A día de hoy, algunas organizaciones que se pretenden revolucionarias, presentan ante las masas la forma de gobierno republicana como una alternativa real al actual sistema. En un engaño más perpetuado contra la clase obrera, se pretende extender la creencia de que es la forma de gobierno dentro del propio sistema, monárquica o republicana, la que determinará las condiciones de vida de las clases oprimidas por el capitalismo.
Nos vemos obligados a desenmascarar a estos oportunistas y a denunciar su patraña, ya que la instauración de una república de carácter burgués no revertiría en absoluto la situación de explotación de la clase obrera. La burguesía es la clase dominante en el sistema capitalista, y la proclamación de una república no varía el carácter del sistema; y mucho menos lo destruye.
La toma del poder por parte de la clase obrera solo puede ser producto de una revolución que logre acabar con el sistema capitalista y con su Estado burgués. El socialismo jamás llegará a través de las reformas dentro del propio sistema capitalista, sino a través de la estructuración del Poder Popular y del proceso revolucionario protagonizado por los trabajadores, de la mano de su vanguardia organizada, los comunistas.
Las concepciones etapistas, que defienden la necesidad de instaurar etapas intermedias entre el capitalismo y el socialismo, no tienen lugar en una realidad como la española, tratándose de un país imperialista con un capitalismo ya desarrollado. El objetivo debe ser claro, hacia él debe encaminarse la lucha, y este objetivo no es otro sino el socialismo.
Tan solo mediante la edificación de la sociedad socialista puede ponerse fin a la esclavitud del trabajador a manos del burgués, a la dominación de la gran oligarquía, así como al infame e inhumano imperialismo.
La III República no sería más que el mismo sistema capitalista y el mismo Estado burgués, pero sin la figura del monarca. Es por ello que el PCOE considera necesario eliminar las concepciones etapistas que tan solo nublan la vista de los trabajadores y las trabajadoras, y les alejan de su verdadero objetivo: la lucha por la revolución y el socialismo.
¿A caso dejaría de estar explotado el trabajador si mañana se proclamara la III República? ¿En países republicanos como Francia o Alemania, la clase obrera goza de una mejor situación que en países monárquicos como Inglaterra o España? República parlamentaria y monarquía constitucional son simples rasgos superficiales de la misma forma de dominación de clase, la democracia burguesa, es decir, la dictadura de la burguesía sobre las clases trabajadoras.
Las organizaciones oportunistas, que lanzan proclamas por la III República, tales como Izquierda Unida, no son más que quintacolumnistas, traidores de la clase obrera que tratan de embaucarnos con sus concepciones burguesas. La función de los oportunistas es infiltrar el veneno ideológico burgués entre los trabajadores, evitar que éstos encaminen su lucha hacia la superación del sistema capitalista. Estos traidores son representantes del gran capital monopolista, no de los intereses objetivos de nuestra clase, la clase obrera.
Incidimos una vez más en que el capitalismo no debe ser reformado o maquillado, sino destruido desde sus cimientos para construir, sobre sus cenizas, el socialismo. Tan solo de este modo, y combatiendo el oportunismo que se infiltra en el Movimiento Obrero, la clase obrera podrá erigirse como clase dominante y poner fin, de una vez por todas, a la explotación del hombre por el hombre.
Nos vemos obligados a desenmascarar a estos oportunistas y a denunciar su patraña, ya que la instauración de una república de carácter burgués no revertiría en absoluto la situación de explotación de la clase obrera. La burguesía es la clase dominante en el sistema capitalista, y la proclamación de una república no varía el carácter del sistema; y mucho menos lo destruye.
La toma del poder por parte de la clase obrera solo puede ser producto de una revolución que logre acabar con el sistema capitalista y con su Estado burgués. El socialismo jamás llegará a través de las reformas dentro del propio sistema capitalista, sino a través de la estructuración del Poder Popular y del proceso revolucionario protagonizado por los trabajadores, de la mano de su vanguardia organizada, los comunistas.
Las concepciones etapistas, que defienden la necesidad de instaurar etapas intermedias entre el capitalismo y el socialismo, no tienen lugar en una realidad como la española, tratándose de un país imperialista con un capitalismo ya desarrollado. El objetivo debe ser claro, hacia él debe encaminarse la lucha, y este objetivo no es otro sino el socialismo.
Tan solo mediante la edificación de la sociedad socialista puede ponerse fin a la esclavitud del trabajador a manos del burgués, a la dominación de la gran oligarquía, así como al infame e inhumano imperialismo.
La III República no sería más que el mismo sistema capitalista y el mismo Estado burgués, pero sin la figura del monarca. Es por ello que el PCOE considera necesario eliminar las concepciones etapistas que tan solo nublan la vista de los trabajadores y las trabajadoras, y les alejan de su verdadero objetivo: la lucha por la revolución y el socialismo.
¿A caso dejaría de estar explotado el trabajador si mañana se proclamara la III República? ¿En países republicanos como Francia o Alemania, la clase obrera goza de una mejor situación que en países monárquicos como Inglaterra o España? República parlamentaria y monarquía constitucional son simples rasgos superficiales de la misma forma de dominación de clase, la democracia burguesa, es decir, la dictadura de la burguesía sobre las clases trabajadoras.
Las organizaciones oportunistas, que lanzan proclamas por la III República, tales como Izquierda Unida, no son más que quintacolumnistas, traidores de la clase obrera que tratan de embaucarnos con sus concepciones burguesas. La función de los oportunistas es infiltrar el veneno ideológico burgués entre los trabajadores, evitar que éstos encaminen su lucha hacia la superación del sistema capitalista. Estos traidores son representantes del gran capital monopolista, no de los intereses objetivos de nuestra clase, la clase obrera.
Incidimos una vez más en que el capitalismo no debe ser reformado o maquillado, sino destruido desde sus cimientos para construir, sobre sus cenizas, el socialismo. Tan solo de este modo, y combatiendo el oportunismo que se infiltra en el Movimiento Obrero, la clase obrera podrá erigirse como clase dominante y poner fin, de una vez por todas, a la explotación del hombre por el hombre.
Comité Regional de las Islas Baleares del Partido Comunista Obrero Español (P.C.O.E)