Foro Comunista

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    [PCOE] Contra el nacionalismo

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    Mensaje por sorge Vie Sep 11, 2015 6:17 pm

    los desastres de la red de Renfe de cercanías,
    ¿seguro que tiene culpa solo Madrid?

     Desde el 1 de enero de 2010 la Generalidad de Cataluña gestiona el servicio de Renfe Cercanías en Cataluña bajo la marca comercial Rodalies de Catalunya.[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    el restraso injustificable de los accesos del Puerto de Barcelona
    Sera culpa exclusiva del actual ejecutivo, vamos digo yo!


    ICV-EUiA, coalición dentro de la cual está el partido de liberados y enchufados "Partit dels Comunistes de Catalunya" (PCC), cuando estaban en el tripartito gobernando la Generalitat bajo la dirección del PSC-PSOE, fueron los encargados de realizar los primeros recortes de la crisis.
    Donde ya tenia cargo Raul Romeva que fue eurodiputado por ICV 2 legislaturas.

    "Parece a Lluis Llach también le interesa el sexo. Pues bien, si quiere le vamos a dar sexo a Mas, le vamos a dar látigo en esta campaña".
    Vamos que para ti Lluis si puede meter la pata hasta el corvejon.


    "Esa gente de barrio, esa gente de barrio que no vota tiene que sacar los dientes. Esa gente de barrio que no se avergüenza de tener abuelos andaluces o padres extremeños tiene que sacar los dientes. No podéis consentir que os hagan invisibles en Catalunya. Todos a votar el 27." 
    Se estaba refiriendo al desprecio que comparte partido popular y Convergencia Democratica por las clases populares de Cataluña, Andalucia Extremadura minuto 14:41  
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    Mensaje por CMLX Sáb Sep 12, 2015 7:48 am

    Después de la grandiosa manifestación de la Diada de ayer, a pesar del boicot del aparato del estado y de todos sus partidos de "extrema derecha", de "derecha", de "izquierda" y de "extrema izquierda", una cosa está clara. En Catalunya, la lucha nacional ha abierto dos trincheras nítidas: En una están la mayor parte de las clases populares catalanas que se oponen en la práctica al estado monopolista e imperialista español. En la otra los "reformadores" que acatan sus instituciones neofranquistas y pretenden embellecerlas mediante reformas sin tocar sus cimientos.

    Por muchas mentiras, demagogias y citas de los clásicos que saquéis los comunistas de cartón piedra de este foro, esa es la realidad. Y vosotros, al oponeros al movimiento nacional de Catalunya habeis elegido la segunda trinchera que como cada vez mas gente en Catalunya sabe, está dirigida por los poderes fácticos armados de la Guardia Civil, jueces y medios de comunicación españoles.

    Los chovinistas españoles de la nación opresora sois vosotros, por mucho que gritéis como hace el ladrón para disimular, "¡al ladrón!".

    Y en cuanto a las palabras de Pablo Iglesias, no necesitan interpretación, son sus palabras. Dividir a la gente por su origen étnico, "andaluces, extremeños", para estimular el enfrentamiento social, es propio del nazismo de las SS. En Catalunya, las "clases populares" no solo son descendientes de "andaluces" y "extremeños". ¿O es que los descendientes de catalanes son todos gandes burgueses? Eso es xenofobia étnica nazi. Vergonzoso, comunista de cartón piedra pro-nazi. En Catalunya hay un solo pueblo y Pablo Iglesias y los comunistas de carton que le defienden ha asumido un argumento clásico de los nazis.

    Y ya que tan librescos sois, leed la polemica del ruso Lenin defendiendo la independencia de Polonia de Rusia, contra la polaca partidaria de seguir siendo rusa, Rosa Luxemburg, opuesta a la independencia de su pais. "Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación". Os viene como anillo al dedo las críticas que le hace Lenin a esa señora.

    Auque creo que seguiréis acatando lo que diga las TV del régimen.

    Una cosa se me olvidaba decirle al chovinista español autollamado "Deng".

    Yo no apoyo la independencia "en todas partes", usted manipula intentando servirse de Stalin. Ni en Tibet, ni en Xianjiang (porque son parte de un pais socialista) Ni en Kosovo, ni las que hubo en el Este Europeo (financiadas por el imperialismo). La defiendo en Catalunya.

    Manipula como cuando traduce "la fase primaria del socialismo" en China por "la fase de preparación del socialismo". Como cuando me plagió la esencia de mi libro "El dogmatismo, la otra cara del oportunismo" poniendo su firma para otra publicación. Usted ha cambiado su posición antichina, acusando de "revisionista" a Den Xiaoping, de hace unos años a una "conversión" total al fetiche que ha hecho de Deng Xiaoping, pero sin aprender sus lecciones prácticas. Usted es un simple oportunista a quien le viene muy bien la crítica de Stalin que usted mismo ha puesto, pues usted, como los demás comunistas de carton piedra de este foro, no analiza los hechos concretos de cada caso o los tergiversa y generaliza gratuitamente el hecho nacional.




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    Mensaje por Deng Sáb Sep 12, 2015 12:05 pm

    En Catalunya, la lucha nacional ha abierto dos trincheras nítidas: En una están la mayor parte de las clases populares catalanas que se oponen en la práctica al estado monopolista e imperialista español.
    No me cabe la menor duda, eso no lo niego. No me cabe la menor duda de que, lógicamente, al separarse Catalunya del Estado español, el nuevo estado burgués catalán debilitará al imperialismo español.

    Ahora bien, si lo hace, será para asegurar los intereses de Gas Natural, La Caixa, Abertis, Seat, Mango, Grupo Zeta, etc. y no de no se sabe qué "proceso rupturista revolucionario" que no existe, por mucho que se escude en que haya "clases populares" apoyando al movimiento, "clases populares" que también han votado perfectamente al PPSOE en el resto del Estado.

    Este tipo de argumento falaz es exactamente igual que el de los trotskistas que justifican el apoyo al movimiento golpista del Maidán en Ucrania o la "revolución" contra Gaddafi en Libia, en base a que "al principio había gente con demandas justas".

    Una cosa se me olvidaba decirle al chovinista español autollamado "Deng".
    No, no, no... no se confunda, camarada CMLX. A mí la independencia o ausencia de independencia de Catalunya me la sopla, pero a un nivel que usted no se puede ni imaginar. Yo lo único que pongo en cuestión es su afirmación falaz de que hay que apoyar sí o sí la secesión de Catalunya o en Flandes, y que lo que opinen distinto son "neonazifranquistasdelaguardiacivilchovinistasreaccionarioscomunistasdecartónpiedrahitlerianos".

    La independencia de Catalunya me es totalmente indiferente, no cambia en nada mi vida cotidiana, es más, estoy a favor de que el pueblo catalán pueda decidir. Por lo tanto no puedo ser chovinista español. En cambio usted si es chovinista, porque pretende dividir a la clase obrera en función de si son catalanes o no catalanes.  

    Manipula como cuando traduce "la fase primaria del socialismo" en China por "la fase de preparación del socialismo".
    Esto es un off-topic total y tiene poco que ver con Catalunya (que los admin tomen nota). Pero es una mentira tan gorda que no la puedo pasar por alto:   

    Extraído de mi obra: "En defensa del pueblo chino: respuesta a Elisseos Vagenas", página 27: "Ambos Congresos (el XII y el XIII) pusieron una atención preferente en la distribución con arreglo al trabajo, rompiendo definitivamente con el igualitarismo de la “Revolución Cultural”, y en lo multifacético de la propiedad durante la “fase primaria” del socialismo."

    Por lo tanto, camarada CMLX, deje de mentir, porque se está ridiculizando ante todos. O eso, o me indica por privado donde hablo de "fase de preparación del socialismo". Para ello, le deseo muchísima suerte. Pero insisto: por privado o en el hilo correspondiente, porque este problema personal que usted tiene conmigo no interesa a la gente aquí.

    Como cuando me plagió la esencia de mi libro "El dogmatismo, la otra cara del oportunismo" poniendo su firma para otra publicación.
    Pues de nuevo, off-topic total pero otra mentira enorme que no se puede pasar por alto.

    Extraído de mi trabajo: "En defensa del pueblo Chino, respuesta a Elisseos Vagenas" (3ª parte esta vez), página 2: "He aquí las cuestiones que están a debate en esta entrega, para el cual me he inspirado en gran parte de la obra “El dogmatismo, la otra cara del oportunismo”, del sinólogo José María Rodríguez." Very Happy  Very Happy  Very Happy

    Y eso sin contar con que en la 2ª parte había varias notas a pie de página citando su obra. En fin, camarada CMLX, de nuevo, deje de ridiculizarse delante de todos.

    Usted es un simple oportunista a quien le viene muy bien la crítica de Stalin que usted mismo ha puesto, pues usted, como los demás comunistas de carton piedra de este foro, no analiza los hechos concretos de cada caso o los tergiversa y generaliza gratuitamente el hecho nacional.
    Esto lo dice alguien que afirma que el PTB debe apoyar el movimiento secesionista de extrema derecha del Vlaams Belang en Flandes en base a no sé qué movimiento de liberación nacional que apoyaron Marx y Engels en el siglo XIX. ¿Pero qué me estás contando colega?

