"Atila"
texto de Juan Pedro Torres Quintana publicado en su blog en julio de 2013
Sobre este caballero se han tejido las peores leyendas que registre la literatura europea y lo hemos creído en el llamado “mundo occidental”, el de la mal llamada “civilización occidental” judeo-cristiana, a la supongo que pertenezco; pero no pertenezco porque así lo escogí libremente sino que por ignotas razones nací donde nací. Pero lo cierto del caso es que realmente fue un primigenio luchador anti-imperialista. Como tal inventaron las peores fábulas para desacreditarlo y acabarlo moralmente. ¡¿Lo lograron?! – No lo sé, tampoco lo creo…ahora.
Poco a poco, lentamente, a lo largo de los años, he tenido la maravillosa experiencia de ir desnudando mentiras históricas que nos han enseñado casi como dogmas, pero que no han sido otra cosa que “matrices de opinión”, como les dicen modernamente, eso que los españoles llaman “camelos”, que en Venezuela llamábamos “cobas” (no sé con cual, b ó v)
Personas muy inteligentes, pero con cero moral, sin duda, han empleado su tiempo en diseñar y fabricar engaños que luego han montado maravillosamente, a posteriori nos los han mostrado como verdades absolutas y fácilmente han entrado a la historia como hechos reales e incontrovertibles.
Por ejemplo, nos han presentado a Dante Alighieri y su escrito La Divina Comedia como una joya monumental de la cultura europea del renacimiento. - ¿Saben qué? – Hace tiempo se demostró fehacientemente – eso sí, lo han ocultado muy bien – que ese libro es UN PLAGIO de un escrito árabe llamado El Viaje de Mahoma. Atacar a la grande y extraordinaria civilización árabe, llamarlos infieles, bárbaros y todo un sinfín de calificativos negativos les ha servido para tapar su engaño, su camelo, su coba, su matriz de opinión. El ataque a la civilización árabe es viejísimo, hoy persiste y cada día lo refinan más. Desde antes de las cruzadas hasta hoy no se han detenido y les han resistido, les resisten, les resistirán y, al final, prevalecerán. Alá ju acbar.
Igual ha pasado con Atila. Donde pisa su caballo no crece la hierba es una expresión que resume odio y todo lo malo que se pueda inventar alrededor de una persona. ¿Qué no han dicho sobre Atila?
Categóricamente afirmo sin ambages ni la menor pizca de vergüenza que prefiero mil veces y más como persona, como político, como jefe, como guerrero, como gente, a Atila que a Bush, Obama, Cameron, Merkel, Hollande, Tzarkozy y otros, esos sí, que son bárbaros sin alma. No perdamos tiempo en mencionar a Rajoy, Berlusconi y otros similares. Son marionetas de los primeros.
Atila fue un gran guerrero pero también fue un hombre decente, un hombre solidario con gran corazón que se compadecía de los débiles. ¿No lo creen? Pues, les contaré una pequeña historia real.
Era el año 452 cuando Atila llegó a las puertas de Roma. Ya se había tejido parte de la leyenda, la gente le temía, creyeron anticipadamente que saquearía Roma, la destruiría y degollaría sus habitantes. El Papa León I lo esperó a orillas del Río Tevere (Tíber) y le pidió que hiciera con la ciudad lo que quisiese, pero que tuviera piedad con los fieles refugiados en las iglesias, mayoritariamente enfermos, ancianos y desvalidos.
ATILA RESPETÓ A LOS REFUGIADOS; pero no solo eso, respetarlos. No. Los cuidó, protegió y auxilió.
En aquella época era algo absolutamente “normal” que las victoriosas tropas invasoras saquearan las ciudades conquistadas. Atila no saqueó Roma, protegió sus numerosas obras de arte. Dirán que invadió Roma. Es cierto, pero lo hizo porque el ya decadente Imperio Romano había hecho un pacto que NO CUMPLIÓ. Inclusive le habían concedido con anterioridad el título de Magister Millitum. ¿Parte teatral del premeditado engaño?
Fijémonos en un pequeño detalle que nos puede conducir a una reflexión. Etimológicamente, Atila es palabra derivada de una antigua lengua germánica, atta-illus – que significa PADRECITO. En esa época era común que los líderes asumieran nombres generalmente dados por sus seguidores; seguramente Atila no era el nombre que le pusieron sus padres al nacer sino el apelativo que luego mereció. Inocentemente pregunto: ¿Qué clase de hombre es aquel cuyo pueblo llama PADRECITO?
De eso y mucho más no sabemos nada, no nos lo enseñan, lo ocultan. Imaginen una razón. La que se me ocurre es que Atila los superaba – y los sigue superando - en caridad, en generosidad, en ser más gente o más humano que ellos y eso es algo imposible de tolerar, de aceptar, de reconocer. Entiendo, difícil de digerir. Hablemos mal de Atila para cubrir nuestras “deficiencias”.
Si nos venimos a nuestro tiempo observaremos que en este cochino mundo nada ha cambiado y al igual que en esas épocas, hay gente que pretende cambiarlo y lucha para lograrlo; pero hay gente exactamente igual o peor de mala con el agravante que los instrumentos para la destrucción de la especie humana, y del planeta, son más letales.
Atila respetó, admiró y cuidó las obras de arte romanas. Los verdaderos bárbaros de nuestro tiempo saquean, p.e., el antiquísimo Museo de Bagdad y roban lo que no destruyen. Se enorgullecen de los tesoros acumulados en los museos de toda Europa y Norteamérica, se enorgullecen entonces de sus latrocinios porque todo lo que hay en esos sitios es ROBADO.
