Saben que no soy muy partidario de este tipo de critica salvo que este muy bien hecha, y esta lo esta. Asi que sin mas se las dejo
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En busca de un elefante de Jade (TR. 99), Me Pato y su familia llegan a Inestablestán, donde "siempre hay alguien disparándole a alguien". De inmediato, la situación de guerra civil se transforma en un incomprensible juego entre alguien con alguien, es decir, fratricidio estúpido y sin dirección ética o razón socioeconómica. La guerra de Vietnam resulta un mero intercambio de balas desenchufadas e insensatas, y la tregua en una
siesta. "¡RhaThon sí, Patolandia no!", grita un guerrillero apoyando al ambicioso dictador (comunista) y dinamitando la embajada de Patolandia. Al advertir que anda mal su reloj, el vietcong dice: "Queda demostrado que no se puede confiar en los
relojes del 'paraíso de los trabajadores'". La lucha por el poder
es meramente personal y excéntrica: "Todos quieren ser gobernantes". "¡Viva Rha Thon! Dictador del pueblo feliz", es el grito,
y se agrega en un susurro, o "infeliz". El tirano defiende su parcela: "Mátenlo. No dejen que estropee mi revolución". El salvador en esta situación caótica es el príncipe Encanh Thador o
Yho Soy, formas del egocentrismo mágico. El viene a reunificar
el país y a "pacificar" al pueblo. Finalmente debe triunfar, porque los soldados rehusan las órdenes de un jefe que ha perdido
su caiisma, que no es "encantador".
Soldado 1: "¿Para que sigan estas tontas revoluciones?".
Soldado 2: "No. Creemos que es mucho mejor que haya un
rey en Inestablestán, como en los buenos tiempos".
Y para cerrar el circuito y la alianza, Tío Rico regala "estás
riquezas y el elefante a Inestablestán", tesoros que le pertenecían antes a ese pueblo. Uno de los sobrinitos comenta: "La
gente pobre puede hacer uso de «lias". Y por último, tantas ganas
tiene Tío Rico de volver de este remedo de Vietnam, que promete: "Cuando vuelva a Patolandia, haré incluso algo más. Devolveré la cola de un millón de dollares del elefante de jade".
Apostamos, sin embargo, que Me Pato se olvidó de sus promesas apenas llegó. Así, el siguiente diálogo (en Patolandia) en
otra revista (D. 445):
Sobrinito: "También les dio la gripe asiática".
Donald: "Siempre he dicho que nada bueno nos puede venir
del Asia".
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En busca de un elefante de Jade (TR. 99), Me Pato y su familia llegan a Inestablestán, donde "siempre hay alguien disparándole a alguien". De inmediato, la situación de guerra civil se transforma en un incomprensible juego entre alguien con alguien, es decir, fratricidio estúpido y sin dirección ética o razón socioeconómica. La guerra de Vietnam resulta un mero intercambio de balas desenchufadas e insensatas, y la tregua en una
siesta. "¡RhaThon sí, Patolandia no!", grita un guerrillero apoyando al ambicioso dictador (comunista) y dinamitando la embajada de Patolandia. Al advertir que anda mal su reloj, el vietcong dice: "Queda demostrado que no se puede confiar en los
relojes del 'paraíso de los trabajadores'". La lucha por el poder
es meramente personal y excéntrica: "Todos quieren ser gobernantes". "¡Viva Rha Thon! Dictador del pueblo feliz", es el grito,
y se agrega en un susurro, o "infeliz". El tirano defiende su parcela: "Mátenlo. No dejen que estropee mi revolución". El salvador en esta situación caótica es el príncipe Encanh Thador o
Yho Soy, formas del egocentrismo mágico. El viene a reunificar
el país y a "pacificar" al pueblo. Finalmente debe triunfar, porque los soldados rehusan las órdenes de un jefe que ha perdido
su caiisma, que no es "encantador".
Soldado 1: "¿Para que sigan estas tontas revoluciones?".
Soldado 2: "No. Creemos que es mucho mejor que haya un
rey en Inestablestán, como en los buenos tiempos".
Y para cerrar el circuito y la alianza, Tío Rico regala "estás
riquezas y el elefante a Inestablestán", tesoros que le pertenecían antes a ese pueblo. Uno de los sobrinitos comenta: "La
gente pobre puede hacer uso de «lias". Y por último, tantas ganas
tiene Tío Rico de volver de este remedo de Vietnam, que promete: "Cuando vuelva a Patolandia, haré incluso algo más. Devolveré la cola de un millón de dollares del elefante de jade".
Apostamos, sin embargo, que Me Pato se olvidó de sus promesas apenas llegó. Así, el siguiente diálogo (en Patolandia) en
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Sobrinito: "También les dio la gripe asiática".
Donald: "Siempre he dicho que nada bueno nos puede venir
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