, pero sin la razón. En cuanto al concepto leninista de «intuición viva» no lo identifica con las sensaciones, las percepciones, las representaciones, pero ello representa la propia unidad dialéctica y orgánica del elemento sensible y del elemento racional.

    Mao Zedong llama al segundo grado del conocimiento el de los conceptos, los juicios y las deducciones. Este grado tiene también tiene la existencia de un concepto maoísta independiente. En este concepto, la razón, el pensamiento abstracto constituye en sí mismo un cierto grado de conocimiento:

    «La expresión de San kouo yen yi: «Basta con fruncir las cejas y una estratagema viene al espíritu» o la del lenguaje corriente: «Déjeme reflexionar» significan que el hombre, empleando conceptos en el cerebro, procede al juicio y al razonamiento. Esta es la segunda etapa del conocimiento». (2) (Mao Zedong, Sobre la cooperación, 1937)

    De esta manera, el sentimiento, el conocimiento sensible se separa de la razón, del conocimiento racional. Esta es una distorsión de la esencia del proceso de conocimiento, una negación de su carácter social.

    Cuando el hombre conoce las cosas, los fenómenos, la realidad objetiva, adquiere un saber. Sin saber, no hay conocimiento. Pero la formación del saber, su formulación, su fijación y su expresión se efectúan tratando la experiencia sensible por medio de los métodos y las formas de la lógica. Lenin dijo que la forma del reflejo de la materia en el conocimiento humano, eran justamente los conceptos, las leyes, las categorías, etc.:

    «El hombre no puede captar = reflejar = [reproducir] la naturaleza como un todo, en su integridad, su «totalidad inmediata»; sólo puede acercarse eternamente a ello, creando abstracciones, conceptos, leyes, una imagen científica del mundo, etc». (3) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    Precisamente es porque el hombre obra con la razón que puede comprender las cosas, los objetos o los fenómenos que siente y percibe. Los datos que le abastecen sus órganos sensitivos constituyen el contenido de saberes de diferentes niveles. Así, el concepto materialista-dialéctico no escinde el proceso único del conocimiento en conocimiento sensible de una parte, donde la razón estaría ausente, y en pensamiento abstracto por otra parte, de donde lo sensible sería excluido. Esto no significa que con la existencia de grados de conocimiento, los niveles de conocimiento se nieguen. El saber va haciéndose más profundo y ensanchándose sin cesar. No hay que confundir pues el proceso único del conocimiento con el nivel del saber alcanzado en un momento dado o una etapa determinada de este proceso. Para Mao Zedong al contrario, la unicidad del proceso del conocimiento es formal, ya que para él de hecho en su primera fase inferior, el conocimiento sólo es sensible, y se vuelve racional sólo en su segunda fase superior:

    «En la etapa inferior, el conocimiento se manifiesta como conocimiento sensorial y, en la etapa superior, como conocimiento lógico, pero ambas son etapas de un proceso cognoscitivo único. (...) La sensación sólo resuelve el problema de las apariencias; únicamente la teoría puede resolver el problema de la esencia». (4) (Mao Zedong, «Sobre la práctica», 1937)

    Lamentablemente para Mao Zedong, la sensación es separada de la razón y los dos trabajan de manera diferente e independiente la una de la otra.

    Sabemos que el conocimiento se hace más profundo sobre el camino que lo conduce desde los fenómenos hasta la esencia de las cosas y de los hechos. El fenómeno y la esencia precisamente constituyen momentos determinados del conocimiento. Pero esto no significa de ningún modo que el conocimiento del fenómeno por las sensaciones no apele a la razón, o que la razón sola permita conocer la esencia sin los datos de los órganos de los sentidos. Este corte en dos del proceso de conocimiento es una forma de metafísica:

    «La esencia aquí es que tanto el mundo de los fenómenos como el mundo en sí son momentos del conocimiento de la naturaleza por el hombre, etapas, alteraciones o profundizaciones –del conocimiento–». (5) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    Este concepto leninista del proceso del conocimiento es dialéctico. Lenin no considera de ningún modo la aprehensión del fenómeno como que es la obra de las solas sensaciones o percepciones sin intervención de la razón, ni considera la aprehensión de la esencia de las cosas o hechos como algo separado de la razón. Lenin contempla la adquisición de datos sobre los fenómenos así como la aprehensión de la esencia de las cosas o de los hechos como la obra del conocimiento como unidad del elemento sensible y del elemento racional y los cuales toman su origen en la práctica social material. Así es como el conocimiento se hace más profundo continuamente.

    Mao Zedong separa de manera metafísica el fenómeno de la esencia, se esfuerza por enlazar lo sensible y lo racional intercalando entre ellos un salto. En efecto, llama «salto» al paso de lo sensible a lo racional. Luego según él, cuando se pasa a la práctica, otro «salto» se efectúa. Así el proceso del conocimiento se resume según Mao Zedong en el esquema siguiente: sensible -salto - racional - salto - practica - salto etc. y así sucesivamente, sin fin:

    «Al acumularse cuantitativamente este conocimiento sensitivo se producirá un salto y se convertirá en conocimiento racional, en ideas. (...) Después de las pruebas de la práctica, el conocimiento de la gente realizará otro salto, que es más importante aún que el anterior». (6) (Mao Zedong, ¿De dónde provienen las ideas correctas?, 1963)

    La escisión metafísica y mecanicista del proceso único del conocimiento conduce a Mao Zedong a que lo considere como un proceso por saltos. De hecho, él mismo confunde la cuestión de la fuente del saber y el problema del proceso del conocimiento. Es verdad que la sensación y la percepción, las formas del reflejo sensible, difieren de formas del reflejo racional, tales como los conceptos, los juicios y el raciocinio. Pero el conocimiento es un proceso que no puede realizarse separando las formas del reflejo sensible en sí de las formas del reflejo racional. Cuando el proceso del conocimiento se hace más profundo, el conocimiento sufre cambios cualitativos, se enriquece del contenido del saber y de las verdades objetivas, las viejas teorías desaparecen y se crea una teoría nueva. En el proceso del conocimiento, los saberes se vuelve siempre más profundos y más completos. Pero este saber no puede granjearse bajo formas del reflejo sensible separadas de las formas del reflejo racional y no directamente atadas a la práctica. El concepto maoísta elimina la base, el fundamento, la fuente del conocimiento, la fuerza que lo provoca y la empuja a seguir sin más adelante: a la práctica. En la concepción maoísta, el yo sensible, el pensamiento abstracto y la práctica se separan. El hecho es por lo tanto, negar los elementos que realizan el conocimiento sensible y racional con la práctica como base. Pese a que es así como se realiza el conocimiento, que se verifica el saber, que se alcanza la verdad objetiva.

    La verdad, dice Lenin, es un proceso. De la idea subjetiva el hombre alcanza la verdad objetiva por medio de la práctica. Pero precisamente, la separación de manera metafísica y mecanicista lo sensible de lo racional, las formas del reflejo sensible de las formas del reflejo racional, el fenómeno de la esencia, conduce a que Mao Zedong separe el conocimiento de la práctica. Cuando Mao Zedong llama primer grado del conocimiento al grado de las sensaciones deja en el olvido la práctica. La separación del proceso del conocimiento efectuado por Mao Zedong se posiciona irreversiblemente en contradicción con la tesis de la filosofía marxista-leninista sobre la práctica como la base del conocimiento. De hecho esta escisión maoísta es la negación de esta tesis esencial del materialismo-dialéctico.

    Mao Zedong trata el proceso del conocimiento de modo completamente vulgar. En su obra ya citada: «¿De dónde provienen las ideas correctas?» de 1963, formula la idea que el primer grado del conocimiento es el del paso:

    «Que conduce de la materia objetiva a la conciencia subjetiva, de la existencia a las ideas». (7) (Mao Zedong, «¿De dónde provienen las ideas correctas?», 1963)

    Y considera luego el segundo grado como el del paso:

    «Que conduce de la conciencia a la materia, de las ideas a la existencia». (8.) (Mao Zedong, «¿De dónde provienen las ideas correctas?», 1963)

    Se resumiría su concepto propio de este modo:

    «Al comienzo, el conocimiento es puramente sensitivo. Al acumularse cuantitativamente este conocimiento sensitivo se producirá un salto y se convertirá en conocimiento racional, en ideas. Este es el proceso del conocimiento. Es la primera etapa del proceso del conocimiento en su conjunto, la etapa que conduce de la materia objetiva a la conciencia subjetiva, de la existencia a las ideas. (...) Luego se presenta la segunda etapa del proceso del conocimiento, la etapa que conduce de la conciencia a la materia, de las ideas a la existencia». (9) (Mao Zedong, «¿De dónde provienen las ideas correctas?», 1963)

    Mao Zedong opera pues con los conceptos hegelianos de «materia objetiva» y «espíritu subjetivo», apuesta como Hegel a: «la transformación de la materia en espíritu» y del «espíritu a materia». Este concepto maoísta es una deformación del problema del objeto y del sujeto del conocimiento. Todo esto traduce la ignorancia filosófica de Mao Zedong, la mezcla ecléctica que efectúa con las principales corrientes filosóficas.

