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    Materialismo histórico (incluye ejemplos)

    detruncas
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    Mensaje por detruncas Vie Nov 08, 2013 8:02 am

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    ¿Cuál es el sentido de la Historia? ¿en función de qué progresan (o retroceden) las sociedades? ¿qué determina los cambios ideológicos, políticos, jurídicos...? Estas son preguntas que el ser humano lleva planteándose milenios. Y las respuestas han sido de lo más diversas. Unos decían que era Dios (o algún tipo de ser superpoderoso) el que regía nuestros destinos, el que determinaba hacia donde iban las sociedades. Otros, muy optimistas, creen que las personas avanzan continuamente hacia el progreso, que cada vez viviremos en sistemas más justos y democráticos. Tampoco faltan, y creo que esta es la posición mayoritaria, los que consideran que la Historia la hacen los grandes hombres: Napoleón, Hitler, Churchill, Julio Cesar, Simón Bolivar... Así nos lo enseñan en la escuela.

    Sin embargo a principios del siglo XIX nacía en el seno de una familia de clase media prusiana un tipo que no iba a estar de acuerdo con todas estas concepciones. Su afán por democratizarlo todo le llevó a querer democratizar también la Historia, explicando que no son los grandes militares o los héroes los que la dirigen, sino que son las personas corrientes las que en determinadas circunstancias dirigen los acontecimientos hacia tal o tal otro puerto. Este señor se llama Karl Marx y su teoría es el materialismo histórico, también conocido como "concepción materialista de la Historia".

    En los siguientes párrafos el lector encontrará una exposición sencilla y en la medida de lo posible breve de lo que es el materialismo histórico. También será necesario criticar y desmontar otras concepciones de la Historia. Por supuesto, no faltarán los ejemplos concretos: ¿qué explicación da el materialismo histórico del nazismo? ¿cómo explicamos los marxistas el hecho de que en la India las vacas sean sagradas?

    El materialismo
    El materialismo histórico es una concepción de la Historia (entre otras muchas) que pretende explicar los cambios sociales que ha conocido el ser humano desde su aparición. Hasta aquí todo bien. Pero, ¿qué es eso del materialismo? Normalmente se usa ese término para hablar de las personas que sólo piensan en los bienes materiales y que creen que estos le darán la felicidad. Le pediré al lector que olvide esa definición (al menos hasta que acabe de leer este texto).

    Cuando nosotros hablamos de materialismo nos referimos a una corriente filosófica. Es decir, a una forma de ver y explicar el mundo. ¿Y qué viene a decirnos esta concepción de la realidad? Pues básicamente que es la materia la que precede al pensamiento, y no al revés. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que son los objetos materiales los que se reflejan en nuestra mente y no al revés. Es decir, al ver una manzana me viene a la mente la idea de la manzana (y a lo mejor pienso en comer o en lo poco que me gusta la fruta). Pero no es nuestra idea de manzana lo que hace que de repente aparezca una manzana real y material. Lógico, ¿verdad? ¡Pues esto es lo que decimos los materialistas, así de fácil es la cosa!

    Vayamos un poco más allá. ¿Cómo se traduce esta concepción materialista en el estudio del pensamiento humano? Si es la realidad material (la manzana) la que produce un reflejo en nuestra mente (la idea de manzana y lo que esta conlleve), será también nuestra realidad material la que condicione nuestro pensamiento. Eso es lo que quiere decir Karl Marx cuando escribe que "no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino al contrario: es su ser social el que determina su conciencia". El "ser social" de las personas es su actividad práctica diaria, que está determinada principalmente por su situación socioeconómica.

    ¿Piensa igual un profesor de clase media que un obrero marroquí sobre-explotado? ¿tienen las mismas concepciones del mundo? Es evidente que no. El 15M es un caso ejemplar de movimiento de clase media: individualismo, proclamas que parecen sueños (igual que en mayo del 68), rechazo total a la violencia, recelo ante la disciplina y el liderazgo... ¿cree el lector que un movimiento obrero tendría características parecidas? Si es un poco avispado, sabrá que no es así. ¿Y cómo podemos explicar las diferencias entre un movimiento obrero y un movimiento de clase media? Por su práctica social. Los obreros, que tienen una vida más cruda y que a menudo ejecutan tareas físicas, no le harán tanto asco a la violencia y, acostumbrados a la disciplina que les imponen en el trabajo, serán más proclives a organizarse con líderes y cierto orden. La clase media, que a menudo ejecuta tareas intelectuales y no le tiene tanto asco al sistema en general, le dará mucha importancia a las libertades y probablemente se centre en la fracción del poder que más le molesta: los bancos. Esto último ya lo explica Marx en su obra La lucha de clases en Francia:
    la pequeña burguesía [clases medias] estaba moralmente indignada; la imaginación popular se sublevaba. París estaba inundado de libelos: "La dynastie Rothschild" [los Rotchild eran y son una importante dinastía de banqueros], "Les juifs rois de l'époque" [a menudo se ha asociado el capitalismo financiero a los judíos] , etc., en los que se denunciaba y anatemizaba, con más o menos ingenio, la dominación de la aristocracia financiera.
    ¿Qué busca explicarnos aquí el revolucionario prusiano? Básicamente que las clases medias, por su condición social y económica, no luchan contra el sistema en su totalidad sino sólo contra la "aristocracia financiera" (los banqueros). Es que son los bancos los que no le dan crédito al pequeñoburgués, los que le impiden "vivir por encima de sus posibilidades" y progresar. El mundo financiero a menudo es percibido por la clase media como una deformación del sistema, como la cara fea del capitalismo. Y si no que se lo pregunten a mi tía, ejemplo de persona de clase media que en ningún momento será anti-sistema pero que este verano dijo delante de toda la familia que "habría que poner una bomba en cada banco". Nos quedamos todos boquiabiertos porque es una persona que siempre ha votado al PP y que jamás imaginaríamos diciendo algo así. Pero claro, cuando la clase media se empobrece y ve que sus hijos no van a vivir mejor que ella... pasa lo que pasa.

