Abro este hilo para hacer una crítica a la visión sobre la cuestión nacional manifestada por el MAI y el blog Revolución o Barbarie, afín al MAI, si no orgánicamente, sí al menos ideológicamente. Si centro la crítica en ellos es por su interés, al menos de palabra, en el análisis de la línea ideológica y de los hechos históricos, y en la autocrítica entre comunistas, comenzando por uno mismo, posturas que comparto. Y también, porque considero que representan una posición teórica avanzada en el Estado español, con voluntad, al menos también de palabra, de despojar de tics y lastres al movimiento comunista y de (re)armarlo ideológicamente. Porque esta crítica podría dirigirse a, prácticamente, todos los colectivos comunistas a nivel estatal, excepto a algunos implantados a nivel de sus respectivos países, como Galicia o País Vasco, que todo y eso creo que se les podría hacer también alguna crítica al respecto aunque de forma diferente. Me ha quedado un texto algo extenso y con una redacción un poco pésima, pero lo que me interesaba era aportar mis ideas al respecto e intentar hacerlas llegar a quien van dirigidas.
Éstos serían unos textos sobre los que apoyo la crítica. Del MAI, en su carta a Kimetz y al resto de la vanguardia del Estado español
y de Revolución o Barbarie, en una crítica al PCPE
Primero, querría hacer notar en el texto del MAI algunos tics lastrados de todo el período soviético, que incluso el imperialismo ha utilizado y asimilado para instaurar sus regímenes, como vemos en la constitución española actual. Utilizan el término nacionalidades para referirse a lo que deberíamos llamar naciones, pero por influencia del lenguaje revolucionario soviético, se ha adquirido ese término sin tener en cuenta la diferencia de circunstancias y, sobretodo, la diferencia de conceptos a los que se dirigen. La nacionalidad hace referencia a la condición nacional de una persona o colectivo, a la identidad, mientras que la nación se refiere a la entidad geográfica, económica, lingüística y sociocultural. En el Imperio ruso, así como en el imperio austro-húngaro, entidades coetáneas de los revolucionarios soviéticos, la principal cuestión a tratar era la nacionalidad, ya que la mezcolanza de pueblos a nivel territorial era enorme, no existía una concepción de estabilidad territorial como la que tenemos actualmente en Europa occidental y en el estado español, y además que el principal problema en esa cuestión era el agrario, al menos en el imperio ruso, como señalaba Stalin. Por lo tanto, denominar con el lenguaje de entonces y de allá a un asunto de ahora y de aquí, empleando el término nacionalidades en lugar del que se tendría que corresponder, naciones, lo veo como un mimetismo de épocas pasadas metidas con calzador para encarar un tema actual y local. O sea, que Galicia, País Vasco y Cataluña (más correctamente los Países Catalanes) no son nacionalidades, sino naciones. Por otro lado, no veo correcto nombrar estas naciones en su idioma cuando se emplea otro, en este caso el castellano, ya que no he visto nunca que se hable de Scotland (o Alba) o de Deutschland, a no ser que sea un tipo de "concesión" para familiarizar a todo el ámbito estatal los nombres propios de estas naciones, como si hubiese que ofrecer una contraprestación al hecho de que se inserten en ese ámbito superior, o tal vez, y más preocupante, como una manera de visión indigenista de esas realidades nacionales, de pueblos que no adaptan su nombre a otras lenguas. Aunque, bueno, tampoco creo que sea un asunto de gran importancia, ni que el motivo sea consciente, sino más bien por costumbre adquirida, pero me parecía pertinente la observación.
