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    [PCOE MADRID] Ante el segundo aniversario del 15M

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    Mensaje por GhostRider Sáb Mayo 11, 2013 2:30 pm

    Al calor de la, ya avanzada, crisis sistémica del capitalismo y, en concreto, debido a la situación agónica de la juventud obrera y estudiante, varios colectivos, implicados en el sector estudiantil, decidieron convocar una manifestación para dejar patente la profunda preocupación que tenían para con su presente y futuro. El final no fue el habitual, sino que se decidió pernoctar en la Puerta del Sol, con el objetivo de que las protestas no quedaran solo en una simple marcha, y aunar fuerzas con el paso de los días. La afluencia de gente, sobre todo debido a la brutal represión de la primera noche, fue exponencial y masiva, unida a una ilusión palpable respecto a todo el movimiento que estaba surgiendo.

    Las propuestas comenzaron a fluir dentro de aquel epicentro de inmenso grito social que se levantó en la Puerta del Sol, y que poco a poco fue extendiéndose por las plazas de las ciudades y pueblos de todo el Estado. Comenzaron a realizarse asambleas, a repartirse las tareas en comisiones, a trabajar y fijar los objetivos que se proponían como forma de mejorar la sociedad. La respuesta social fue disolviéndose con el paso de los días, ante una idea inicial fundamentada en que podría cambiarse la realidad en un periodo de tiempo mínimo y en un espacio determinado – tomada de lo acontecido en la Plaza Tharir de Egipto -. Ésto, unido a las patentes trabas y al escaso ritmo, emanado de la errada forma organizativa a la hora de consensuar los puntos a tratar en cada asamblea, hizo que se decidiera poner fin a la acampada el día 7 de Junio, determinando descentralizar el trabajo hacia los barrios – en un intento de construir, espontáneamente, algo parecido al poder popular -.

    Fue así como, poco a poco, se fueron estableciendo asambleas en buena parte de los barrios de las ciudades más importantes del Estado. Cierto número de ellas fueron multitudinarias, debido a la inercia que proporcionó el escaso mes de AcampadaSol y las movilizaciones que tuvieron lugar en ese lapso de tiempo. Pero pronto perdieron esa fuerza inicial y dejaron de atraer la mirada de las masas, pues se hacía patente que, por muy buenas intenciones que tuvieran los ciudadanos más volcados en el movimiento, éste carecía de una organización eficiente, de objetivos concretos y , sobre todo, de una táctica adecuada.

    Sea como fuere, estas asambleas pervivieron y sirvieron de correas transmisoras del movimiento, haciendo de engranajes que coordinaban las luchas de resistencia barriales y las que se daban a niveles superiores – local, provincial o incluso estatal-.

    Así llegamos, sin pena ni gloria, al primer aniversario del movimiento 15M. Hagamos balance de lo que supuso para el conjunto de las capas populares.

    En primer lugar, algo que, sin duda, hay que reconocer al 15M, es que politizó a buena parte de la sociedad que, hasta ese momento, permanecía impasible ante su penosa situación. La psicología de derrota imperante en cada centro de trabajo, de estudios y en cada barrio, fue momentáneamente vencida. Se dejó atrás el miedo a entablar conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo en nuestra realidad inmediata. Esta desafección social quedó patente en las elecciones municipales que tuvieron lugar a los pocos días de la explosión del 15M, donde comenzó a verse la aparición de un abanico más extenso de partidos burgueses, en la senda del comienzo del fin del bipartidismo burgués entre PSOE y PP. Sin embargo, no podemos obviar que, al ser éste un movimiento espontáneo de las masas, sólo puede generar conciencia burguesa, reformista; conciencia de sí, pero no conciencia para sí. De igual modo, poco a poco nos vamos encontrando con un movimiento limitado en lo organizativo, completamente horizontalista, que posee un carácter profundamente apartidista y carente de herramientas que presenten, al conjunto de la clase obrera y al resto de capas populares, una alternativa real al sistema capitalista. Hemos podido ver que se entendía la democracia burguesa, y el marco imperialista que la engloba, como algo domesticable, siendo -para ellos- posible la gestión de la economía por el conjunto del pueblo sin salirnos de los márgenes del “libre mercado”. Se negaba, por tanto, el objetivo carácter revolucionario del proletariado y su condición de sepulturero del capitalismo, sustituyéndolo por concepciones interclasistas, donde el objetivo de la clase obrera no es edificar una nueva sociedad, sino buscar su mejor situación dentro del marco democrático-burgués, ocupando, además, un lugar secundario en el movimiento, nunca protagónico.

