EL FRACASO DE LA CONTRARREVOLUCION FASCISTA EN HUNGRIA*
ENVER HOXHA
(Extracto del folleto “Sobre la situación internacional y las tareas del partido”, 13 de febrero de 1957)
ENVER HOXHA
(Extracto del folleto “Sobre la situación internacional y las tareas del partido”, 13 de febrero de 1957)
La principal característica de la actual situación internacional es la dura lucha que se desarrolla entre los dos campos, el campo socialista y el campo imperialista, en la que este último pierde constantemente terreno, mas, sin embargo, conserva todavía posiciones sólidas.
La potencia del campo socialista constituye el factor primordial, determinante, de la salvaguardia de la paz. Este es el principal obstáculo a los planes agresivos del imperialismo y la base, el punto de apoyo inconmovible, de la lucha de todos los pueblos que combaten por su libertad y su independencia, por la salvaguardia de la paz y el desarrollo pacífico de las relaciones entre Estados. Es precisamente por ello que los dirigentes de los Estados imperialistas practican una política belicista contra el campo socialista y, en primer lugar, contra la Unión Soviética.
El bloque militar del Atlántico Norte, las bases militares que los imperialistas, con los Estados Unidos a la cabeza, han instalado en torno a la Unión Soviética y a otros países del campo socialista; el fondo de 100 millones de dólares que el congreso norteamericano ha destinado anualmente para actos de subversión en nuestros países y la desenfrenada propaganda belicista contra éstos; la movilización de todos los renegados y traidores al socialismo, así como la protección que se les ha concedido, son asimismo claros testimonios, entre otros, de la política belicista que sigue el imperialismo contra el campo socialista.
En la última reunión del Consejo de la OTAN se consideró como método principal, el más eficaz y el más realizable para llevar a cabo esta lucha, el organizar la actividad contrarrevolucionaria en los países socialistas para dividirlos y para minar desde dentro el poder popular.
En los planes de este complot general dirigido contrala Unión Soviética y los países socialistas, un papel primordial se había atribuido a la contrarrevolución en Hungría, cuyo objetivo era derrocar el poder popular y substituirlo por el de los latifundistas y de los capitalistas, por la dictadura horthysta-fascista.
Desencadenando la contrarrevolución en Hungría, los imperialistas intentaban al mismo tiempo crear un foco de guerra y de agresión entre los países del campo socialista, en las fronteras de la Unión Soviética, de Checoslovaquia y de Rumania, dividir a los países del campo socialista, apartarlos de la Unión Soviética, destruirlos uno a uno y, por último, escindir el movimiento comunista mundial.
La injerencia de los imperialistas en Hungría ha sido el factor principal de la contrarrevolución. Desde hacía tiempo venían organizando bandas de criminales, de horthystas y de fascistas inveterados, que fueron introducidos en el territorio de la República Popular de Hungría durante la preparación de la contrarrevolución y que montaron una propaganda desenfrenada contra la Unión Soviética y el campo socialista, contra el Partido de los Trabajadores Húngaros y el poder popular en Hungría. Numerosos hechos confirman con pruebas fehacientes su abierta intervención en los asuntos de Hungría.
La actividad de los imperialistas encontró apoyo en los enemigos internos, en los enemigos del poder popular y en el enemigo de clase. Eran numerosas las fuerzas horthystas en Hungría. El enemigo de clase, expropiado pero no suprimido durante los 12 años de poder popular, no dormía. Se preparaba y esperaba el momento oportuno para lanzarse al asalto con la ayuda de los imperialistas contra la República Popular de Hungría, a fin de derrocar el poder popular y restaurar su poder capitalista. La reacción interna en Hungría logró conservar sus fuerzas y organizarse incluso en las condiciones del poder popular. Pasó inmediatamente a ataques abiertos, hasta hacer estallar la revuelta armada, debido a las deficiencias y a la falta de vigilancia de la antigua dirección del Partido y del Estado húngaro. Se sabe que, en la fase de transición del capitalismo al socialismo, el antagonismo de clases no desaparece, que el enemigo de clase actúa y recurre a todos los medios para combatir el poder popular. A fin de aniquilar al enemigo, es preciso fortalecer la dictadura del proletariado, agudizar la vigilancia revolucionaria.