    Para el materialismo-dialéctico el objeto del conocimiento no es la materia en general, la realidad objetiva en general, sino sólo la parte de la realidad objetiva de las cuales se aplica la práctica social. En cambio, el sujeto del conocimiento no es la conciencia, el espíritu subjetivo, sino el hombre, la sociedad humana. Por otra parte el conocimiento es el reflejo por el lado subjetivo del conocimiento, teniendo como base la práctica, los lados o las relaciones de la realidad objetiva. Estos reflejos son producidos bajo la forma de las figuras ideales las cosas, su carácter y la información objetiva. El concepto maoísta de: «transformar la materia en espíritu» es de hecho una deformación vulgar del concepto materialista-dialéctico del reflejo. La conciencia y el conocimiento están indisolublemente atados pero no son la misma cosa. En la conciencia del hombre, el saber constituye el núcleo. Pero en la estructura de la conciencia humana existen también otros elementos. De ese modo, la identificación por Mao Zedong del «espíritu» con conocimiento niega esta diferencia y al mismo tiempo deforma el mismo concepto propio del conocimiento y su contenido.

    Para dejarlo claro, según la gnoseologia marxista-leninista, el conocimiento es el resultado de la acción recíproca del sujeto y del objeto del conocimiento teniendo como base la práctica. En esta cooperación, el sujeto del conocimiento adquiere saber sobre el objeto del conocimiento, reflejándolo. Pues no existe la menor: «transformación de la materia en espíritu» ni «del espíritu en materia», pero se produce el reflejo de las propiedades, los aspectos, las características, los lazos de las cosas y de los objetos. Por otra parte, realmente se produce un cambio en el curso del proceso del conocimiento, pero se trata del paso del conocimiento de los fenómenos al de la esencia de las cosas o de los hechos dados. Este cambio no es súbito y el conocimiento de la esencia de las cosas o de los hechos es un proceso que se hace más profundo constantemente de un grado al otro. Es así, en la dialéctica del conocimiento según Lenin:

    «El pensamiento humano se hace indefinidamente más profundo, del fenómeno a la esencia de la esencia de primer orden por así decirlo, a la esencia de segundo orden, y así hasta el infinito». (10) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    b) Mao Zedong deforma el concepto marxista-leninista de la práctica y de la unidad teoría-práctica

    En los escritos y el discurso de Mao Zedong, la noción de práctica es utilizada abundantemente y la exigencia del lazo entre la teoría y la práctica es mencionada. En la práctica, ha tomado prestado de la filosofía marxista-leninista la tesis según la cual: la práctica debe ocupar el primer sitio, que es la base del conocimiento, la fuente del conocimiento y el criterio de la verdad. Pero la cuestión no debe ser vista de manera formal, como un eslogan. Es especialmente importante aclarar lo que Mao Zedong entendía por la práctica. El análisis de este problema indica claramente que el concepto maoísta de práctica proviene del materialismo espontáneo y vulgar entrelazado por idealismo subjetivo y por pragmatismo.

    Para Mao Zedong, la práctica es una acción operada por la voluntad humana. Reduce la práctica a la experiencia personal del hombre, a la actividad individual, denegándole así todo carácter objetivo y social en sí. Este concepto concibe primero la práctica como una actividad subjetiva del hombre, es decir, como para Hegel, la realización de la idea. Identificando práctico y experiencia personal e individual, Mao Zedong contempla la práctica como una actividad individual, como una actividad subjetiva, como la realización de las ideas humanas y de la voluntad. Identificando práctica y experiencia personal e individual, Mao Zedong contempla la práctica como una actividad individual, como una actividad subjetiva, como la realización de las ideas humanas y de la voluntad. Esta opinión constituye una negación abierta del carácter objetivo, material y social de la práctica. Para Mao Zedong, en el curso del proceso del conocimiento, todo está bajo la dependencia de la experiencia personal y es la experiencia personal e individual la que sirve de base para conocer, para alcanzar la verdad, «para volverse revolucionaria». Aun cuando a partir de los contenidos de la práctica menciona la actividad productiva, la actividad política y la experimentación científica social, Mao Zedong reduce la práctica a una acción particular, a una experiencia personal de un individuo o a una acción definida de un grupo particular. El hombre o el grupo determinado son concebidos en este caso de manera abstracta, el hombre no es visto como un ser social, como miembro de una sociedad y de una clase determinada. El hombre social que actúa sobre la realidad objetiva adquiere una experiencia individual. Esto no puede ser negado, pero el hombre es ante todo un ser social, un portador de relaciones sociales determinadas. En la sociedad dividida en clases no hay hombre que se sitúe por encima de las clases o aparte de las clases. De ese modo, la práctica es la actividad material y social de hombres y de las clases determinados para transformar la naturaleza y la sociedad.

    La práctica y el conocimiento son atados orgánicamente de manera dialéctica. Pero la práctica está en la base de esta relación dialéctica, es la base del conocimiento, la fuente del saber, la fuerza que empuja adelante el conocimiento. Es por eso que Lenin subraya que:

    «La práctica es superior al conocimiento –teórico–, porque posee, no sólo la dignidad de la universalidad, sino también la de la realidad inmediata». (11) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    El conocimiento no puede obtenerse aparte de la práctica, mientras que Mao Zedong opone el uno al otro y niega el lazo dialéctico entre ellos:

    «Practicar, conocer, practicar otra vez y conocer de nuevo. Esta forma se repite en infinitos ciclos». (12) (Mao Zedong, Sobre la práctica, 1937)

    Esta, es una división mecanicista de la práctica y del conocimiento. Primero, la práctica como actividad material objetiva para nada es instintiva. La práctica es una actividad social y consciente de los hombres. De ese modo, la actividad material, la práctica social no está libre del conocimiento. Es un aspecto de la cuestión.

    Por otra parte, la práctica y el conocimiento no constituyen dos dominios absolutamente separados que se sucederían en el espacio y el tiempo repitiéndose constantemente. Mao Zedong separa de hecho la práctica y el conocimiento en el espacio y el tiempo. Para él, al principio hay una práctica que libera al conocimiento, luego la práctica se termina y empieza el conocimiento, luego el conocimiento se termina y la práctica empieza de nuevo y el ciclo prosigue así sin fin. Esta es una forma mecanicista, un prima metafísico del concepto de la relación práctica-conocimiento.

    Es verdad que la práctica social material es la base del conocimiento, la fuente del saber, el objeto del conocimiento, el dominio de aplicación del conocimiento y que, según este concepto se sitúa más alto que el conocimiento, que la teoría, que es el reflejo sintetizado por la práctica. Pero la teoría no sigue con ceguera a la práctica. Tiene una independencia relativa. Va y debe ir a la delante de la práctica. La oposición maoísta entre práctica y conocimiento no tiene en cuenta este aspecto importante de la relación. En el concepto maoísta la teoría no va a la delantera de la práctica. El diseño maoísta tampoco no tiene en cuenta otro aspecto esencial de la relación entre práctica y conocimiento. Pues la práctica y el conocimiento, en el concepto materialista-dialéctico no van unidos de modo externo y temporal, cíclico. La práctica encuentra constantemente al conocimiento, a cada uno de sus grados, a cada una de las etapas de su desarrollo. Teniendo como base la práctica nace el saber, se hace más profundo el conocimiento, se constituyen las teorías; teniendo como base la práctica se verifican y son corregidos el saber, las teorías; en la práctica se aplican éstas y a través de la práctica se efectúa el perfeccionamiento continuo del saber, del conocimiento, de la teoría. El conocimiento profundo de la realidad objetiva, el saber teórico, el paso del fenómeno a la esencia, el conocimiento de la necesidad y de las leyes tienen como fundamento la práctica. Mao Zedong ve en cuanto a él el paso del conocimiento a la práctica y de la práctica al conocimiento como que es el paso del espíritu a la materia y de la materia al espíritu, como el ensayo cíclico e infinito de esta transformación:

    «A menudo sólo se puede lograr un conocimiento correcto después de muchas reiteraciones del proceso que conduce de la materia a la conciencia y de la conciencia a la materia, es decir, de la práctica al conocimiento y del conocimiento a la práctica». (13) (Mao Zedong, ¿De dónde provienen las ideas correctas»? 1963)

    De este modo, la materia se identifica con la práctica y el conocimiento con el espíritu –la conciencia–. La noción filosófica de materia tiene en verdad un contenido diferente de la noción de práctica. La noción de materia designa la realidad objetiva, que existe independientemente de la conciencia humana, mientras que la noción de práctica designa la actividad material de los hombres para conocer y transformar la naturaleza y la sociedad. La práctica es efectivamente objetiva, pero es la actividad social de los hombres como seres de razón. Mientras que la materia objetivamente existe, por fuera e independientemente de la conciencia del hombre.

    Mao Zedong entonces deforma el contenido de la teoría marxista-leninista del conocimiento. Completamente en oposición de sus «teorizaciones» está entonces la teoría marxista-leninista del conocimiento, que como parte indisociable de la filosofía marxista-leninista posee un contenido muy vasto. Se debe incluir dentro de esta teoría el problema de la fuente y de la base del conocimiento que es la práctica, el problema del proceso dialéctico del conocimiento, el de la verdad objetiva, absoluta y relativa, el de la práctica como criterio de la verdad, etc.

    c) Mao Zedong deforma el concepto marxista-leninista de la verdad objetiva, la relación entre la verdad absoluta y relativa, y el problema del criterio de la verdad

    El concepto de Mao Zedong de la verdad, de su fuente y de su contenido es una forma de negación de la verdad objetiva. Según la dialéctica-materialista, la verdad objetiva es el saber, que coincide con la realidad objetiva, que no depende ni del hombre ni de la humanidad y se verifica en la práctica. Para Mao Zedong al contrario, el contenido del saber es subjetivo. Para él, la verdad depende de fines que se fijan los hombres, el interés y el provecho que obtienen. Para Mao Zedong, son verdad la teoría, el plan, la directiva que «conduce al fin fijado», que «provocan el éxito», que «producen los resultados esperados». La verdad según él no tiene un contenido objetivo independiente del hombre. Depende del sujeto, los fines y los intereses de los hombres o de los grupos sociales determinados. Este es un concepto pragmático de la verdad, una negación de su carácter objetivo.

