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    "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung" - texto extraido del libro de Ludo Martens titulado "De Tian An Men a Timisoara" - año 1994 - publicado en julio de 2013 por Dazibao Rojo

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    Mensaje por pedrocasca Dom Jul 28, 2013 3:01 pm

    "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung"

    Extraído del libro "De Tian An Men a Timisoara", por Ludo Martens, año 1994

    Traducido por Unión Proletaria - publicado por Dazibao Rojo en julio de 2013

    Mao Zedong y Enver Hoxha y la lucha sobre dos frentes

    Cuando elaboremos nuestras posiciones políticas, es esencial combatir no solamente las desviaciones oportunistas de derecha, sino también las tendencias izquierdistas. También hay que esforzarse en localizar los aspectos contradictorios de las cuestiones que se debaten.
    Desde 1978, cuando el Partido del Trabajo de Albania formuló críticas exageradas y acusaciones gratuitas sobre el Partido Comunista chino, dejamos de estudiar sus análisis. Aunque muchos de nuestros desacuerdos con el PTA tenían fundamento, esta actitud no puede justificarse. Incluso si unos partidos marxistas-leninistas cometen grave errores y se desvían por la vía del revisionismo o del izquierdismo, debemos estudiar su evolución, sacar lecciones de sus errores mientras seguimos sacando lecciones de sus experiencias válidas. En las críticas del oportunismo y del revisionismo que formuló el camarada Enver Hoxha, podemos encontrar muchos elementos válidos. Hubiéramos podido aprovecharlos sin por ello estar de acuerdo con la orientación global de su línea. Al mismo tiempo, la observación crítica de los errores izquierdistas de Enver Hoxha podría habernos puesto en guardia contra errores similares en nuestro propio partido.
    A continuación analizamos algunos aspectos de los dos tomos que Enver Hoxha publicó bajo el título Reflexiones sobre China, publicados en Tirana en 1979.

    Firmeza en los principios, flexibilidad en la táctica

    Enver Hoxha dio muestras de una gran vigilancia hacia el oportunismo. Siempre tuvo en cuenta las posibles consecuencias de ciertos virajes derechistas.
    Al comienzo de los años 60, cuando los revisionistas jruschovistas dieron algunos pasos “a la izquierda”, Enver Hoxha desmonta rápidamente su doble juego y desvela sus intenciones reales.
    En 1962, cuando Jruschov pide el cese de la lucha ideológica, Enver Hoxha subraya que busca la tranquilidad para poder avanzar más lejos por el camino de la traición.
    En 1965, tras la caída de Jruschov, Brezhnev propone a todos los revolucionarios la constitución de un “frente común antiimperialista”. Enver Hoxha ve inmediatamente cuáles son los objetivos de esta nueva táctica. Primero, atacar verbalmente y demagógicamente a los imperialistas para engatusar a los revolucionarios. Después, controlar a los comunistas chinos y tildarlos de “sectarios” y “anti-unitarios” en el caso de que osaran seguir luchando contra el revisionismo soviético. Finalmente, proseguir con la colaboración con el imperialismo americano pero con una mayor discreción de la que tuvo Jruschov, mientras se hacen algunos pequeños chantajes a los Estados Unidos. Y Enver Hoxha concluye que una unidad revolucionaria, combativa, contra el imperialismo no es posible mientras los soviéticos no renuncien a sus concepciones oportunistas fundamentales.

    Pero también podemos notar, desde el principio, algunos aspectos izquierdistas en los análisis del PTA.
    En 1962, el Partido Comunista chino propone aceptar una reunión con el PCUS para limar las divergencias y reforzar la unidad del campo socialista. El PCCh dice que hace falta mantener una cierta apariencia de unidad y levantar la bandera del marxismo-leninismo, la lucha antiimperialista y la unidad; esto propiciará mejores condiciones para que se desarrollen núcleos revolucionarios en diferentes partidos comunistas dirigidos por revisionistas.
    Enver Hoxha concluye enseguida: “Este es un camino vacilante, oportunista y con concesiones.” Sin embargo, esta flexibilidad del PCCh estaba justificada y había que tener en cuenta la posibilidad de virajes políticos en el seno del PCUS. Había que mantener contactos tan amplios como fuera posible con el PCUS para influenciar a los miembros y a los cuadros en un sentido marxista-leninista. Enver Hoxha ve ahí “una acentuada tendencia hacia la moderación y la pasividad”. Lenin siempre defendió la firmeza en los principios y la flexibilidad en la táctica. Hoxha defiende la firmeza en los principios rechazando la flexibilidad, que según él siempre supondrá vacilación y concesiones.
    Hoxha defiende su táctica izquierdista a partir de un análisis optimista e subjetivista de la situación en el movimiento comunista: “Los camaradas chinos parecen tener la moral hundida, recelan de la lucha contra los revisionistas, sobrestiman las fuerzas del enemigo y subestiman las nuestras.”

    Clarividencia política y combate ventajoso

    En 1964, Enver Hoxha desvela con gran perspicacia la tendencia al acercamiento entre los revisionistas yugoslavos, rumanos e italianos, tendencia que ve la luz en el seno del Partido Comunista chino. Subraya con mucha pertinencia: “Los grupos revisionistas, titistas y jruschovistas están a la cabeza del revisionismo moderno y se observa claramente en ellos la tendencia al reagrupamiento de dos polos en su seno: el polo soviético y el polo yugoslavo-policentrista italiano. Los titistas trabajan para consolidar los agrupamientos que dirigen y lo hacen como siempre, para hacer degenerar el marxismo-leninismo.”
    En 1968, Enver Hoxha destaca cuatro debilidades y errores en la lucha llevada por el Partido Comunista chino contra el revisionismo.
    “Los camaradas chinos no tienen una clara visión ideológica de las cosas. No conciben claramente lo que es el revisionismo moderno, el revisionismo titista y jruschovista, ni en qué consiste su gran nocividad. (…)
    En segundo lugar, acerca de Tito y del titismo, siguen pensando que ‘no es Tito quien se equivocó, sino que fue Stalin quien se equivocó respecto a él’. Y cuando la coyuntura lleva a Tito a tener divergencias con los soviéticos, los camaradas chinos lo ven con mejores ojos. (…)
    En tercer lugar, los camaradas chinos manifiestan en su lucha algunas tendencias al chovinismo contra la Unión Soviética, emiten algunas pretensiones territoriales y juicios poco fundados sobre los supuestos errores de Stalin en el movimiento comunista internacional.
    En cuarto lugar, para los camaradas chinos, cualquiera que se presente como adversario de los soviéticos es un posible aliado, sin considerar la identidad de este pseudo-aliado.”

    Pero el mismo Enver Hoxha también declara:
    “El revisionismo moderno debe ser combatido por los marxistas-leninistas con perseverancia, sin vacilar, hasta el final, bajo la forma que sea, en cualquier tiempo y circunstancia.” “No le haremos ninguna concesión a Jruschov, no llegaríamos a ningún compromiso con él, porque es un traidor.” Es necesaria “la ruptura definitiva con los revisionistas.” “Educar a las masas para la revolución en los países revisionistas de Europa es una tarea indispensable. (…) (Los marxistas-leninistas deben) aceptar la lucha a ultranza contra las camarillas revisionistas-fascistas y consentir grandes sacrificios.”
    Si podemos estar de acuerdo con Enver Hoxha en la necesidad de mostrarnos firmes en la lucha de principios contra el revisionismo, la flexibilidad en la táctica durante esta lucha también tiene una gran importancia. Hace falta un análisis concreto de las diversas corrientes políticas en los países socialistas, hay que saber dónde pueden producirse agrupamientos de fuerzas marxistas-leninistas, hay que mantener contacto con las fuerzas comunistas sanas, llegar a compromisos con traidores para estar en condiciones de mantener relaciones con los auténticos comunistas. Enver Hoxha niega todos estos principios. Sin embargo, sin flexibilidad en la táctica, no se puede hacer triunfar los principios justos. Conformarse con proclamar alto y claro los principios justos sin buscar la táctica que permita hacerlos triunfar, demuestra izquierdismo y lleva a la derrota.
    El radicalismo izquierdista se basa en una falsa apreciación de la realidad política en los países dominados por los revisionistas. ¿Cómo pretende Enver Hoxha “educar a las masas para la revolución contra los revisionistas-fascistas”? ¿Acaso será una revolución sin partido comunista para dirigirla? ¿Acaso cree que los verdaderos comunistas ya se organizan fuera del partido para una nueva revolución proletaria? No había ni el menor indicio del surgimiento de un movimiento comunista fuera del partido, ni de un movimiento de masas de carácter revolucionario y proletario. Partiendo de estos dogmas ideológicos, Hoxha se empecina en no ver que los auténticos comunistas aún permanecen dentro del partido, pese a la traición de los dirigentes revisionistas.

    Flexibilidad y radicalismo

    Aferrándose a su posición izquierdista, Enver Hoxha siempre está a dos pasos de arremeter contra el Partido Comunista chino, que tilda de “vacilante”.
    En noviembre de 1964, tras la caída de Jruschov, Chou en-Lai viajó a Moscú para tener discusiones con los dirigentes soviéticos a fin de ayudarles a dejar la vía revisionista. Chen Yi expuso a los camaradas albaneses la táctica del PCCh respecto a la dirección del PCUS. Si los dirigentes soviéticos tienen intención de dejar la vía de Jruschov, deben hacerlo con prudencia y circunspección, o sino los jruschovistas, que siguen estando fuertes, contraatacarán. “Conviene rectificar los errores gradualmente, tratándolos con un espíritu amistoso; no se debe evocar estos errores más que en el interior de los partidos hermanos y no hacerlos públicos.”
    Esta táctica es correcta, siempre que parta de una firmeza en los principios. Incluso se puede dar otro argumento: aún si se rechaza entrar en una polémica con un partido hermano, uno tiene el deber de exponer públicamente sus propios puntos de vista y rechazar las posiciones que considera burguesas y pequeño-burguesas.
    Pero Enver Hoxha denuncia inmediatamente la “línea oportunista y conciliadora” y incluso plantea la hipótesis de que “la delegación china traicionará”.
    En septiembre de 1969, tras el funeral de Ho Chi Minh, Kosyguin se encontró con Chou en-Lai en el aeropuerto de Pekín. Abordaron el problema de las fronteras y Chou en-Lai propuso el cese de los enfrentamientos militares, el mantenimiento del statu quo y la retirada de las tropas de los dos partidos de las zonas disputadas. Trataron sobre problemas comerciales. Las condiciones preliminares de los chinos eran que no se detuviera la polémica ideológica y que las bases nucleares chinas no sean atacadas. Chou en-Lai dijo a los responsables albaneses que la URSS se disponía a atacar China, pero también que la dirección del PCUS estaba teniendo una crisis. China quería dividir a palomas y halcones y trabajaba para iniciar una distensión con la URSS.
    Rita Marko, miembro del Buró Político del Partido albanés, le dijo a Chou en-Lai que este encuentro era un error y que le daría ventaja a los revisionistas. Chou en-Lai le contestó: “Sois extremistas”. Según Enver Hoxha, este último comentario da muestras de una “arrogancia inaudita”. “Ahora Chou en-Lai se ha montado en el caballo revisionista-oportunista.”
    Las declaraciones de Enver Hoxha son efectivamente izquierdistas y extremistas.
    Evidentemente, los marxistas-leninistas deben ser vigilantes. Y un acercamiento a una dirección revisionista puede ser el comienzo de un viraje hacia el revisionismo. Se sabe que el espíritu de conciliación hacia el oportunismo puede, poco a poco, arrastrar a un partido hacia el barrizal del oportunismo. Un error, por pequeño que sea al comienzo, puede alcanzar grandes proporciones si se profundiza en él. Cuando se inicia un proceso, se ha de reflexionar sobre sus posibles evoluciones.
    Pero de los pasos tácticos emprendidos por el Partido Comunista chino – y que de hecho están completamente justificados – Enver Hoxha hace las extrapolaciones más extremas y negativas. Solamente tiene en cuenta las evoluciones más nefastas y se comporta como si esas evoluciones ya se hubiesen dado. Esto ya no es vigilancia, sino izquierdismo y sectarismo.
    Además, se trataba esencialmente de relaciones entre Estados y es difícil de comprender cómo un contacto con el representante del Estado soviético, destinado a atenuar la tensión en las fronteras, pueda ser tildado de por sí de error político.

    Nixon y el lacayo del imperialismo americano

    En julio de 1971, Enver Hoxha pone el grito en el cielo: “Recibir al presidente Nixon y tener una entrevista con él, no es justo y no será aceptado por los pueblos, ni por los revolucionarios, ni por los auténticos comunistas.” “Con este acto político, los chinos desorientan el movimiento revolucionario mundial y apagan el ardor revolucionario.”
    Con estas posiciones, Enver Hoxha roza el trotskismo.
    Los comunistas se han pronunciado siempre por la coexistencia pacífica con los Estados capitalistas. Y desde el primer año de existencia de la Unión Soviética, Lenin mantuvo negociaciones con los Nixon de la época.
    Tras la revolución de Octubre, Lenin aceptó negociar la paz con la Alemania del emperador Guillermo, en Brest-Litovsk. Se sabe que Trotsky se opuso a esas negociaciones. A comienzos de 1922, Lloyd George, el primer ministro de Gran Bretaña, la mayor potencia imperialista de la época, convocó una conferencia internacional para el enderezamiento de Europa, a la que fue invitada la URSS. Lenin pidió inmediatamente que la Unión Soviética envíe allí a sus representantes para defender el sistema socialista y dividir a sus enemigos. Tras la conferencia de Génova, en abril de 1922, la URSS firmó el tratado de Rapallo con la Alemania arruinada, asegurando así al Estado soviético mejores condiciones políticas y económicas para la construcción socialista.
    En 1935, Stalin firmó un acuerdo con Laval, el reaccionario francés, contra el expansionismo del fascismo alemán. También en aquella ocasión, los trotskistas chillaron acusándole de traición. En 1939, Stalin recibió a Von Ribbentrop para firmar el Pacto germano-soviético que le dio al Estado soviético un año y medio de respiro antes de la guerra. La reacción mundial y el trotskismo se ensañaron contra este acuerdo.
    Fue el imperialismo americano quien había rechazado reconocer a la China socialista, de 1949 hasta 1971. A consecuencia de la lucha de los pueblos del mundo entero, Nixon se vio obligado a reconocer el régimen de Mao y aceptó viajar a Pekín. Era el primer paso hacia el restablecimiento de los derechos de China en la ONU y en las organizaciones internacionales. Que el imperialismo americano se vea obligado, tras 22 años de boicot, a tratar a China de igual a igual, era una gran victoria para el socialismo en China.
    Entonces, es difícil comprender cómo Enver Hoxha haya podido llegar a ciertas extravagancias pueriles. Se enfurece porque Chou en-Lai dijera: “El pueblo chino y el pueblo americano son amigos”: Y se indigna diciendo: “Para Chou, Nixon ha dejado de ser un imperialista, un fascista, un verdugo del pueblo. Esto se llama pasarse al bando de los lacayos del imperialismo.” Pareciera oírse a un trotskista hablando del pacto germano-soviético.

