¡Fuera los agresores de Afganistán!
Enver Hoxha
(1980)
Enver Hoxha
(1980)
La ocupación militar de Afganistán que fue llevada a cabo en los últimos días por la socialimperialista Unión Soviética ha generado una gran indignación entre los pueblos progresistas y amantes de la libertad del mundo entero. La intervención soviética es una flagrante agresión no sólo contra Afganistán, sino también contra los pueblos que le rodean, contra todos los pueblos del Oriente Medio y en contra de la paz y la seguridad internacional.
Se trata de una agresión de tipo fascista como lo fue la ocupación de Checoslovaquia en 1968, se trata de una nueva edición de la misma, tanto desde el punto de vista de la acción militar como desde el punto de vista de los argumentos esgrimidos para justificarla. Los socialimperialistas soviéticos intentan presentar la ocupación de Afganistán como un “legítimo” acto realizado, según se afirma, sobre la base de, por un lado, la solicitud de asistencia del gobierno afgano y, por otro lado, sobre la base del “tratado de amistad” que existe entre los dos países para proteger a Afganistán de la interferencia extranjera, etcétera.
Todos estos “argumentos” son tan viejos como trillados. Han sido utilizados por los agresores desde siempre. La realidad es que los socialimperialistas soviéticos venían preparando cuidadosamente el terreno para esta ocupación desde hace un tiempo, interfiriendo y alterando la situación del país en su propio favor y amarrando Afganistán con las cadenas esclavistas de los tratados que los socialimperialistas soviéticos usan abiertamente como instrumentos para ocupar otros países o para mantener a estos pueblos en su dependencia y bajo su control.
El derrocamiento de la monarquía y posteriormente de Daud fue una cínica explotación por los jefes de Moscú de los deseos de liberación del pueblo afgano que quería ver a su país libre y soberano –pueblo que sufrió la pesada carga de la opresión y explotación por parte de la monarquía, el feudalismo y por parte de los aliados de los soviéticos.
A fin de ocultar sus objetivos imperialistas y lograrlos tan pronto como sea posible la camarilla del Kremlin interfirió brutalmente en Afganistán, llevando al poder a sus propios hombres a quienes decapitaron, uno tras otro, en sus esfuerzos por encontrar el más adecuado y el más obediente a Moscú.
La Unión Soviética no está interesada en la libertad e independencia de Afganistán, como afirma, o en la liberación del pueblo de ese país que tanto ha sufrido. Lo que lo interesa sobre todo es la posición estratégica de Afganistán en el Oriente Medio, su proximidad a las fuentes del petróleo, su posición clave en una extensa zona en la cual existe una salvaje rivalidad entre las superpotencias.
La ocupación de Afganistán por la Unión Soviética se llevó a cabo en el momento en que Estados Unidos se dedica a chantajear y ejercer presión sobre Irán, cuando ha emprendido una verdadera agresión económica y política contra ese país, acompañada por la demostración de su fuerza y de las amenazas de agresión militar. Desde este punto de vista, los acontecimientos en Irán y Afganistán están estrechamente relacionados y pueden ser seguidos por otros acontecimientos de este tipo en esa región. Ellos muestran cómo se libra una feroz rivalidad entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética por la hegemonía de esa región rica en petróleo situada en Oriente Medio y el Océano Indico, y qué gran peligro representan las superpotencias para los pueblos de aquellas regiones. El objetivo de las superpotencias es atacar y reprimir los movimientos revolucionarios de los pueblos, prevenir que se liberen de la hegemonía del imperialismo y del socialimperialismo y evitar que esos pueblos entren en el curso del desarrollo nacional independiente y democrático.
La bárbara agresión del socialimperialismo soviético contra Afganistán, las continuas amenazas de agresión por parte de los imperialistas estadounidenses, y las intrigas de los socialimperialistas chinos en esas regiones, significan un gran peligro para la paz y la seguridad en el mundo. Estas actividades refutan todo ese gran clamor demagógico que las superpotencias hacen sobre la presunta preservación de la paz y estabilidad, éstas no son más que maniobras que ellos realizan para mitigar la vigilancia de los pueblos y países que están amenazados por sus políticas hegemónicas y expansionistas. Los acontecimientos en Irán y Afganistán demuestran que precisamente en el momento en que las superpotencias imperialistas y socialimperialistas están clamando por la paz, la reducción de la tensión, el desarme, etc., preparan acciones de agresión contra la libertad y la independencia de los pueblos.
