SIN PATRIARCADO para no morir. SIN CAPITALISMO para vivir.
EN EL CAPITALISMO, NO HAY VIDA SIN VIOLENCIA PARA LAS MUJERES
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A medida que se va profundizando la crisis estructural del capitalismo y éste aumenta sus niveles de violencia para poder subsistir, la cara más despreciable del patriarcado aumenta también día a día. A la violencia laboral, se superpone la violencia de perder el empleo, la de trabajos gratuitos de reproducción, la violencia física y/o sexual … Dentro del decrépito sistema capitalista no hay vida sin violencia.
La OMS, en el primer informe detallado sobre datos a nivel mundial, ha calificado los niveles de violencia contra las mujeres como “un problema de salud global de proporciones epidémicas” que se produce tanto en el ámbito doméstico como fuera del mismo. Se destaca que no hay diferencias significativas entre países ricos y pobres en cuanto al maltrato por parte del hombre a la mujer en una relación de pareja, que afecta a un 30% de mujeres en todo el mundo. Los casos entre la juventud van en aumento. Sin fronteras físicas o generacionales se calcula que un 35 % de mujeres experimentarán hechos de violencia, en ámbitos privados o públicos, en algún momento de sus vidas.
En el estado español, las medidas de los gobiernos de turno para salvar a la oligarquía, conducen a reforzar los roles de sumisión-dominación patriarcales asignados a las mujeres. Se aumenta la presión para atender las tareas domésticas, el cuidado de la infancia, ancianos y enfermos, a través de los recortes y privatizaciones en educación, sanidad y dependencia. Se reducen y eliminan los exiguos derechos sexuales y reproductivos, únicamente al alcance de quien los pueda pagar, y desaparece la posibilidad de vivir de nuestro salario con las continuas contrarreformas laborales y de las pensiones, que si bien condenan a la miseria a la clase obrera, significan para las trabajadoras una mayor pobreza.
Más mujeres se encuentran en situación de depender económicamente de algún hombre, aumentando el riesgo de ser víctimas de violencia, al reforzarse las bases materiales del patriarcado. Aumenta la inseguridad, la vulnerabilidad y el miedo, pero disminuyen las denuncias, al igual que van disminuyendo los escasos recursos públicos para proteger a las víctimas o desaparecen directamente con la reforma de la administración local.
Recursos, hay que decirlo, que sirven para paliar sólo una pequeña parte de la violencia estructural dirigida diariamente hacia las mujeres. Violencia que para ser eliminada requiere de otras relaciones de producción, otras relaciones sociales y afectivas. Relaciones propias del sistema capitalista y relaciones inherentes al patriarcado, que se adaptan y retroalimentan para continuar con la explotación y la opresión, con violencia cuando les es necesario para sobrevivir.
Proponemos analizar esta realidad para hacernos conscientes de ella y unir nuestras fuerzas a la lucha general por la transformación de la sociedad. Por la construcción del Socialismo-Comunismo como única posibilidad de unas relaciones humanas basadas en la igualdad y la justicia y la superación de la explotación de un ser humano por otro. Y en ese camino dirigiremos nuestros esfuerzos para combatir la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus formas y expresiones.
¡Organízate y lucha!
Derrotemos al capitalismo y al patriarcado.
Por el Socialismo-Comunismo
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A medida que se va profundizando la crisis estructural del capitalismo y éste aumenta sus niveles de violencia para poder subsistir, la cara más despreciable del patriarcado aumenta también día a día. A la violencia laboral, se superpone la violencia de perder el empleo, la de trabajos gratuitos de reproducción, la violencia física y/o sexual … Dentro del decrépito sistema capitalista no hay vida sin violencia.
La OMS, en el primer informe detallado sobre datos a nivel mundial, ha calificado los niveles de violencia contra las mujeres como “un problema de salud global de proporciones epidémicas” que se produce tanto en el ámbito doméstico como fuera del mismo. Se destaca que no hay diferencias significativas entre países ricos y pobres en cuanto al maltrato por parte del hombre a la mujer en una relación de pareja, que afecta a un 30% de mujeres en todo el mundo. Los casos entre la juventud van en aumento. Sin fronteras físicas o generacionales se calcula que un 35 % de mujeres experimentarán hechos de violencia, en ámbitos privados o públicos, en algún momento de sus vidas.
En el estado español, las medidas de los gobiernos de turno para salvar a la oligarquía, conducen a reforzar los roles de sumisión-dominación patriarcales asignados a las mujeres. Se aumenta la presión para atender las tareas domésticas, el cuidado de la infancia, ancianos y enfermos, a través de los recortes y privatizaciones en educación, sanidad y dependencia. Se reducen y eliminan los exiguos derechos sexuales y reproductivos, únicamente al alcance de quien los pueda pagar, y desaparece la posibilidad de vivir de nuestro salario con las continuas contrarreformas laborales y de las pensiones, que si bien condenan a la miseria a la clase obrera, significan para las trabajadoras una mayor pobreza.
Más mujeres se encuentran en situación de depender económicamente de algún hombre, aumentando el riesgo de ser víctimas de violencia, al reforzarse las bases materiales del patriarcado. Aumenta la inseguridad, la vulnerabilidad y el miedo, pero disminuyen las denuncias, al igual que van disminuyendo los escasos recursos públicos para proteger a las víctimas o desaparecen directamente con la reforma de la administración local.
Recursos, hay que decirlo, que sirven para paliar sólo una pequeña parte de la violencia estructural dirigida diariamente hacia las mujeres. Violencia que para ser eliminada requiere de otras relaciones de producción, otras relaciones sociales y afectivas. Relaciones propias del sistema capitalista y relaciones inherentes al patriarcado, que se adaptan y retroalimentan para continuar con la explotación y la opresión, con violencia cuando les es necesario para sobrevivir.
Proponemos analizar esta realidad para hacernos conscientes de ella y unir nuestras fuerzas a la lucha general por la transformación de la sociedad. Por la construcción del Socialismo-Comunismo como única posibilidad de unas relaciones humanas basadas en la igualdad y la justicia y la superación de la explotación de un ser humano por otro. Y en ese camino dirigiremos nuestros esfuerzos para combatir la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus formas y expresiones.
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