    China: desviación oportunista o “social-imperialismo”

    A partir de 1973, cuando la política exterior de China empezó a girar hacia la derecha, Enver Hoxha hizo algunas observaciones pertinentes acerca de la lucha de clases a escala internacional. Es indiscutible que el Partido Comunista chino, como nuestro propio partido por otra parte, podría haber sacado provecho de estas críticas y evitar la adopción de posiciones demasiado unilaterales.
    Cuando China empezó a apoyar la Europa unida frente a las dos superpotencias, tanto en lo político como en lo económico y militar, Enver Hoxha hizo las siguientes observaciones: “Luchamos por acentuar las contradicciones, dice Chou En-lai. Hasta aquí podemos estar de acuerdo. ¿Pero a favor de quién deberíamos acentuarlas? ¿Solamente existen esas contradicciones? (…) ¿Deberíamos olvidar la gran cuestión de clase, la lucha del proletariado, es decir la solución de la gran contradicción entre el proletariado y la burguesía?”
    Enver Hoxha jamás compartió el análisis del Partido Comunista chino que veía en la URSS de los años 1975-1985 a la superpotencia más peligrosa. Tampoco estuvo de acuerdo con la previsión según la cual la Unión Soviética desencadenaría una guerra por el control de Europa occidental. Para el PTA, la Unión Soviética más bien desencadenaría la guerra contra el eslabón débil del sistema capitalista mundial, golpearía allí donde pensaría obtener el mayor provecho.
    Tampoco carecen de fundamento las observaciones de Enver Hoxha sobre el carácter nacionalista y antisoviético de la política exterior china de los años 70. “Esta política se rige por dos criterios fundamentales. El primero: la benevolencia o la ausencia de la misma hacia China. (…) Si le cantáis alabanzas, os manifiesta su adhesión, seáis quien seáis. El segundo: si estáis en contra de los revisionistas soviéticos, sois amigos de los chinos, seáis quien seáis.”
    Enver Hoxha también tuvo razón al criticar la estrategia de Deng Xiaoping, quien declaró en 1977: “Hay que destruir el plan general de guerra preparado por la Unión Soviética, y espero que en esta lucha se reunirá el mundo entero, el tercer mundo, el segundo mundo, e incluso los Estados Unidos, que pertenecen al primer mundo. (…) Es preciso que esta movilización sea multilateral, política, ideológica, económica y militar.” Enver Hoxha denuncia el carácter aventurero y provocador de esta estrategia. “Poco le importa a Deng Xiaoping si las acciones que propone tendrán por efecto el hundir a los pueblos y al proletariado de todos los países en un baño de sangre. A este fascista no le importa la lucha de liberación de los pueblos contra el imperialismo, el social-imperialismo así como contra la burguesía reaccionaria de sus países.”

    Pero al criticar las desviaciones oportunistas del Partido Comunista chino, Enver Hoxha se pierde en una verborrea izquierdista no menos peligrosa.
    Desde el momento en que Nixon fuera recibido en China en 1971, Enver Hoxha planteó la hipótesis… ¡de que China se convierta en una nueva “superpotencia”! En el momento de la eliminación de la Banda de los Cuatro, volvió a evocar esta idea: “La misma China tenderá a convertirse en una gran potencia social-imperialista.” “La vía de Mao, Chou, Deng y Hua Kuo-Feng es la vía del capitalismo, la vía de la reacción y del social-imperialismo.” Acusando a China de conchabarse con anticomunistas, Enver Hoxha se hunde él mismo en un delirio izquierdista en el que él también se junta con cierta extrema derecha: “La lucha que lleva China contra el social-imperialismo soviético solamente tiene un carácter de expansión territorial. China tiene la ambición de ocupar territorios limítrofes al norte, como los de Siberia, Mongolia, etc. Por otra parte, también quisiera, si bien no poner la mano sobre ellos, al menos extender su influencia en la India y en otros países del sudeste asiático, como Indonesia, Filipinas, los países Extremo Oriente, Australia, etc.” Estas son, letra por letra, las tesis propagadas por la extrema derecha norteamericana.
    El revisionismo y el izquierdismo abandonan el análisis materialista y riguroso de las realidades en movimiento y contradictorias entre sí. A menudo parten de premisas idealistas, se centran ciegamente sobre un aspecto de las cosas y lo desarrollan de forma rectilínea. A partir de algunas constataciones reales pero parciales, hacen extrapolaciones arbitrarias e idealistas. Tras una visita de Nixon y algunos gestos de reconciliación y compromiso con el imperialismo americano por parte de China, Enver Hoxha evoca la hipótesis de una superpotencia china que se encamina por la vía del expansionismo, luchando por la hegemonía mundial. Uno no puede basar una política marxista-leninista con tales florituras. En efecto, partiendo de las premisas de Enver Hoxha, se podría perfectamente considerar un porvenir diametralmente opuesto: el revisionismo en China restablecerá el capitalismo, la anarquía capitalista provocará el derrumbamiento de las autoridades centrales, China se dividirá y se convertirá de nuevo en una neo-colonia de varias potencias imperialistas.
    La manera unilateral, arbitraria y extremista de analizar las divergencias ideológicas y políticas se manifiesta sobre todo en la siguiente observación, que Enver Hoxha formula en 1976, cuando predice que China se convertirá en una superpotencia: “Habíamos previsto esta situación hace mucho tiempo, en 1960 (!), cuando los dirigentes chinos fingían defendernos contra los jruschovistas.” De la menor indecisión táctica a la completa degeneración en superpotencia expansionista: para Enver Hoxha, es imposible escapar de este encadenamiento lógico…

    ¿Crítica del revisionismo o lucha extremista?

    Es cierto que Enver Hoxha avisó sobre el peligro de reconciliación de la dirección china con algunas corrientes revisionistas.
    En 1977, predice que tras la reconciliación política con el revisionismo yugoslavo y rumano, China se acercará a Polonia y Hungría. “Así piensa juntar esos países o separarlos de la Unión Soviética. He aquí una vieja política del imperialismo americano y británico de la que Tito, bajo la máscara del supuesto socialismo científico, es la vanguardia con sus maniobras políticas.” Y Enver Hoxha denuncia el “socialismo específico con los colores del país” defendido por Tito, Togliatti y ahora también por China. “Es la vía de la alianza con todos los demás partidos revisionistas de Occidente o de los otros continentes.” Ahí, Enver Hoxha acertó.

    Pero en lugar de hacer un análisis concreto de las luchas políticas en el seno del Partido Comunista chino – de las tendencias revisionistas que indiscutiblemente están presentes, como de la corriente marxista-leninista –, Enver Hoxha se pierde de nuevo en exageraciones izquierdistas y afirmaciones arbitrarias. No hay mucho lugar para la dialéctica cuando se declara perentoriamente que todos están podridos y que se les combatirá a todos sin vacilar. “No debemos alimentar ninguna esperanza en que los revisionistas chinos puedan enmendarse, ni tener la mínima indecisión en nuestra actitud hacia ellos.” ¡Pero Enver Hoxha cree que aún tiene más cosas que demostrar, en especial, que Mao Zedong nunca ha sido un marxista! “Mao sigue diciendo que ‘el campesinado es la fuerza dirigente más revolucionaria, y que es sobre ésta que debe apoyarse la revolución’. Para Mao, el papel del proletariado en la revolución no está más que en segundo lugar, por no decir que en tercer lugar”. “Otra expresión de esta línea antimarxista de Mao es la concepción según la cual ‘las ciudades deben ser cercadas por el campo’. En otras palabras, es el campesinado pobre el que debe guiar la revolución, porque ‘el proletariado de las ciudades ha perdido su espíritu revolucionario, se ha vuelto conservador’.” El primer texto del primer volumen de Mao, Análisis de las clases de la sociedad china, publicado en 1926, ya permite refutar estas elucubraciones de Enver Hoxha. Durante toda de la revolución, el Partido Comunista chino emprendió un intenso trabajo clandestino entre los obreros. Muchos cuadros obreros, a punto de ser descubiertos por la policía, fueron transferidos hacia las zonas de guerrilla donde se reunieron con los cuadros proletarios que siempre constituyeron el armazón político del ejército campesino.
    También es interesante constatar, una vez más, que los “análisis” izquierdistas y extremistas se despegan de la realidad y que desconocen la dialéctica. Por este motivo, pueden fácilmente juntarse con los “análisis” revisionistas. En efecto, las flagrantes no-verdades de Enver Hoxha que acabamos de mencionar parecen sacadas de las innumerables obras que los brezhnevistas han escrito sobre el “maoísmo”.

    La lucha en el seno del partido: liberalismo e izquierdismo

    Enver Hoxha hizo algunas críticas sobre la manera con la que el Partido Comunista chino lleva la lucha interior. Merecen una reflexión. En 1966-67, hizo los comentarios siguientes sobre la lucha contra los revisionistas durante la Revolución Cultural.
    “Hace falta golpear a los enemigos, no solamente con palabras y carteles, sino también, si hiciera falta, con una bala en la cabeza. El enemigo debe sentir profundamente, hasta la médula, los golpes de la dictadura del proletariado.” “Si se sigue por la vía oportunista de la ‘educación y la reeducación’, uno se expone a grandes peligros.” “Una revolución que no golpea a los jefes de la traición, no es una revolución.” “Actualmente, mientras se desarrolla la revolución para arrancar el poder de las manos de los revisionistas, observamos manifestaciones de diletantismo, tolerancia, indolencia y liberalismo hacia los elementos anti-partido. Hemos observado que brilla por su ausencia la disciplina de hierro que debe existir en el partido y en la revolución.” “Se observada una actitud oportunista, liberal-burguesa hacia estos elementos hostiles, anti-partido. Jruschov elogiaba a los chinos por esta actitud y Mikoyan lo calificó de ‘buena actitud de los camaradas chinos’ y de ‘no tener nada en común con la política que llevaba Stalin con los cuadros’.” “Junto con el resto de su grupo, Liu Shao-shi bajará de nuevo la cabeza, como lo hizo otras veces, y la levantará, al igual que la levantó otras veces. Pero Mao ya no estará allí para salvar la situación.”

    Los acontecimientos de estos últimos quince años le han dado toda su significación a estas observaciones. Deng Xiaoping y los demás miembros del grupo de Liu Shao-shi hicieron su autocrítica y prometieron que no volverían a poner en tela de juicio las justas conclusiones de la Revolución Cultural. Pero una vez en el poder, permitieron que Hu Yaobang y a Zhao Ziyang practiquen un revisionismo mucho más extremo que el que Mao combatió en 1966. Está claro que el PCCh se encuentra con grandes dificultades para definir una línea marxista-leninista coherente en lo que respecta a la dictadura del proletariado, la lucha de clases bajo el socialismo y la educación marxista-leninista. El partido no ha sido capaz de discriminar entre la crítica-educación de los cuadros que hayan cometido errores oportunistas y la depuración de los revisionistas recalcitrantes. Y se hace de manifiesto que los revisionistas mejoran sus tácticas para esconder sus intenciones, ocupar posiciones dirigentes y reclutar elementos burgueses.

    Pero Enver Hoxha saca conclusiones arbitrarias y exageradas de su constatación de los errores oportunistas. Apenas desarrolla el concepto de ‘lucha política, crítica, educación y reeducación de los cuadros’ y pone el acento de forma unilateral sobre la depuración y la represión.
    En 1975, varios cuadros del PTA, entre los cuales estaba Beqir Balluku, ministro de Defensa y miembro del Buró Político, fueron ejecutados. Enver Hoxha habla del “complot militar-económico conducido por Beqir Balluku, Petrit Dume, Hito Kato, Abdyl Këllezi, Koço Theobdhosi, Lipe Nashi, etc. El objetivo de estos traidores era liquidar el partido y su dirección marxista-leninista, hacer de Albania un país revisionista”. Eran “antiguos agentes de los soviéticos, pero también se ligaron a los chinos”. ¿De qué crímenes se les acusaba? “El plan estratégico hostil que preparaba Beqir Balluku (ministro de Defensa) estaba elaborado por sugerencia de Chou En-lai.” “Chou En-lai le dijo a Beqir Balluku: ‘Para vosotros, no hay otra estrategia que la del maquis’. En otras palabras: ‘Huid a las montañas desde el primer día de ataque del enemigo’.” “Chou En-lai le reiteró a Adil Carçani su plan diabólico: ‘Uníos con los demás países de los Balcanes, independientemente de vuestras diferencias’. ¡Qué infame enemigo y abyecto pseudo-marxista!” Los crímenes de Adil Carçani eran “la descentralización de la economía, los pasos hacia la autogestión, el sabotaje de nuestra industria petrolífera, el inflamiento de la burocracia”. “Es muy posible que Abdyl Këllezi, siendo el hombre de los yugoslavos, haya sido al mismo tiempo el hombre de los chinos. Por tanto (!), este complot parece haber sido muy extenso.” En 1976, en el momento de la eliminación de la Banda de los Cuatro, Enver Hoxha formula la consigna de la lucha “contra el social-imperialismo chino” y afirma que Chou En-lai había actuado contra Albania desde hacía varios años, saboteando su economía mediante una ayuda insuficiente y la demora del envío de máquinas. Luego asegura que “Beqir Belluku y Abdyl Këllezi eran sus cómplices en el complot tramado contra Albania para derrocar nuestra dirección”.
    Para Enver Hoxha, toda divergencia seria se convierte en complot. Pocos esfuerzos se realizan para resolver divergencias – e incluso divergencias graves – mediante la discusión y la lucha política. Los balances de estas luchas políticas no son utilizados para la educación y la unificación política e ideológica de los cuadros. Reina una unidad aparente, pero no está basada en una comprensión común de las contradicciones que se han conocido en el transcurso de la lucha.