El MAI critica la restricción al ámbito nacional de organizaciones como Kimetz, cuando lo que está haciendo con esa crítica es restringir el concepto de internacionalismo. El internacionalismo no es una idea y una práctica que se reduce a las relaciones entre obreros y movimientos revolucionarios de diferentes países, sino que se circunscribe también (y sobretodo hay que tenerlo en cuenta en nuestro ámbito y en la época en la que estamos) a la actividad dentro de un mismo país, e incluso diría que de forma prioritaria, dada la inexistencia de Partido. Si no se comprende que el internacionalismo obrero comienza dentro del propio país es que no se ha entendido bien el concepto de internacionalismo. Si no se practica el internacionalismo a nivel nacional, entonces el internacionalismo que se practique hacia el exterior será mucho más limitado y cojo de raíz. El internacionalismo que ha practicar el Proletariado más consciente dentro de su propio país, lo que podríamos llamar nacionalismo proletario (término que escandaliza el puritanismo conceptual de los testigos de Jehová sino-sovietistas), es el que intenta en un primer término acabar con las diferencias nacionales (lingüísticas, étnicas, culturales,...) de las diversas nacionalidades que pueblan un país o una nación. Kimetz, o cualquier organización, si luchan por homogeneizar al Proletariado vasco o del país correspondiente, saltando por encima de sus diferencias de origen, de lengua, de credo o de adscripción sentimental o familiar, estan practicando una efectiva y necesaria lucha internacionalista en su propio país. Para poder practicar el internacionalismo entre el Proletariado vasco y el Proletariado andaluz, los cuales no disponen de Partido, ni en sus respectivos países ni a nivel estatal, se ha de comenzar por practicar el internacionalismo en el propio País Vasco; o sea, que si se quiere recibir el apoyo internacionalista del "Proletariado vasco organizado de forma revolucionaria" desde Jaén o Córdoba, primero tendrá que haber una lucha internacionalista específica que una al obrero López de la margen izquierda bilbaína con el obrero Urruticoetxea del Goierri guipuzcoano.
Dice el MAI que estas organizaciones nacionales se "encierran" en "las fronteras territoriales y culturales que el capital impone al proletariado". Yo sí que me quedo perplejo, como ellos dicen, ante tal afirmación. Decir que una organización revolucionaria que actúa a nivel de su país o de su nación se "encierra" es no entender bien en ese aspecto lo que ha de ser una práctica revolucionaria. Quién denuncia el culto al movimiento por el movimiento y a los que estigmatizan el trabajo teórico, acaban estigmatizando a quien prioriza una lucha a nivel nacional para poder elevar el movimiento revolucionario a instancias mayores sin carencias ideológicas ni organizativas, proponiendo que se lancen a la arena estatal porqué sí, sin ver la necesidad de trabajos previos a niveles menores. Y eso no quiere decir la negación de Partido a nivel estatal, ya que la burguesía actúa mediante ese instrumento suyo. Pero dadas las insuficiencias de todo tipo que siempre han arrastrado las organizaciones cuyo ámbito de actuación (teórica y práctica) era estatal, queda claro que el problema es de raíz, y para solucionarlo se ha de ir a ésta, es decir, a la teoría y, claro está, a la nación. Porque la cuestión nacional y la insuficiencia de su análisis demuestra que no es un problema solamente organizativo o político, sino que es más profundo, es una cuestión IDEOLÓGICA.
Decir que el capital IMPONE estas fronteras territoriales y culturales es surrealista, cuando el capital lo que busca, y así lo demuestran los regímenes con los que se ha dotado en el Estado español, es acabar con esas fronteras y esas culturas que organizaciones como Kimetz toman como propias de su línea teórica y de actuación. La burguesía monopolista ha luchado contra cualquier singularidad vasca y contra cualquier unión y convergencia entre la CAV y Navarra; ha luchado contra la lengua gallega, astur-leonesa, aragonesa o catalana; ha luchado contra la articulación territorial, política o cultural de los Países Catalanes, llegando incluso a incluir un artículo en su constitución borbónica contra tal efecto. Así pués, decir que el capital impone eso, cuando lo que se demuestra es que quiere destruir eso, no tiene ningún sentido. Es verdad que existen las burguesías nacionales en las 3 regiones de la CAV y en Cataluña, con un programa limitado tanto en lo territorial, como salta a la vista, como en lo político, reclamando un mayor trozo de pastel pero sin cargarse la cocina que comparte con el resto de burguesía estatal. Y cualquier reivindicación que haya hecho esta burguesía nacional ha sido únicamente para potenciar sus intereses de clase, sobretodo en disputa con la burguesía estatal financiera. Pero la primera que limita las características nacionales en su propio territorio es esta burguesía catalana y vasca. Así pues, implantarse en estos ámbitos por parte de una organización comunista es ya de por sí plantar cara al capital a todos los niveles de forma efectiva y radical, y no como dice el MAI, adaptarse a las fronteras que impone. Otra cosa diferente sería caer en un nacionalismo pequeño-burgués y en su típico independentismo elitista, y que encima siempre es falso. Pero ésto no es consecuencia de adoptar un ámbito vasco o catalán, ya que ejemplos así tenemos suficientes de organizaciones a nivel estatal respecto a la República. Por lo tanto, se demuestra que el reformismo o revisionismo en el que se pueda caer no es causado por la nacionalidad o el ámbito territorial, sino que es un problema ideológico.