    También Engels dedica algunas palabras a la relación entre clase media, clase obrera, impuestos y deuda:
    Si los demócratas [pequeñoburgueses] proponen impuestos proporcionales, los obreros deben exigir impuestos progresivos. Si los propios demócratas proponen impuestos progresivos moderados, los obreros deben insistir en un impuesto cuya tarifa crezca en tales proporciones que provoque la ruina del gran capital; si los demócratas piden la regularización de la deuda pública, los obreros deben exigir la bancarrota del Estado.
    Incluso aunque dos personas de entornos distintos participen de la misma ideología, es probable que sus actitudes sean distintas. Imaginemos por ejemplo a un comunista que viene de una familia liberal y de clase media y a otro que viene de un barrio bajo y no tiene estudios. Está claro que sus "comunismos" serán distintos. Quizás uno prefiera un comunismo más autoritario y el otro un comunismo más liberal y democrático, por ejemplo.

    Pero no es sólo la clase social lo que determina la conciencia. También influye, por ejemplo, el género. Una mujer que día a día, minuto a minuto, observa que se la trata como inferior asumirá ese rol y lo verá como natural. Otro ejemplo: una persona atractiva (de acuerdo a lo que se considere atractivo en la sociedad, claro) desarrollará probablemente una actitud egocéntrica y hasta arrogante. La etnia, la raza (siempre que vivamos en una sociedad racista), las costumbres... todo lo social influye (y mucho) en nuestro pensamiento.

    Hoy en día nadie duda de que es nuestra vida social la que condiciona en mayor medida nuestro pensamiento. Es algo aceptado por la sociología, pero también por el sentido común dominante. Si nuestras ideas no provienen de nuestro entorno social, ¿de dónde iban a provenir entonces? ¿acaso hay un Dios que las pone en nuestra mente? ¿qué otras explicaciones puede haber al respecto?

    Para concluir este apartado hay que hacer una aclaración. El marxismo no considera que esta relación entre el ser social y la conciencia sea mecánica. Una persona puede tener una conciencia, un pensamiento, distinto del de su realidad social. Vean sino a las feministas que se han educado en sociedades machistas o a las personas que pese a tener un nivel socioeconómico alto son comunistas. También es importante dejar claro que no sólo la práctica social condiciona el pensamiento, sino que, obviamente, el pensamiento también influye en la práctica. Para realizar una actividad antes hay que haber pensado en realizarla, hay que tenerla en la mente antes de ejecutarla. Se trata pues de una relación dialéctica: materia y pensamiento, o práctica social y conciencia, se influencian la una a la otra y se construyen entre ellas.

    Para aclararlo todo veamos el siguiente esquema:




    ¿Qué hemos dicho en este apartado?
    Es la materia la que precede al pensamiento, y no al revés. Por ejemplo, cuando veo (o muerdo, o toco) una manzana, me viene la idea de su sabor o de su imagen a la cabeza. En cambio al pensar en una manzana esta no aparece materialmente, en la realidad.
    Es la práctica social del individuo el que determina su pensamiento y su visión del mundo. Por ejemplo, no tiene las mismas ideas una persona de clase media que un obrero manual pobre, ni una persona atractiva que una persona fea. Su realidad social es distinta, y por lo tanto distinta será también su conciencia.
    Pero cuidado: la relación entre práctica social y pensamiento no es mecánica. Tal situación social no da automáticamente un pensamiento determinado. Además, el pensamiento también es determinante a la hora de transformar y actuar sobre la realidad.
    Estructura y superestructura
    Hasta aquí hemos explicado qué es el materialismo. Hemos hablado de cómo la materia condiciona el pensamiento y de cómo nuestra práctica social condiciona nuestras ideas y concepciones. Creo que he sido bastante claro y quiero pensar que cualquier lector de cierta edad puede comprender lo que ha leído hasta aquí con facilidad. Si no es tu caso, te recomiendo que vuelvas a leer detenidamente el anterior apartado.

    De momento se ha hablado de filosofía, y hemos dicho que somos materialistas (hasta que alguien nos muestre una concepción del mundo más lógica, claro). Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el tema a tratar? ¿no ibamos a hablar de la Historia? ¿qué tendrá que ver eso de que la materia precede al pensamiento con la llegada al poder de Hitler? Vayamos por partes.

    El materialismo histórico no es otra cosa que la aplicación del materialismo a las sociedades. En nuestra concepción materialista tenemos que la materia condiciona el pensamiento. ¿Cómo se traduce esto cuando estudiamos la Historia? Para resolver el problema habrá que buscar el equivalente social a la materia y al pensamiento. ¿Qué cosas pueden recordarnos a lo material en una sociedad? Evidentemente, lo económico. ¿Y qué será entonces lo que está condicionado por esta base económica? Pues varias cosas: las ideologías, el Estado, las leyes... Así, tenemos que la estructura económica es lo material y que la forma de organización del Estado, el derecho, los partidos políticos etc. son "lo espiritual".

    En su obra Anti-Dühring Engels, el famoso compañero de Marx dice:
    la estructura económica de la sociedad constituye en cada caso el fundamento real a partir del cual hay que explicar en última instancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas así como los tipos de representación religiosa, filosófica y de otra naturaleza, de cada período histórico.
    A la hora de determinar qué es exactamente la estructura económica es cuando nos hallamos en serios problemas. Ni Marx ni sus camaradas lo hicieron en su momento (aunque sí nos dejaron algunas palabras abstractas), pero sí podemos determinarlo por nosotros mismos. Al fin y al cabo, ¿qué sería del marxismo si no lo desarrollasemos, si lo dejasemos tal y como era hace un siglo?

    En mi opinión la estructura económica se fundamenta principalmente en la división del trabajo y las relaciones que esta engendra. A continuación desarrollo el tema.

