Sobre la RPD de Corea, sobre la idea Juche, sobre el culto a la personalidad y varias pinceladas más sobre uno de los últimos bastiones contra el imperialismo
Como marxista-leninista (''ortodoxo'' para unos, no para los que bien me conocen) me tenía confundido la bandera Juche por la que (con orgullo) se rige la República Popular Democrática de Corea (RPDC), o Corea del Norte.
Si empezamos a contar los países (considerados) socialistas, descartando los revisionistas y la kafkiana China 'Popular', nos quedan una Cuba 'aperturista' (por no decir otra cosa) y una Corea que, como en Asterix eta Obelix, ''siempre firme ante el invasor'', lo cual tiene un mérito innegable. Así que de primeras, un comunista ha de mirar con un mínimo de respeto (in my humble opinion) al desconocido y ''ermitaño'' (medio-)país antes de profundizar sobre ello. Y digo profundizar, intentado llegar más allá de las leyendas negras que escribe el Ministerio de Propaganda (ahora llamada Secretaría de Estado de Comunicación, creo), valiéndose de sus noticiarios habituales y debates 'plurales', y de 'primetimes' como los caza-ovnis de Cuarto Milenio o el afamado reportaje de Jon Sistiaga; proque una mentira repetida mil veces... se convierte en una gran verdad! (¡Qué listo Joselito Goebbels! Cómo sabía... y cómo han sabido sus herederos...)
Por empezar con un poco de (memoria-)historia, es innegable la soberanía del pueblo coreano que por suerte ha permanecido sobre el paralelo 38, en la actual RPDC. Tras la liberación de Corea del yugo colonialista (1905-45) del Japón imperial, los aliado soviéticos se retiraron de la 'zona norte' donde habían actuado, tal como habían acordado con los yanquis, mientras que esos mismos ''aliados'' no sólo permanecieron en el Sur, sino que impusieron a un dictador títere: el anticomunista cristiano Syngman Rhee. Éstos no tardaron en provocar la Guerra de Corea (1950-53), que entre victorias y derrotas de unos y otros, terminaron por fijar la muga más al sur de lo que antes estaba, sobre la que se desarrollaría un Estado socialista No Alineado (desencantado con los soviéticos por su escasa ayuda en la última guerra, a diferencia de la fuerte colaboración china) y bajo la que se desarrolló un régimen parlamentario de los que tanto gustan en Occidente, movido por los hilos de un bribón Tío Sam, ansioso por emprender otra nueva cruzada para someter a toda la península. Sólo que su gran arma, su Anillo Único, ya no era único. Y aunque tras la muerte de Stalin sabía que los soviéticos difícilmente usarían el suyo, los coreanos ya habían emprendido la forja del suyo propio: un programa de armamento nuclear que hoy anuncia poder llegar a superar tecnológicamente al yanqui.
Pero volviendo a la realidad interna de la RPDC, a la idea Juche y a la situación del pueblo coreano (del norte). Muy tentadoras son las jornadas de ocho horas con una para comer, cuatro días de trabajo a la semana, uno de voluntariado y una mañana de sábado dedicada al estudio, cuando te quedan libres un sábado tarde y un domingo entero (aunque no tienen discotecas...). De entre las mil cuestiones desconocidas que nos pueden preocupar de la autenticidad del socialismo coreano (si es merecedor del Label Socialista), trataré del 'culto a la personalidad' (no se asusten, no en un sentido jruschovista...). No voy a empezar a sistiagatizar sobre esto, pero es evidente que cierto amor y admiración hacia sus consecuentes líderes tienen... un poco más de lo habitual. ''¡Es otra cultura!'' justifican unos. Ados... pero no. Las sociedades sometidas a los sistemas capitalistas, cimentados sobre la tradición de culto de distintas religiones (entre otras cosas), nos lleva a que a día de hoy (como de ayer, en 1917), el Pueblo necesita de referentes individuales a los que se termina por, de algún modo, venerar. Un Vladimir, un Iosif, un Fidel... ¿Pero no debe ser el socialismo, ese sistema transitorio a una sociedad sin clases ni privilegios, el que debe romper con ese 'culto' (a la larga, tras un proceso de concienciación, pues nadie debería resultar imprescindible en un proceso revolucionario)? ¿Haremos la Revolución Socialista Vasca para tirar los Sagrados Corazones de Bilbo y Donostia y sustituirlos por unos titánicos Argala y Txabi? ¿Empezaremos con las momificaciones faraónicas de los 'generales' caídos de la Revolución? Y volviendo a Corea, ¿no son 60 años de República Popular Democrática suficientes para este trabajo de concienciación? Encontramos al pueblo coreano totalmente necesitado de esa figura de líder, de quien en vez de fomentar el pensamiento crítico (revolucionario) tiene una actitud paternalista basado en la ignorancia de los 'males'. Por poner un ejemplo, ¿por qué los líderes coreanos saben que es la cocaína y su pueblo no? No sólo se les prohíbe, sino que se finge que no existe. ¿Yo, cuadro del Partido, tengo conciencia suficiente para rechazar el consumo de drogas 'duras' pero un campesino no podría? ¿Llegamos a los planteamientos mencheviques de que 'la élite del Partido es la que debe dirigir a la ignorante masa trabajadora en el proceso revolucionario'?
Cuando yo consideraba todo esto errores de una desviación revisionista del marxismo-leninismo en la RPDC, fue Alejandro Cao de Benós (delegado especial del Comité de Relaciones Culturales con Países Extranjeros de la RPDC) quien me abrió los ojos. Esos errores que yo consideraba, como comunista (¿ortodoxo?) son en realidad los vestigios de la tradición mística coreana que ellos quieren conservar y asimilar (y así lo han hecho) en la nueva sociedad regida por la idea Juche. ¡No hay nada que discutir entonces!
El imperialismo (en este caso concreto, el 'Bloque' alineado con Estados Unidos) va a recurrir a las invasiones militares para salir de su crisis actual (como viene haciendo ya: I.GM, II.GM, Vietnam... y más recientemente: Libia y Siria). Ante las ansías guerreristas del 'Nobel de la Paz' Barack Obama, la RPDC, junto con Irán, supone uno de los principales bastiones de resistencia en el mundo. Muy acertadamente desarrolló el armamento nuclear con el que ha conseguido mantener 'a raya' a Estados Unidos y a su gobierno títere surcoreano... hasta ahora. Por ello, a pesar de las diferencias y críticas que tengamos respecto a la RPD de Corea, debemos apoyarla y defenderla ante el salvaje imperialismo.