CATALUÑA, CUESTIONA NACIONAL Y PROYECTO REVOLUCIONARIO
Cataluña, es una nación de hecho, pero no de derecho. Cataluña configura una nación, pues es una comunidad estable a lo largo de los siglos, con la lengua catalana como lengua propia y característica de sus pobladores, con una vida económica bien definida y característica, con su expresión política organizada, que es la burguesía catalana y su(s) partidos, la clase obrera y su expresión política que es el Partido Comunista, así como la pequeña burguesía y los campesinos, también con sus organizaciones políticas. Todos estos rasgos han configurado la psicología común del pueblo de Cataluña, que se afirma en una vida cultural propia y particular que configura un sentimiento nacional independiente.
Cataluña como nación, tiene el derecho inalienable e imprescriptible a la autodeterminación, incluida la separación. Los comunistas, luchamos por el derecho de autodeterminación de las naciones y de los pueblos, defendiendo el derecho de éstos de decidir su propio modelo de construcción nacional.
La cuestión nacional es una parte fundamental del análisis y la intervención del movimiento obrero y de los partidos comunistas desde la Gran Revolución Socialista de Octubre y la creación de la III ª Internacional. Es imposible entender la toma del poder político por parte de la clase obrera en todos los países socialistas de la historia sin la lucha de liberación nacional y colonial.
La Gran Revolución Socialista de Octubre, encabezada por el PC (b) de Rusia, representó la primera victoria de la correcta interpretación e incorporación de la cuestión nacional y la lucha de liberación nacional en la lucha revolucionaria de la clase obrera. El reconocimiento real y sincero, así como la práctica del ejercicio del derecho de autodeterminación de los pueblos y las naciones oprimidas del Imperio Ruso por parte de los comunistas, supuso la incorporación de amplias masas obreras y populares en la lucha por el socialismo; masas populares de Ucrania, Bielorrusia, Polonia, los países bálticos, caucásicos, etc.; convergencia de la lucha por la abolición de la explotación social y la opresión nacional, sin la que hubiera resultado imposible derribar el Estado zarista imperial y posteriormente defender la joven revolución soviética ante la masiva y criminal agresión exterior de los países capitalistas.
El vínculo de la lucha por la liberación nacional y social logró incorporar a amplias masas populares y trabajadoras en la gran lucha por la toma del poder político revolucionario y la construcción del socialismo en Europa del Este, especialmente en Estados multinacionales como Yugoslavia.
La lucha por la liberación nacional y su incorporación efectiva a la causa de la lucha general por el socialismo y el comunismo, con la consecuente contribución internacionalista de la URSS, país líder del socialismo mundial, consiguió arrancar de las manos del imperialismo y el capitalismo inmensas regiones del planeta, propiciando la victoria revolucionaria de los comunistas en China, Corea, los países de Indochina, así como el fin del colonialismo en África y la construcción de Estados progresistas alrededor de este continente.
El fracaso de las burguesías nacionales en la construcción del Estado-Nación en la mayoría de países de Europa, especialmente en España, continúa situando la opresión nacional y la lucha por el derecho efectivo de las naciones a la autodeterminación en el centro del análisis político de los y las comunistas.
La clase obrera es la verdadera clase patriótica. Son la clase obrera, los campesinos y los sectores populares los auténticos defensores de la Patria y los que están destinados a convertirse en clase nacional en el poder para construir el socialismo. Así ha sido demostrado históricamente cuando ha sido necesario defender la independencia nacional frente a los ataques e intervenciones extranjeras. Fueron la clase obrera y las masas populares las que tomaron las armas ante la intervención fascista italiana y alemana para defender la soberanía nacional de Cataluña y España durante la Guerra Nacional Revolucionaria. Fueron los obreros y las masas populares las que defendieron a sangre y fuego la independencia de los pueblos soviéticos ante las intervenciones extranjeras. Fueron los obreros y la inmensa mayoría del pueblo los que tomaron las armas para liberar Cuba, Vietnam, Laos y tantos otros países ante los imperialistas. Y, desgraciadamente, han sido también los obreros los que engañados han cogido las armas y han dejado la vida por defender la Patria cuando la burguesía les ha lanzado a la lucha fratricida por sus propios intereses de rapiña. Han sido y serán los trabajadores los que han defendido y defenderán la independencia nacional y la soberanía de sus pueblos ante los intentos de sometimiento del imperialismo.