    ¡Y luego acusa a otros de dogmáticos!  cheers

    Usted ha cambiado su posición antichina, acusando de "revisionista" a Den Xiaoping, de hace unos años a una "conversión" total al fetiche que ha hecho de Deng Xiaoping, pero sin aprender sus lecciones prácticas.
    Finalmente, con eso cree ridiculizarme, pero eso en realidad eso me honra, porque demuestra que puedo cambiar de parecer cuando compruebo que mis creencias no se corresponden con la realidad, de acuerdo con la tesis del pensamiento de Mao Zedong de "comprobar la verdad en los hechos". En mi país natal, hay un dicho que dice que "sólo los imbéciles no cambian de opinión".

    A diferencia de usted, que niega que exista una lucha de líneas en el seno del PCCh entre un ala izquierda y un ala derecha (de hecho llegando a acusar de "trotskistas" a los que plantean esta posibilidad), cuando el último libro de José Antonio Egido (sociólogo que ha vivido y enseñado en China durante un año, a diferencia de usted) ofrece innumerables datos sobre esta realidad (infórmese sobre quién era Deng Liqun -- ¿Le suena?) Lo cual demuestra que, aunque usted sabe mucho de China, tiene mucha menos idea de lo que pretende.

    Comento estas cosas porque usted ha empezado, pero en vista de que sus problemas personales conmigo no tienen por qué interesar al resto, y además la cuestión de China es off topic, si tiene cualquier observación que hacerme, contacte conmigo por privado.

    Relájese.

    Saludos.


    Última edición por Deng el Sáb Sep 12, 2015 6:59 pm, editado 10 veces
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    Mensaje por reptiliano Sáb Sep 12, 2015 12:40 pm

    Habla de Irlanda reconociendo que allí existe un «dominio por las armas», un «sojuzgamiento», una «esclavización» del país por parte de los británicos, y añade que además «allí aún no está terminada la revolución burguesa». Por lo que critica a los socialistas británicos que no exijan a su gobierno la libertad para las colonias e Irlanda.
    En términos parecidos habla del caso polaco, de los países anexionados por los imperios alemán y ruso (entre otros).

    Por otro lado, sitúa a los grandes estados nacionales occidentales europeos, cuyas revoluciones burguesas habían delimitado -ya entonces-, unas fronteras más o menos estables.
    Dice esto:
    «No hacer esta distinción es señal de la más criticable ignorancia» «Solo perfectos ignorantes pueden comparar»
    «En la Europa continental de Occidente, la época de las revoluciones democrático-burguesas, abarca un lapso bastante determinado, aproximadamente de 1789 a 1871. Esta fue precisamente la época de los movimientos nacionales y de la creación de los estados nacionales. Terminada esta época, Europa Occidental había cristalizado en un sistema de estados burgueses que, además, eran como norma, Estados unidos en el aspecto nacional. Por eso buscar ahora el derecho a la autodeterminación en los programas de los socialistas de Europa Occidental significa no conocer el abecé del marxismo»
    Lenin. «SOBRE EL DERECHO DE LAS NACIONES A LA AUTODETERMINACIÓN»

    También nos dice que se deben distinguir nítidamente dos épocas del capitalismo totalmente diferentes, por un lado «la época de la bancarrota del feudalismo y del absolutismo, y por otra parte la época en que los Estados capitalistas tienen ya su estructura acabada»
    Lenin. «SOBRE EL DERECHO DE LAS NACIONES A LA AUTODETERMINACIÓN»

    En ambos ejemplos deja claro que en el primer caso es progresista la lucha de la burguesía contra el antiguo régimen, y en el segundo caso, es una lucha reaccionaria y contraria a los intereses de los trabajadores el tratar de dividir las unidades nacionales, sino tomarlas como punto de partida en la lucha contra el poder de la burguesía, por la emancipación proletaria y el internacionalismo.

    Lenin, en ningún caso defiende el derecho indiscriminado a la autodeterminación como algunos pretender hacernos creer. Y mucho menos priorizar ese derecho por parte de los comunistas, sino siempre supeditado a la lucha de clases.
    Del mismo modo que se ha de tener en cuenta la ley del desarrollo desigual de los diferentes países a la hora de aplicar la táctica revolucionaria, se ha de abordar la aplicación del derecho de autodeterminación a según qué casos y teniendo en cuenta distintos factores.


    Por otra parte Engels, critica el principio de las nacionalidades que abogan por la independencia de las pequeñas naciones (de Europa) que hayan sido, en menor o mayor grado, asimiladas por otras naciones más pujantes y vitales. Porque ello acarrearía un enorme problema de fronteras que dificultaría aun más la lucha de los proletarios al atomizarlos en miniestados.

    «No hay ningún país en Europa, que no conserve en algún rincón una o varias ruinas de naciones, restos de un antiguo pueblo desplazado o conquistado por una nación convertida más tarde en estandarte del desarrollo histórico. Estos restos de naciones pisoteados implacablemente por la historia, todas estas sobras nacionales, se convertirán y seguirán siendo, hasta su exterminación o desnaturalización final, partidarios fanáticos de la contrarevolución, dado que su entera existencia es, en general, una protesta contra la gran revolución histórica. Por ejemplo, en Escocia, los gaélicos fueron el principal soporte de los Estuardo desde 1640 hasta 1745; en Francia, los bretones apoyaron a los Borbones desde 1792 hasta 1800; en España, los vascos apoyaron a Don Carlos. En Austria, los eslavos paneslavistas del sur, no son más que el residuo nacional de un confuso desarrollo milenario»
    Engels. ( «Hungría y el paneslavismo» Enero 1849. Publicado en la revista Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana).

    Ni siquiera en el caso de que existiese una opresión de una parte de la nación sobre la otra, justificaría necesariamente desviar la lucha del proletariado en pro de ayudar a las burguesías regionales a obtener sus parcelas de poder para obtener el derecho a separarse ateniendonos al razonamiento m.l..

    Lenin no tenía ningún motivo para desear el bienestar de la Francia imperialista, mirad, esto lo decía sobre el particular:

    "Marx cubría con crueles sarcasmos «la humanidad » del ciudadano Ruge, mostrándole, según el ejemplo de la opresión del Sur de la Francia por el Norte, que toda opresión nacional no siempre entraña, desde el punto de vista de la democracia y del proletariado, una aspiración legitima a la independencia."
    (Lénine. "La question national dans notre programme"Publié le 15 juillet 1903dans le n° 44 de l'Iskra Œuvres, t. 6, pp. 475-485 - 1903)

    Y abundando sobre lo mismo, Engels:
    Aquí describe un claro ejemplo de lo que él considera un derrotero contrarevolucionario.
    Veamos lo que dice Engels en «Revolución y contrarevolución»:
    «Pero, ¿donde reside la diferencia entre los polacos y los franceses del Sur? ¿Por qué la Francia meridional hubo de ser llevada a remolque por los franceses del Norte como un peso muerto hasta su destrucción final, mientras que Polonia, por el contrario, tiene ante sí, todas las perspectivas de llegar a encontrarse perfectamente a la cabeza?
    Como consecuencia de relaciones sociales que no podemos explicar más ampliamente aquí, la Francia meridional era la parte reaccionaria de toda la nación. Su contraposición a la Francia del Norte, se transformó muy pronto en contraposición a las clases progresistas de todo el país. Fue ella, la Francia meridional, el principal sostén del feudalismo, y ha seguido siendo hasta hoy, la fuerza de la contra revolución en Francia»
    Engels. «Revolución y contrarevolución» Nº 93 de la Nueva Gaceta Renana, publicado el 3 de Septiembre de 1848.

    Aquí algunos ejemplos del denostado centralismo marxista.
    «Marx discrepa de Proudhon y de Bakunin precisamente en la cuestión del federalismo (para no hablar siquiera de la dictadura del proletariado). El federalismo es una derivación de principio de las concepciones pequeñoburguesas del anarquismo. Marx es centralista. En los pasajes suyos citados más arriba no se contiene la menor desviación del centralismo. ¡Sólo quienes se hallen poseídos de la fe supersticiosa del filiesteo en el Estado pueden confundir la destrucción de la máquina del Estado burgués con la destrucción del centralismo! Y bien, si el proletariado y los campesinos pobres toman en sus manos el poder del Estado, se organizan de un modo absolutamente libre en comunas y unifican la acción de todas las comunas para dirigir los golpes contra el capital, para aplastar la resistencia de los capitalistas, para entregar a toda la nación, a toda la sociedad, la propiedad privada sobre los ferrocarriles, las fábricas, la tierra, &c., ¿acaso esto no será el centralismo? ¿Acaso esto no será el más consecuente centralismo democrático, y además un centralismo proletario?»
    Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, «El Estado y la Revolución»Alianza Editorial, Madrid 2006, páginas 97-98.

