Engels en la lucha por el marxismo revolucionario
publicado en abril de 2013 en el blog Crítica marxista-Leninista
Fuente:
D.Z. Manuilsky, "Engels in the Struggle for Revolutionary Marxism", 1935. Publicado en revolutionarydemocracy.org
Traducción para "Crítica Marxista-Leninista" por Facundo Borges.
Descargar texto completo de "Engels en la lucha por el marxismo revolucionario", de D.Z. Manuilsky (1935) en el link situado en la parte inferior del texto.
Publicamos a continuación parte del discurso de D. Z. Manuilsky en el VII congreso de la Internacional Comunista, en 1935, con ocasión del 40º aniversario de la muerte de Federico Engels.
Se publica en el Foro en dos mensajes.
Engels, jefe del proletariado y maestro de la táctica proletaria
Engels no sólo fue el gran teórico del proletariado. Al igual que Marx, era ante todo un revolucionario. Como en el caso de Marx, el verdadero elemento de Engels era ante todo la lucha – la lucha persistente, consecuente y apasionada por el comunismo.
La primera mitad de los años cuarenta. El joven Engels extiende sus alas. Abandona el ambiente filisteo prusiano-cristiano y se abre un camino por sí mismo hacia el socialismo proletario. Conoce a Marx, con quien establece una unión combativa – el gran vínculo de unión entre los dos genios del comunismo proletario. Juntos, organizaron y dirigieron la Liga Comunista, y juntos elaboraron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, el primer documento programático del comunismo internacional.
La revolución de 1848. Engels es uno de los editores de la Neue Rheinische Zeitung, en la que, junto con Marx, apoya a la extrema izquierda de la Democracia, denunciando sin piedad sus vacilaciones, y defiende los intereses particulares del proletariado en la revolución burguesa.
Los años sesenta. Toma forma el primer partido del proletariado internacional –la Primera Internacional–, y Engels, junto con Marx, toma una parte muy activa en su trabajo. La doctrina de Marx y Engels obtiene su victoria decisiva sobre todos sus rivales en la Primer Internacional.
La Comuna de París marca el inicio de una nueva época en la historia de la humanidad. Surgen nuevas tareas: la transición a la creación de partidos proletarios de masas en los diferentes países, en el desarrollo de los cuales Engels ejerce una influencia decisiva.
Ya en 1846, Engels, con sólo veintiséis años de edad, formuló las tareas de los comunistas con claridad asombrosa:
“(1) Consecución de los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía, (2) Hacer esto a través de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes, (3) No reconocer otro medio de lograr estos objetivos que no sea una revolución democrática por la fuerza.” (Correspondencia de Karl Marx y Friedrich Engels)
Muchos años después, Engels dijo:
“Queremos la destrucción de las clases. ¿Cuáles son los medios para lograr esto? La dominación política del proletariado... Pero el acto supremo de la política es la revolución. Los que reconocen esto deben esforzarse por los medios y las acciones políticas que preparen la revolución, tal como educar a los obreros para la revolución, sin los cuales los trabajadores serán siempre engañados por los Favre* y los Pyats **, al día siguiente de la batalla. La política que se debe seguir es la política de los obreros. Se debe formar un partido independiente, con su propio objetivo y su propia política, no como un apéndice de algunos partidos burgueses.” (Engels, Discurso en la Conferencia de Londres de la Primera Internacional. Ver La Internacional Comunista nº. 21, noviembre de 1934, p. 812) * Jules Favre, francés, abogado republicano burgués, se convirtió en ministro después del 4 de septiembre 1870, la mano derecha de Thiers en la represión de la Comuna de París. ** Félix Pyat, francés, pequeñoburgués radical.
Y fue a estos objetivos a los que Engels dedicó medio siglo de lucha.