    Tratando de manera metafísica la relación entre la verdad y el error, Mao Zedong concibe la verdad como producto y resultado de los errores sobrevenidos en el proceso del conocimiento:

    «Siempre existirán contrarios como lo correcto y lo erróneo. (...) La verdad se desarrolla en lucha con la falsedad». (14) (Mao Zedong, Discurso ante la conferencia nacional del partido comunista de china sobre el trabajo de propaganda, 1957)

    Intentando justificar esta idea, Mao Zedong utiliza su concepto filosófico de: «transformación en su contrario» de cada cosa. El conocimiento, el saber y la verdad son así, según él, el resultado de la acumulación cuantitativa ininterrumpida de errores que, en un momento determinado cuando se acumulan muchos se transforman en su contrario; es entonces como nace la verdad para él:

    «Cuando se ha cometido demasiados errores, necesariamente las cosas pasan a su lado opuesto. Esto es marxismo. Una cosa se convierte en su contrario cuando llega al extremo; cuando los errores se han amontonado, no se hará esperar la llegada de la luz». (15) (Mao Zedong, Algunas experiencias en la historia de nuestro partido», 1956)

    Así según su concepto la verdad nace del error. Es verdad que los errores son una lección para el hombre, pero eso es otra cuestión. La fuente del saber del hombre es la práctica, la realidad objetiva. En el proceso del conocimiento, el hombre adquiere saber, que tiene el valor de la verdad relativa. El ahondamiento del proceso del conocimiento tiene como consecuencia el enriquecimiento del contenido de la verdad. Hay pues una relación dialéctica entre como diría Lenin:

    «La relatividad de todo saber y el contenido absoluto de cada paso adelante del conocimiento». (16) (Lenin, Cuadernos filosóficos, 1915)

    En su obra: «Materialismo y empirio-criticismo» de 1908, Lenin planteó el problema de la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa:

    «1) ¿Existe una verdad objetiva, es decir, puede haber en las representaciones mentales del hombre un contenido que no dependa del sujeto, que no dependa ni del hombre ni de la humanidad? 2) Si es así, las representaciones humanas que expresan la verdad objetiva ¿pueden expresarla de una vez, por entero, incondicionalmente, absolutamente o sólo de un modo aproximado, relativo? Esta segunda cuestión es la cuestión de la correlación entre la verdad absoluta y la verdad relativa». (17) (Lenin, Materialismo y empirio-criticismo, 1908)

    Lenin subraya el carácter objetivo de la verdad absoluta y de la verdad relativa. Concibe la relación entre los dos de manera dialéctica. Así como criterio de la diferencia y, al mismo tiempo, del lazo que existe entre ellas, Lenin toma el ahondamiento, el grado del resultado del saber, es decir si el saber refleja la verdad objetiva de golpe, de manera absoluta, o aproximadamente, de manera relativa.

    Mao Zedong por otro lado se coloca sobre las posiciones del relativismo subjetivo. Él se acaba entregando a una interpretación metafísica del proceso del conocimiento, veamos un apunte:

    «En realidad, el único planteamiento teóricamente justo de la cuestión del relativismo es el hecho por la dialéctica materialista de Marx y de Engels, y el desconocer ésta conducirá indefectiblemente del relativismo al idealismo filosófico». (18) (Lenin, Materialismo y empirio-criticismo, 1908)

    Por ello es, que Mao Zedong cae en el idealismo, y deforma el concepto leninista de la relación entre la verdad relativa y la verdad absoluta:

    «La suma total de las incontables verdades relativas constituye la verdad absoluta». (19) (Mao Zedong, Sobre la práctica, 1937)

    Mao Zedong reemplaza pues, la relación dialéctica por un lazo externo, no orgánico, o más exactamente divide esta relación de manera metafísica: para Mao Zedong, la verdad absoluta es una suma aritmética de las verdades relativas. ¿Cómo Lenin pone y concibe esta cuestión?:

    «De la suma de verdades relativas en el curso de su desarrollo se forma la verdad absoluta». (20) (Lenin, Materialismo y empirio-criticismo, 1908)

    Subrayando Lenin lo de: «en el curso de su desarrollo», Lenin exprime el concepto dialéctico del proceso del conocimiento, de la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa. El objetivo del conocimiento y su desarrollo sin fin apuntan pues al ahondamiento y al cumplimiento siempre empujado por la verdad relativa. Este concepto dialéctico del proceso del conocimiento, de la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa, está ausente por el contrario en el concepto maoísta. Al mismo tiempo, Lenin subraya otro aspecto de la unidad de la verdad absoluta y de la verdad relativa:

    «Las verdades relativas son imágenes relativamente exactas de un objeto independiente de la humanidad; tales imágenes llegan a ser cada vez más exactas: cada verdad científica contiene, a despecho de su relatividad, elementos de verdad absoluta». (21) (Lenin, Materialismo y empirio-criticismo, 1908)

    Distinguiéndose del concepto maoísta; subjetivista, pragmático y metafísico, el concepto leninista concibe pues, el saber relativo como la verdad objetiva admitiendo la unidad orgánica y dialéctica de la verdad absoluta y de la verdad relativa.

    Lenin subrayaba que no había la verdad abstracta y que la verdad siempre es concreta. Mao Zedong especula también sobre ello. La deformación maoísta de esta tesis del materialismo-dialéctico vuelve a salir claramente de la interpretación metafísica de lo concreto, del absolutismo del individuo en relación general. Proclama que el individuo es fundamental, lo transforma en general a todo, donde arrastra a otros individuos, colocando así a la gente en general bajo la dependencia completa de lo concreto, del individuo. Mao Zedong considera lo general como algo abstracto, sin contenido. Por lo tanto de este concepto viene a afirmar que: «toda cosa extranjera debe ser rechazada», que la experiencia de otros, generalizada y sintetizada en los libros y en las teorías determinadas «no es válida». De ese modo, Mao Zedong utiliza sus propios principios filosóficos erróneos para justificar el curso revisionista seguido tanto en su política interior como en su política exterior para disimular su alejamiento total del marxismo-leninismo.

    Mao Zedong deforma también la tesis de la filosofía marxista-leninista sobre la práctica como el criterio objetivo de la verdad. En su obra: «Sobre la práctica» de 1937, recuerda que la práctica es el criterio de la verdad, pero solamente hay que subrayar que Mao Zedong aprecia esta cuestión a partir de posiciones pragmáticas. Para él, la realidad concreta es siempre tal como el hombre la produce, para él, la realidad está sometida a la voluntad, a la fuerza humana. Por otra parte, como criterio destinado a probar si el saber es la verdad o no, si coincide con la realidad objetiva o no, Mao Zedong utiliza para este fin: el provecho, la utilidad, el éxito. Este punto de vista maoísta es idéntico al del pragmático estadounidense Willian James que decía que: «la verdad es lo que es útil». Así, según Mao Zedong, para distinguir la verdad de la no verdad, hace falta:

    «Aplicar la teoría a la práctica y ver si conduce a los objetivos planteados». (22) (Mao Zedong, Sobre la práctica, 1937)

    Por tanto, es claro que Mao Zedong niega totalmente la objetividad de la verdad.

    La práctica, como criterio objetivo de la verdad, demuestra si los conocimientos adquiridos coinciden o no con los propósitos y la realidad objetiva. Como decía Marx: «es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento». Pero según Mao Zedong, que el conocimiento sea verdadero o no, esto no es determinado por el hecho de que coincida con la realidad objetiva o no, sino por el hecho de que conduzca: «a los éxitos deseados». La comprobación de los conocimientos por Mao Zedong consiste en el hecho de saber si:

    «Estas ideas, teorías, planes o proyectos a la práctica del mismo proceso objetivo alcanzan los objetivos planteados». (23) (Mao Zedong, Sobre la práctica, 1937)

    Afirma que sin logramos el éxito que esperábamos –independientemente del hecho de que los conocimientos fueran verdaderos o no–, las ideas, teorías, planes o proyectos etc. entonces eran ciertos, verdad. Pero, una ideas, teorías, planes o proyectos determinados pueden ser deseables y útiles para un hombre determinado o un extracto social determinado y no ser verdad ni tener un carácter objetivo. De igual modo que una teoría verdadera puede no dar a lugar en un punto a resultado útil para un hombre o una clase determinada, y aun así esto no probaría que los conocimientos, teorías, y demás seguidos no hubieran coincidido con la realidad objetiva. Esto puede ser probado por la práctica. Por todo esto la lógica pragmática de Mao Zedong es una forma de justificación para sus «teorizaciones», así como también por otro lado, de sus prácticas contrarevolucionarias frente a las clases explotadoras. Esto se encuentran en su política oportunista y pragmática seguida por él y que hoy en día es seguida aún por la dirección revisionista china.

