dejo un articulo
Vivimos un momento histórico único. Por una parte, la crisis mundial ha removido los cimientos de la sociedad Capitalista, exigiendonos a todos los elementos de la izquierda una respuesta inmediata a los problemas derivados de ésta. Por otra parte, en Hego Euskal Herria el incremento represivo por parte del gobierno español nos pone ante un escenario político complicado para los diferentes agentes que componen el arco político de este país. Un nuevo escenario aparece ante nuestros ojos, un nuevo ciclo político ante el que la Izquierda Abertzale acaba de proponer un nuevo documento para el debate con el que se intenta conseguir la paz.
Es un documento que tiene como antecedentes una larguísima trayectoria de lucha y sacrificios por parte del sector más combativo de este Pueblo. A dia de hoy, con la represión cebandose especialmente en nuestras filas, centenares de presos permanecen en prisión. Por este motivo, la responsabilidad nos impone ser total y absolutamente claros con nuestros objetivos y los medios para conseguirlos.
Hay quien piensa en el seno de la Izquierda Abertzale que la independencia es un totem. Que cualquier medio es valido para conseguirla. En el propio documento a debate se relativiza este concepto al señalar que “no es objetivo del presente trabajo juzgar lo ocurrido en Kosovo, pues los métodos que se utilizaron –en virtud de los intereses de las potencias- crean serias dudas)”. Sin embargo, otras personas opinamos que la independencia es tan solo un medio revolucionario, nunca un fin en si mismo. El objetivo a cumplir es la transformación social, que solo podrá darse por via de la independencia, pero en ningún caso el transformarse en una colonia de una superpotencia, lo que nos va a convertir en aun mas dependientes, no en independientes. Y esto no crea serias dudas. Es radicalmente cierto. Tampoco una Euskal Herria en el seno de Europa, como les hemos oido decir a algunos dirigentes de la Izquierda Abertzale es una alternativa viable. Pasariamos a ser parte
de una potencia emergente y dependeríamos de los intereses del imperialismo. La liberación de Euskal Herria solo puede ser una Revolución Socialista. Ese es nuestro objetivo.
El objetivo de este documento es abrir una nueva fase en el proceso de liberación nacional. Toda una fase que será la de la negociación, que se ha de convertir en un fin en si misma. Mezcla conceptos conocidos en la izquierda abertzale los últimos cincuenta años, haciendo una síntesis de nuestra trayectoria. Pero, ¿Cómo se pueden sintetizar conceptos contradictorios entre sí?. El objetivo declarado del documento es abrir un escenario político nuevo para la “ciudadanía”, metiendo en el mismo saco a trabajadores y empresarios. Clases cuyos modelos sociales son antagónicos. Se habla de un pacto entre “independentistas” sin definir cual es nuestro modelo de independencia, dejándonos así en manos de quienes si tienen claro cual es su modelo. Para tener claro cual es nuestro modelo hay que dar pasos para su realización. No se puede hablar del Estado Socialista Vasco sin hechos que lo avalen.
Y, por otra parte, se trata de que la Izquierda Abertzale sea el motor. Me pregunto como se puede ser el motor cuando lo que se pretende es acumular fuerzas tan heterogéneas que entran en conflicto con los intereses de la Revolución Socialista. Eso no es liderar un proceso. Eso es pactar dejando de lado ciertos principios que forman parte de nuestra identidad.
Nuestro objetivo es el Socialismo. El Estado Socialista Vasco. Mi impresión es que esto no está suficientemente claro en la dirección de la Izquierda Abertzale, porque, a pesar de mencionarlo en el documento, todos los pasos que se quieren dar van en un sentido radicalmente opuesto. Nuestra propia práctica política deja claro este aspecto. La implicación en el Movimiento Obrero es muy deficiente. Y lo digo como militante de LAB. Y es que llueve sobre mojado. Este es el último paso de la desideologización del Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Poco a poco hemos sido testigos de cómo hemos ido dejando por el camino todo aquello que nos hizo ser grandes. Ahora queremos un gran pacto entre independentistas para liderar un proceso “democrático”. Los derechos democráticos que le corresponden a Euskal Herria como Pueblo son otra cosa. La democracia de la que habla el documento es la democracia de los partidos que han negado nuestra existencia como nación, la del parlamento burgués español y su filial vasco, la de los especuladores que usan a su antojo leyes e instituciones. Precisamente lo que nosotros hemos de destruir. La clase obrera de este país es la que tiene que liderar la lucha por su liberación. Para eso lo correcto es organizarse en ese sentido. No para una negociación en la que se van a mercadear aspectos nacionales de la lucha que hemos llevado todos estos años. Por mucho que se resalte la necesidad de consultar al Pueblo, si las preguntas vienen ya marcadas, estamos entrando en un juego que solo beneficia a los de siempre. Y, además, pretendemos liderar un proceso ahora que estamos más débiles que nunca. Asombroso.
El origen de este documento está, como hemos dicho más arriba, en la deriva ideológica de estos últimos años. En el documento se afirma que su referente ideológico es un Socialismo de cuño vasco, con influencias del Socialismo del Siglo XXI. Dice que “la referencia son las estrategias basadas en la acumulación de fuerzas heterogéneas entre clases y la construcción de amplias mayorías sociales. En el mismo sentido, el llamado Socialismo del siglo XXI, no se basa en la erradicación de clases mediante decreto, si no en la elaboración y diseño de un proceso que una vez alcanzado el poder político, irá alcanzando dicho objetivo progresivamente llevando a cabo un cambio estructural del sistema.”