La ocupación de Afganistán por la Unión Soviética es producto de su estrategia expansionista y agresiva. Esto demuestra con claridad una vez más que la agresión y el uso de la fuerza militar es el elemento que más destaca en la política exterior soviética actualmente. En su rivalidad con el imperialismo norteamericano, el socialimperialismo soviético ha estado luchando con todas sus fuerzas para conseguir nuevas posiciones estratégicas y ampliar sus zonas de influencia y dominación en Asia, África, América Latina y el resto del mundo. En estos esfuerzos los soviéticos no dudan en utilizar cualquier medio, que van desde maniobras políticas diplomáticas a la violencia militar. Sin embargo, cuando los pueblos colocan su destino, la defensa de su justa causa, en sus propias manos y se alzan en revolución, como lo hicieron en Irán, las superpotencias sufren derrotas graves e irreparables para sus posiciones hegemónicas.
Habiendo ocupado Afganistán y colocándolo bajo el talón de hierro de sus fuerzas militares, los agresores socialimperialistas soviéticos están ahora tratando de “aplacar” la opinión pública afirmando que han enviado sólo unos contingentes que se quedarán allí “temporalmente”, “sólo el tiempo que sea necesario”, pero de hecho se quedarán allí indefinidamente. Actuarán en Afganistán como lo hicieron en Checoslovaquia, donde, incluso hoy en día, 12 años más tarde, sus tropas de ocupación siguen estacionadas.
Independientemente de las promesas y justificaciones que los socialimperialistas soviéticos puedan emplear, no pueden ocultar el grave crimen que han cometido en contra de la libertad, la independencia y la soberanía nacional de Afganistán. Nadie, bajo ningún pretexto, tiene el derecho de interferir en los asuntos internos y la vida de otros pueblos y naciones. Los pueblos por su cuenta son todopoderosos y tienen el derecho de decidir por sí mismos acerca de sus problemas internos sin ninguna interferencia extranjera.
Por otra parte, la demagogia hipócrita de los imperialistas americanos y de los socialimperialistas chinos que tratan de presentarse como “defensores” de Afganistán y derraman lágrimas de cocodrilo sobre su destino, no puede engañar a nadie. Los imperialistas americanos tratan de aprovechar estas preocupantes situaciones para su propia ventaja, para justificar sus amenazas de agresiones militares contra Irán y otros países del Oriente Medio. Los pueblos no olvidan la criminal guerra de los imperialistas estadounidenses en Indochina y en otros lugares, no se olvidan de la agresión criminal, de tipo fascista de los socialimperialistas chinos contra Vietnam, del mismo modo que nunca podrán olvidar Checoslovaquia, Afganistán, etc. Es claro para ellos que los imperialistas norteamericanos, los socialimperialistas soviéticos, los socialimperialistas chinos y todos los demás imperialistas y reaccionarios son agresores sanguinarios, enemigos mortales de la libertad e independencia de los pueblos, que firman tratados y acuerdos entre sí, en detrimento de los pueblos.
Los acontecimientos en Afganistán e Irán, que afectan a todo el mundo, hacen que sea esencial que los pueblos mejoren su vigilancia contra las actividades agresivas del imperialismo y del socialimperialismo y que se unan en la lucha contra la agresión, el expansionismo y la política hegemónica de las superpotencias.
Actualmente los luchadores de la libertad de Afganistán han tomado las armas y están luchando valientemente en las montañas y en las ciudades contra la dominación de los soviéticos y de sus agentes. En todas partes muestran una valentía y determinación ejemplares para mantener en vuelo la bandera de la libertad y de la soberanía nacional y para luchar hasta el fin para expulsar a los invasores.
En esta lucha justa y legítima ellos tienen y seguirán teniendo el apoyo de todos los pueblos amantes de la libertad y de las personas honestas y progresistas de todo el mundo. La revolución iraní y el pueblo iraní proporcionan un fuerte apoyo para su lucha. Los combatientes afganos cuentan sin duda con el apoyo de todos los pueblos musulmanes amantes de la libertad de dondequiera que se sean. En particular, los pueblos árabes y africanos, que actualmente están bajo la gran amenaza de los imperialistas americanos y socialimperialistas soviéticos, deben alzarse y expresar firmemente su solidaridad en lucha con la revolución iraní y la insurrección afgana, ya que de esta manera estarán luchando por su propia libertad, independencia y soberanía. Frente a estas situaciones se distinguirán, a través de la postura que adopten, los líderes de aquellos países que realmente defienden los intereses nacionales y los intereses de sus pueblos, de aquellos que los venden a los extranjeros.
Los pueblos árabes, que viven en una región rica en petróleo, pero que son pobres, oprimidos y explotados, ven claramente las atrocidades que los imperialistas y los neo-colonialistas están cometiendo contra ellos. Pero estamos convencidos de que la rebelión que ha comenzado en esos países nunca se reprimirá. Las armas modernas a las que los enemigos puedan recurrir, incluso las más sofisticados, no pueden funcionar sin el petróleo que es de los pueblos que luchan por la libertad y la independencia.