Por el contrario, la burguesía no tiene Patria; vende esta al mejor postor en función de sus necesidades económicas y para garantizar su supervivencia como clase y perpetuar la explotación de la clase obrera y el saqueo imperialista. La burguesía entrega fácilmente la nación, los derechos nacionales y la soberanía de los pueblos cuando ve peligrar sus intereses económicos y su existencia.
No tuvieron Patria ni nación la burguesía y las clases terratenientes de Rusia al colaborar y participar activamente en la intervención militar extranjera contra la joven revolución socialista, para descuartizar el país y entregarlo a las garras imperialistas, a cambio de recuperar parte de sus derechos perdidos. No tuvieron Patria ni nación la burguesía catalana y la burguesía española cuando se pusieron a las órdenes del fascismo italiano y alemán disponiéndose a entregar económica e incluso territorialmente el país para no perder parte de sus privilegios de explotación. No tuvieron Patria ni nación muchas de las burguesías de Europa, entregando sus naciones a Hitler sin resistencia, antes de ver perdidos todos sus privilegios económicos.
La Patria de la burguesía es el capital. Es el derecho de ésta a explotar las clases populares y perpetuar el saqueo imperialista. La Patria de la burguesía es el instrumento de perpetuación del sistema de dominación y de sus intereses económicos, que utiliza de manera oportunista para manipular los sentimientos nacionales de los trabajadores y utilizarlos en su pugna y confrontación con el resto de burguesías nacionales para controlar los mercados y el máximo de capital posible.
La burguesía recurre a los sentimientos de los trabajadores, los campesinos, los intelectuales, de la pequeña burguesía, que tienen en la vida nacional su razón de ser, para utilizarlos mezquinamente en su afán de abrazar cada vez mayores cuotas de poder político y económico. Instrumentaliza los justos sentimientos nacionales del pueblo, oprimido por la dominación y opresión nacional, para incorporarlo a las luchas que como clase emprende la burguesía, y que poco tienen que ver con los intereses de las demás clases sociales. Bajo el concepto de ciudadanía, la burguesía construye históricamente un sistema de dominación en el que pretende diluir las clases sociales en favor de un ente psicológico común con intereses comunes. Es a través del concepto nacional de la ciudadanía, que la burguesía intenta incorporar subjetivamente a la clase social antagónica-los trabajadores-ya otras clases sociales con intereses contrapuestos, la concepción de una comunión nacional de intereses común.
En Cataluña, hemos podido comprobar cómo históricamente la burguesía ha recurrido a los sentimientos nacionales de los trabajadores y las masas populares para utilizarlos en su movilización y lucha por sus propios intereses, pues la burguesía numéricamente es objetivamente incapaz de conseguir nada sin la incorporación accesoria de otras clases sociales en favor de sus necesidades. La incapacidad del sistema capitalista de resolver las aspiraciones nacionales de los pueblos, ha llevado muchas veces a la clase obrera a la confusión y a ser utilizada por la burguesía en su aspiración de convertirse en clase nacional en el poder. Así, la burguesía catalana movilizó a las clases populares para la consecución de la Mancomunidad y la restauración de parte de las instituciones abolidas por la invasión borbónica, pero no tendrá problemas en apoyar al régimen de Primo de Rivera para detener el avance del movimiento revolucionario entregando de nuevo la nación y abandonando sus intereses nacionales en favor de los intereses económicos de clase. También utilizó los sentimientos nacionales de la clase obrera catalana, reprimida y explotada al máximo por la dictadura franquista, para incorporarla a la lucha por la democracia burguesa representada por la monarquía borbónica, la Constitución Española, negación absoluta de los derechos nacionales de los pueblos , y el Estatuto de Autonomía, caricatura del Estatuto de Núria alcanzado por Cataluña bajo la República, pero que ya le estaba bien en ese momento a la burguesía catalana para garantizar sus derechos como clase.
