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    PCOE- Los reformistas y el Estado

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    Raúl Valdés Vivó
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    Mensaje por Raúl Valdés Vivó Dom Mar 03, 2013 12:14 pm

    Uno de los frentes de batalla del movimiento obrero a lo largo de la historia ha sido el de la definición del Estado, su carácter y su esencia y, por tanto, la lucha a desarrollar para la superación del capitalismo. La cuestión del Estado es vital, pues sólo así sabremos deslindar las líneas de quiénes apuestan por el mantenimiento o conservación del capitalismo, por acción u omisión, y quiénes apostamos por la construcción del socialismo.

    Nunca podremos vencer a la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero sin una ardua batalla ideológica contra todo tipo de oportunismo, porque un proletariado influenciado por el oportunismo siempre será presa fácil de las acometidas de la burguesía.

    La definición marxista-leninista del Estado nos señala que este es el órgano de dominación de una clase sobre otra, el instrumento con que una clase social oprime a otra, la prueba palpable de la existencia y antagonismo de las contradicciones de clase. Es decir, el Estado surge con la sociedad de clases para dirimir de una forma violenta todos los conflictos que se producen entre la clase dominante y la dominada.

    Esta sencilla definición es el abc del comunista. Sin embargo, la burguesía y los oportunistas tratan por todos los medios de desviar a la clase obrera del conocimiento de la teoría marxista del Estado. Para los burgueses y oportunistas, el Estado es un ente situado por encima de las clases que sirve de elemento conciliador de los antagonismos de las diversas clases sociales. Para ellos, el Estado no es el arma de dominación de una clase sobre otra sino un ente que aparece de la nada, por encima de las clases, luego para ellos se puede reformar mediante cambios graduales, para darle un cariz más perfeccionado. Es decir, siendo el capitalismo el modo de producción dominante y el Estado el arma de dominación de la clase dominante (burguesía) sobre la dominada (clase obrera), ellos lo que pretenden es darle un rostro humano a este capitalismo reformando y perfeccionando, ese Estado burgués que para ellos simplemente falla en la gestión. Reducen la naturaleza de clase del Estado a la acción de esta u otra personalidad individual o partido político, obviando que el Estado es la unión de toda una clase social que se conforma como instrumento de dominación.

    Dicha concepción del Estado no puede ser más metafísica e idealista, muy lejos de la filosofía proletaria del materialismo dialéctico e histórico y del carácter científico del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases.

    No es tema baladí el del Estado, pues la concepción de este u otro sentido nos lleva a diferentes -y divergentes- estrategias. Los comunistas, armados con las leyes científicas del desarrollo de la sociedad, sabemos que el Estado burgués debe ser destruido mediante una revolución que será violenta y un período que lo siga de Dictadura del Proletariado, si lo que realmente queremos es la superación del capitalismo y la construcción de la nueva sociedad socialista, única alternativa científica, superior y demostrada en la práctica al capitalismo.

    De ahí que los comunistas desechemos las ilusiones pacifistas del tránsito al socialismo, o en el caso de los oportunistas, a no se sabe qué otro sistema social, político y económico distinto al capitalismo. ¿Y por qué decimos los comunistas que la revolución ha de ser violenta? Es sencillo, si nuestra misión es transformar un sistema de dominación de clase, donde una clase goza de todos los privilegios e impone su dominación por la fuerza a la clase dominada mediante el Estado, es lógico pensar que opondrá toda resistencia a esta transformación y usará ese mismo Estado que ella ha creado para proteger sus intereses.

    Los oportunistas creen que conquistando el parlamento o las instituciones burguesas mediante una votación, tienen ya el poder político del Estado. Se equivocan. El poder político pertenece a la clase dominante, a la burguesía, y el Estado es su arma de dominación que nunca van a ceder mediante métodos pacíficos ni mediante ninguna votación. Se equivocan y mienten a los obreros aquellos que les piden el voto para alcanzar el “gobierno”, puesto que el gobierno pertenece a la clase dominante, y se equivocan si creen que el Estado no va a reaccionar cuando ellos empiecen a aplicar sus medidas reformistas. El Estado cuenta además con cuerpos represivos tales como el ejército o la policía, destinados a reprimir al proletariado, y cuerpos legislativos como la judicatura o las leyes destinados a crear el marco legal de dominación clasista. Los oportunistas creen que con su llegada al gobierno esos órganos de la burguesía para mantener su dominación de clase van a cambiar mágicamente y ponerse a sus órdenes, debido a que ellos no conciben el Estado como arma de dominación de clase sino como señalamos antes, como instrumento por encima de las clases.