Los rasgos distintivos de Engels como un político de la clase obrera fueron formulados claramente por Lenin, de la siguiente manera:
“…La más profunda comprensión de los objetivos revolucionarios fundamentales del proletariado, y una definición inusualmente flexible de determinados problemas de táctica, desde el punto de vista de esos objetivos revolucionarios, y sin la más mínima concesión al oportunismo y a la fraseología revolucionaria.” (Lenin, Marx, Engels, Marxismo)
Ahora quiero tratar en detalle el tema de Engels como el maestro de la táctica proletaria. Nuestros Partidos, los líderes de nuestras secciones, pueden aprender algo de los brillantes ejemplos del arte de la táctica que dio el gran capitán proletario.
Del rico tesoro de proposiciones tácticas que Engels elaboró y aplicó en el curso de sus actividades prácticas, voy a tratar sólo unas pocas que directamente se refieren a la tarea central del VII Congreso, a saber, la tarea de preparar y organizar a la clase obrera y a los trabajadores para las batallas decisivas. No pocas personas en tiempos de Engels, y no pocos en la actualidad, conciben la revolución proletaria no dialécticamente sino mecánicamente. Sostienen que revolucionarios “puros”, coherentes y con consciencia de clase están en un campo, mientras que en el otro campo está una masa reaccionaria; que no puede haber ningún cambio en las correlaciones de fuerzas entre las clases, porque todas las clases han adoptado de una vez sus posiciones prescritas en el esquema revolucionario; que no hay capas intermedias vacilantes, porque todas han sido incluidas de antemano en la categoría de la reacción; que no hay vanguardia ni reservas, porque todas representan una masa revolucionaria; que no hay masas que apenas se están acercando a la revolución, porque todas han sido, previamente, incluidas en el campo de la vanguardia revolucionaria; que no hay etapas en el desarrollo de la lucha revolucionaria, porque de algún modo enigmático, las masas han sido transformadas en la clase suprema “de la última y decisiva batalla”; que el Partido revolucionario no necesita llevar a cabo el trabajo diario de educar y preparar a las masas para la lucha, porque las masas sólo están esperando la señal para lanzarse a la batalla bajo la dirección de los líderes archirrevolucionarios; que la preparación organizativa con el fin de acelerar el crecimiento del movimiento es superfluo, dicen, porque la espontaneidad del movimiento está trabajando a nuestro favor. Este es el tipo de personas que Engels tenía en mente cuando ridiculizó el siguiente esquema de desarrollo de la revolución:
“Todos los partidos oficiales unidos en un grupo aquí, todos los socialistas en una columna allá – la gran batalla decisiva. La victoria en toda la línea de un solo golpe. En la vida real las cosas no suceden de manera tan simple. En la vida real... la revolución comienza al revés, con la gran mayoría del pueblo y también de los partidos oficiales ubicándose juntos contra el gobierno, que de este modo es aislado y derrocado; y es sólo después de que estos partidos oficiales, cuya existencia aún es posible, han logrado recíprocamente y con éxito la destrucción del otro, que tiene lugar la gran división y con ello la posibilidad de nuestro dominio. Si... quisiéramos comenzar directamente con el acto final de la revolución, estaríamos miserablemente mal.” (Correspondencia de Karl Marx y Friedrich Engels)
Esta brillante proposición de Engels sobre el progreso y el desarrollo de la revolución fue sorprendente y plenamente desarrollada aún más por Lenin, más de treinta años después. Él escribió:
“Imaginar que la revolución social es concebible sin las revueltas de las naciones pequeñas en las colonias y en Europa, sin los estallidos revolucionarios de una parte de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin el movimiento de las masas proletarias y semiproletarias sin consciencia de clase contra la opresión de los terratenientes, la iglesia, la monarquía, las naciones extranjeras, etc. – imaginar eso significa repudiar la revolución social. Sólo aquellos que se imaginan que en un lado se alineará un ejército y dirá: “Estamos por el socialismo”, y en el otro lado otro ejército dirá: “Estamos por el imperialismo”, y que así será la revolución social...