    Cuando los conocimientos, la teoría, un punto de vista determinado refleja correctamente la realidad objetiva, cuando la práctica prueba la veracidad de su contenido, entonces el éxito en la actividad humana sobreviene de este modo:

    «Para el materialista, el «éxito» de la práctica humana demuestra la concordancia de nuestras representaciones con la naturaleza objetiva de las cosas que percibimos». (24) (Lenin, Materialismo y empirio-criticismo, 1908)

    Mientras que para Mao Zedong el «éxito» es el criterio que distingue lo verdadero de lo falso:

    «En general, los que resultan bien son adecuados, y los que resultan mal son erróneos». (25) (Mao Zedong, ¿De dónde provienen las ideas correctas?, 1963)

    Para Mao Zedong, los hechos cobran una gran importancia como portadores de la verdad. Lo que produce un resultado, como dice, que contiene la verdad. Si se juzga de esa manera, hay que entonces suponer que para el mismo objeto, el mismo fenómeno o la misma acción existen varias verdades. Es pues una barbaridad y una conclusión errónea contraria a lo que prueba la vida y la ciencia, contrario al análisis que la filosofía marxista-leninista sobre la verdad y la práctica, y su criterio único.

    El concepto maoísta de esta cuestión se refleja en todo su esplendor la línea política de los revisionistas chinos que toman por criterio de la verdad las ideas de Mao Zedong. Según ellos, cada tesis, cada acción que no coincide con las ideas de Mao Zedong no es justa, no es marxista, es contrarrevolucionaria. Así, la cuestión se pone de esa manera: conocimientos, tesis, puntos de vista son verdad si corresponden a las ideas de Mao Zedong; son erróneos cuando son contrarios. Para los revisionistas chinos:

    «La actitud a adoptar hacia las ideas de Mao Zedong, su aceptación o negativa, ese hecho a favor o en contra, constituyen una piedra de toque que distingue a los verdaderos revolucionarios de los contrarrevolucionarios, el marxismo-leninismo del revisionismo». (26) (Jifanjibao, el 7 de junio de 1966)

    Tomemos otro ejemplo:

    «Aprobamos y sostenemos, todo lo que concuerde con las ideas de Mao Zedong». (27) (Hongqi, n° 8, 1967)

    ¡Según ellos, aquel qué que sostiene las ideas de Mao Zedong, aquel que sostiene la política y la actitud china: «está sobre la vía justa» y tiene la verdad de su lado!

    Las ideas de Mao Zedong no tienen nada común con marxismo-leninismo, con la verdad. Es más como llevamos comprobando desde hace ya rato, son opuestas. Esto es un aspecto de la cuestión. El concepto de los revisionistas chinos que presentan las ideas de Mao Zedong como el criterio de la verdad es subjetivista, es una negación abierta de la tesis materialista-dialéctica sobre el criterio objetivo de la verdad, sobre la práctica como el criterio de ésta, así lo expresaba magníficamente Marx:

    «Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, lo terrenal de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico». (28) (Marx, Tesis sobre Feuerbach, 1845)

    Las ideas, las teorías no pueden servir como criterio de la verdad. Provienen de la práctica y se verifican en la práctica. Es cierto que este último no puede probar la veracidad de la representación humana en un momento dado, pero al final sigue siendo el criterio absoluto de la verdad. Mejor dicho el criterio objetivo de la práctica como diría Lenin es un medio poderoso para:

    «Sostener una lucha implacable contra todas las variedades del idealismo y del agnosticismo». (29) (Lenin, «Materialismo y empirio-criticismo», 1909)

    El criterio de la verdad sufre una clara distorsión entre manos delos revisionistas chinos, a la hora de la evaluación de las ideas y posiciones particulares no sólo en la actitud hacia el pensamiento de Mao Zedong, sino también con respecto a China, al Partido Comunista de China, así como con respecto a aquellos a los que China llama sus enemigos, incluso si son sólo temporales. Para Mao Zedong y los revisionistas chinos pensamiento actual o acción correcta es la que expresa su pleno apoyo al grupo maoísta, en resumen al Partido Comunista de China. Tal criterio demuestra el pragmatismo insistente de Mao Zedong y los dirigentes chinos actuales que siempre aspiraron a la hegemonía y a la expansión, a las alianzas y a los compromisos oportunistas contrarrevolucionarios, con el fin de la transformación de China en una gran superpotencia.

    Subrayemos para concluir que no hay nada de nuevo nada original en la teoría maoísta del conocimiento, que está en desacuerdo completo con la teoría marxista-leninista del conocimiento. La «teoría» maoísta del conocimiento ha sido amontonada uniendo de manera ecléctica conceptos extractos prestados: de la teoría marxista-leninista del conocimiento, del materialismo premarxista, de la filosofía idealista y del pragmatismo. No hay que asustarse pues, que estas ideas anti-marxistas sirvieran en su día y continúen sirviendo hoy también a los revisionistas chinos para su política contrarrevolucionaria interior y exterior.

    Extracto traducido por P. Bobulesco a partir de la obra: «La esencia antimarxista de las concepciones filosóficas del pensamiento Mao Zedong» de Vasillaq Kureta, 1984: Vicent Gouysse, Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004


    Última edición por NG el Miér Feb 26, 2014 1:47 am, editado 1 vez
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    Mensaje por Aelito Jue Mar 28, 2013 2:59 pm

    Creo que el pragmatismo tiene la extraña capacidad de reunir en un sólo método los errores de ambas formas de idealismo y se puede ver en esta frase del estadounidense William James:
    «Hay por un lado una filosofía empírica que no es bastante religiosa, y por otro lado, una filosofía religiosa que no es lo bastante empírica para nuestro propósito. Vemos al empirismo unido a la irreligión y por otra parte, la filosofía racionalista se mantiene apartada de todo contacto definido con los hechos concretos, las alegrías y las tristezas».

    Acá se ve claramente como trata de amalgamar metafísicamente, lo fenoménico del idealismo subjetivo con lo generalizante del pensamiento con base en el espíritu (Dios o Idea) absoluto del idealismo objetivo. Lo de James además no era nada nuevo sino que también se encuentra en algunos aspectos en Charles Pierce y en el utilitarismo de Bentham y Stuart Mill. Incluso el propio Nietzsche combina el relativismo anticientífico de "todo son interpretaciones" con "La verdad no es un valor teórico, sino también una expresión para designar la utilidad."

    Hace varios años que leí esos textos de Mao y la verdad que me vino bien leer esto que subió el camarada NG.

    Spirkin muestra cual es el esquema del proceso cognitivo utilizado por el materialismo dialéctico explicado por Lenin en este párrafo:

    Lenin pone el acento en la naturaleza dialéctica del paso de la sensación al pensamiento: "No sólo es dialéctico el paso de la materia a la conciencia, sino el de la sensación al pensamiento..." Y caracteriza la esencia dialéctica de este paso así: "Salto. Contradicción. Ruptura de la continuidad." El fundamento objetivo del paso de la sensación al pensamiento reside en el desdoblamiento del objeto de conocimiento en interno y externo, en esencia y apariencia, en particular y general. Entre unos y otros términos existe contradicción, unidad de contrarios. "La naturaleza —decía Lenin, expresando esa contrariedad de las cosas— es concreta y abstracta, fenómeno y esencia, momento y relación, todo simultáneamente."

    Por tanto, el esquema seguido por Mao, no tiene nada que ver con lo que dice Lenin, que nunca disocia artificialmente ambos momentos, Mao en cambio separa en espacio-tiempo sensación y pensamiento cuando en realidad están unidos contradictoriamente, esa unión de contrarios (fenómeno/esencia) en el proceso cognitivo se expresa concretamente como decía Lenin, en la palabra, el discurso que ya de por sí generaliza.

    Spirkin explica bastante bien lo que pensaba Lenin sobre la postura pragmática como criterio de verdad:

    "Analizando el papel de la práctica como criterio de la verdad en el conocimiento, Lenin sometió a crítica los "criterios" subjetivistas de la verdad: el "éxito", el "beneficio", los "sentimientos útiles", el "principio de economía del pensamiento". Para el idealista, el "éxito" es todo lo que "me es necesario". Para el materialista, el conocimiento no puede ser útil a la práctica humana, en la conservación de la vida, más que si es verdadero. Para el pragmatista es verdadero lo que lleva al éxito, mientras que para el marxista sólo la verdad puede llevar al éxito."

    El pragmatismo gnoseológico llevado al plano de lo polítco significa de alguna manera que nos aboquemos a un practicismo en donde el conocimiento de la teoría revolucionaria y su línea política a seguir, puede ser dejada de lado por "éxitos" ocasionales, y de ahí a la famosa frase revisionista "no importa de qué color sea el gato lo que importa es que cace ratones".

    Saludos.
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    NG
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    Mensaje por NG Dom Mar 31, 2013 9:05 am

    Camarada Aelito estoy en total acuerdo con tus posturas, solo daré una breve opinión al punto sobre las tesis maoístas y sus propios textos donde dejan patente su oposición al marxismo. Lo más preocupante sobre el PCC de esos años es que en el campo filosófico negaban la capacidad de Mao Zedong para equivocarse, partiendo de ello sobre todo a partir del 1966 empezó una carrera de alabanzas desmedidas hacía su figura que culmino con declaraciones totalmente ajenas al marxismo, y más dignas de un mesianismo idealista que otra cosa.

