El crecimiento económico de Rusia. 1934
A. P. Rozengol'ts
(Traducido de Red Channel)
A. P. Rozengol'ts
(Traducido de Red Channel)
Las importaciones extranjeras ya no constituyen una necesidad
De los logros básicos registrados por el Partido en el XVII Congreso, debe considerarse como uno de los más fundamentales el hecho de que la URSS ya no es dependiente del mundo capitalista, ya sea técnica o económicamente. Nuestro comercio exterior, basado en un monopolio del comercio exterior, ha contribuido incalculablemente al logro de esta independencia.
Durante los dieciséis años transcurridos desde el establecimiento de la Unión Soviética -a partir de 1918 hasta 1933- nuestras importaciones han sido considerables, alcanzando un total de 8.4 billones de rublos de oro.
Nuestra política de importación en todo momento ha estado guiada por unidad de propósito: en todas las etapas de nuestra construcción socialista, la estructura de las importaciones siempre se encontró totalmente subordinada a las tareas vitales.
Gracias a nuestro monopolio del comercio exterior, importamos casi exclusivamente bienes intermedios [“producer goods” en el original en ingles]. De los 8.4 billones de rublos de oro, 7 billones, o casi el 85 por ciento, se gastaron en la importación de medios de producción, 3.3 billones se gastaron en maquinaria.
Ya en diciembre de 1920, en el VIII Congreso de los Soviets, Lenin señaló que:
“... la reanudación de las relaciones comerciales nos permitirá hacer grandes compras de maquinaria indispensable. Debemos doblar todas nuestras energías para ello... para introducir un intercambio más equitativo de los productos básicos debemos ser capaces de comprar lo antes posible la maquinaria necesaria para nuestros grandes planes de rehabilitación de la economía nacional. Cuanto más rápido se haga esto, mayores serán nuestras posibilidades de lograr la independencia económica del mundo capitalista.”
La ejecución de este plan trazado por Lenin y Stalin significaba que tras ampliar nuestros contactos económicos con el mundo capitalista, que tras introducir las últimas innovaciones técnicas y acelerar nuestra construcción socialista por medio de considerables importaciones realizadas durante un período definido de tiempo, debíamos prepararnos para una etapa siguiente -la continuación de la construcción Socialista con una limitación de importaciones.
Cabe destacar aquí que la contracción de las importaciones no podría haber ocurrido por sí misma. Si el camarada Stalin, con su energía habitual, no hubiese tomado este asunto en sus manos el plan nunca se habría realizado.
Los resultados están ahora ante nosotros. Hasta 1931 se gastó más de 600 millones de rublos en equipos importados, en 1932, 270 millones, en 1933 la cifra había descendido aproximadamente a 60 millones de rublos.
Desde el establecimiento del comercio exterior soviético han sido importados maquinaria y equipo por un valor de más de 3 billones de rublos de oro, de los cuales más de 2,1 billones de rublos corresponden a los últimos años. Como resultado, el Soviet de construcción de maquinaria industrial, creado con la ayuda de estas importaciones, ha sido capaz de aumentar su producción por diez en comparación con la producción anterior a la guerra. Hoy, prácticamente toda la maquinaria necesaria para la Unión Soviética se construye en las plantas soviéticas. No hay una sola máquina que no podamos fabricar.
Decenas de millones de rublos fueron invertidos por la Unión Soviética en la construcción de las gigantes plantas de nuestra construcción socialista. Las sumas gastadas en importaciones para las más grandes de estas gigantes de la industria se muestran a continuación en cifras redondeadas.
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Se desprende del cuadro anterior que considerables sumas de divisas fueron gastadas en la reconstrucción y la nueva construcción de nuestras estaciones. Los desembolsos han resultado eficaces puesto que en la actualidad somos independientes del mundo capitalista, tanto técnica como económicamente.
Recordamos que la URSS destinó más de 225 millones de rublos a la sola importación de tractores, y que únicamente entre 75-80 millones de rublos fueron destinados a la importación de equipos para las fábricas de tractores. Fue la importación de equipos para el establecimiento de una industria de tractores en la URSS, de un costo de entre 75-80 millones de rublos, la que nos libró completamente de la necesidad de importar tractores.