Respecto al escrito de Revolución o barbarie, critican el federalismo, tal y como hacía Lenin, y es de agradecer que expliquen el contexto en el cual lo hizo, y la razón por la que la URSS después se formó como una entidad federal, contextualizaciones que no acostumbran a hacer las organizaciones comunistas y que toman la palabra de Lenin como un testigo de Jehova la toma de la Biblia. El problema es que parece que hagan descansar la conciencia de clase y de unidad obrera en la forma política y jurídica que tome el Estado socialista, y no en el Partido y en la línea ideológica y política que éste marque, como si hubiese una desconfianza estructural en el Proletariado revolucionario y se considere cualquier manifestación organizativa territorial como una consecuencia y una causa al mismo tiempo de concepciones disgregadoras de la unidad de clase. Es una desconfianza estructural comparable a la que tiene el nacionalismo e independentismo pequeño-burgués respecto a los pueblos: ellos no conciben que dos o más naciones puedan convivir en armonía y potenciarse mutuamente compartiendo un mismo Estado, ya que consideran que la represión nacional es intrínseca a las naciones ajenas y al ser humano, y que la culpa de la represión nacional hacía naciones como el País Vasco o los Países Catalanes son a causa de los mismos genes de "España" o del pueblo español, o castellano, y no por culpa del imperialismo, español en este caso, y apuntalado además por las burguesías catalana y vasca. El caso de la visión que ofrece RoB es parecido, pero a la inversa, en lugar de fobia a la convergencia formal fobia a la divergencia formal, y trasladada a la ideología comunista: si no hay unidad política-territorial en el Socialismo, o mejor dicho, una unidad político-territorial determinada, parece que no pueda haber unidad proletaria. ¿Acaso una España socialista y una Grecia socialista dejarían de colaborar, dinamitarían la unidad obrera entre ellas, se ignorarían o se atacarían por el hecho de no tener unidad política? ¿Sus Partidos no tendrían en sus raíces ideológicas la unidad obrera internacionalista e internacional, y no estarían unidos por la misma organización, la Internacional Comunista? Entonces, ¿por el hecho de tener en el Estado español una organización formal no unitaria, tendría que llevar a los obreros a pelearse entre ellos o a funcionar peor? ¿La creación del PSUC en su momento dividió al Proletariado del Estado español? ¿o más bien, unió al Proletariado de Cataluña?
En el texto hablan de naciones oprimidas, y éste es un término erróneo. En un Estado imperialista, como es España, no hay naciones oprimidas. Las naciones oprimidas son las coloniales o semi-coloniales. En el Estado español lo que hay son características nacionales oprimidas, las cuales el imperialismo ataca, reprime e intenta hacer desaparecer, características que entrebancan su unidad de mercado. Y esta opresión a las características nacionales se refleja en una opresión lingüística, cultural o incluso territorial. El hecho que el imperialismo despoje a Madrid de su condición de ciudad y capital castellana sería un reflejo de la orpesión imperialista a las características nacionales a este pueblo, pero no por ello tendríamos que afirmar que Castilla es una nación oprimida; ni Castilla, ni el País Vasco, ni Cataluña, ni Galicia. De lo contrario, estaríamos confundiendo colonialismo con imperialismo. Y esto es un hecho que deja claro que esa opresión nacional es en realidad una opresión de clase; nacional de forma, clasista de fondo. Por lo tanto, vemos que el tema nacional es un tema ideológico, y como tal lo han de tratar los marxistas, a priori de la creación del Partido, y no como se insinúa, a posteriori de la victoria y la creación del Estado socialista.