A esto se le puede llamar de muchas maneras, pero Socialismo, desde luego, no. El Socialismo se conquista mediante la lucha, organizando al Pueblo para la revolución. Prácticas como la que plantea este documento es parlamentarismo encubierto. Ese Socialismo del Siglo XXI, viejo conocido de la revolución, es una nueva teorización de viejas ideas antimarxistas, y que más bien parece del S XIX, premarxista y preleninista, reeditando viejas tesis del socialismo utópico, un cascarón vacío de contenido, como así reconocen sus propios teóricos, que afirman que el cuerpo doctrinal aún está por escribir. Y es a esta línea a la que se ha recurrido para sustentar ideológicamente al sector más combativo de nuestro Pueblo. Sinceramente, esto se parece más a un pacto electoral que a una estrategia revolucionaria. Esto queda claro en el documento. No se busca otro tipo de referente internacional, dado que “la izquierda clásica sigue sin tener capacidad de ofrecer una verdadera alternativa de poder”, por mucho que ciertas citas electorales dejen “un lugar para la esperanza”. No somos más, por tanto, izquierda clásica. Somos esa nueva izquierda que triunfa en Venezuela y Ecuador. Esa izquierda progresista y antiimperialista que ha abandonado el camino revolucionario en pro de tomar el poder mediante las elecciones y trata de cambiar la sociedad desde dentro, a base de reformas y leyes. Algunos pensamos que esa es una vía de conciliación de las contradicciones entre las clases, una nueva forma de socialdemocracia. A fin de cuentas, reformismo. Euskal Herria no se merece esto. Ni los centenares de prisioneros políticos se lo merecen. Nuestra lucha se merece otro final.
Si no tenemos claro quienes son nuestros amigos es normal que el resultado sea este. Miramos con cariño organizaciones como el Sinn Féin, que en estos momentos está haciendo llamamientos públicos a su militancia a colaborar con la policia contra los disidentes.
La clase obrera se merece tener una estructura propia, no convivir en “fuerzas heterogéneas entre clases” al estilo de Izquierda Unida. Pero ya sabemos que en la izquierda abertzale no sabemos diferenciar correctamente entre frentes de masas y vanguardias revolucionarias, que si bien han de coexistir, nunca hemos de olvidar quien dirige la lucha. También conocemos a quienes han tratado de definirse de comunistas mientras que en la realidad se han plegado totalmente a este discurso. La dejación de nuestra labor nos hace defender ahora la necesidad de “Articular un proceso democrático, que culminaría con la aplicación de un marco democrático en el que podrían llevarse a cabo todos los proyectos políticos”. Ahora los enemigos de nuestro Pueblo, los que crearon el GAL y las leyes de excepción tienen los mismos derechos que los demás. Ya no hay que luchar más. La solución es poder aplicar todos los proyectos políticos. Claro. Entonces, ¿Alguien nos puede explicar para que hemos entregado lo mejor de nuestro Pueblo estos últimos 50 años? Escuchar esto causa estupor. Todos esos proyectos convivirán en un “sistema político (que) se basará en las elecciones y en base al apoyo logrado en dichas elecciones podrán gestionar los partidos políticos las instituciones." Con esta afirmación nos acabamos de cargar toda intención de crear un poder popular. Estamos sentando las bases para transitar por el mismo camino que en su día hizo Aralar. Proyectos, partidos, parlamentarismo...Un sistema democratico socialista debe sustentarse sobre los trabajadores y deben ser ellos los que ostenten el poder.
Algo positivo podría ser que este documento diese paso a un profundo debate estratégico en base al cual poder delimitar cuales son los marcos ideológicos de la lucha por la liberación nacional de Euskal Herria y de esta manera aclarar los objetivos de nuestra lucha que en este momento no están claros. Así por lo menos evitaríamos dejar este proceso en manos de quienes tienen un modelo independentista dentro del Capitalismo. Si para la Izquierda Abertzale la independencia y el socialismo son dos conceptos indisolubles, hemos de ser capaces de plantear una alternativa que sirva para conseguir ese objetivo. Supeditar el uno al otro es un planteamiento reformista. Tristemente, esto es no algo nuevo. Una vez más, llueve sobre mojado. No buscamos aliados en referentes internacionales revolucionarios. No creamos una alternativa revolucionaria. Buscamos un pacto con fuerzas nacionalistas. Nuestro horizonte se ha convertido en el progresismo y en el nacionalismo radical. El mismo que hemos criticado en innumerables ocasiones. Este documento, el que prepara nuestra vuelta a las instituciones, fomenta otro tótem. El del independentismo acrítico. Refrenda nuestras carencias. Esas que hemos visto reflejadas en nuestra actividad los últimos años. ¿O acaso la actividad en los municipios gobernados por la Izquierda Abertzale no lo refleja claramente?. En Marinaleda se puede comprar un piso por 20 euros al mes (20 euros, si, has leído bien). Hemos convertido la independencia en un tótem. Y cuando se cambia el análisis científico por las creencias se entra en un terreno peligroso que indefectiblemente acaba en el reformismo.
Gorka Saenz de Kimetz Kolektiboa.