    La primera y más importante de las divisiones que se dan en el mundo del trabajo es aquella que separa a los propietarios y a los desposeídos. Los propietarios poseen lo que conocemos como medios de producción. Los medios de producción son todo aquello que se necesita para producir: materia prima, herramientas, máquinas, oficinas, dinero, mano de obra.... Por su parte los desposeídos no poseen mas que su capacidad laboral para vivir. Si dejan de trabajar, sus ingresos caen en picado y acaban por morir de hambre.

    Esta división entre productores y propietarios (o, en el caso del sistema en el que vivimos, entre capitalistas y trabajadores) es fundamental a la hora de comprender el materialismo histórico. El hecho de que exista una fractura tan importante promueve evidentemente conflictos de intereses: el propietario quiere hacer beneficios a toda costa, mientras el trabajador busca aumentar su salario y vivir bien, el propietario quizás necesite expandir sus mercados con guerras, mientras que el trabajador quiere (obviamente) paz y tranquilidad, el banquero quiere sacar provecho de las hipotecas, mientras que el trabajador quiere simplemente una vivienda etc. Son muchas las contradicciones que existen entre la clase dominante (recordemos: la que posee medios de producción, como un gran empresario o un banquero) y la clase dominada (los trabajadores, que como veremos en seguida no son todos iguales).

    Esto va a determinar en gran parte el rol del Estado. ¿Por qué cuando hay huelgas la policía reprime los piquetes? ¿cómo reaccionaría un agente si le pedimos que reprima a un banquero que está desahuciando familias de sus viviendas? ¿a qué se debe que históricamente el ejército haya reprimido siempre las revueltas obreras? ¿cómo explicamos que el parlamento promulgue leyes favorables a los de arriba?

    La división entre clases, y su consiguiente conflicto de intereses, también puede verse en la ideología. Los medios de comunicación están financiados por magnates y banqueros que censuran las noticias que puedan hacernos cuestionarnos el sistema y que contratan a periodistas dóciles y que en ningún caso podrán elogiar medidas revolucionarias. Y no hablemos ya de la escuela, dónde prácticamente solo hay profesores que de un modo u otro son los más fieles al estado de cosas vigente.

    No es que la ideología que se promueve desde el Estado capitalista o desde los medios financiados por los ricos sea única y totalitaria, al revés, es muy plural. Pero esa pluralidad nunca se saldrá de los márgenes del sistema. Es decir: podemos ver debates muy variados y tensos, pero siempre en torno a temas que no lleguen a cuestionar la posición dominante de la clase de los propietarios. Esto es consecuencia de la estructura económica, que divide a la sociedad en clases con intereses opuestos.

    Para conseguir sus objetivos y para sobrevivir, la clase dominante deberá utilizar todos los aparatos ideológicos a su disposición. Así entendemos que la mayoría de los trabajadores no cuestione el capitalismo, cuando es un sistema que atenta continuamente contra sus intereses.

    Pero en mi opinión la estructura económica no termina aquí. En ella no sólo encontramos las relaciones entre propietarios y trabajadores (o entre siervos y señores feudales, o entre esclavistas y esclavos...), sino también otras cosas que se derivan de la división del trabajo: el nivel de renta, la división intelectual del trabajo, el paro, la combatividad de los oprimidos... una multitud de factores que nos ayudarán a entender las ideologías, los cambios sociales, las formas de Estado, la actitud de los partidos políticos... (Todo esto quedará más claro cuando veamos ejemplos históricos concretos)

    Ahora toca hacerse dos preguntas: ¿de dónde surge esta estructura económica? y ¿la superestructura estatal, jurídica etc. también afecta a la estructura económica?

    Responder a la primera cuestión es relativamente sencillo. ¿De dónde vienen las diferentes organizaciones del trabajo? ¿de qué depende que en una época sean los señores feudales los que mandan y en otra los capitalistas? En gran medida, de los cambios tecnológicos ligados a la capacidad productiva. Es lo que en el vocabulario marxista se conoce como fuerzas productivas.
    Las relaciones sociales, dice Marx, están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Con la adquisición de nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su modo de producción, y con el cambio del modo de producción, de la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales.
    Un martillo, la máquina de vapor, un robot, una hoz o un nuevo método para organizar el trabajo son fuerzas productivas. Su innovación permite los cambios económicos más profundos. En el siguiente apartado volveremos a tratar este tema. De momento tenemos el siguiente esquema:


    En cuanto a la segunda pregunta, la de si la superestructura también actúa sobre la estructura, la respuesta es un sí rotundo. Aunque la base de las sociedades sea su estructura económica, su superestructura actúa también sobre esta. Por ejemplo, el Gobierno de una nación forma parte de la superestructura, y puede perfectamente decretar leyes que vayan contra los intereses de las pequeñas empresas y a favor de los bancos. Es lo mismo que ocurre con la vida social y el pensamiento: lo primero es la base de lo segundo, pero lo segundo es fundamental para lo primero.

    Del mismo modo, la estructura puede actuar sobre las fuerzas productivas. Por ejemplo una subida salarial puede llevar a la búsqueda de innovación en la maquinaria a los empresarios. Así podrán sustituir a los obreros (que cobran "demasiado") por maquinas más rentables.

    Urge acabar este apartado con una aclaración. Con el concepto de estructura-superestructura no pretendemos abarcar absolutamente todo lo que ocurre en la sociedad. Por ejemplo, un policía que reprime una huelga estaría actuando como superestructura, pero no así cuando está deteniendo a un maltratador. Es importante porque algunos marxistas que no han comprendido del todo el materialismo histórico intentan buscar las causas económicas de absolutamente todo lo que ocurre en la superestructura de la sociedad.