Extremadamente importante para nuestra reconstrucción técnica fue el hecho de que la URSS como norma general sólo compró el equipo más reciente y actualizado, como, por ejemplo, el que se instaló en las estaciones de rodamientos, en la estación automovilística “Gorki” y en las estaciones de tractores “Cheliabinsk” y “Kharkov”. Hay pocas estaciones en el mundo que se pueden comparar con ellas.
A pesar del crecimiento de las importaciones de equipos, hasta 1932 hubo una reducción constante de la proporción de máquinas importadas, tornos, etc. Esto se debió al hecho de que la producción de la industria nacional de construcción de maquinaria superó al crecimiento de las importaciones de máquinas extranjeras. Las cifras del censo de tornos llevadas a cabo por el Departamento Central de Estadísticas al 10 de abril de 1932, son muy instructivas. En esta fecha había 227.000 tornos en los talleres mecánicos de la URSS, de los cuales 68.000 o el 30 por ciento había sido instalado antes de la Revolución, y 159.000 o el 70 por ciento luego de la revolución. Sin embargo, una sola comparación cuantitativa no nos da una imagen real de los progresos realizados. Mientras que la Rusia zarista produjo e importó tornos del pequeño calibre, la URSS ha producido y ha importado tornos automáticos y semiautomáticos de alta velocidad y máquinas de herramientas cuya capacidad productiva no se puede comprar con la de las máquinas de viejo tipo. Del total de tornos instalados desde el establecimiento del Gobierno soviético, cerca de 100.000 fueron importados desde el extranjero; 70.000 de ellos fueron importados durante el Primer Plan Quinquenal. Y a pesar de esta importación estupenda, la cifra de tornos instalados en los talleres de máquinas continuó creciendo. Antes de la guerra, los tornos fabricados en el país constituían el 22 por ciento del total del equipo, durante el período de rehabilitación el 30 por ciento, durante el Primer Plan Quinquenal esta cifra se incrementó a 38 por ciento.
Cabe señalar que la URSS compra, como regla general, sólo la maquinaria disponible en el mundo capitalista. Como un ejemplo del más actualizado equipo adquirido podríamos señalar las turbinas de 90.000 HP las cuales fueron fabricadas especialmente en los EE.UU. para la Estación hidroeléctrica “Dniéper”. No hay turbinas de esta capacidad en otras partes de Europa y en todo el mundo son pocos las que se pueden comparar con ellas. La URSS compró e importó una prensa de 15.000 toneladas que maneja lingotes de metal [“metal billets” en el original en ingles] de hasta 15.000 millones de puds (250 toneladas). Esta es una de las más grandes prensas en el mundo. Compramos prensas rotativas para la imprenta del Pravda que producen más de 2 millones de copias de un diario de cuatro páginas por hora y muchas otras maquinarias a gran escala similares.
Esta importación masiva de los equipos más avanzados, además del extraordinario crecimiento del Soviet de construcción de maquinaria industrial, ha modernizado en gran medida a las máquinas de herramientas de las plantas soviéticas. Hoy en día, la URSS posee el más moderno y el más reciente aparato industrial en el mundo. En este sentido, los países capitalistas están muy atrás.
Como resultado de las diversas mejoras introducidas durante los últimos diez años, la capacidad productiva de los tornos se ha triplicado y, déjenme añadir, que la mayoría de los tornos en los EE.UU. tienen más de diez años de edad. El Comité Nacional de Rehabilitación Industrial “Harbord” de los EE.UU. ha llegado a la conclusión de que “si, por algún milagro de arriba, los negocios de repente se hinchan [“swell” en el original en ingles] hasta alcanzar proporciones normales, apenas una fábrica en el país está equipada para cubrir sus necesidades”.
Tal es entonces la situación en los EE.UU., el país más industrializado del mundo capitalista. Naturalmente, la amenazadora actualidad, de la cual Harbord escribe, no se aplica a nosotros.