Otro término empleado que considero erróneo es el de derecho de autodeterminación de las naciones. El derecho de autodeterminación no es un derecho de las naciones, sino de los pueblos, y ésta es una diferencia substancial. Un pueblo es una comunidad humana básica formada a lo largo de la Historia y que se reconoce a sí misma, que puede compartir características nacionales con otros pueblos vecinos, el conjunto de los cuales puede ser considerado una nación, y cada uno de esos pueblos tendrá el derecho de decidir el grado de implicación política con los otros pueblos en la construcción política de esa nación. Pero no es el conjunto de la nación quien ha de decidirlo. Por ejemplo: el País Valenciano, las islas Baleares (o cada una de sus islas) y Cataluña son pueblos que en conjunto forman la nación catalana, llamados popularmente Países Catalanes. El derecho de autodeterminación, pero, no lo ha de ejercer el conjunto de la nación catalana, sino cada uno de sus pueblos. El pueblo valenciano, por ejemplo, será quien decida su futuro, como pueblo que es, y decidirá el grado de implicación en la articulación política de esa nación. O también, será el pueblo andaluz, o el pueblo castellano, o el pueblo murciano, los que decidan su futuro, y no el conjunto nacional que forman entre ellos, español si lo quieren llamar así. Y esta insuficiencia en la comprensión del derecho de autodeterminación deriva en una insuficiencia en la aplicación efectiva y real de este derecho. El derecho de autodeterminación ha de traducirse en una realidad política concreta y material, en una entidad, y en el estado español, por nuestra realidad territorial y nacional, asimiladas las experiencias socialistas internacionales y en vistas a una articualción del Proletariado para la consecución de la victoria, esta realidad concreta ha de ser la República en los países o naciones que forman parte, articulándose y fusionándose entre ellas en una Unión de Repúblicas, como lo era la URSS y otros Estados socialistas europeos plurinacionales, sin olvidar la posibilidad de independencia si eso favorece la implantación del Socialismo en un país determinado del Estado español, debido a una lucha más avanzada en ese determinado territorio.
Los compañeros del MAI, y no se si de RoB también, consideran China como la experiencia revolucionaria cualitativamente superior, por encima de la URSS. No se si debido a ésto, es por lo cual en el escrito de RyB abogan por una República unitaria en el Estado español como entidad política que resulte de la Revolución. Pero China tenía una realidad histórica, social y nacional diferente a la URSS. China venía de un pasado feudal y colonial, y allí no primaban las nacionalidades, como en el imperio ruso, sino las etnias, y continúan primando. Las etnias no tienen un soporte territorial o lingüístico como el que tienen las nacionalidades o las naciones, fijadas por el territorio y la lengua, sino que es una ligazón diferente, más primitiva y menos desarrollada. Por lo tanto, la traducción política de la entidad que dé soporte a la Revolución socialista en un país como China no puede tomarse como ejemplo para esa entidad de la Revolución en el Estado español. Aquí la sociedad no está articulada por etnias, ni tan sólo por nacionalidades, sino por naciones, y más concretamente, por pueblos, que territorialmente forman países, a los cuales hay que dotar de una entidad política en el ejercicio de su derecho de autodeterminación. Pero reivindicar una fórmula como la República unitaria, por una posible influencia de China, de forma mimética y metida con calzador, no tiene ningun sentido.
Este reconocimiento a los pueblos y a las naciones, esta necesidad de hacer descender el tema a un nivel de discusión ideológica, no es por capricho ni por deseo de concesiones del comunismo a una visión romántica de las naciones, sino como adaptación y potenciación del Proletariado y su lucha revolucionaria dadas las circunstancias actuales para poder constituir y construir (yo diría crear, pero ese ya es otro tema) el Partido como herramienta útil y capaz de conseguir la victoria en el Estado español e implantar el Socialismo mediante la Dictadura del Proletariado.
Éstos serían unos textos sobre los que apoyo la crítica. Del MAI, en su carta a Kimetz y al resto de la vanguardia del Estado español
3. Apertura de un debate, en estrecha conexión con el Balance histórico, sobre la Línea General de la Revolución Proletaria en lo tocante, particularmente, a problemas candentes relacionados con la naturaleza del partido de nuevo tipo proletario y la cuestión nacional. El MAI está seriamente preocupado –por no decir perplejo– porque muchas organizaciones revolucionarias internacionalistas en el Estado español, casualmente casi todas ellas maoístas, como Kimetz, La Rebelión Se Justifica y otras, tienden a circunscribir –y a justificar teóricamente esta restricción– su actividad al ámbito de las
nacionalidades en que se ubican –principalmente, Euskal Herria, Catalunya y Galiza–, encerrándose en las fronteras territoriales y culturales que el capital impone al proletariado. Es preciso clarificar este tipo de cuestiones, relacionadas con la Línea General, en función de la Reconstitución de un Partido Comunista en el Estado español.