    «Engels, como Marx, defiende, desde el punto de vista del proletariado y de la revolución proletaria, el centralismo democrático, la república única e indivisible. Considera la república federativa, bien como excepción y como obstáculo para el desarrollo, bien como transición de la monarquía a la república centralista, como un progreso, en determinadas circunstancias especiales. Y entre estas circunstancias especiales se destaca la cuestión nacional. En Engels, como en Marx, a pesar de su crítica implacable del carácter reaccionario de los pequeños Estados y del encubrimiento de este carácter reaccionario por la cuestión nacional en determinados casos concretos, no se encuentra en ninguna de sus obras ni rastro de tendencia a eludir la cuestión nacional, tendencia de que suelen pecar frecuentemente los marxistas holandeses y polacos al partir de la lucha legítima contra el nacionalismo filisteamente estrecho de sus pequeños Estados. [...] no hay ni rastro de renuncia a la crítica de los defectos de la república federativa ni a la propaganda y a la lucha más decidida en pro de la república unitaria, centralista-democrática. Pero Engels no concibe en modo alguno el centralismo democrático en el sentido burocrático con que emplean éste concepto los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, incluyendo entre éstos a los anarquistas. Para Engels, el centralismo no excluye, ni mucho menos, esa amplia autonomía local que, en la defensa voluntaria de la unidad del Estado por las comunas y las regiones, elimina en absoluto todo burocratismo y toda manía de ordenar desde arriba.»
    Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, «El Estado y la Revolución»
    Alianza Editorial, Madrid 2006, páginas 120-121.

    Cuando Lenin envía a Viena a Stalin para recopilar información sobre el tema nacional y lee el trabajo de Stalin , comentó en una carta enviada a Gorki: «Tenemos aquí un maravilloso georgiano, que después de haber reunido todos los materiales austriacos y otros, se ha puesto a elaborar un gran artículo para Prosvetchenie»
    Pues bien, en este escrito -su libro más difundido-, («El marxismo y la cuestión nacional»), Stalin deja también las cosas meridianamente claras. Aludiendo al concepto «baueriano» sobre el particular, escribe:
    «Y no hablemos ya de ese «principio socialista de la nacionalidad» ensalzado por Bauer y que es, a nuestro juicio, la sustitución del principio socialista de la lucha de clases por un principio burgués, -por el principio de la nacionalidad-. Si la autonomía nacional arranca de un principio tan dudoso, necesario es reconocer que solo puede inferir daño al movimiento obrero.
    «Es cierto que este nacionalismo no se transparenta tanto, pues se enmascara hábilmente con frases socialistas; por eso es más dañoso para el proletariado. Al nacionalismo franco siempre se le puede batir: no es difícil discernirlo. Es mucho más difícil luchar contra un nacionalismo enmascarado y no identificable bajo su careta. Protegido con la coraza del socialismo, es menos vulnerable y más vivaz. Como vive entre los obreros, emponzoña la atmósfera, sembrando ideas dañinas de desconfianza mutua y de aislamiento entre los obreros de distintas nacionalidades».
    Stalin. «El marxismo y la cuestión nacional»

    « Bauer, evidentemente confunde la nación, que es una categoría histórica, con la tribu, que es una categoría étnica».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «...bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas. A veces, la burguesía intenta arrastrar al proletariado al movimiento nacional, y entonces exteriormente parece que en la lucha nacional participa «todo el pueblo», pero eso solo exteriormente. En su esencia esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa, conveniente y grata únicamente para la burguesía».
    Stalin. «El marxismo y la cuestión nacional»

    «En este momento difícil, incumbía a la socialdemocrácia una alta misión: hacer frente al nacionalismo, proteger a las masas contra la «epidemia» general . Pues la socialdemocracia, y solamente ella, podía hacerlo contraponiendo al nacionalismo el arma probada del internacionalismo, la unidad, y la indivisibilidad de la lucha de clases. Y cuanto más fuerte fuese la oleada de nacionalismo, más potente debía resonar, la voz de la socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la unidad de los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia. En estas circunstancias, se requería una firmeza especial por parte de los socialdemocatas de las regiones periféricas, que chocaban directamente con el movimiento nacionalista».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Pero las naciones postergadas que se despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales independientes: tropiezan con la poderosísima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado. ¡Han llegado tarde!».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Los destinos de un movimiento nacional, que es en sustancia un gobierno burgués, están naturalmente vinculados a los destinos de la burguesía. Sólo cuando reine el socialismo, se podrá instaurar la paz completa».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «No cabe duda de que en las primeras fases del capitalismo las naciones se cohesionan. Pero asimismo es indudable que en las primeras fases superiores del capitalismo comienza un proceso de dispersión de las naciones, un proceso en el que se separa de las naciones toda una serie de grupos que salen a ganarse el pan y acaban asentandose definitivamente en otros territorios del estado. De este modo, los grupos que cambian de residencia pierden los viejos vínculos y que adquieren otros nuevos en los nuevos sitios, asimilan, de generación en generación, nuevos hábitos y nuevos gustos, y tal vez, también un nuevo idioma».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «En las primeras fases del capitalismo aún podía hablarse de la «comunidad cultural» del proletariado y la burguesía. Pero, con el desarrollo de la gran industria y con la agudización de la lucha de clases, esta «comunidad» empieza a esfumarse. No es posible hablar seriamente de «comunidad cultural» de una nación, cuando los patronos y los obreros de la misma nación dejan de entenderse unos a otros. ¿De qué «comunidad de destinos» puede hablarse cuando la burguesía está sedienta de guerra y el proletariado declara la «guerra a la guerra»? ¿Se puede, con estos elementos antagónicos, organizar una unión nacional única y común a todas las clases?»
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Pero admitamos por un momento que la consigna de «¡organizad una nación!» sea una consigna viable. Todavía podría uno comprender a los parlamentarios nacionalistas burgueses, que se esfuerzan en «organizar» la nación con objeto de obtener más votos. Pero ¿desde cuándo los socialdemócratas se dedican a «organizar» naciones, a «constituir» naciones, a «crear» naciones?
    ¿Qué socialdemócratas son esos que, en una época de la más intensa agudización de la lucha de clases, se ponen a organizar uniones nacionales comunes a todas las clases?»
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Las barreras nacionales, lejos de reforzarse se desmoronan y caen. Ya en la década del 40, Marx decía que «el aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día» y que «el dominio del proletariado los hará desaparecer más deprisa todavía». El desarrollo ulterior de la humanidad, con el crecimiento gigantesco de la producción capitalista, con la mezcolanza de nacionalidades y unificación de los individuos en territorios cada vez más vastos, confirma rotundamente la idea de Marx».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Pero el daño que causa la autonomía nacional no se reduce a esto. No solo prepara el terreno al aislamiento de las naciones, sino también a la fragmentación del movimiento obrero unido. La idea de la autonomía nacional, sienta las premisas psicologicas para
    la división del partido obrero unido en diversos partidos organizados por nacionalidades. Tras los partidos, se fraccionan los sindicatos, y el resultado es un completo aislamiento. Y así, un movimiento de clase unido se desparrama en diversos riachuelos nacionales aislado».

    «De lo expuesto se desprende que la autonomía nacional-cultural no resuelve la cuestión nacional. Lejos de ello, la exacerba y la embrolla, abonando el terreno para escindir la unidad del movimiento obrero, para aislar a los obreros por nacionalidades, para acentuar las fricciones entre ellos.
    Tales son los frutos de la autonomía nacional».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «La nación tiene derecho incluso a volver al viejo orden de cosas, pero eso no significa que la socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de tal o cual institución de una nación dada. El deber de la socialdemocracia, que defiende los intereses del proletariado, y los derechos de la nación, integrada por diversas clases, son dos cosas distintas».
    «Por eso, precisamente, el proletariado consciente no puede colocarse bajo la bandera «nacional» de la burguesía».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «La cuestión nacional del Cáucaso solo puede resolverse en el sentido de llevar a las naciones y pueblos rezagados al cauce común de la cultura superior. Sólo esta solución puede ser progresista y aceptable en la socialdemocracia. La autonomía regional del Cáucaso es aceptable, precisamente, porque incorpora a las naciones rezagadas al desarrollo cultural común, les ayuda a romper el cascarón del aislamiento propio de las pequeñas nacionalidades, las impulsa a marchar hacia adelante y les facilita el acceso a los valores de una cultura superior. En cambio, la autonomía cultural-nacional actúa en un sentido diametralmente opuesto, pues recluye a las naciones en sus viejo cascarones, los mantiene en los grados inferiores del desarrollo de la cultura y les impide elevarse a los grados más altos de la misma».

    «De este modo, la autonomía nacional-cultural, inservible en general, se convertiría, en el Cáucaso, en una empresa reaccionaria absurda».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.

    «Hemos visto que la autonomía cultural-nacional es inservible. En primer lugar, es artificial y no viable, pues supone agrupar artificialmente en una sola nación a gentes a quienes la vida , la vida real, desune y dispersa por los diversos confines del Estado. En segundo lugar impulsa hacia el nacionalismo, pues lleva al punto de vista del «deslindamiento» de los hombres por curias nacionales, al punto de vista de la «organización» de las naciones, al punto de vista de la «conservación» ya cultivo de las «particularidades nacionales", cosa que no cuadra en absoluto a la socialdemocracia».