“Quien espere una revolución social “pura” nunca vivirá para verla. Tal persona pregona la revolución sin entender lo que es la revolución.” (Lenin, Obras Escogidas, t. V)
Y más adelante dice:
“La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de parte de todos y cada uno de los elementos oprimidos y descontentos. Sectores de la pequeña burguesía y de los obreros atrasados participarán inevitablemente en ella –sin esa participación la lucha de masas sería imposible, sin esa participación ninguna revolución es posible– e inevitablemente también traerán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y errores. Pero objetivamente atacarán al capital, y la vanguardia consciente de la revolución, el proletariado avanzado, expresando esta verdad objetiva de una lucha de masas heterogénea y discordante, abigarrada y aparentemente incoherente, será capaz de unirla y dirigirla, de tomar el poder, de apoderarse de los bancos, de expropiar los trusts (odiados por todos, aunque por razones diferentes) y de introducir otras medidas dictatoriales que en su conjunto significarán el derrocamiento de la burguesía y la victoria del socialismo, que, sin embargo, no significará “purgar” inmediatamente la escoria pequeño burguesa.” (Ibíd.)
Estas palabras muy profundas de Engels y Lenin contienen los elementos fundamentales de la respuesta a la cuestión de cómo podemos luchar hoy exitosamente contra la ofensiva del capital, el fascismo y la amenaza de la guerra. Señalan la necesidad de que el partido proletario tenga una política correcta hacia las masas de su propia clase y hacia sus aliados, y señalan la tarea de crear un amplio frente popular de lucha, la necesidad y la capacidad de tomar ventaja de los antagonismos internacionales con el objetivo de fortalecer la posición del proletariado. Toda nuestra experiencia ha confirmado más de una vez el hecho de que el partido que empieza con concepciones vulgares e ingenuas de la revolución es incapaz de desempeñar el papel de organizador y líder de la revolución. No hay nada más peligroso para un partido combatiente y vivo, que fórmulas inventadas, sin vida y prefabricadas, porque ocultan la variedad colorida y viva de las condiciones y formas de lucha.
Es un error pensar que la revolución se desarrollará en línea recta como el vuelo de una flecha, que no habrá obstáculos e interrupciones, ni retrocesos con el fin de saltar más adelante, en el proceso de maduración revolucionaria. Es un error pensar que la táctica del partido revolucionario debe basarse no en la correlación de fuerzas entre las clases existentes, sino en cómo nos gustarían que fuesen esa correlación. Es erróneo pensar que en el proceso de preparación de la revolución, así como en el proceso de su desarrollo, es suficiente para el partido proletario depender completamente de las fuerzas de la vanguardia y que no hay necesidad de basarse en la mayoría de la clase obrera. Es un error pensar que haciendo caso omiso de otras fuerzas de clase y absteniéndose de tratar de ganar a las clases vacilantes hacia el lado de la revolución, al menos temporalmente, el partido proletario puede crear la clara situación de “clase contra clase”. Es un error pensar que es posible prepararse para la revolución y llevarla a cabo sin tomar ventaja de los antagonismos en el campo del enemigo, sin compromisos temporales y parciales con otras clases y grupos que se van revolucionarizando y sus organizaciones políticas.
En 1889, en una carta a la socialista danesa Trier, Engels recomienda utilizar a los otros partidos en interés de la clase obrera, que,
“... Se debe apoyar temporalmente a otros partidos y medidas que permitan una ventaja directa para el proletariado o que representen un paso adelante en la dirección del desarrollo económico y la libertad política...”