Los elementos antimarxistas y oportunistas y los traidores en el mismo seno del Partido de los Trabajadores Húngaros y fuera de él, con Imre Nagy a la cabeza, desempeñaron un importante papel en los acontecimientos de Hungría, en la preparación y en el desencadenamiento de la contrarrevolución. No es la primera vez que el imperialismo utiliza a las fuerzas de derecha, los oportunistas, los desviacionistas y los traidores, en su lucha contra el movimiento obrero, contra el movimiento comunista. Los acontecimientos de Hungría son una nueva prueba de la movilización de todas las fuerzas hostiles al socialismo al servicio del imperialismo.
Es conveniente al mismo tiempo indicar que los errores de la antigua dirección del Partido y del Estado húngaro, que son el origen de situaciones inestables, suscitaron el descontento de las masas trabajadoras, y los contrarrevolucionarios no dejaron de aprovechar este estado de cosas. La imperfecta valoración de las fuerzas de la reacción y las concesiones que se le hicieron, permitieron a los enemigos, bajo la máscara de la lucha contra los errores, — que podían y debían ser rectificados en el marco del poder popular —, engañar a las masas trabajadoras y desencadenar una feroz y sanguinaria contrarrevolución.
Sin embargo, todos los planes de los enemigos fracasaron. La contrarrevolución en Hungría ha sido aplastada. Respondiendo al llamamiento del Gobierno de los obreros y de los campesinos húngaros, la Unión Soviética ayudó al pueblo húngaro a aniquilar a sus enemigos, a salvar su libertad, su independencia, el poder popular y el socialismo. Apoyando al pueblo húngaro en su lucha contra los enemigos imperialistas y los enemigos del interior, la Unión Soviética cumplió un noble deber internacionalista e hizo al mismo tiempo un inapreciable servicio a la causa del socialismo, a todo el movimiento comunista mundial.
Considerando los acontecimientos de Hungría como lo que son efectivamente, es decir, una contrarrevolución desencadenada por los imperialistas en colaboración con el enemigo de clase y los elementos antimarxistas y traidores a la clase obrera, como Imre Nagy y compañía, nuestro Partido mantuvo una firme y justa actitud marxista-leninista. Su correcta apreciación se comprobó plenamente en la práctica.
Toda apreciación de los acontecimientos de Hungría que no se haga a través del prisma de la lucha de clases, será incorrecta y antimarxista. Ocasionará un grave perjuicio a la causa del socialismo y ayudará a sus enemigos. Constituirá, al mismo tiempo, una actitud hostil e irá en detrimento de los intereses de la clase obrera y del socialismo. La dirección de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia y toda su propaganda se esfuerzan en explicar los acontecimientos de Hungría como una "revolución popular de todas las masas trabajadoras", provocada no por los enemigos, sino por “el sistema político burocrático y por los errores de la camarilla Rakosi-Gero” Pero estas tesis no tienen ninguna base de sustentación y constituyen una tentativa hostil de oscurecer la situación, disimular y pasar por alto la lucha de clases, atacar el sistema democrático popular, sembrar la confusión en las filas de los partidos comunistas y obreros y aletargar su vigilancia frente a los enemigos.
Son numerosos los hechos que nos llevan a sacar la conclusión de que los dirigentes yugoslavos no están exentos de culpa en cuanto a los acontecimientos contrarrevolucionarios de Hungría, y que, por el contrario, tienen una gran responsabilidad:
a) Inmediatamente después del XX Congreso del partido Comunista de la Unión Soviética, los oportunistas y los enemigos del marxismo-leninismo en Hungría, bajo la bandera de la lucha contra los “errores de Stalin”, se esforzaron en propagar la “vía yugoslava”, considerándola como la “única vía justa” para la edificación del socialismo. Para ello desencadenaron una vasta propaganda tendente a desacreditar al Partido de los Trabajadores y a escindir las organizaciones del Partido y del Estado húngaro. A la par, se desplegó una campaña de envergadura para rehabilitar y llevar a la cabeza del Partido y del Estado húngaro a Imre Nagy, un hombre que “había sido injustamente perseguido” y que “debía asumir la dirección en Hungría en la nueva situación”. Toda esta campaña fue poderosamente apoyada por la prensa y los elementos yugoslavos. Antes del estallido de la contrarrevolución, la prensa yugoslava estaba plagada de noticias y de artículos que trataban sobre la actividad de los elementos antimarxistas, sobre los actos hostiles que se estaban desarrollando en el club “Petöfi” y sobre todas las intrigas antisoviéticas, antisocialistas y revisionistas tramadas en esa época en Hungría. En Budapest, los agentes yugoslavos gozaban de entera libertad de acción y, de concierto con los diversos grupos antipartido, desplegaban una vasta campaña sobre “la edificación específica del socialismo en Yugoslavia”, minando así las posiciones del Partido de los Trabajadores y del Gobierno popular húngaro.
