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Desde antes de celebrarse el noveno congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, UPEC, ya en los noticieros de la televisión comenzaron a aparecer reportajes y comentarios que se acercaban a algunos problemas de la realidad.
Después de la importante cita en la que el Partido Comunista de Cuba convocó a periodistas, funcionarios, comunicadores y en general a quienes tienen que ver con la emisión de mensajes en nuestro país, a participar de lleno en los cambios previstos en los Lineamientos económicos y los objetivos de la Conferencia partidista, nació el espacio Cuba dice en el NTV y a la Mesa Redonda se han llevado temas desde la educación hasta de la construcción, con el interés de brindar información sobre serios problemas de la sociedad cubana actual.
Ahora bien ¿es suficiente lo que se hace? Aplaudo que por lo menos se hable de esos asuntos pero falta mayor profundidad en la mayoría de los enfoques y de que no se llegue al meollo de las problemáticas, no sólo son responsables los periodistas o los ejecutivos del ICRT.
Para que la realidad transite por nuestras pantallas de una manera transparente y aguda se impone que los medios de prensa tengan el respaldo absoluto de las estructuras del propio Partido y que este haga valer su autoridad con ministerios y empresas que siguen jugando al secretismo, amparados en la real y nada desdeñable guerra económica e ideológica dictada en Washington contra Cuba, que lejos de disminuir ha aumentado. Pero muchas veces por no darle información a nuestros potentes enemigos, dejamos que sean ellos los que impongan la agenda informativa, porque a pesar de que no todo el mundo tiene Internet o correo, las noticias corren por la red de redes con memorias flash o CD que llegan a quienes no están conectados. Si a eso se le añade los DVD ¿quién asegura que si los medios de difusión cubanos no lo dicen, el público no se entera?.
Pienso que cada uno (o una) con responsabilidad en la difusión, debe estar consciente de que la información debe salir de nuestras fuentes y no de las otras, porque jugar a la riposta no es nada efectivo. Si los acuerdos del noveno congreso de la UPEC son un reto para toda la prensa, en específico para la televisión son una varilla alta que se debe saltar no sólo en un espacio informativo, sino en todos.
Con un tiempo de elaboración mayor, programas como Sitio del arte, Hurón azul, Paréntesis, Dialogo Abierto, Al derecho, y Libre acceso del Canal Habana (sé que en otros telecentros existen buenos espacios, pero no los conozco) se acercan mucho más a una información comentada, especializada, polémica y diversa que contribuye a satisfacer las necesidades del televidente
¿Cambio en el bullpen?
Un tiempo atrás los que seguimos los avatares de la televisión decíamos que el reflejo de la Cuba actual estaba en los programas de ficción. A vuelo de memoria recuerdo las propuestas seriadas La cara oculta de la luna, Diana, Bajo el mismo sol, Aquí estamos, y unitarios como Los aretes que le faltan a la luna, Reinará la serpiente y Apuntaladas, que con mayor o menor logro estético contaban historias de aquí y de ahora.
Después de la teleserie Aquí estamos el espacio de la telenovela acogió a tres propuestas alejadas de nuestra cotidianidad o tocada de una forma superficial, que ya en su momento valoré.
Ahora tenemos al aire Tierra de fuego, una telenovela dirigida por mi amigo Miguel Sosa y que según algunos sondeos, más las visitas a las cooperativas que realiza el colectivo de la obra, es aceptada por los campesinos, un sector poblacional que hacía mucho tiempo no salía en la pantalla chica.
Mi colega Soledad Cruz una y otra vez me ha dicho que en el campo se vive así, y le creo, pero no de la forma en que está contada porque la propia televisión la desmiente: cuando entrevistan a presidentas de cooperativa están en el campo, con el pelo tapado por un pañuelo, una camisa de mangas largas, botas y sin una gota de maquillaje. Es cierto que cuando ella se ve en otro plano de la entrevista, en su casa, hay todo tipo de confort, está muy bien maquillada con una blusa o vestido que no tiene nada que envidiarle a las prendas usadas por mujeres que entran al Habana Libre a tomarse un trago.
Cuando salió el primer capítulo de la serie llamé a Migue para preguntarle si no había tenido ni un poco de café claro para echarle a los sombreros blancos, relucientes, que portaban todos los guajiros, lo que evidenciaba una absoluta falta de pátina Eso sucede con las paredes, los muebles: no hay ni un dercorchadito ni siquiera en las fachadas. Todavía recuerdo a Antonio Fagundes en la telenovela brasileña El rey del ganado con el deseable pecho, ya canoso, sudado, descubierto por una camisa también mojada, luego de un trote por su finca. Aún estoy por ver a alguien que sude en Tierras de fuego una propuesta que pudo desarrollarse en cualquier parte, pero que escogió –me parece bien, pero no suficiente- el campo como telón de fondo.
Existen sub tramas –como la violación de una “guajira” que reniega de su pueblito- que por si sola podría ser una interesante historia. ¿Cuántos campesinos han emigrado a la ciudad buscando otros horizontes? ¿Por qué no tratar acerca de una historia –que existen- de personas que han vivido en La Habana y se han ido para una finca porque es la manera que han encontrado de subsistir?