    «¿Donde está la salida?
    La única solución es la autonomía regional, la autonomía de unidades tan definidas como Polonia, Lituania, Ucrania, el Cáucaso, etc.
    La ventaja de la autonomía regional consiste, ante todo, en que aquí no tenemos que habérnoslas con una ficción sin territorio, sino con una población determinada, que vive en un territorio determinado. Además no deslinda a los hombres por naciones, no refuerza las barreras nacionales, sino que, por el contrario, rompe estas barreras y agrupa a la población para abrir el camino a un deslindamiento de otro género: al deslindamiento por clases».
    «Tenemos, pues, la autonomía regional como punto indispensable para resolver la cuestión nacional».
    «Sabemos a qué conduce el deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Desintegración del Partido obrero único, división de los sindicatos por nacionalidades, exacerbación de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales, , completa desmoralización dentro de las filas de la socialdemocracia: he ahí los frutos del federalismo en el terreno de la organización. La historia de la socialdemocracia en Austria y la actuación del Bund en Rusia, lo atestiguan elocuentemente.
    El único medio contra esto es la organización basada en los principios del internacionalismo.
    La unión de los obreros de todas las nacionalidades de Rusia en colectividades «únicas e íntegras» en cada localidad y la unión de estas colectividades en un partido único: he ahí la tarea»
    «No ocurre así con la organización por nacionalidades.
    Organizados sobre la base de la nacionalidad, los obreros se encierran en sus cascarones nacionales, separándose unos de otros en el terreno de la organización. No se subraya lo que es común a los obreros, sino lo que diferencia a unos de otros. Aquí el obrero es, ante todo, miembro de su nación: judío, polaco, etc. No es de extrañar que el federalismo nacional en una organización inculque a los obreros el espíritu del aislamiento nacional.
    Por eso, el tipo nacional de organización es una escuela de estrechez nacional y de rutina.
    Tenemos, pues, ante nosotros, dos tipos de organización distintos por principio:
    el tipo de la unión internacional y el del deslindamiento de los obreros por nacionalidades».
    Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
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    «En el aislamiento es donde reside la existencia nacional»
    VIII conferencia del Bund.
    «El marxismo y la cuestión nacional», Stalin.
    ----------------------------------

    También aquí, Stalin nos habla de las repúblicas alógenas, muchas de las cuales se convirtieron, tras Octubre, en trinchera de los ejércitos blancos, ejércitos invasores extranjeros y fortines de las burguesías y todo tipo de huestes zaristas y demás morralla. Donde evidentemente, con la falsa excusa del derecho a independizarse, establecieron unilateralmente, gobiernos independientes de facto donde las clases laboriosas no tenían nada que decir, ni nada de qué beneficiarse. Solo padecer las mismas penurias que hasta entonces, por lo que Stalin, en su cargo como comisario para las nacionalidades, tuvo que entablar una lucha titánica reforzando el poder proletario en esas naciones, a la vez que aplastaban a la coalición de fuerzas contrarevolucionarias y entregaban el poder al proletariado de esas naciones, que voluntariamente ingresaban en la nueva y flamante URSS.

    Esto es lo que escribía:
    «Aquí no se trata de los derechos de las naciones, que son indiscutibles, sino de los intereses de las masas populares, tanto del centro como de las regiones periféricas: se trata del carácter -determinado por estos intereses- de la agitación que está obligado a desplegar nuestro partido, si no quiere renegar de sí mismo, si quiere incidir en determinado sentido sobre la voluntad de las masas trabajadoras de las nacionalidades. Y los intereses de las masas populares dicen que la exigencia de la separación de las regiones periféricas es, en esta etapa de la revolución, algo profundamente contrarrevolucionario».
    Stalin: «La política del poder soviético sobre la cuestión nacional en Rusia». Obras escogidas, Madrid, 1977, tomo3, pg.
    -----------------------------------------------------

    Marx y Engels, en sus «Escritos sobre España» dicen lo siguiente:
    «La división de España en estados federales, con administración independiente, equivaldría a la reaccionaria destrucción de la unidad nacional».
    Marx y Engels. «Escritos sobre España" Pag.243
    Mas claro imposible, a ver quién me dice que está sacado de contexto, mutilado etc..
    ---------------------------------------------------------

    Y que decir de las firmas estampadas también por Marx y Engels en el manifiesto «Reivindicaciones del partido comunista de Alemania". Publicado en 1848. Que empezaba así:
    ¡Proletarios de todos los países, uníos!
    1. «Todo el territorio formará una república, una e indivisible»
    Reivindicaciones del partido comunista de Alemania. Publicado en 1848.

    También en su periplo parisien, durante su pertenencia al grupo llamado «La Legión" donde organizaron una incursión (dirigida por Herwegh) atravesando el Rhin y entrando en Alemania para ayudar militarmente a la sublevación, eran estas las principales reivindicaciones que portaban; «...sufragio universal, un ejercito popular, la abolición de las cargas fiscales, la separación de la Iglesia y el Estado, una república indivisible...etc. Es decir, las mismas que se plasman en el texto arriba indicado»

    «Curioso» que un partido comunista, el de Marx y Engels precisamente, haga suyo con tanto énfasis, la consigna de la unidad y el no desmenbramiento de Alemania en pequeños estados nacionales, que hablen siempre de «Alemania», en vez de «Estado» aleman como gusta llamarla a los acomplejados españolitos a España, que se refieran en todos sus textos sobre España como «Nación» española o «Pueblo» español». Y también «curioso» que haya tantos nacionalistas en España que se les llene la boca repitiendo como cacatúas y retorciendo puñeteramente la retórica hasta lo indecible, que la necesaria división de España en minúsculos estados independientes, está avalada por ellos, porque así lo dice la doctrina m.l., y que además es necesaria como paso previo al socialismo.

    El principio de las nacionalidades fue una invención de la Rusia imperial para justificar las anexiones con el pretexto «paneslavista» unas veces, y en otras ocasiones con la excusa de proteger regiones de sus malvados vecinos. Después hábilmente retomado por Luis Napoleon para justificar la «libertad y derecho» de las nacionalidades -pero siempre y cuando fuese para unirse a la gran patria francesa-, ¡faltaría plus! Y ya más tarde por los grandes estados nacionales que fueron surgiendo, con el afán de mantener la cohesión territorial, anexionarse nuevos territorios, o para simplemente, utilizar el exaltado fervor patriótico -previamente inculcado al populacho ignorante-, en sus guerras interimperialistas.
    La formación de los estados nacionales en Europa, tuvo su justificación en un momento determinado. Tras el cual, el imparable desarrollo de la sociedad nos llevará, sin duda, a la desaparición de todo Estado nacional y su sustitución por una sociedad sin estados y sin clases; a una sociedad comunista.
    El derecho de autodeterminación, ha de formar parte necesariamente del programa de mínimos de todo partido comunista. Pero entendiendo que queda supeditado a la lucha por la emancipación de las clases laboriosas y a la consecución del socialismo, con la salvedad de ejemplos similares a los aquí citados y de las colonias. Pero tampoco se trata de darle alas a los independentistas burgueses de esas colonias, allí deberemos apoyar y favorecer a la facción anticolonialista más cercana a nuestros fundamentos comunistas a alcanzar el poder, aquellos que mejor representen los intereses de las clases explotadas.
    Por lo tanto creo, que con estos y otros muchos ejemplos que se podrían extraer de la lectura de los escritos de Engels, Marx, Lenin o Stalin, nadie puede reivindicarse marxista o marxista-leninista, y compatibilizar -al menos en España-, comunismo, con nacionalismos-independentismos sin caer irremediablemente en insalvables contradicciones. Y que además nos hacen mucho más daño que el nacionalismo franco, ese al que aludía Stalin y al que se puede combatir con mayor facilidad por no camuflarse entre nuestras filas como hacen estas criaturitas.
    Se podrán alegar muchas razones legítimas y comprensibles para desear la independencia y separación de cualquier región de esta malparida, casposa y lamentable España actual, pero sin mezclar churras (comunismo) con merinas (nacionalismo).
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    Mensaje por Deng Sáb Sep 12, 2015 3:31 pm

    Por lo tanto creo, que con estos y otros muchos ejemplos que se podrían extraer de la lectura de los escritos de Engels, Marx, Lenin o Stalin, nadie puede reivindicarse marxista o marxista-leninista, y compatibilizar -al menos en España-, comunismo, con nacionalismos-independentismos sin caer irremediablemente en insalvables contradicciones. Y que además nos hacen mucho más daño que el nacionalismo franco, ese al que aludía Stalin y al que se puede combatir con mayor facilidad por no camuflarse entre nuestras filas como hacen estas criaturitas.
    Muy bien dicho. Hay que defender el derecho a la autodeterminación de las naciones (Catalunya incluida) pero tenemos que desenmascarar a los agentes a sueldo de los monopolios catalanes infiltrados en el movimiento obrero.
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    Mensaje por nunca Sáb Sep 12, 2015 6:47 pm

    Para encender más el debate.
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    sorge escribió:Diran que abusos de citas del clasico pero no me queda mas remedio.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    Semejante estado de cosas plantea al proletariado de Rusia una tarea doble, o mejor dicho, bilateral: luchar contra todo nacionalismo y, en primer término, contra el nacionalismo ruso; reconocer no sólo la completa igualdad de derechos de todas las naciones en general, sino también la igualdad de derechos respecto a la edificación estatal, es decir, el derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación; y, al mismo tiempo y precisamente en interés del éxito en la lucha contra toda clase de nacionalismos de todas las naciones, propugnar la unidad de la lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su más íntima fusión en una comunidad internacional, a despecho de las tendencias burguesas al aislamiento nacional

    ¿Los comunistas de la CUP  tiene vinculos con el resto de organizaciones hermanas que sean sucursales o no de partidos comunistas españoles y que tengan una visión de clase?