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    Mensaje por pedrocasca Dom Jul 28, 2013 3:05 pm

    Hay en el Foro al menos una decena de temas relacionados con el comunista belga Ludo Martens y sus escritos. Se localizan con el uso del buen Buscador del Foro o con el conocido Google.
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    Mensaje por NG Miér Ago 07, 2013 6:17 am

    No sé como los maoístas del blog DAZIBAO ROJO publican un artículo que en muchas ocasiones el Ludo Martens más maoísta -de esos años claro- da la razón a Enver Hoxha en muchas cosas. Me parece que como se suele decir han acabado tirando piedras sobre su propio tejado. Si lo han publicado para demostrar los "fallos" de Mao Zedong, en consonancia con el pensamiento de Ludo Martens me parece muy bien, pero yo no usaría ese texto precisamente como defensa de Mao y ataque de Hoxha. Más nada porque las quejas de Ludo Martens sobre Enver Hoha son "permisibles", mientras que las de Mao son cuestión de principios.

    En las críticas del oportunismo y del revisionismo que formuló el camarada Enver Hoxha, podemos encontrar muchos elementos válidos. (...)

    Enver Hoxha dio muestras de una gran vigilancia hacia el oportunismo. Siempre tuvo en cuenta las posibles consecuencias de ciertos virajes derechistas.
    Al comienzo de los años 60, cuando los revisionistas jruschovistas dieron algunos pasos “a la izquierda”, Enver Hoxha desmonta rápidamente su doble juego y desvela sus intenciones reales.
    En 1962, cuando Jruschov pide el cese de la lucha ideológica, Enver Hoxha subraya que busca la tranquilidad para poder avanzar más lejos por el camino de la traición.
    En 1965, tras la caída de Jruschov, Brezhnev propone a todos los revolucionarios la constitución de un “frente común antiimperialista”. Enver Hoxha ve inmediatamente cuáles son los objetivos de esta nueva táctica. Primero, atacar verbalmente y demagógicamente a los imperialistas para engatusar a los revolucionarios. Después, controlar a los comunistas chinos y tildarlos de “sectarios” y “anti-unitarios” en el caso de que osaran seguir luchando contra el revisionismo soviético. Finalmente, proseguir con la colaboración con el imperialismo americano pero con una mayor discreción de la que tuvo Jruschov, mientras se hacen algunos pequeños chantajes a los Estados Unidos. Y Enver Hoxha concluye que una unidad revolucionaria, combativa, contra el imperialismo no es posible mientras los soviéticos no renuncien a sus concepciones oportunistas fundamentales. (...)

    En 1964, Enver Hoxha desvela con gran perspicacia la tendencia al acercamiento entre los revisionistas yugoslavos, rumanos e italianos, tendencia que ve la luz en el seno del Partido Comunista chino. Subraya con mucha pertinencia: “Los grupos revisionistas, titistas y jruschovistas están a la cabeza del revisionismo moderno y se observa claramente en ellos la tendencia al reagrupamiento de dos polos en su seno: el polo soviético y el polo yugoslavo-policentrista italiano. Los titistas trabajan para consolidar los agrupamientos que dirigen y lo hacen como siempre, para hacer degenerar el marxismo-leninismo.”
    En 1968, Enver Hoxha destaca cuatro debilidades y errores en la lucha llevada por el Partido Comunista chino contra el revisionismo.
    “Los camaradas chinos no tienen una clara visión ideológica de las cosas. No conciben claramente lo que es el revisionismo moderno, el revisionismo titista y jruschovista, ni en qué consiste su gran nocividad. (…)
    En segundo lugar, acerca de Tito y del titismo, siguen pensando que ‘no es Tito quien se equivocó, sino que fue Stalin quien se equivocó respecto a él’. Y cuando la coyuntura lleva a Tito a tener divergencias con los soviéticos, los camaradas chinos lo ven con mejores ojos. (…)
    En tercer lugar, los camaradas chinos manifiestan en su lucha algunas tendencias al chovinismo contra la Unión Soviética, emiten algunas pretensiones territoriales y juicios poco fundados sobre los supuestos errores de Stalin en el movimiento comunista internacional.
    En cuarto lugar, para los camaradas chinos, cualquiera que se presente como adversario de los soviéticos es un posible aliado, sin considerar la identidad de este pseudo-aliado.” (...)

    A partir de 1973, cuando la política exterior de China empezó a girar hacia la derecha, Enver Hoxha hizo algunas observaciones pertinentes acerca de la lucha de clases a escala internacional. Es indiscutible que el Partido Comunista chino, como nuestro propio partido por otra parte, podría haber sacado provecho de estas críticas y evitar la adopción de posiciones demasiado unilaterales.
    Cuando China empezó a apoyar la Europa unida frente a las dos superpotencias, tanto en lo político como en lo económico y militar, Enver Hoxha hizo las siguientes observaciones: “Luchamos por acentuar las contradicciones, dice Chou En-lai. Hasta aquí podemos estar de acuerdo. ¿Pero a favor de quién deberíamos acentuarlas? ¿Solamente existen esas contradicciones? (…) ¿Deberíamos olvidar la gran cuestión de clase, la lucha del proletariado, es decir la solución de la gran contradicción entre el proletariado y la burguesía?”
    Enver Hoxha jamás compartió el análisis del Partido Comunista chino que veía en la URSS de los años 1975-1985 a la superpotencia más peligrosa. Tampoco estuvo de acuerdo con la previsión según la cual la Unión Soviética desencadenaría una guerra por el control de Europa occidental. Para el PTA, la Unión Soviética más bien desencadenaría la guerra contra el eslabón débil del sistema capitalista mundial, golpearía allí donde pensaría obtener el mayor provecho. (...)

    Enver Hoxha también tuvo razón al criticar la estrategia de Deng Xiaoping, quien declaró en 1977: “Hay que destruir el plan general de guerra preparado por la Unión Soviética, y espero que en esta lucha se reunirá el mundo entero, el tercer mundo, el segundo mundo, e incluso los Estados Unidos, que pertenecen al primer mundo. (…) Es preciso que esta movilización sea multilateral, política, ideológica, económica y militar.” Enver Hoxha denuncia el carácter aventurero y provocador de esta estrategia. “Poco le importa a Deng Xiaoping si las acciones que propone tendrán por efecto el hundir a los pueblos y al proletariado de todos los países en un baño de sangre. A este fascista no le importa la lucha de liberación de los pueblos contra el imperialismo, el social-imperialismo así como contra la burguesía reaccionaria de sus países.” (...)

    Es cierto que Enver Hoxha avisó sobre el peligro de reconciliación de la dirección china con algunas corrientes revisionistas. (...)

    nver Hoxha hizo algunas críticas sobre la manera con la que el Partido Comunista chino lleva la lucha interior. Merecen una reflexión. En 1966-67, hizo los comentarios siguientes sobre la lucha contra los revisionistas durante la Revolución Cultural.
    “Hace falta golpear a los enemigos, no solamente con palabras y carteles, sino también, si hiciera falta, con una bala en la cabeza. El enemigo debe sentir profundamente, hasta la médula, los golpes de la dictadura del proletariado.” “Si se sigue por la vía oportunista de la ‘educación y la reeducación’, uno se expone a grandes peligros.” “Una revolución que no golpea a los jefes de la traición, no es una revolución.” “Actualmente, mientras se desarrolla la revolución para arrancar el poder de las manos de los revisionistas, observamos manifestaciones de diletantismo, tolerancia, indolencia y liberalismo hacia los elementos anti-partido. Hemos observado que brilla por su ausencia la disciplina de hierro que debe existir en el partido y en la revolución.” “Se observada una actitud oportunista, liberal-burguesa hacia estos elementos hostiles, anti-partido. Jruschov elogiaba a los chinos por esta actitud y Mikoyan lo calificó de ‘buena actitud de los camaradas chinos’ y de ‘no tener nada en común con la política que llevaba Stalin con los cuadros’.” “Junto con el resto de su grupo, Liu Shao-shi bajará de nuevo la cabeza, como lo hizo otras veces, y la levantará, al igual que la levantó otras veces. Pero Mao ya no estará allí para salvar la situación.”

    Los acontecimientos de estos últimos quince años le han dado toda su significación a estas observaciones. Deng Xiaoping y los demás miembros del grupo de Liu Shao-shi hicieron su autocrítica y prometieron que no volverían a poner en tela de juicio las justas conclusiones de la Revolución Cultural. Pero una vez en el poder, permitieron que Hu Yaobang y a Zhao Ziyang practiquen un revisionismo mucho más extremo que el que Mao combatió en 1966. Está claro que el PCCh se encuentra con grandes dificultades para definir una línea marxista-leninista coherente en lo que respecta a la dictadura del proletariado, la lucha de clases bajo el socialismo y la educación marxista-leninista. El partido no ha sido capaz de discriminar entre la crítica-educación de los cuadros que hayan cometido errores oportunistas y la depuración de los revisionistas recalcitrantes. Y se hace de manifiesto que los revisionistas mejoran sus tácticas para esconder sus intenciones, ocupar posiciones dirigentes y reclutar elementos burgueses. (...)
    A esto me refería con que su posteo oscurece más que resalta la figura de Mao. Porque siendo francos al ver la extensión del artículo y viendo las las críticas favorables a Enver Hoxha que acabo de citar me queda la duda, ¿es un extracto a favor de Hoxha o de Mao?

    Dejare un texto para ayudar a los camaradas a comprender un poco mejor este tema, un extracto ya publicado por el foro de Vicent Gouysse que demuestra las críticas de Ludo Martens a inicios de los noventa al revisionismo de Mao, para que todo el mundo sepa que Ludo Martens tuvo -como en ese texto de 1991- críticas muy respetables a los aspectos más negativos de Mao, del mismo modo el texto incluye una contestación a ciertos puntos de Ludo Martens que no concuerdan con los de Enver Hoxha:
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    "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung" - texto extraido del libro de Ludo Martens titulado "De Tian An Men a Timisoara" - año 1994 - publicado en julio de 2013 por Dazibao Rojo Empty Re: "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung" - texto extraido del libro de Ludo Martens titulado "De Tian An Men a Timisoara" - año 1994 - publicado en julio de 2013 por Dazibao Rojo

    Mensaje por NG Miér Ago 07, 2013 6:33 am

    DOCUMENTO: COMPRENDER LAS DIVERGENCIAS SINO-ALBANESAS
    VIcent Gouysse [Traduccido por NG]

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    Mao Y SU APOYO AL TITISMO EN LOS AÑOS 50 Y 70:

    La lucha encarnizada y precoz que el PTA llevó contra el titismo es atestiguada por numerosos documentos, y debemos subrayar que es la aproximación Tito-Jruschov fue la que alarmó al PTA antes del XX congreso del PCUS y lo que colocó a los albaneses en guardia.

    ¿Pero cuál fue la posición del PCCh frente al revisionismo titista?

    Vamos a estudiar la posición de Ludo Martens, presidente del PTB, ligado históricamente al Pensamiento Mao Zedong del cual no se desprendió ni en el momento de la caída del URSS. Además, desde 1992, el PTB es el iniciador del Seminario Comunista Internacional de Bruselas, lo que lo hace confrontar sus ideas con organizaciones variadas.

    «Más grave aún, Mao denuncia la crítica que Stalin hizo de la línea titista, poniendo así en duda las luchas ideológicas que Stalin llevó contra el trotskismo, el bujarinismo, y el nacionalismo burgués:

    «Stalin tomó una decisión errónea sobre la cuestión de Yugoslavia. A propósito de todas estas cuestiones, Stalin se mostró subjetivo» (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961, Ed. en Lenguas Extranjeras, Beijing, p.9-10). «Que los camaradas yugoslavos experimentes una aversión particular con respecto a los errores del Stalin, esto puede comprenderse. Situados en unas condiciones difíciles, han desplegado en el pasado esfuerzos meritorios para mantenerse en la vía del socialismo. En las empresas y otras organizaciones sociales, han realizado experiencias de gestión democrática que han igualmente atraído la atención. El pueblo chino aplaudió la reconciliación intervenida entre la URSS y los otros países socialistas, de un lado, y Yugoslavia, de otro» (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961)

    Esta proposición exprime la conciliación y la complacencia hacía el revisionismo». (Ludo Martens, Algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)


    En su conclusión a estas tesis, Ludo Martens escribió:

    «En base a los principios formulados por Lenin y Stalin, criticamos algunas posiciones titistas y nacionalistas expresadas por Mao Zedong». (Ludo Martens, Algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)

    Ludo Martens le critica aquí a Mao las debilidades en la lucha contra el titismo. Estas debilidades de Mao y del PCCh, la actitud conciliadora adoptada frente al titismo no son un detalle casual, el titismo es un resumen de tesis prestadas del trotskismo, del bujarinismo y del nacionalismo burgués, el titismo entró en alianza abierta con imperialismo norteamericano para luchar contra «el expansionismo soviético» lo que se tradujo como observó y demostró justamente Ludo Martens en su libro «Otra mirada sobre Stalin» en el apoyo aportado por el titismo a los imperialistas en la guerra de Corea (pero también por su implicación en los acontecimientos contrarrevolucionarios que se efectuaron en Hungría en 1956).

    En su texto «La experiencia histórica de la dictadura del proletariado», el PCCh llega hasta el lamentable acto de alabar las «experiencias democráticas de gestión de las en las empresas yugoslavas», es decir la autogestión. ¿Acaso Yugoslavia era un régimen de dictadura del proletariado?