“Pero”, Engels añade: “yo estoy a favor de esta opción sólo si la ventaja directa resultante para nosotros o para el desarrollo histórico del país en el camino de la revolución económica y política, es incuestionable y vale la pena luchar por él. Otra condición obligatoria es que el carácter de clase proletario del Partido no esté en cuestión. Eso para mí es el límite absoluto.” (La cursiva es mía – D.Z.M. Bolchevique nº 21, 1932, p. 84)
Reforzar el carácter de clase del Partido, elevar la conciencia de clase del proletariado, elevar su capacidad de lucha, fortalecer sus posiciones, debilitar la posición del enemigo de clase – tales son los criterios que Engels consideró esenciales para decidir la cuestión de si tal o cual compromiso era admisible.
Estas tácticas son profundamente hostiles a la política de colaboración de clases entre el proletariado y la burguesía de seguida por la socialdemocracia internacional, porque esa política le quita al partido su carácter de clase, fortalece la posición de la burguesía y debilita y desmoraliza al proletariado. Estas tácticas revolucionarias no tienen nada en común con la política del “mal menor”, con votar por Hindenburg, con la formación de un bloque con Bruening; porque, al seguir la política del “mal menor”, la socialdemocracia entregó a la burguesía una posición proletaria tras otra, preparó el terreno para el fascismo, y preparó la derrota del proletariado.
Treinta años más tarde, sobre la base de la experiencia de las tres revoluciones rusas, Lenin amplió esta idea de Engels, y enseñó a los jóvenes partidos comunistas, tácticas flexibles y móviles que les permitieran superar su enfermedad “izquierdista” y continuar la lucha por el derrocamiento de la burguesía de una manera verdaderamente bolchevique. Él escribió:
“Hacer la guerra para derrumbar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los enemigos, a los acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es esto acaso algo infinitamente ridículo?... Obtener la victoria sobre un adversario más poderoso únicamente es posible poniendo en tensión todas las fuerzas y utilizando obligatoriamente con solicitud, minucia, prudencia y habilidad, la menor “grieta” entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o diferentes categorías burguesas en el interior de cada país; hay que aprovechar igualmente las menores posibilidades de obtener un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprenda esto no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico contemporáneo, en general.” (Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo)
publicado en abril de 2013 en el blog Crítica marxista-Leninista
Fuente:
D.Z. Manuilsky, "Engels in the Struggle for Revolutionary Marxism", 1935. Publicado en revolutionarydemocracy.org
Traducción para "Crítica Marxista-Leninista" por Facundo Borges.
Descargar texto completo de "Engels en la lucha por el marxismo revolucionario", de D.Z. Manuilsky (1935) en el link situado en la parte inferior del texto.
Publicamos a continuación parte del discurso de D. Z. Manuilsky en el VII congreso de la Internacional Comunista, en 1935, con ocasión del 40º aniversario de la muerte de Federico Engels.
Se publica en el Foro en dos mensajes.
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Engels, jefe del proletariado y maestro de la táctica proletaria
Engels no sólo fue el gran teórico del proletariado. Al igual que Marx, era ante todo un revolucionario. Como en el caso de Marx, el verdadero elemento de Engels era ante todo la lucha – la lucha persistente, consecuente y apasionada por el comunismo.
La primera mitad de los años cuarenta. El joven Engels extiende sus alas. Abandona el ambiente filisteo prusiano-cristiano y se abre un camino por sí mismo hacia el socialismo proletario. Conoce a Marx, con quien establece una unión combativa – el gran vínculo de unión entre los dos genios del comunismo proletario. Juntos, organizaron y dirigieron la Liga Comunista, y juntos elaboraron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, el primer documento programático del comunismo internacional.
La revolución de 1848. Engels es uno de los editores de la Neue Rheinische Zeitung, en la que, junto con Marx, apoya a la extrema izquierda de la Democracia, denunciando sin piedad sus vacilaciones, y defiende los intereses particulares del proletariado en la revolución burguesa.
Los años sesenta. Toma forma el primer partido del proletariado internacional –la Primera Internacional–, y Engels, junto con Marx, toma una parte muy activa en su trabajo. La doctrina de Marx y Engels obtiene su victoria decisiva sobre todos sus rivales en la Primer Internacional.