El pueblo albanés expresa su profunda convicción de que el valiente pueblo afgano proveerá a los agresores socialimperialistas soviéticos golpes demoledores y los expulsarán de su país.
Se trata de una agresión de tipo fascista como lo fue la ocupación de Checoslovaquia en 1968, se trata de una nueva edición de la misma, tanto desde el punto de vista de la acción militar como desde el punto de vista de los argumentos esgrimidos para justificarla. Los socialimperialistas soviéticos intentan presentar la ocupación de Afganistán como un “legítimo” acto realizado, según se afirma, sobre la base de, por un lado, la solicitud de asistencia del gobierno afgano y, por otro lado, sobre la base del “tratado de amistad” que existe entre los dos países para proteger a Afganistán de la interferencia extranjera, etcétera.
Todos estos “argumentos” son tan viejos como trillados. Han sido utilizados por los agresores desde siempre. La realidad es que los socialimperialistas soviéticos venían preparando cuidadosamente el terreno para esta ocupación desde hace un tiempo, interfiriendo y alterando la situación del país en su propio favor y amarrando Afganistán con las cadenas esclavistas de los tratados que los socialimperialistas soviéticos usan abiertamente como instrumentos para ocupar otros países o para mantener a estos pueblos en su dependencia y bajo su control.
El derrocamiento de la monarquía y posteriormente de Daud fue una cínica explotación por los jefes de Moscú de los deseos de liberación del pueblo afgano que quería ver a su país libre y soberano –pueblo que sufrió la pesada carga de la opresión y explotación por parte de la monarquía, el feudalismo y por parte de los aliados de los soviéticos.
A fin de ocultar sus objetivos imperialistas y lograrlos tan pronto como sea posible la camarilla del Kremlin interfirió brutalmente en Afganistán, llevando al poder a sus propios hombres a quienes decapitaron, uno tras otro, en sus esfuerzos por encontrar el más adecuado y el más obediente a Moscú.
La Unión Soviética no está interesada en la libertad e independencia de Afganistán, como afirma, o en la liberación del pueblo de ese país que tanto ha sufrido. Lo que lo interesa sobre todo es la posición estratégica de Afganistán en el Oriente Medio, su proximidad a las fuentes del petróleo, su posición clave en una extensa zona en la cual existe una salvaje rivalidad entre las superpotencias.
La ocupación de Afganistán por la Unión Soviética se llevó a cabo en el momento en que Estados Unidos se dedica a chantajear y ejercer presión sobre Irán, cuando ha emprendido una verdadera agresión económica y política contra ese país, acompañada por la demostración de su fuerza y de las amenazas de agresión militar. Desde este punto de vista, los acontecimientos en Irán y Afganistán están estrechamente relacionados y pueden ser seguidos por otros acontecimientos de este tipo en esa región. Ellos muestran cómo se libra una feroz rivalidad entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética por la hegemonía de esa región rica en petróleo situada en Oriente Medio y el Océano Indico, y qué gran peligro representan las superpotencias para los pueblos de aquellas regiones. El objetivo de las superpotencias es atacar y reprimir los movimientos revolucionarios de los pueblos, prevenir que se liberen de la hegemonía del imperialismo y del socialimperialismo y evitar que esos pueblos entren en el curso del desarrollo nacional independiente y democrático.
La bárbara agresión del socialimperialismo soviético contra Afganistán, las continuas amenazas de agresión por parte de los imperialistas estadounidenses, y las intrigas de los socialimperialistas chinos en esas regiones, significan un gran peligro para la paz y la seguridad en el mundo. Estas actividades refutan todo ese gran clamor demagógico que las superpotencias hacen sobre la presunta preservación de la paz y estabilidad, éstas no son más que maniobras que ellos realizan para mitigar la vigilancia de los pueblos y países que están amenazados por sus políticas hegemónicas y expansionistas. Los acontecimientos en Irán y Afganistán demuestran que precisamente en el momento en que las superpotencias imperialistas y socialimperialistas están clamando por la paz, la reducción de la tensión, el desarme, etc., preparan acciones de agresión contra la libertad y la independencia de los pueblos.
La ocupación de Afganistán por la Unión Soviética es producto de su estrategia expansionista y agresiva. Esto demuestra con claridad una vez más que la agresión y el uso de la fuerza militar es el elemento que más destaca en la política exterior soviética actualmente. En su rivalidad con el imperialismo norteamericano, el socialimperialismo soviético ha estado luchando con todas sus fuerzas para conseguir nuevas posiciones estratégicas y ampliar sus zonas de influencia y dominación en Asia, África, América Latina y el resto del mundo. En estos esfuerzos los soviéticos no dudan en utilizar cualquier medio, que van desde maniobras políticas diplomáticas a la violencia militar. Sin embargo, cuando los pueblos colocan su destino, la defensa de su justa causa, en sus propias manos y se alzan en revolución, como lo hicieron en Irán, las superpotencias sufren derrotas graves e irreparables para sus posiciones hegemónicas.
