Centralismo-Democrático
El centralismo-democrático
es el principio más importante de dirección de la sociedad socialista, de la estructura y actividad del Partido Comunista, del Estado Socialista, de las organizaciones sociales y de la economía.
Como principio de dirección de la sociedad, el centralismo-democrático conjuga la democracia, es decir, el poder de los trabajadores, su actividad e iniciativa, la elegibilidad de los órganos de dirección y su subordinación a las masas, con la centralización, esto es, la dirección desde un centro, la subordinación de la minoría a la mayoría, la disciplina.
En sus rasgos fundamentales este principio fue elaborado por Marx y Engels, que lo aplicaron en la Liga de los Comunistas y, luego, en la primera Internacional.
Surgió por la necesidad del movimiento obrero de lograr la unión de sus fuerzas en la lucha contra el capitalismo, de lograr una estabilidad monolítica y la organización de la vanguardia proletaria.
Con respecto a las nuevas condiciones históricas, a la época de las revoluciones proletarias, los principios del centralismo-democrático los desarrolló genialmente Lenin en la Carta a un camarada sobre nuestras tareas de organización (1902), en el libro Un paso adelante, dos pasos atrás (1904) y en otros trabajos.
El centralismo-democrático, como
principio de construcción del Partido, ha resistido una larga comprobación y ha resultado el más eficaz para la estructura organizativa del Partido Comunista tanto en las condiciones de la sociedad explotadora, como en el socialismo.
Es la base sólida de la estructura organizativa y de la actividad de los Partidos Comunistas y obreros marxistas-leninistas.
La necesidad de edificar un Partido asentado en los principios de la democracia se infiere ante todo del papel decisivo que desempeñan la clase obrera y las masas trabajadoras en la creación histórica. La organización de la vida interna del Partido partiendo del centralismo-democrático asegura una influencia decisiva de los comunistas en la elaboración de la política, en la formación de los órganos dirigentes del Partido, y crea las premisas necesarias para su actividad eficaz en la realización de los fines del Partido, de su Programa.
En el Partido, la democracia es garantizada por la elegibilidad de todos los órganos dirigentes del Partido, la dirección colectiva, la obligatoria rendición de cuentas y responsabilidad de los órganos dirigentes del Partido ante las organizaciones del Partido que los han elegido, ante los miembros del Partido. La democracia del Partido consiste también en que durante los periodos de Conferencias y Congresos, de construcción de la política del Partido, cada comunista puede debatir libremente cualesquiera cuestiones de la actividad práctica tanto de su organización como del Partido en su totalidad, incluso en la prensa del Partido.
La necesidad de estructurar el Partido basándose en el centralismo
se debe ante todo al carácter de clase de la sociedad, y también al carácter y a los fines del propio Partido como organización política de la clase obrera que se ha planteado
la tarea de derrocar al régimen de los explotadores y construir el socialismo.
En la sociedad capitalista, decía Lenin, «en su lucha por el poder, el proletariado no dispone de más armas que la organización» (V.I. Lenin. Un paso adelante, dos pasos atrás. O.C., t. 8, pág. 403). En la sociedad socialista, donde el Partido Comunista actúa como dirigente político de amplias transformaciones socioeconómicas, su papel social de vanguardia del pueblo, la necesidad de poner en práctica consecuentemente el ideal socialista, de seguir una única política socioeconómica y cultural y una única línea en política exterior condicionan unas elevadas demandas a la organización del Partido.
La unidad ideológica y de organización del Partido es necesaria para que este sea capaz de contrarrestar la presión de la ideología del imperialismo tanto de las masas trabajadoras como de los propios comunistas. El Partido Comunista se erige y actúa basándose en principios únicos ideológicos, tácticos y de organización. Tiene un solo órgano de dirección, el Congreso del Partido, y en el período entre un Congreso y otro, el Comité Central. Las decisiones del Partido y su Comité Central son leyes para los comunistas.
Todos los organismos comprendidos en el Partido se subordinan al central del Partido; las resoluciones e instrucciones de los organismos superiores del Partido son obligatorias para los organismos inferiores del Partido;
la minoría en los organismos de base y de dirección se subordina a la mayoría.
El centralismo también significa que los organismos de dirección del Partido rinden cuentas ante sus organismos inferiores y ante los organismos superiores. El centralismo presupone una firme disciplina del Partido y la misma responsabilidad ante el Partido de todos sus miembros, independientemente del puesto que ocupen. El que se niegue a cumplir las resoluciones de su organismo del Partido y del organismo superior del Partido es excluido del Partido.