y de Revolución o Barbarie, en una crítica al PCPE
La propuesta confederal
Por último, el PCPE propone la organización del Estado socialista en base a un modelo confederal: “el PCPE defiende y propugna en todo el país la unión libre y voluntaria en el marco de una república socialista de carácter confederal”. 18
Esta posición diverge de la posición marxista-leninista respecto de la organización del Estado de dictadura del proletariado. El socialismo científico defiende la organización territorial del aparato estatal de la clase obrera en una República unitaria que funcione en base al centralismo democrático. La razón de esto es que es esencial la unidad a nivel político del proletariado para la construcción del socialismo y a nivel económico es necesaria la unidad para organizar la planificación del proceso de producción y de distribución. El socialismo busca la unión de todo el proletariado a nivel mundial y en este proceso, la federación, en principio, supone un paso atrás en dicho objetivo.
La federación como organización territorial del Estado socialista puede ser admitida cuando esta suponga un paso adelante hacia la unidad completa, por ejemplo, como en el caso de Rusia tras la Revolución de Octubre cuando muchas de las nacionalidades que componían el Estado ruso zarista declararon su independencia. Los bolcheviques solo admitieron el federalismo después de la Revolución por este motivo. El PCR (b), en el programa adoptado en su VIII Congreso de 1919, establecía que “Como una de las formas transitorias hacia la unidad completa, el Partido proclama la unión federal de los Estados organizados según el tipo soviético.”
En el Estado español la cuestión nacional aún está pendiente de resolver. En este sentido los comunistas debemos defender el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas que componen el Estado, lo cual implica el derecho de separación de estas naciones y la constitución de sus estados propios. Sin embargo, esto no conlleva la defensa de la separación ni de la (con)federación entre naciones, ya que el objetivo del movimiento comunista difiere de esto, pues es la unión de todo el proletariado y no la división del mismo por sus diferencias nacionales. La forma de organización del Estado proletario no se puede anticipar, ya que ello dependerá de ciertas circunstancias futuras que en la actualidad no se pueden prever. Esto es muy distinto a defender modelos de organización que suponen un paso atrás, como es el confederalismo.
La propuesta de los comunistas en el Estado español debe centrarse en la defensa del derecho de autodeterminación, a la vez que se defiende y se hace propaganda a favor de la unidad de todas las naciones que componen el Estado español en una República unitaria organizada de acuerdo con el centralismo democrático, el cual no es incompatible con la autonomía de los diferentes organismos territoriales que compongan dicha República socialista.
Primero, querría hacer notar en el texto del MAI algunos tics lastrados de todo el período soviético, que incluso el imperialismo ha utilizado y asimilado para instaurar sus regímenes, como vemos en la constitución española actual. Utilizan el término nacionalidades para referirse a lo que deberíamos llamar naciones, pero por influencia del lenguaje revolucionario soviético, se ha adquirido ese término sin tener en cuenta la diferencia de circunstancias y, sobretodo, la diferencia de conceptos a los que se dirigen. La nacionalidad hace referencia a la condición nacional de una persona o colectivo, a la identidad, mientras que la nación se refiere a la entidad geográfica, económica, lingüística y sociocultural. En el Imperio ruso, así como en el imperio austro-húngaro, entidades coetáneas de los revolucionarios soviéticos, la principal cuestión a tratar era la nacionalidad, ya que la mezcolanza de pueblos a nivel territorial era enorme, no existía una concepción de estabilidad territorial como la que tenemos actualmente en Europa occidental y en el estado español, y además que el principal problema en esa cuestión era el agrario, al menos en el imperio ruso, como señalaba Stalin. Por lo tanto, denominar con el lenguaje de entonces y de allá a un asunto de ahora y de aquí, empleando el término nacionalidades en lugar del que se tendría que corresponder, naciones, lo veo como un mimetismo de épocas pasadas metidas con calzador para encarar un tema actual y local. O sea, que Galicia, País Vasco y Cataluña (más correctamente los Países Catalanes) no son nacionalidades, sino naciones. Por otro lado, no veo correcto nombrar estas naciones en su idioma cuando se emplea otro, en este caso el castellano, ya que no he visto nunca que se hable de Scotland (o Alba) o de Deutschland, a no ser que sea un tipo de "concesión" para familiarizar a todo el ámbito estatal los nombres propios de estas naciones, como si hubiese que ofrecer una contraprestación al hecho de que se inserten en ese ámbito superior, o tal vez, y más preocupante, como una manera de visión indigenista de esas realidades nacionales, de pueblos que no adaptan su nombre a otras lenguas. Aunque, bueno, tampoco creo que sea un asunto de gran importancia, ni que el motivo sea consciente, sino más bien por costumbre adquirida, pero me parecía pertinente la observación.
