Resulta bastante claro que el autor del artículo y sus compañeros esperaban agazapados detrás de la maleza una oportunidad, cualquiera que fuese, para poder criticar al PCOE después de 40 años de existencia. ¿Por qué ahora? Sin duda alguna que obedece a que el pasado mes de abril respondimos resueltamente a una crítica subrepticia de Olarieta. Nuestra contra fue a modo de debate y no fuimos nosotros los que lo iniciamos. Esperábamos pues, una defensa a ultranza de sus posiciones pero en el marco debido, en el que se estableció entonces, en el teórico práctico. Pero se ve que les resultaba más que difícil continuar por el camino que ellos mismos eligieron.
No nos queda muy claro si todas las imputaciones que el autor hace a los CJC y al PCPE van también dirigidas al PCOE y es que todo se manifiesta confuso, porque según se desprende, con nuestro partido el autor no tiene lo suficientemente dominada la parte del campo de batalla que escogió para atacar. Juzgar al PCOE por lo que supuestamente éste piensa que pasó hace treinta y cinco años nos parece una barbaridad o una falta de argumentos y de rigor para enfrentarse a nuestra realidad de hoy.
Pero el autor se equivoca, y mucho, al afirmar que no queremos hablar de los años 70. Yerra intencionadamente cuando dice que estábamos escondidos y más se equivoca cuando nos califica de bandidos, tal vez su inconsciente le jugó una mala pasada cuando se miraba al espejo. Para el PCOE actual, hablar de los años 70 no sólo es un hecho cotidiano, también es una obligación, porque esos años, pese a tantas cosas como sucedieron en el Movimiento Comunista Español e Internacional, poseen connotaciones de primer grado con el desarrollo teórico de nuestro Partido.
Durante los años setenta y principios de los ochenta, especialmente desde 1976, la sede del PCOE fue un lugar de encuentros muy interesantes. Los dirigentes más insospechados desde los “Movimientos de Resistencia” hasta los de “Liberación Nacional” llamaban a su puerta en busca de los líderes del Partido. Unos demandaban la opinión de Líster respecto de sus formas de luchas, otros insinuaban unidades orgánicas y otros pretendían que el PCOE intercediese ante los países socialistas para lograr su reconocimiento internacional. Naturalmente, se acercaron todo tipo de organizaciones con objetivos muy diferenciados, lo que se dice unas visitas de cal y otras de arena.
También el PCOE en aquella época devolvió visitas, incluso allende nuestras fronteras. Y a todos los visitantes y visitados se les habló de manera muy firme en lo que se refiere a las posiciones que el partido mantenía en aquel momento. Al PCOE no le tembló la boca ni el pulso para decir la verdad, lógicamente su verdad. El PCOE jamás se ocultó ni esquivó conversaciones con nadie, por muy arriesgado que fuese. Y tanto a los emisores nacionales, como a los de los “grandes” Partidos Comunistas del mundo, se les decía lo que teníamos que decir. Y que el PCOE luchó con sus pequeñas fuerzas, tanto contra la conciliación, como a favor de la ruptura total con el régimen, es un hecho tan evidente que únicamente quienes mantengan un interés particular intentarán distorsionar esa parte de la historia de nuestro Partido.
Por lo visto, Aguado considera únicamente verdad la versión de su organización: la resistencia contra el fascismo. Porque, en su opinión, lo que se dilucidaba en aquél entonces era que el régimen fascista continuaría de otra forma; en cambio el PCOE luchaba por destruir el capitalismo, cualquiera que fuese la forma que adoptara el capitalismo monopolista de Estado; tal fue su análisis y entendía que a través de las “Juntiñas” - Junta Democrática propugnada por el PCE o la Plataforma liderada por el PSOE - se traicionaba a las clases trabajadoras y populares.
Los camaradas del PCOE actual gustan de hablar de los años 70 porque de esos años aprendimos a asimilar que ningún partido, hasta que no se demostrase lo contrario, podía arrogarse ningún liderazgo, y aprendimos a luchar contra cualquier modo de represión que se cebara sobre los combatientes sociales y políticos. Y lo aprendimos porque en nuestras filas también hubieron camaradas que se pudrieron en las cárceles fascistas con más de treinta años de prisión, bastantes camaradas. Pero también los hubo anarquistas, socialistas, republicanos, y todos merecían nuestros respetos. Estas experiencias nos enseñaron que el capital, premonopolista y monopolista, democrático burgués o fascista, no está sometido a unos cánones tan estrictos por los cuales se rige para seleccionar a sus perseguidos. Bernstein o Proudhon, por recordar a los revisionistas más significados de la historia, fueron perseguidos por el capitalismo premonopolista como tantos miles en todo el mundo, que han pertenecido a escuelas reformistas, demostrando que la condición de preso, aun siendo totalmente respetable para un revolucionario, no da crédito de certeza política y, mucho menos, de fidelidad a los principios marxistas-leninistas.