La Comuna de París marca el inicio de una nueva época en la historia de la humanidad. Surgen nuevas tareas: la transición a la creación de partidos proletarios de masas en los diferentes países, en el desarrollo de los cuales Engels ejerce una influencia decisiva.
Ya en 1846, Engels, con sólo veintiséis años de edad, formuló las tareas de los comunistas con claridad asombrosa:
“(1) Consecución de los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía, (2) Hacer esto a través de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes, (3) No reconocer otro medio de lograr estos objetivos que no sea una revolución democrática por la fuerza.” (Correspondencia de Karl Marx y Friedrich Engels)
Muchos años después, Engels dijo:
“Queremos la destrucción de las clases. ¿Cuáles son los medios para lograr esto? La dominación política del proletariado... Pero el acto supremo de la política es la revolución. Los que reconocen esto deben esforzarse por los medios y las acciones políticas que preparen la revolución, tal como educar a los obreros para la revolución, sin los cuales los trabajadores serán siempre engañados por los Favre* y los Pyats **, al día siguiente de la batalla. La política que se debe seguir es la política de los obreros. Se debe formar un partido independiente, con su propio objetivo y su propia política, no como un apéndice de algunos partidos burgueses.” (Engels, Discurso en la Conferencia de Londres de la Primera Internacional. Ver La Internacional Comunista nº. 21, noviembre de 1934, p. 812) * Jules Favre, francés, abogado republicano burgués, se convirtió en ministro después del 4 de septiembre 1870, la mano derecha de Thiers en la represión de la Comuna de París. ** Félix Pyat, francés, pequeñoburgués radical.
Y fue a estos objetivos a los que Engels dedicó medio siglo de lucha.
Los rasgos distintivos de Engels como un político de la clase obrera fueron formulados claramente por Lenin, de la siguiente manera:
“…La más profunda comprensión de los objetivos revolucionarios fundamentales del proletariado, y una definición inusualmente flexible de determinados problemas de táctica, desde el punto de vista de esos objetivos revolucionarios, y sin la más mínima concesión al oportunismo y a la fraseología revolucionaria.” (Lenin, Marx, Engels, Marxismo)
Ahora quiero tratar en detalle el tema de Engels como el maestro de la táctica proletaria. Nuestros Partidos, los líderes de nuestras secciones, pueden aprender algo de los brillantes ejemplos del arte de la táctica que dio el gran capitán proletario.
Del rico tesoro de proposiciones tácticas que Engels elaboró y aplicó en el curso de sus actividades prácticas, voy a tratar sólo unas pocas que directamente se refieren a la tarea central del VII Congreso, a saber, la tarea de preparar y organizar a la clase obrera y a los trabajadores para las batallas decisivas. No pocas personas en tiempos de Engels, y no pocos en la actualidad, conciben la revolución proletaria no dialécticamente sino mecánicamente. Sostienen que revolucionarios “puros”, coherentes y con consciencia de clase están en un campo, mientras que en el otro campo está una masa reaccionaria; que no puede haber ningún cambio en las correlaciones de fuerzas entre las clases, porque todas las clases han adoptado de una vez sus posiciones prescritas en el esquema revolucionario; que no hay capas intermedias vacilantes, porque todas han sido incluidas de antemano en la categoría de la reacción; que no hay vanguardia ni reservas, porque todas representan una masa revolucionaria; que no hay masas que apenas se están acercando a la revolución, porque todas han sido, previamente, incluidas en el campo de la vanguardia revolucionaria; que no hay etapas en el desarrollo de la lucha revolucionaria, porque de algún modo enigmático, las masas han sido transformadas en la clase suprema “de la última y decisiva batalla”; que el Partido revolucionario no necesita llevar a cabo el trabajo diario de educar y preparar a las masas para la lucha, porque las masas sólo están esperando la señal para lanzarse a la batalla bajo la dirección de los líderes archirrevolucionarios; que la preparación organizativa con el fin de acelerar el crecimiento del movimiento es superfluo, dicen, porque la espontaneidad del movimiento está trabajando a nuestro favor. Este es el tipo de personas que Engels tenía en mente cuando ridiculizó el siguiente esquema de desarrollo de la revolución:
“Todos los partidos oficiales unidos en un grupo aquí, todos los socialistas en una columna allá – la gran batalla decisiva. La victoria en toda la línea de un solo golpe. En la vida real las cosas no suceden de manera tan simple. En la vida real... la revolución comienza al revés, con la gran mayoría del pueblo y también de los partidos oficiales ubicándose juntos contra el gobierno, que de este modo es aislado y derrocado; y es sólo después de que estos partidos oficiales, cuya existencia aún es posible, han logrado recíprocamente y con éxito la destrucción del otro, que tiene lugar la gran división y con ello la posibilidad de nuestro dominio. Si... quisiéramos comenzar directamente con el acto final de la revolución, estaríamos miserablemente mal.” (Correspondencia de Karl Marx y Friedrich Engels)
Esta brillante proposición de Engels sobre el progreso y el desarrollo de la revolución fue sorprendente y plenamente desarrollada aún más por Lenin, más de treinta años después. Él escribió:
“Imaginar que la revolución social es concebible sin las revueltas de las naciones pequeñas en las colonias y en Europa, sin los estallidos revolucionarios de una parte de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin el movimiento de las masas proletarias y semiproletarias sin consciencia de clase contra la opresión de los terratenientes, la iglesia, la monarquía, las naciones extranjeras, etc. – imaginar eso significa repudiar la revolución social. Sólo aquellos que se imaginan que en un lado se alineará un ejército y dirá: “Estamos por el socialismo”, y en el otro lado otro ejército dirá: “Estamos por el imperialismo”, y que así será la revolución social...
“Quien espere una revolución social “pura” nunca vivirá para verla. Tal persona pregona la revolución sin entender lo que es la revolución.” (Lenin, Obras Escogidas, t. V)
Y más adelante dice:
“La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de parte de todos y cada uno de los elementos oprimidos y descontentos. Sectores de la pequeña burguesía y de los obreros atrasados participarán inevitablemente en ella –sin esa participación la lucha de masas sería imposible, sin esa participación ninguna revolución es posible– e inevitablemente también traerán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y errores. Pero objetivamente atacarán al capital, y la vanguardia consciente de la revolución, el proletariado avanzado, expresando esta verdad objetiva de una lucha de masas heterogénea y discordante, abigarrada y aparentemente incoherente, será capaz de unirla y dirigirla, de tomar el poder, de apoderarse de los bancos, de expropiar los trusts (odiados por todos, aunque por razones diferentes) y de introducir otras medidas dictatoriales que en su conjunto significarán el derrocamiento de la burguesía y la victoria del socialismo, que, sin embargo, no significará “purgar” inmediatamente la escoria pequeño burguesa.” (Ibíd.)
Estas palabras muy profundas de Engels y Lenin contienen los elementos fundamentales de la respuesta a la cuestión de cómo podemos luchar hoy exitosamente contra la ofensiva del capital, el fascismo y la amenaza de la guerra. Señalan la necesidad de que el partido proletario tenga una política correcta hacia las masas de su propia clase y hacia sus aliados, y señalan la tarea de crear un amplio frente popular de lucha, la necesidad y la capacidad de tomar ventaja de los antagonismos internacionales con el objetivo de fortalecer la posición del proletariado. Toda nuestra experiencia ha confirmado más de una vez el hecho de que el partido que empieza con concepciones vulgares e ingenuas de la revolución es incapaz de desempeñar el papel de organizador y líder de la revolución. No hay nada más peligroso para un partido combatiente y vivo, que fórmulas inventadas, sin vida y prefabricadas, porque ocultan la variedad colorida y viva de las condiciones y formas de lucha.