La burguesía catalana, en palabras del presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha fracasado en el intento realizado durante décadas de “transformar” el Estado español para que éste también fuese el suyo. En otras palabras, la burguesía catalana no ha sido capaz históricamente de conseguir la creación de una estructura estatal moderna que satisficiera sus intereses económicos y políticos como clase dominante. El mercado mayoritario de la economía catalana ya no es como antes España, pues las exportaciones de Cataluña en todo el mundo ya representan más del 50% del total de estas. La incorporación de España en la Unión Europea ha aclarado muchos de los lazos que sostenían la dependencia de la burguesía catalana con la oligarquía central y su Estado. Cataluña ya no necesita del gendarme español para garantizar la estabilidad interna ante el posible avance de las fuerzas revolucionarias, pues la Unión Europea y la OTAN ya garantizan una defensa ante este supuesto. Ya no necesita de las fuerzas represivas del Estado, pues ha configurado sus propias fuerzas de represión con competencias totales en la materia. La oligarquía catalana ya no necesita la protección del Estado español para continuar con el saqueo imperialista de los pueblos, pues la Unión Europea como polo imperialista acompaña a las diferentes burguesías nacionales en la defensa y protección de sus intereses extranjeros a través de una política común creciente de rapiña y guerra. En el marco del capitalismo europeo, la burguesía catalana ya no requiere necesariamente de su integración como clase dominante en el seno del Estado al fracasar el intento de consolidación de una oligarquía única y en confluencia total de intereses para toda España.
El Estado español actual es la representación de la unión de los intereses del capitalismo central de Castilla, que es el dominante y el que monopoliza el poder político central, con las burguesías nacionales de los diferentes pueblos que configuran España, especialmente del capitalismo catalán y vasco. Esta unión de intereses común ha estado siempre marcada por el fracaso de la configuración de un Estado-Nación y la consolidación de un proyecto de burguesía única con intereses comunes definidos, generando un contradicción dialéctica entre estas burguesías; de necesidad de colaboración para proseguir en mejores condiciones con la explotación de la clase obrera y el saqueo imperialista en los mercados internacionales, ya la vez de confrontación para ampliar y mejorar su posición en el reparto de la plusvalía robada a los trabajadores y su salida a los mercados internacionales .
Actualmente, la burguesía catalana necesita seguir aumentando su capacidad económica para proseguir con el desarrollo del capitalismo en Cataluña y poder salir de la crisis general del sistema capitalista en mejores condiciones o por no morir en el intento. Por este motivo ha emprendido la batalla para conseguir el pacto fiscal, la hacienda propia y demás medidas de carácter esencialmente económico, pero también político.
La necesidad de la burguesía catalana de dar un paso adelante en sus reivindicaciones sobre cuotas de poder económico y político, constatan el fracaso del capitalismo español para configurar una unidad de intereses estable y común, especialmente con la burguesía y la pequeña burguesía de las naciones periféricas. La burguesía de Castilla sigue siendo una burguesía parasitaria, esencialmente de carácter financiero, que sigue sosteniendo el poder político con el apoyo y concierto de clases aún más parasitarias como los terratenientes o la Iglesia. El Estado español, y especialmente su burguesía central, representante económico y político de los territorios de Castilla, Extremadura, Andalucía, Murcia, Aragón, etc., han configurado la consolidación del capitalismo español como uno de los eslabones más débiles de la cadena imperialista. Esta dependencia y sumisión a los Estados imperialistas más fuertes, especialmente EEUU y Alemania, ha convertido la economía española en una economía absolutamente dependiente y organizada en función de las necesidades de estos países imperialistas.