Habiendo ocupado Afganistán y colocándolo bajo el talón de hierro de sus fuerzas militares, los agresores socialimperialistas soviéticos están ahora tratando de “aplacar” la opinión pública afirmando que han enviado sólo unos contingentes que se quedarán allí “temporalmente”, “sólo el tiempo que sea necesario”, pero de hecho se quedarán allí indefinidamente. Actuarán en Afganistán como lo hicieron en Checoslovaquia, donde, incluso hoy en día, 12 años más tarde, sus tropas de ocupación siguen estacionadas.
Independientemente de las promesas y justificaciones que los socialimperialistas soviéticos puedan emplear, no pueden ocultar el grave crimen que han cometido en contra de la libertad, la independencia y la soberanía nacional de Afganistán. Nadie, bajo ningún pretexto, tiene el derecho de interferir en los asuntos internos y la vida de otros pueblos y naciones. Los pueblos por su cuenta son todopoderosos y tienen el derecho de decidir por sí mismos acerca de sus problemas internos sin ninguna interferencia extranjera.
Por otra parte, la demagogia hipócrita de los imperialistas americanos y de los socialimperialistas chinos que tratan de presentarse como “defensores” de Afganistán y derraman lágrimas de cocodrilo sobre su destino, no puede engañar a nadie. Los imperialistas americanos tratan de aprovechar estas preocupantes situaciones para su propia ventaja, para justificar sus amenazas de agresiones militares contra Irán y otros países del Oriente Medio. Los pueblos no olvidan la criminal guerra de los imperialistas estadounidenses en Indochina y en otros lugares, no se olvidan de la agresión criminal, de tipo fascista de los socialimperialistas chinos contra Vietnam, del mismo modo que nunca podrán olvidar Checoslovaquia, Afganistán, etc. Es claro para ellos que los imperialistas norteamericanos, los socialimperialistas soviéticos, los socialimperialistas chinos y todos los demás imperialistas y reaccionarios son agresores sanguinarios, enemigos mortales de la libertad e independencia de los pueblos, que firman tratados y acuerdos entre sí, en detrimento de los pueblos.
Los acontecimientos en Afganistán e Irán, que afectan a todo el mundo, hacen que sea esencial que los pueblos mejoren su vigilancia contra las actividades agresivas del imperialismo y del socialimperialismo y que se unan en la lucha contra la agresión, el expansionismo y la política hegemónica de las superpotencias.
Actualmente los luchadores de la libertad de Afganistán han tomado las armas y están luchando valientemente en las montañas y en las ciudades contra la dominación de los soviéticos y de sus agentes. En todas partes muestran una valentía y determinación ejemplares para mantener en vuelo la bandera de la libertad y de la soberanía nacional y para luchar hasta el fin para expulsar a los invasores.
En esta lucha justa y legítima ellos tienen y seguirán teniendo el apoyo de todos los pueblos amantes de la libertad y de las personas honestas y progresistas de todo el mundo. La revolución iraní y el pueblo iraní proporcionan un fuerte apoyo para su lucha. Los combatientes afganos cuentan sin duda con el apoyo de todos los pueblos musulmanes amantes de la libertad de dondequiera que se sean. En particular, los pueblos árabes y africanos, que actualmente están bajo la gran amenaza de los imperialistas americanos y socialimperialistas soviéticos, deben alzarse y expresar firmemente su solidaridad en lucha con la revolución iraní y la insurrección afgana, ya que de esta manera estarán luchando por su propia libertad, independencia y soberanía. Frente a estas situaciones se distinguirán, a través de la postura que adopten, los líderes de aquellos países que realmente defienden los intereses nacionales y los intereses de sus pueblos, de aquellos que los venden a los extranjeros.
Los pueblos árabes, que viven en una región rica en petróleo, pero que son pobres, oprimidos y explotados, ven claramente las atrocidades que los imperialistas y los neo-colonialistas están cometiendo contra ellos. Pero estamos convencidos de que la rebelión que ha comenzado en esos países nunca se reprimirá. Las armas modernas a las que los enemigos puedan recurrir, incluso las más sofisticados, no pueden funcionar sin el petróleo que es de los pueblos que luchan por la libertad y la independencia.
El pueblo albanés expresa su profunda convicción de que el valiente pueblo afgano proveerá a los agresores socialimperialistas soviéticos golpes demoledores y los expulsarán de su país.
Publicado en Zeri i popullit, 5 de Enero de 1980
La traducción es responsabilidad de Tiempos Rojos