A partir de ahí el PCOE ha dado muestras más que suficientes de denunciar la represión contra todos los antisistema, como se comprueba en nuestros mítines y actos públicos donde en muchas ocasiones hemos proclamado que en nuestro país existen comunistas y nacionalistas de izquierda en las cárceles y, todavía más, hemos colocado sus nombres y apellidos en primera página. No diríamos toda la verdad si ocultásemos que este sagrado deber revolucionario que hemos cumplido y continuaremos haciéndolo, no es, lamentablemente, causa común. Pero lo mismo que defendemos la libertad por convicción revolucionaria, no nos detendremos al reprochar que nadie, por el hecho de tener militantes en prisión, se arrogue el privilegio de ser el ombligo del mundo y por ello crea estar en la posesión de la verdad.
Los militantes del PCOE no miran solo hacia atrás para regocijarse de una trayectoria impoluta. Por el contrario, miramos hacia atrás con la alegría de haber desbrozado un camino que era muy espinoso, porque el PCOE ha tenido que rectificar posiciones inherentes a la crisis del Movimiento Comunista Internacional, porque después de oponerse a la conciliación de clases, el partido introdujo la consigna de profundizar en la democracia, si bien por medio de luchas legales y extralegales. Pero en Mayo de 1987, tras el reingreso de Líster en el PCE, se celebró el XIII Congreso por parte de quienes optaron por la continuidad del partido. Dicho Congreso acordó la resolución de enmendar el programa y se adoptaron posiciones respecto al Parlamentarismo, como también acerca de la vía pacífica al socialismo que dieron al traste definitivamente con la consigna “profundización de la democracia”. Recientemente ha aparecido en nuestra página web, debidamente actualizado, el artículo “La falacia del Parlamentarismo” que data del mismo Mayo de 1987, en el que se aprecia ya la ruptura con aspectos revisionistas.
Por eso, cuando Aguado dice de “pasada”: “Por cierto, en aquella época el PCOE defendía la “democratización de España”. Ese “etapismo” del que les gusta hablar últimamente a todos estos grupos, es el que ellos profesaron por mucho tiempo. De todos modos, “etapistas” o no, hay una regla general en el revisionismo: quedarse solo en los papeles” , no tenemos más remedio que sonreír, porque nadie como el propio PCOE ha sido tan crítico consigo mismo. Lo hemos recogido en infinidad de documentos, pero si nuestros impugnadores quieren una demostración tangible, les invitamos a que lean nuestra Revista “Teoría Socialista” nº 4, en donde pueden encontrar un artículo titulado: “Breve historia del Movimiento Comunista Europeo” que tras recoger un párrafo al respecto del Programa de 1984, dice lo siguiente:
“El PCOE nace pues, desde las profundas entrañas de la crisis del Movimiento Comunista Internacional (como el Partido del autor del libelo que refutamos) y según se puede constatar en la reseña precedente, se impregnó de su extravío político, pues propugnaba la “profundización” de la democracia, para avanzar hacia una democracia más desarrollada: La República Democrática y Popular, ruta “directa” para arribar en el socialismo en un solo proceso ininterrumpido. En esta dirección, se comprometió a modo de objetivo fundamental inmediato a fortalecer las instituciones burguesas, a llevar a cabo la democratización del sistema capitalista hasta el final, porque sólo así preveía que se tendría que acceder a un Estado Democrático y Popular y seguidamente al socialismo. El “truco” consiste en emplear genéricamente el término “democracia” con el fin de evitar tener que aclarar que se trata de la democracia burguesa y que lo que se pretendía era fortalecer a ésta, en pleno Capitalismo Monopolista de Estado, es decir, cuando la gran burguesía había completado el proceso de democratización de la misma sociedad burguesa, porque en definitiva, es la clase a la que corresponde llevarla a cabo”
A partir de ahí, y después de un recorrido de ningún modo cubierto de rosas, llegamos a nuestro XIV Congreso, en cuyo informe político reconocimos sin ambages que después de muchas traiciones, el partido se mantuvo a través de un finísimo hilo compuesto por 5 camaradas de Sevilla.
Fruto de los análisis y rectificaciones de conductas inveteradas, ha brotado impetuoso un nuevo PCOE, implantado ya en varias provincias y regiones de todo el Estado más en Catalunya. Un PCOE cuyos miembros del Comité Ejecutivo, junto con la Secretaría General, no sobrepasa la media de edad de 35 años y es una dirección totalmente proletarizada.