España se configura como un país con dos realidades bien diferenciadas. Por un lado, una región central aún sin prácticamente desarrollo industrial y con grandes extensiones de propiedad latifundista de la tierra. A pesar del subdesarrollo en términos capitalistas de esta vasta región central, es su burguesía, esencialmente parasitaria y financiera, coaligada con la clase de los terratenientes y grandes propietarios de la tierra y la Iglesia, la que hegemoniza el poder político del Estado. Por otra parte, tenemos varias regiones de la periferia de la Península, que tienen un potente desarrollo industrial, entre las que encontramos las naciones de Galicia, y especialmente Euskadi y Cataluña, que tienen una fuerte economía característica con un desarrollo capitalista avanzado y una consolidada burguesía que posee el poder económico y parte del poder político a través de las instituciones que otorga el sistema constitucional español. La contradicción entre el poder político que hegemoniza la burguesía española, siendo ésta la más débil en cuanto a poder económico, frente unas burguesías nacionales que gozan de un nivel de desarrollo económico capitalista muy superior, pero que no han podido ser incorporadas, y que no gozan del poder político necesario para proseguir con su tarea de reproducción del capital, son la base de las confrontaciones nacionales que hoy en día operan dentro del Estado español.
La pequeña burguesía, con el desarrollo del capitalismo en Cataluña y su consecuente aumento de la concentración del capital en cada vez menos manos monopolísticas, especialmente con el surgimiento de la crisis capitalista, ha visto peligrar sus intereses económicos y su propia supervivencia como en clase. Es por ello que en las últimas décadas, y especialmente a raíz de la crisis capitalista actual, es la pequeña burguesía la que ha sufrido un proceso de radicalización nacional cada vez creciente, siendo el máximo exponente y baluarte del independentismo catalán, frente una oligarquía mucho más moderada por miedo a perder en este proceso los privilegios que ostenta, y siempre más dispuesta a llegar a pactos y entendimientos con la burguesía central para resolver los conflictos de intereses.
Esta pequeña burguesía, ha conseguido en este proceso de radicalización de sus posiciones nacionales, convertir sus propios intereses como clase en intereses de amplios sectores de la clase obrera y las clases populares. De esta manera, y con el concurso interesado de la gran burguesía catalana, parte de la clase obrera del país ha adoptado estas posturas como propias, identificando falsamente el deterioro de sus condiciones de vida y derechos sociales como consecuencia de la participación de Cataluña dentro del Estado español.
El bloque oligárquico central, acostumbrado a poseer históricamente el poder político a base de guerra, imposición y prepotencia nacionalista, no ha sido capaz de integrar los sentimientos nacionales de los pueblos de España en su proyecto nacional, al contrario, ha sostenido una política de desprecio y de cultivar el odio entre los trabajadores de las diferentes naciones.
Llegamos así a la actual situación, donde ya no sólo es la pequeña burguesía la que fomenta la independencia de Cataluña de España, sino que son también amplias masas de la clase obrera y los sectores populares los que identifican en esta vía la solución de todos o gran parte de sus problemas. También grandes sectores de la oligarquía catalana apuestan ya por la construcción de un nuevo Estado capitalista catalán, evidentemente dentro de la Unión Europea, que les permita así salir de esta crisis en unas condiciones de explotación y reparto de la riqueza ampliamente mejoradas. Este proceso es la representación clara del fracaso de la burguesía catalana de conseguir integrarse plenamente en el engranaje del Estado español, es la constatación de la necesidad de la burguesía catalana de dotarse de la herramienta universal de perpetuación, coacción y represión de cualquier economía capitalista: el Estado, máximo instrumento de la burguesía para mantenerse en el poder y proseguir su criminal papel en la historia.
Los y las comunistas, como vanguardia de la clase obrera catalana e internacional, luchamos por la abolición de la explotación del hombre por el hombre a través de la toma del poder político y la construcción del socialismo.
Los comunistas afirmamos que la resolución de la cuestión nacional, tanto en Cataluña como en todo el mundo, sólo vendrá de la mano de la desaparición de las condiciones objetivas que generan esta realidad. La existencia de la dominación y la opresión nacional no son fruto de los intereses o las acciones de la clase obrera o las clases populares, pues éstas no tienen ningún interés en la sumisión de otros pueblos o naciones, pues su manera de vivir es a través de su trabajo.
La existencia de la opresión nacional y la dominación imperialista sobre los pueblos, tiene su razón de ser en la existencia de la burguesía como clase social, que sobrevive gracias a la explotación de los trabajadores y del saqueo de los recursos materiales y las riquezas de otros países. La existencia de las confrontaciones nacionales sólo interesa a la burguesía, pues los trabajadores tienen en común los mismos intereses en todo el mundo, que son la abolición de la explotación capitalista y la liberación del trabajo asalariado.