    Por cuanto la burguesía de una nación oprimida lucha contra la opresora, nosotros estamos siempre, en todos los casos y con más decisión que nadie, a favor, ya que somos los enemigos más intrépidos y consecuentes de la opresión. Por cuanto la burguesía de la nación oprimida está a favor de su nacionalismo burgués, nosotros estamos en contra. Lucha contra los priviliegios y violencias de la nación opresora y ninguna tolerancia con el afán de privilegios de la nación oprimida.

    Sintiendolo mucho pero apoyar un referendum donde el si a un estado independiente significa seguir sometidos a Brusela es tener tolerancia con los privilegios de la burguesia catalana que es mas antisocial que el PP, que ya es dificil serlo, pero ahi esta como se atrevio a poner el euro por receta.
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    Mensaje por DP9M Sáb Sep 12, 2015 10:34 pm

    Creo que con la intervención bien fundamentada en analisis marxista desde los clasicos ideologos , queda mas que claro quien se ha estado dedicando en este pais a inventarse un tal marxismo para justificar luchas y causas alienigenas para las clases trabajadoras y para el marxismo.

    Esto no es en vano, hay que destruir esta ideología reaccionaria que infesta en nombre del comunismo al movimiento. Hay que enseñarles a las masas lo que es el real marxismo y lo que tiene que ser el real movimiento revolucionario, ese que los implique en la obtención y conquista de sus itnereses de clase, y que no los desvie hacia distracciones y objetivos futiles como el conseguir que a los mundiales se pueda ir con una seleccion propia.

    El izquierdismo, es el principal enemigo del real movimiento comunista, el que tiene que ser, el que sea capaz de conectar, comunciar e involucrar a las clases trabajadoras sin infestarlas de pasiones romanticas e infantiles , intentando someterlas al individualismo atroz de sectores marginales con sus ideas lugubres y reaccionarias para la clase trabajadora.
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    Mensaje por sorge Dom Sep 13, 2015 7:11 pm

    En Catalunya, las "clases populares" no solo son descendientes de "andaluces" y "extremeños". ¿O es que los descendientes de catalanes son todos gandes burgueses? Eso es xenofobia étnica nazi. Vergonzoso, comunista de cartón piedra pro-nazi. En Catalunya hay un solo pueblo y Pablo Iglesias y los comunistas de carton que le defienden ha asumido un argumento clásico de los nazis
    El problema no es su origen, sino cual es su dirección politica, esto es lo que opinaba Jordi Pujol en 1976 sobre los andaluces:
    El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anarquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad.La inmigración, problema y esperanza de Cataluña-1958 reditado en 1976
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    Y remarca en un articulo de 1977:

    «el mejor programa para Cataluña será el que mayormente pueda ayudar a hacer de Catalunya el país de todos, el país de todos los catalanes, que todos los hombres que viven y trabajan en Cataluña . puedan sentir entrañablemente suyo».
    Pero para ser, pongamos por caso, presidente de la Generalitat, a lo cual, en principio, deben tener derecho todos los catalanes, hay que ser catalán hijo de jiennenses, murtalán. Se puede ser un catalán nacido en Jaén, en Murcia o en Cáceres, y, por supuesto, ser un catalán hijo de jienenses, murcianos o cacereños, pero hay que ser catalán y sentirse catalán
    Es decir, hay que sentirse parte de Cataluña, y hay que acudir a este cargo -o a otro de rango inferior- con voluntad de servir directamente los intereses de quienes trabajamos y vivimos en Catalunya, no los de Jaén, Murcia o Cáceres. 

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    ¿Puede ser presidente de una cataluña independiente alguien que sienta catalan-andaluz?.
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    Mensaje por Deng Lun Sep 14, 2015 12:21 pm

    El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anarquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad.
    Esto si es que incitar al odio étnico como los nazis y no Pablo Iglesias. Le Pen en Francia nunca dijo la mitad de eso.
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    Mensaje por PequeñoBurgués Lun Sep 14, 2015 12:44 pm

    Deng escribió:
    El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anarquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad.
    Esto si es que incitar al odio étnico como los nazis y no Pablo Iglesias. Le Pen en Francia nunca dijo la mitad de eso.

    CMLX dixit:
    "Ello es lo que le lleva a creer que Convergencia Democrática de Catalunya es lo mismo que el PP-PSOE."
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    Mensaje por nunca Lun Sep 14, 2015 8:08 pm

    De todas formas, exageraciones aparte, creo que PI ha sido un poco rastrero apelando al etnicismo castellanohablente de Barcelona, independientemente de que lo poco que le guste la "charnegada" a una parte de la Catalunya "profunda".
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    Mensaje por PequeñoBurgués Lun Sep 14, 2015 8:22 pm

    nunca escribió:De todas formas, exageraciones aparte, creo que PI ha sido un poco rastrero apelando al etnicismo castellanohablente de Barcelona, independientemente de que lo poco que le guste la "charnegada" a una parte de la Catalunya "profunda".

    Ese "rastrero" tiene que estar muy bien calculado, debieron hacer un estudio del origen """"étnico"""" de la abstención que es de donde esperan sacar votos, PI no dice nada que no haya discutido previamente con su equipo, y si lo dijo es porque esperaba que se montara la que se montó.
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    Mensaje por nunca Lun Sep 14, 2015 8:26 pm

    No si yo no digo que pueda llegar a funcionar, solo digo que no es "ético" comunicativamente hablando, el Frente Nacional también comunica bien pero no por eso lo vamos a defender. Y no estoy comparando a PI con Le Pen, que quede claro.
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    Mensaje por sorge Lun Sep 14, 2015 8:54 pm

    Pablo Iglesias responde a Baños, candidato de la CUP: "En mí tienes un aliado al otro lado de Ebro" http://www.lasexta.com/noticias/nacional/elecciones-cataluna-2015/pablo-iglesias-responde-banos-candidato-cup-tienes-aliado-otro-lado-ebro_2015091400102.html
    Para repetir discursos tradicionales, no creo que naciera Podemos, me imagino que habra levantado sarpullidos en ICV, pero eso es lo que hay, de todas maneras no creo que sea  ninguna sorpresa para nadie, el discurso de Iglesias era previsible atendiendo a como han tratado las primarias.
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    Mensaje por Shenin Mar Sep 15, 2015 12:17 pm

    Hola a todo el mundo. Llevo ya un tiempo sin entrar al foro, pero me he animado a volver.

    Sobre el problema catalán creo que desde algunas posiciones se está tomando erróneamente el proceso soberanista como si Cataluña fuera un país colonial o semicolonial. Nada más lejos de la realidad. Cataluña siempre ha jugado un papel central en el imperialismo español. La burguesía catalana ha participado históricamente en la explotación de las colonias españolas. Incluso es bien sabido que parte de la acumulación primitiva de capital en Cataluña se hizo a través del tráfico de esclavos negros hacia América. Cataluña es uno de los principales polos de acumulación de capital dentro de España. Y no solo en el terreno industrial, sino también en el financiero. El capital catalán es, junto con el español afincado en Madrid y el vasco, el más concentrado. Es cierto que siempre subordinado a Madrid, al igual que Euskadi. Pero Cataluña nunca ha participado en el imperialismo español como colonia o región periférica, sino más bien al contrario. El desarrollo de la burguesía catalana (con empresas y entidades político-culturales propias), la estructura productiva catalana (más industrializada que la mayoría de regiones y nacionalidades de España), así como la renta per cápita catalana (también superior a la mayoría de regiones y nacionalidades) son buenas muestras de ello.

    El Estado burgués español es fruto, entre otras cosas, de un compromiso entre las burguesías industriales catalana y vasca con la oligarquía terrateniente (luego financiera) castellana. Las dos primeras han tenido su mercado en España, por lo que poco les ha importado sacrificar la lucha de liberación nacional en favor de sus intereses económicos. Decía Stalin que el mercado es la escuela en la que la burguesía aprende el nacionalismo. De este modo, las burguesías catalana y vasca han ido conduciendo las luchas nacional-populares hacia compromisos con el Estado español, a fin de colocarse de manera privilegiada en el mercado español. Las luchas nacional-populares vasca y catalana no las ha impulsado nunca realmente la burguesía (ni siquiera la "nacional"), sino la pequeña burguesía, es decir, las capas medias urbanas y rurales. Es especialmente indicativo que la insurrección catalana de 1934 tuviese como detonante la aprobación de la ley de contratos de cultivo, pues los rabassaires (campesinos arrendatarios) formaban parte de la base social de ERC. Como lo es también el apoyo tradicional a la izquierda abertzale en Guipúzcoa y el norte de Navarra, antiguos bastiones carlistas.