    El 15M sigue, posteriormente -y como no no podía ser de otro modo- evolucionando. Su vanguardia práctica, directora efectiva del movimiento, así como los sectores de las masas que participan en él, adquieren una valiosa experiencia política, por ser ellas las protagonistas del mismo. De este modo empiezan a concebir el sistema como algo amplio, que abarca todos los aspectos de la vida, y no sólo como un problema político restringido a los estrechos márgenes del parlamento o una cuestión económica reducida a la avaricia de ciertas -y sólo ciertas- entidades bancarias y multinacionales. Los ecos del 15M empiezan, entonces, a ramificarse, y surgen convocatorias, colectivos y movimientos espontáneos dependientes -orgánica o ideológicamente- del susodicho. Vemos nacer tomalafacultad, YoNoPago, Yayoflautas, etc. Del mismo modo, al identificar sus intereses inmediatos con los de otras organizaciones o grupos previamente existentes, se funden con ellos y unifican su acción. Ejemplo de ésto es la relación simbiótica existente entre las asambleas barriales y la PAH.

    La situación de la clase obrera -en particular- y la de los sectores populares -en general- continúa empeorando, pues la correlación de fuerzas sigue inclinándose -amplísimamente- del lado de la burguesía. Ante esta situación, los elementos más avanzados del movimiento de resistencia buscan nuevos métodos de lucha, sin salir nunca de la espontaneidad ni de los límites que impone la lógica del capital. Otean el horizonte, se atreven a mirar un poco -insistimos, sólo un poco- más lejos de lo que solían. Así nacen citas como la del 25S: Rodea el congreso, 25A: Asedia el congreso, etc.

    Se empiezan a percibir actitudes peligrosas para el sistema, que, de ser encauzadas de forma revolucionaria, podrían representar -como es obvio, a largo plazo- una verdadera confrontación entre clases plenamente conscientes de sí mismas. Por eso, paralelamente a todo este proceso y a esta -leve- radicalización, el sistema pone en marcha sus mecanismos de protección.

    De este modo, el ala izquierda del Capital, representada en el parlamento por Izquierda Unida, comienza un trabajo, al igual que hiciera el PCE en los años 60 con las Asambleas de barrios, de erradicamiento de cualquier brote revolucionario de superación del sistema, encauzándolo hacia los intereses, meramente electorales, de su partido burgués, planteándolo como la única posible solución al capitalismo. De este modo, fagocitan el movimiento de las masas para hacerlo asumible por el sistema, dentro de la lógica democrático-burguesa (http://madrid.tomalaplaza.net/2013/05/01/denunciamos-la-estrategia-de-izquierda-unida-de-fagocitacion-de-los-movimientos-sociales/). No les resulta difícil, pues, como apuntábamos, eran pocos y tímidos los cuestionamientos reales al sistema capitalista.

    Así, llegamos al segundo aniversario del movimiento 15M. Hemos atravesado unas elecciones generales y un cambio en los gestores de la dictadura burguesa. Desgraciadamente, la burguesía sigue campando a sus anchas sin encontrar una confrontación real con su clase antagónica, el proletariado, por lo que continúa pasando por encima de él para ampliar, en lo posible, la cuantía de las plusvalías que roba. Se suceden las reformas, los recortes y toda clase de atropellos contra la clase obrera y el conjunto de los sectores populares. Han tenido lugar, en este lapso de tiempo, una total de dos Huelgas Generales -29M y 14N-, convocadas -y dirigidas- por la aristocracia obrera hacia sus propios intereses, pues ésta se ve obligada a pugnar con la gran burguesía por esa -pequeña- cota de poder que le fue cedida al restaurar el marco democrático-burgués tras el franquismo.

    Ante esta abrumadora realidad que sufrimos a diario, el 15M continúa su camino. Este domingo -12M- están programadas una serie de marchas, que confluirán en una sola, para conmemorar el segundo aniversario de su nacimiento, así como un extenso conjunto de movilizaciones en días previos.

    Ante ello, hemos realizado este necesario análisis, por el que concluimos que este movimiento espontáneo de masas ya cumplió su breve y limitado cometido histórico – apertura a la politización social y cuestionamiento de lo establecido -. Nada escapa al cambio, al desarrollo – en definitiva, a la dialéctica -, por ello es vital comprender que el 15M ha de morir para dar lugar a una realidad sociopolítica nueva y superior. Esto es algo que no comprenden los reformistas, los revisionistas y los oportunistas pues, de forma antidialéctica, quieren matar y no dejar morir al movimiento 15M; éste ha supuesto una verdadera escuela política para muchos elementos avanzados del proletariado, y han de ser ganados para la causa del socialismo científico, no pueden ser ignorados bajo los peregrinos epítetos de pequeñoburgueses o desclasados. Sin cumplir esta tarea -en este y otros frentes-, el divorcio entre el proletariado y la vanguardia comunista se prolongará. Es hora, por fin, de reconstruir el movimiento obrero, de darle conciencia para sí y de elevarlo -y dirigirlo- revolucionariamente.