    Más aún, y tal y como explica Antonio Gramsci, a menudo la ideología, los cambios ideológicos, actúan entre sí al margen de la estructura económica:
    La pretensión (presentada como postulado esencial del materialismo histórico) de presentar y exponer toda fluctuación de la política y la ideología como expresión inmediata de la estructura tiene que ser combatida en la teoría como un infantilismo primitivo, y en la práctica hay que combatirla con el testimonio auténtico de Marx, escritor de obras políticas e históricas concretas […] Estaríamos frescos si quisiéramos encontrar en la estructura la explicación inmediata, primaria, de toda lucha ideológica en el seno de la Iglesia. Es evidente, por el contrario, que la mayor parte de esas discusiones obedecen a necesidades sectarias, de organización. En la discusión entre Roma y Bizancio acerca de la procesión del Espíritu Santo sería ridículo explicar por la estructura del Oriente europeo la afirmación de que el Espíritu Santo procede sólo del Padre, y por la estructura de Occidente la afirmación de que procede del Padre y del Hijo.
    Aquí Gramsci condena rotundamente la pretensión de querer explicar todos los cambios ideológicos a partir de los cambios en la estructura económica. También Engels crítica a los marxistas que quieren ver en la estructura económica la causa única de todo:
    Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta --las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.
    ¿Qué hemos dicho en este apartado?
    Igual que la vida social (el día a día, la práctica social) condiciona el pensamiento del individuo, la estructura económica condiciona la superestructura de la sociedad. Esta superestructura está compuesta por el arte, las ideologías, el Estado, las leyes...
    Lo fundamental en la estructura económica es la división que se establece entre la clase que trabaja y la que se apropia del trabajo. La clase dominante (en nuestro caso los capitalistas) y la clase dominada (en nuestro caso los trabajadores) tienen intereses enfrentados, y sus diversas necesidades también son claves. Pero en la estructura también encontramos otras muchas cosas: el nivel de ingresos de los trabajadores, el paro, la división intelectual del trabajo...
    Los cambios en las fuerzas productivas, es decir, en la tecnología productiva, determinan la estructura económica.
    La superestructura también actúa sobre la estructura económica y sobre la sociedad misma.
    No es posible explicar todos los cambios que se dan en la superestructura observando los cambios en la estructura.
    Las fuerzas productivas y la división del trabajo
    Hemos dicho que el factor más importante (¡pero no el único!) en la estructura económica es la división entre una clase social productora (los trabajadores) y una clase social no productora pero que se apropia del trabajo de los demás (la clase dominante, en nuestro caso los capitalistas). A estas relaciones que se establecen en el mundo del trabajo se las conoce como "relaciones de producción". Por ejemplo, las relaciones de producción feudales consisten en la existencia por un lado de señores feudales y por otro de siervos que trabajan para ellos.

    También hemos dicho que la estructura económica está especialmente influída por las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas corresponden al desarrollo tecnológico, a la productividad, a la organización laboral... Pero, ¿qué pasa si la tecnología y las relaciones de producción chocan? En apariencia, nada. Pero los marxistas han querido indagar más (para variar). Según Marx cuando las relaciones de producción y la capacidad productiva chocan significa que le ha llegado la hora al sistema vigente. En palabras de Marta Harnecker:
    El marxismo sostiene que las fuerzas productivas y las relaciones de producción se desarrollan en una forma desigual. En general, el desarrollo de las fuerzas productivas es un desarrollo constante (aunque pueden existir períodos de estancamiento). Por el contrario, las relaciones de producción no cambian cada día, y tienden, por lo tanto, a quedar retrasadas respecto al desarrollo de las fuerzas productivas. Poco a poco se produce una no correspondencia, las relaciones de producción empiezan a ser inadecuadas para la expansión de las fuerzas productivas, comienzan a obstaculizar, a frenar su desarrollo: un ejemplo de esta no correspondencia, es el sistema capitalista monopolista, en el que las fuerzas productivas, que han alcanzado un alto grado de socialización, se ven frenadas por el carácter privado de las relaciones de propiedad.
    Pongamos un ejemplo: el cierre de Megaupload. Megaupload era un sitio web mediante el cual podías ver y descargar música, series, pelis... de forma gratuita. Es decir, el avance tecnológico de Internet estaba dándonos la posibilidad de obtener cultura sin pagar. ¿Qué problema puede haber en esto? Para nosotros, trabajadores y estudiantes, ninguno. Pero recordemos que no estamos solos en la estructura económica: nos acompañan los capitalistas. A los dueños de la cultura, que transforman esta en mercancía, ¿les parecerá bien que obtengamos esta gratis? Evidentemente no.

    ¿Y que hicieron los Estados capitalistas al respecto? En la medida en que pudieron, perseguir la piratería, la venta de películas descargadas de Internet a bajo precio etc. Megaupload sufrió la persecución de las fuerzas estatales estadounidenses, siendo censurado en 2012 por el mismísimo FBI "por infracción de derechos de autor".

    Como explica Silvio Diderot:
    No es un problema de Megaupload sino un problema que se desenvuelve alrededor de la propia existencia de Internet. La producción capitalista no puede permitir y no puede concebir una distribución gratuita y directa de la cultura que se transmite en forma de mercancía bajo las actuales condiciones económicas. Internet no puede servir su completo potencial a la humanidad sin entrar en contradicción con el enorme edificio de la sociedad capitalista
    La existencia de capitalistas (relaciones de producción) entra en contradicción con los avances tecnológicos (fuerzas productivas). Tenemos otros ejemplos, como el progreso que podría haber en medicina si esta no estuviese sometida al beneficio de las enormes empresas farmacéuticas.

    El Estado (superestructura) se encargará de prohibir todo progreso tecnológico que sea contrario a los intereses del capitalismo (estructura) en la medida de lo posible. Ahí tenemos la ya olvidada Ley Sinde o el propio cierre de Megaupload, así como el boicot al coche eléctrico en California a principios de este siglo (que puede verse en este documental) o los ataques contra las energías renovables.