Las soluciones a la cuestión nacional en el marco del capitalismo, son imposibles. Cualquier resolución de los problemas nacionales en el marco del capitalismo, es una falsa resolución, pues las naciones, compuestas mayoritariamente por el pueblo trabajador, sólo podrán liberarse de la dependencia imperialista con la construcción del socialismo.
La solución de la cuestión nacional en el marco del capitalismo, no resuelve los amplios problemas estructurales que sufren los trabajadores y las masas populares por el funcionamiento de un sistema injusto y criminal.
En el caso de Cataluña, la resolución de la cuestión nacional no pasa por la creación de un nuevo Estado capitalista en el marco de la Unión Europea. La creación de un Estado capitalista en Cataluña, no supondría la resolución del conflicto nacional que vive el pueblo catalán, sólo supondría la dependencia de Cataluña en la cadena imperialista internacional, especialmente de los EE.UU. y Alemania en vez de España, en condiciones diferentes. En el mejor de los casos para el bloque dominante de Cataluña, la creación de un nuevo Estado catalán capitalista, supondría que Cataluña pasaría de ser una nación oprimida y dependiente a ser un Estado que oprime y saquea otras naciones del mundo.
Los comunistas damos y daremos apoyo siempre al derecho de los pueblos a la autodeterminación, pues este es un derecho básico e imprescriptible de cualquier nación. El derecho de la nación, particularmente la nación catalana, a decidir su forma de organización nacional y su modelo de relaciones con las otras naciones es un derecho sagrado. Sólo la nación y la voluntad de quienes la conforman tienen el derecho de decidir cuál es el modelo de organización del que ésta quiere dotarse, incluyendo el derecho a separación.
Los comunistas respetamos de manera sincera y efectiva, el derecho de autodeterminación de los pueblos, independientemente de considerar en cada momento concreto como correcto o no el modelo de relaciones del que quiere dotarse cada nación en un momento histórico determinado. Esta es una valiosa lección histórica que nos brindaron los bolcheviques, pues supuso el triunfo de la primera revolución socialista triunfante de la historia de la humanidad.
Los comunistas apoyamos ahora y siempre al derecho de las naciones a la autodeterminación, pero esta línea coherente de actuación no supone que los comunistas apoyemos la lucha por la separación de todas las naciones indiferentemente de las condiciones concretas en las que se desarrolla este proceso. Los comunistas analizamos en función de las características y particularidades de los movimiento de liberación nacional cuál debe ser nuestro papel y como apoyamos o combatimos este movimiento.
La incorporación de los comunistas a la lucha de liberación nacional ha logrado en muchos procesos históricos, incorporar esta lucha por los derechos nacionales a la lucha general por la revolución socialista y la construcción socialista. Esta es la realidad histórica de las naciones que conformaban la URSS, que al conseguir la incorporación de su lucha por la libertad nacional en la lucha general por el socialismo y la revolución se liberaron del yugo de la criminal monarquía zarista, que oprimía y pisaba con su bota militar los derechos y libertades de todas las naciones de su interior. Sin esta incorporación efectiva de la lucha nacional en la lucha por la revolución socialista habría sido imposible la unidad de todos los trabajadores de las diferentes naciones del Imperio ruso para derribar el sistema capitalista y construir la nueva sociedad. Sin esta incorporación de los pueblos soviéticos a la lucha por el socialismo, su libertad nacional hubiera continuado escamoteada y pisada por el deseo de las diferentes potencias imperialistas de Europa. Sólo el socialismo dio libertad a todos los pueblos soviéticos sometidos por el imperialismo. Gracias a esta incorporación de las luchas de liberación nacional en la estrategia general de los partidos comunistas pudieron triunfar las revoluciones socialistas en Cuba, Corea, China, Vietnam, Laos, etc., y propiciar procesos de carácter progresista popular en gran cantidad de países de África.