    Obviamente, el PCCh estaba lejos de haber tomado medidas frente al peligro del revisionismo de Tito. También esto está le quedó claro al propio Enver Hoxha cuando viajo para presenciar el VIII Congreso del PCCh, en los informes sobre su reunión con Mao en 1956, reunión, que sucedió después de que Mao hubiera leído el «informe secreto» de Jruschov y el VIII Congreso del PCCh siguiera la estela del XX Congreso del PCUS, paso lo siguiente:

    «Mao tomó la palabra. Después de decirnos que estaban muy contentos de tener entre ellos amigos de la lejana Albania, expresó unas palabras a cerca de nuestro pueblo, que calificó de pueblo valiente y heroico: «Sentimos una gran simpatía por su pueblo -no dijo entre otras cosas-, porque ustedes se han liberado hace más tiempo que nosotros». Y tras esto se fue a la pregunta: «¿Cómo están sus relaciones con Yugoslavia? » «Frías -le dije-» y al momento pude ver su abierta expresión de sorpresa. «Al parecer, pensé, no conoce bien nuestra situación con los yugoslavos», por eso decidí decirle alguna cosa de la larga historia de las relaciones de nuestro Partido y de nuestro país con el partido y el Estado Yugoslavo. Fui breve, hice hincapié en algunos momentos cruciales de la actividad antialbanesa y antimarxista de la dirección yugoslava, esperando alguna reacción por su parte. Mas observaba que Mao no salía de su cara de asombro y de vez en cuando lanzaba algunas miradas a los otros camaradas chinos «En esta cuestión -dijo Mao- ni ustedes los albaneses se han equivocado hacía los yugoslavos, ni tampoco los camaradas yugoslavos se han equivocado respecto a ustedes. En esta cuestión ha sido el Kominform quien ha cometido graves errores». «Aunque no hemos sido miembros del Kominform -le dije-, siempre hemos apoyado y considerado correctos sus conocidos análisis y actitudes respecto a la actividad de la dirección yugoslava. Es nuestra larga historia de relaciones con ésta que nos ha convencido de que la línea y las actitudes de los yugoslavos no han sido ni son marxista-leninistas. Tito es un renegado incorregible». (Enver Hoxha, Los Jruschovistas, 1980)

    ¿Cómo es posible que el PCCh ignorara la condena del titismo como corriente antimarxista hecha por todo el movimiento comunista internacional en 1948? ¿Cómo pudieron en el  momento en que ya en 1954 Jruschov iniciaba su aproximación a Tito decir que «la Kominform y Stalin se había equivocado sobre la cuestión yugoslava?» Ludo Martens explica esto por el hecho que Mao habría estimado que era contradicciones que se encontraba «en el seno del pueblo». ¿Pero entonces si consideramos a los aliados objetivos de los Estados imperialistas más belicistas como los que forman parte del pueblo, a cuales enemigos se deben combatir entonces? Estos ciertamente son gravísimos errores por parte del PCCh, los cuales el lector podrá aclarar cuando hablemos sobre el revisionismo jruschovista.

    MAO Y EL APOYO AL XX CONGRESO DEL PCUS:

    Es notorio que en ningún momento de este informe el PTA se suscribió a las tesis del XX congreso del PCUS, lo que no dejó de inquietar a la nueva dirección soviética:

    «Esta inquietud la dirección soviética la manifestó abiertamente en abril de 1957, cuando la delegación del Partido del Trabajo de Albania y del Gobierno de la República Popular de Albania, encabezada por los camaradas Enver Hoxha y Mehmet Shehu, se encontraba en Moscú por invitación del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Gobierno de la Unión Soviética. En el curso de las conversaciones, cuando el camarada Enver Hoxha hacía una exposición de la situación y de la lucha del Partido del Trabajo de Albania en las condiciones de aquel entonces, N. Jruschov, descontento y muy irritado por la actitud revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania, intervino diciendo: «¡Se ve que ustedes los albaneses, buscan llevarnos de nuevo al camino de Stalin!» Calificó la actitud del Partido del Trabajo de Albania hacia los revisionistas yugoslavos como una «actitud no objetiva» que se apoyaba en la «exageración de los desacuerdos con ellos» y demandó «no atacarlos injustamente». No vaciló en asumir la defensa de algunos enemigos del Partido y del pueblo albanés, pidiendo su rehabilitación. Irritado por la firmeza con que el camarada Enver Hoxha y los demás miembros de la delegación defendían los puntos de vista y la actividad marxista-leninistas del Partido del Trabajo de Albania, Jruschov les dijo en tono amenazante: «¡Ustedes los albaneses son muy arrebatados y sectarios!» «¡Con ustedes no podemos entendernos. Interrumpimos las conversaciones!» Este incidente constituía el primer choque directo entre la línea revolucionaria marxista-leninista del Partido del Trabajo de Albania y la línea revisionista del grupo de Jruschov». (Historia del Partido del Trabajo de Albania)

    Es un hecho innegable de que el PCCh, durante período precedente a las conferencias de Bucarest y Moscú en 1960, adoptó una posición por lo menos ambigua sobre la cuestión [7]:

    «La cuestión de la lucha contra el culto a la personalidad ocupaba un lugar importante en los debates del XX Congreso. El Congreso muy agudamente manifiesto la prevalencia del culto a la personalidad que, durante mucho tiempo en la vida soviética, había dado lugar a muchos errores en el trabajo y ha dado lugar a consecuencias perjudiciales. Esta valiente autocrítica de sus errores en el pasado por el Partido Comunista de la Unión Soviética demuestra el alto nivel de principio en la vida interna del Partido y la gran vitalidad del marxismo-leninismo. (...)

    Stalin no extrajo las lecciones de los errores aislados, locales y temporales sobre ciertas cuestiones y así no pudo evitar que se volvieran graves errores que afectaron a nivel nacional y de modo prolongado. Durante la última parte de su vida, Stalin tomó más y más placer en este culto a la personalidad, y violó el sistema del partido del centralismo democrático y el principio de combinar la dirección colectiva con la responsabilidad individual. Como resultado, él cometió algunos errores graves, tales como las siguientes: se amplió el alcance de la represión de la contrarrevolución, que carecía de la vigilancia necesaria en vísperas de la guerra antifascista, él no pudo prestar la debida atención al desarrollo de la agricultura y el bienestar material de los campesinos, dio ciertos consejos equivocados en la comunista internacional movimiento, y, en particular, una decisión equivocada en la cuestión de Yugoslavia. En estos temas, Stalin fue víctimas de subjetivismo y la unilateralidad, y se divorció de él mismo y de la realidad objetiva de las masas. (...)

    La lucha contra el culto a la personalidad que se ha desatado en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética es una gran lucha y un liderazgo valiente de los comunistas y el pueblo de la Unión Soviética para eliminar las barreras ideológicas que obstaculizan su avance». (Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, Renmin Ribao, 1956)


    Ludo Martens también relata los aspectos más destacados:

    «En el XX congreso, Jruschov lanzó su ataque sorpresa contra la obra de Stalin, para imponer su línea revisionista. Al principio la actitud de Mao Zedong y el Partido comunista chino fue vacilante, ellos no defendieron de manera consecuente la obra marxista-leninista de Stalin, pues siguieron a Jruschov en algunas de sus críticas oportunistas contra Stalin. El documento fundamental para este propósito esta titulado «La experiencia histórica de la dictadura del proletariado», redactado entre el 5 de abril y el 29 diciembre del 1956. Este texto acoge la defensa de Stalin de «la experiencia fundamental de la revolución y la edificación del socialismo en la URSS». A pesar de todo, en las críticas que formula a la dirección de Stalin podemos descubrir una tendencia bastante marcada a la reconciliación con el revisionismo. Algunas críticas formuladas por Mao Zedong y el PCCh vuelven a tomar simplemente las calumnias formuladas por Jruschov. El PCCh lanza ciertas afirmaciones gratuitas, que no están basadas en ninguna búsqueda seria. La conclusión viene a ser: ¡Jruschov ha tomado medidas para rectificar estos errores de Stalin!:

    «Durante el último periodo de su vida, las victorias en serie y la ristra de alabanzas de las cuales fue objeto hicieron perder la cabeza a Stalin. En su manera de pensar, él se apartó parcialmente, pero gravemente, del materialismo dialéctico para caer en el subjetivismo. Él comenzó a tener una fe ciega en su propia sabiduría y en su propia autoridad: él se oponía a entregarse a la búsqueda y al estudio serio con respecto a situaciones complejas, o a prestar atención a la opinión de sus camaradas como a la voz de las masas. En consecuencia, ciertas tesis y medidas políticas adoptadas por él iban a menudo en contra de la realidad objetiva: él estaba a menudo obstinado en hacer aplicar durante un largo lapso de tiempo estas medidas erróneas, y no puedo rectificar sus errores a tiempo. El PCUS ha tomado ya medidas para rectificar los errores de Stalin». (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961) Una de las acusaciones más farfulleras que Jruschov lanzó contra Stalin, es retomada por el PCCh:

    «Stalin no dio pruebas de tomar la vigilancia necesaria en vísperas de la guerra antifascista» (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961)

    El PCCh copia en su texto las tesis de Jruschov sobre la extinción de la lucha de clases, tesis desarrolladas a lo largo de los años 30 por Bujarin. El PCCh pasa sin el análisis concreto de este periodo crucial y complejo que fue este la depuración. Él repite las trivialidades revisionistas de Jruschov de que era preciso perfeccionar la democracia en lugar de insistir en la agravación de la lucha de clases:

    «Después del aniquilamiento de las clases explotadoras y la liquidación, en lo esencial, de las fuerzas contrarrevolucionarias, la dictadura del proletariado estaba aún en frente de los restos de la contrarrevolución en el interior del país (...) pero su bayoneta debía estar dirigida sobre todo contra las fuerzas agresivas imperialistas del exterior. En estas condiciones, era preciso desarrollar y perfeccionar progresivamente, en la vida política del país, los diversos, métodos democráticos, perfeccionar la legalidad socialista, reforzar el control del pueblo sobre los organismos del estado, desarrollar los métodos democráticos en la administración del estado y de sus empresas, de una parte, y las grandes masas por el otro, (...) combatir aún más firmemente las tendencias burocrática, en lugar de insistir en la agravación de la lucha de clases después de la liquidación de las clases, y entorpecer así el desarrollo sano de la democracia socialista, como hizo Stalin». (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961, Citado por Ludo Martens, Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)


    Estas actitudes de complacencia y reconciliación del PCCh frente a Jruschov no quedaron ahí, pues dejó una gran influencia negativa sobre el movimiento comunista. Veremos más tarde, en la sección IV, que Mao, en su libro «Sobre diez grandes relaciones», escrito en abril de 1956, siendo pues, posterior al XX congreso del PCUS, profundizó mucho más en las tesis jruschovistas. De igual manera las tesis jruschovistas florecieron en el VIII congreso del PCCh que se celebró en septiembre de 1956. En este triste acto, Enver Hoxha como dijimos, se encontraba allí ya que estuvo a la cabeza de la delegación del PTA invitada a esa ocasión, de aquel suceso el albanés nos reproduce lo siguiente:

    «Toda la plataforma de este congreso estaba basad en las tesis del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, e incluso en algunas direcciones, Mao Zedong, Liu Shao-chi y otros altos dirigentes chinos habían llevado más lejos las tesis de Jruschov. Sentimos que la epidemia del revisionismo había afectado también a China. En aquella época no podíamos determinar el grado de propagación de la enfermedad, pero a juzgar por lo que había ocurrido y está ocurriendo en China, se ve que, en aquel entonces, los dirigentes chinos se estaban apresurando para no quedarse atrás, incluso para arrebatar y tomar en sus manos la abigarrada bandera de los jruschovistas. Además en los sucesos informes, que Liu Shao-chi, Deng Xiao-ping, y Chou En-lai presentaron al VIII Congreso [8], defendieron y profundizaron aún más en la línea permanente del Partido Comunista de China por una vasta colaboración con la burguesía y los kulaks, «argumentaron» las grandes ventajas que aporta al socialismo tratar bien y designar a elevados cargos de dirección a capitalistas, comerciantes e intelectuales burgueses, preconizaron con gran ruido la necesidad de una colaboración de la clase obrera con la burguesía local y del Partido Comunista con los demás partidos democráticos, nacionales, en las condiciones del socialismo etc. Las «100 flores» y las «100 escuelas» de Mao Zedong que se abrieron y compitieron en el curso de las sesiones del Congreso, se abrían y competían de hecho en todo el partido y el Estado chino. Esta teoría de las 100 banderas, formulada por Mao Zedong y proclamada ampliamente en mayo de 1956 por Lu Tinag-yi, miembro suplente del Buró político del CC del PC de China, constituía la variante china de la teoría y la práctica burgués-revisionista de la «libre circulación de la ideas y de los hombres», de la coexistencia de toda suerte de ideologías, de corrientes de escuela y de subescuelas en el seno del socialismo». Más tarde resultó que también el decálogo enteramente revisionista de Mao Zedong «Sobre diez grandes relaciones» pertenecía precisamente a este período de «primavera» del revisionismo moderno. (…)

    Cosa curiosa: todos los que nos encontrábamos (me refiero a los camaradas de otros partidos comunistas en China), no tenían en boca más que rehabilitaciones, y a Tito. Incluso Chou En-lai quién, en una entrevista que tuvimos con él, nos dijo: «Me ha invitado Tito a ir a Yugoslavia y he aceptado su invitación. Con esta ocasión, si ustedes están de acuerdo, puedo pasar también por Albania». «Que venga usted a Albania estamos completamente de acuerdo, -le dijimos- y le agradecemos su deseo de venir a nuestro país». A pesar de que nos sonó bastante mal que el primer ministro de China relacionara su venida a Albania con la «ocasión» de su ida a Yugoslavia.

    Pero, como ya he dicho anteriormente, era el tiempo en que las fiebres del revisionismo habían contagiado a todos, y cada uno traba de dirigirse cuanto antes a Belgrado para recibir la bendición y la «experiencia» del veterano del revisionismo moderno. Un día, Scocimaro vino a quejarse ante mí de que Togliatti había ido a Belgrado y no se había entendido bien con Tito. «¿Cómo? -le pregunté no sin ironía- ¿Han tenido disputas?» «No -me dijo-, pero no se han puesto de acuerdo en todo». A pesar de esto prosiguió: «Vamos a enviar una delegación a Belgrado a conocer su experiencia». «¿En qué terreno? pregunté-». «Los camaradas yugoslavos -me respondió han combatido eficazmente la burocracia y actualmente ya no existe burocracia en Yugoslavia». «¿Como saben que no existe burocracia en Yugoslavia? -le pregunté-». «Por qué en Yugoslavia también los obreros obtienen ganancias, -fue su respuesta-» Le hablé de la actitud de nuestro partido hacía ese problema, pero el italiano siguió obsesionado con Tito. Le preguntamos: «¿Por qué solamente a Yugoslavia quieren enviar gente a «adquirir experiencia»? ¿Por qué no han enviado delegaciones de este género a los países de democracia popular, como a Albania por ejemplo?» Quedó turbado, pero al cabo de un momento halló respuesta: «La enviaremos -dijo- mire, por ejemplo, la experiencia de China, en lo que se refiere a la colaboración de la clase obrera con la burguesía y del Partido Comunista con los demás partidos democráticos, es de mucho valor para nosotros. La estudiaremos». Tenía verdaderamente dónde aferrarse. Los revisionistas italianos podían desde entonces dirigirse no solamente a Yugoslavia y a China, sino a todas partes, para adquirir o transmitir la experiencia de la traición a la causa del proletariado, de la revolución, y del socialismo. Nuestro país fue el único donde no vinieron, y a donde no podían venir, pues en él no se aplicaba más que el marxismo-leninismo. Pero esta experiencia, ellos no la necesitaban. El 3 de octubre del 1956 emprendimos el camino de regreso a nuestra patria. Durante ese viaje pudimos convencernos todavía más de las grandes y peligrosísimas proporciones que había tomado el revisionismo moderno jruschovista. En Budapest íbamos a ver uno de los productos más horribles de la «nueva línea» jruschovista-titista, la contrarrevolución. Hacía tiempo que se había incubado, ahora estallaba». (Enver Hoxha, Los Jruschovistas, 1980)


    MAO Y SU ANTISTALINISMO EN LA CONTRARREVOLUCIÓN HÚNGARA:

    Es el primer resultado visible del trabajo de zapa iniciado por las tesis jruschovistas de su denuncia sobre Stalin. En Hungría, la reacción progresó cubriéndose el vestido antistalinista hinchando desmedidamente los «errores» de los antiguos dirigentes stalinistas [9], que fueron rápidamente apartados después de la proclamación vociferada del revisionismo. El imperialismo se regocijó ante los acontecimientos de Budapest que confirmaron la gran utilidad de Tito y probaron la virulencia del virus antistalinista liberado por Jruschov.