    Estos compromisos de las burguesías catalana y vasca con la oligarquía española han tenido siempre como fin, entre otras cosas, el escamotear la autodeterminación de los pueblos catalán y vasco. A cambio de acallar el movimiento nacional, las burguesías vasca y catalana han obtenido concesiones por parte de la oligarquía española. ¿Qué ha cambiado ahora? No solo ha cambiado el hecho de que, especialmente con el gobierno del PP, la crisis económica haya hecho a la oligarquía española seguir una política más reaccionaria y centralista. También ha cambiado la vinculación económica de parte de la burguesía catalana. La burguesía que apoya el proceso soberanista ya no tiene su mercado tanto en España como en la UE. Ésa es la razón del viraje de CDC y no otra. Por ello, Mas apela al sentimiento nacional de las masas populares catalanas, enfurecidas en un contexto de crisis económica capitalista y de "esterilización" del Estatut por parte del Estado español. Es cierto que el movimiento independentista no se reduce a Mas y CDC. Pero también lo es que estos son hegemónicos en él y quienes lo dirigen. El proyecto independentista en estas condiciones poco tiene de emancipador, más allá de reclamar un referéndum sobre la vinculación con España o la independencia de Cataluña. Se trata de reajustar la posición de Cataluña en la cadena imperialista.

    Ahora bien, el régimen español no está dejando otra alternativa a Cataluña, pues está negando todas las vías democráticas (posibles o imaginarias) para resolver el problema catalán. Si bien de entrada no estoy de acuerdo con la independencia, pues está favoreciendo la división de la clase obrera según su conciencia nacional, conforme se desarrolle la opresión nacional sobre Cataluña aumentará la probabilidad de que se proclame unilateralmente la independencia desde la Generalitat. Que el desarrollo del conflicto nacional está generando divisiones entre la clase obrera se puede ver en el crecimiento de C's entre sectores obreros, la división en el movimiento sindical entorno a la cuestión nacional (la UGT catalana se convulsionó ante la postura pro-independentista de su dirección), así como en el hecho de que las zonas obreras, por ejemplo de Barcelona, sean las más apáticas al proceso soberanista. Por eso creo que los comunistas deberíamos reivindicar la unidad voluntaria de los pueblos y los trabajadores de España, de todas las nacionalidades, a fin de mantener lo poco que queda de unión de clase. Reivindicar la consulta-referéndum y el "no" a la independencia simultáneamente. No obstante, si continúa agravándose el conflicto y el Parlament proclama la independencia (no habría sido posible otra forma democrática de expresión de la voluntad del pueblo catalán), lo cual conllevaría la represión del Estado español sobre el movimiento nacional catalán, los comunistas y revolucionarios no tendríamos otra opción que cerrar filas y apoyar la independencia de Cataluña. La represión del movimiento nacional catalán solo fortalecería los elementos policíaco-franquistas del Estado español, lo cual perjudicaría al movimiento obrero mucho más que la separación de Cataluña. El mismo Estado español que reprimiría al movimiento nacional catalán es el que ahora mismo reprime al movimiento obrero y a otros movimientos sociales con la "ley mordaza" y otras medidas represivas.
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    Mensaje por Lin Piao Jue Oct 01, 2015 8:48 pm

    Muy bien PCOE , el nacionalismo es un concepto antimarxista y antirevolucionario.
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    Mensaje por Deng Vie Oct 02, 2015 12:08 am

    Lin Piao escribió:Muy bien PCOE , el nacionalismo es un concepto antimarxista y antirevolucionario.
    No es por llevarte la contraria sistemáticamente, pero me dan ganas de decirte: "depende."

    El nacionalismo no es algo que en sí mismo sea marxista o anti-marxista, sino que está estudiado por el marxismo. Y defender el nacionalismo no tiene por qué ir en sentido contrario al marxismo, de lo contrario no llevarías el avatar de un líder político chino que era profundamente nacionalista. ¿Está el nacionalismo venezolano, tal cual está siendo llevado ahora mismo, en sentido contrario a la rueda de la historia? Este es del debate. Otra cosa muy distinta son las posiciones dogmáticas, disfrazadas de "marxistas-leninistas" de los agentes a sueldo de Artur Mas y los monopolios catalanes como el compañero CMLX.
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    Mensaje por 현욱한 Vie Oct 02, 2015 11:30 am

    Andrés Nin escribió:El marxismo y los movimientos nacionalistas

    El pueblo que oprime a otro no puede ser libre.  
    Karl Marx

    Igualdad completa de derechos para todas las naciones; derecho de las naciones a disponer libremente de sus destinos; fusión de los obreros de todas las naciones. Éste es el programa que el marxismo y la experiencia de Rusia y de todo el mundo enseña a los obreros.
    V. I. Lenin

    Planteamiento teórico del problema

    La revolución social no se desarrolla en línea recta, no es el Grand Soir con que soñaban los revolucionarios ingenuos del siglo XIX, la caída espectacular del régimen capitalista en virtud de un acto de fuerza breve y certero y la sustitución casi automática del viejo orden de cosas por una sociedad más justa y más humana, surgida de la noche a la mañana, con todos los atributos de un mecanismo perfecto y regular.

    Por asombroso que parezca, en nuestros días, a pesar de la experiencia decisiva de los últimos años, esa concepción ingenua y falsa sobrevive todavía en la conciencia de muchos militantes del movimiento obrero, lo cual les impulsa a rechazar todas aquellas acciones que no persigan como fin inmediato esa ”revolución” miraculosa que en veinticuatro horas ha de realizar la transformación catastrófica y radical de la sociedad. Los ”revolucionarios” de esa categoría — ni que decir tiene — reservan el mayor de los desprecios o la indiferencia más absoluta a problemas tales como el de la emancipación de las nacionalidades oprimidas.

    Y, sin embargo, los movimientos nacionales desempeñan un papel de primer orden en el desarrollo de la revolución democráticoburguesa, arrastran a la lucha a masas inmensas y constituyen un factor revolucionario poderosísimo que el proletariado no puede dejar de tener en cuenta, sobre todo en países como el nuestro, en que dicha revolución no ha sido realizada todavía. Volver la espalda hacia esos movimientos, adoptar una actitud de indiferencia ante los mismos, es hacer el juego al nacionalismo opresor y reaccionario, aunque se pretenda cubrir dicha actitud con la capa del internacionalismo. La posición del proletariado ha de ser, a este respecto, clara y concreta e inspirarse en el propósito de estrechar los lazos de solidaridad entre los obreros de las distintas naciones que forman el estado e impulsar la revolución hacia adelante.

    Qué es la cuestión nacional

    El fundamento económico de la nación es el desarrollo del intercambio sobre la base de la economía capitalista. La existencia de relaciones económicas determinadas, la comunidad de territorio, de idioma y de cultura constituyen los rasgos característicos de la nación. Se puede afirmar, por consiguiente, que la nación, en el verdadero sentido de la palabra, es un producto directo de la sociedad capitalista. Las unidades políticas y territoriales de la antigüedad y de la edad media no eran más que naciones en germen. Los países que no han entrado todavía en el período de desarrollo capitalista no pueden ser considerados, propiamente, como naciones.

    La burguesía tiende a constituirse en estado nacional porque es la forma que mejor responde a sus intereses y que garantiza un mayor desarrollo del capitalismo. Los movimientos de emancipación nacional expresan esta tendencia, y en los estados plurinacionales, en que el poder está ejercido por los grandes terratenientes, adquieren una amplitud y una virulencia particulares. En este sentido, se puede decir que no representan más que un aspecto de la lucha general contra las supervivencias feudales y por la democracia. La historia nos demuestra, en efecto, que la lucha nacional ha coincidido siempre con la lucha contra el feudalismo.

    Cuando la creación de los grandes estados ha correspondido al desenvolvimiento capitalista, ha constituido un hecho progresivo. Alemania, para citar sólo uno de los casos más típicos, nos ofrece un ejemplo elocuente de ello. Cuando la formación de los grandes estados precede al desenvolvimiento capitalista, la unidad resultante es una unidad regresiva, despótica, de tipo asiático, que contiene, en vez de favorecer, el desarrollo de las fuerzas productivas. Los ejemplos más característicos de este tipo de unidad los hallamos en los ex imperios ruso y austrohúngaro y en España. Por ello, en estos países la lucha por la emancipación nacional ha adquirido caracteres tan agudos y una importancia tan enorme como factor revolucionario.

