Albania convoca un referéndum para prohibir la importación de basura

La convocatoria en diciembre de un referéndum por iniciativa ciudadana para prohibir la importación de residuos coloca a Albania en un dilema: ¿cesar de traer basura del exterior y así preservar su medioambiente o continuar con la emergente y lucrativa industria del reciclaje?

La llamada "Alianza contra la Importación de Basura" (AKIP), que agrupa asociaciones cívicas, individuos y activistas, ha recogido 62.000 firmas indispensables para la organización del plebiscito.

"Es la primera vez que se escucha la voz de los ciudadanos. Se trata de una práctica nueva relacionada directamente con la vida de la gente y su futuro", afirma en unas declaraciones a Efe Kozara Kati, activista de los derechos humanos y miembro del grupo iniciador de AKIP.

Albania importa sólo 25 tipos de residuos reciclables, que además figuran en la Lista Verde de la UE, de los 400 aprobados por el gobierno en 2010 mediante la ley que autorizó la importación de basura.

Pero la nefasta gestión de la basura doméstica -que ha convertido Albania en uno de los países más contaminados de Europa- y el temor a que bajo la importación de residuos se esconda un posible tráfico de sustancias tóxicas por parte de la mafia, especialmente italiana, son las dos principales razones que esgrime AKIP para demandar la prohibición de la importación de desechos.

Durante el comunismo, en Albania había pocos vehículos, la industria estaba atrasada y las escasas bolsas de plástico y botellas de Coca-Cola que entraban del exterior a través de la frontera más hermética de Europa eran conservadas como raras reliquias en las vitrinas de los cuartos de los huéspedes de los hogares albaneses.

Pero esta cultura dejó de existir después de que el país se abriera a la economía de libre mercado en 1991 y, junto al crecimiento del bienestar y del consumo, se incrementó también la cantidad de basura, que ha invadido calles, praderas, cauces de ríos, laderas de montañas y costas.

Actualmente, los albaneses producen 852.000 toneladas de basura al año, de las que sólo un 10 % acaba siendo reciclada.

Solamente Tirana dispone de vertedero de basura, mientras que el resto de ciudades la quema de forma improvisada en campo abierto, mientras que en los pueblos ni siquiera hay contenedores públicos.

Pero la basura, además de ser un problema de salud pública y de contaminación del medio ambiente, se ha convertido en fuente de enriquecimiento para un número creciente de albaneses y extranjeros.

Con este objetivo llegó el año pasado desde el lejano Perú el exministro de Exteriores Augusto Blacker Miller para construir, junto a sus socios italianos, la primera gran incineradora de residuos -por valor de 200 millones de euros- en la ciudad sureña de Fier.

Dueño de la empresa albanesa de gestión de residuos, Apollonia Investments, sobre Miller pesa una orden de busca y captura peruana por participar en el autogolpe del expresidente Alberto Fujimori en 1992.

Además, decenas de firmas italianas operan en el sector del tratamiento de basuras, que según los expertos, podrían ocultar actividades ilegales.

El mayor riesgo es el tráfico de materias tóxicas, que estarían entrando desde el extranjero gracias a la falta de control, las pobres infraestructuras, la poca preparación del personal y la corrupción de los aduaneros, aunque este punto es negado por las autoridades.

"A Albania no ha pasado ningún residuo tóxico. La importación es muy estricta y se hace sólo con el permiso del primer ministro", asegura Vladimir Bezhani, director en el Ministerio del Medio Ambiente.

Pero, según la policía europea Europol, Albania, Rumanía y Hungría son los principales destinos de residuos tóxicos enviados desde Italia y otros países del sur de Europa.

El cese a la importación de residuos, de ser aprobado, llevará a la quiebra a la nueva industria de reciclaje albanesa, que funciona con materia prima importada, ya que en Albania la basura aún no se separa en origen, sino que se tira en contenedores comunes.

"La demanda de AKIP es absurda. No es esta la solución para protegernos de la mafia de la basura, sino el aumento del control y la toma de medidas preventivas", considera Vullnet Haka.

Dueño de una de las mayores fábricas de reciclaje de polietileno, Haka perderá su inversión de 15 millones de euros, mientras que sus 200 obreros se quedarán sin empleo, igual que el resto de los 3.000 trabajadores con que cuenta esta industria, si el referéndum venciera.

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"Durante el comunismo, en Albania había pocos vehículos, la industria estaba atrasada y las escasas bolsas de plástico y botellas de Coca-Cola que entraban del exterior a través de la frontera más hermética de Europa eran conservadas como raras reliquias en las vitrinas de los cuartos de los huéspedes de los hogares albaneses."