    El Partido del Trabajo de Albania sacó de los acontecimientos de Hungría importantes lecciones para su propia actividad en el plano nacional e internacional:

    «La tragedia del pueblo húngaro —declaraba el camarada Enver Hoxha inmediatamente después del fracaso de la contrarrevolución— será sin duda alguna una gran lección para todas las gentes honradas del mundo, será una lección para todos aquellos que se duermen sobre sus laureles y que frente a las frases de los imperialistas y de la reacción, frente a las consignas demagógicas, relajan la vigilancia y la sustituyen con una actitud oportunista y con una peligrosa blandenguería. El Partido y el pueblo albanes nunca han dado un paso en falso ni lo darán, y no se dejarán engañar por las consignas del «socialismo popular», del «socialismo revolucionario» o las consignas de una cierta «democracia» que se asemeja a todo menos a la democracia proletaria. Por tanto, hoy más que nunca, a nuestro Partido se le plantea la tarea de fortalecer su lucha de principios para preservar la pureza de la teoría marxista- leninista, para fortalecer sus filas en el plano ideológico y organizativo, para robustecer la solidaridad internacional de los trabajadores, y considera necesaria la lucha en defensa de los principios marxista-leninistas, para consolidar sus filas en lo ideológico y organizativo, para fortalecer la solidaridad internacional trabajadores, porque considera que la lucha por la defensa de los principios del marxismo-leninismo, la lucha sobre la base de estos principios es la única lucha justa». (Enver Hoxha, discurso en la sesión solemne del 8 de noviembre de 1956. «Zeri i Popullit» 9 de noviembre de 1956.)» (Historia del Partido del Trabajo de Albania) (...)

    El PCCh y los partidos comunistas también condenaron la contrarrevolución en Hungría. Sin embargo, Mao no lo hizo sin la culpar de esto al camarada Stalin, muerto hace tres años:

    «Mao retoma también las tesis de Kadar y los revisionistas «moderados» en Hungría quienes «explicaban» la contrarrevolución de 1956 por los «graves errores» cometidos por el stalinista Rakosi. Kadar no se distanció de Nagy más que en el momento en el que este hizo una alianza con los insurgentes de extrema derecha y fascistas:

    «Los errores cometidos por Stalin han suscitado un serio descontento en los pueblos de ciertos países de Europa del Este». (La experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 1961)» (Ludo Martens, Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)


    MAO Y SU AFINIDAD CON JRUSCHOV Y GOMULKA:

    Se desprende de estas posiciones que Mao, después de la reconciliación con Tito de Jruschov, después de la denuncia ruidosa de Stalin, y después del primer choque contrarrevolucionario operado bajo la bandera del antistalinismo, no parece tener en cuenta todavía el camino abierto por las teorías revisionistas del XX Congreso del PCUS. Incluso embelleció la orientación revisionista PCUS en la conferencia de Moscú. Así, como decimos en la conferencia de Moscú en noviembre de 1957 cuando los dos grandes revisionistas: Gomulka y Togliatti intentaron profundizar en la orientación revisionista desafiando el liderazgo soviético Mao pronunció las siguientes palabras que Enver Hoxha relata:

    «Mao Zedong desde su asiento iba soltando argumentos sobre esta polémica:

    «Nuestro campo
    –dijo Mao- debe tener una cabeza porque también la serpiente tiene una cabeza, también el imperialismo tiene una cabeza. Yo no aprobaría -continuó Mao- que China fuese consideraba como cabeza del campo, porque nosotros no merecemos este honor, no podemos desempeñar este papel, somos todavía pobres. No poseemos ni un cuarto de satélite, mientras que la Unión Soviética tiene dos Luego, la Unión Soviética merece ser esta cabeza, ya que nos trata bien. Vean con que libertad estamos hablando. Si hubiera sido con Stalin hubiéramos tenido dificultades para hablar de este modo. Cuando me he encontrado con Stalin, me sentía ante él como el alumno ante el maestro, mientras que con el camarada Jruschov hablamos libremente, entre iguales». Y como si eso no fuera suficiente, añadió en su estilo peculiar: «Con la crítica del culto a la personalidad, tenemos la impresión de habernos librado de un pesado techo, que nos oprimía y nos impedía comprender correctamente muchas cuestiones. ¿Quién nos ha librado de este techo, quién nos ha ayudado a todos nosotros a comprender de manera correcta el culto a la personalidad?» Preguntó el filósofo haciendo una pequeña pausa, se dio enseguida la respuesta: «El camarada Jruschov, y nosotros se lo agradecemos». Así defendió el «marxista» Mao las tesis «con la Unión Soviética a la cabeza», así defendió también a Jruschov. Pero al mismo tiempo como buen equilibrista, para no indignar a Gomulka que era opuesto a las tesis de Mao añadió: ¡Gomulka es un buen camarada, debemos apoyarle y confiar en él! [10] (Enver Hoxha, Los Jruschovistas, memorias, 1980)

    Hay que subrayar que el «camarada Gomulka», como le llama Mao, había sido condenado como partidario de un socialismo «específico» de influencia titista en 1948 y excluido del POUP en 1949. Es sólo después del XX congreso del PCUS que reaparecerá sobre la escena política. Mao, además de que también no puede abstenerse de subrayar los «progresos» que representa Jruschov con relación a Stalin, da prueba de un espíritu muy marcado de conciliación frente de los grandes revisionistas, hasta afirmar que:

    «Hay personas -dijo- que son marxistas al cien por cien, las hay al ochenta por ciento, al setenta por cierto, al cincuenta por cierto, incluso hay de aquéllas que sólo pueden ser marxistas al diez por ciento. También los que sólo son un diez por ciento marxistas debemos conversar, pues siempre vamos a obtener algo positivo. (Enver Hoxha, Los Jruschovistas, memorias, 1980)

    Al espíritu de conciliación, se añade aquí un subjetivismo muy fuerte a un diseño no dialéctico del marxismo: el «grado de marxismo» se presenta por esta fórmula como un cambio simple y cuantitativo. ¡El bono cualitativo (tal el reconocimiento de la dictadura del proletariado, la asimilación del materialismo histórico, etc.) está ausente de eso, como si el paso del revisionismo al marxismo-leninismo fuera un proceso gradual, lo que permite sobre justificar bien una alianza con «marxista» al diez por ciento que hasta sería un marxista!

    «Mao dijo que la obra de Stalin contenía un treinta por ciento de errores y un setenta por ciento de buenas cosas. ¡Gran análisis! ¡Evaluó la obra de Stalin con la misma precisión que se toma el peso de los tomates!» (Enver Hoxha, «Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong», 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)

    Siguiendo lógica de Mao que dijo sobre la obra de Stalin que contenía el 30% de errores y el 70% de méritos, (apreciación que es repetida por otra parte por un tal Gonzalo para el que «sus méritos y sus errores son en un informe de siete a tres» (Cf. la entrevista del presidente Gonzalo al periódico El Diario, 1988). Y teniendo en cuenta que las circunstancias en las cuales han sido pronunciadas estas palabras, estamos en derecho a preguntar a quién corresponden las cifras restantes: el 100%, el 80%, el 50% y el 10%. ¡Mao que ha calificado a Jruschov de «Lenin de nuestro tiempo», estamos pues en derecho atribuirle el 100%! ¿El 80% tienen que atribuir al «alumno» Mao, que fue el «alumno de Stalin»? ¿El 50% al gran revisionista de Gomulka, a Togliatti y demás? ¿Y quizás el 10 % al lacayo declarado del imperialismo norteamericano, Tito? (...)

    MAO Y SU APOYO A JRUSCHOV DURANTE LA LIQUIDACIÓN DEL GRUPO ANTIPARTIDO DE MOLOTOV:

    «En junio de 1957, el Presídium del Comité Central del PCUS retiró a Jruschov sus deberes como primer secretario del Partido y lo envió de vuelta a su posición anterior como ministro de Agricultura. Jruschov se negó a retirarse y llamó a un pleno del Comité Central para resolver el debate. Pero, al mismo tiempo, esta reunión se llevó a cabo con la ayuda del mariscal Zhúkov, que rodeó al Kremlin por unidades militares. Impuso así por la fuerza los votos del Comité Central a favor de su propia orientación revisionista. Por lo tanto, pudo obtener la destitución de Molotov, Malenkov, Kaganovich, Bulganin y Shepílov quienes caerían poco después en desgracia». (Gilbert Mury, Enver Hoxha contra el revisionismo, Obras Escogidas presentados por Gilbert Mury, Digital Edition, p.94.)

    Es este evento sin precedentes el que marcó la victoria final del jruschovismo en la URSS. El grupo «antipartido» fue acusado de conspirar para derrocar a Jruschov:

    «A la muerte de Stalin, eran ya diez en el Presídium: Malenkov, Beria, Jruschov, Mikoyan, Molotov, Kaganovich, Vorochilov, Bulganin, Sabutov y Pervukhin» (Roy Medvedev y Zhores, Los años de Jruschov en el poder, Ediciones Maspero, París, 1977, p.15.) Después de la eliminación de Beria, Mikoyan afirmó en 1956 que el Presídium constituía un «colectivo dirigente estrechamente unido». (Mikoyan, EL discurso del XX congreso, ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1956, p.6). ) Pero al año siguiente, Jruschov y Mikoyan hicieron virar a los otros, con el argumento de que «estos renegados querían resucitar la penosa época en que dominaban los métodos y las desviaciones viciosas, resultado del culto a la personalidad». (Kozlov, «Informe del XXII Congreso», en: Hacia Informes comunismo, ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1961, p.412-413) Esta eliminación de la mayoría de los marxistas-leninistas del Presídium fue posible gracias a la intervención del Ejército y particularmente de Zhúkov y de los secretarios regionales que vinieron en socorro de Jruschov, puesto en minoría. Las vacilaciones, la poca perspicacia política, el espíritu de conciliación de Molotov, Malenkov y Kaganovich causaron su derrota». (Ludo Martens, Otra mirada a Stalin, 1994)

    ¿Cuáles fueron las posiciones adoptadas por el PCC y el PTA frente a destitución de la mayoría de los miembros del Comité Central del PCUS? Tenemos un ejemplo ofrecido en la Conferencia de Moscú que se efectuó en 1957 [11]:

    «Mao Zedong dijo en esta conferencia: «la necesidad para todos nosotros, partidos comunistas y obreros del mundo, es decir del campo del socialismo, es tener una cabeza, y esta cabeza debía ser Unión Soviética». Esta fue la tesis que Mao Zedong expuso y mantuvo durante la Conferencia de Moscú, mientras que Jruschov fingió no desear que se llevara a cabo. Debemos reconocer que nosotros y otros han defendido eficazmente esta tesis. Pero el camarada Mao Zedong con su autoridad hizo saber que «Jruschov es un marxista-leninista eminente, un gran dirigente de la Unión Soviética», y que «con Jruschov se puede discutir e ir por delante», mientras que delante de Stalin, según él, había que quedarse firme y prestar atención. Del mismo modo Mao Zedong, como hemos oído apoyó notablemente a Jruschov cuando éste liquidó el supuesto grupo antipartido de Molotov y sus compañeros. Todos estos hechos demuestran pues que Mao Zedong se suscribía totalmente a esta línea revisionista que llevó a cabo intrigas golpistas de denigración y de complot contra el PCUS, y contra Stalin. Nuestro Partido no se acercó a estas posiciones ni a las de Mao Zedong y el Partido comunista chino. Después de la muerte de Stalin, pensamos que alguien más podría adherirse a la cabeza del partido y, entre paréntesis, podemos decir que pensábamos que Molotov». (Enver Hoxha, «Los revisionistas chinos están atacando al PTA a nuestras espaldas», 8 de enero de 1977, Reflexiones sobre China, Tomo II)

    Es cierto que era difícil para los partidos comunistas extranjeros de condenar el putch de Jruschov, sea por falta de informaciones, o sea por el hecho de que esto habría podido estar considerado como una injerencia en los asuntos interiores del PCUS, ¿pero era normal por parte de Mao que apoyara este acto que infringía los estatutos de todo partido de tipo leninista? Está claro que no. Queda de esto que del 1955 al 1957, el PCC, o bien suscribió conscientemente a las tesis revisionistas de los titistas y de los jruschovistas, o bien dio prueba de una ceguera continúa, pero objetivamente ayudó en ambos casos a Jruschov a consolidar sus posiciones contra los marxista-leninistas soviéticos.