    Este es, a grandes rasgos, el escenario actual, que parece desorientar a todas las formaciones, organizaciones o agrupaciones políticas – pretendidamente “rebeldes” o “revolucionarias” -, que de ningún modo representan los intereses objetivos de la clase trabajadora, pues parten de análisis acientifícos, cimentados en las tierras movedizas del idealismo y la metafísica, esto es, basados en el pensamiento burgués y no en el proletario -científico-.

    Atendiendo a las conclusiones, debemos comprender que la eclosión social del 15M tiene lugar -principalmente- ante el desmantelamiento paulatino del llamado “Estado del Bienestar”. Responde, por tanto, ante la necesidad de los sectores pequeño burgueses y aristocrático-obreros, de clamar contra lo que consideran un atropello hacia sus condiciones de estabilidad, esto es, la proletarización de sus condiciones de vida. Es por ello que está arraigado, en el seno mismo del movimiento, el carácter puramente interclasista y ciudadanista que no corresponde con la aspiración máxima del proletariado – lo cual no se encuentra, aunque pueda haber obreros, dentro del 15M -, sino a una lucha social que enarbola la bandera de un capitalismo al que sueñan retornar, a esos años de bonanza que, para esa parte de la población, suponían un nivel de vida que veían -o querían ver- como eterno.

    La cuestión es que la pequeña burguesía no es el sujeto revolucionario, no juega el papel de oprimido que sí juega el obrero dentro de las relaciones de producción capitalistas y, por tanto, no es la clase social llamada a protagonizar y guiar la Revolución Socialista que entierre el modo de producción burgués en el cementerio de la historia. Por lo tanto, es menester entender que la pequeña burguesía no debe tomar un papel protagonista dentro de la vanguardia práctica – como sí juega ahora -, sino que debemos ganárnosla (a la peq. burg.) como aliada del proletariado en el camino hacia el Socialismo, algo que, al calor de la profunda crisis estructural del sistema capitalista, y de, por tanto, su inevitable proletarización, supone una gran ventaja para la causa abanderada por el Partido Comunista.

    El papel de la violencia empieza, progresivamente, a verse como un arma necesaria en el grito espontáneo de las masas – o, en su defecto, los métodos de lucha que escapen del marco democrático-burgués, véase el escrache -. Es por ello que debemos preguntarnos qué violencia es la que necesitamos, pues la que responde a acciones individualistas no supone avance ninguno para el movimiento obrero. Para determinarlo acudimos al análisis materialista y dialéctico de la historia, el cual nos enseña que el motor de cambio y de desarrollo histórico es la confrontación directa -ineludiblemente violenta- entre las clases sociales, es decir, la lucha de clases. Si queremos derrocar y superar este sistema – verdaderamente -, liberarnos de toda opresión, debemos arrebatarle el poder político a nuestra clase antagónica, la burguesía, la cual no entregará a su enemigo natural, la clase obrera, su herramienta dictatorial – el Estado – a cambio de movilizaciones pacíficas y manos alzadas. Entendido ésto, y por mucho que nos pese a quienes soñamos y trabajamos por un sistema al verdadero servicio del ser humano, debemos asumir dicha realidad. De igual forma, es necesario puntualizar que las acciones de violencia deben estar dirigidas por la vanguardia del proletariado, el Partido Comunista, para dotarlas de un verdadero carácter revolucionario, logrando, así, los objetivos deseados.

    Concluimos, por tanto, que la ardua – pero maravillosa – tarea a realizar por la vanguardia teórica, es – además de deslindar posiciones con el revisionismo y el oportunismo – la de acudir allí donde se encuentra el único sujeto revolucionario, la clase obrera, que no es otro lugar que los centros de trabajo – aunado con los institutos, universidades y barrios -, trabajando, entremezclándose y ligándose con él, elevando su conciencia, sacándole de los márgenes de la lucha economicista, y organizando lo que será el futuro Estado Obrero, construir la máquina de Poder Popular que derrocará al Estado burgués -Frente Único del Pueblo- y que traerá la tan ansiada revolución emancipatoria que ponga fin, de una vez por todas, al yugo de esta opresión tiránica que no tenemos porqué soportar ni un minuto más.

    Así, desde el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL en MADRID, reafirmamos nuestra intención de organizar al proletariado madrileño y dotarlo de conciencia revolucionaria. Del mismo modo, hacemos un llamamiento a todos los comunistas del Estado español a engrosar las filas del PCOE para luchar consecuentemente por la Revolución Socialista y la edificación del Socialismo.

    Comité Regional del Partido Comunista Obrero Español en Madrid

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