b) Una vez desencadenada la contrarrevolución, la prensa yugoslava y el mismo Tito fueron los primeros en saludarla, con mensajes directos, considerándola como una revolución popular. Mientras todos los partidos marxista-leninistas desenmascaraban abiertamente la contrarrevolución y a Nagy, la prensa yugoslava no cesó de defender el gobierno de este último. Belgrado había acantonado sus tropas a lo largo de la frontera húngara, preparadas para penetrar en Hungría. Tal como los mismos dirigentes yugoslavos han declarado oficialmente, si el Ejército Soviético no hubiese intervenido en Hungría el 4 de noviembre, ellos habrían hecho entrar al suyo. Vean pues hasta qué punto habían llegado las cosas. La entrada de las tropas yugoslavas en Hungría hubiera complicado extremadamente la situación internacional. Hungría, signataria del Tratado de Varsovia, habría sido atacada por un ejército extranjero, en el momento en que estallaba una contrarrevolución fascista. Los Estados miembros del Tratado de Varsovia, e incluso el Ejército Soviético que se encontraba en Hungría, habrían tenido que intervenir para rechazar y liquidar este ataque. Sólo el apoyo del Ejército Soviético para aplastar la contrarrevolución permitió evitar esta provocación internacional.
c) Cuando fue desbaratada la contrarrevolución, los dirigentes yugoslavos desaprobaron la toma de posición de la Unión Soviética. Denunciaron la ayuda que había prestado a los trabajadores húngaros para aplastar el movimiento contrarrevolucionario y la calificaron de “intervención”. Imre Nagy, que había llamado a las tropas imperialistas en su ayuda y había planificado ciertamente la intervención de las fuerzas yugoslavas, que había dirigido las bandas fascistas que mataron y ahorcaron a miles de comunistas y obreros, encontró refugio en la legación yugoslava de Budapest.
Los dirigentes yugoslavos y su propaganda se oponían con todas sus fuerzas a la reorganización del Partido Revolucionario de los Obreros y Campesinos, al fortalecimiento de la dictadura del proletariado; Kardelj se pronunció abiertamente contra las medidas del Gobierno húngaro. Pidió que el poder fuera asumido por los consejos territoriales de obreros (atestados de contrarrevolucionarios) e invitó a los dirigentes húngaros a transformar radicalmente el sistema político en Hungría. Es evidente que, teniendo en cuenta que en los años que precedieron a la contrarrevolución el pueblo húngaro estaba empeñado en la construcción del socialismo, el deseo de Kardelj de una “transformación radical del sistema político” en Hungría, significaba pura y simplemente liquidar la dictadura del proletariado y restaurar el sistema capitalista. En una palabra, la actitud de la dirección y de la prensa yugoslavas no puede ser considerada sino como una intervención en los asuntos internos de Hungría, una tentativa de obstaculizar la labor del Partido y del Gobierno húngaro en sus esfuerzos por eliminar los restos de la contrarrevolución y normalizar la situación.
La contrarrevolución causó a Hungría considerables perjuicios materiales. Agravó seriamente la situación económica del pueblo, creó una gran confusión y anarquía. El Partido fue liquidado por los golpes de la contrarrevolución y las disensiones internas suscitadas por los elementos antimarxistas.
Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar al pueblo húngaro, hermano y aliado, a curar lo más pronto posible sus heridas.
* Extraído de las "Obras escogidas" en 4 Tomos escaneadas por el camarada Dzerjinskii.