    LA VÍA CENTRISTA CHINA EN LA LUCHA CONTRA EL JRUSCHOVISMO:

    La respuesta de los soviéticos fue entonces la de romper las relaciones diplomáticas con la República Popular de Albania. En lo que toca a la posición china, a partir de este momento y durante dos años, tratarán de apagar el fuego de la polémica para intentar «preservar la unidad»:

    «En la etapa inicial de las polémicas feroces entre el Partido del Trabajo de Albania y los revisionistas jruschovista, China estaba de acuerdo con Albania, pero esto sólo en la superficie, ya que, en realidad, como se comprobó más tarde, fue en la búsqueda de una reconciliación con los soviéticos queriendo la extinción de las polémicas con ellos. Esto fue evidente en el discurso de Chou En-lai en el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, donde, de hecho, él no defendió nuestro partido, sino que exigió que la polémica debía cesar en su lugar. El liderazgo chino llamó a esta postura «ayuda» para la propia Albania, pero la demanda de cesar la polémica no fue ni a los intereses de la Albania socialista, ni a los intereses de la propia China. Sino que con esto el único que se beneficiaba era Jruschov en su lucha contra el socialismo y el marxismo-leninismo». (Carta del CC del PTA al CC del PCCh, 29 de julio de 1978)

    «La campaña emprendida por los jruschovistas en el sentido del «cese de la polémica en la prensa y la radio» se extiende. Hay que comprender bien quién comprometió a abrir primero públicamente esta polémica. Es el grupo de Jruschov quién tiene las responsabilidades. Sobre las cuestiones teóricas y los problemas internacionales, dos líneas, dos actitudes salieron a la luz: Una línea oportunista y revisionista, que desviaba el marxismo-leninismo, violaba la Declaración de Moscú, sostenía el titismo y procuraba apagar la lucha contra él, mientras que por otro lado abría la vía a las concesiones al imperialismo, atenuaba la lucha llevada en contra de él, lo halagaba, y demás, esta fue la línea de los jruschovistas; y la otra línea, la nuestra, que permanecía fiel al marxismo-leninismo y a la Declaración de la Conferencia de Moscú. (...) Los revisionistas soviéticos, así como yugoslavos y otros no cambian de vía. Cada una de sus pasos, hechas bajo el pretexto de la «unidad», es una total superchería. (...) Pidiendo el cese de la lucha ideológica y política Jruschov piensa decir: «Déjenme actuar tranquilamente en la vía donde prometí actuar, que yo os juro que de ella no me apartaré». Para el Partido del Trabajo de Albania esta maniobra es clara». (Enver Hoxha, «Acabar la lucha ideológica y política, es permitirle al enemigo perjudicarte», 22 de abril de 1962, Reflexiones sobre China, Tomo I)

    «El camarada Hysni Kapo y Ramiz Alia, que llegaron estos días a China después de un largo viaje comenzaron sus conversaciones con los camaradas chinos y nos enviaron varias radiogramas para informarnos sobre los puntos de vista de los camaradas de Pekín sobre los problemas que nos preocupan. En primer lugar, los camaradas chinos se mostraron solidarios con nuestros puntos de vista sobre las cuestiones internacionales y a propósito del grupo revisionista de Jruschov y sus seguidores. Estimaron que nuestras posturas eran justas y dijeron que nosotros (los albaneses) teníamos las manos libres para combatir a los jruschovistas porque fueron ellos los que atacaron primero.  (...) Nos dijeron también que habían recibido del Partido comunista de Unión Soviética una carta de respuesta de 50 páginas, entre las que 40 contenían ataques contra nosotros. Después de la recepción de esta carta, los camaradas chinos publicaron, desde luego con un cierto retraso, extractos de mi discurso con ocasión de la campaña electoral. Ahora, los camaradas chinos se están dedicando en gran parte a convencernos de abandonar las condiciones que establecimos para la celebración de la reunión que íbamos a participar donde naturalmente será preparada por los soviéticos y los chinos. Los motivos invocados en su insistencia, son infundados, sin fuerza y con un espíritu oportunista marcado. Los camaradas chinos parecen estremecidos, temen la lucha contra los revisionistas, sobreestiman las fuerzas del enemigo y subestiman las nuestras y las del comunismo internacional. Procuran acabar en un compromiso. Nuestra actitud decidida les ha colocado un obstáculo en sus planes, y para ellos es embarazoso». (Enver Hoxha, «China avanza en una vía centrista», 13 de junio de 1962, Reflexiones sobre China, Tomo I)


    Estas vacilaciones pueden ser demostradas también con solo citar un extracto del libro «Sobre algunos aspectos del revisionismo» de Ludo Martens, donde se pone en evidencia el hecho siguiente: en 1963 los chinos atacaron a Jruschov pero a través de la denuncia de Tito. Es solamente en ese momento que la dirección del PCCh comienza a atacar señaladamente al revisionismo, aunque todavía vacila. La dirección china se niega a creer que Jruschov esté dispuesto a traicionar los principios marxistas como ya hiciera Tito y no admite lo que para el PTA es ya una evidencia, un hecho consumado.

    LA ACTITUD DE MAO FRENTE A LA CAÍDA DE JRUSCHOV:

    Además este asunto testimonia por parte de la dirección china de una evidente falta de corrección hacia su aliado más fiel en los errores que este le señala, también es subrayable los diseños chovinistas de gran Estado que ponía en práctica la dirección china. Mao confunde además aquí distintamente dos tipos de contradicciones: de una parte la contradicción interna al campo antirevisionista, no antagónico y resultante de la confrontación de ideas y de los intercambios de vista con el fin de elaborar una táctica común de lucha, el debate, y por otra parte la contradicción antagónica opuesta al campo revisionista, la polémica. Es pues un error muy grave de juicio, que es todavía acentuado por el hecho de que la dirección china no ha escatimó esfuerzos para tratar de conciliarse con los traidores soviéticos, incluso en octubre de 1964 en el momento de la caída de Jruschov, y se mostró en cambio muy desdeñoso frente del PTA con el cual progresivamente acabó degradando las relaciones más tarde:

    «Algunos meses antes de la caída de Jruschov, y al punto culminante de nuestra lucha contra éste, los camaradas chinos le enviaron un telegrama al «querido camarada Jruschov», y le desearon «larga vida». Esto decían, «lo hicimos en nombre de nuestra amistad con los pueblos soviéticos, en nombre del fortalecimiento de esta amistad». ¡Hermosa manera de fortalecer la amistad que la de desear larga vida al que cavó la tumba de los pueblos soviéticos! Hoy los camaradas chinos se apresuran a ir a Moscú. ¿Por qué? Para ayudar a «queridos camaradas», queridos pero revisionistas, parece que pretenden con los más estrechos colaboradores del traidor y «a través de ellos ayudar a las fuerzas revolucionarias en Unión Soviética». Estrategia extraña para nosotros. Para nosotros, marxistas, estos raciocinios no se tienen en pie. Detrás de esto se esconden otros fines, fines malsanos, no marxistas. No somos nosotros quienes derribamos los dirigentes soviéticos, es su partido y su pueblo los que pueden hacerlo o no. Nuestras posturas justas y militantes deben ayudar a los revolucionarios soviéticos a adoptan decisiones justas. La cuestión se alza pues: ¿acaso, ayudando con tanto celo a los revisionistas, ayudamos a los revolucionarios soviéticos? Comportarse así, es no ser revolucionario. ¿O todavía es un gesto revolucionario en el momento en el que los enemigos de la revolución sufren una derrota grave, en el momento pues favorable para la revolución, apresurarse a ir a tenderles la mano a los contrarrevolucionarios para ayudarles, mientras que no sólo no den ningún signo de enmienda, sino que al contrario declaran alto y claro que perseguirán en la vía de la traición de los congresos XX y XXII? No, esto es claramente una actitud contrarrevolucionaria, antimarxista y revisionista. ¿En resumidas cuentas, no le pedimos, camarada chinos, lanzar «grandes ataques», porque estos ataques polémicos los abandonaron hace tiempo, pero no pueden tener paciencia por lo menos algunos meses para ver lo que harían estos «camaradas soviéticos»? ¿No habría sido justo, legítimo y honorable para su partido y su Estado el que sean los enemigos vencidos que pidan venir, que sean forzados a ello? Todo esto es elemental. ¿Por qué mostrarse generoso hasta el punto de ser oportunista con el enemigo justamente ahora? Hace poco ellos mismos decían a la misma Unión Soviética que os devolvieran: «las tierras que nos han quitado», y también se decía que: «Mongolia que había sido arrancada de la China». ¿Por qué en ese momento los chinos daban la razón a los rumanos en sus «reivindicaciones sobre Bukovina» diciendo que «Stalin cometió errores sobre las fronteras», yendo hasta el punto de reconciliarse con los rumanos, polacos, alemanes y otros revisionistas del mismo género, para hacer presión sobre Unión Soviética y para aislarla? ¿Que son estas actitudes vacilantes y contradictorias pues? ¿Cómo es posible cambiar tanto en tan pocos meses? ¿Por qué se enfurecieron cuando les criticamos amistosamente estas posturas erróneas? Su animosidad contra nosotros era porque les habíamos dicho la verdad, sus actitudes injustificadas izquierdistas, sus actitudes sectarias e incluso hostiles con respecto a Unión Soviética al poco tiempo derivaron completamente hacia la derecha, y ellos las calificaban de marxistas, al mismo tiempo que ellos nos guardan rencor porque les decíamos: «discutamos y no se precipiten». Con toda evidencia, los camaradas chinos están equivocados, no tienen una línea estable; observamos allí vacilaciones, tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, es por ello que su política tampoco no puede tener una estabilidad de principio marxista-leninista». (Enver Hoxha, «Los chinos están tratando de imponer sus puntos de vista sobre nosotros», 3 de noviembre de 1964, Reflexiones sobre China, Tomo I)

    Esta actitud del PCCh no es un caso aislado, se reproducirá repetidas veces hasta hacerse una constante en las relaciones entre el PCCh y el PTA, particularmente después de la Revolución cultural hasta la rotura final entre el PCCh y el PTA en 1978.

    CHINA Y SU APOYO A LOS REVISIONISTAS-CHOVINISTAS EN SU CAMPAÑA DE REIVINDICACIONES TERRITORIALES:

    Volviendo a la carta del PTA donde advierte a los líderes chinos sobre los peligros planteados por estas reivindicaciones territoriales en la lucha contra el revisionismo soviético, podemos decir que la intuición en las observaciones hechas por el PTA a los líderes chinos demostraron ser correctas. ¿Qué efecto produjo estas reivindicaciones territoriales? Causó un efecto al cual Ludo Martens llama el «antimaoísmo de Brézhnev»:

    «A lo largo de este periodo, Brézhnev desarrolló un «antimaoísmo» virulento que era en esencia una oposición feroz al marxismo-leninismo revolucionario. La mayor parte de los partidos comunistas que han seguido la orientación soviética, han estado influenciados por este antimaoísmo que ha tenido, en la ideología soviética, la misma función que el antistalinismo. Bajo el estandarte del antimaoísmo y del antistalinismo, toda la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo ha sido atacada». (Ludo Martens, Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

    Ludo Martens explica en su informe presentado en 1995 que el antimaoísmo esencialmente resulta de la polémica entre el marxismo-leninismo y el revisionismo. Lo cierto es que China defendió tesis marxistas-leninistas contra Brézhnev, particularmente sobre el peligro de restauración capitalista, y Martens subraya muy justamente el hecho de que el período de Brézhnev fue caracterizado por una campaña antimaoísta virulenta. Pero no lo da en la causa profunda de esto, lo que hizo posible aguantar en esta pugna a la dirección soviética y le dio una gran credibilidad de cara a los pueblos de la Unión Soviética eran las posiciones erróneas chovinistas sobre las que se apoyaba Mao en su «lucha» contra los revisionistas soviéticos. Esta reivindicación territorial del dirigente chino permitió en su época a Brézhnev afirmar que «Mao era un nuevo Hitler» porque quería arrancar territorios de Unión Soviética. Las reivindicaciones nacionales chovinistas realizadas por la dirección china dieron armas a Brézhnev para denigrar el campo antirevisionista: asimilándoles a los dirigentes chinos como «fascistas rojos» después, le era luego fácil a Brézhnev denunciar a través las manifestaciones de la «dictadura militar en China» el conjunto de las tesis marxistas-leninistas:

    «Mao y sus camaradas están descaradamente pisoteando los ideales del socialismo, creando un régimen dictatorial». (Pravda, 9 y 12 de febrero de 1967) «Rusia es la marcha extrema del mundo blanco; la revolución cultural es la nueva cara de la barbarie mongola en forma de tren que pretende estrellarse. Rusia tiene una vocación de sacrificio que es responsable de proteger Viena, París, Roma.  (...) Hay un «plan de Mao» para la conquista de Asia, un proyecto de Asian Reich. Nos estamos moviendo hacia la sinización –chinización- de todo el mundo». (Gazeta Literaturnaya 12 de marzo y 4 de octubre de 1967)

    Ludo Martens dijo con razón:

    «Es indiscutible que a partir del año 1967, algunos dirigentes soviéticos comenzaron a preparar los ánimos para operaciones militares contra China. Con el fin de invertir la dirección de Mao Zedong, los breznevianos lanzaron campañas antichinas que sacaban explícitamente del viejo arsenal de las teorías fascistas, tales como el «peligro amarillo» y «el nuevo Gengis Khan, Mao Zedong». Los revisionistas no temían a las falsificaciones más groseras. Así, ellos afirmaban que el pretendido dicho de Mao: «El viento sopla del Este», anunciaba la puesta en marcha de un gran plan de expansión china apuntando a engullir a todos sus vecinos. Ahora bien, la frase de Mao Zedong: «El viento del Este supera al viento del Oeste», significa que las fuerzas del socialismo superan en lo sucesivo a las fuerzas del imperialismo; por consiguiente, es preciso tener confianza en la victoria y no practicar una política de capitulación. Emst Henry, un comentarista soviético influyente, escribe ya en 1967: «El dicho de Beijing: «el viento sopla del Este», esconde un plan concreto, un producto de la mente de los nacionalistas chinos, concebido a lo largo de los años 50 y recientemente indicado en China como «el gran plan estratégico». El «gran plan» tiene una semejanza sorprendente con el famoso plan Tanaka que fue elaborado por el Estado Mayor japonés y que consideraba la conquista por etapas de Asia. Según los informes de la prensa mundial, el gran súper Estado chino incluye, a parte de China, también Corea, la República Popular de Mongolia, Vietnam, Camboya, Laos, Indonesia, Malasia, Birmania y algunos otros países. La segunda fase de la «tempestad que viene del Este» considera la expansión en dirección a otras partes del extremo oriente e incluso del Oriente Medio». «Los fanáticos maoístas miran a Mao Zedong como el heredero directo de Gengis Khan, el emperador Gran Han y patriotero de las dinastías Tang y Yuan y, bajo algunos aspectos, incluso Mohammed. No es necesario probar que los planes maoístas son insostenibles, ellos pueden ser comparados únicamente con las alucinaciones raciales de Hitler». (Ludo Martens, Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

    Pero Ludo Martens no tuvo en cuenta los grandes errores de la dirección china en esta cuestión, es incapaz de dar una explicación plausible de lo que permitió a los brezhnevianos lanzarse a tales campañas de calumnias. Las reclamaciones territoriales formuladas por los chinos, añadidas al hecho de que animaron entre otras cosas a los propios rumanos y polacos en la misma vía nacional-chovinista desvió la polémica con los revisionistas soviéticos y no ayudó a los pueblos de Unión Soviética a que se dieran cuenta de la traición de los revisionistas jruschovistas, por ello con estas reclamaciones se frenó  la lucha contra el revisionismo soviético que era lo realmente importante.

