(Sacado de http://marxismoirreverente.wordpress.com/ )
El tema de la participación en los sindicatos ha sido un debate que siempre ha tenido la izquierdas revolucionaria, y que en los momentos actuales, parece que vuelve a resurgir con fuerza. Normalmente, solemos identificar tres posturas diferenciadas cuando queremos plantear la estrategia de los comunistas a la hora intervenir en el movimiento obrero.
1) La primera de la que vamos a hablar es aquella que reniega de la lucha sindical. Existen varias posturas diferentes a la hora de sostener este argumento, que van desde el odio irracional a todo lo que huela a sindicatos (por su carácter “reformista”), hasta a diferentes teorías de corte más posmoderno que defienden la supuesta “caducidad” de los sindicatos, apostando por inventar nuevas formas de lucha obrera.
2) La segunda suele ir enfocada hacia el apoyo a los sindicatos minoritarios, que si bien no cuentan con una gran masa de afiliados, mantienen una linea política de corte más radical, un sindicalismo más combativo y callejero que de negociación y gestión.
3) La tercera y última es la postura que mantiene que es necesario actuar dentro de los sindicatos mayoritarios, dado que aunque no mantengan una linea revolucionaria y de superación del sistema capitalista, es donde se encuentra la mayor parte de la clase trabajadora.
Ante estas tres opciones descritas, ¿cuál debemos escoger desde un planteamiento político comunista?
Vamos a analizarlo: Antes de plantear qué posicionamiento frente a los sindicatos nos parece más correcto, debemos repasar en qué consiste el planteamiento leninista de acción política. Como hemos descrito en artículos anteriores, una organización leninista intenta ser “la vanguardia” de la lucha, y por tanto su acción política va encaminada a ejercer una influencia en los frentes concretos para elevar el nivel de conciencia de los trabajadores, y conseguir unificar las diferentes luchas en una gran lucha contra el sistema capitalista.
Teniendo esto claro, acerquémonos a las tres opciones anteriormente descritas.
- La primera de ellas, es decir, la negación de la lucha sindical, es sin lugar a dudas la peor de las opciones. Se trata de una crítica idealista, negando una realidad (que actualmente la clase obrera organizada se mueve a través de sindicatos) para intentar desarrollar las luchas a partir de ideas en abstracto, que no responden a las necesidades ni dinámicas de los trabajadores. Es una actitud “paternalista”, que desprecia absolutamente el trabajo realizado por los trabajadores organizados en sus luchas concretas, y pretende desarrollar formas de lucha que no nacen al calor de las reivindicaciones de las obreras y obreros, sino que nacen en debates de intelectuales de salón.
- La opción del sindicalismo minoritario, si bien parte de una actitud honrada y combativa, consideramos que peca un poco de “izquierdismo” (también analizado en artículos anteriores). Aquell@s revolucionari@s que critican la opción de los sindicatos mayoritarios por su falta de combatividad o su poca o nula intención de superar el sistema capitalista, parten del error de ver los sindicatos como referentes a seguir y no como espacios desde los que trabajar; es aquí donde vemos la idea del sindicato como un equipo de fútbol. Las personas que defienden este tipo de sindicalismo son conscientes de que no son capaces de influir de forma decisiva en la realidad social del país, prueba de ello es que ni siquiera con la unión de todos y cada uno de los sindicatos minoritarios españoles (CGT, USTEA, CNT, SAT…etc) serían capaces de convocar una Huelga General exitosa. Sin embargo, para los miembros de estos sindicatos supone una gran “satisfacción personal” volver a casa contento después de la movilización, que si bien no ha logrado casi nada, mantiene una pureza ideológica y una coherencia envidiable con respecto a los mayoritarios. ¿Por qué decimos que se entiende al sindicato como un equipo de fútbol? Pues porque la gente busca unos colores de los que sentirse orgullosa, unas siglas que llevar con la cabeza alta pues no suponen asumir contradicciones difíciles de superar. La gente que opta por esta opción prioriza su propia integridad y pureza ideológica, a la capacidad de generar conflictos con una influencia fuerte en la sociedad. Es mucho más fácil acudir a reuniones donde todos se dan la razón, y donde todos se declaran abiertamente anticapitalistas, antes que mantener una lucha interna por hacer hegemónica una linea política más avanzada para el gran conjunto de la clase trabajadora.
- La tercera opción es, la que defendemos desde un punto de vista leninista. Nosotros y nosotras no vemos al sindicato como un referente, como un equipo del que sentirnos orgullosas; sino que lo vemos como un campo de batalla (fundamentalmente ideológico) donde debemos ejercer nuestra influencia, teniendo en cuenta que representan al mayor sector de la clase obrera organizada. Nosotros no elegimos el campo de batalla donde luchar, pero lo que queda claro es que si decidimos no luchar en él, es que se lo estamos regalando al enemigo.
Como conclusión podemos decir que, desde una perspectiva leninista, siempre priorizaremos nuestros esfuerzos por mantenernos en aquellos frentes que más daño puedan suponer al sistema; que estaremos siempre donde se encuentre la clase trabajadora en su conjunto y no sólo sus elementos más avanzados. Pues nuestra labor es organizar a todo el conjunto de la misma, y eso se hace estando con ella, no criticándoles desde nuestra casa. ¿Que esto supone asumir contradicciones? ¿Que no es fácil participar en una organización donde tus ideas son de inicio minoritarias? Por supuesto… pero nadie dijo que la Revolución fuera a ser un camino de rosas.