Los comunistas nos incorporamos a la lucha de liberación nacional allí donde ésta es de carácter popular, representa los anhelos del pueblo y comporta un avance para la consolidación de las posiciones de la clase obrera y sitúa en mejores condiciones a ésta en la correlación de fuerzas para la revolución y la toma del poder político. Estos son los casos mencionados anteriormente.
Muy diferente es la posición de los comunistas ante movimientos nacionales que son de carácter reaccionario y suponen un alejamiento de los objetivos estratégicos de la clase obrera. La creación de Eslovaquia o Croacia patrocinadas por Alemania y Hitler no supuso ninguna mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora ni representaron ningún avance para las posiciones revolucionarias, pues lo contrario, comportaron el aumento de las luchas fratricidas entre los pueblos y los trabajadores de las diferentes nacionalidades, así como el sometimiento a la explotación capitalista e imperialista en condiciones mayores de barbarie. La independencia-no deseada por sus pueblos, como así lo reafirmaron en referéndum antes de la traición de sus dirigentes políticos-de las diferentes naciones que conformaban la URSS, no supuso el mejoramiento de las condiciones de vida de sus trabajadores, sino el retorno de la miseria y del derecho de la burguesía de explotar de nuevo, así como del nuevo imperialismo ruso o del imperialismo norteamericano o europeo de volver a poner bajo su hegemonía e intereses las naciones separadas y enfrentadas nuevamente entre sí. La destrucción de Yugoslavia sólo ha servido a la clase obrera de las naciones que la componían para volver de nuevo a la miseria, entregar todas sus riquezas y recursos naturales a las necesidades del capital extranjero, y enfrentarse de manera brutal entre ellas en guerras fratricidas que sólo benefician a los intereses imperialistas sobre la región.
Los comunistas caracterizamos el Estado como el instrumento de coerción del que se dota el bloque dominante para perpetuar su existencia y proseguir con el desarrollo del sistema económico que opera en la base de la sociedad. En el caso del capitalismo, que es el sistema dominante en España y Cataluña, el Estado representa también el instrumento unitario de mantenimiento de las relaciones de producción y distribución de este sistema y la herramienta de perpetuación de éste.
Dado que la explotación común de todos los trabajadores que se encuentran bajo un mismo Estado se da de manera más o menos unificada y bajo los mismos parámetros, pues en términos generales se encuentran en la misma posición dentro de la cadena imperialista; se rigen por las mismas leyes laborales y sociales; tienen más o menos los mismos derechos arrancados por las luchas a la burguesía; generalmente están controlados y reprimidos por el mismo ejército, en definitiva, se encuentran dentro de un mismo marco de explotación y bajo el dominio de un conjunto de normas e instituciones unitarias destinadas a la perpetuación del sistema, el deber de los trabajadores, y de su vanguardia política, el partido comunista, es luchar conjuntamente contra este Estado, pues si este es el marco unitario de dominación, explotación y opresión , también es el marco de lucha conjunto para derribarlo y destruir el sistema capitalista.
Esta es la lucha conjunta que hoy en día remachar los comunistas catalanes conjuntamente con los comunistas españoles, y por ello el PCPC mantiene una firme política de unidad programática y estratégica hacia la toma del poder por parte de la clase obrera con el partido hermano de España, el PCPE, pues compartimos un marco de dominación y explotación común y por lo tanto una necesidad elemental de lucha compartida.
Pero esta unidad en la lucha por el derrocamiento del sistema capitalista español no significa una boda entre sus diferentes pueblos. La destrucción del capitalismo en España significará la desaparición de las condiciones objetivas que permiten la existencia de los conflictos nacionales y de la opresión de Cataluña como nación. Por tanto, y sin las condiciones materiales que sustentan la dominación nacional, tanto la nación catalana como las otras naciones de España, deberán ejercer su derecho a la autodeterminación, incluida la separación si así lo deciden; derecho que deberá ser necesariamente respetado por la totalidad de los otros pueblos de España.