Durante los últimos años, la drástica reducción de nuestras importaciones fue acompañada por un aumento simultáneo de nuestra construcción y producción.
IMPORTACIONES (según declaraciones del Director en Jefe de Aduanas)
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Podríamos citar muchos más datos que muestran cómo las importaciones se han reducido. Basta con recordar que hasta hace relativamente poco tiempo se estaban importando 75.000 toneladas de papel, en 1930 se importaron 69.000 toneladas, 28.000 toneladas en 1931, pero desde 1932 la URSS no ha importado ninguna clase de pape. Esta misma reducción de importaciones se observa en muchas otras clases de bienes.
Uno de los logros más destacados de nuestra construcción socialista durante los últimos dos años es, sin duda, el hecho de que a pesar de la drástica reducción de las importaciones no ha habido desaceleración en el ritmo o en la magnitud de nuestra construcción colosal. La URSS tampoco permitió que la construcción económica se vea obstaculizada en modo alguno por los intensos preparativos realizados para defender el país en vista de los acontecimientos en el Lejano Oriente, que, por supuesto, ningún plan podría prever.
La Unión Soviética siguió adelante su trabajo de construcción a pesar de la difícil tarea de reducir los pasivos en moneda que ha asumido y realizado con éxito durante los últimos años.
A mí me parece que todavía no nos hemos dado cuenta de los logros alcanzados por la URSS en el ámbito de la construcción socialista.
Las importaciones durante el segundo quinquenio: perspectivas
Después de haber invertido 50 billones de rublos en sus industrias básicas durante el Primer Plan, la URSS importó equipo por una suma de casi 2 billones de rublos.
Durante el segundo quinquenio, se han destinado 133 billones de rublos a inversiones de capital. Debemos mantener la misma proporción de importaciones del Primer Plan Quinquenal, periodo en el cual se importó equipo por un valor de más de 5 billones de rublos. Sin embargo, podemos llevar a cabo el segundo Plan Quinquenal sin importar en una escala tan amplia.
Para llevar a cabo el Segundo Plan Quinquenal no hay necesidad de importar equipo por más de 5 billones de rublos, ni siquiera por 300 millones de rublos. Podemos completar el Segundo Plan Quinquenal reduciendo las importaciones a una cantidad insignificante.
Esta es una de las expresiones concretas de nuestra independencia técnica y económica del mundo capitalista que hemos logrado ya en medida considerable.
Durante el segundo quinquenio, el Soviet de construcción de maquinaria industrial debe proporcionar todo el equipo básico requerido por nuestra moderna economía nacional, el desarrollo de la vida económica del país debe, al mismo tiempo, depender, fundamentalmente, de sus propios recursos de materias primas. Esto significa una de las mayores victorias de la política para la independencia económica trazada por Lenin y Stalin.
El mundo capitalista sigue siendo incapaz de darse cuenta de lo que ha ocurrido. La burguesía alemana, que estableció un Comité ruso especial, en todas partes se considera como la mejor informada sobre asuntos soviéticos. Uno de los líderes de este Comité ruso, Kremer ("el mejor en asuntos soviéticos"), dijo en 1929: "Si les fuera posible completar el Plan Quinquenal en cincuenta años, esto sería bastante grandioso. Pero esto es un sinsentido".
Esa fue la estimación del mundo capitalista a comienzos del Primer Plan Quinquenal.
No deja de ser interesante recordar que nuestros enemigos -Trotsky, Kondratiev, Groman y otros- también sostuvieron que la Unión Soviética se volvía más y más dependiente del mercado mundial capitalista. Kondratiev, líder e ideólogo de los campesinos ricos -los kulaks- escribió, por ejemplo: "No podemos cambiar el carácter fundamental de las relaciones internacionales de la URSS o el carácter del país que es esencialmente agrícola".
Tampoco la posición de Trotsky -ese notorio campeón de la restauración capitalista en la URSS- difiere materialmente cuando dijo:
“Nuestro Estado socialista está constantemente -directa o indirectamente- bajo el control igualador del mercado mundial. El ritmo del desarrollo no es una cuestión arbitraria. Está determinado por el desarrollo mundial de con-junto, porque en última instancia la economía mundial controla cada uno de sus sectores, incluso aunque el sector en cuestión esté bajo la dictadura del proletariado y esté construyendo la industria socialista.”