    La burguesía industrial y la pequeña burguesía en la lucha nacional

    En el transcurso de las revoluciones burguesas del siglo XX, los países capitalistas más importantes de Europa resolvieron su problema nacional; pero éste subsistió en los estados plurinacionales que no habían realizado todavía su revolución democraticoburguesa. En los movimientos de emancipación nacional las distintas clases sociales actúan con las mismas características que las distinguen en la lucha general por las reivindicaciones democráticas, de las cuales aquéllos no son más que un aspecto.

    Los intereses de la economía capitalista impulsan a la burguesía a luchar contra las reminiscencias feudales que constituyen un obstáculo a su avance triunfal; pero esta lucha se desarrolla en condiciones históricas muy distintas de las que caracterizaron a las épocas de las revoluciones burguesas anteriores. La burguesía era entonces todavía una fuerza progresiva, cuya consolidación coincidía con los intereses generales de la humanidad. Hoy es una fuerza regresiva, cuya persistencia constituye un peligro para dichos intereses, con los cuales se halla en abierta contradicción. Entonces la burguesía realizaba su misión histórica, con la ayuda directa de las masas obreras y campesinas, sin la cual le hubiera sido imposible triunfar. Hoy, el proletariado tiene una conciencia de clase incomparablemente más elevada, numéricamente es mucho más fuerte, y si bien tiene un interés vital en resolver los problemas fundamentales de la revolución democráticoburguesa, considera esta revolución como etapa indispensable para seguir avanzando en el sentido de las realizaciones de carácter socialista y no está dispuesto a lanzarse al combate en provecho exclusivo de la dominación burguesa. En cuanto a los campesinos, los términos del problema han variado asimismo fundamentalmente. La cuestión de la tierra, como es sabido, puede ser considerada como la piedra angular de la revolución burguesa. En el período anterior, la burguesía capitalista podía atacar, sin consecuencias para su propia dominación, el derecho de propiedad de los grandes terratenientes, cuyo poderío tenía interés en destruir. Hoy, ante el miedo de que ese ataque estimule la ofensiva proletaria contra el derecho de propiedad privada en general, se vuelve precavida, y su actitud ante el problema de la tierra se convierte en conservadora y regresiva.

    La burguesía, pues, en las circunstancias históricas actuales, no puede resolver los problemas fundamentales de su propia revolución y, por consiguiente, el de la emancipación nacional, y en los momentos decisivos, cuando entran en acción grandes masas populares, aterrorizada ante las posibles consecuencias de la misma, retrocede y se apresura a pactar con los elementos semifeudales. En la mayor parte de los casos, esta defección de la gran burguesía provoca una reacción popular que determina el desplazamiento de la dirección del movi­miento nacional hacia la pequeña burguesía. Su fraseología pomposa y radical, sus actitudes exteriormente revolucionarias, su intransigencia verbal, le atraen la simpatía y la confianza populares. Pero las fallas fundamentales de esa clase no tardan en manifestarse. Clase vacilante e indecisa, como reflejo de la situación intermedia que ocupa en la economía capitalista, su revolucionarismo se deshincha rápida y lamentablemente; presa de pánico ante las consecuencias y las responsabilidades de un alzamiento nacional, se agarra ansiosamente a la primera fórmula conciliatoria que se le ofrece, y el movimiento nacional, bajo la dirección de la pequeña burguesía, corre la misma suerte que la revolución democrática en general.

    ¿Cuál debe ser la actitud del proletariado?

    Queda otro factor: el proletariado. Esta clase, por su naturaleza y por la misión que la historia le reserva, está llamada a realizar lo que ni la gran burguesía ni la pequeña son capaces de hacer: la revolución democráticoburguesa. Sólo él puede, por consiguiente, resolver radicalmente el problema nacional. Pero para ello es preciso que adopte una actitud clara y definida ante él. La tradición del marxismo le señala, en este sentido, una orientación precisa.

    Marx y Engels subrayaron repetidamente el papel progresivo de los movimientos de emancipación nacional y, muy particularmente, la inmensa importancia revolucionaria de la lucha de Polonia e Irlanda. La indiferencia ante esos movimientos representaba, a su juicio, un apoyo directo al chovinismo opresor, fuente del poder de clase de la burguesía de la nación dominante. Por esto — afirmaba Marx —, ”la victoria del proletariado sobre la burguesía es al mismo tiempo la victoria sobre las rivalidades nacionales que actualmente oponen a unos pueblos contra otros. La victoria del proletariado sobre la burguesía es al mismo tiempo la señal de la emancipación de todas las naciones oprimidas”.

    En la Internacional Socialista de antes de la guerra la cuestión nacional fue objeto de vivos y apasionados debates. El congreso de Londres de 1896 concretó en una resolución el criterio de la mayoría de la socialdemocracia. ”El Congreso se pronuncia — decía la mencionada resolución — por el derecho absoluto de todas las naciones a disponer de sus destinos y expresa su simpatía por los obreros de todos los países que sufren actualmente el yugo del absolutismo militar o nacional. El congreso invita a los obreros de todos estos países a entrar en las filas de los obreros conscientes de todo el mundo, a fin de luchar junto con ellos por la supresión del capitalismo internacional y la realización de los objetivos perseguidos por la socialdemocracia.” El congreso, al adoptar este punto de vista, rechazó, tanto el de los socialistas polacos del RPS, que preconizaban la inclusión de la independencia de Polonia en el programa de la Internacional, como el de Rosa Luxemburg, que consideraba que la socialdemocracia nada tenía que ver con la cuestión nacional. Esa posición fue la que fundamentalmente sostuvieron la mayoría del ala izquierda de la Internacional y, muy particularmente, los bolcheviques rusos, que la llevaron hasta sus últimas consecuencias con un inflexible rigor lógico.

    La posición bolchevista


    Marx y Engels se habían ocupado de la cuestión sólo de un modo episódico y accidental. Lenin nos ha legado, en cambio, una serie de trabajos teóricos que constituyen una doctrina bien trabada, y son una aplicación magistral del método marxista a las situaciones históricas concretas. Resumiremos sucintamente la posición clásica del bolchevismo, elaborada antes de la guerra y traducida en realización práctica después de la revolución de octubre.

    Todo movimiento nacional tiene un contenido democrático que el proletariado ha de sostener sin reservas. Una clase que combate encarnizadamente todas las formas de opresión no puede mostrarse indiferente ante la opresión nacional; no puede, con ningún pretexto, desentenderse del problema. La posición seudointernacionalista, que niega el hecho nacional y preconiza la constitución de grandes unidades, sostiene prácticamente la absorción de las pequeñas naciones por las grandes, y, por lo tanto, la opresión. El proletariado no puede tener más que una actitud: apoyar el derecho indiscutible de los pueblos a disponer libremente de sus destinos y a constituirse en estado independiente si ésta es su voluntad.

    ”¡Ningún privilegio para ninguna nación, ningún privilegio para ningún idioma! ¡Ninguna opresión, ninguna injusticia hacia la minoría nacional! He aquí el programa de la democracia obrera” (Lenin).

    Pero el reconocimiento del derecho indiscutible a la separación no implica, ni mucho menos, la propaganda en favor de la misma en todas las circunstancias, ni el considerarla invariablemente corno un hecho progresivo. El reconocimiento de este derecho disminuye los peligros de disgregación y cimenta la solidaridad indispensable entre los trabajadores de las distintas naciones que integran el estado. Al sotener este derecho, el proletariado no se identifica con la burguesía nacional, que quiere subordinar los intereses de clase a los intereses nacionales, ni con las clases privilegiadas de la nación dominante, que quieren convertir a los obreros en cómplices de la política de opresión nacional.

    La lucha por el derecho de los pueblos a la independencia no presupone, ni mucho menos, la disgregación de los obreros de las distintas naciones que forman el estado, mediante la existencia de organizaciones independientes. El bolchevismo ha sostenido siempre la necesidad primordial de la unión de los trabajadores de dichas naciones para la lucha común por la democracia y ha combatido acerbamente toda tendencia conducente a dar al partido del proletariado una estructura federalista. Y así, el Partido Bolchevique, que practicó una política nacionalitaria consecuente, fue siempre una organización esencialmente centralista.

    Esta política es la única susceptible de garantizar el derecho absoluto de las naciones a decidir de su suerte, de destruir los chovinismos unitario y nacionalista, de acabar con las rivalidades entre los pueblos, de sellar la unión del proletariado y de sentar las bases sólidas en que han de cimentarse las futuras confederaciones de pueblos libres. El ejemplo vivo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es la demostración práctica más elocuente de la excelencia de dicha política. Pero este ejemplo ha venido precisamente a evidenciar que la cuestión de las nacionalidades, como todos los problemas de la revolución democraticoburguesa, no puede ser resuelta más que por la revolución social y la instauración de la dictadura del proletariado. Que no lo olviden las masas campesinas y semiproletarias de las naciones oprimidas que abrigan todavía la esperanza en una solución radical del problema en el marco de la democracia burguesa.