    Cuando las medidas de un gobierno oportunista y los intereses de la clase dominante chocan, el Estado y su aparato siempre se van a poner del lado de la clase dominante, puesto que esta es su esencia y para ello ha sido creado. Mienten, pues, todos aquellos que nos piden el voto prometiéndonos cambios, porque no han entendido o tergiversan el carácter de clase del Estado y su papel dentro de la lucha de clases.

    Entonces, desde el prisma de un revolucionario se nos plantea una pregunta: ¿qué hacer? Lo que debemos hacer los comunistas, y toda la clase obrera que ocupa un papel subordinado dentro del capitalismo es crear un Estado paralelo. Crear nuestros órganos de poder proletario emanados de las fábricas, de los centros de trabajo, de los barrios obreros, de la juventud estudiantil obrera, que converjan en el Frente Único del Pueblo como ese Estado paralelo, que mediante la dualidad de poderes confronte con el Estado burgués y se imponga a este destruyéndolo.

    Es decir, debemos de perder las ilusiones y confianzas en las instituciones burguesas, en sus elecciones, debido a que son una farsa ya que el poder político en una sociedad de clases siempre va a pertenecer a la clase dominante indistintamente del partido (burgués) que alcance el gobierno de la nación.

    La dualidad de poderes que señalamos significa la existencia en paralelo de dos estados: el burgués y el proletario. Estos se enfrentan en una lucha sin cuartel a todos los niveles: económico, ideológico y político fruto de los antagonismos de clase que existen en toda sociedad estructurada en clases sociales. Es deber del Partido Comunista el guiar y organizar esa lucha para conseguir que se impongan los órganos de poder obrero sobre los órganos de poder burgués. Y reiteramos que el Partido guía y organiza, pero los órganos de poder obrero no son el Partido, son de la clase, pues es ésta el verdadero sujeto revolucionario. En esta lucha de poderes se desenmascaran a los oportunistas al servicio de la burguesía en el seno de la clase obrera, que ante el miedo a la revolución corren a ponerse de lado del poder burgués y contra el propio poder obrero.

    ¿Y que pasa una vez finalizada la confrontación entre poderes y la derrota del Estado burgués por parte del estado obrero? Pasa que el proletariado destruye el Estado burgués. Es decir, la destrucción del arma de dominación de una clase sobre otra. Esto quiere decir que su parlamento, sus ayuntamientos, sus leyes, su ejército, su policía, sus leyes, etc. que forman el Estado burgués serán destruidos después del triunfo de la revolución obrera y sustituidos por la anteriormente clase dominada -la clase obrera- conformada en Estado para oponer su violencia a los intentos de restauración del Estado de los explotadores.

    Esto es lo que denominamos Dictadura del Proletariado. Es decir, dictadura para las clases dominadas, que antes gozaban de la dominación mediante la tenencia del poder político y el Estado burgués y, a su vez, es democracia para las clases dominadas, libres de las ataduras que les imponía el Estado burgués y que ejercen su dominación de clase sobre los antiguos explotadores. Esto es así porque las clases dominadas en el capitalismo son las más numerosas, los trabajadores son la esencia de la sociedad y quienes la hace funcionar y, sin embargo, en el capitalismo estas clases son dominadas por un puñado de burgueses.

    Esta dictadura se ejerce por la violencia sobre los antiguos explotadores, una violencia que dependerá del grado de resistencia que opongan las viejas clases dominantes en la nueva sociedad. El objetivo final no es mantener esta forma de violencia sine die, sino la construcción de la sociedad sin clases que acabará con toda forma de opresión y con el Estado como concepto, debido a la inexistencia de clases de las que emana la inexistencia de contradicciones de clase, y por tanto el Estado como arma de dominación de una clase social sobre otra perderá todo su sentido.