Es un error pensar que la revolución se desarrollará en línea recta como el vuelo de una flecha, que no habrá obstáculos e interrupciones, ni retrocesos con el fin de saltar más adelante, en el proceso de maduración revolucionaria. Es un error pensar que la táctica del partido revolucionario debe basarse no en la correlación de fuerzas entre las clases existentes, sino en cómo nos gustarían que fuesen esa correlación. Es erróneo pensar que en el proceso de preparación de la revolución, así como en el proceso de su desarrollo, es suficiente para el partido proletario depender completamente de las fuerzas de la vanguardia y que no hay necesidad de basarse en la mayoría de la clase obrera. Es un error pensar que haciendo caso omiso de otras fuerzas de clase y absteniéndose de tratar de ganar a las clases vacilantes hacia el lado de la revolución, al menos temporalmente, el partido proletario puede crear la clara situación de “clase contra clase”. Es un error pensar que es posible prepararse para la revolución y llevarla a cabo sin tomar ventaja de los antagonismos en el campo del enemigo, sin compromisos temporales y parciales con otras clases y grupos que se van revolucionarizando y sus organizaciones políticas.
En 1889, en una carta a la socialista danesa Trier, Engels recomienda utilizar a los otros partidos en interés de la clase obrera, que,
“... Se debe apoyar temporalmente a otros partidos y medidas que permitan una ventaja directa para el proletariado o que representen un paso adelante en la dirección del desarrollo económico y la libertad política...”
“Pero”, Engels añade: “yo estoy a favor de esta opción sólo si la ventaja directa resultante para nosotros o para el desarrollo histórico del país en el camino de la revolución económica y política, es incuestionable y vale la pena luchar por él. Otra condición obligatoria es que el carácter de clase proletario del Partido no esté en cuestión. Eso para mí es el límite absoluto.” (La cursiva es mía – D.Z.M. Bolchevique nº 21, 1932, p. 84)
Reforzar el carácter de clase del Partido, elevar la conciencia de clase del proletariado, elevar su capacidad de lucha, fortalecer sus posiciones, debilitar la posición del enemigo de clase – tales son los criterios que Engels consideró esenciales para decidir la cuestión de si tal o cual compromiso era admisible.
Estas tácticas son profundamente hostiles a la política de colaboración de clases entre el proletariado y la burguesía de seguida por la socialdemocracia internacional, porque esa política le quita al partido su carácter de clase, fortalece la posición de la burguesía y debilita y desmoraliza al proletariado. Estas tácticas revolucionarias no tienen nada en común con la política del “mal menor”, con votar por Hindenburg, con la formación de un bloque con Bruening; porque, al seguir la política del “mal menor”, la socialdemocracia entregó a la burguesía una posición proletaria tras otra, preparó el terreno para el fascismo, y preparó la derrota del proletariado.
Treinta años más tarde, sobre la base de la experiencia de las tres revoluciones rusas, Lenin amplió esta idea de Engels, y enseñó a los jóvenes partidos comunistas, tácticas flexibles y móviles que les permitieran superar su enfermedad “izquierdista” y continuar la lucha por el derrocamiento de la burguesía de una manera verdaderamente bolchevique. Él escribió:
“Hacer la guerra para derrumbar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los enemigos, a los acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es esto acaso algo infinitamente ridículo?... Obtener la victoria sobre un adversario más poderoso únicamente es posible poniendo en tensión todas las fuerzas y utilizando obligatoriamente con solicitud, minucia, prudencia y habilidad, la menor “grieta” entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o diferentes categorías burguesas en el interior de cada país; hay que aprovechar igualmente las menores posibilidades de obtener un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprenda esto no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico contemporáneo, en general.” (Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo)
---fin del mensaje nº 1---
Última edición por pedrocasca el Jue Abr 04, 2013 11:40 am, editado 2 veces