    ¿Qué acabamos de explicar?
    Las fuerzas productivas (es decir, todo avance técnico y tecnológico ligado a la productividad) se desarrollan más rápido que las relaciones de producción. Esto lleva a que la clase dominante (en nuestro caso, los capitalistas) impida y censure algunos avances tecnológicos (como Internet o las energías renovables) que serían beneficiosos para el resto de la población.
    Cuando las fuerzas productivas chocan con las relaciones de producción significa que el sistema en cuestión ya no es progresista sino reaccionario. Llegados a ese punto los de abajo, la clase dominada, deberán construir un sistema que puedan seguir desarrollando la tecnología en su beneficio.
    La estructura económica como condicionante de los hechos históricos (ejemplos)
    Para finalizar esta introducción al materialismo histórico expondremos una serie de ejemplos históricos desde el punto de vista del materialismo histórico. De esta forma el lector podrá llevar a la práctica, al mundo real, lo que ha aprendido hasta ahora. No es mi intención desarrollar en profundidad los siguientes casos, pues eso requiere un estudio intensivo de cada uno de ellos, cosa que no he hecho, sino esbozar un análisis breve.
    El Estado del bienestar
    A menudo se nos dice (desde los medios y la escuela) que el Estado del bienestar occidental es fruto de la buena voluntad de las sociedades avanzadas, que buscaban mejorar la vida de sus poblaciones. El Estado del bienestar sería la consecuencia directa de la civilización occidental, con su lema "igualdad, libertad, fraternidad".

    Pero nosotros no somos tan ingenuos y hemos querido investigar más el asunto, que para eso somos marxistas. ¿Qué puede haber detrás de la mejora de los servicios y las prestaciones estatales en las sociedades del primer mundo? Para responder debemos preguntarnos qué ha cambiado desde los treinta gloriosos (1945-1975) para que hoy recorten en educación y sanidad públicas con total tranquilidad, cosa impensable en los años 50. ¿Qué había antes que no hay ahora?

    Lo primero y más importante es la fuerza del movimiento obrero. Tras la Segunda Guerra Mundial, con un mundo (Europa incluída) empobrecido, el comunismo soviético que "le sacó las tripas al nazismo" (Churchill) se convirtió en una alternativa real al capitalismo. Los sindicatos y los partidos de izquierdas alcanzaron una tremenda popularidad y apoyo por aquel entonces en países como Italia, Francia o Inglaterra. Además, la derecha política estaba en cierta medida marginada y acomplejada por su colaboración con el fascismo.

    Los trabajadores tenían suficiente poder para exigirle al capitalismo unas cuantas mejoras, más aún teniendo al otro lado del telón de acero una sociedad con pleno empleo y servicios sociales gratuitos que podía servir como ejemplo a seguir (al menos en lo económico). Y los capitalistas no son tontos: antes conceder mejoras que desaparecer como clase. En cierta medida el Estado del bienestar sirvió para frenar las ambiciones revolucionarias de la izquierda europea. Fue una especie de soborno.

    Además, en la época en que todas estas prestaciones surgieron, Europa seguía siendo "dueña" de los mercados del tercer mundo. Las multinacionales occidentales podían hacer grandes ganancias en el tercer mundo y comprar materias primas baratas para sus países. Así, el ciudadano occidental podía comprarse ropa fabricada en Marruecos por poco precio y tener gasolina asequible proveniente de un país con algún tirano títere de Francia o de EEUU. Esta situación sigue existiendo hoy en día, como el lector sabe.

    Hoy en día, con un capitalismo en crisis que necesita nuevos espacios de inversión (como la sanidad, que poco a poco se privatiza), sin la URSS y sin movimientos obreros amenazantes todo está servido para que comience el desmantelamiento del Estado del bienestar. ¿Por qué la clase dominante iba a ofrecernos mejoras sociales, si no tiene nada que temer? Como dijo cierto cantante, "los derechos no se regalan, se conquistan con violencia". Esa es la cruda realidad (recuerda que el materialismo busca precisamente conocer la realidad, no adornarla o inventársela).

    Este proceso de vuelta al capitalismo normal se está acentuando hoy, pero en realidad lleva en marcha desde los años 80. Es que ya con la crisis de 1973 las tasas de crecimiento de los países europeos disminuyeron, poniéndole fin a "los años dorados del capitalismo" e impidiendo la inversión estatal necesaria para mantener un Estado del bienestar importante. Los empresarios necesitan empleados más flexibles y normas laborales menos rígidas. Ya en esa época la clase capitalista, desde sus medios y editoriales, comienza a difundir el pensamiento neoliberal, totalmente hostil al intervencionismo y al Estado del bienestar.
    La llegada al poder de Hitler
    Todos sabemos quién fue Adolf Hitler. Un tipo antisemita hasta la médula, anticomunista radical y amante del gobierno autoritario y de la expansión germana. Los libros de Historia, los profesores y los medios de comunicación se han encargado de que le veamos como un loco que salió elegido no se sabe muy bien por qué y que de repente se puso a invadir países y a matar judíos y romaníes. La Segunda Guerra Mundial fue su culpa y tras su caída los europeos aprendimos la lección y el fascismo no volverá a surgir.

    Esa es la versión oficial. Pero el lector ya sabe que nosotros no nos conformamos con la Historia oficial ni con versiones tan simplistas y absurdas como la que acabo de relatar en el anterior párrafo. Vayamos por partes.

    Alemania, años 30. El país está devastado por las condiciones que le han sido impuestas desde el final de la Primera Guerra Mundial. La dependencia financiera de los germanos hacia las inversiones estadounidenses hace que la situación empeore considerablemente con la crisis de 1929. La tasa de desempleo en 1932 era del 43,2%. El pueblo alemán se empobrece a grandes pasos y comienza a buscar culpables. Los políticos, los judíos, las potencias europeas, el capitalismo... cada cual elige el blanco de su ira.