    En el texto ya hemos visto lo que acabo de decir:
    El concepto maoísta de esta cuestión se refleja en todo su esplendor sobre la línea política de los revisionistas chinos que toman por criterio de la verdad las ideas de Mao Zedong. Según ellos, cada tesis, cada acción que no coincide con las ideas de Mao no es justa, no es marxista, es contra-revolucionaria. Así, la cuestión se pone de esa manera: conocimientos, tesis, puntos de vista son verdad si corresponden a las ideas de Mao; son erróneos cuando son contrarios. Para los revisionistas chinos: «la actitud a adoptar hacia las ideas de Mao, su aceptación o negativa, ese hecho a favor o en contra, constituyen una piedra de toque que distingue a los verdaderos revolucionarios de los contra-revolucionarios, el marxismo-leninismo del revisionismo». (Jifanjibao, el 7 de junio de 1966.) Tomemos otro ejemplo: «Aprobamos y sostenemos, todo lo que concuerde con las ideas de Mao Zedong». (Hongqi, n ° 8, 1967.) ¡Según ellos, aquel qué que sostiene las ideas de Mao, aquel que sostiene la política y la actitud china «está sobre la vía justa» y tiene la verdad de su lado!
    Similares declaraciones podemos observar en otros documentos internos del PCC:
    «Si tu eres un revolucionario, un marxista-leninista, tu inevitablemente apoyaras al gran líder y presidente Mao y a su victorioso pensamiento: si tu eres eres un contrrevolucionario, un anti-marxista-leninista tu de opondrás inevitablemente al presidente Mao y a su pensamiento». (Pekín Informa Nº 46- 1967)

    «Nuestro gran líder Mao ha desarrollado el marxismo y lo ha hecho entrar en una nueva etapa». (Pekín Informa Nº 46- 1967)

    «El presidente Mao es el más grande marxista-leninista, el más grande y excepcional líder proletario y el genio de nuestra era». (Pekín Informa Nº 46- 1967)

    «Ninguno de los marxistas leninistas precedentes dirigió personalmente, en primera línea tantas importantes campañas política y militares como el Presidente Mao, ni experimentó una lucha tan prolongada, tan complicada, violenta y multifacética como el Presiente Mao. El Pensamiento del Presidente Mao es la más alta síntesis y el más nuevo resumen de las experiencias de la revolución y del movimiento comunista internacional. ¿Dónde se puede encontrar en la Antigüedad o en nuestro tiempo, en China o en el extranjero una teoría de tan alto nivel o un pensamiento tan maduro como el pensamiento del Presidente Mao?» (Pekín Informa Nº 46- 1967)

    «El Presidente Mao es el genio más grande. Sus instrucciones son clarividentes y grandes previsiones científicas. Al principio con frecuencia no entendemos plenamente muchas de estas instrucciones o incluso estamos muy lejos de entenderlas». (Pekín Informa Nº 11 1968.)

    «El presidente Mao, el gran maestro del pueblo revolucionario y proletario de nuestra era, ha heredado, defendido, y desarrollado el marxismo-leninismo con su genio, creatividad y capacidad comprensiva hasta hacerlo brotar y poder elevarlo a un estado completamente nuevo estado, por ello ha levantado una tercera etapa en el desarrollo del marxismo-leninismo». (Pekín Informa Nº 11 1968.)

    «El florecimiento de la gran revolución cultural de China, es uno de los acontecimientos más grandes de nuestra época, de más largo alcance en sus efectos que la Revolución de Octubre». (Pekín Informa Nº 25 1968.)

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    NG: De ahí se comprende la incapacidad filosófica del maoísmo se poder atribuir algún error al pensamiento o práctica de Mao Zedong, parte de este fanatismo pequeño-burgués dejó constancia en el documento de Vicent Gousse y más concretamente quedó demostrado en el artículo filosófico del albanés Vasillaq Kureta.

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    Ahí tienes el documento entero de la crítica a las divergencias sino-albanesas en varios campos (de ahí viene la crítica de Vasillaq Kureta). El camarada Arenas por ejemplo analizo de forma muy precisa los problemas de Mao Zedong a la hora de hablar de la unidad de los contrarios, él intentó deformar esta teoría no sé si antes o después de sus pérfidas críticas a Stalin pero desde luego uso la tesis deformada para hablar de los pretendidos errores de Stalin, similares trucos usa para otras teorías y también las utiliza para embarrar la obra de Stalin:
    Análisis del Camarada Arenas sobre el problema de Stalin al no apreciar bien las contradicciones en el seno del pueblo como afirmaba Mao

    Pues bien, esta teoría de la unidad de los contrarios y su aplicación práctica en la continuación de la lucha de clases en las condiciones del socialismo, aparece plenamente desarrollada en la obra de Mao titulada Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, discurso pronunciado por Mao en febrero de 1957, en el que se abordan una serie de problemas que se le plantean a la revolución socialista en China relacionados con el tema general que se anuncia en el título.

    En esta obra, Mao parte de la consideración de que:

    Hoy nuestro país está más unido que nunca. La victoria de la revolución democrático-burguesa y el triunfo de la revolución socialista, así como los éxitos alcanzados en la construcción socialista han cambiado rápidamente la fisonomía de la vieja China [...] Pero esto no significa que en nuestra sociedad ya no exista ninguna contradicción [...] Existen entre nosotros dos tipos de contradicciones sociales: contradicciones entre nosotros y el enemigo y contradicciones en el seno del pueblo. Estos dos tipos de contradicciones son de naturaleza completamente distinta. A continuación, Mao aclara que:

    Para comprender completamente estos dos tipos diferentes de contradicciones, se hace necesario, ante todo, precisar qué se entiende por ‘pueblo’ y qué por ‘enemigo’. El concepto de ‘pueblo’ tiene diferente contenido en diversos países y en los distintos períodos de la historia de cada país.

    Y concluye: en la etapa actual, período de edificación del socialismo, integran el pueblo todas las clases, capas y grupos sociales que aprueban y apoyan la causa de la revolución socialista y participan en ella. Entre esas clases, como vamos a comprobar, se encuentra la burguesía. El socialismo, pues, en la concepción de Mao, no supone la supresión de esa clase, sino su mantenimiento, bajo la denominación de pueblo, en tanto que las contradicciones en el seno del pueblo son contradicciones que se dan sobre la base de la identidad fundamental de los intereses de éste.

    Evidentemente, Mao está confundiendo el concepto marxista de pueblo, aplicado a las condiciones de la revolución democrático-burguesa (un período de la historia por el que, efectivamente, atraviesa todo país); ese período lo confunde con la etapa de la historia enteramente nueva en la que dicho concepto cambia, se transforma, para dar paso a un nuevo concepto de pueblo del que queda excluida la burguesía, como clase, por más patriótica o democrática que se quiera presentar. ¿Es concebible el socialismo sin la lucha para la supresión de la propiedad privada capitalista y, con ello, de la clase burguesa que se define por su relación de propiedad respecto a los medios de producción y la explotación del trabajo?

    En el socialismo, efectivamente, todavía existen las clases; existe la burguesía derrotada pero todavía no vencida, existe la clase obrera, existe la clase de los campesinos, la capa de los intelectuales progresistas; y la clase obrera basa su poder en la alianza con los campesinos y esos sectores, que junto con ella forman el pueblo. Mas esta alianza tiene como objetivo fundamental expropiar y combatir en todos los terrenos a los capitalistas, y no conciliarse con ellos para tratar de integrarlos en el socialismo. Mao no comparte esta concepción de la lucha de clases en el socialismo ni esa política que fue aplicada por el PC(b) de la URSS bajo la dirección de Stalin, a la que califica de dogmática, aplicada a las condiciones chinas: En nuestro país, las contradicciones entre la clase obrera y la burguesía nacional pertenecen a la categoría de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en el seno del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene un doble carácter. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera en busca de ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista.

    Por lo que se ve, la burguesía de China, como ya lo ha demostrado la experiencia, es una burguesía muy particular: explota a la clase obrera en busca de ganancias pero su amor patriótico resulta mucho más fuerte que su apego a las ganancias y al final habrá de renunciar voluntariamente a ellas y aceptar la transformación socialista. Para ello bastará con ejercer cierto tipo de control y de persuasión sobre ella, ya que: es imposible que el pueblo ejerza la dictadura sobre sí mismo, e inadmisible que una parte del pueblo oprima a otra. Mao completa esta apología de su propia burguesía asegurando que la absoluta mayoría de los elementos burgueses y de los intelectuales provenientes de la vieja sociedad son patriotas, están dispuestos a servir a su ascendente y floreciente patria socialista. O sea, que la burguesía china está dispuesta a todo menos a dejar de ser burguesía y, por tanto, a dejar de explotar a los obreros, incluso en su ascendente y floreciente patria socialista.