    Confrontado constantemente con los cambios de rumbo y con los errores de la dirección china, Enver Hoxha observaba muy justamente el hecho de que:

    «El Partido comunista chino tiene un peso colosal en [el movimiento comunista internacional]. Este peso se incrementa aún más como consecuencia de su postura contra el revisionismo moderno, pero muchos de sus indecisiones y errores que nosotros mismos hemos conocido, todavía no se conocen en público por todos. El peso de China en la arena internacional y su papel en el mundo son también considerables. Según el Partido comunista chino se atenga o no en una línea justa, firme, y marxista leninista, la revolución avanzará o irá más despacio. Pero en cualquiera caso, pase lo que pase, la revolución y el marxismo-leninismo triunfarán». (Enver Hoxha, «Simplemente no podemos transigir con estos puntos de vista de Chou En-lai», 31 de octubre de 1964, Reflexiones sobre China, Tomo I)

    Para caracterizar la lucha del PCCh contra el revisionismo en general y el revisionismo soviético en particular, podemos repetir esta observación de Ludo Martens que dice muy justamente:

    «A lo largo del periodo 1965 - 1967, el Partido Comunista chino continuó oponiéndose al revisionismo y a las injerencias exteriores del grupo de Brézhnev. Pero el Partido Comunista chino, de los tiempos de Mao Zedong, había ya cometido ciertos errores de análisis y de línea, y después de la muerte de Mao, una tendencia oportunista se puso a la vista. Todo esto volvió la lucha ideológica internacional más compleja». (Ludo Martens, Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

    No detallaremos aquí todos los errores que la dirección del PCCh cometió en la lucha ideológica internacional. Abordaremos algunos de ellos cuando hablemos por ejemplo sobre la cuestión del apoyo de la construcción de la Unión Europea, de la aproximación chino-americana y de la «teoría de los tres mundos».

    MAO Y SU ACERCAMIENTO A LA CONTRARREVOLUCIÓN MUNDIAL:

    «Mientras que la guerra estaba en su apogeo y los estadounidenses bombardeaban Vietnam y toda la Indochina masacrando las poblaciones, los chinos llevaban negociaciones secretas y se ponían en contacto con los estadounidenses para preparar el viaje de Nixon a Pekín, dónde como se reveló se discutiría también sobre Vietnam. Estos vergonzosas tratos antimarxistas y malévolos, fueron llevados a espaldas de los vietnamitas y, a razón más fuerte, sin saberlo nosotros. Era escandaloso. Esta fue una traición de los chinos hacia el Vietnam, hacia su guerra, hacia nosotros, sus aliados, y respecto a todos los pueblos progresistas. Las conclusiones de las negociaciones de Chou En-lai con Kissinger cayeron a nosotros: los albaneses, vietnamitas y coreanos, como una bomba. El Khan de Pakistán si fue considerado digno de ser el primero en estar informado por parte de los chinos. Qué vergüenza por parte de los chinos». (Enver Hoxha, «China, Vietnam, Corea y la visita de Nixon a Pekín», 28 de julio de 1971, Reflexiones sobre China, Volumen I)

    ¡China mostró aquí de nuevo claramente sus diseños de gran Estado, diseños qué no pueden tener su sitio entre los marxistas-leninistas! Después de la visita de Nixon, un gran número de marxistas-leninistas occidentales superados por la situación confusa frente al nuevo panorama chino (en el cual el sentimentalismo desempeñó un papel muy negativo como en el momento de la traición de Jruschov) hizo que se realizaran propagandas de las tesis de los neorevisionistas chinos. En Francia, fue Jacques Jurquet quien se encargó de eso, llevando acusaciones de las más infames contra el PTA en el momento en el que la polémica se volvió abierta (6).

    Ludo Martens, por su parte, trató de justificar en 1991 el acercamiento sino-americano [16]:

    «En julio de 1971, Enver Hoxha desencadena: «recibir al presidente Nixon y tener una entrevista con él, no es justo y no será aceptado por los pueblos, ni por los revolucionarios, ni por los auténticos comunistas». «Por este acto político, los chinos desorientan el movimiento revolucionario mundial y apagan el ardor revolucionario». Con tales posiciones, Enver Hoxha roza con el trotskismo. Los comunistas siempre se pronunciaron por la coexistencia pacífica con los Estados capitalistas. Y dados primera años de la existencia de Unión Soviética, Lenin negoció con los Nixon de la época. Después de la revolución de octubre, Lenin aceptó negociar la paz con Alemania del emperador Guillaume, en Brest-Litovsk. Sabemos que Trotsky se opuso a estas negociaciones. A comienzos de 1922, Lloyd George, el primer ministro de Gran Bretaña, la mayor potencia imperialista de la época, convocó una conferencia internacional para el enderezamiento de Europa, a la que fue invitada la URSS. Lenin pidió inmediatamente que la Unión Soviética envíe allí a sus representantes para defender el sistema socialista y dividir a sus enemigos. Tras la conferencia de Génova, en abril de 1922, la URSS firmó el tratado de Rapallo con la Alemania arruinada, asegurando así al Estado soviético mejores condiciones políticas y económicas para la construcción socialista. En 1935, Stalin firmó un acuerdo con Laval, el reaccionario francés, contra el expansionismo del fascismo alemán. También en aquella ocasión, los trotskistas chillaron acusándole de traición. En 1939, Stalin recibió a Von Ribbentrop para firmar el Pacto germano-soviético que le dio al Estado soviético un año y medio de respiro antes de la guerra. La reacción mundial y el trotskismo se ensañaron contra este acuerdo». (Ludo Martens, De Tiananmen a Timisoara - Luchas y debates dentro del PTB 1989-1991-, 1991)

    Pero Enver Hoxha, que fue muy audaz se adelantó a estas acusaciones futuras, pues ya había previsto este género de «argumentos»:

    «Esto es sólo el principio, pero un principio muy siniestro. Mao Zedong debe abandonar este camino inmediatamente. Este camino no puede ser defendido como los propagandistas chinos hacen diciendo, «Lenin, también sostuvo conversaciones con los mencheviques», «Lenin, también, habló con los Alemanes en Brest-Litovsk». Mañana estos propagandistas seguramente dirán: «Stalin también firmó el pacto de no agresión con Hitler». La burguesía constantemente ha usado estos «argumentos», pero esto se quiebra por sí solo, porque ni Lenin ni Stalin alguna vez cayeron en los errores de principio, ellos nunca violaron estos principios. Sus acciones estaban justificadas con claridad y la precisión de estas acciones ha sido completamente. Sus acciones eran clarividentes, el tiempo y la teoría infalible de marxismo-leninismo las han demostrado». (Enver Hoxha, «China, Vietnam, Corea y la visita de Nixon a Pekín», 28 de julio de 1971, Reflexiones sobre China, Volumen I)

    Ludo Martens también subraya el hecho de que Enver Hoxha «criticando las desviaciones oportunistas del PCCh se acaba perdiendo en una palabrería izquierdista muy peligrosa». Recordamos en primer lugar que el propio Lenin no se anduvo con rodeos contra los revisionistas. Pero, de nuevo vamos a hablar de los acusados:

    «En el curso de mis notas, me ocupé numerosas cuestiones usando una pluma severa. El recital en la teoría marxista-leninista, a la luz de la experiencia teórica y práctica y la organización de nuestro partido leninista subrayé que muchos aspectos políticos, ideológicos u organizativos del Partido comunista chino, de Mao Zedong, del Comité central del Partido comunista chino, de la revolución china y de los diversos golpes llevados contra los desviacionistas no me parecían muy claros y por ello utilicé a menudo para considerarlos unos términos duros. Si lo hice es porque mi conciencia de comunista, la experiencia del Partido, y el estudio de las obras de los clásicos del marxismo-leninismo no me permitían reprimir mis juicios frente a situaciones múltiples confusas y equívocas. Y luego, a menudo, a la vista y a la lectura de todo lo que se hace sobre la espalda del marxismo-leninismo, sobre la espalda de la causa del proletariado, tengo posiblemente, en mis notas una indignación exprimida con más vehemencia de la que habría debido». (Enver Hoxha, «Maniobras revisionistas, estructura antimarxista», 8 de septiembre de 1977, Reflexiones sobre China, Tomo II)

    «Me esforcé por ser objetivo y justo en mis análisis, independientemente de los términos muy crudos que empleé a veces. Pero pienso que hay que llamar las cosas por su nombre». (Enver Hoxha,  «Los chinos no propagan la justa línea de nuestro Partido», 22 de enero de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
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    "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung" - texto extraido del libro de Ludo Martens titulado "De Tian An Men a Timisoara" - año 1994 - publicado en julio de 2013 por Dazibao Rojo Empty Re: "Ludo Martens, sobre Enver Hoxha y Mao Tse-tung" - texto extraido del libro de Ludo Martens titulado "De Tian An Men a Timisoara" - año 1994 - publicado en julio de 2013 por Dazibao Rojo

    Mensaje por NG Miér Ago 07, 2013 6:49 am

    EL PAPEL DE LUDO MARTENS Y EL PTB EN DESCUBRIR LOS ERRORES DE MAO:

    Con el PCMLM y Gonzalo ya hemos comprobado las penosas posiciones de los maoístas que se opusieron ferozmente a Enver Hoxha mientras zozobraban en el sentimentalismo maoísta más puro demostrando una clara falta de conocimiento y perspectiva histórica. El PTB, a parte su compromiso en el seno del MCI, no cayó en estos errores tan lamentables y ocupa un sitio muy distinto. Los maoístas del PCMLM no dejaron de observarlo. Para ellos, «el PTB lleva en el seno del movimiento comunista internacional una lucha ensañada contra el maoísmo». El PTB derribó en efecto ciertos mitos alrededor de Mao poniendo en evidencia las graves «debilidades» de su lucha contra el revisionismo. El PCMLM comprendió bien que si se incitaba estas conclusiones a su término lógico, la imagen de Mao como «gran marxista-leninista» efectivamente se vería hecha pedazos. En efecto, después de haber afirmado que:

    «El Partido comunista chino en tiempos de Mao Zedong ya había cometido ciertos errores de análisis y de línea».  (Ludo Martens, «Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo», 1995).

    Y que:

    «Basándonos en los principios formulados por Lenin y Stalin, criticamos ciertas posiciones nacionalistas y titistas, exprimidas por Mao Zedong».  (Ludo Martens, «Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo», 1995).

    No quedaba pues, mucho de ese mito de «gran marxista-leninista».

    ¿Podemos decir que el PTB lleve una lucha completa contra el maoísmo? Ciertamente, no, ya que a pesar de los graves errores de Mao ellos no dudan en afirmar que «Stalin y Mao Zedong son las dos grandes figuras que dominaron el movimiento comunista internacional desde el 1923». Objetivamente, el PTB se ata al contrario a preservar el mito de Mao como grande marxista-leninista que «habría cometido errores», sin que fuera por ello menos marxista. El modo en que el PTB reconoce los errores de Mao nos recuerda el principio del árbol que oculta el bosque.

    Con relación a las posiciones pro-albanesas y pro-maoístas, el PTB ocupa una posición centrista. Desde el punto de vista del PCMLM ellos renegaron de Mao. Desde el punto de vista de los marxistas-leninistas que se adhirieron a los análisis del PTA ellos no consiguió librarse del mito de Mao y todavía no asimilaron o no estudiaron todo el trabajo que el albanés les podía proporcionar contra el revisionismo incluyendo el de Mao.

    Después de la muerte de Stalin, podemos afirmar que solo Enver Hoxha llevó una lucha impecable contra el revisionismo. Esto, Ludo Martens lo comprendió bien, aunque tenemos la impresión de que trata de librarse de estas conclusiones. Así, en su discurso presentado al Seminario Comunista Internacional de mayo de 1997, Ludo Martens declaraba:

    «La objeción más a menudo formulada contra el paso del Seminario Internacional para la Unificación es que antes de unirse, hay que haber alcanzado una unidad ideológica a través de una lucha de principio. En las circunstancias actuales, predicar esta vía, vuelve a avivar las divisiones y crearlo otras nuevas. Durante cuatro años, del 1992 al 1995, los participantes al Seminario Comunista Internacional discutieron la cuestión de la vía que hay que seguir para realizar la unificación del movimiento comunista internacional. De estas discusiones salieron las «Propuestas para la Unificación» que formulan un cierto número de posiciones ideológicas y políticas. Estas Propuestas forman un marco mínimo común que les permite a organizaciones marxistas-leninistas de diferentes tendencias encontrarse, cambiar experiencias y análisis y tomar iniciativas comunes. Este marco permite empezar un proceso de unificación teórica y política. Patrick Kessel escribió 41 páginas para criticar este enfoque. Afirma: «hay que luchar por la unidad ideológica sin compromisos». Esta «unidad sin compromiso» consiste entre otras cosas en afirmar que solo Enver Hoxha llevó correctamente la lucha antirevisionista desde la muerte de Stalin, que Mao jamás fue un marxista y que la misma cosa vale para Castro y Kim Il Sung. La «unidad sin compromiso» de Kessel también implica una unidad de vistas sobre la instauración de una dictadura burguesa en Unión Soviética desde 1956, sobre la base del socialimperialismo, sobre la teoría contrarrevolucionaria de los «tres mundos» formulada por Mao Zedong, sobre la naturaleza contrarrevolucionaria de la intervención soviética en Checoslovaquia, etc. Kessel declara que sobre todas estas cuestiones vio surgir de divergencias antagónicas que hay que primero poner en claro antes de unirse. Con el grupo de Ischia, el camarada Kessel propone llevar «un debate científico» hasta que una claridad en el dominio teórico e histórico se alcance, lo que permitirá «formar Internacional unida y basada en principios». En alguna parte de su texto Patrick Kessel evoca la hipótesis que «el marxismo-leninismo puede hacerse una arma oxidada, venerada por algunas sectas impotentes». Tememos que al fin de su «lucha larga sin compromisos» se encuentre exactamente en esta situación». (Ludo Martens, Informe del Seminario Comunista Internacional, Bruselas, 2-4 de mayo de 1997, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    El peligro del sectarismo subrayado por Ludo Martens es muy real, pero no debe eclipsar otro peligro mucho más grande todavía, el de la posibilidad de la degeneración de los partidos comunistas en partidos socialdemócratas. Por cierto, la iniciativa de SCI es interesante, ya que les permite a organizaciones de horizonte diverso debatir, pero la unidad obtenida y puramente formal, no impide cada organización acampar sobre sus posiciones, lo que no hace apenas acercar el debate sobre los puntos de divergencias. Además, se acompaña de sólo unas pocas acciones conjuntas concretas que serían capaces de actuar como catalizadoras. En este arduo contexto, la forma más segura de avanzar hacia la unidad ideológica es llevar a cabo luchas conjuntas sobre temas importantes.