    Son las dos fases de la sociedad socialista-comunista: la primera que sería el socialismo, donde aún perduran los viejos vicios de la sociedad burguesa y que hace necesaria la existencia de la Dictadura del Proletariado. En la segunda fase -la fase comunista- desaparecen las clases sociales y con ella el Estado y sus formas de dominación. Este es el objetivo final de todo comunista. Sin embargo, los distintos oportunistas no se plantean esta meta. Su concepción idealista del carácter del Estado les lleva a creer que el objetivo final es conquistar el parlamento mediante las votaciones, todo dentro del capitalismo. Tanto la socialdemocracia como los que se autodenominan revolucionarios pero abjuran del socialismo y la dictadura del proletariado tienen este fin. Para ellos el objetivo se reduce a conseguir más escaños en el parlamento, ya sea para gestionar el capitalismo o para conseguir jugosas poltronas y los cargos y sueldos asociadas a ellas. Para ellos la construcción del poder popular no va asociada a la dualidad de poderes y la lucha entre ellos, sino que el poder popular es una forma de introducirse en el poder burgués -en ese parlamento- que es el objetivo al que ellos aspiran.

    Por ello, luchan por mantener la confianza de los trabajadores en las instituciones burguesas que gestionan a diferentes niveles. Ya sea el municipalismo, que para ellos es una forma de acceder a cotas más altas de gestión dentro del capitalismo y, por tanto, dentro del Estado burgués como mediante la creación de organizaciones creadas por los de arriba -por las cúpulas- que tienen como objetivo, y bajo un presunto lenguaje de radicalidad, el convertirse en opciones políticas que pugnen por gestionar el poder político de la burguesía en ayuntamientos, parlamentos autonómicos o nacionales.

    Los comunistas señalamos a todos estos oportunistas como los defensores y mantenedores de la ideología burguesa en el movimiento obrero. En la época en que nos encontramos, todo lo que no sea contribuir a disipar las esperanzas y confianza de los obreros en las instituciones de la burguesía es contribuir a mantenerlos en el estado de sumisión y dominación en el que se encuentran actualmente.

    Sólo la creación de los órganos pertinentes del poder obrero emanados de las fábricas y centros de trabajo que son las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores que junto con los órganos de poder obrero en los barrios, Asociaciones de Vecinos, y los órganos de poder de los jornaleros, estudiantes, etc. que, conjuntamente, conformen el Frente Único del Pueblo como estado obrero paralelo, nos llevará a tener alguna posibilidad de éxito ante la clase capitalista, y ante su órgano de poder y dominación que es el Estado.

    Este Frente Único del Pueblo sólo podrá ser viable cuando la clase obrera tenga a su Estado Mayor, a su destacamento de vanguardia armado con la ciencia del marxismo-leninismo. Por tanto, urge desarrollar el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL. Toda la experiencia de décadas pasadas sin la existencia del Partido nos debe servir de aprendizaje y lección para saber que sin Partido, y repitiendo experiencias caducas, estamos condenados a mantener la dominación capitalista por los siglos de los siglos. Pero no sólo eso, sino que la burguesía, al hilo de la necesidad del modo de producción capitalista en esta fase decadente, necesita tender cada vez más a la reacción para mantener su dominación de clase. Necesita la creación de movimientos fascistas de masas. Lo vemos en Grecia y estamos viendo los primeros embriones en España.

    Si la burguesía no se va a quedar quieta, los obreros y las clases explotadas tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados. Por tanto, es misión de los mejores elementos de la clase obrera, de los trabajadores, el unirse a su Partido, al Partido Comunista Obrero Español (PCOE), porque sólo así conseguiremos guiar al conjunto de la clase obrera hacia sus objetivos: el socialismo, la Dictadura del Proletariado y la destrucción del Estado burgués.

    ¡TRABAJADOR, FORTALECE LAS FILAS DE TU PARTIDO COMUNISTA: EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL!

    ¡POR EL SOCIALISMO, POR EL PODER OBRERO, POR LA VICTORIA!

    COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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