El MAI critica la restricción al ámbito nacional de organizaciones como Kimetz, cuando lo que está haciendo con esa crítica es restringir el concepto de internacionalismo. El internacionalismo no es una idea y una práctica que se reduce a las relaciones entre obreros y movimientos revolucionarios de diferentes países, sino que se circunscribe también (y sobretodo hay que tenerlo en cuenta en nuestro ámbito y en la época en la que estamos) a la actividad dentro de un mismo país, e incluso diría que de forma prioritaria, dada la inexistencia de Partido. Si no se comprende que el internacionalismo obrero comienza dentro del propio país es que no se ha entendido bien el concepto de internacionalismo. Si no se practica el internacionalismo a nivel nacional, entonces el internacionalismo que se practique hacia el exterior será mucho más limitado y cojo de raíz. El internacionalismo que ha practicar el Proletariado más consciente dentro de su propio país, lo que podríamos llamar nacionalismo proletario (término que escandaliza el puritanismo conceptual de los testigos de Jehová sino-sovietistas), es el que intenta en un primer término acabar con las diferencias nacionales (lingüísticas, étnicas, culturales,...) de las diversas nacionalidades que pueblan un país o una nación. Kimetz, o cualquier organización, si luchan por homogeneizar al Proletariado vasco o del país correspondiente, saltando por encima de sus diferencias de origen, de lengua, de credo o de adscripción sentimental o familiar, estan practicando una efectiva y necesaria lucha internacionalista en su propio país. Para poder practicar el internacionalismo entre el Proletariado vasco y el Proletariado andaluz, los cuales no disponen de Partido, ni en sus respectivos países ni a nivel estatal, se ha de comenzar por practicar el internacionalismo en el propio País Vasco; o sea, que si se quiere recibir el apoyo internacionalista del "Proletariado vasco organizado de forma revolucionaria" desde Jaén o Córdoba, primero tendrá que haber una lucha internacionalista específica que una al obrero López de la margen izquierda bilbaína con el obrero Urruticoetxea del Goierri guipuzcoano.
Dice el MAI que estas organizaciones nacionales se "encierran" en "las fronteras territoriales y culturales que el capital impone al proletariado". Yo sí que me quedo perplejo, como ellos dicen, ante tal afirmación. Decir que una organización revolucionaria que actúa a nivel de su país o de su nación se "encierra" es no entender bien en ese aspecto lo que ha de ser una práctica revolucionaria. Quién denuncia el culto al movimiento por el movimiento y a los que estigmatizan el trabajo teórico, acaban estigmatizando a quien prioriza una lucha a nivel nacional para poder elevar el movimiento revolucionario a instancias mayores sin carencias ideológicas ni organizativas, proponiendo que se lancen a la arena estatal porqué sí, sin ver la necesidad de trabajos previos a niveles menores. Y eso no quiere decir la negación de Partido a nivel estatal, ya que la burguesía actúa mediante ese instrumento suyo. Pero dadas las insuficiencias de todo tipo que siempre han arrastrado las organizaciones cuyo ámbito de actuación (teórica y práctica) era estatal, queda claro que el problema es de raíz, y para solucionarlo se ha de ir a ésta, es decir, a la teoría y, claro está, a la nación. Porque la cuestión nacional y la insuficiencia de su análisis demuestra que no es un problema solamente organizativo o político, sino que es más profundo, es una cuestión IDEOLÓGICA.