    Este es el nuevo tipo de contradicción social o de unidad de contrarios a que ha dado lugar la revolución china: el cambio de uno en su contrario que define su nueva identidad. ¿Qué sentido tiene hablar aquí de dictadura del proletariado? La dictadura seguirá siendo democrática y popular y no puede estar dirigida contra esa parte del pueblo que forma la burguesía; resulta inadmisible que ejerza la dictadura sobre ella. Más tarde, cuando esa burguesía patriótica y socialista se fortaleció económica y políticamente, hizo crecer su influencia en la sociedad, y constituyó un centro de poder incluso dentro del propio partido comunista, Mao y sus partidarios recordaron algunos principios del marxismo-leninismo sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado, y levantaron a las masas durante la Gran Revolución Cultural Proletaria dirigida contra los representantes de esa burguesía dentro del PCCH. Pero ya era demasiado tarde. Además, se vieron lastrados en su actuación política por su propia concepción. Así lo expresa un importante documento publicado en la prensa china en 1975, en el que se resumen las experiencias de la Gran Revolución Cultural Proletaria, bajo el título Acerca de la dictadura integral sobre la burguesía: Es completamente justo darle una gran importancia al decisivo papel de la propiedad privada en las relaciones de producción. Sin embargo, se cometería un error si no se observase con mucho cuidado si el problema de la propiedad ha sido efectivamente resuelto o sólo en apariencia. Basándose en estas consideraciones, el autor del escrito, después de exponer la teoría de Marx sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado, prosigue: Reflexionemos un poco, camaradas. Si en lugar de comprender así las cosas, uno se ocupa, tanto teóricamente como en la práctica, de limitar, trucar y alterar el marxismo, hacer de la dictadura del proletariado una palabra vacía, mutilar la dictadura integral sobre la burguesía y que esta dictadura se ejerza sólo en algunos terrenos y no en todos, sólo en cierta etapa (por ejemplo, antes de la transformación del sistema de propiedad) y no en todas; dicho de otro modo, si en lugar de destruir totalmente todas las ‘aldeas fortificadas’ de la burguesía, se conservan algunas y se deja aumentar de nuevo sus efectivos ¿no se está con eso preparando las condiciones para la restauración de la burguesía y haciendo de la dictadura del proletariado una tapadera de la burguesía, en particular de la burguesía nuevamente generada? (12).

    Se comprende fácilmente que sin resolver el problema de la propiedad y sin imponer para ello la dictadura sobre la burguesía en todos los terrenos, resulta vana toda referencia a las clases y a la lucha de clases en el socialismo, así como a otras contradicciones como la existente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y entre la base económica y la superestructura política e ideológica. Y ese problema era el que estaba planteado en China desde el comienzo de la etapa socialista y cuya solución había sido postergada, incluso por la Gran Revolución Cultural Proletaria, de la manera que hemos visto, con lo que la burguesía ha encontrado un campo abonado para su reproducción a la nueva y vieja forma, hasta acabar imponiendo de nuevo su régimen de explotación y su dictadura de clase a todo el pueblo trabajador.
    Camarada Arenas analizando la lucha de Mao contra su burguesía nacional en la construcción del socialismo

    En China, en cambio, la revolución había triunfado más tarde que en Rusia y en numerosos aspectos seguía conservando la vieja identidad. Esto es, aún continuaba existiendo la propiedad privada capitalista y la burguesía, muy numerosa, seguía manteniendo posiciones de poder. Esta realidad debía ser tenida en cuenta para irla modificando. Es lo que se expresa en la línea que propone Mao basada en su teoría sobre la identidad o unidad de los contrarios. El defecto que hemos encontrado en esta teoría es que no concibe la identidad en su transformación, es decir, el cambio de uno en su contrario como un cambio de identidad, y por consiguiente le falta o subestima el aspecto fundamental y absoluto de la lucha, del cambio de la cantidad en calidad, del salto y el desarrollo. En el terreno político esta concepción se traduce en una política de unidad con la burguesía o de integración gradual del capitalismo en el socialismo; en lugar de utilizar las contradicciones de las masas populares con esa misma clase burguesa para suprimirla como tal clase, es decir, para expropiarla de los medios de producción, se coexiste con ella e incluso se la refuerza con el pretexto de su carácter patriótico o progresista, lo que a la larga conduce a la revolución a un atolladero del que resulta muy difícil salir.

    Esto es lo que ha sucedido en China. La restauración del capitalismo que ha tenido lugar ahí finalmente, se puede asegurar que arranca de esa situación y de esa política de unidad que ha venido manteniendo el PCCh en aplicación de la teoría de la identidad o de la unidad de contrarios elaborada por Mao, la cual fue mantenida contra viento y marea, aun cuando ya era más que evidente el carácter contrarrevolucionario que había adquirido la burguesía nacional china en sus intentos de arrebatar el poder al proletariado. Así, en la Circular del C.C. del Partido Comunista de China del 16 de Mayo, en vísperas del inicio de la Gran Revolución Cultural Proletaria, se manifiesta claramente: Los representantes de la burguesía que se han infiltrado en el Partido, en el Gobierno, en el Ejército y en los distintos medios culturales, constituyen una pandilla de revisionistas contrarrevolucionarios. Si se presentara la ocasión, arrebatarían el poder y transformarían la dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía. Algunos de esos individuos han sido descubiertos por nosotros; otros todavía no lo han sido; otros más, por ejemplo los individuos tipo Jruschov, se benefician ahora de nuestra confianza, están siendo formados para sucedernos y se encuentran ahora entre nosotros. Los Comités del Partido, a todos los niveles, deben prestar una atención suficiente a este punto. Desde luego, es difícil no prestar atención a este punto: sostener que representantes de la burguesía son unos contrarrevolucionarios, y no reconocer que lo son igualmente sus representados; pero más difícil todavía es no reparar en que individuos tipo Jruschov se benefician ahora de nuestra confianza y están siendo formados para sucedernos sin que acaben sucediéndonos realmente.

    Entre las decenas de millones de militantes que formaban el PCCh ¿es que no había para elegir otros candidatos a la sucesión más que esos individuos tipo Jruschov, los Deng y compañía? No lo sabemos con certeza. Ahora, de lo que no tenemos ninguna duda es de la excesiva confianza depositada en los métodos pedagógicos recomendados por la dirección del PCCh para el reciclado de notorios contrarrevolucionarios a fin de que puedan ocupar los más altos cargos del Partido y del Estado. Este solo hecho debiera servir para alertarnos y persuadirnos de ingenuidades políticas y de todo intento de hacer experimentos ideológicos con los enemigos jurados de la clase obrera y de la revolución socialista. Pues bien, esta teoría de la unidad de los contrarios y su aplicación práctica en la continuación de la lucha de clases en las condiciones del socialismo, aparece plenamente desarrollada en la obra de Mao titulada Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, discurso pronunciado por Mao en febrero de 1957, en el que se abordan una serie de problemas que se le plantean a la revolución socialista en China relacionados con el tema general que se anuncia en el título.

    En esta obra, Mao parte de la consideración de que hoy nuestro país está más unido que nunca. La victoria de la revolución democrático-burguesa y el triunfo de la revolución socialista, así como los éxitos alcanzados en la construcción socialista han cambiado rápidamente la fisonomía de la vieja China [...] Pero esto no significa que en nuestra sociedad ya no exista ninguna contradicción [...] Existen entre nosotros dos tipos de contradicciones sociales: contradicciones entre nosotros y el enemigo y contradicciones en el seno del pueblo. Estos dos tipos de contradicciones son de naturaleza completamente distinta. A continuación, Mao aclara que para comprender completamente estos dos tipos diferentes de contradicciones, se hace necesario, ante todo, precisar qué se entiende por ‘pueblo’ y qué por ‘enemigo’. El concepto de ‘pueblo’ tiene diferente contenido en diversos países y en los distintos períodos de la historia de cada país. Y concluye: en la etapa actual, período de edificación del socialismo, integran el pueblo todas las clases, capas y grupos sociales que aprueban y apoyan la causa de la revolución socialista y participan en ella. Entre esas clases, como vamos a comprobar, se encuentra la burguesía. El socialismo, pues, en la concepción de Mao, no supone la supresión de esa clase, sino su mantenimiento, bajo la denominación de pueblo, en tanto que las contradicciones en el seno del pueblo son contradicciones que se dan sobre la base de la identidad fundamental de los intereses de éste.

    Evidentemente, Mao está confundiendo el concepto marxista de pueblo, aplicado a las condiciones de la revolución democrático-burguesa (un período de la historia por el que, efectivamente, atraviesa todo país); ese período lo confunde con la etapa de la historia enteramente nueva en la que dicho concepto cambia, se transforma, para dar paso a un nuevo concepto de pueblo del que queda excluida la burguesía, como clase, por más patriótica o democrática que se quiera presentar. ¿Es concebible el socialismo sin la lucha para la supresión de la propiedad privada capitalista y, con ello, de la clase burguesa que se define por su relación de propiedad respecto a los medios de producción y la explotación del trabajo?

    En el socialismo, efectivamente, todavía existen las clases; existe la burguesía derrotada pero todavía no vencida, existe la clase obrera, existe la clase de los campesinos, la capa de los intelectuales progresistas; y la clase obrera basa su poder en la alianza con los campesinos y esos sectores, que junto con ella forman el pueblo. Mas esta alianza tiene como objetivo fundamental expropiar y combatir en todos los terrenos a los capitalistas, y no conciliarse con ellos para tratar de integrarlos en el socialismo. Mao no comparte esta concepción de la lucha de clases en el socialismo ni esa política que fue aplicada por el PC(b) de la URSS bajo la dirección de Stalin, a la que califica de dogmática, aplicada a las condiciones chinas: En nuestro país, las contradicciones entre la clase obrera y la burguesía nacional pertenecen a la categoría de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en el seno del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene un doble carácter. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera en busca de ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista.