Nuestra joven dirección, toda la militancia actual del PCOE, ha examinado minuciosamente ese pasado tenebroso que constituyen los años de transición y posteriores. Tal como decíamos al principio lo hemos hecho en varias ocasiones con conclusiones afortunadísimas. Así que para el PCOE contemporáneo, en aquéllos años se agudizaron todas las contradicciones que existían en el Movimiento Comunista Internacional.
En su virtud, podemos hoy responder a Aguado, y a sus colegas, que la realidad de la época es muy distinta a la que ellos pintan y describen. Las diferencias fueron muy gruesas, más que la simple interpretación del carácter político de la “sociedad” que devino de la transición, es decir, si lo que existe en el estado español es fascismo o democracia burguesa. Las influencias de la decadencia del Movimiento Comunista Internacional en el Estado español fueron enormes. Mientras una parte asumía que la contradicción fundamental en el mundo era la que se daba entre el imperialismo y el socialismo, expresión máxima de la lucha de clases entre el capital y la fuerza de trabajo otros, entre los que se contaba la organización de Aguado, por el contrario hablaban de tres mundos y del social imperialismo soviético. En consecuencia, lo que emanaban eran dos comportamientos diametralmente opuestos, pero que la historia ha sentenciado como equivocados. Mientras que la parte antisoviética justificaba todo, hasta la concomitancia China-EEUU en una serie de países para aplastar los Movimientos de Liberación Nacional por el hecho de que los soviéticos ayudaban a dichos movimientos, la otra santificaba el régimen soviético más allá de lo pensable. No cabe duda que ambas posiciones determinaron sus concepciones sobre el estado español y la forma de luchar que había que adoptar.
Para el joven PCOE no supone ningún esfuerzo continuar hablando de aquellos tiempos, pero sólo para aclarar sus posiciones al respecto; sin embargo, Aguado y sus compañeros están obligados a reivindicar constantemente esos años porque, de lo contrario, no se podrían explicar y no tendrían ninguna justificación para su situación actual. Esa necesidad vital que siente su organización de hablar constantemente del ayer, les lleva a entablar la discusión entre fascismo o democracia burguesa para probar la justeza de su táctica “revolucionaria” ¿De qué estamos hablando? ¿En los años 70 existían las condiciones para una guerra revolucionaria? Para los que ignoraban el estado de las masas es evidente que sí, pero al fallar los vaticinios se encontraron que después de cada disparo, y al mirar a su alrededor, todo lo que veían eran callejones oscuros, sin masas en combates, sin que ni siquiera el proletariado supiese de la existencia de “su vanguardia revolucionaria” ¿Leninismo?
Que la táctica fue equivocada, lo ha demostrado la historia. Que no quieren aceptar esta realidad histórica, allá ellos, pero para nosotros demuestra una ceguedad política total y una gran dosis de revisionismo que les lleva al precipicio. Porque aunque se aceptase que estamos en el fascismo ¿significa que han cambiado las condiciones objetivas y subjetivas por el mero hecho de su calificación? Fascismo o democracia burguesa, esta maldita sociedad ofrece un mínimo de legalidad que hay que aprovechar, por donde introducirse, y siguiendo la teoría de Lenin, hay que estar utilizando lo oficial y lo ilegal en nuestras luchas; hay que educar a las masas para las grandes luchas y adiestrarlas en todo tipo de combate. Hay que construir órganos de Poder Popular. Hay que desbrozar el camino para la Dictadura del Proletariado sin etapismo; aunque esta palabreja no les guste a nuestros impugnadores. El Partido tiene que saber actuar en la superficie y en las profundidades, pero todos estos jamás alejados de las masas.
¿Es esto lo que persigue la organización de Aguado? No, porque no ha madurado en sus análisis, porque no ha salido de las oscuras catacumbas de la quiebra del Movimiento Comunista Internacional, porque continúa sin reconocer que la contradicción fundamental en el mundo es la que se da entre imperialismo y socialismo, o sea, entre el trabajo asalariado y el capital. Para ella la contradicción fundamental de la que dependen todas las demás es la que existe entre Imperialismo y los estados -para nosotros puro revisionismo- muy cercano a la tesis del Mundo Multipolar, expresión del nuevo revisionismo que invade los documentos de un sinfín de Partidos, especialmente en América Latina, porque de esta contradicción no emana directamente la Dictadura del Proletariado como salida cardinal y única de la situación actual; aunque ellos no lo reconozcan.
Lo que para Aguado es un acto de valentía resulta ser revisionismo puro y duro. Lo que Aguado reivindica es una quimioterapia que le mantenga vivo. Ah, en cuanto a su sentencia: “hay una regla general en el revisionismo: quedarse solo en los papeles” tenemos que reconocer que es totalmente acertada, imaginamos que se aplicarán el cuento.
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)
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