Decir que el capital IMPONE estas fronteras territoriales y culturales es surrealista, cuando el capital lo que busca, y así lo demuestran los regímenes con los que se ha dotado en el Estado español, es acabar con esas fronteras y esas culturas que organizaciones como Kimetz toman como propias de su línea teórica y de actuación. La burguesía monopolista ha luchado contra cualquier singularidad vasca y contra cualquier unión y convergencia entre la CAV y Navarra; ha luchado contra la lengua gallega, astur-leonesa, aragonesa o catalana; ha luchado contra la articulación territorial, política o cultural de los Países Catalanes, llegando incluso a incluir un artículo en su constitución borbónica contra tal efecto. Así pués, decir que el capital impone eso, cuando lo que se demuestra es que quiere destruir eso, no tiene ningún sentido. Es verdad que existen las burguesías nacionales en las 3 regiones de la CAV y en Cataluña, con un programa limitado tanto en lo territorial, como salta a la vista, como en lo político, reclamando un mayor trozo de pastel pero sin cargarse la cocina que comparte con el resto de burguesía estatal. Y cualquier reivindicación que haya hecho esta burguesía nacional ha sido únicamente para potenciar sus intereses de clase, sobretodo en disputa con la burguesía estatal financiera. Pero la primera que limita las características nacionales en su propio territorio es esta burguesía catalana y vasca. Así pues, implantarse en estos ámbitos por parte de una organización comunista es ya de por sí plantar cara al capital a todos los niveles de forma efectiva y radical, y no como dice el MAI, adaptarse a las fronteras que impone. Otra cosa diferente sería caer en un nacionalismo pequeño-burgués y en su típico independentismo elitista, y que encima siempre es falso. Pero ésto no es consecuencia de adoptar un ámbito vasco o catalán, ya que ejemplos así tenemos suficientes de organizaciones a nivel estatal respecto a la República. Por lo tanto, se demuestra que el reformismo o revisionismo en el que se pueda caer no es causado por la nacionalidad o el ámbito territorial, sino que es un problema ideológico.
Respecto al escrito de Revolución o barbarie, critican el federalismo, tal y como hacía Lenin, y es de agradecer que expliquen el contexto en el cual lo hizo, y la razón por la que la URSS después se formó como una entidad federal, contextualizaciones que no acostumbran a hacer las organizaciones comunistas y que toman la palabra de Lenin como un testigo de Jehova la toma de la Biblia. El problema es que parece que hagan descansar la conciencia de clase y de unidad obrera en la forma política y jurídica que tome el Estado socialista, y no en el Partido y en la línea ideológica y política que éste marque, como si hubiese una desconfianza estructural en el Proletariado revolucionario y se considere cualquier manifestación organizativa territorial como una consecuencia y una causa al mismo tiempo de concepciones disgregadoras de la unidad de clase. Es una desconfianza estructural comparable a la que tiene el nacionalismo e independentismo pequeño-burgués respecto a los pueblos: ellos no conciben que dos o más naciones puedan convivir en armonía y potenciarse mutuamente compartiendo un mismo Estado, ya que consideran que la represión nacional es intrínseca a las naciones ajenas y al ser humano, y que la culpa de la represión nacional hacía naciones como el País Vasco o los Países Catalanes son a causa de los mismos genes de "España" o del pueblo español, o castellano, y no por culpa del imperialismo, español en este caso, y apuntalado además por las burguesías catalana y vasca. El caso de la visión que ofrece RoB es parecido, pero a la inversa, en lugar de fobia a la convergencia formal fobia a la divergencia formal, y trasladada a la ideología comunista: si no hay unidad política-territorial en el Socialismo, o mejor dicho, una unidad político-territorial determinada, parece que no pueda haber unidad proletaria. ¿Acaso una España socialista y una Grecia socialista dejarían de colaborar, dinamitarían la unidad obrera entre ellas, se ignorarían o se atacarían por el hecho de no tener unidad política? ¿Sus Partidos no tendrían en sus raíces ideológicas la unidad obrera internacionalista e internacional, y no estarían unidos por la misma organización, la Internacional Comunista? Entonces, ¿por el hecho de tener en el Estado español una organización formal no unitaria, tendría que llevar a los obreros a pelearse entre ellos o a funcionar peor? ¿La creación del PSUC en su momento dividió al Proletariado del Estado español? ¿o más bien, unió al Proletariado de Cataluña?
En el texto hablan de naciones oprimidas, y éste es un término erróneo. En un Estado imperialista, como es España, no hay naciones oprimidas. Las naciones oprimidas son las coloniales o semi-coloniales. En el Estado español lo que hay son características nacionales oprimidas, las cuales el imperialismo ataca, reprime e intenta hacer desaparecer, características que entrebancan su unidad de mercado. Y esta opresión a las características nacionales se refleja en una opresión lingüística, cultural o incluso territorial. El hecho que el imperialismo despoje a Madrid de su condición de ciudad y capital castellana sería un reflejo de la orpesión imperialista a las características nacionales a este pueblo, pero no por ello tendríamos que afirmar que Castilla es una nación oprimida; ni Castilla, ni el País Vasco, ni Cataluña, ni Galicia. De lo contrario, estaríamos confundiendo colonialismo con imperialismo. Y esto es un hecho que deja claro que esa opresión nacional es en realidad una opresión de clase; nacional de forma, clasista de fondo. Por lo tanto, vemos que el tema nacional es un tema ideológico, y como tal lo han de tratar los marxistas, a priori de la creación del Partido, y no como se insinúa, a posteriori de la victoria y la creación del Estado socialista.