¡Cuán ridículos resultaron ser estos pronósticos!
Ahora estamos en condiciones de cumplir el Segundo Plan Quinquenal con un grado insignificante de importaciones. Entonces, ¿cuál será nuestra política con respecto a la distribución de los pedidos en el extranjero? Esto está recibiendo la mayor atención en los países capitalistas. En efecto, la política de la Unión Soviética en lo que se refiera a las importaciones se ha convertido en un enigma para el mundo entero. En todas partes se muestran un vivo interés en las transacciones del XVII Congreso: ¿cuál fue la perspectiva comercial? ¿Seguirá la Unión Soviética siendo un gran comprador? Esta actitud no es sorprendente cuando recordamos que los pedidos soviéticos, sobre todo los pedidos por maquinaria y equipo, y en particular en un tiempo de crisis, en efecto han sido muy bienvenidos.
La industria ingeniera ha sido la más afectada de todas por la crisis. En algunos países, la salida de esta industria disminuyó 80 e incluso 90 por ciento en 1932-33 en comparación con 1929. Los pedidos soviéticos de equipo han comprendido en ciertos casos del 70 a 80 por ciento de la capacidad productiva de varias plantas e incluso de ramas enteras de la industria. La importación de equipo por la URSS tuvo una influencia decisiva en el comercio mundial de maquinaria. En determinados países y líneas de equipo, con frecuencia la URSS compró del 80 a 100 por ciento de las exportaciones de un país dado. En 1932, la URSS compró el 70 por ciento de las exportaciones totales de Alemania de tornos y máquinas de herramientas; 85 por ciento de sus grúas y el 70 por ciento de sus excavadoras. La participación de la URSS en la exportación italiana de equipos eléctricos aumentó en 1932 a un 65 por ciento. En el comercio de exportación de maquinaria británica la participación de la URSS aumentó del 1,5 por ciento en 1928 al 80 por ciento en 1932, para máquinas cortadoras de carbón el porcentaje se incrementó de 2.5 a 70. Podrían citarse muchos ejemplos similares.
Uno puede por lo tanto comprender bien cuán profundamente preocupado debe haber estado el mundo capitalista cuando, especialmente a partir de 1933, los pedidos en el extranjero se han reducido tan drásticamente, siendo completamente suspendidos en algunos casos. Por ejemplo, fueron reducidos los pedidos de máquinas cortadoras de carbón, excavadoras, grúas, bombas, equipos eléctricos, turbinas, maquinaria para la industria textil, la imprenta, la alimentación, la construcción y otras industrias –en definitiva, una amplia gama de muchas clases de equipo importado en los cuales habíamos gastado tantos millones de rublos.
¿Cuáles son entonces las perspectivas de nuestras relaciones económicas con el mundo capitalista?
No admitimos la "autarquía", pero definitivamente no realizaremos ningún pedido extenso si no hay un cambio radical y una mejora de los términos y condiciones de estas compras. Si son propuestos préstamos a largo plazo con un interés normal pequeño, vamos a sopesar las condiciones y, posiblemente, nos pondremos de acuerdo en la extensión de las importaciones. Pero no admitiremos ninguna clase de aumento en los precios o tasas elevadas de crédito como ocurrió en el pasado.
Incluso si estas condiciones no se materializan, seremos, sin embargo, capaces de realizar nuestro programa, sin duda, tenemos todas las posibilidades de completar el Segundo Plan Quinquenal con compras insignificantes en el extranjero.
La Unión Soviética ha logrado éxitos considerables en la realización de su Primer Plan Quinquenal y, al mismo tiempo, redujo drásticamente sus pasivos externos.
Fuente: Alfred Senn, ed., Readings in Russian Political and Diplomatic History. Homewood, Ill., Dorsey Press, 1966.
Última edición por Platon el Lun Mar 04, 2013 9:21 pm, editado 1 vez