    Muchos sienten que su país está siendo humillado por Francia e Inglaterra, que se habían atrevido incluso a ocupar la región más industrializada del país: Renania. El orgullo patrio estaba siendo duramente atacado. Alemania era poco más que un satélite de las potencias capitalistas, y encima había perdido todas sus colonias. Es en este contexto en el que la derecha patriota (derecha 'volkisch') comienza a ganar fuerza. Adolf Hitler se hace famoso dando discursos sobre el "renacer" de Alemania y la humillación que ha significado la derrota en la primera contienda militar en las tabernas de Munich. (Es paradójico, pero lógico, que ahora las humillaciones económicas que sufre Grecia a manos del capital alemán estén dando fuerzas al fascismo griego)

    Las clases medias alemanas, empobrecidas por la crisis y asustadas por una posible revolución proletaria y por su propia situación socioeconómica, se unen rápidamente al movimiento fascista. Su mundo se derrumba y se vuelven reaccionarias. Caen fácilmente en el discurso contra el capitalismo financiero y en el antisemitismo hitleriano, y por supuesto también en sus proclamas contra el comunismo. A menudo el líder nazi lo entremezcla todo, afirmando que los bancos controlan Rusia y que dirigen el judeobolchevismo contra los alemanes y la civilización cristiana en general.

    Pronto estalla una crisis de régimen: las instituciones habituales (tanto políticas como económicas) y los gobernantes dejan de ser legítimos. La democracia liberal ya no funciona. Hay que cambiarlo todo, pero ¿quién será el encargado de hacerlo? y ¿en qué sentido cambiará Alemania?
    En aquel laberinto de luchas por el poder, escribe el prestigioso historiador Ian Harshaw, Hitler salió vencedor. Pocos intermediarios políticos o grupos de élite de la industria, el comercio, las finanzas, la agricultura o el ejército tenían a Hitler como favorito. Pero en enero de 1933, cuando el resto de las opciones parecían agotadas, la mayor parte de ellos, con los grandes terratenientes a la cabeza, estaba dispuesta a acoger a un Gobierno de Hitler. De haberse opuesto, la llegada a la cancillería hubiera sido impensable: necesitaba de las elites para alcanzar el poder. Estas, a su vez, necesitaban a Hitler en enero de 1933, puesto que sólo él podía aportar el apoyo popular necesario para imponer una solución autoritaria para la crisis del capitalismo.
    Quizás la clase dominante alemana no necesitaba a Hitler específicamente, sino simplemente un gobierno autoritario y nacionalista. Esto serviría para reactivar la valiosa industria del armamento y deshacer el sometimiento a Francia e Inglaterra, rompiendo con el Tratado de Versalles (1919), así como para someter duramente al movimiento obrero. Tal tarea solo podía llevarla a cabo un gobierno "valiente" y "patriota". La burguesía apoyó a Hitler igual que podía haber apoyado a la derecha autoritaria nacionalista o a la extrema derecha, pero el candidato nazi se planteó como la única alternativa. Según Ernest Mandel:
    Sabemos qué tipo de dudas y divergencias de opinión surgieron entre los grandes capitalistas y propietarios en cuanto a la actitud a adoptar hacia Hitler y su partido nazi (NSDAP). Sabemos que esas dudas se vieron exacerbadas, entre otras cosas, por el ”juego del todo o nada” al que se entregaba el candidato-dictador, pero sabemos también que fueron reducidas por la pasividad y perplejidad del movimiento obrero. Sabemos cómo el gran capital comenzó a identificar su programa (formulado en 1931) –y cuyo fin era un Estado autoritario, una reducción masiva de los salarios y una revisión del tratado de Versalles a cualquier precio– al de Hitler, paralelamente a su ascensión al poder, después de desplazar al ala izquierda plebeya de su base social y de dar a los señores de la industria todas las garantías necesarias en relación con la defensa de la propiedad privada y la aplicación del ”principio de autoridad” en las empresas, como lo hizo, por ejemplo, el 27 de enero de 1932 en un discurso ante el Club Industrial.
    Muchos marxistas cometen un tremendo error al creer que la clase dominante "creó el fascismo". Esto es totalmente contrario al materialismo histórico. Las clases sociales no crean ideologías como por arte de magia. Los grandes empresarios y banqueros alemanes no se levantaron una mañana y dijeron "venga, vamos a crear el nazismo que nos hace falta". Esta ideología emanó de muchas fuentes: el empobrecimiento de la clase media, el anticomunismo, el nacionalismo alemán, los veteranos de la primera guerra mundial y su pensamiento, el miedo de las élites a una revolución comunista como la de 1918, el colonialismo etc. pero no fue un proyecto ideológico fabricado por los ricos.

    Lo que ocurrió fue que cuando el movimiento nazi ganó adeptos y se convirtió en una alternativa a la República de Weimar la élite económica decidió darle su aprobación. Sin este consentimiento Hitler jamás habría gobernado. ¿O cree acaso el lector que los grandes industriales habrían apoyado una victoria electoral de los comunistas, por ejemplo? Puede que muchos liberales crean que fascismo y comunismo son lo mismo, pero la élite económica piensa muy distinto. De hecho, en 1935 Hitler reafirmó sus diferencias con el comunismo en materia económica:
    Nosotros los nacionalsocialistas vemos en la propiedad privada una fase superior de la evolución económica, que regula la administración de lo producido de acuerdo con las diferencias de capacidades, y que, en conjunto, garantiza a todos las ventajas de un patrón más alto de vida. El bolchevismo no sólo destruye la propiedad privada, sino que mata también la iniciativa particular.
    El fascismo, en cualquiera de sus vertientes, estuvo (y está) ligado estrechamente al imperialismo. Hitler ya daba muestras de esto en sus primeros escritos.
    Rusia, afirmó en 1924, proporcionaría a Alemania suficiente tierra para los colonos alemanes y un amplio campo de actividad para la industria alemana.
    Esto no podía sino entusiasmar a las grandes empresas alemanas y al capital financiero, así como a los pequeños propietarios agrícolas. Podrían convertir a los pueblos conquistados en mano de obra barata y realizar inversiones muy beneficiosas. De algún modo Alemania pretendía hacer con Europa del este lo que occidente llevaba ya tiempo haciendo con África y Asia.
    German retro propaganda poster
    Cartel de propaganda nazi: "¿hasta cuándo sin colonias?"
    Sea como sea, todo aquel que se haya preocupado por estudiar un poco de Historia sabe que los capitalistas alemanes se lucraron enormemente con el nazismo, especialmente durante la guerra. En opinión del historiador alemán Dietrich Eichholz,
    fueron muchas las empresas las que se beneficiaron de los trabajos forzados. Finalizada la guerra, la fortuna de la industria alemana era 17 veces mayor a la que se tenía 1939. El régimen nacionalsocialista habrá perdido la guerra, la industria alemana se benefició de ella. Los trabajadores forzados judíos no recibían ningún pago por sus trabajos, los presos de guerra de Polonia y la Unión Soviética recibían pagos nimios y los presos de otras naciones occidentales el mismo pago que los trabajadores alemanes.
    Los grandes empresarios alemanes no dudaron en utilizar mano de obra esclava para forrarse. Como relata Michael Werk:
    En total se trasladó durante la Segunda Guerra Mundial a doce millones de trabajadores forzados de los territorios ocupados a Alemania. A la industria alemana le hacía falta trabajadores pues los obreros alemanes se encontraban luchando en los frentes de guerra. Para poder equiparar este déficit la industria demandó al Estado la disposición de fuerza laboral para mantener en funcionamiento la producción.
    No olvidemos que en el campo de concentración de Auschwitz existían una multitud de empresas capitalistas que explotaban de la forma más salvaje posible a los judíos. Los esclavos trabajaban duramente, a veces hasta la muerte.Cuando dejaban de servir se les llevaba a las famosas cámaras de gas, que por cierto funcionaban gracias al veneno fabricado por un poderoso conglomerado de empresas: IG Farben. Las potencias capitalistas que vencieron al nazismo disolvieron IG Farben, pero sus empresas componentes rápidamente se reconstruyeron y se convirtieron en enormes y poderosas entidades económicas. Los soviéticos, por su parte, la nacionalizaron.