Otro término empleado que considero erróneo es el de derecho de autodeterminación de las naciones. El derecho de autodeterminación no es un derecho de las naciones, sino de los pueblos, y ésta es una diferencia substancial. Un pueblo es una comunidad humana básica formada a lo largo de la Historia y que se reconoce a sí misma, que puede compartir características nacionales con otros pueblos vecinos, el conjunto de los cuales puede ser considerado una nación, y cada uno de esos pueblos tendrá el derecho de decidir el grado de implicación política con los otros pueblos en la construcción política de esa nación. Pero no es el conjunto de la nación quien ha de decidirlo. Por ejemplo: el País Valenciano, las islas Baleares (o cada una de sus islas) y Cataluña son pueblos que en conjunto forman la nación catalana, llamados popularmente Países Catalanes. El derecho de autodeterminación, pero, no lo ha de ejercer el conjunto de la nación catalana, sino cada uno de sus pueblos. El pueblo valenciano, por ejemplo, será quien decida su futuro, como pueblo que es, y decidirá el grado de implicación en la articulación política de esa nación. O también, será el pueblo andaluz, o el pueblo castellano, o el pueblo murciano, los que decidan su futuro, y no el conjunto nacional que forman entre ellos, español si lo quieren llamar así. Y esta insuficiencia en la comprensión del derecho de autodeterminación deriva en una insuficiencia en la aplicación efectiva y real de este derecho. El derecho de autodeterminación ha de traducirse en una realidad política concreta y material, en una entidad, y en el estado español, por nuestra realidad territorial y nacional, asimiladas las experiencias socialistas internacionales y en vistas a una articualción del Proletariado para la consecución de la victoria, esta realidad concreta ha de ser la República en los países o naciones que forman parte, articulándose y fusionándose entre ellas en una Unión de Repúblicas, como lo era la URSS y otros Estados socialistas europeos plurinacionales, sin olvidar la posibilidad de independencia si eso favorece la implantación del Socialismo en un país determinado del Estado español, debido a una lucha más avanzada en ese determinado territorio.
Los compañeros del MAI, y no se si de RoB también, consideran China como la experiencia revolucionaria cualitativamente superior, por encima de la URSS. No se si debido a ésto, es por lo cual en el escrito de RyB abogan por una República unitaria en el Estado español como entidad política que resulte de la Revolución. Pero China tenía una realidad histórica, social y nacional diferente a la URSS. China venía de un pasado feudal y colonial, y allí no primaban las nacionalidades, como en el imperio ruso, sino las etnias, y continúan primando. Las etnias no tienen un soporte territorial o lingüístico como el que tienen las nacionalidades o las naciones, fijadas por el territorio y la lengua, sino que es una ligazón diferente, más primitiva y menos desarrollada. Por lo tanto, la traducción política de la entidad que dé soporte a la Revolución socialista en un país como China no puede tomarse como ejemplo para esa entidad de la Revolución en el Estado español. Aquí la sociedad no está articulada por etnias, ni tan sólo por nacionalidades, sino por naciones, y más concretamente, por pueblos, que territorialmente forman países, a los cuales hay que dotar de una entidad política en el ejercicio de su derecho de autodeterminación. Pero reivindicar una fórmula como la República unitaria, por una posible influencia de China, de forma mimética y metida con calzador, no tiene ningun sentido.
Este reconocimiento a los pueblos y a las naciones, esta necesidad de hacer descender el tema a un nivel de discusión ideológica, no es por capricho ni por deseo de concesiones del comunismo a una visión romántica de las naciones, sino como adaptación y potenciación del Proletariado y su lucha revolucionaria dadas las circunstancias actuales para poder constituir y construir (yo diría crear, pero ese ya es otro tema) el Partido como herramienta útil y capaz de conseguir la victoria en el Estado español e implantar el Socialismo mediante la Dictadura del Proletariado.