PD: Para un análisis más riguroso de la postura leninista sobre la lucha sindical, os recomiendo este artículo de mi estimada camarada Violeta Garrido “De si Lenin no va a la masa” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=159733
El tema de la participación en los sindicatos ha sido un debate que siempre ha tenido la izquierdas revolucionaria, y que en los momentos actuales, parece que vuelve a resurgir con fuerza. Normalmente, solemos identificar tres posturas diferenciadas cuando queremos plantear la estrategia de los comunistas a la hora intervenir en el movimiento obrero.
1) La primera de la que vamos a hablar es aquella que reniega de la lucha sindical. Existen varias posturas diferentes a la hora de sostener este argumento, que van desde el odio irracional a todo lo que huela a sindicatos (por su carácter “reformista”), hasta a diferentes teorías de corte más posmoderno que defienden la supuesta “caducidad” de los sindicatos, apostando por inventar nuevas formas de lucha obrera.
2) La segunda suele ir enfocada hacia el apoyo a los sindicatos minoritarios, que si bien no cuentan con una gran masa de afiliados, mantienen una linea política de corte más radical, un sindicalismo más combativo y callejero que de negociación y gestión.
3) La tercera y última es la postura que mantiene que es necesario actuar dentro de los sindicatos mayoritarios, dado que aunque no mantengan una linea revolucionaria y de superación del sistema capitalista, es donde se encuentra la mayor parte de la clase trabajadora.
Ante estas tres opciones descritas, ¿cuál debemos escoger desde un planteamiento político comunista?
Vamos a analizarlo: Antes de plantear qué posicionamiento frente a los sindicatos nos parece más correcto, debemos repasar en qué consiste el planteamiento leninista de acción política. Como hemos descrito en artículos anteriores, una organización leninista intenta ser “la vanguardia” de la lucha, y por tanto su acción política va encaminada a ejercer una influencia en los frentes concretos para elevar el nivel de conciencia de los trabajadores, y conseguir unificar las diferentes luchas en una gran lucha contra el sistema capitalista.
Teniendo esto claro, acerquémonos a las tres opciones anteriormente descritas.
- La primera de ellas, es decir, la negación de la lucha sindical, es sin lugar a dudas la peor de las opciones. Se trata de una crítica idealista, negando una realidad (que actualmente la clase obrera organizada se mueve a través de sindicatos) para intentar desarrollar las luchas a partir de ideas en abstracto, que no responden a las necesidades ni dinámicas de los trabajadores. Es una actitud “paternalista”, que desprecia absolutamente el trabajo realizado por los trabajadores organizados en sus luchas concretas, y pretende desarrollar formas de lucha que no nacen al calor de las reivindicaciones de las obreras y obreros, sino que nacen en debates de intelectuales de salón.
- La opción del sindicalismo minoritario, si bien parte de una actitud honrada y combativa, consideramos que peca un poco de “izquierdismo” (también analizado en artículos anteriores). Aquell@s revolucionari@s que critican la opción de los sindicatos mayoritarios por su falta de combatividad o su poca o nula intención de superar el sistema capitalista, parten del error de ver los sindicatos como referentes a seguir y no como espacios desde los que trabajar; es aquí donde vemos la idea del sindicato como un equipo de fútbol. Las personas que defienden este tipo de sindicalismo son conscientes de que no son capaces de influir de forma decisiva en la realidad social del país, prueba de ello es que ni siquiera con la unión de todos y cada uno de los sindicatos minoritarios españoles (CGT, USTEA, CNT, SAT…etc) serían capaces de convocar una Huelga General exitosa. Sin embargo, para los miembros de estos sindicatos supone una gran “satisfacción personal” volver a casa contento después de la movilización, que si bien no ha logrado casi nada, mantiene una pureza ideológica y una coherencia envidiable con respecto a los mayoritarios. ¿Por qué decimos que se entiende al sindicato como un equipo de fútbol? Pues porque la gente busca unos colores de los que sentirse orgullosa, unas siglas que llevar con la cabeza alta pues no suponen asumir contradicciones difíciles de superar. La gente que opta por esta opción prioriza su propia integridad y pureza ideológica, a la capacidad de generar conflictos con una influencia fuerte en la sociedad. Es mucho más fácil acudir a reuniones donde todos se dan la razón, y donde todos se declaran abiertamente anticapitalistas, antes que mantener una lucha interna por hacer hegemónica una linea política más avanzada para el gran conjunto de la clase trabajadora.
- La tercera opción es, la que defendemos desde un punto de vista leninista. Nosotros y nosotras no vemos al sindicato como un referente, como un equipo del que sentirnos orgullosas; sino que lo vemos como un campo de batalla (fundamentalmente ideológico) donde debemos ejercer nuestra influencia, teniendo en cuenta que representan al mayor sector de la clase obrera organizada. Nosotros no elegimos el campo de batalla donde luchar, pero lo que queda claro es que si decidimos no luchar en él, es que se lo estamos regalando al enemigo.
Como conclusión podemos decir que, desde una perspectiva leninista, siempre priorizaremos nuestros esfuerzos por mantenernos en aquellos frentes que más daño puedan suponer al sistema; que estaremos siempre donde se encuentre la clase trabajadora en su conjunto y no sólo sus elementos más avanzados. Pues nuestra labor es organizar a todo el conjunto de la misma, y eso se hace estando con ella, no criticándoles desde nuestra casa. ¿Que esto supone asumir contradicciones? ¿Que no es fácil participar en una organización donde tus ideas son de inicio minoritarias? Por supuesto… pero nadie dijo que la Revolución fuera a ser un camino de rosas.
PD: Para un análisis más riguroso de la postura leninista sobre la lucha sindical, os recomiendo este artículo de mi estimada camarada Violeta Garrido “De si Lenin no va a la masa” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=159733