Y, para finalizar, no compararé – ustedes lo harán - el concepto que Atila tuvo sobre el ASILO y como lo practicó.
texto de Juan Pedro Torres Quintana publicado en su blog en julio de 2013
Sobre este caballero se han tejido las peores leyendas que registre la literatura europea y lo hemos creído en el llamado “mundo occidental”, el de la mal llamada “civilización occidental” judeo-cristiana, a la supongo que pertenezco; pero no pertenezco porque así lo escogí libremente sino que por ignotas razones nací donde nací. Pero lo cierto del caso es que realmente fue un primigenio luchador anti-imperialista. Como tal inventaron las peores fábulas para desacreditarlo y acabarlo moralmente. ¡¿Lo lograron?! – No lo sé, tampoco lo creo…ahora.
Poco a poco, lentamente, a lo largo de los años, he tenido la maravillosa experiencia de ir desnudando mentiras históricas que nos han enseñado casi como dogmas, pero que no han sido otra cosa que “matrices de opinión”, como les dicen modernamente, eso que los españoles llaman “camelos”, que en Venezuela llamábamos “cobas” (no sé con cual, b ó v)
Personas muy inteligentes, pero con cero moral, sin duda, han empleado su tiempo en diseñar y fabricar engaños que luego han montado maravillosamente, a posteriori nos los han mostrado como verdades absolutas y fácilmente han entrado a la historia como hechos reales e incontrovertibles.
Por ejemplo, nos han presentado a Dante Alighieri y su escrito La Divina Comedia como una joya monumental de la cultura europea del renacimiento. - ¿Saben qué? – Hace tiempo se demostró fehacientemente – eso sí, lo han ocultado muy bien – que ese libro es UN PLAGIO de un escrito árabe llamado El Viaje de Mahoma. Atacar a la grande y extraordinaria civilización árabe, llamarlos infieles, bárbaros y todo un sinfín de calificativos negativos les ha servido para tapar su engaño, su camelo, su coba, su matriz de opinión. El ataque a la civilización árabe es viejísimo, hoy persiste y cada día lo refinan más. Desde antes de las cruzadas hasta hoy no se han detenido y les han resistido, les resisten, les resistirán y, al final, prevalecerán. Alá ju acbar.
Igual ha pasado con Atila. Donde pisa su caballo no crece la hierba es una expresión que resume odio y todo lo malo que se pueda inventar alrededor de una persona. ¿Qué no han dicho sobre Atila?
Categóricamente afirmo sin ambages ni la menor pizca de vergüenza que prefiero mil veces y más como persona, como político, como jefe, como guerrero, como gente, a Atila que a Bush, Obama, Cameron, Merkel, Hollande, Tzarkozy y otros, esos sí, que son bárbaros sin alma. No perdamos tiempo en mencionar a Rajoy, Berlusconi y otros similares. Son marionetas de los primeros.
Atila fue un gran guerrero pero también fue un hombre decente, un hombre solidario con gran corazón que se compadecía de los débiles. ¿No lo creen? Pues, les contaré una pequeña historia real.
Era el año 452 cuando Atila llegó a las puertas de Roma. Ya se había tejido parte de la leyenda, la gente le temía, creyeron anticipadamente que saquearía Roma, la destruiría y degollaría sus habitantes. El Papa León I lo esperó a orillas del Río Tevere (Tíber) y le pidió que hiciera con la ciudad lo que quisiese, pero que tuviera piedad con los fieles refugiados en las iglesias, mayoritariamente enfermos, ancianos y desvalidos.
ATILA RESPETÓ A LOS REFUGIADOS; pero no solo eso, respetarlos. No. Los cuidó, protegió y auxilió.
En aquella época era algo absolutamente “normal” que las victoriosas tropas invasoras saquearan las ciudades conquistadas. Atila no saqueó Roma, protegió sus numerosas obras de arte. Dirán que invadió Roma. Es cierto, pero lo hizo porque el ya decadente Imperio Romano había hecho un pacto que NO CUMPLIÓ. Inclusive le habían concedido con anterioridad el título de Magister Millitum. ¿Parte teatral del premeditado engaño?
Fijémonos en un pequeño detalle que nos puede conducir a una reflexión. Etimológicamente, Atila es palabra derivada de una antigua lengua germánica, atta-illus – que significa PADRECITO. En esa época era común que los líderes asumieran nombres generalmente dados por sus seguidores; seguramente Atila no era el nombre que le pusieron sus padres al nacer sino el apelativo que luego mereció. Inocentemente pregunto: ¿Qué clase de hombre es aquel cuyo pueblo llama PADRECITO?
De eso y mucho más no sabemos nada, no nos lo enseñan, lo ocultan. Imaginen una razón. La que se me ocurre es que Atila los superaba – y los sigue superando - en caridad, en generosidad, en ser más gente o más humano que ellos y eso es algo imposible de tolerar, de aceptar, de reconocer. Entiendo, difícil de digerir. Hablemos mal de Atila para cubrir nuestras “deficiencias”.
Si nos venimos a nuestro tiempo observaremos que en este cochino mundo nada ha cambiado y al igual que en esas épocas, hay gente que pretende cambiarlo y lucha para lograrlo; pero hay gente exactamente igual o peor de mala con el agravante que los instrumentos para la destrucción de la especie humana, y del planeta, son más letales.
Atila respetó, admiró y cuidó las obras de arte romanas. Los verdaderos bárbaros de nuestro tiempo saquean, p.e., el antiquísimo Museo de Bagdad y roban lo que no destruyen. Se enorgullecen de los tesoros acumulados en los museos de toda Europa y Norteamérica, se enorgullecen entonces de sus latrocinios porque todo lo que hay en esos sitios es ROBADO.
Y, para finalizar, no compararé – ustedes lo harán - el concepto que Atila tuvo sobre el ASILO y como lo practicó.