    Ludo Martens, en cuanto a él, a pesar de sus reproches formulados al izquierdismo del lenguaje empleado por Enver Hoxha reconocía por lo menos que las «Reflexiones sobre China» le merece haber formulado: «observaciones pertinentes sobre la lucha de clases al nivel internacional» y «de haber descubierto bien el peligro de una reconciliación de la dirección china con ciertas corrientes revisionistas».

    Es un hecho que Mao condenó los acontecimientos en Hungría, pero explicándolos por los «errores» del stalinista Rákosi (Ludo Martens mismo lo reconoce), y defendiendo pues a Kadar y Gomulka, dos de los revisionistas más alentados por Jruschov a su llegada al poder. En el pasado la época donde el Estado húngaro fue consolidado más sólidamente fue en la era de Rákosi que comprometió a Hungría sobre la vía comunista (1945-1953 y en cierta medida 1953-1955). Pero Mao critica los errores de Rákosi. La vía revisionista (Kadar-Gomulka) le parece ser más sólida que la de Rákosi. Esta posición fue opuesta a la del PTA el cual creyó que la fuente de las raíces del mal eran presentes y por ello se criticaba tanto a Nagy (partidario del imperialismo occidental) como Kadar y Gomulka (revisionistas que les habían prestado juramento a los revisionistas soviéticos). Ninguna de estas dos vías podía bien ser estable. Mao no lo vio en su día.

    Anotaciones al texto de NG:

    [7] El PCCh (como se ha demostrado anteriormente con el excelente documento de Vicent Gouysse) apoyó el XX congreso del PCUS y por supuesto apoyó inicialmente también la lucha del culto a la personalidad del modo jruschovista, sin analizar de donde venía este propio culto y echándole toda la culpa de este a Stalin:

    «El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética ha demostrado gran decisión y coraje en alejarse de la fe ciega en Stalin, en exponer la gravedad de los errores de Stalin y en eliminar sus efectos. Los marxista-leninistas del mundo y todos aquellos que simpatizan con la causa comunista, apoyan los esfuerzos del Partido Comunista de la Unión Soviética en rectificar los errores y esperan que esos esfuerzos de los camaradas soviéticos tengan un éxito total». (Renmin Ribao, Una vez más sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, del 29 de diciembre de 1956).

    «Durante la última parte de su vida, Stalin tomó más y más placer en este culto a la personalidad, y violó el sistema de partido de centralismo democrático y el principio de la combinación de la dirección colectiva con la responsabilidad individual. (...) El Partido Comunista de China felicita al Partido Comunista de la Unión Soviética en sus grandes logros en esta lucha histórica contra el culto a la personalidad». (Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado,  Renmin Ribao, 1956)

    Y adjudico a Stalin errores de chovinismo:

    «Como hemos dicho antes, Stalin demostró ciertas tendencias al chovinismo de gran nación en sus relaciones con los partidos y países hermanos. La esencia de tales tendencias reside en la desconsideración del estatus independiente e igualitario de los Partidos Comunistas de varios lugares y de los países socialistas en el marco de la unión internacional». (Renmin Ribao, Una vez más sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, del 29 de diciembre de 1956)

    [8] La línea ampliamente revisionista del VIII congreso del PCCh realizo en septiembre del 1956 dejaba constancia sobre las tesis china de la «alianza con la burguesía nacional y la «transformación e integración en el socialismo de esta mediante vías pacíficas», esto fue recogido en los escritos de Enver Hoxha además de los propios documentos chinos como hemos podido comprobar a estas alturas del documento, he aquí una crítica a dicho congreso:

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    De todas formas si el lector quiere encontrar una extensa pila de citas del Congreso tanto de Liu como de Mao para comprobar por sí mismo que contenía dicho Congreso en cuanto a teorizaciones escritas, he aquí  nuestra traducción con título «Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong» (1976), obra de Enver Hoxha (Ver anotaciones de NG número 1 y 2) donde añadimos muchísimas citas sobre el VIII Congreso revisionista del PCCh:

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    El concepto liberal de Mao Zedong expresaba en su slogan de las «100 flores» y las «100 escuelas» fue criticado duramente sin piedad por Enver Hoxha como una teoría revisionista:

    «Las concepciones revisionistas de Mao Zedong tienen su base en la política de colaboración y de alianza con la burguesía, que ha aplicado constantemente el Partido Comunista de China. También la línea antimarxista y antileninista de que «se abran 100 flores y compitan 100 escuelas» tiene su origen en esta política y es manifestación directa de la coexistencia de ideologías opuestas.

    Según Mao Zedong, en la sociedad socialista, paralelamente a la ideología proletaria, al materialismo y al ateísmo, hay que permitir la existencia de la ideología burguesa, el idealismo y la religión, hay que permitir que crezcan las «hierbas venenosas a la par de las flores fragantes» etc.

    Esta línea, según él, es indispensable para el desarrollo del marxismo, para abrir camino a los debates, a la libertad de opinión, pero en realidad, por medio de ella, él trata de echar los cimientos teóricos de la política de colaborar con la burguesía y de la coexistencia con su ideología. Mao Zedong dice:

    «Impedir que la gente entre en contactos con lo falso, con lo pernicioso o con lo que nos es hostil, con el idealismo y la metafísica, impedir que conozca las ideas de Confucio, Lao Tsé y Chiang Kaishek, sería una política peligrosa. Conduciría a la regresión del pensamiento, a la unilateralidad y haría a la persona incapaz de enfrentar las pruebas de la vida». (Mao Zedong, Discursos en una conferencia de comités de provinciales y municipales y de región autónoma del partido, 1957)

    Es así como Mao Zedong concluye que el idealismo, la metafísica y la ideología burguesa existirán eternamente, y por tanto, no sólo no hay que impedidos, sino que se les debe dar la posibilidad de brotar, salir a la superficie y competir. Esta actitud conciliadora con todo lo reaccionario va tan lejos, que considera irremediables los desórdenes en la sociedad socialista y errónea la prohibición de la actividad de los enemigos:

    «En mi opinión» -dice él-, «cualquiera que desee provocar disturbios puede hacerla durante el tiempo que le dé la gana: si no le basta con un mes, nosotros le damos dos; en otras palabras, no declararemos zanjado el asunto hasta que esté harto de disturbios. Si ustedes se apresuran a poner fin a los desórdenes, tarde o temprano surgirán de nuevo». (Mao Zedong, Discursos en una conferencia de comités de provinciales y municipales y de región autónoma del partido, 1957)

    Aquí no estamos ante discusiones académicas, «científicas», sino ante una línea política oportunista contrarrevolucionaria que se ha opuesto al marxismo-leninismo, que ha desorientado al Partido Comunista de China, en cuyo seno han circulado ciento y pico puntos de vista e ideas y hoy existen en verdad 100 escuelas compitiendo. Esto ha hecho que las avispas burguesas revoloteen libremente por el jardín de las 100 flores y viertan su veneno.

    Tal actitud oportunista en lo tocante a los problemas ideológicos tiene sus raíces, aparte de otras cosas, en que el Partido Comunista de China, a lo largo de todo el período que va desde su fundación hasta la liberación del país y de ahí en adelante, no se ha esforzado por consolidarse ideológicamente, no ha trabajado por inculcar la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin en la mente y en el corazón de sus miembros, no ha luchado por asimilar las cuestiones fundamentales de la ideología marxista-leninista y aplicadas consecuentemente, paso a paso, a las condiciones concretas de China». (Enver Hoxha, «El imperialismo y la revolución», 1978)

    [9] Durante la contrarrevolución húngara Mao Zedong siguió cubriendo de elogios el «socialismo yugoslavo de la autogestión» pese a que él mismo reconoce que era consciente de los epítetos antistalinistas de Tito (en las que colaboraba en sus escritos) y de la influencia de estos textos antistalinistas de Tito en los países de las democracias populares:

    «Es comprensible que los camaradas yugoslavos tengan un resentimiento particular contra los errores de Stalin. En el pasado, hicieron esfuerzos meritorios para pegarse al socialismo en condiciones difíciles. Sus experimentos en la gestión democrática de las empresas económicas y otras organizaciones sociales también nos han llamado la atención. El pueblo chino la bienvenida a la reconciliación entre la Unión Soviética y otros países socialistas, por una parte, y Yugoslavia, por otra, así como el establecimiento y desarrollo de relaciones amistosas entre China y Yugoslavia. Al igual que el pueblo yugoslavo, el pueblo chino espera que Yugoslavia se haga cada vez más próspera y poderosa en el camino hacia el socialismo. También estamos de acuerdo con algunos de los puntos en el discurso del camarada Tito, por ejemplo, su condena de los húngaros contrarrevolucionarios, su apoyo al Gobierno Obrero-Campesino Revolucionario de Hungría, su condena a Gran Bretaña, Francia, e Israel por su agresión contra Egipto y su condena del Partido Socialista francés para la adopción de una política de agresión. El camarada Tito hizo afirmaciones sobre «los elementos stalinistas curtidos en varios partidos que han logrado aún se mantienen en sus puestos y que de nuevo se quieren consolidar su dominación e imponer las tendencias stalinistas en su pueblo, e incluso otros». Por lo tanto, él declaró: «Junto con los camaradas polacos que tendremos que luchar contra estas tendencias que surgir en diversas otras Partes, ya sea en los países del Este o en el Oeste». No hemos encontrado ninguna declaración formulada por camaradas dirigentes del Partido Obrero Unificado Polaco diciendo que era necesario adoptar una actitud hostil hacia los partidos hermanos. Creemos que hay que decir en relación con estos puntos de vista del camarada Tito, que tomó una actitud equivocada cuando creó el llamado «stalinismo», «elementos stalinistas», etc, como objetos de ataque y sostuvo que la cuestión ahora era si el curso «iniciado en Yugoslavia» o el llamado «curso stalinista» ganaría. Esto sólo puede conducir a una división en el movimiento comunista». (Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, Renmin Ribao, 1956)

    Por lo tanto Mao Zedong sabía de las arengas a los pueblos del este de Europa a levantarse contra el stalinismo pero para él simplemente el discurso de Tito era un discurso no válido, no porque fueran las infames declaraciones antistalinistas de un conocido anticomunista que había ayudado a los fascistas húngaros lo que le preocupara, sino porque este discurso «debilitaba al movimiento comunista», recordemos que para Mao era indispensable que en un partido comunista existieran marxistas con un «10 por ciento» de marxismo, y que allí debía haber unidad de todos modos, algo insólito pero que ayuda a ver y entender sus posiciones.

    [10] La opinión favorable de Mao Zedong sobre el revisionista Gomulka, quién fue el verdugo político de la obra del marxismo-leninista Bierut, no son imaginaciones del albanés Enver Hoxha, ni invenciones maquinadas para sus memorias «Los Jruschovistas», este aprecio de Mao Zedong por el revisionista polaco fue confirmado por los propios documentos chinos:

    «Ayer, el discurso de Gomulka me gustó. Dijo que admitir que la Unión Soviética es nuestra cabeza es admitir la verdad, no es algo inventado por el hombre sino productor del desarrollo histórico. Pero en su país todavía hay algunas personas que por el momento se resisten a esa descripción y otras que prefieren usar expresiones como «el primer y más poderoso poder socialista». En su país existe ese tipo de contradicción: los elementos progresistas todavía no son capaces de reconciliarse con una cantidad importante de gente. Todavía tienen que trabajar en eso. Creo que el camarada Gomulka es una buena persona. El camarada Jruschov me ha dicho en dos oportunidades que se puede confiar en el camarada Gomulka. Espero que nosotros -Polonia, la Unión Soviética, China y el resto de países- podamos unirnos completamente y mejoremos gradualmente nuestras relaciones». (Mao, Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957)

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    Puede verse la extensa crítica del marxista-leninista Bolesław Bierut de 1949 sobre las tendencias derechistas y nacionalistas de Gomulka aquí:

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    Lo mismo sucede con las memorias de Enver Hoxha en cuanto a las frases de Mao Zedong sobre los marxistas y semimarxistas calificados en porcentajes, donde abogaba por un partido unido donde se incluyeran los marxistas y los semimarxistas:

    «A ellos les parece que, una vez dentro del partido comunista, todos han de ser marxistas en el 100 por ciento. En realidad, hay marxistas de diversos tipos: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un 90 por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un 60 por ciento, marxistas en un 50 por ciento, e incluso marxistas con sólo un 10 por ciento. ¿No podemos conversar entre dos o varias personas en un cuarto? ¿No podemos celebrar negociaciones partiendo del deseo de unidad y con un espíritu de ayuda? Claro que no se tratan de negociaciones con el imperialismo (con éste también necesitamos celebrar negociaciones), sino de negociaciones internas entre comunistas». (Mao, Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957)

    [11] Lo mismo se debe decir de las memorias de Enver Hoxha llamadas: «Reflexiones sobre China», estas memorias no inventan nada que no se haya recogido en la práctica o en los documentos internos chinos:

    «Apoyo la solución del Comité Central del PCUS en relación con la cuestión de Molotov. Esa fue una lucha de contrarios. Los hechos prueban que no se pudo alcanzar la unidad y que los lados se excluían mutuamente. La camarilla de Molotov aprovecho la oportunidad para atacar cuando el camarada Jruschov no se encontraba en el extranjero. (...) Esto demuestra que la línea representada por el camarada Jruschov es la más correcta y que la oposición a esta línea es incorrecta». (Mao, Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957)

    Como vemos Mao Zedong otra vez utilizando las contradicciones pretendía justificar el revisionismo de Jruschov, obviamente era una lucha de contrarios pero Mao Zedong no supo elegir el lado correcto.

    [16] Patrick Kessel respondió a Ludo Martens sobre ciertos errores en su valoración al acercamiento sino-americano:

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    Mensaje por NG Miér Ago 07, 2013 8:40 am

    Por cierto pedrocasca, el artículo de ese blog, es el mismo que ya esta expuesto aquí:

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