Los Estatutos del Partido Comunista, prevén medidas especiales contra las infracciones de la unidad y de la disciplina del Partido. La disciplina del Partido y el orden democrático para resolver los asuntos del Partido son factores interdependientes. No se puede reforzar arbitrariamente el centralismo y reducir la democracia del Partido sin causar un daño considerable a la capacidad actuante del Partido, a su papel dirigente y a su influencia en la sociedad.
En igual medida, al ampliar la democracia, no se puede, sin causar un serio perjuicio al Partido, olvidar la necesidad del centralismo, de la responsabilidad ante el Partido, de una rigurosa disciplina en las filas de este.
Para el partido marxista-leninista
son igualmente nocivos son tanto la disciplina anarquista, que se hace pasar por democracia, como el centralismo burocrático, que frena el desarrollo de la iniciativa y la actividad de los comunistas. El fortalecimiento de las relaciones dentro del Partido se logra sólo mediante un desarrollo de la vida interna asentado en la democracia y la disciplina. La correlación de la democracia y del centralismo en la actividad práctica del Partido
la determinan las circunstancias históricas concretas, el nivel de la madurez de las relaciones dentro del Partido y las tareas que aborda éste.
Con la victoria de la revolución socialista, a medida que se fortalece y avanza el socialismo, el centralismo-democrático se consolida cada vez más en la administración del Estado. Lenin fundamentó la necesidad de la construcción y la actividad del aparato estatal socialista en base al centralismo-democrático, subrayando la importancia de
compaginar la uniformidad en la solución de los temas cardinales de la política estatal con la utilización de las diversas formas democráticas de administración local. «Los clisés y la uniformidad desde arriba no tienen nada de común con el centralismo-democrático y socialista. La unidad en lo fundamental, en lo cardinal y esencial, lejos de verse perjudicada, está asegurada por la diversidad en los detalles, en las particularidades locales, en las formas de abordar la práctica, en los modos de aplicar el control…» (V.I. Lenin. ¿Cómo debe organizarse la emulación? O.C., t. 35, pág. 203). La democracia de la administración estatal se manifiesta en la elegibilidad de todos los órganos fundamentales del poder y de la administración estatal, en su subordinación al pueblo, en la participación activa de las amplias masas en la actividad de los órganos estatales, en la iniciativa de los órganos locales para la solución de los problemas estatales y locales. Asegura el centralismo en la dirección estatal un sistema único de poder y de la administración estatales, subordinando los órganos inferiores a los superiores, una política económico-social única, la planificación económica a escala estatal, la unidad de bases de la legislación civil y penal y del procedimiento judicial, etc. Son condiciones necesarias del centralismo en la administración
una organización y una disciplina rigurosas incompatibles con la arbitrariedad individual y con el desprecio anárquico del deber civil y de los intereses sociales.
Gran y peculiar importancia en el socialismo tiene el cumplimiento del principio de centralismo-democrático en la administración de la economía nacional. «Nuestra tarea ahora –dijo Lenin– es llevar a la práctica el centralismo-democrático en la esfera económica» (V.I. Lenin. Primera variante del artículo “Las tareas inmediatas del Poder soviético”. O.C., t. 36, pág. 152). La base técnico-material del centralismo-democrático en la política económica es la gran producción socialista moderna, y la base económica es la propiedad socialista sobre los medios de producción, que aúna a todas las ramas de la economía. Las necesarias condiciones político-sociales las crean el poder estatal en manos de los trabajadores, la unidad político-social e ideológica de la sociedad, la coincidencia de los intereses fundamentales de la sociedad, de las clases, de las colectividades y de los individuos. En la construcción económica, el centralismo-democrático
garantiza la posibilidad de una planificación estatal única, la utilización más razonable de todos los recursos materiales y el capital humano.
La subestimación y negación del centralismo-democrático como principio de dirección de la sociedad socialista, principio de construcción estatal y partidista, por parte de los
revisionistas de derecha y de «izquierda» refleja un enfoque no científico del socialismo, la influencia de la ideología burguesa y pequeñoburguesa.
*Adaptado de «Comunismo Científico Diccionario», de la Editorial Progreso, de varios autores bajo la redacción del académico A. Rumiántsev, como aporte a la discusión y al combate ideológico.