    Hoy las empresas y las familias que financiaron el nazismo y se aprovecharon de sus actos siguen siendo enormemente ricas. Algunas, como Bayer, Hoechst, Hugo Boss, Siemens o IBM son actualmente gigantescas empresas de importancia mundial.

    Finalmente cabe desmentir el mito de que las potencias capitalistas y sus representantes políticos e ideológicos fueron anti-nazis. Por ejemplo, hoy sabemos que en un primer momento el proyecto de Inglaterra era unirse a los países fascistas para destruir la URSS. No nos sorprenden las siguientes declaraciones del dirigente británico Churchill:
    Con el régimen fascista, Mussolini ha establecido un centro de orientación a partir del cual los países enzarzados en la lucha con el Comunismo deben encontrar la salvación. Mussolini ha señalado a los pueblos que sufren bajo la influencia marxista el camino para escapar a la catástrofe que les amenaza.
    Ni EEUU ni Inglaterra tenían gobiernos anti-fascistas defensores de la democracia y la libertad, tal y como nos han hecho creer. Si combatieron a Hitler fue porque no podían tolerar sus ansias expansionistas y su actitud belicosa, no porque se opusiesen al fascismo. No olvidemos que ya en 1945, recién acabada la guerra, ambas potencias apoyaron a la extrema derecha griega en su lucha contra los partisanos comunistas. O que Churchill decidió no intervenir en la guerra civil española contra el fascismo. O que en 1948 EEUU pensaba invadir Italia si el Partido Comunista ganaba las elecciones, instaurando un régimen dictatorial cuya base serían los apoyos de Mussolini. O el apoyo a Pinochet y a Franco durante la guerra fría. Hay ejemplos de sobra.

    También un ideólogo liberal, famoso en lo teórico, Ludwig Von Mises, tenía palabras de alabanza hacia el fascismo:
    el fascismo es un remedio momentáneo dada la situación de emergencia y adecuado al objetivo de salvar la civilización europea (...) El mérito de tal modo adquirido por el fascismo vivirá eterno en la historia (...) si lo comparamos con el comunismo, el fascismo es el mal menor.
    Evidentemente ni Churchill ni Mises fueron fascistas, pero veían en este movimiento la defensa de la propiedad privada y la salvación contra el comunismo. Lo apoyaban por su defensa de las instituciones capitalistas, pero no se identificaban con él en lo ideológico. El propio Mises fue perseguido por los nazis, por lo que tuvo que huir de Europa. Sin embargo, no podemos decir que Churchill fuese tan distinto del nazismo, por lo menos en lo que respecta al trato de "razas" inferiores.

    Por otro lado, ¿es cierto que los europeos hemos aprendido la lección y el fascismo jamás volverá a surgir? No, eso es simplemente una fantasía que nos han hecho tragar las instituciones europeas. Si vuelven a darse situaciones sociales y económicas como las que vieron nacer a Mussolini, Franco y Hitler, el fascismo renacerá. Ahí tenemos a Amanecer Dorado en Grecia, nutriéndose del racismo, de "la dignidad griega" frente a Alemania y de la desesperación económica de la gente. La Historia se repite cuando se repiten las condiciones socioeconómicas, aunque con variantes que no es posible predecir.
    Las vacas sagradas en la India
    Puede que el lector no lo sepa, pero en la India las vacas son consideradas un animal sagrado. Esta tradición religiosa hindú ha llegado a plasmarse en el Derecho: la Cow Slaughter Law (ley sobre el sacrificio de las vacas en inglés) prohíbe dar muerte a estos animales, so pena de sanción estatal o, peor aún, social. Cuando los occidentales se enteran de esta tradición suelen explicarla argumentando que "será una costumbre milenaria" o que los hindúes "están locos" porque "no tiene sentido no disfrutar de la carne vacuna, y más en un país que pasa hambre".

    Por suerte para los que buscamos conocer la raíz de las cosas la concepción materialista de la Historia también ha servido para estudiar fenómenos culturales ligados a la alimentación como este que estamos tratando. El encargado de hacerlo ha sido el antropólogo e investigador estadounidense Marvin Harris. En su obra Bueno para comer busca comprender por qué en algunas culturas está mal visto consumir determinados alimentos. El autor considera que su materialismo cultural "está basado en la simple premisa de que la vida social humana es una respuesta a los problemas prácticos de la existencia terrenal" y que estas cuestiones sociales concretas son las que dan forma a la cultura.