Claro esa sería otra novela: en la que estamos hay problemas con el guión y la dirección de actores, que no hacen creíbles a los personajes. De Tierras de fuego no saldrá ninguna Verena Contreras, ni un Nacho Capitán, ni mucho menos Silvestre Cañizo, que Xiomara Blanco, con su Tierra brava, una telenovela clásica, logró dotar de sangre y carne suficiente como para que Jacqueline Arenal, Fernando Hecheverría y Enrique Molina, intérpretes de esos personajes, aún no hayan logrado rescatar sus nombres verdaderos para el público.
La otra propuesta de dramatizados S.O.S. Academia, estrenada en el verano tiene una atractiva puesta en escena, buenas coreografías y aceptables actuaciones, pero evidentemente es una mezcla caribeña de El internado y Dos pasos adelante, series españolas aceptadas y aplaudidas especialmente por los adolescentes ¿por qué entonces la versión cubana se transmitió a las diez de la noche?
Los sábados por Cubavisión, quizás sin grandes aportes estéticos, este verano se insertaron telefilmes para los más jóvenes en el espacio Una calle, mil caminos, que tuvo además de temas necesarios una presentación, con debate incluido, que contribuyó a que fuera fluida la intención para que muchachos y muchachas se involucraran en esos cuentos no lejanos de la vida real.
Lo que viene…
En este pase rápido por la televisión de hoy, quiero apuntar que se fijen si no lo han hecho, en el programa Elogio a la memoria, una muestra de cómo hacer agradable y útil las semblanzas de grandes hombres y mujeres de la humanidad, además de hechos históricos. El equipo realizador de esta propuesta tiene la cultura suficiente para escoger lo bueno y saber transmitirlo sin adulterar la historia.
Durante el Festival de la televisión y la radio, desarrollado con más aciertos que deficiencias, se debatieron en los talleres teóricos y conferencias diversos asuntos vitales para estos dos poderosos medios. A la queja de que al Palacio de las Convenciones no puede ir todo el que quiera a los debates, habría que recordar que tampoco se llenaban las salas cuando se hacían en el Vedado, ni siquiera ya el Caracol es capaz de convocar hasta repletar la sala Villena, de la UNEAC, como pasaba una década atrás, quizás porque de los problemas planteados pocos se han resuelto. El comité organizador del festival, al valorar el desarrollo de este encuentro acordó que el próximo sea la primera convención de la radio y la televisión, para desarrollar los festivales en sí mismos, con concursos y debates, más las ferias e intercambio con delegados extranjeros.
Pienso que para ese encuentro si se quiere prestigiar los premios que se conceden, deben revisarse las bases y buscar que se le entreguen galardones a los más destacados, de tal suerte que sin conceder una retahíla de reconocimientos, tampoco se deje de distinguir, por ejemplo, una edición espectacular.
Precisamente, en el contexto del festival “topé” con las ofertas de RTV comercial, empresa comercializadora de la radio y la televisión. Para mí, quizás porque lo desconocía, resulta muy estimulante que sea esta entidad la gestora de filmes como Conducta, de Ernesto Daranas, Leontina de Rudy Mora, de ¿Por qué lloran mis amigas? de Magda Gonzalez Grau, Esteban de Jonal Cosculluela, y La espuma de los días de Fernando Timossi.
A estas películas se unen las series Habitat de Randol Menéndez, el gran premio de la televisión este año y Duaba, la odisea del honor de Roly Peña (a la que dedicaré un análisis posterior) que muestran igual que los filmes una hechura envidiable. La reconocida cinta Penumbras de Charlie Medina también fue producida por esta empresa.
RTV trabaja con diversas formas de producción y por ello es una buena muestra de lo que se puede lograr y que debe ir más allá. Sé que no depende de los ejecutivos de la televisión pero ¿cuándo un creador podrá vender sus obras a la pequeña pantalla? ¿acaso no se quitarían los líos de transporte, merienda, luces, en fin todo lo que lleva producir un minuto audiovisual si se lo encargaran a un realizador que ya, por el desarrollo tecnológico, hasta edita en su casa?
No por gusto hablé de dos congresos en el titulo de este texto; fue el noveno de la UPEC, viene el Octavo de la UNEAC. ¿Cuántos de los planteamientos de los artistas de la radio y la tv formulados un lustro atrás tendrán una respuesta positiva? ¿llegaremos a esa cita con una deficiente infraestructura, desde el edificio hasta la carencia de micrófonos de balitas, por ejemplo?, ¿se quiere realmente propiciar una televisión y una radio cultas y entretenidas?. Si a esta última pregunta la respuesta es SÍ, entonces además del talento faltan recursos de todo tipo para lograr audiovisuales diversos que satisfagan a distintos públicos.
La investigadora, publicista y premio nacional de la televisión Mirta Muñiz tiene un interesante libro sobre la libreta de abastecimientos. Aparte de tal texto, ese tema sólo ha sido tocado con la profundidad necesaria y a la vez con todo el humor del mundo, por el equipo de Vivir del cuento que dirige Ignacio Hernández, Nachi. Ese programa mereció el premio de la tv en espacios humorísticos en el último festival, pero recibió más: una ovación cerrada de quienes estábamos allí para reconocer el esfuerzo de un grupo de artistas que como una familia trabaja para la pequeña pantalla. Pero además de ese estímulo moral ¿es justo que Nachi gane lo mismo que otros directores que ni por asomo consiguen esa calidad en sus productos?. Ese es un tema que ha sido muy debatido ¿tendrá solución en breve?.
Y ya. No alcanza el espacio para temas tan variopintos. En otra oportunidad será. Y por supuesto, antes del próximo congreso de la UNEAC.
(Tomado de El Caimán Barbudo)