Los incipientes intentos de la burguesía catalana para impulsar un proceso que culminaría con la creación de un nuevo Estado en Cataluña, integrado en la Unión Europea, no tienen ningún interés por la clase obrera y las clases populares de Cataluña. Una independencia de Cataluña conducida por la burguesía catalana, aunque respetada por los comunistas si este es el modelo de organización político que decide el pueblo de Cataluña, no representará ningún avance ni mejora en las condiciones de vida del pueblo trabajador catalán ni resolverá la cuestión nacional, pues la nueva Cataluña se convertiría en una nación imperialista y explotadora de otras naciones. Cataluña seguirá dependiente de las relaciones con otros Estados capitalistas para mantener su existencia y perpetuación de su burguesía como clase nacional en el poder.
Los comunistas, ante los intentos de la burguesía de arrastrar al pueblo bajo intereses que no le son propios, nos reivindicamos como verdaderos defensores de la Patria y de la cuestión nacional, los únicos que a través de nuestra lucha por la superación del sistema de dominación capitalista destruiremos las bases materiales que permiten la existencia de conflictos nacionales en todo el mundo, cumpliendo de esta manera nuestra labor nacional de manera internacionalista. Los intentos de la burguesía de arrastrar bajo su bandera y reivindicaciones a los trabajadores y a las clases populares sólo responden a sus intereses como clase, y no a los intereses nacionales. Su lucha es la lucha para mejorar la posición que ocupan en el saqueo y el reparto del botín imperialista mundial, es la lucha por aumentar el grado de explotación de sus compatriotas trabajadores. Como históricamente se ha demostrado, las burguesías nacionales, incluida la catalana, renuncian fácilmente a sus derechos nacionales para conservar sus derechos como clase.
La primera etapa del catalanismo político fue la de la gran burguesía, representada por Cambó y la Lliga Regionalista, pero que fracasó precisamente por anteponer sus intereses de clase a los intereses de Cataluña. La segunda etapa del catalanismo político fue la de la pequeña burguesía, representada por Macià, Companys y ERC, pero que también fracasó por su vacilación como clase. De nuevo, la bandera del catalanismo político la han cogido los partidos de la burguesía y la pequeña burguesía catalana, CIU y ERC. La clase obrera, las clases populares, los campesinos, los intelectuales, tenemos el deber de recuperar la bandera del catalanismo político y atarla de nuevo a la lucha revolucionaria. Los trabajadores somos la única clase verdaderamente nacional, pues representamos a la inmensa mayoría de la sociedad y por lo tanto somos los que configuramos la realidad de la nación. Los trabajadores somos la única clase realmente nacional, pues con nuestra victoria desaparecerán las condiciones objetivas que perpetúan la existencia de los conflictos nacionales, y donde las naciones adquirirán su máximo esplendor como representación de la vida social y cultural, en detrimento del caduco Estado que poco a poco desaparecerá con la desaparición de las clases sociales que originan su razón de ser. Por ello, la tercera etapa del catalanismo, como repetía insistentemente Joan Comorera, debe ser la etapa de la clase obrera; la etapa de la lucha por la liberación social y nacional definitivo de Cataluña.
El Primer Congreso del PCPC, ante la cuestión nacional catalana define:
a) El Partido Comunista del Pueblo de Cataluña es un partido nacional y de clase, expresión de la necesidad de la clase obrera catalana de dotarse de un instrumento independiente y de vanguardia para la toma del poder político.
b) El PCPC, como instrumento de la clase obrera catalana, tiene una línea política independiente de las demás clases sociales, y sólo responde a los intereses y necesidades de la clase obrera catalana e internacional.
c) El PCPC lucha por la liberación nacional de Cataluña a través de la lucha política revolucionaria por el socialismo-comunismo, que aclarará las contradicciones nacionales entre los pueblos de España.
d) El PCPC lucha entre la clase obrera de Cataluña para fortalecer los lazos internacionalistas de ésta con el resto de la clase obrera de España.
e) El PCPC trabaja sistemáticamente para incorporar a la subjetividad de la clase obrera de Cataluña la necesidad de unirse estrechamente con el resto de trabajadores y pueblos de España para organizar la revolución socialista y construir conjuntamente la nueva sociedad.
f) El PCPC lucha por el derrocamiento del capitalismo conjuntamente y en estrecha comunión con el resto de trabajadores y pueblos oprimidos de España.