    El carácter de la unidad española

    Existen en España dos movimientos de emancipación nacional de vitalidad indudable: el de Cataluña y el de Euskadi. El de Galicia, por el momento, no es más que un balbuceo regionalista, falto del calor de las grandes masas, y refugiado, por ello, en los cenáculos literarios y en las academias. Para que se convierta en un movimiento nacional, en el verdadero sentido de la palabra, le faltan las premisas económicas necesarias. En todo caso, hoy no es todavía una realidad y, mientras no lo sea, carece de interés para los marxistas, los cuales deben operar siempre con hechos. De Euskadi hablaremos en otra ocasión. Por hoy, nos limitamos a examinar someramente, aplicándole el criterio teórico esbozado, el problema concreto de Cataluña.

    España, como hemos indicado ya más arriba, pertenece a la categoría de los estados pluri­nacionales, cuya formación ha precedido al desenvolvimiento capitalista. En todos los grandes estados de Europa — como hace observar Marx en sus luminosos estudios sobre la revolución española — las grandes monarquías se crearon sobre las ruinas de las clases feudales, la aristocracia y las ciudades. En los demás países, ”la monarquía absoluta apareció como un centro de civilización, como un agente de unidad social. Fue como un laboratorio en el cual los distintos elementos de la sociedad se mezclaron y transformaron, hasta tal punto que les fue posible a las ciudades sustituir su independencia medieval por la superioridad y la dominación burguesa”.[1] En cambio, en España la monarquía absoluta ”hizo todo cuanto dependió de ella para entorpecer el aumento de los intereses sociales, que trae aparejada consigo la división natural del trabajo y una circulación industrial múltiple, y así suprimió la única base sobre la cual podía ser fundado un sistema unificado de gobierno y de legislación común. He aquí por qué la monarquía absoluta española puede ser más bien equiparada al despotismo asiático que comparada con los otros estados europeos”.[2].

    La poderosa inteligencia de Marx señaló magistralmente, en estas líneas, el carácter regresivo de la unidad española, en el cual hay que buscar la causa de su inconsciencia y de la agudeza extraordinaria adquirida por los problemas de emancipación nacional. A la luz de esta interpretación y de las consideraciones expuestas en la primera parte de este estudio, aparecerán claramente los motivos por los cuales los focos más considerables del movimiento de liberación nacional se han concentrado, principalmente, en Cataluña y en Euskadi, es decir, en los dos centros industriales más importantes del país.

    La lucha de Cataluña por su emancipación


    Si los rasgos distintivos de una nación los constituyen la existencia de relaciones económicas determinadas, la comunidad de territorio, de idioma y de cultura, Cataluña es indudablemente una nación. Cataluña, cuna de una burguesía comercial poderosa, entra desde los primeros momentos en lucha con el estado unitario español, representado por las castas parasitarias y feudales. Y cuando, como consecuencia del descubrimiento de América, el Mediterráneo pierde su importancia comercial y se prohíbe a los catalanes comerciar con el Nuevo Mundo, la decadencia de la burguesía determina un colapso en el desarrollo económico y cultural del país.

    Con la aparición de la industria y de la burguesía industrial, se acentúa el antagonismo con la oligarquía que rige los destinos de España y se inicia el movimiento de emancipación nacional, cuya intensidad aumenta en proporción directa con el desarrollo de la industria. La renaixença literaria que caracteriza los inicios del movimiento no es más que la envoltura externa, el medio de expresión inconsciente de ese antagonismo fundamental, que no tarda en manifestarse en toda su desnudez. En efecto, cuando el catalanismo empieza a tomar cuerpo como movimiento político, es para expresar las reivindicaciones de carácter económico de la burguesía industrial. Y cuando, con la pérdida de las colonias, Cataluña se ve privada de sus mercados más importantes y la incapacidad de la oligarquía gobernante aparece en toda su trágica magnitud, el catalanismo adquiere un nuevo y poderoso impulso. La protesta de la burguesía catalana se acentúa y se precisa. En la prensa de la época aparece reflejado el antagonismo de intereses entre la Cataluña industrial y la España agrariofeudal. La tesis de la burguesía catalana, expresada por uno de sus órganos más caracterizados, el Diario del Comercio, según un artículo que resumimos, es la siguiente: la industria catalana necesita importar algodón, lino, cáñamo, seda, lana, etcétera, con franquicia absoluta. A las demás regiones les conviene, en cambio, exportar sus frutos y sus primeras materias en las mejores condiciones posibles e importar, a bajo precio, los artículos manufacturados. ”Esta es la verdad escueta que, sin ambages ni rodeos, cabe expresar concisamente de esta manera: Cataluña, económicamente, es un pueblo independiente que se basta a sí mismo; el resto de España, salvo raras y honrosísimas excepciones, es una colonia.”[3] Añádase a esto el descontento por el expedienteo, las trabas administrativas opuestas al desarrollo económico y al establecimiento de las industrias, y se tendrá una idea clara de los orígenes del movimiento catalán, movimiento indudablemente progresivo frente al estado semifeudal y despótico.

    En este sentido, como hemos hecho ya observar más arriba, el movimiento de emancipación nacional de Cataluña no es más que un aspecto de la revolución democraticoburguesa en general, que tiende a destruir, en interés del desarrollo de las fuerzas productivas, las reminiscencias de carácter feudal y se distingue por los mismos rasgos característicos. La emancipación nacional como la revolución democrática, no es posible más que con la participación de las masas obreras y campesinas, y esta participación, en las circunstancias históricas presentes, presupone la lucha contra los privilegios de la clase capitalista, el desbordamiento de los límites fijados por la burguesía. De aquí que ésta tienda al compromiso y a la alianza pura y simple con el poder central para aplastar el movimiento de las masas. Así, en 1899, en uno de los momentos más graves para el centralismo español, la burguesía catalana presta su apoyo a Polavieja, el asesino de Rizal; en 1917, aterrorizada por la huelga general de agosto, da dos ministros a la monarquía; en 1919-1922 colabora directamente en la sangrienta represión ejecutada por los representantes del poder central; en 1923 facilita el golpe de estado de Primo de Rivera, y, finalmente, intenta apuntalar a la monarquía tambaleante participando en su último gobierno.

    La traición de la gran burguesía en el terreno de la lucha por la emancipación nacional la desplaza — exactamente igual como en la revolución democrática — de la dirección del movimiento. Y entonces aparece, en primer término, la pequeña burguesía, la cual, gracias, por una parte, a su radicalismo y a su programa demagógico — es el caso de Maciá y de la Esquerra Republicana de Catalunya — y, por otra, a la ausencia de un gran partido proletario, consigue arrastrar tras de sí a las grandes masas populares. Pero la pequeña burguesía manifiesta desde el primer momento las vacilaciones y la indecisión propias de una clase incapaz, por su propia naturaleza económica, de desempeñar un papel independiente. Llevada del impulso inicial, proclama la República catalana, para batirse en retirada dos días después y contentarse con un Estatuto que establece una autonomía limitadísima. Y cuando los campesinos obligan al Parlamento catalán a consagrar de derecho — mediante la ley de Contratos de Cultivo — lo que habían ya conquistado de hecho, adopta una actitud de rebeldía frente al poder central, que se transforma progresivamente en actitud defensiva y se transformará indefectiblemente en una claudicación o en un compromiso equívoco.

    Y, sin embargo, el movimiento nacional de Cataluña, por su contenido y por la participación de las masas populares, es, en el momento actual, un factor revolucionario de primer orden, que contribuye poderosamente, con el movimiento obrero, a contener el avance victorioso de la reacción. De aquí se deduce claramente la actitud que ha de adoptar ante el mismo el proletariado revolucionario:

    l.° Sostener activamente el movimiento de emancipación nacional de Cataluña, oponiéndose enérgicamente a toda tentativa de ataque por parte de la reacción.

    2.° Defender el derecho indiscutible de Cataluña a disponer libremente de sus destinos, sin excluir el de separarse del estado español, si ésta es su voluntad.

    3.° Considerar la proclamación de la República catalana como un acto de enorme trascendencia revolucionaria; y

    4.° Enarbolar la bandera de la República catalana, con el fin de desplazar de la dirección del movimiento a la pequeña burguesía indecisa y claudicante, que prepara el terreno a la victoria de la contrarrevolución, y hacer de la Cataluña emancipada del yugo español el primer paso hacia la Unión de Repúblicas Socialistas de Iberia.

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    Mensaje por Lin Piao Vie Oct 02, 2015 3:05 pm

    Deng escribió:
    Lin Piao escribió:Muy bien PCOE , el nacionalismo es un concepto antimarxista y antirevolucionario.
    No es por llevarte la contraria sistemáticamente, pero me dan ganas de decirte: "depende."

    El nacionalismo no es algo que en sí mismo sea marxista o anti-marxista, sino que está estudiado por el marxismo. Y defender el nacionalismo no tiene por qué ir en sentido contrario al marxismo, de lo contrario no llevarías el avatar de un líder político chino que era profundamente nacionalista. ¿Está el nacionalismo venezolano, tal cual está siendo llevado ahora mismo, en sentido contrario a la rueda de la historia? Este es del debate. Otra cosa muy distinta son las posiciones dogmáticas, disfrazadas de "marxistas-leninistas" de los agentes a sueldo de Artur Mas y los monopolios catalanes como el compañero CMLX.

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