    Por lo que se ve, la burguesía de China, como ya lo ha demostrado la experiencia, es una burguesía muy particular: explota a la clase obrera en busca de ganancias pero su amor patriótico resulta mucho más fuerte que su apego a las ganancias y al final habrá de renunciar voluntariamente a ellas y aceptar la transformación socialista. Para ello bastará con ejercer cierto tipo de control y de persuasión sobre ella, ya que es imposible que el pueblo ejerza la dictadura sobre sí mismo, e inadmisible que una parte del pueblo oprima a otra. Mao completa esta apología de su propia burguesía asegurando que la absoluta mayoría de los elementos burgueses y de los intelectuales provenientes de la vieja sociedad son patriotas, están dispuestos a servir a su ascendente y floreciente patria socialista. O sea, que la burguesía china está dispuesta a todo menos a dejar de ser burguesía y, por tanto, a dejar de explotar a los obreros, incluso en su ascendente y floreciente patria socialista.

    Este es el nuevo tipo de contradicción social o de unidad de contrarios a que ha dado lugar la revolución china: el cambio de uno en su contrario que define su nueva identidad. ¿Qué sentido tiene hablar aquí de dictadura del proletariado? La dictadura seguirá siendo democrática y popular y no puede estar dirigida contra esa parte del pueblo que forma la burguesía; resulta inadmisible que ejerza la dictadura sobre ella. Más tarde, cuando esa burguesía patriótica y socialista se fortaleció económica y políticamente, hizo crecer su influencia en la sociedad, y constituyó un centro de poder incluso dentro del propio partido comunista, Mao y sus partidarios recordaron algunos principios del marxismo-leninismo sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado, y levantaron a las masas durante la Gran Revolución Cultural Proletaria dirigida contra los representantes de esa burguesía dentro del PCCH. Pero ya era demasiado tarde. Además, se vieron lastrados en su actuación política por su propia concepción. Así lo expresa un importante documento publicado en la prensa china en 1975, en el que se resumen las experiencias de la Gran Revolución Cultural Proletaria, bajo el título Acerca de la dictadura integral sobre la burguesía: Es completamente justo darle una gran importancia al decisivo papel de la propiedad privada en las relaciones de producción. Sin embargo, se cometería un error si no se observase con mucho cuidado si el problema de la propiedad ha sido efectivamente resuelto o sólo en apariencia. Basándose en estas consideraciones, el autor del escrito, después de exponer la teoría de Marx sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado, prosigue: Reflexionemos un poco, camaradas. Si en lugar de comprender así las cosas, uno se ocupa, tanto teóricamente como en la práctica, de limitar, trucar y alterar el marxismo, hacer de la dictadura del proletariado una palabra vacía, mutilar la dictadura integral sobre la burguesía y que esta dictadura se ejerza sólo en algunos terrenos y no en todos, sólo en cierta etapa (por ejemplo, antes de la transformación del sistema de propiedad) y no en todas; dicho de otro modo, si en lugar de destruir totalmente todas las ‘aldeas fortificadas’ de la burguesía, se conservan algunas y se deja aumentar de nuevo sus efectivos ¿no se está con eso preparando las condiciones para la restauración de la burguesía y haciendo de la dictadura del proletariado una tapadera de la burguesía, en particular de la burguesía nuevamente generada? (12).

    Se comprende fácilmente que sin resolver el problema de la propiedad y sin imponer para ello la dictadura sobre la burguesía en todos los terrenos, resulta vana toda referencia a las clases y a la lucha de clases en el socialismo, así como a otras contradicciones como la existente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y entre la base económica y la superestructura política e ideológica. Y ese problema era el que estaba planteado en China desde el comienzo de la etapa socialista y cuya solución había sido postergada, incluso por la Gran Revolución Cultural Proletaria, de la manera que hemos visto, con lo que la burguesía ha encontrado un campo abonado para su reproducción a la nueva y vieja forma, hasta acabar imponiendo de nuevo su régimen de explotación y su dictadura de clase a todo el pueblo trabajador.
    Análisis del Camarada Arenas sobre la opinión de Mao acerca de la debilidad de Stalin por la metafísica

    En Stalin hubo mucho de metafísica. Además él enseñó a mucha gente a ponerla en práctica. En el ‘Compendio de la historia del Partido (bolchevique) de la URSS’, planteó que el método dialéctico marxista lo caracterizaban cuatro rasgos fundamentales. Presentó como el primero de ellos la conexión de los objetos y fenómenos y lo hizo como si todos ellos estuvieran vinculados sin más ni más. Pero ¿qué es lo que se halla vinculado? Los dos términos contrarios. Toda cosa supone la existencia de dos términos contrarios. Al explicar el cuarto rasgo -las contradicciones internas implícitas en los objetos y fenómenos-, se limitó a hablar de la lucha de los contrarios sin mencionar su unidad (2).

    He ahí, según Mao, la metafísica de Stalin: la vinculación sin más ni más de los objetos y fenómenos y la falta de mención de la unidad cuando habla de la lucha de los contrarios. Esto es, en un caso hay unidad sin lucha, en el otro lucha sin unidad. Pues bien, esta concepción de la dialéctica, de ser cierto lo que dice Mao -cosa que vamos a comprobar- explicaría los errores políticos que se le atribuyen a Stalin, ya que, como el mismo Mao afirma a continuación del pasaje que hemos transcrito: De acuerdo con la ley de la unidad de los contrarios -la ley fundamental de la dialéctica-, los contrarios están en lucha pero al mismo tiempo conforman una unidad; se excluyen mutuamente pero también están vinculados entre sí y, en determinadas condiciones, se transforman el uno en el otro. De modo que, basándose en esa supuesta falsa concepción de la dialéctica que Mao le atribuye, Stalin habría aplicado una política errónea en la lucha contra la burguesía que condujo a su liquidación, en lugar de conservar la unidad con ella para el desarrollo del socialismo. De aquí se deduce claramente que Mao hace depender, como luego veremos, la lucha de clases y el mismo desarrollo del socialismo, de la existencia de la burguesía como clase hasta llegar al comunismo.

    Hemos de decir, antes de continuar, que nosotros siempre hemos compartido esa crítica que acabamos de exponer por considerarla justa, conforme con el marxismo-leninismo y las experiencias del movimiento revolucionario. Sin embargo, también tenemos que decir que nunca antes nos habíamos detenido a investigar en los textos de Stalin ni a buscar la causa de esa supuesta debilidad metafísica que Mao le atribuye, y como resulta que éste tampoco nos ofrece ninguna explicación de ella, al final nos hemos decidido a buscarla por nuestra propia cuenta y riesgo.

    ¿Cuáles pueden ser las razones o los motivos de esos supuestos errores teóricos de Stalin? ¿Acaso su desconocimiento del marxismo-leninismo? Como es bien sabido, Stalin se convirtió en el alumno más aventajado de Lenin. Por esta razón y otras cualidades personales suyas (como la fidelidad a la causa revolucionaria y su firmeza frente a los enemigos y renegados oportunistas) Stalin fue elegido por los bolcheviques para suceder a Lenin al frente del Partido y del Estado soviético. También es conocido el papel de Stalin en la construcción económica del primer país socialista de la historia, en la lucha contra la reacción interna así como en la derrota del nazi-fascismo durante la II Guerra Mundial. De manera que tampoco se puede hablar de inmadurez o de falta de conocimientos prácticos. ¿Cuál puede ser la causa de las desviaciones metafísicas de Stalin? Quizás su odio a la burguesía. Pero este odio podría explicar la segunda tesis (lucha sin unidad), no la primera (unidad sin lucha). ¿Acaso sus ansias de poder o su megalomanía, como aseguran los revisionistas? En este caso no habría dejado a ninguno de ellos con vida para contarlo. Tal vez cabe atribuirlo, como lo hace Mao, a las debilidades personales de Stalin, a su desconfianza y rigidez, pero nosotros tenemos muchas reservas respecto a que tales debilidades puedan servir de explicación de un problema de esta naturaleza, y por este motivo nos sentimos inclinados a buscar en otra parte las causas, no sólo de los errores metafísicos, sino también de esas otras debilidades personales.

    En nuestra opinión, sólo la concepción marxista-leninista -que Stalin conocía profundamente hasta en sus más pequeños detalles- y su confrontación con la práctica del movimiento revolucionario, en la que Stalin participó en primera fila, puede ayudarnos a desentrañar este misterio. Un reflejo de esa práctica revolucionaria, basada en la aplicación del marxismo-leninismo, es la obra de Stalin ya citada (*), la cual fue publicada en 1938, en vísperas de la II Guerra Mundial, en la que se expone, de forma resumida, el método dialéctico marxista. ¿Habría de ser refutada por la práctica posterior esta obra, y eso tanto en la URSS como en la RPCh? Esto es lo que más nos interesa analizar aquí, dada la confusión que se ha originado en torno a este importante problema teórico y su indudable trascendencia.

    En esa obra, Stalin comienza definiendo el materialismo dialéctico como la concepción del mundo del Partido marxista-leninista, para afirmar a continuación: La dialéctica es, en su base, todo lo contrario de la metafísica. Aquí tenemos ya una contradicción: la que opone la dialéctica a la metafísica, y esto, desde su misma base ¿Cuál es esta base? Stalin lo explica en su exposición del primer rasgo fundamental del método dialéctico marxista que tanto ha desconcertado a Mao:

    Por oposición a la metafísica, la dialéctica no considera la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenómenos, desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia entre sí, sino como un todo articulado y único, en el que los objetos y los fenómenos se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se condicionan los unos a los otros.