g) El PCPC lucha de manera efectiva para la liberación nacional de Cataluña y por el derecho de ésta de ejercer de manera libre y sin interferencias su derecho de autodeterminación.
h) El PCPC, en esta lucha por el derrocamiento del capitalismo en el Estado, lucha como un solo puño con el partido hermano de España, el PCPE.
i) El PCPC lucha por la revolución socialista en Cataluña y la consecución de la República Socialista Catalana, expresión de la toma del poder político por parte de la clase obrera catalana y su elevación a clase nacional en el poder.
j) El PCPC lucha por la República Socialista Confederal en toda España, expresión del triunfo de la revolución socialista en el conjunto del Estado y de la unión voluntaria a través de la libre confederación de los diferentes pueblos y naciones, que ejerciendo libremente su derecho a la autodeterminación sin injerencias y libres de explotación, deciden unirse para avanzar conjuntamente en la construcción de la sociedad socialista en marcha imparable hacia el comunismo y la extinción del Estado.
La consigna de la República Socialista Catalana es la expresión de la necesidad histórica de la clase obrera de Cataluña de tomar el poder político y construir el socialismo. Representa la culminación definitiva de la incorporación de la lucha por la liberación nacional de Cataluña por parte de los comunistas catalanes. La consigna de la República Socialista Catalana es la necesidad histórica de los comunistas catalanes de dar una respuesta clara y práctica a la cuestión nacional catalana, presentando nuestro proyecto político para Cataluña a la clase obrera y sectores populares.
La necesidad de desenmascarar las maniobras de la oligarquía para confundir los sentimientos nacionales de los trabajadores de Cataluña y arrastrarlos interesadamente a las luchas por la consecución de sus objetivos, debe ser respondida por parte del partido comunista con una política nacional justa y persistente , que explique a los trabajadores cuáles son los verdaderos intereses del bloque dominante que se apropia de manera oportunista y manipuladora de la nación y su bandera, concienciándolos sobre el papel liberador que representa el socialismo para las naciones y los pueblos. La consigna de la República Socialista Catalana es la respuesta de los comunistas catalanes a la necesidad de dotarnos de un proyecto claro para Cataluña, sin ambigüedades ni rehuir de estudio, al igual que compartimos la propuesta clara de República Socialista Confederal para toda España conjuntamente con el PCPE.
El abandono por parte de los partidos comunistas del análisis sobre la cuestión nacional y la incorporación efectiva de la lucha por la liberación nacional y el derecho de las naciones a la autodeterminación a la lucha de los trabajadores, sólo ha conllevado consecuencias funestas para el avance de la revolución socialista. La deriva ideológica en general y el abandono del análisis sobre la cuestión nacional en particular del PCE, ha supuesto una brutal desaparición de la lucha comunista en España, y muy especialmente a las naciones oprimidas por éste. No es casualidad, que el PCE que renunció a la lucha por la liberación nacional, con posiciones accesorias del chovinismo español, haya desaparecido casi completamente en territorios como Galicia, Cataluña, y especialmente en Euskadi, mientras sigue teniendo una importante presencia en diferentes regiones de España como Madrid, Asturias, León, Aragón, Andalucía, etc. Este abandono de las posiciones coherentes comunistas sobre la cuestión nacional, han abonado el terreno para que otras organizaciones políticas que no representan los intereses de los trabajadores hayan recogido la bandera nacional de la basura y la hayan hecho suya, desviando la atención de la verdadera necesidad de la lucha por el socialismo-comunismo para resolver el destino de las naciones y los pueblos.
Carles Masip
Notas:
* El texto que podéis leer a continuación fue una de mis aportaciones por escrito al 1 Congreso del PCPE, siendo incorporado como anexo al documento de la Tesis Política. Fue rechazado por la ponencia ya que “la militancia no estaba capacitada” para su discusión… ¡en un congreso! Tras mi marcha del PCPC, creo que este documento puede ser de más utilidad como aportación al debate existente sobre la cuestión nacional en Cataluña que dentro de un cajón cogiendo polvo. Como puede apreciarse por cuestiones de contexto, está escrito hace bastantes meses, y a pesar que hay elementos que deberían ser revisados, considero que el conjunto es aún válido.