    Harris explica que este "amor" por el ganado vacuno se remonta a varios siglos antes de Cristo. Por aquel entonces surgió entre los campesinos pobres de la India un desprecio hacia las clases altas (el clero incluído) que sacrificaban y devoraban a vacas y bueyes. Es que los campesinos necesitaban esos animales para arar el campo, sacar leche etc., y les parecía absurdo comérselos (no era rentable para ellos). Así, las capas inferiores de la población comenzaron a despreciar a quienes sacrificaban vacas y bueyes, animales que eran necesarios para lograr una agricultura más eficiente. Con el paso del tiempo el aumento de la población en la India provocó la reducción de las tierras de pasto en favor de los cultivos de hortalizas. Esto hizo que las vacas fuesen menos numerosas, así que los poderosos aceptaron finalmente dejar de sacrificarlas (y hasta de comérselas) para dedicarlas a tareas más productivas. La tradición ha sobrevivido hasta nuestros días.

    (Si el lector desea una explicación más detallada le recomiendo que lea el libro de Marvin Harris al respecto)
    El estajanovismo
    Alekséi Stajánov (1906-1977) fue un minero soviético famoso en su país por ser especialmente sacrificado y productivo en el trabajo. Gracias a él surgió el estajanovismo a mediados de los años 30 entre los soviéticos, "un movimiento que propugnaba el aumento de la productividad laboral, basado en la propia iniciativa de los trabajadores". Si hubiese nacido en otro país quizás no hubiese tenido tanta trascendencia histórica, pero en la URSS por aquel entonces existía la estructura económica perfecta para catapultarle a la fama.

    ¿Qué había en la Unión Soviética por aquel entonces que no había en otros países desarrollados? La industrialización. Esta se había llevado a cabo en gran parte de Europa hacía tiempo en condiciones horribles (expropiación de los campesinos, expolio de materias primas a las colonias, jornadas laborales de 16 horas, trabajo infantil, represión de todo movimiento sindicalista...), pero los comunistas no podían hacerlo así. Tenían que encontrar una manera de industrializarse sin cometer las mismas barbaridades que los países europeos. Lo malo es que las naciones capitalistas no estaban dispuestas a entregarle a la URSS tecnología productivista, como es lógico entre países que están enfrentados (en realidad, la Guerra Fría entre capitalismo y comunismo existió siempre, no comenzó tras la Segunda Guerra Mundial como dicen algunos).

    El Gobierno de Stalin estaba decidido a industrializar rápidamente el país tal y como habían propuesto algunos (como Trotski) en contra de otros (como Bujarin, que quería una industrialización gradual y lenta). Pero al no contar con maquinaria suficiente, ¿cómo podía acelerar la productividad? Lógicamente, haciendo que los trabajadores produjesen más en menos tiempo. La opción de que produjesen más en más tiempo no estaba contemplada, pues se pretendía mantener una jornada laboral en torno a las 7 u 8 horas. Y ahí estaba el minero Stajánov para aparecer como el ejemplo de trabajador productivo, eso que tanto necesitaba la economía soviética.

    El estajanovismo hizo que muchos trabajadores se entusiasmaran por su capacidad productiva, lo cual sin duda es positivo, pero también creó un ambiente perfecto para la desconfianza en aquellos que eran poco productivos, a quienes se acusaba de sabotaje.

    Espero que esto sirva de muestra para que se vea que en el socialismo también se deben estudiar los fenómenos desde el materialismo histórico. Es bastante paradójico que los marxistas, que insisten en explicar la Historia por la acción de las masas y por las condiciones socioeconómicas, consideren que las cosas que ocurren en países socialistas se deben únicamente al papel de grandes hombres como Lenin, Kruschev, Fidel Castro, Gorbachov o Mao. No podemos criticar que se intente explicar la Historia centrando la atención en individuos como Napoleón o Cristobal Colón y luego hacer lo mismo con los "acontecimientos comunistas".
    Los recortes en educación
    El Gobierno español, imitando a algunos de sus homólogos europeos, lleva ya un tiempo dedicándose a disminuir el gasto educativo. Destinan menos dinero a la educación pública, despiden profesores y promueven leyes que favorecen a la educación privada. La excusa que nos dan es que "no hay dinero" y que por lo tanto "toca apretarse el cinturón". Parece ser que para subvencionar empresas, rescatar instituciones financieras o mantener a la familia real sí que hay dinero, pero bueno.

    Dado que al menos nosotros sí hemos podido acceder a cierta educación no podemos tragarnos las excusas del Gobierno. ¿Por qué recortan en educación?

    Pues sencillamente porque el sistema económico al que vamos no requiere de tantos licenciados. Todo apunta a que vamos a un capitalismo de bajos salarios para atraer inversiones y de turismo para atraer a los europeos adinerados para que se gasten el dinero aquí. Y que yo sepa para realizar trabajos técnicos o servicios simples no hace falta haber ido a la universidad. Los licenciados se irán a países que necesiten mano de obra más cualificada o tendrán que dedicarse a trabajos propios de la clase obrera (como limpiar baños, cosa que al parecer escandaliza a todo el mundo).

    Por otro lado, es evidente que el Gobierno verá poco rentable invertir en educación con un nivel de paro tan alto. ¿Para qué vamos a gastar en educación si la mitad de los jóvenes españoles no encuentra trabajo? A muchos les puede parecer un argumento lógico.

    Finalmente, hay que apuntar que existe cierto interés en promover la educación privada española. Es en los centros privados se forman los hijos de los ricos que dentro de un tiempo ocuparán el lugar social de sus padres, por lo que es fundamental para el sistema financiarlos y mejorarlos.

    Lecturas recomendadas y básicas
    - Introducción al marxismo, de Ernest Mandel
    - Principios elementales de filosofía, de Georges Politzer
    - Los conceptos elementales del materialismo histórico, de Marta Harnecker

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      Fecha y hora actual: Lun Nov 18, 2024 5:44 am