    Por eso, el método dialéctico entiende que ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido si se le toma aisladamente, sin conexión con los fenómenos que le rodean pues todo fenómeno tomado de cualquier campo de la naturaleza, puede convertirse en un absurdo si se le examina sin conexión con las condiciones que le rodean, desligado de ellas; y por el contrario, todo fenómeno puede ser comprendido y explicado si se le examina en su conexión indisoluble con los fenómenos circundantes y condicionado por ellos.


    Vemos, pues, que Stalin plantea este problema desde el punto de vista del conocimiento, que es el verdadero objeto del método materialista dialéctico, para lo cual llama a tener en cuenta la relación o interconexión existente entre los objetos y fenómenos. Aquí, la conexión sin más ni más se explica no sólo por oposición a la desconexión metafísica, sino también porque Stalin se está refiriendo a fenómenos y a objetos en abstracto, es decir, no está tratando de la particularidad de ningún objeto o fenómeno concreto, de sus contradicciones o naturaleza, etc. Dice: todo fenómeno puede ser comprendido y explicado si se examina en su conexión... Claro que cabe preguntar: ¿existe contradicción en la conexión? Pero estamos en un primer momento del análisis, y esta pregunta ni siquiera se nos plantea, puesto que de lo que se trata es de establecer los nexos, las relaciones o concatenaciones que la metafísica ignora, lo que la incapacita y anula como método de conocimiento. ¿Cómo podríamos comenzar por hablar de la separación, de la contradicción, cuando se trata, precisamente de eso: de la unidad material del mundo? ¿Cómo podríamos establecer la contradicción entre las cosas si previamente no hemos reconocido sus conexiones necesarias? Por lo demás, para la dialéctica marxista, toda conexión o relación implica siempre, o es en sí misma, una contradicción, puesto que las cosas que se conectan o relacionan entre sí son objetos individuales o de distinta naturaleza. De otra manera no cabe hablar de tales conexiones. Ningún objeto o fenómeno puede estar conectado sino con otros, es decir, no se puede conectar consigo mismo. Mao pregunta: ¿Pero qué es lo que se halla vinculado? y responde: Los términos contrarios. Toda cosa supone la existencia de dos términos contrarios. Es evidente que Mao confunde toda cosa con las relaciones entre las cosas. Es como hablar de las contradicciones de la famosa cosa en sí, sin distinguirlas de las contradicciones de las cosas entre sí y de su distinta naturaleza, como si estuvieran aisladas unas de las otras y se bastaran a sí mismas para poder existir, de modo que resultara imposible poder conocerlas.
    Esta es la contradicción que pone de manifiesto Stalin en su escrito, contradicción que se crea, digamos, por defecto del enfoque metafísico de este importante problema. Por lo demás, como recoge -y subraya- Lenin de la obra de J. Dietzgen: Aquí no cuesta trabajo ver que nuestra cabeza posee la facultad de ponerlo todo en relación, sumar todas las partes y dividir todas las sumas. El intelecto hace esencias de todos los fenómenos, y conoce las esencias como fenómenos de una gran esencia única: la naturaleza. La contradicción entre el fenómeno y la esencia no es una contradicción, ni mucho menos, es una operación lógica, una formalidad dialéctica (3).

    El segundo problema que plantea la crítica de Mao al trabajo de Stalin se refiere a la unidad de los contrarios. Veamos como enfoca Stalin este otro problema cuando trata sobre el cuarto rasgo de la dialéctica que refiere Mao: Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que los objetos y los fenómenos de la naturaleza llevan siempre implícitas contradicciones internas, pues todos ellos tienen su lado positivo y su lado negativo, su pasado y su futuro, su lado de caducidad y su lado de desarrollo; del criterio de que la lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo que caduca y lo que se desarrolla, forma el contenido interno del proceso de desarrollo, el contenido interno de las transformaciones de los cambios cuantitativos en los cambios cualitativos.

    Como vemos, aquí aparece expuesta con toda claridad la contradicción que antes Mao echó tanto de menos. Ahora Stalin habla no de la conexión entre los objetos y fenómenos sino de las contradicciones internas de las cosas y la palabra unidad, efectivamente, no la menciona para nada. Pero hace algo mucho más dialéctico que mencionar la palabra unidad: señala todos los lados en que aparece dicha unidad y en la forma en que ésta se muestra. Cuando se refiere al criterio de la lucha entre los lados opuestos, a la lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo que caduca y lo que se desarrolla como el contenido interno del proceso de desarrollo, ¿de qué está hablando, sino de la unidad de los contrarios? Claro que Stalin pone todo el acento en la lucha (por eso no menciona la palabra unidad) ya que se trata precisamente de eso, de la lucha, es decir, del más importante factor del proceso de desarrollo. Según lo entendemos nosotros, Stalin trata de la unidad de los contrarios, pero no establece una equiparación entre ambos aspectos porque lo que le interesa sobre todo es destacar el aspecto de la lucha frente al otro aspecto que está unido, que conforma la unidad dialéctica y que, por tanto, también se opone al lado positivo, a lo nuevo, al futuro, al desarrollo. Esto hace que destaque la lucha sobre la unidad, o sea, que la separación no la establece Stalin, sino que se da en la realidad, es un hecho objetivo, inevitable; es el contenido interno de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos.

    Stalin expone los rasgos fundamentales de la dialéctica, pero no trata de todas las leyes, categorías y demás elementos que componen esta doctrina del desarrollo. También Lenin, en su trabajo Carlos Marx, en el apartado que dedica a la dialéctica hizo un resumen de la misma muy semejante, y en él concluye: Tales son algunos rasgos de la dialéctica, doctrina del desarrollo mucho más compleja y rica que la teoría corriente. En realidad, tanto el punto de vista como la posición de Stalin son los mismos que adopta Lenin en ese texto, en el cual tampoco menciona la unidad cuando se refiere a la contradicción. Y esto, como vamos a ver, no es una mera coincidencia. En cambio, en esa exposición de la dialéctica, Lenin hizo mucho hincapié en la ley de la negación de la negación, la ley del desarrollo en espiral, algo que Stalin ni comenta, y que tampoco parece preocupar mucho a Mao, pues no lo hace notar en su crítica. Stalin, desde luego, aunque no trata de esa ley expresamente, se halla, sin embargo, en este punto mucho más cerca de Lenin que de Mao, quien nos atrevemos a afirmar que retrocede respecto a los dos.


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    Mensaje por Aelito Vie Abr 05, 2013 11:57 am

    Gracias camarada NG por complementar con estos documentos, que además después de leerlos veo que se complementan muy bien con el otro documento que subió el camarada Dzerjinskii y Pedro cuando dice:

    Los filósofos revisionistas soviéticos afirman que en la sociedad socialista «el principio rector absoluto no es la lucha de los contrarios, sino su unidad»

    Hablando de la "dialéctica de la armonía" y por tanto excluyendo las contradicciones de carácter antagónico.

    La unidad de éstos es condicional, temporal, mientras que su lucha, la lucha de contrarios que se excluyen mutuamente, es absoluta: la estabilidad es una determinación cualitativa transitoria de las cosas; su cambio, es una constante. Afirmar lo contrario como se hizo en la URSS revisionista es deformar la dialéctica de manera idealista, esta deformación idealista de la dialéctica en Mao se expresa en el uso del concepto "Pueblo", por eso el en los últimos 3 o 4 párrafos del documento que complementa lo anterior con el título "Análisis del Camarada Arenas sobre la opinión de Mao acerca de la debilidad de Stalin por la metafísica"
    Se habla de que Stalin lo que hizo fue justamente hacer énfasis en este punto central del carácter absoluto del antagonismo, sobreentendiendo la expresión contradictoria de esa unidad dialéctica sabiendo que es inevitable que se materialice en la lucha de los contrarios y que esta lucha sigue más que nunca dentro de la transición socialista, toda otra posición no es más que la expresión de un pragmatismo de base metafísica (separando artificialmente al burgués de las relaciones sociales que expresa necesariamente) por donde se canaliza la acción oportunista. En este punto se podría decir que Mao no supo o no quiso entender con claridad el concepto de 'personificación' utilizado por Marx, cuando decía que el capital es el capitalista, es la personificación de esa relación social y si ésta es mantenida es muy difícil por no decir imposible que aquellos que materializan esa relación no la sigan reproduciendo como tal, es su esencia, auque se presenten como "nacionales y populares" o incluso se digan "socialistas" no será más que un practicismo con cierto lenguaje marxista. Contradicción que Stalin sobreentendía por eso hacía hincapié en la lucha de los contrarios que Mao convirtió de manera pragmática en identidad con el contrario. Por supuesto que en todo este análisis no se pueden dejar de lado las condiciones objetivas heredadas contra las que la acción conciente no puede incidir (lo cual no justifica en absoluto su tergiversación del marxismo-leninismo) y que en la URSS revisionista también se pusieron de manifiesto por ej. al fomentar e incrementar la explotación privada de ciertos sectores de la economía hasta abarcarla casi en su totalidad.

    Saludos.

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